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Grietario
Alicia Piso
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Diseño de cubierta : Lucio Gat Alba
grietaria@hotmail.es
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A Josechu
AGRADECIMIENTOS
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Índice
II Grietas.
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I
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Marea negra
10
Para gentes como ella el misterio empezaba siempre con la explicación.
Julio Cortázar
Los del otro lado lo ignoran todo,
por eso no se mueren
con certeza
de muerte concebida.
Se mueren de esperanza que les niega
su asiento en la esperanza.
Se mueren con el viejo, el niño ingrato
que antes de volar estudia el tiempo.
En un día marino, como éste,
se mueren por si acaso no regresa
la orilla deslumbrada,
por si acaso
no alumbra la otra orilla.
Instinto miserable.
Inútil propaganda de azules en alcobas
que nunca nos encierran.
Inútiles raíces.
Inútil educarlos.
Inútiles.
11
Qué miseria reptando de madrugada
por mi vientre, algunas veces
por los ojos de sus santos retorcidos en calmadas sepulturas,
me desvela.
La miseria
se complica entre azules,
nos amarga
lejanías.
Entusiasta de cloacas,
me otorgaste la desdicha de ver lobos en pañales
y dormir
como si nunca
me acecharan tras la puerta.
Amanece.
12
Sé que no llegaré a abrazar ni siquiera por un momento tus piernas.
Se abre el vientre de mi voz,
pero nadie me ha llamado a la victoria
y nadie escucha,
sólo tú.
Te pareces al horror de las raíces.
13
A veces olvidas esto,
A veces te olvidas, como ahora, y sólo ves aquello que pudieras ver,
el dolor que se adhiere a un lento arañar de labios,
humedades ebrias de lo mucho que te importa.
Y entonces, adiós, vida alta. Por este momento prescindes. Llega
la sensación del útero primero. Llega siempre
la verdad olvidándote,
asomando por una herida.
Estaba aquí.
14
Si las pesadillas fueran grietas del infierno…
Jorge Luis Borges
Mal sueño
15
Me he cubierto de hojas pardas como alguna luz.
Rata turbia boquiabierta, ficción de ayer
cuando invocabas el último aire para huir
y te quedaste en el oscuro perfil de la huida
16
Inquieto sólo el mar que nos informa,
caudal de tigres, humo en sólo el mar que va creciendo
y de la vida no, esfera que rebota dentro de sí,
legión de cadavéricos estantes.
Ordena muebles como años
y en la sorda insistencia de pasar nos acumula.
17
A pesar de la pereza
y por ella, desde ella,
con toda la muerte que imita para ahuyentar a la muerte,
a pesar de todos los días, contra ellos,
contra todos los tranquilos que no cesan un movimiento adecuado.
18
El Asentidor
19
Y seguir adelante con los ojos como dientes,
después
una selva en cada dedo.
20
De todo lo horrible elijo morir.
Elijo la muerte
antes de que mis amigos se suiciden
o crezcan tan lejos que ya no me vean.
Elijo la muerte
antes de seguir catapultando tu mirada
hacia la ventana en lluvia
donde voy a dejarte envejecer
Elijo la muerte
antes de saber esto que sé ahora
tan claro,
tan frío,
tan obstinadamente cierto.
21
Frío
22
La separación de la sangre
En el último retrato
prefería estar más tiempo solo
o en silencio con los amigos,
pero no soportaba la soledad ni tener nada que decir
a los mismos compañeros.
23
Malamorador
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El agua no sabe amorar, la esfera se amora o se destruye,
ganamos el negativo de una historia de amor para ocultarlo bajo las alas.
Dame tiempo
bien cargado que podré nada más que eso. Te dejaré solo. Caeremos los dos.
Voy a herirte para ver qué te asoma a los ojos
y no entiendo tu murmullo por ser tan feroz el ataque.
Voy a herirme.
Como primera disculpa me arrinconaré en tus huesos,
malamor contra las piedras,
sal si quieres.
