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¿Por qué no 

acabo con todo de una vez?


“PREFIERO morir a seguir viviendo.” ¿Quién pronunció estas palabras? ¿Alguien
que no creía en Dios? No. ¿Alguien que había dejado a Dios, o alguien a quien
Dios había dejado? Tampoco. Las dijo el fiel profeta Jonás en un momento de
dolor y frustración (Jonás 4:3, Biblia de América).
La Biblia no indica que Jonás estuviera a punto de suicidarse. Pero sus
desesperadas palabras destacan un importante hecho: que hasta los siervos de
Dios pueden sentirse profundamente angustiados (Salmo 34:19).

Abrumados por el sufrimiento, muchas personas llegan a creer que no tienen


motivos para seguir viviendo. Pueden sentirse como Laura, una joven de 16 años,
que dice: “Llevo tantos años entrando y saliendo de la depresión, que a veces
pienso que lo mejor sería poner fin a mi vida”. ¿Conoces a alguien que haya dicho
algo parecido? ¿Quizás tú mismo? Tal vez quieras saber qué hacer para combatir
esos pensamientos. Antes que nada, analicemos qué los causa.

Por qué se llega a ese punto


Hay diversas razones por las que alguien querría quitarse la vida. Para empezar,
vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar”, que ejercen mucha presión en
las personas (2 Timoteo 3:1). Además, muchos sienten que no valen nada debido
a los errores que han cometido y que nada en este mundo merece la pena
(Romanos 7:22-24). A veces sucede que han sido víctimas de alguna clase de
maltrato o abuso. Otros incluso piensan en suicidarse a causa de un trastorno
emocional o de otro tipo. Es interesante el dato de que, en cierto país, más del
noventa por ciento de las personas que se suicidaron padecían una enfermedad
mental.*
Nadie es inmune a las desgracias. Según Romanos 8:22, “toda la creación sigue
gimiendo juntamente y estando en dolor”. Y los jóvenes no son la excepción.
A algunos les han afectado muchísimo situaciones como las siguientes:
● La muerte de un familiar o de un amigo, o en algunos casos, de una mascota
● Los problemas en casa
● Los problemas en la escuela
● Un desengaño amoroso
● Ser víctima de algún abuso (físico, sexual o de otro tipo)
Tarde o temprano, casi todos los jóvenes se enfrentan a alguna de estas
situaciones. La pregunta que surge es por qué algunos son capaces de salir
adelante, y otros no. Según los expertos, los jóvenes que se dan por vencidos y
acaban suicidándose son quienes piensan que, por más que se esfuercen,
no lograrán solucionar nada. En realidad, no quieren morir, sino ponerle fin a su
sufrimiento.
¿No hay otra salida?
Tal vez conozcas a alguien que, cansado de tanto sufrir, haya expresado su deseo
de quitarse la vida. ¿Puedes hacer tú algo para impedirlo?

Si es un amigo tuyo el que quiere poner fin a todo, anímalo a buscar ayuda de
inmediato. Y sin importar lo que él te diga, cuéntaselo a un adulto que pueda hacer
algo al respecto. Olvídate de si eso arruinará la amistad o no: la vida de tu amigo
está en juego.

Pero ¿y si eres tú el que quiere suicidarse? No calles lo que sientes. Habla cuanto
antes con uno de tus padres, un amigo u otra persona, alguien que se preocupe
por ti, que esté dispuesto a escucharte y que te tome en serio. No perderás nada
por hablar de tus problemas. Al contrario, tienes mucho que ganar.*

Está claro que hablar de tus preocupaciones con alguien de confianza no las hará
desaparecer. Sin embargo, tener la opinión de otra persona te ayudará a ser más
objetivo. Incluso puede que te dé ideas prácticas para resolver algunos aspectos
del problema.

