Noe Canjur1

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3-

Noe Canjura

En 1948 viajo a la ciudad de México a continuar sus estudios, Ese mismo año realiza su primera exposición en
los Estados Unidos. Noé Canjura residió en diferentes países como El Salvador, México y Francia, donde se
consolidó como artista y residió por largos años, hasta su muerte, a la edad de 48 años.

Vida en París

Pero la vida de Canjura cambia drásticamente en 1949 cuando parte a Francia y se enrola en la “Ecole Nationale
Superieure des Beux-Arts” para realizar estudios especializados en la técnica del fresco, esto a raíz de una beca
otorgada por el gobierno de su país. Mientras estuvo en París tuvo una fuerte atracción hacia el trabajo de
Coubert y Le Nain sin embargo siempre se adhirió a temas que representaran la vida y costumbres de su patria.

4- fue profundamente influenciado por Diego Rivera, quien junto a Orozco y Siqueiros, estaban en el punto más
alto de su fama. La influencia de Rivera disminuyó gradualmente y luego Canjura giró su atención
hacia Gauguin, ganando así la concepción de un orden formal en la pintura y el uso de las curvas.

7- Noe Canjura falleció a los 48 años en pleno desarrollo de su carrera en Morienval, Francia el 29 de septiembre
de 1970. Sus restos se encuentran en el propio cementerio de la Iglesia de Notre Dame de Morienval (Antigua
Abadía a 2 horas de París). Le sobreviven su hija Leticia Canjura y nieta Vilma Borden, ambas residen en
Atlanta, Georgia, Estados Unidos.

8- Ganó el Tercer premio de la Exposición Municipal de San Salvador en 1943; y la Ciruela de Plata (Prune
d’Argent) del Salón de Provincia en 1965.

9- Primeros Pasos

Nació en 1922 en Apopa, El Salvador, de familia de origen humilde. Creció en contacto con la adversidad y su
lucha para derrotarla en su patria natal.

Para pagar parte de su manutención y aligerar el peso de los sacrificios hechos por su padre para darle educación,
Canjura tuvo que trabajar en un aserradero y frecuentemente incluso dormir en el lugar sobre tablas de madera
en estado aún rústico.
Su talento para el dibujo se hizo evidente a la edad de diecisiete años, y así sin saber como ni por qué, es como
empieza su aventura en el mundo del arte a nivel mundial. Su primeros estudios lo realizó en la “Academia de
Dibujo y Pintura Valero Lecha" en San Salvador (1942 – 1946). Iniciando en 1942 Canjura tomaría parte en
todas las exposiciones colectivas posibles en El Salvador y algunos años después lo haría además en Guatemala.

En 1948 viajo a la ciudad de México a continuar sus estudios, en donde fue profundamente influenciado
por Diego Rivera, quien junto a Orozco y Siqueiros, estaban en el punto más alto de su fama. La influencia de
Rivera disminuyó gradualmente y luego Canjura giró su atención hacia Gauguin, ganando así la concepción de
un orden formal en la pintura y el uso de las curvas. Ese mismo año realiza su primera exposición en los Estados
Unidos.

Vida en París
Pero la vida de Canjura cambia drásticamente en 1949 cuando parte a Francia y se enrola en la “Ecole Nationale
Superieure des Beux-Arts” para realizar estudios especializados en la técnica del fresco, esto a raíz de una beca
otorgada por el gobierno de su país. Mientras estuvo en París tuvo una fuerte atracción hacia el trabajo de
Coubert y Le Nain sin embargo siempre se adhirió a temas que representaran la vida y costumbres de su patria.
En 1953 realiza en París su primera exposición individual y desde entonces Francia se convertiría en su patria
adoptiva. La vida en París fue difícil, y como muchos otros, tuvo que emprender varias formas del trabajo
manual para subsistir.
Se casa con Madeleine Bachelet una artista de la plástica igual que él y por esto la disciplina de su trabajo resultó
más fácil permitiéndose mayor dedicación. Dentro de Canjura siempre hubo gran controversia entre su habilidad
como pintor y su ser perfeccionista.
La fuerte influencia de sus años en París se puso en evidencia cuando visito brevemente El Salvador en 1957.
Percibió su país con una nueva perspectiva y desde ahí el énfasis en el color y la luz se volvieron parte
importante de su trabajo.
La pintura de Canjura es ahora una síntesis de las muchas influencias que marcaron profundamente su carácter
así como su trabajo. Sus lienzos son a la vez dramáticos y nostálgicos. Compuso poderosamente, a la vez
detallados y con gran sutileza, planos de color simples que sugieren al principio abstracción.

