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Si es un amigo tuyo el que quiere poner fin a todo, anímalo a buscar ayuda de
inmediato. Y sin importar lo que él te diga, cuéntaselo a un adulto que pueda hacer
algo al respecto. Olvídate de si eso arruinará la amistad o no: la vida de tu amigo
está en juego.
Pero ¿y si eres tú el que quiere suicidarse? No calles lo que sientes. Habla cuanto
antes con uno de tus padres, un amigo u otra persona, alguien que se preocupe
por ti, que esté dispuesto a escucharte y que te tome en serio. No perderás nada
por hablar de tus problemas. Al contrario, tienes mucho que ganar.*
Está claro que hablar de tus preocupaciones con alguien de confianza no las hará
desaparecer. Sin embargo, tener la opinión de otra persona te ayudará a ser más
objetivo. Incluso puede que te dé ideas prácticas para resolver algunos aspectos
del problema.
La tormenta pasará
Algo que te ayudará cuando creas que ya no aguantas más es recordar que, por
muy negras que te parezcan las perspectivas, ningún problema dura eternamente.
Alguien que sufrió muchas desgracias fue el salmista David. Aun así, fíjate lo que
le dijo en cierta ocasión a Dios: “Has cambiado mi duelo en danza para mí” (Salmo
30:11).
Obviamente, David no esperaba que esa alegría durara para siempre, pues la
experiencia le había enseñado que en la vida los problemas van y vienen. ¿Has
notado tú lo mismo? Es cierto que algunas situaciones pueden parecer
insoportables. Pero si eres paciente, verás que con el tiempo las cosas cambian y,
por lo general, para mejor. A veces mejorarán de formas que nunca habrías
esperado. Otras veces descubrirás nuevos modos de enfrentarte a los problemas.
En cualquier caso, ten por seguro que esa situación que tanto te angustia
no durará para siempre (2 Corintios 4:17).
El valor de la oración
Sin duda alguna, nada te ayudará tanto como comunicarte con Dios mediante la
oración. Puedes pedirle lo mismo que David: “Escudríñame completamente, oh
Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes,
y ve si hay en mí algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo
indefinido” (Salmo 139:23, 24).
Recuerda que la oración es más que una simple forma de desahogarte. Es el
medio que tienes para comunicarte con tu Padre celestial y abrirle tu corazón,
como él tanto desea (Salmo 62:8). Así pues, no olvides lo siguiente:
● Jehová sabe qué circunstancias te angustian (Salmo 103:14).
● Te conoce mejor que tú mismo (1 Juan 3:20).
● Se interesa por ti (1 Pedro 5:7).
● Promete eliminar en el futuro todo lo que te hace llorar (Revelación
[Apocalipsis] 21:4).
Cuando la causa es un problema de salud
Ya dijimos que los sentimientos suicidas a veces pueden ser consecuencia de
algún tipo de enfermedad. Si crees que ese es tu caso, no temas pedir ayuda.
El propio Jesús recomendó que los que lo necesitaran fueran al médico (Mateo
9:12). Hay tratamiento para muchas de estas enfermedades y, si lo sigues, puedes
llegar a sentirte mucho mejor.*
También te animará saber que, en el nuevo mundo de Dios, nadie estará enfermo
(Isaías 33:24). Jehová promete que “las cosas anteriores no serán recordadas,
ni subirán al corazón” (Isaías 65:17). Mientras tanto, haz lo que puedas para
enfrentarte a los retos que se te presenten sabiendo que, cuando llegue el
momento, él acabará con la depresión de una vez por todas (Revelación 21:1-4).
HALLARÁS MÁS INFORMACIÓN EN EL CAPÍTULO 9 DEL SEGUNDO
VOLUMEN
EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO
Tus padres quieren conocer hasta el más mínimo detalle de tu vida, cosas que tú
quieres guardarte para ti mismo. ¿Crees posible conseguir cierto grado de
privacidad?
[Notas]
Hay que aclarar, no obstante, que la mayoría de los jóvenes que tienen una
enfermedad mental no se suicidan.
Cuando tengas el ánimo por el suelo, vete a dar una buena caminata. El ejercicio y
el aire libre te calmarán y te harán sentir mejor.
¿SABÍAS ESTO?
¡MANOS A LA OBRA!
Cuando sienta que no valgo nada o que nadie me quiere, se lo contaré a: ․․․․․
En mi vida hay muchas cosas por las que puedo estar agradecido. Por ejemplo:
․․․․․
“Hubo veces en que mi depresión era tan fuerte que solo deseaba morir. Pero
gracias a la oración y al tratamiento médico, he recuperado el control de mi vida.”
(Heidi)
En todos los casos, su situación mejoró, a veces de maneras que nunca habrían
podido imaginar. Así que, ¡ánimo! Lo mismo puede sucederte a ti.