25
A J. y puede que a J.
Pretendo
sentir que vienes siempre aunque no sé por qué.
Fijeza y comunión.
26
Dame la lucha que remansa, la vértebra porosa que me asoma por el pecho
aunque ahora duerma en tierra bautizando a las hormigas.
Dadme la mano, continuidad de estatuas,
ambigüedad de piedra, lávame la cara con tu música de encuentros desolados.
Te orillarás en el mar que hiciste.
Pretendo
continuidad de los parques sin la muerte vertebrada, contigo,
que te raspa el horizonte porque sabes que aún hay lugar.
27
La muerte y la doncella
se contienen.
Sabemos muy bien que se acabó la luz de un principio imaginario
y nos rompemos en uno.
Pero no basta. Nada vuelve los ojos y devora
empezando por el cuello.
Nos maquillamos con sangre genital para aplacar el vacío,
rueda la maleza pese a todo
con agujas en el costado. Percibo un olor
que acecha alejándose,
nos abraza de cuchillas.
La muerte y la doncella
se enamoran. Persiguen su dentadura por los espejos.
Sólo nosotras nos amamos así, repitiendo
un sueño de mar inesperado.
28
Buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno
y hacer que dure, y dejarle espacio.
Italo Calvino
Amigos
Mientras la tarde avanza no consiente el gris la vida
y os abarco en la memoria.
29
Espero que me liberen por si queda algo que
decir y miro.
Vuelvo arriba o dame la mano, Gloria,
que nadie entiende y al despojar se comen todo,
la grieta que nos abarca.
Termíname como los nuevos filos dibujados.
30
Pedro,
eres el peor, el más inútil,
por eso tendrás lugar en mí, espacio
cumplido desde siempre.
La paz oscura
31
Julieta,
me gustaría que estuvieras aquí
y que fumáramos mucho de la vida
empeñada en darnos filo.
No me importa con tal de tu camisa sirviéndose el café
y en la calle los reptiles voceando su hermosura
al compás de un pie dorado.
32
La alegría se subió a los párpados
y el vicio más lógico quebró por tu boca, lo que decías.
Mi límite hacia la constancia
fue nacimiento.
No dejó huellas de pies letales ni propósito.
Sentí la alegría
y no fue abrir los brazos
ni abandonar mi reflejo en un tren sumiso a próximas paradas.
Se subió a mis ojos, te veía como un animal que sólo nace.
Se encerró en la música sellando la infinitud,
igual que la eternura por todos los rincones.
33
Esto está pasando como si nunca
volviera a pasar.
Entonces
no me queda nada de ti
aunque no acepte la tierra en ambos lados
conteniéndome.
Hubiera acabado igual pero no tan perfecto
sino con un dolor amarrado a los muslos, crecido
en las noches.
Arrastro las venas, la carne, llego
a él, que puede verme así, tras de la boca.
Suplico una extensa conmoción de todo
y que no haya paz ni alegría
ahora que dices que no puede ser.
34
Se verían siempre
con todas las bocas abiertas.
Se reconocen
por el alambre curvo que tira de sus ojos hacia abajo,
se nostrean de punta a punta, invencibles
del golpe creciente.
Fueron más. Barrunto de alas,
vuelo y despedida en la fila negra.
Hubo muertos que no esperaron,
pero siempre se verían.
Las compuertas ebrias, el suelo invadido
de titanes, perfectamente manso en su orilla,
cangrejo rocoso que viene alejándose a ellos.
Brazos, brazos…
Y ven el abrazo.
Dientes, dientes…
Y ven el beso eternuro.
Sus brazos rotos, su lengua colgando la sangre.
35
la cantidad de carne que anima nuestras frentes, Julieta,
y a partir del hueco se dividirá la esfinge
con un mismo propósito.
36
II
Grietas
César Vallejo
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Dos que hablan
Es tiempo de estudio
a pesar de que hay alguien arañando la puerta.