El hecho de que en seis años (1959 – 1965) la ciudad de París comprara cuatro de sus pinturas para su colección
permanente es una indicación de su posicionamiento en el mundo del arte de París y del desarrollo constante de
su trabajo.
Canjura fue un miembro del “Societe Nationale des Beaux-Arts” y “Societe de Salón de la Jeune Peinture”.
Exhibió regularmente y con popularidad indiscutida en los Salones importantes de París, en el Salón
"Comparaisons", en el grupo de Maurice Boitel. Sus pinturas han sido adquiridas para las colecciones
del Estadofrancés, el Museo Nacional de El Salvador o Museo Nacional de Antropología Dr. David J.
Guzmán (transferidos después al Museo de Arte de El Salvador) y el Museo de Hamishka Leomanouth en Ein
Harod, Israel. En 1965 le fue concedido la codiciada “Prune d’Argent” del Salón Peintres de Provence.
Morienval
Noe Canjura falleció a los 48 años en pleno desarrollo de su carrera en Morienval, Francia el 29 de septiembre
de 1970. Sus restos se encuentran en el propio cementerio de la Iglesia de Notre Dame de Morienval (Antigua
Abadía a 2 horas de París). Le sobreviven su hija Leticia Canjura y nieta Vilma Borden, ambas residen en
Atlanta, Georgia, Estados Unidos.
Junto a Julia Díaz, Raúl Elas Reyes y Rosa Mena Valenzuela, Canjura es un icono en El Salvador de uno de los
más grandes movimientos en pintura de su generación. Pero sobre todo, Canjura simboliza la capacidad del ser
humano para reinventarse; de ser un joven estudiante de arte, descalzo, humilde y con muchas limitaciones, a
llegar a convertirse en un poderoso creador de su propio destino en un ambiente rigurosamente exigente a nivel
mundial.

Wally Findlay, presidente de las galerías Findlay (New York y Chicago), dijo en una ocasión: "El joven artista
en un tiempo muy corto lograra la estatura de tales artistas contemporáneo como Bernard Buffet y Nicola
Simbari".
13-
El Edificio y Los Monumentos
El edificio que alberga el Museo fue diseñado por el arquitecto salvadoreño Salvador Choussy y uno de sus
grandes logros ha sido incorporar el conjunto del Monumento a la Revolución, diseñado por los Arquitectos
Oscar Reyes y Kurt Schulze, el cual es un conjunto artístico arquitectónico edificado en los años cincuenta que
incluye un mural en mosaico y una escultura monumental en piedra.

Monumento a la Revolución: El mural, un mosaico en piedra, representa la libertad y es simbolizada por un


hombre desnudo mirando hacia arriba y con los brazos levantados. Esta figura es conocida como El Chulón y
constituye un punto de referencia urbana. Las piedras que forman el mosaico son de colores naturales y fueron
recolectadas a nivel nacional. La ejecución de la obra fue por el artista mexicano Claudio Cevallos y la artista
salvadoreña Violeta Bonilla. Su simbolismo radica en las aspiraciones del pueblo salvadoreño en pro de la unión
centroamericana. Expresó en su momento Violeta Bonilla: “Quise representar un hombre sin ataduras, sus manos
sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del fondo representan otras cuatro naciones
centroamericanas.”

