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Partículas en suspensión

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Emisión de partículas en una planta industrial.


Las partículas en suspensión (total de partículas suspendidas: TPS) (o material
particulado) son una serie de diminutos cuerpos sólidos o de gotitas de líquidos
dispersos en la atmósfera. Son generadas a partir de alguna actividad antropogénica
(causada por «el hombre», como la quema de carbón para producir electricidad) o
natural (como por ejemplo la actividad volcánica).1

Las partículas contaminantes no son idénticas física y químicamente, sino que más
bien están constituidas por una amplia variedad de tamaños, formas y composiciones
químicas. Algunas son nocivas para la salud, alteran las propiedades de la
atmósfera ante la luz solar o reducen la visibilidad.2

Índice
1 Efectos de las partículas en suspensión
1.1 Desequilibrio de la radiación terrestre
1.2 Efectos nocivos sobre la salud
2 Fuentes de partículas atmosféricas
3 Composición
4 Índices de calidad del aire de materia particulada
5 Distribución de partículas
6 Clasificación de las partículas suspendidas en el aire
7 Tipos principales de partículas atmosféricas
7.1 Materia mineral
7.2 Aerosol marino
8 Efectos de las partículas
9 Características de la corriente gaseosa
10 Equipos de control de partículas
11 Referencias
Efectos de las partículas en suspensión
El interés por las partículas atmosféricas se debe a los crecientes resultados
científicos sobre sus consecuencias:

Desequilibrio de la radiación terrestre


Los efectos de las partículas atmosféricas en suspensión son:

Afección sobre el equilibrio de la radiación terrestre2


Efectos nocivos sobre la salud
Efectos nocivos sobre la salud. Las partículas penetran en los pulmones, los
bloquean y evitan el paso del aire, lo que provoca efectos dañinos.32 En 2021, en
una publicación del Journal Environmental Research, se concluyó que las partículas
que viajan en los gases que recalientan el planeta causan el 20% de las muertes
prematuras mundiales 2

Esquema de clasificación de las fuentes de emisión de partículas.


Fuentes de partículas atmosféricas

Estación medidora de polución atmosférica en Emden, Alemania


Las partículas gruesas empiezan su existencia como materia aún más gruesa, ya que
se originan básicamente por desintegración de fragmentos grandes de materia. Muchas
de las partículas grandes del polvo atmosférico, particularmente en áreas rurales,
se originan en el suelo o en rocas. Las actividades humanas, como la quema de
combustibles fósiles4 en vehículos o centrales térmicas, la quema de rastrojos, las
torres de refrigeración, estufas de leña5 y varios procesos industriales también
generan cantidades significativas de partículas. Además de estas 2 fuentes
primarias, las partículas pueden originarse por procesos secundarios de reacción de
gases contaminantes en la atmósfera.4

Composición
Consecuentemente la composición elemental de las partículas es similar a la
respectiva de la corteza terrestre: elevados contenidos de aluminio (Al), calcio
(Ca), silicio (Si) y oxígeno (O), en sales de aluminosilicatos.

En el aire cercano a la superficie de los océanos, los contenidos de cloruro de


sodio (NaCl: sal común) sólido son elevados, ya que el aerosol marino suministra
partículas de NaCl, por evaporación del agua de mar. El polen emitido por las
plantas también contiene partículas gruesas, en el rango de 10 a 100 µm
(micrómetros). Por dimensiones, la mayor parte de las partículas de cenizas
volcánicas son gruesas.

La fuente de las partículas gruesas, incluidas las naturales –como las de


erupciones volcánicas– y las causadas por actividades humanas –cultivo de la
tierra, trituración de canteras, etcétera– proviene de la parte superficial del
suelo y de las rocas, que levanta el viento. En muchas regiones las partículas
gruesas son químicamente básicas, lo cual denota que se han originado de carbonato
de calcio y de otros minerales de pH básico existentes en el suelo.

Emisión de partículas por la erupción volcánica del Mount St. Helens el 18 de mayo
de 1980.
Opuestamente al origen de las partículas gruesas, que resultan principalmente de
ruptura de otras más grandes, las finas se generan, primordialmente, por reacciones
químicas y de condensación de materias más pequeñas, incluidas moléculas en estado
de vapor. El contenido orgánico medio en las partículas finas es, por lo general,
mayor que en las grandes. Por ejemplo, la combustión incompleta de combustibles a
base de carbono, como el carbón mineral o el vegetal, el petróleo, la gasolina y el
dísel, generan muchas partículas pequeñas de hollín, que son principalmente
cristales de carbono. Las partículas finas también contienen metales pesados.4

En consecuencia, una de las fuentes de las partículas atmosféricas carbonosas,


tanto finas como gruesas, son los gases de escape de vehículos, en especial de los
que funcionan con diésel. Otro tipo de importantes partículas finas suspendidas en
la atmósfera está constituido dominantemente por compuestos inorgánicos de azufre y
de nitrógeno.

Las especies de azufre se originan del gas dióxido de azufre (o anhídrido


sulfuroso: SO2), generado en fuentes naturales (volcanes) y por polución en
centrales de energía y en fundiciones. En el transcurso de horas a días, este gas
se oxida a ácido sulfúrico (H2SO4) y a sulfatos, en el aire. El H2SO4 se desplaza
en el aire no como gas, sino en pequeñas gotas de aerosol, ya que le es propia
mucha avidez por las moléculas de agua.3

Índices de calidad del aire de materia particulada


Los organismos gubernamentales de muchos países están controlando los valores de
PM10 (o PM10), es decir el contenido total de partículas de tamaño inferior a 10
µm, que corresponden a todo el rango de partículas finas pequeñas, denominadas
«partículas inhalables».

