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Definición Feudalismo:
El feudalismo es el sistema político, económico y social que se desarrolló en los
países europeos durante la Edad Media. Este sistema se mantuvo,
aproximadamente, entre los siglos IX al XV, aunque no presentó un carácter
monolítico y uniforme durante este tiempo.
Estamentos en el feudalismo:
En lo que a los estamentos de la sociedad feudal se refiere, debemos saber
que existían, principalmente, 5 estamentos o clases sociales:
Caída del Imperio romano: La primera causa que podemos citar y que da
origen al feudalismo es la caída del Imperio romano.
Falta de protección: La falta de una organización y una jerarquía entre países,
provocó que las invasiones fueran constantes. Esto dio origen a la necesidad
de buscar sistemas que asegurasen la seguridad.
Inestabilidad política: Los dos puntos anteriores, nos lleva a la inestabilidad
política. La caída de un gran imperio y la falta de seguridad, dio lugar a
sistemas políticos muy inestables. Los monarcas, ya no podían proteger sus
territorios.
Mal clima y malas cosechas: Por si todo esto fuera poco, el clima no
acompañó y muchas sociedades literalmente desaparecieron. No es una causa
que se suela citar mucho, pero los expertos reconocen su importancia.
Sin embargo, no sería hasta el siglo XIV cuando la peste negra, un descontento
generalizado, las guerras continuas y un clima cambiante hicieron estragos en
la población.
Castillo feudal
Un castillo feudal o castillo medieval era una construcción defensiva, la cual servía a los señores
feudales, para mantener el control de sus posesiones en caso de una amenaza. El caso es un
edificio que cumple dos funciones, fortificación y residencia. La mayoría fueron construidos entre
el año 1000 y el 1500, en la Edad Media. Era el hogar de un señor que tenía la obligación de
proveer hombres que pelearan para el rey. El castillo era una "base de operaciones" y una
fortaleza, donde también otras personas podían refugiarse en tiempos de guerra.1
En la Edad Media entre el siglo V, caída del Imperio Romano de Occidente, hasta el comienzo de
los tiempos antiguos, con el Renacimiento (siglo XV) había pueblos de alta inseguridad, todos estos
problemas dieron como consecuencia la creación de un antiguo sistema hecho el Feudalismo.
La Caballería Andante, símbolo unívoco de los tiempos medievales, idealizada por sus leyendas
más representativas, la saga del Rey Arturo, tuvo su apogeo durante la Edad Media. Estas historias
y muchas otras fueron harto populares al punto de ser parodiadas por Miguel de Cervantes en la
obra cumbre del idioma castellano, Don Quijote de la Mancha. La Edad Media fue también el
escenario sobre el que se fundaron numerosas órdenes religiosas militares que no pocas veces
alcanzaron dimensiones míticas. La guerra fue, en rigor, la realidad más representativa de estos
tiempos.
En síntesis, la Edad Media fue un universo complejo, en donde lo fantástico era a menudo tenido
por real y la superstición construía una religión aparte. Muchas de las leyendas medievales
sobreviven aún hoy en el imaginario popular occidental y pueblan nuestras tradiciones de castillos,
princesas y valientes caballeros.
Armas
- Caballeros: Grupo especial que se desarrolló entre los nobles, que eran los hombres encargados
de defender al feudo y su población en caso de ataque. Luchaban a caballo y usaban armas como
lanzas, mazos y escudos.
Heroísmo
El guerrero representaba en la temprana Edad Media la forma más alta de acción, en la que era
dado alcanzar el heroísmo considerado como un valor supremo.
La caballería no hubiera sido el ideal de vida de varios siglos si no hubieran existido en ella altos
valores para la evolución de la sociedad, si no hubiera sido necesaria social, ética y estéticamente.
La nobleza estaba llamada a proteger y purificar el mundo mediante el cumplimiento del ideal
caballeresco. La vida caballeresca es una vida de imitación. El tipo de caballero debe ser leal,
piadoso y a la vez culto, cortesana y literariamente. Debe tener un desprecio por la riqueza y
elevada conciencia religiosa: la compasión, la justicia, la fidelidad.
El ideal caballeresco con su contenido religioso era profesado en una época en que era posible
cerrar los ojos a las realidades, una época susceptible a las mayores ilusiones.