Alegoría a la Constitución de 1950 o Monumento a la Libertad: La escultura monumental fue tallada


directamente en piedra, es un conjunto de nueve figuras y representa “los anhelos del pueblo salvadoreño”. El
conjunto escultórico está formado por: un obrero, una madre que sostiene en brazos a su hijo, la figura de una
niña, dos figuras femeninas, una de ellas parcialmente cubierta por un soldado, el cual sostiene su fusil
apuntando hacia abajo, en actitud pacífica. En la parte posterior destaca la figura de una mujer que sujeta la
constitución de 1950. Todas estas figuras sostienen una mujer desnuda, cubierta con la bandera de El Salvador,
que corona la escultura. La ejecución de la obra fue por el artista costarricense y nacionalizado mexicano
Francisco Zúñiga, quien es considerado uno de los escultores latinoamericanos más importantes y su obra se
encuentra en diversos museos y ciudades del mundo.
El conjunto se complementa con el templo a la Constitución de 1950, el cual es un espacio subterráneo ubicado
bajo la estructura del mosaico.

Dentro de un terreno de 6,520 metros cuadrados ubicado en la parte posterior de este conjunto monumental, se
construyó el edificio del Museo con un área de 2,275 metros cuadrados, que comprende salas de exhibición y
áreas administrativas, depósito de obras, talleres y espacios complementarios, entre los que se cuenta una sala de
proyecciones. En el año 2007, el Museo amplió sus instalaciones físicas al construir el salón de usos múltiples
Ernesto Alvarez Córdova y una nueva sala de exhibición, por lo que en la actualidad, el edificio del Museo
comprende un área construida de 2,968 metros cuadrados.
El edificio del Museo de Arte de El Salvador ofrece 1,207.48 metros cuadrados para exhibición, que incluye los
espacios de la muestra reVISIONES: encuentros con el arte salvadoreño (707.76 metros cuadrados), ubicada en
la Gran sala y salas 3 y 4; las salas de exhibiciones temporales (sala 1: 191.70 metros cuadrados y sala 2: 151.36
metros cuadrados) y espacios alternativos de exhibición (156.66 metros cuadrados). Este conjunto de salas de
exhibición representa un 41 % del área construida de las instalaciones del MARTE.
Todo el edificio es ofrece facilidades para el acceso de personas con discapacidades
14- El chulón

Pequeña historia del chulón a veces lo he visto en la


televisión o hemos escuhado en la radio, pero no
sabemos exactamente su origen aqui les explico un
poco de esta obra situada en mi pulgarcito. 

El chulón es en realidad el Monumento a la


Revolución, que está constituido principalmente por
dos estructuras. El mural en mosaico de piedras
naturales, en cuya ejecución trabajaron seis canteros
mexicanos, ayudantes del escultor Francisco Zúñiga
y nueve canteros salvadoreños, simbolizado por un
hombre desnudo, representa al hombre sin ataduras.
La segunda es el grupo escultórico de 5 metros de
alto por 4 de largo y 3 de frente. Ambos son
alegóricos a la revolución de 1948, que dio origen a
la constitución de 1950. 

Escultura 

El costo de su edificación fue de 49, 600 colones 

Este grupo escultórico es muy poco conocido por los


salvadoreños, ya que originalmente y antes de la
edificación del Museo del Arte de El Salvador, se
encontraba un tanto invisible a los transeúntes, o al
menos pasaba desapercibido. 
El Monumento a la Revolución es obra de los arquitectos Oscar Reyes y Kurt Schulze, quienes resultaron
ganadores del concurso convocado en 1953 por el Ministerio de Fomento y Obras Públicas, durante la gestión
del presidente Oscar Osorio (1950-1956). Dos contratos adicionales se firmaron para realizar la obra. Uno con
Antonio Cevallos Leal, mexicano, y con Violeta Bonilla de Cevallos, salvadoreña, quienes dirigieron el mural en
mosaico de piedras y el segundo con Francisco Zúñiga, de origen costarricense y nacionalizado en México,
quien dirigió el grupo escultórico. 