Estudiemos a fondo porque así no nos pueden ver, tan ignorantes,
sin saber todavía la fuerza ni esas cosas que brillan lejos.
Quizá no brillen, puede que se enciendan cuando abramos.
Me voy.
No podrás con este peso. No hay lugar más amplio. No encontrarás lugar
donde los brazos cuelguen más acompasados y el cielo te reciba
más sumiso.
Me voy
38
Qué descuido en vuestra carne. Ni un intento de caer
avasallados de dolor.
Ahora no sonríen.
39
La ciencia melancólica
40
Caminos para el olvido
Dejar caer las manos o abrazar la exigencia mostrando una señal de rendición.
Hacia dentro será temer primero para eludir la condena del agua
desperezando la quietud con sus armas de infinito o brotar al revés conociendo
el sur a partir de las noches.
Vuelve, olvido, a cada frente y lamenta
la palabra que te hizo importante.
Despliega tu amor alado. Abriga siendo muchos
para olvidar.
41
Dedicarse a la mentira libremente,
sin el desgarro de su claridad.
Vemos la grieta,
se almacena de inviernos.
Entregarse a la grieta,
malherir la piedra,
caer de los mil brazos ensartados en la espina,
caer para trepar por el suelo constante,
sangrar por los oídos de tanta presión en corrientes subterráneas,
malherirse en la grieta,
morir.
42
De las materias
Cada infierno toma su turno porque el oficio del cristal es revelar la memoria
de lo que permanece.
Avisa del primer escalón y el alma se retuerce fija con los huesos astillados,
pulpando la forma que no deja de estar.
Crecen las raíces. Eso bastaría para arrinconar la dicha y qué hacer si no sois
de la tierra.
No puedo elevar mi gesto en dulzura porque yo sí soy de la tierra.
43
No hay razón para el sueño cuando la carne regresa al lugar donde el niño
antiguo
bebió madre y lodo.
Volver allí para saber qué murmuraron las estrellas, cómo organizaron
olvidando su propia obra
y el dolor.
No nos tocaremos porque seréis de una especie amplia que me acecha con su
altura.
44
Hablas en otra piel, maga del inicio, asoladora,
y habrás de saber morir según leyes de la víspera,
cesar antes de todas las mañanas.
Se te caen los ojos dentro. Ya puedes leer, ha vuelto la cara hacia tus dientes.
Dice que empujes los espejos de cierta realidad que invade sus miradas.
Y ella no existe para que la puedas tocar.
45
La piedra suave por mar o viento. Blanca.
será la misma piedra siempre
la ternura innumerable protección de tristes
lamiendo por crecer el beso en hilo. Ávidos.
46
Limpieza
El muerto que abraza a un vivo que desconoce por sentir los pies en la carne
y no el vértigo del tiempo abismado sobre la plenitud del frío.
47
Fotos
Los ojos
se doblan.
Nada parece haber ocurrido si no tuercen los ojos
hacia el punto vertebrado.
Mil golpes en cada hilo y el temblor.
48
Hay cosas antiguas porque se han comido otras cosas
y a todas las personas que pasaron
con su carga de muerte o de vida.
Es así que al final sólo quedan las cosas
antiguas y llenas de lo importante,
un gesto, una palabra
definitiva que se vació por sus grietas
y persevera siempre en los que saben
y los otros la intuyen o se estremecen con su contacto.
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Vi la serenidad en los ojos de las reses destinadas a
los cuchillos industriales y los caballos inmóviles
en la tristeza;
después, la cal, su luz en los ancianos, y grandes grietas
habitadas por lamentos .
Antonio Gamoneda
Llego para ver un vientre abierto que amamanta con sangre el paraíso de
piedra y zonas blandas.
Llego para ver los latidos que no son tan evidentes
por cegar el rastro que conduce al dolor más inequívoco.
Después ruedan encadenados, adición de horrores
y no hay salvación para los que ven.
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