En el curso del siglo XlI el caballero abandona cada vez más los viejos castillos, solitario comienza a
amar la vida en sociedad, en contacto con sus pares y sus vasallos y sobre todo en contacto con la
mujer.
La necesidad de dar al amor un estilo noble encuentra en la formas de la vida misma un campo
donde desplegarse; en el trato cortés, en los juegos de sociedad, en las diversiones, en el deporte
(Huizinga, 1984: 121).
En la última Edad Media la vida cultural de los altos círculos sociales se convierte en un juego de
sociedad. La realidad es áspera, dura y cruel y somete al ideal caballeresco y se edifica sobre este
juego de vida.
Torneo medieval
Los torneos medievales fueron competiciones de caballería que se celebraban entre dos bandos
de caballeros para conseguir un trofeo. Esto sucedía en la Baja Edad media y Renacimiento (Siglos
XII al XVI) y, por largo tiempo, la primera diversión de la corte y ciudades populosas. Los
espectáculos celebrados eran frecuentemente a causa de coronaciones, casamiento de reyes,
nacimientos, bautismos, bodas de princesas, conquistas, paces, alianzas, recibimiento de
embajadores y personas de gran valía, y aun otros sucesos de menor importancia, vividos por la
nobleza. Con el tiempo se solemnizaron también con ellos las festividades eclesiásticas.
Mujeres
Las mujeres dirigían las labores de los sirvientes, educaban a los hijos más pequeños y bordaban y
tejían. Vestían de túnica y pañuelo
Las mujeres nobles, que rara vez salían del castillo, estaban sometidas completamente al marido,
al que no podían desobedecer. La función principal era casarse y tener hijos para mantener el
linaje. Los matrimonios eran concertados por los padres de los novios. Las solteras ingresaban al
monasterio. Vestían de túnica con cinturón y velo, adornada de joyas como oro.
En algunos casos hubo mujeres importantes que llegaron a ser profesoras, médicas.
-El toro de Falaris: Uno de los más populares. Su origen proviene de Falaris, uno de los tiranos de
Sicilia (s. VI a. C.). Su crueldad fue tal que hizo construir un enorme toro de bronce en cuyo interior
introducía al condenado. Debajo encendían un fuego que a medida que calentaba al toro, asaba
«literalmente» al reo. Este al no poder escapar gritaba de dolor y desde el exterior podían
escuchar al toro bramar a través de dos orificios que tenía en la nariz el animal.
-La cuna: Se colocaba a la víctima sentada sobre una cuña de metal muy afilada. Su peso, unido a
las cadenas y bolas que le colocaban en los tobillos, provocaba que se fuera clavando el metal
hasta causarle la muerte por desangramiento o incluso amputación.
-La silla: Se le hacía sentar desnuda sobre un sillón recubierto de pinchos al rojo vivo mientras el
inquisidor efectuaba el interrogatorio.
-La horquilla del hereje: Un aro de metal colocado en el cuello cuyos extremos terminaban en
cuatro pinchos que, al apretarse el colgante se clavaban en la barbilla impidiendo hablar al
supuesto hereje. Generalmente se utilizaban la noche anterior a quemar al preso para aumentar
así más su sufrimiento.
-La sierra: A pesar de ser uno de los más crueles, muchos fueron los ajusticiados con este método,
sobre todo los acusados de homosexualidad. Se colocaba al condenado en posición invertida para
que la sangre descendiera al cerebro y así tardara más en perder el conocimiento mientras con
una sierra le cortaban hasta el ombligo e incluso el pecho, antes de morir. Fue un método utilizado
incluso en el siglo XVIII, en Cataluña, durante la Guerra de la Independencia; en la Alemania
luterana para los cabecillas campesinos rebeldes y en Francia, a las brujas preñadas por Satanás.
Caza de brujas
Se conoce como caza de brujas al fenómeno histórico sucedido principalmente en Europa y
América entre el siglo XV y el siglo XVII, en el cual decenas de miles de personas, principalmente
mujeres, fueron ejecutadas por practicar la "brujería", incluyendo en ese término una amplia serie
de actos y circunstancias, desde la medicina practicada por mujeres, la elaboración de brebajes y
medicamentos, la adivinación y la magia, hasta conductas sexuales y sociales rechazadas por las
autoridades religiosas,1 e incluso marcas en el cuerpo.2