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Salvar la Democracia

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En estos días he recordado varias
veces a Hubert Lanssiers. Hubert
fue un hombre sabio hasta en sus
equivocaciones y fue un sacerdote
que combinó la bondad con la
inteligencia, la ironía y la
indignación. Un bienhechor
epigramático, con sentido de belleza y proporción pero a
la vez con entendimiento de desmesuras y tragedias.
He recordado una de sus expresiones que me
impresionaron más y recuerdo mejor. “A mí una cosa que
me resulta muy cansadora”, decía Hubert, “es luchar
contra la imbecilidad. Tú puedes luchar contra la maldad,
que tiene una cierta lógica, pero contra la necedad es
imposible”.
Pero, ¿qué pasa cuando la malevolencia es necia? No
llegué a discutirlo con Hubert; me imagino que hubiera
predicho una lucha cansadora pero necesaria.
Durante las dos semanas pasadas he recordado en esta
sección hechos reveladores en la biografía de Martha
Meier Miró Quesada, la directora de facto de El Comercio,
principalmente su candidatura en la lista de Fujimori y
Montesinos, el año dos mil, bajo el mentorazgo de Martha
Chávez. Ella, al intentar contestar, sin responder, ha ido
revelando involuntariamente lo que interesaba saber.
Esta semana he contestado al articulo que ella perpetró el
sábado 28 de mayo, pero no lo publico aquí sino en mi
columna de IDL-Reporteros. Quien quiera leerlo, (y me
parece que vale la pena), encontrará mi respuesta en la
siguiente
dirección:http://reporteros.pe/2011/05/31/columna-de-
reporteros-31/.
Este artículo será publicado tres días antes de unas
elecciones en las que se definirá mucho más de lo que
debiera estar en juego en un proceso electoral.
La elección del domingo es inapelablemente binaria. De
acuerdo con nuestro voto o gracias a nuestra omisión, uno
de los dos candidatos de segunda vuelta será el presidente
electo de la república a partir del lunes 6 de junio.
Yo he anunciado que votaré por Ollanta Humala. Lo dije
el mismo día en el que este juró defender y promover la
democracia en el Perú. Ningún candidato puede ofrecer
más garantías que las que él dio ese día y romperlas
significaría renunciar a toda legitimidad.
Reafirmo ahora esa decisión y llamo a ustedes, lectores, y
a todos aquellos de mis compatriotas que han luchado por
la Democracia o que están dispuestos a luchar por ella,
que voten por Ollanta Humala para salvarla.
Salvo muy pocas excepciones, quienes enfrentamos a la
dictadura en el pasado coincidimos ahora en proclamar
nuestro voto por Ollanta Humala y en aconsejar a los
demás que hagan lo mismo.
No ha sido una decisión nada fácil para mí, e imagino que
tampoco lo fue para muchos otros. Pero una vez tomada
hay que asumirla con fuerza y entereza.
A la vez, mi obligación como periodista opinante es la de
ser totalmente sincero y claro con ustedes en cuanto a las
razones que me llevan a proclamar mi voto por Humala.
Yo me opuse duramente a Ollanta Humala en las
elecciones de 2006 y les pedí votar en contra de éste (es
decir, por García), por las mismas razones por las que hoy,
cinco años después, les pido votar a favor.
¿Veleidades subtropicales? Créanme que no. Entonces,
¿qué ha pasado en cinco años como para que el enemigo
de ayer se convierta en el aliado de hoy?
Dos cosas importantes. En primer lugar, Ollanta Humala
ha cambiado mucho para mejor, y ha cambiado. Y, lo más
importante de todo, enfrenta a Alberto Fujimori detrás de
la fachada de su hija Keiko. Es decir, enfrenta a la fuerza
organizada del aparato dictatorial criminal y rapaz que
logramos derrocar hace poco más de diez años y que
ahora, con el maquillaje algo corrido y derretido por el
calor de los momentos finales, aspira a reconquistar el
poder.
