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Introducción
Antes que nada, es importante dejar claro cuál es el objetivo del presente texto.
Primero que todo, se ha escrito la co-ponencia con la intención de profundizar en algunas
cuestiones estéticas presentes en la obra Aristotélica La poética y en la relatoría
correspondiente a dicho texto. Para llevar a cabo dicha profundización, se ha establecido un
orden o, mas bien, unos puntos clave que permitirán el desarrollo del texto. Primero que
todo, se hará un análisis de los conceptos de mimesis y catarsis, fundamentales para
comprender la idea de Aristóteles sobre el arte poético y su función. Después, se hará una
reflexión sobre una posible relación entre los conceptos analizados y la ética, definida por
Aristóteles como la ciencia de la practica del bien. Y, finalmente, concluir con una
consideración sobre la importancia de la catarsis.
Se entiende por mimesis la acción del artista (en el caso de la tragedia del actor) que
pretende la imitación de las acciones de algún hombre, especialmente de los virtuosos.
Toda la consideración estética de Aristóteles sobre el arte poético gira entorno a este
concepto, pues tanto la música como el ritmo, los objetos y atuendos, como las acciones de
los personajes, son imitaciones de alguna de las características de la historia. Se puede decir
que la mimesis tiene la función de mostrar y ejemplificar algo que no está comúnmente a
simple vista. Permite al hombre discernir qué es qué, cómo es, para lograr así una
comprensión más profunda sobre las intenciones, motivaciones y, en general, sobre las
acciones del ser humano. El arte es, por lo tanto, un modo de conocimiento valido para
Aristóteles.
¿Qué es la catarsis?
Aristóteles, como dice en la cita de más arriba, ya nos indica que la catarsis sucede
mediante la representación de la compasión y el temor en la obra trágica, pero creo que no
se incurriría en un error si dijéramos que la catarsis no es exclusiva de esas dos emociones.
Para Freud, la catarsis no puede surgir de la remembranza, pues si dicha emoción ha sido
reprimida, lo será tanto en el recuerdo como en el presente. Es por esta ron que es necesario
de un agente externo que ejemplifique o imite dicha emoción para que la persona pueda
asimilarla.
Relación catarsis-ética
Para establecer dicha relación, son necesarios 2 puntos que, a simple vista, pueden
parecer ingenuos o sencillos, pero que hacen clara la conexión entre la catarsis y la ética.
Primero que todo hay que hacer notar que el hombre, para Aristóteles, es capaz de realizar
acciones tanto malas como buenas. Esto quiere decir que el mal, al igual que el bien, son
potencias del hombre. Es a partir de dicha consideración que se desarrolla la ética
aristotélica como una ciencia sobre lo que se debe hacer. Como los malos actos, por
definición, deben ser repudiados y evitados, el hombre debe reprimir o evadir ciertos
deseos que lo llevan a cometer malas acciones. Sin embargo, el deseo no desaparece y, por
lo tanto, es incomprendido y se llega, por así decirlo, a hacer las paces con éste.
Conclusión
Para concluir, me gutara hacer una breve reflexión sobre la importancia de la catarsis. Es
inevitable reconocer en cada uno de nosotros la existencia de impulsos y deseos que no son
aceptados socialmente ni culturalmente. Esto significa un problema, pues dichos impulsos y
deseos nunca desaparecen, solo son reprimidos, y en la medida que son reprimidos, no los
comprendemos ni los controlamos. Si dichos deseos están destinados al reino de lo
inconsciente, nuestras acciones, actitudes y decisiones estarán guiados en cierta medida por
estas fuerzas que hemos condenado, pues al ser naturales en cada uno de nosotros, siempre
van a encontrar una manera de manifestarse, de actualizarse.
Al reconocer dichas fuerzas o impulsos, y cómo podemos dirigir nuestra vida desde ellos
(inconscientemente), se vuelve necesario encontrar una manera de hacer de estas fuerzas
algo consciente, de tal manera que podamos tomar decisiones de las que no nos
arrepintamos. Así pues, la catarsis es una forma de mirar a los ojos a ese lado oscuro de
cada uno y, desde la comprensión y la aceptación de lo que somos, tener a la bestia de
aliado y no de enemigo. Saber cómo usar estas fuerzas, cuando hacerlo y cuando no, es
necesario para una vida ética.
Bibliografía: