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El agua es la molécula más importante de los seres vivos, pues constituye del 70
al 90% del peso de los organismos. Su presencia es debida a que desempeña un papel
importantísimo, sobre todo porque la mayoría del resto de biomoléculas se encuentran
disueltas en agua, lo cual es imprescindible para que se produzcan las necesarias
reacciones bioquímicas. Además actúa como medio de transporte de compuestos entre
las distintas partes de un organismo, como amortiguador de los cambios de temperatura
debido a su elevado calor específico, incluso puede actuar como reactivo químico en
muchas reacciones importantísimas, como la fotosíntesis y las hidrólisis que tienen
lugar en la digestión de los alimentos.
Las sales minerales son moléculas inorgánicas que suelen encontrarse disueltas
en forma iónica (aniones y cationes); también pueden aparecer precipitadas, como en
los huesos y conchas. Su función es regular los procesos osmóticos, ya que tienden a
retener el agua. Los procesos osmóticos son muy importantes en los organismos, ya que
están compartimentados en células y gracias a la concentración de sales el agua tenderá
a salir o entrar en esos compartimentos (la entrada de agua del suelo a la raíz es uno de
esos procesos osmóticos). Las sales gracias al efecto tampón o amortiguador mantienen
el pH del organismo en un rango estable (sales antiácidas como el bicarbonato). Por otra
parte, cada ion puede realizar unas funciones biológicas concretas (el Fe forma parte de
la molecula de hemoglobina, el Mg de la de la clorofila, etc.).
Las biomoléculas orgánicas son muy variadas, pero a la vez muy comunes
para todos los seres vivos por muy distintos que sean. Las podemos agrupar en cinco
grandes grupos:
Testosterona