Ahí están, tras la hoja de parra (o el kimono transparente)
de un marketing electoral que solo engaña a los tontos, las
mismas personas que sirvieron a la dictadura en sus años
más infames y se cubrieron de coartadas para no tener que
aceptar la indecencia de servir al crimen organizado. Tras
ellos, la derecha encomendera (en la feliz expresión de
Luis Carranza), que hasta preferiría perder plata con tal de
tener en el poder a la encarnación del Visitador Areche.
Por increíble que parezca y ante el asombro del mundo, el
mismo país que botó del poder a Fujimori, lo juzgó y
condenó (después de haber juzgado y condenado a
decenas de sus cómplices) en un proceso visto como
ejemplar a nivel internacional; ese mismo país que acaba
de meterlo en la cárcel por sus crímenes, estaría a punto de
variarle el régimen y pasarlo de preso a gobernante.
Y
si eso sucede con él, ¿por qué no con la mayoría de sus
cómplices hoy presos? Si, al fin y al cabo, se recuperó solo
una fracción del dinero robado, ¿acaso no van a salir para
disfrutar del resto?
Yo, como muchísimos otros, encontramos que ese sería un
escenario de pesadilla cuya toxicidad no solo envilecería
sino también debilitaría al país y atrasaría otra vez más la
construcción de las instituciones y la cultura democrática
en el país, sin la cual nunca seremos iguales y tampoco
progresaremos de verdad.
Se ha hablado de la inseguridad que representaría Humala
y de sus intentos de asonada, de sus vinculaciones con
Chávez, de sus cambios de planes. Pero, pregunto: ¿Quién
hizo un golpe de Estado? ¿Quién llegó al gobierno con un
plan e hizo lo opuesto? ¿Quién mintió diez mil veces sobre
su relación con Montesinos? ¿Quién prohijó escuadrones
de la muerte? ¿Quién participó en o permitió el robo de
centenares de millones de dólares incluso en cosas tales
como la compra de armas luego de un conflicto
internacional? ¿Quién fue cómplice golpista de Chávez?
Muchas preguntas, pero una sola palabra de respuesta:
Fujimori. Tendríamos que estar enfermos como nación
para devolverlo al poder.
¿Que su hija no es él y los pecados no se heredan? De
acuerdo, pero, ¿de dónde salió ella como candidata: en
representación de quién sino de su padre?, ¿quién habló de
representar al “mejor presidente del Perú”?, ¿quién pidió
el día de su pase a la segunda vuelta un aplauso a sus
seguidores ‘para que se escuche en la Diroes’? Ella,
Keiko, es su hija y disimula y miente por devoción filial y
táctica electoral. Pero nosotros no tenemos por qué ser
tontos en creerla.
Quien quiera tener una idea de cómo se llegó a la
candidatura de Keiko Fujimori, le recomiendo leer la nota
de IDL-Reporteros, basada en los wikicables sobre cómo
Keiko Fujimori terminó siendo la candidata de repuesto.
(http://idl-reporteros.pe/2011/05/24/alberto-fujimori-y-la-
candidatura-de-repuesto/).
Frente a eso, Ollanta Humala ha jurado defender la
democracia, y, al recibir el apoyo de Alejandro Toledo y
Perú Posible, sabe que logra con ello una sólida base de
gobernabilidad, a condición de mantener su régimen
dentro de las fronteras de la democracia. Sabe también que
su aceptación internacional dependerá del apoyo de
figuras como Mario Vargas Llosa, Lula da Silva,
Alejandro Toledo, y que ese apoyo solo se le dará a un
demócrata.
Este, lectores, es el escenario que tenemos ante nosotros.
Pudo ser mejor, pero la realidad es la que enfrentamos; y
sobre esa realidad hay que tomar decisiones y proceder en
consecuencia.
Salvemos la democracia. Votemos por quien ha jurado
defenderla, por Ollanta Humala. Y una vez que él esté en
la presidencia y que la mafia permanezca donde debe
estar, fiscalicemos y vigilemos el gobierno de Ollanta
Humala. Ojalá que esté a la altura de sus juramentos y en
el camino de sus promesas. No tendrá cómo olvidarlos,
porque nosotros, los ciudadanos que lo llevamos al poder,
se lo recordaremos cada día. (Gustavo Gorriti)

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