El Mosaico. 
Las piedras que forman el mosaico son de colores naturales y fueron recolectadas a nivel nacional. El resto de la
piedra que se usó fue traída de la cantera volcánica El Roble, en Ahuachapán. Su estructura tiene una forma de
teja. El hombre desnudo mirando hacia arriba y con sus brazos levantados, representan la libertad. 
En una cita bibliográfica, Violeta Bonilla (1926-1999) expresa sobre el significado de la figura: “Quise
representar un hombre sin ataduras, sus manos sueltas expresan la libertad intangible, y los cuatro picos del
fondo representan otras cuatro naciones centroamericanas” 

18- hijo de Juan Argüello Canjura y Tomasa Estrada. Becado por el Ministerio de Instrucción Pública, estudió en
la Academia de Pintura y Dibujo Valero Lecha entre 1937 y 1942, convirtiéndose en uno de sus primeros
alumnos junto a Julia Díaz y Raúl Elas Reyes.
Noé Canjura, uno de los artistas más distinguidos

Noé Canjura residió en diferentes países como El Salvador, México y Francia, donde se consolidó como artista y
residió por largos años, hasta su muerte, a la edad de 48 años.

Aunque las culturas que conoció impactaron su vida y obra, para quienes le conocieron, quedará la incógnita de
cómo se habría desarrollado su obra si no hubiera fallecido tan abruptamente. Sus obras datan desde 1939 hasta
1968.

Como tributo a su legado, tanto el Museo MARTE como el Museo FORMA, inauguranNoé Canjura, Hijo de la
Luz, una muestra de 87 piezas curada cronológicamente por Jorge Palomo.

Considerado como parte de la primera generación de alumnos egresados de la academia de Valero Lecha, “Noé
Canjura ocupa un lugar privilegiado en el panteón de artistas nacionales. Su obra difícilmente puede ser vista sin
compararla con la de sus compañeros de la academia, Julia Díaz y Raúl Elas Reyes”, dice Jorge Palomo.

La obra de estos tres artistas se desarrolló de forma similar hasta los primeros años de la década de los cincuenta.
El París de la posguerra los vio aprender, crear, gozar y sufrir.

En 1953 Julia regresó primero a El Salvador, la siguió Raúl, mientras que Noé permaneció en París. A partir de
esas fechas se desvelan los inicios de sus estilos maduros. Su obra madura muestra paralelos con las de Díaz,
Elas Reyes y Carlos Cañas: contenidos nacionales influidos por estilos europeos modernos.

Pero para tener una visión más completa de lo que logró, es necesario situarlo en el entorno de los salones de arte
parisienses, donde competía con otros artistas por la atención del público. Sin este contexto es imposible
entender por qué fue recibido como un héroe en 1968 tanto en México como en El Salvador, en su última visita
al país.

Noé fue un paisajista modernista de primer orden durante la década de los cincuenta, así como un colorista
expresivo de relevancia internacional durante la década de los sesenta.

Las muestras quieren dar una visión amplia de su producción madura, abarcando temáticas más allá de sus
mujeres con flores a las cuales estamos acostumbrados.

Canjura también fue un maestro del grabado, llegando mucho más allá de las xilografías al estilo mexicano que
con frecuencia vemos en nuestro medio. Sus litografías de la década de los sesenta lo separan del resto de artistas
nacionales no solo en estilo, color y tamaño, sino también en el alcance de su público.

A pesar de su corta vida, su currículo es probablemente el más extenso y distinguido de todos nuestros artistas
nacionales y es, sin duda, uno de los más prominentes artistas que este país ha producido.

Canjura fue un hombre de origen humilde que, con esmero y tenacidad, logró numerosos triunfos
internacionales. Visto bajo la lupa contemporánea del “hermano lejano” Canjura consiguió el “sueño americano”
a nivel internacional. Frente a sus cuadros, dibujos y grabados, vemos a un artista de primera, un artista
universal, un estupendo colorista de un trazo seguro y fuerte, uno de artista que este país ha producido.

