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El grado con el que trabaje ese primer año de trabajo fue el tercer grado y tuve
35 años, con los cuales aún sigo teniendo comunicación. El director era
Moisés, quien estaba comisionado; también ahí conocí a Leticia, a la maestra
Rosa Elva, al profesor Constantino, a la maestra Eva, a la compañera DULCE y
a Karina Gómez Vences. Durante mi primer año de servicio gané un concurso
a nivel zona y a nivel sector, el de lectura a nivel grupal.
Ese primer año de servicio es de la época más feliz de mi trabajo, los padres
me apoyaban mucho y siempre me enviaban comida (subí 15 kilos en un año);
la mayoría de los chicos eran buenos niños aunque un poco escandalosos. Lo
único difícil reitero era el traslado, la lejanía, el no haber un modo de viajar
diario, por lo menos a Tejupilco; y eso hizo que perdiera mis citas médicas en
el hospital de la nutrición en México, ya que se me juntaba el cielo con la tierra
para poder viajar entre semana.
En ese tiempo era una novata, una neófita en los menesteres De la vida
docente; sin embargo tuve la fortuna de que mi hermana menor estudiara a la
par que yo; ella la normal y yo la UPN; y cuando llegaba a casa los viernes,
comentábamos nuestras peripecias; ella en la normal formándose como
maestra y yo lo que vivía ya como maestra. Y los sábados al regresar de
clases, (omití decir que cuando ingresé al servicio docente, yo aún cursaba el
cuarto grado de licenciatura), mi querida hermana me ayudaba a planear,
preparar mis clases y elaborar el material didáctico correspondiente. Así que
los lunes cuando arribaba a la primaria ya sabía lo que trabajaría durante toda
la semana, y no importaba que en la escuela no hubiera material didáctico,
porque yo ya lo llevaba. Siempre me quedaba y me sigo quedando hasta
mucho después de la hora de salida a trabajar con los alumnos más
rezagados.
¿Cuáles eran mis aspiraciones en ese tiempo? Creo que no lo tenía definido,
solo sé que si había decidido ser maestra, entonces lo mejor era ejercer mi
profesión; por supuesto siempre dando lo mejor de mi misma. Uno de mis
maestros decía que la mayor satisfacción de un docente es cuando sus
alumnos aprenden. Y hoy me siento orgullosa de muchos ex alumnos que me
platican y disfruto con ellos sus triunfos y me dicen: usted me inculcó el amor al
estudio, al saber, a tener una profesión. Considero que el tener buenos
maestros en la carrera me impulsó siempre a ser también una buena maestra,
no solo a enseñar sino a entregar el corazón. Desde niña dije que de grande
sería maestra o doctora. Al final decidí lo segundo; pero la vida se encargó de
encauzarme por la primera opción. Así que después de tres años después de
estudiar la preparatoria y abandonar medicina, ingresé a la licenciatura plan 94
en Altamirano Gro. Afortunadamente tuve maestros que amara más mi carrera,
y también e n este camino profesional me he topado con compañeros que me
han enseñado diversas estrategias, las cuales han forjado mi forma de trabajo;
como la maestra Lulú, la maestra Laura y la maestra Elvira.
Durante estos 17 años de servicio me he caracterizado por trabajar de una
forma lúdica, será porque soy muy inquieta y no puedo estar en un mismo lugar
por demasiado tiempo, que siempre procuro implementar actividades lúdicas.