La tormenta pasará
Algo que te ayudará cuando creas que ya no aguantas más es recordar que, por
muy negras que te parezcan las perspectivas, ningún problema dura eternamente.
Alguien que sufrió muchas desgracias fue el salmista David. Aun así, fíjate lo que
le dijo en cierta ocasión a Dios: “Has cambiado mi duelo en danza para mí” (Salmo
30:11).
Obviamente, David no esperaba que esa alegría durara para siempre, pues la
experiencia le había enseñado que en la vida los problemas van y vienen. ¿Has
notado tú lo mismo? Es cierto que algunas situaciones pueden parecer
insoportables. Pero si eres paciente, verás que con el tiempo las cosas cambian y,
por lo general, para mejor. A veces mejorarán de formas que nunca habrías
esperado. Otras veces descubrirás nuevos modos de enfrentarte a los problemas.
En cualquier caso, ten por seguro que esa situación que tanto te angustia
no durará para siempre (2 Corintios 4:17).
El valor de la oración
Sin duda alguna, nada te ayudará tanto como comunicarte con Dios mediante la
oración. Puedes pedirle lo mismo que David: “Escudríñame completamente, oh
Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes,
y ve si hay en mí algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo
indefinido” (Salmo 139:23, 24).
Recuerda que la oración es más que una simple forma de desahogarte. Es el
medio que tienes para comunicarte con tu Padre celestial y abrirle tu corazón,
como él tanto desea (Salmo 62:8). Así pues, no olvides lo siguiente:
● Jehová sabe qué circunstancias te angustian (Salmo 103:14).
● Te conoce mejor que tú mismo (1 Juan 3:20).
● Se interesa por ti (1 Pedro 5:7).
● Promete eliminar en el futuro todo lo que te hace llorar (Revelación
[Apocalipsis] 21:4).
Cuando la causa es un problema de salud
Ya dijimos que los sentimientos suicidas a veces pueden ser consecuencia de
algún tipo de enfermedad. Si crees que ese es tu caso, no temas pedir ayuda.
El propio Jesús recomendó que los que lo necesitaran fueran al médico (Mateo
9:12). Hay tratamiento para muchas de estas enfermedades y, si lo sigues, puedes
llegar a sentirte mucho mejor.*
También te animará saber que, en el nuevo mundo de Dios, nadie estará enfermo
(Isaías 33:24). Jehová promete que “las cosas anteriores no serán recordadas,
ni subirán al corazón” (Isaías 65:17). Mientras tanto, haz lo que puedas para
enfrentarte a los retos que se te presenten sabiendo que, cuando llegue el
momento, él acabará con la depresión de una vez por todas (Revelación 21:1-4).
HALLARÁS MÁS INFORMACIÓN EN EL CAPÍTULO 9 DEL SEGUNDO
VOLUMEN
EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO

Tus padres quieren conocer hasta el más mínimo detalle de tu vida, cosas que tú
quieres guardarte para ti mismo. ¿Crees posible conseguir cierto grado de
privacidad?

[Notas]

Hay que aclarar, no obstante, que la mayoría de los jóvenes que tienen una
enfermedad mental no se suicidan.

Los cristianos en esta situación también pueden acudir a los ancianos de la


congregación (Santiago 5:14, 15).
Encontrarás más información en el capítulo 13 de este libro.
TEXTO BÍBLICO CLAVE
“Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo
pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales.” (Filipenses
4:6, 7)
UNA SUGERENCIA

Cuando tengas el ánimo por el suelo, vete a dar una buena caminata. El ejercicio y
el aire libre te calmarán y te harán sentir mejor.

¿SABÍAS ESTO?

Las víctimas del suicidio no son únicamente quienes se quitan la vida. También lo


son los seres queridos que dejan atrás.

¡MANOS A LA OBRA!

Cuando sienta que no valgo nada o que nadie me quiere, se lo contaré a: ․․․․․
En mi vida hay muchas cosas por las que puedo estar agradecido. Por ejemplo:
․․․․․

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?


● ¿Cómo te beneficiará recordar que hasta los problemas más graves no son
eternos?
● ¿Por qué puede decirse que el suicidio no soluciona los problemas de la persona,
sino que se los pasa a otra?
[Comentario de la página 104]

“Hubo veces en que mi depresión era tan fuerte que solo deseaba morir. Pero
gracias a la oración y al tratamiento médico, he recuperado el control de mi vida.”
(Heidi)

[Recuadro de la página 100]


cuando te sientas abrumado

Algunos hombres y mujeres fieles del pasado se sintieron igual de angustiados


que tú en algún momento de su vida.

Rebeca: “Si es de esta manera, ¿exactamente por qué estoy viva?” (Génesis


25:22).
Moisés: “Por favor, mátame y acábame del todo, [...] y no mire yo mi calamidad”
(Números 11:15).
Elías: “Oh Jehová, quítame el alma, porque no soy mejor que mis antepasados”
(1 Reyes 19:4).
Job: “¡Oh que en el Seol me ocultaras, [...] que me fijaras un límite de tiempo y te
acordaras de mí!” (Job 14:13).

En todos los casos, su situación mejoró, a veces de maneras que nunca habrían
podido imaginar. Así que, ¡ánimo! Lo mismo puede sucederte a ti.

[Ilustración de la página 102]

El dolor y la angustia, al igual que una tormenta, no duran eternamente

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