Noé Canjura nació en 1922 en Apopa, hijo de Juan Argüello Canjura y Tomasa Estrada. Becado por el
Ministerio de Instrucción Pública, estudió en la Academia de Pintura y Dibujo Valero Lecha entre 1937 y 1942,
convirtiéndose en uno de sus primeros alumnos junto a Julia Díaz y Raúl Elas Reyes.

En 1948, viajó a México para estudiar la técnica del grabado en la Escuela de Artes del Libro. En 1949 partió
becado a estudiar la técnica del fresco en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes en París junto con Elas
Reyes y Díaz.

En 1953, sus compañeros retornaron a El Salvador y Canjura permaneció en Francia, donde residió el resto de su
vida.

En 1957 y 1958, tomó clases de pintura en la Academia Julián en París. Visitó El Salvador en 1957 y en 1968
para celebrar cada vez una exposición individual en Galería Forma.

Fungió como Agregado Cultural ad honorem en París entre 1968 y 1970. Falleció por complicaciones de una
hepatitis en Monrienval, Francia, en 1970 a la temprana edad de 48 años. Le sobreviven su hija Leticia Estrada y
su nieta Vilma Borden, ambas residen en Atlanta, Georgia, Estados Unidos.
Su obra puede ser clasificada en cuatro etapas: la primera (1939-1947) es resultado de la academia Valero Lecha,
un estilo académico europeo, el cual trata temas cotidianos de los campesinos, retratos y paisajes, la segunda
(1948) demuestra una influencia del muralismo mexicano en pintura; e incluye grabados.

La tercera (1949-1960) es resultado de emigrar a Francia y marca el estilo de la “Escuela de París”, se concentra
en el tema del paisaje con influencias expresionistas y surrealistas, generalmente es un obra de colores oscuros;
su cuarta y final etapa (1960-1970) es del estilo de “Pintura Joven”, e incluye escenas de la vida cotidiana e
imágenes de figuras femeninas con flores, es una mezcla de impresionismo y expresionismo en colores pastel
sutiles.

Canjura formó parte de la “Escuela de París” y logró excelentes críticas tanto en las Américas como en Europa,
elogiado en 1967 como “uno de los mejores de su generación” e “Hijo del Sol” por la crítica parisiense.
Celebró 14 exposiciones individuales en El Salvador, México, Francia, Alemania, Suiza y Estados Unidos, así
como docenas de exposiciones colectivas en El Salvador, Guatemala, México, Estados Unidos, Francia, Bélgica,
Alemania, Checoslovaquia y Japón.

Participó en la mayoría de Salones de Arte de París entre en 1956 y 1971, siendo miembro del comité del Salón
de Pintura Joven desde 1958. Fue representado desde 1964 por las Galerías Wally Findlay en Estados Unidos,
exhibiendo en Nueva York, Chicago y Palm Beach.

Ganó el Tercer premio de la Exposición Municipal de San Salvador en 1943; y la Ciruela de Plata (Prune
d’Argent) del Salón de Provincia en 1965.

Su obra forma parte de las colecciones de la Biblioteca Nacional de Guatemala, el Museo de Arte Ein Harod en
Israel, el estado francés y el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París (el Palacio de Tokio), la Colección
Nacional de Pintura y Escultura de El Salvador, la Residencia Presidencial y el Museo FORMA.

Además de participar en todas las exposiciones de arte nacional desde su defunción, sus obras han sido parte de
subastas internacionales tanto en Estados Unidos como en Francia, la más distintiva fue en la Casa de Subastas
Christie’s en 1994 y en 2010.

Noé Canjura, Hijo de la Luz, muestra sobre papel será inaugurada el 12 de abril en el Museo FORMA, a partir
de las 6:30 de la tarde.

La muestra sobre óleos será inaugurada el jueves 14 de abril en el Museo MARTE, a las 7 de la noche. Ambas
exposiciones estarán abiertas hasta el domingo 7 de agosto.

