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“SOLO TE DIJE GUAPA”

El acoso callejero es una forma de violencia de género, producida por relaciones


desiguales de poder: aquellos hombres “acosadores” creen tener el derecho de decirle
a la acosada lo que piensa de ella, o hacerle insinuaciones sexuales, incomodándola y
generándola un malestar. Lamentablemente muchas mujeres aprenden a vivir con
miedo al acoso callejero, sintiéndose indefensas ante hombres que pueden ejercer
violencia sobre ellas. Sin embargo, la liviandad con la que llega a ser tratada la
problemática del acoso da lugar a legitimaciones absurdas o a generalizaciones, dando
lugar a enfoques sobre la víctima o el victimario:
1)Teniendo en cuenta a la víctima: “A todas las mujeres les gusta recibir piropos”. Esta
generalización, lo único que hace es quitarle profundidad al debate y plantear un
esencialismo falso a la hora de pensar al ser humano. No a todas les gusta, quizás ni a
la mayoría, y si a algunas les gusta también habría que preguntarse por qué. No hay
que olvidar que todavía estamos en una sociedad donde la figura femenina pasa por el
primer filtro de la apariencia y la estética. 
2)Teniendo en cuenta al victimario: “Todos los hombres dicen piropos”. Se nutre del
mismo esencialismo falso que la anterior. Además, tiene una subcategoría también
alarmante: “todos los obreros son acosadores”. Si desterramos esos dos mitos, que se
retroalimentan entre sí, podríamos pensar el tema con más seriedad, así como
también pensar que el feminismo no es un movimiento integrado únicamente por
mujeres, sino que personas de diversa sexualidad apuntan a la igualdad.

Por otra parte, hay que pensar también qué es lo que marca la diferencia entre un
piropo y qué es acoso en la vía pública (suponiendo siempre que en la intimidad hay
otras vías de conducta). ¿Si lo dice un obrero es acoso? ¿Si lo dice un conductor de
televisión no lo es? ¿Depende de la belleza de quien emita el piropo o grosería?
¿Depende del sexo de quién lo diga? Obviamente se nota a leguas lo que distingue un
“Qué linda eres” a un “Cómo te rompería el c…”, pero en el caso de que la primera
frase, que podemos aceptar como un piropo, sea dicha por un obrero o alguien de
traje en la calle, por alguien “feo” o por alguien “lindo”, ¿es tomada igual? ¿En afán de
lograr una igualdad de género estamos desviando el camino permitiendo otras
discriminaciones?

Esto no se trata, de hombres vs mujeres, sino de la búsqueda de la igualdad. Ojalá se


diera el fin del acoso callejero. Pero eso no depende sólo de la buena voluntad de los
hombres, sino de un profundo cambio cultural, donde programas de público masivo
colaboren con un nuevo enfoque a la hora de pensar lo femenino; y donde todos
cuando hablemos pensemos un minuto y no repitamos lugares comunes que, en vez
de dar luz, opacan.

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