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EL PENSAMIENTO RIZOMÁTICO EN GILLES DELEUZE Y FÉLIX GUATTARI

No se tiene un sistema, tan sólo líneas y movimientos.


Gilles Deleuze y Félix Guattari
Por Edison Aladino

El presente ensayo tiene como finalidad abordar el concepto de rizoma, establecido por la
dupla filosófica conformada por Gilles Deleuze y Félix Guattari en su libro Mil mesetas,
capitalismo y esquizofrenia, a través de una concepción ontológica y epistemológica. Se
equivocan quienes ven en esta idea la conjunción de un proyecto delirante, que va en pos de la
heterogeneidad de los deseos e incita a su realización sin trabas, reduciendo las proposiciones
de Deleuze y Guattari al ideal anarquizante del individuo que puebla la tierra con las
producciones de sus caprichos. En realidad no toman al pie de la letra la concepción
propiamente rizomática del asunto. Lo que pierden de vista es que a partir de esta noción se
elabora una ontología y una epistemología, en donde se articula un vitalismo de lo múltiple y,
a su vez, una línea de pensamiento la cual exige elección y dinamismo.
La dupla filosófica postula una inversión al platonismo en el cual el nomos sedentario de las
esencias inmanentes es sustituido por un nomos nómade, lleno de series divergentes, de
creaciones imprevisibles. Nos explican que el pensamiento no es estático, sino dinámico, y que
el ser tiene por objeto o fundamento el movimiento pleno que se constituye a partir del
devenir.
La filosofía y el concepto: introducción a rizoma
Para introducirnos en la temática del rizoma y desarrollar nuestra perspectiva, primero hay
que tener en cuenta que la filosofía para Deleuze y Guattari, en su mayor rigor, se configura
como una disciplina que consiste en crear conceptos. Esto no quiere decir que la filosofía sea
un mero arte de formar, inventar o fabricar conceptos, dado que los conceptos no son
necesariamente formas, inventos o productos. Un concepto surge en el contacto directo con
un plano, en el encuentro con una experiencia que transforma mis categorías de pensamiento,
que cambia mis modos de pensamiento. De ahí que en el libro ¿Qué es la filosofía?, expliciten
lo siguiente:
Crear conceptos nuevos, tal es el objeto de la filosofía. El concepto remite al filósofo como
aquel que lo tiene en potencia, o que tiene su poder o su competencia, porque tiene que ser
creado. No cabe objetar que la creación suele adscribirse más bien al ámbito de lo sensible y
de las artes, debido a lo mucho que el arte contribuye a que existan entidades espirituales, y a
lo mucho que los conceptos filosóficos son también sensibilia. A decir verdad, las ciencias, las
artes, las filosofías son igualmente creadoras, aunque corresponda únicamente a la filosofía la
creación de conceptos en sentido estricto. (1993, p. 11).
Es decir, que los conceptos no surgen espontáneamente. No están en el firmamento
esperándonos ya hechos y acabados, sino que hay que inventarlos, fabricarlos o crearlos a
partir de las necesidades que surjan. En ese sentido el concepto para Deleuze y Guattari no
tiene ninguna relación con la contemplación de una esencia. La posición que asumen al
respecto está muy alejada de ello, explican que hay que dejar de pensar el concepto en
términos de pura contemplación y aterrizarlo a la realidad.
Sabiduría de las plantas: diferencia entre el árbol y el rizoma
El rizoma, concepto que toman de la botánica para inscribirlo en su programa filosófico, se
constituye como aquellos brotes de plantas que se extienden y bifurcan en distintas
direcciones, cambiando de posición a cada instante, ocupando terrenos favorables para tomar
lo vital: buscar el sol o ir tras fuentes de agua. Esto en contraposición a la idea de árbol, el cual
se enraíza profundamente en la tierra y se configura como un punto estático que crece tan
sólo hacia arriba:
Un rizoma como un tallo subterráneo se distingue radicalmente de las raíces y de las raicillas.
Los bulbos, los tubérculos, son rizomas. Pero hay plantas con raíz y raicilla que desde otros
puntos de vista también pueden ser consideradas rizomorfas *…+ En sí mismo, el rizoma tiene
formas muy diversas, desde su extensión superficial ramificada en todos los sentidos hasta sus
concreciones en bulbos y tubérculos. (Deleuze y Guattari, 2010, pp. 12-13).
Desde esta perspectiva el árbol se establece como una línea molar, que representa lo
ordenado, lo homogéneo, lo estático, la fijeza de un punto. El rizoma, en cambio, es una línea
molecular o línea de fuga, en la que se ejemplifica el movimiento constante, lo heterogéneo, lo
fluido, lo múltiple. Las formas arborescentes son troncales, tienen un sentido unidireccional,
un principio de homogeneización. Lo rizomático, por el contrario, es un conjunto de
ramificaciones, es un campo donde se reúnen varios elementos, es una multiplicidad con
diversas entradas y salidas. En lo rizomático anida un plan de consistencia que actúa bajo un
agenciamiento, es decir, la ampliación de sus dimensiones en una multiplicidad que cambia
necesariamente de naturaleza a medida que aumenta sus conexiones. El árbol no aumenta sus
conexiones ni direcciones, pues sólo ocupa una posición, un punto fijo. El rizoma, por su parte,
avanza con múltiples brotes, se conecta a partir de cualquier punto con otro, está hecho de
direcciones cambiantes.
Desterritorialización y principio de cartografía en el rizoma
El rizoma conjunta dos principios fundamentales relacionados con la búsqueda de lo vital y la