Noé Canjura- Hijo de la luz


El Museo de Arte de El Salvador y el Museo Forma presentan dos exposiciones simultáneas para acercarnos a la
vida y obra de Noé Canjura, uno de nuestros más distinguidos artistas.La primera muestra óleos y la segunda,
obras sobre papel. Ambas están organizadas de manera cronológica.

Noé Canjura tuvo la buena suerte de desarrollarse y vivir en diferentes países, como son El Salvador, México y
Francia, donde se consolidó como artista y residió por largos años. Cada una de esas culturas impactó su vida y
obra.
Por otro lado, Canjura tuvo la mala suerte de morir joven, a sus escasos 48 años, lo cual nos hace preguntarnos:
¿cómo se habría desarrollado su obra si su vida no se hubiera truncado de manera tan abrupta.

Como parte de la primera generación de alumnos egresados de la academia de Valero Lecha, Canjura ocupa un
lugar privilegiado en el panteón de artistas nacionales. Su obra difícilmente puede ser vista sin compararla con la
de sus compañeros de la academia, Julia Díaz y Raúl Elas Reyes. La obra de estos tres artistas se desarrolló de
forma similar hasta los primeros años de la década de los cincuenta. El París de la posguerra los vio aprender,
crear, gozar y sufrir. En 1953 separaron; Julia regresó primero a El Salvador, la siguió Raúl, mientras que Noé
permaneció en París. A partir de esas fechas comenzamos a ver los inicios de sus estilos maduros. Su obra
madura muestra paralelos con las de Díaz, Elas Reyes y Carlos Cañas: contenidos nacionales influidos por
estilos europeos modernos. Pero para tener una visión más completa de lo que logró, es necesario situarlo en el
entorno de los salones de arte parisienses, donde competía con otros artistas por la atención del público. Sin este
contexto es imposible entender por qué fue recibido como un héroe en 1968 tanto en México como en El
Salvador, en su última visita al país.
Canjura fue un paisajista modernista de primer orden durante la década de los cincuenta, así como a un colorista
expresivo de relevancia internacional durante la década de los sesenta. Esperamos dar una visión amplia de su
producción madura, abarcando temáticas más allá de sus mujeres con flores a las cuales estamos acostumbrados.
Canjura también fue un maestro del grabado, llegando mucho más allá de las xilografías al estilo mexicano que
con frecuencia vemos en nuestro medio. Sus litografías de la década de los sesenta lo separan del resto de artistas
nacionales no solo en estilo, color y tamaño, sino también en el alcance de su público. A pesar de su corta vida,
su currículo es probablemente el más extenso y distinguido de todos nuestros artistas nacionales y es, sin duda,
uno de nuestros artistas más a menudo ofertado y comprado en subastas internacionales.
La obra de Canjura nos fuerza a hacernos preguntas sobre la identidad y la migración, así como sobre las
contribuciones que la diáspora aporta a sus países de origen. Temas relacionados con la transnacionalización y
momentos de nostalgia por lo salvadoreño se vislumbran en su obra madura, llevándonos a formular preguntas
sobre la(s) identidad(es) y el valor que esas imágenes tienen para nosotros como público nacional. Para los
críticos europeos la tentación ha sido valorar su contribución artística a partir de su origen latino y campesino. La
tentación para los críticos latinoamericanos y nacionales ha sido tildar su obra de “afrancesada,” en vez de
describirla “con influencias francesas”. En otras palabras, el sincretismo, mestizaje o mezcla de temas y estilos
de dos culturas a veces provoca una disociación en el espectador.
Canjura fue un hombre de origen humilde que, con esmero y tenacidad, logró numerosos triunfos
internacionales. Visto bajo la lupa contemporánea del “hermano lejano” Canjura consiguió el “sueño americano”
a nivel internacional. Frente a sus cuadros, dibujos y grabados, vemos a un artista de primera, un artista
universal, un estupendo colorista de un trazo seguro y fuerte, y quizás al mejor artista que este país ha producido.
Jorge Palomo
Curador

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