Está en la página 1de 2

Luego de pasar por incontables escaleras oxidadas, ascensores maltrechos de cables sueltos y

oscuras cavernas subterráneas de metal, llego al famoso sector 27. Un obrero -C me espera
con su testimonio de lo ocurrido. Aunque la clase -C suele ser naturalmente colaborativa y
servicial, pienso que la última experiencia pudo haber generado respuestas imprevistas en sus
primitivas emociones. Solicité que estuviéramos a solas para que no se sintiera presionado por
la presencia de alguno de sus supervisores. Mi labor también abarca la evaluación
psicoservicial- emotiva de casos peculiares como éste.

Es la primera vez que veo a un –C cara a cara

Expediente 1 testimonio 00024


Entrevistado: Obrero -C 678
Ocupación: Vigilancia monitoreada
Caso: -C230

"Conocí a este tipo durante las reuniones de ofrenda, justo después de la entrega del pan. En
esos tiempos estaba cubriendo la jornada del hijo de -C 446, que había enfermado gravemente.
De inmediato noté que éste tipo del que le hablo, era muy extraño. Se alejaba de los demás y
muchas veces le sorprendí golpeando su cabeza melancólicamente contra las paredes
metalicas. Pensé que era nuevo en el sector, como yo, así que me acerqué para conocerle.
Creí que le sería de ayuda. Él también era un obrero -C, pero de número 230. Sin embargo,
aparte de eso, no teníamos nada más en común. Me decía que no pertenecía a éste lugar, que
había llegado a la ciudad por error. Trataba de armar problemas por la falta de comida, por la
escasez del agua o derechamente desafiaba a nuestros supervisores negándose a callar
cuando éstos se lo ordenaban ¿Que tendría en la cabeza? ¿De qué sirve un trabajador que no
puede seguir órdenes? Era completamente ridículo.
Un día le vi llegando a la reunión de ofrenda cojeando y muy lastimado. Su nariz estaba
hinchada y su ojo izquierdo deshecho. Nadie le dijo nada, pues todos sabíamos que tarde o
temprano su temperamento acabaría acarreándole problemas. Luego de eso, fui reintegrado a
mi puesto original como vigilante de seguridad de los sectores 10, 15 y 27.
Pasaron dos años en los que no supe nada del extraño -C230, hasta que un día, al vigilar mis
pantallas, noté su rostro entre los obreros del sector 27. Aunque no me simpatizaba en lo más
mínimo, me alegré de ver que ya no cojeaba. Donde antes estaba su ojo, ahora había una
cicatriz. Con los días me acostumbré a verlo por mi pantalla, a buscarlo entre la gente, pues era
alguien interesante de observar. Me divertía su extraño comportamiento.
Solo un par de meses después pasó todo el embrollo. Ese día encendí las cámaras que me
correspondían y entendí de inmediato que algo terrible había pasado. En la cámara del sector
27, a un costado del túnel, un supervisor estaba tirado en suelo boca abajo, completamente
inmóvil. No sabía si estaba muerto o inconsciente, pero noté que no tenía su arma. En las
otras cámaras comenzó a apreciarse rápidamente la agitación, obreros corrían motivados por
supervisores que les apuntaban a la cabeza. Entonces fue cuando vi a -C230 escondiéndose
entre la multitud de obreros -C que estaban en el sector 10. En sus manos trataba de disimular
el arma que había cogido del supervisor del sector 27. Él era la causa de todo.
Me entusiasme por todo lo que estaba pasando, tanto así que olvidé reportar mi avistamiento.
El tipo continuaba libre y camuflado entre las multitudes. Me pregunté hasta donde podría
llegar. Según el registro de la ciudad-fabrica, no había ocurrido un hecho así desde hace más
de 500 años. Mi entusiasmo e intriga crecía más y más. Puse la frecuencia del comunicador en
la sintonía madre de los vigilantes de otras áreas y escuché. Por fin tenía confirmación: Dos
supervisores muertos habían sido encontrados sin sus armas y -C230 seguía prófugo.
Aunque consideraba a éste extraño sujeto como alguien ridículo y conflictivo, debo decir que
me interesaba muchísimo saber qué es lo que quería o cual era su objetivo, casi al grado de
alentarlo. No me sorprende que haya llegado tan lejos ¿sabe? Muchas cámaras no funcionan
en lo absoluto y los mismos guardias y supervisores se han vuelto distraído con el paso de los
años. Como dicen por ahí “la paz crea personas débiles”. Finalmente, gracias a la información
de otros vigilantes, supe que –C230 reapareció en el sector 2, cerquísima de la superficie. Su
avanzar sigiloso se debió a que utilizó viejos ductos de ventilación en desuso. Estos ductos
nunca son reparados o retirados, sólo abandonados, por lo que los hay por millares en todos
los sectores. El infeliz alcanzó a salir unos pasos al exterior antes de recibir todos los disparos
en su espalda y nuca. Una mujer clase A que justo paseaba a su mascota en ese momento lo
vio todo.
Con todo el revuelo que causó el incidente, no cabe duda que redoblarán la seguridad y
pasaran 1000 años antes que algo así ocurra de nuevo, pero debo decir que fue muy excitante.
En fin, hay obreros que simplemente vienen mal de nacimiento. Piensan demasiado, juzgan
cosas, desean, se enojan, mienten. Hacen todo lo contrario a obedecer a su supervisor, tarea
sagrada para cualquier obrero –C. No estoy de acuerdo con lo que hizo –C230, eso fue una
locura. Las sagradas escrituras son claras al respecto: Naces en la fábrica, mueres en la
fábrica. Aquel que no respeta las antiguas escrituras no merece ser llamado persona, pues es
profano e impío. Aquel que desea la superficie o el exterior, es ingrato y maldito. Si naces en la
fábrica, mueres en ella, todos lo saben.

Conclusión del caso:


Se recomienda efusivamente el exterminio de toda la camada -C200 y de los obreros –C que
tuvieron contacto con el caso disfuncional durante los últimos 22 años, incluyendo al benefactor
del presente testimonio.
Agente RR4
Representante magno del consejo 3

También podría gustarte