generación del pensamiento: la desterritorialización y la cartografía. El primer principio se
establece cuando el rizoma se encuentra bajo la sombra de un árbol, en el interior de una raíz
o en la axila de una rama, y no le llega el sol o ninguna fuente de humedad posible. Al percibir
esta situación, se desplaza de la fijeza en la que se encuentra, se desterritorializa para buscar
otro espacio más favorable, para buscar un nuevo territorio que le sea conveniente.
En esa medida el rizoma cambia de posición, se mueve, sus brotes o raíces avanzan hacia otra
dirección; no se detiene, no se queda en un plano de inmanencia. El rizoma va a
contracorriente de la absoluta detención, se mantiene en un devenir continuo,
desterritorializándose constantemente. Es puro dinamismo. El árbol, en cambio, permanece en
una territorialidad rígida, comporta un sitio estable, está enraizado. El rizoma no tiene una
estructura. Se alarga, se prolonga, alterna o extiende sus ramificaciones. Fragmenta los
estratos, rompe las raíces y efectúa nuevas conexiones.
El segundo principio, el de cartografía, se contrapone al de calcamonía. El rizoma no responde
a una estructura. El modelo del árbol permanece en la inalteración de la fijeza troncal. Esto
para Deleuze y Guattari representa un modelo de pensamiento caduco, que viene a
constituirse como un principio de calco reproducible: “La lógica del árbol, es una lógica del
calco y de la reproducción *…+ los calcos son como las hojas del árbol”. (2010, p. 16). El
pensamiento arborescente es un eje que soporta la sobrecodificación de una estructura, que
articula y jerarquiza calcos. Entendamos calco en el sentido de homogeneización, de
uniformidad de un tipo de pensamiento que no cesa de reproducir sus mismos modelos en un
dispositivo de organización prefijada. El calco no es más que la copia de un orden central.
El rizoma, al contrario, realiza mapas y no calcos. El mapa se opone al calco precisamente
porque está orientado hacia la experimentación que actúa sobre lo real. Hacer mapas y no
calcos, es construir diferentes circuitos de pensamiento, es inventar, fabricar o crear nuevos
conceptos, es decidir ponerlos en crisis para impedir que el pensamiento se detenga. El calco
siempre vuelve a lo mismo; el mapa es un asunto de mutatis mutandis, de transformación que
se ajusta a la necesidad de una demanda epistemológica. El pensamiento rizomático rechaza
cualquier idea de fatalidad calcada. La cartografía del rizoma consiste en la apertura de dibujar
y trazar sus propios planos en relación con una geografía del concepto y sus propios ejes de
significación. Para Deleuze y Guattari el individuo en las filas del pensamiento arborescente
sólo admite un vecino activo, un calco, un superior jerárquico que distribuye los canales de
transmisión en un nivel preestablecido:
Muchas personas tienen un árbol plantado en la cabeza, pero en realidad el cerebro es más
una hierba que un árbol *…+ Los sistemas de pensamiento arborescente son sistemas
jerárquicos, que implican centros de significación y de subjetivación, autómatas centrales
como memorias organizadas. (2010, pp. 20-21).
[…]
En conclusión, el pensamiento rizomático nos convoca hacia un trabajo creador y difícil, que
consiste en delinear nuevos circuitos de significación, en realizar nuevas cartografías
conceptuales. Lo rizomórfico pone en crisis los antiguos conceptos para impedir que el
pensamiento se detenga. Diluye las cadenas, los amos, las seguridades que nos evitan la
angustia de la razón. “Hacer rizoma y no raíz” (20120, p. 20), como lo sugieren Deleuze y
Guattari, es ir tras la determinación y estímulo de la dificultad, a partir de una condición de
ruptura y multiplicidad.
Consideraciones finales
Deleuze y Guattari acogen el término botánico de rizoma para convertirlo en un concepto
lleno de características y connotaciones filosóficas en las que se entrevé una reflexión
problematizada sobre la vida y el pensamiento. Su filosofía es filosofía en movimiento, filosofía
del acontecimiento, en la que vemos cómo un concepto surge en el encuentro directo con la
experiencia, y no solamente como contemplación de una esencia.
De esta manera, el concepto de rizoma se configura como un dispositivo apremiante y
constitutivo del programa filosófico de Gilles Deleuze y Félix Guattari. Todo esto en el marco
del pensamiento crítico como fractura, como flujo que disipa y excede los límites del espíritu
sistemático. Podemos comprender la importancia de lo rizomático, pues nos coloca en donde
está el pensamiento, donde éste ya comenzó, lo más cerca posible de un caso singular, de su
movimiento. Actuar y pensar de manera rizomorfa, visto desde este ángulo de visión, parte de
la autoconciencia de la subjetividad en su inmanencia, de su unidireccionalidad y estatismo,
para avanzar hacia el fluir espontáneo de la capacidad personal, en esa instancia donde el
acontecimiento dinámico del pensar confluye con el proceso inherente al devenir del ser.

Referencias
Deleuze, G. y Guattari, F. (1993). ¿Qué es la filosofía? (Trad. T. Kauf). Barcelona: Anagrama.
Deleuze, G. y Guattari, F. (2010). Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia (Trad. J. Vázquez
Pérez). Valencia: Pre-Textos.
Artículo extraído de la Revista Cuatro Patios No. 10, Año 10, Primavera 2015. Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, México.
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