Un valor típico de PM10 en un núcleo urbano es de 30 µm/m³ (micrómetros por metro


cúbico). En la actualidad los legisladores utilizan el índice «PM 2,5», que incluye
solo las partículas finas, también conocidas como «partículas respirables».2

El término «ultrafino» se aplica a las partículas de diámetros muy pequeños,


normalmente menores que 0,05 µm.
Reducción de la:
Claridad visual
Visibilidad a largas distancias
Cantidad de luz que llega al suelo

Tabla 1. Distribución de partículas en el aire; medidas en micrómetros.


Distribución de partículas
Las características comunes de las partículas son ocho: tamaño, distribución de
tamaños, forma, densidad, adhesividad, corrosividad, reactividad y toxicidad. La
más importante es la distribución de tamaños. Por lo general, como medida del
tamaño se utiliza el diámetro aerodinámico de las partículas.

Esta dimensión se mide comúnmente en micrómetros (10-6 m). La unidad de medida


mencionada recibe también el nombre de micra. Es muy adecuada para la descripción
de la contaminación por partículas, porque los diámetros de muchos de estos
corpúsculos –que permanecen suspendidos en el aire e implican peligro– varían de
0,1 a 10 µm.

Las partículas mayores tienden a asentarse rápidamente, por lo cual no causan


graves afecciones a la salud humana. En la tabla 1 hay una presentación de las
características de distribución de tamaño. Las partículas comprenden cinco órdenes
de magnitud, desde micrómetros hasta metros.6

Clasificación de las partículas suspendidas en el aire


Aunque pocas de las partículas suspendidas en el aire son de forma exactamente
esférica, es conveniente y convencional considerar que todas ellas lo fueran. El
diámetro mayor de las partículas es su propiedad más importante. A partir de esta
equivalencia a métrica se denomina «PM-10» a las partículas de diámetros inferiores
a 10 µm, y «PM-2,5» a las de diámetros inferiores a 2,5 µm.

Cualitativamente las partículas individuales se clasifican como:

Gruesas, las de diámetros superiores a 2,5 µm


Finas, las de diámetros inferiores a 2,5 µm
En la tabla siguiente se representan algunos ejemplos de partículas.

Descripción del grupo Composición OMS USEPA


Gruesas Polvo, tierra, depósito >2,5 µm >10 µm
Finas Aerosoles, partículas de combustión, vapores de compuestos orgánicos
condensados y metales <2,5 µm <10 µm
7

Tipos principales de partículas atmosféricas


Materia mineral
La génesis de partículas y minerales se origina por acción de los vientos sobre la
superficie terrestre, mediante emisiones en desplazamiento. La mayor extrusión a
escala global de este tipo de partículas ocurre en regiones áridas o semiáridas.
Aunque la mayor exhalación de material particulado mineral sucede en áreas
desérticas como el norte de África, Oriente medio y Asia central, es importante
resaltar que tal fenómeno es también significativo a escala local en regiones
semiáridas.

La distribución granulométrica de este tipo de partículas tras su emisión en el


área fuente es relativamente constante. Se concentra principalmente en tres
modalidades de diámetros: 1,5-6,7-14,2 µm. Estas partículas se caracterizan por
granulometría gruesa (referida a contenidos másicos de material particulado). La
abundancia relativa de partículas de cada modalidad depende de la velocidad del
viento, de modo que a bajas velocidades se provoca resuspensión de las partículas
de mayor diámetro, y al incrementar la velocidad se emiten las partículas de menor
diámetro.

Al margen de la intensidad de la velocidad del viento, la emisión de las partículas


de origen mineral depende, entre otros factores del suelo, de los siguiente:

Superficie
Humedad
Cobertura vegetal
Las composiciones química y mineralógica de estas partículas varían de una región a
otra según las características y la composición de los suelos, que generalmente
está constituida por calcita (CaCO3), cuarzo (SiO2), dolomita [CaMg(CO3)2, o bien
CaCO3 • MgCO3], arcillas (sobre todo caolinita e illita) y cantidades inferiores de
sulfato cálcico (CaSO4•2H2O: yeso) y óxidos de hierro (Fe2O3: hematita), entre
otros.

El origen de estas partículas es primario, ya que se emiten directamente a la


atmósfera. A pesar de que la mayor parte de las emisiones de material mineral es de
origen natural, es necesario considerar la existencia de una cantidad limitada de
fuentes de material particulado mineral de origen antropogénico.1

Aerosol marino
El aerosol marino es el segundo tipo de partículas importante en cuanto a monto de
emisiones a escala global. Su composición química deriva de su fuente de origen: el
agua de mares y océanos. Al igual que el material particulado mineral, el origen de
las partículas de aerosol marino es en su mayoría natural, y se emite directamente
a la atmósfera (partículas primarias).

Existen dos fenómenos principales de formación de este tipo de partículas:

Ruptura de burbujas de aire que alcanza la superficie de los océanos


Agitación de las superficies de los mares y océanos por acción del viento
Así, la cantidad de partículas de origen marino en la capa límite oceánica es
directamente proporcional a la velocidad del viento. La ruptura de una única
burbuja de aire en el océano puede generar hasta 10 partículas de aerosol marino.8

Efectos de las partículas


Como ya se mencionó en la parte introductoria, el interés por las partículas
atmosféricas se debe a dos causas:2

Afectación del balance de la radiación terrestre


Efectos nocivos sobre la salud. Las partículas penetran en los pulmones, los
bloquean y evitan el paso del aire, lo cual conlleva:
Deterioro de los sistemas respiratorio y cardiovascular
Alteración de los sistemas de defensa del organismo contra materiales extraños
Daños al tejido pulmonar
Carcinogénesis
Mortalidad prematura
Un estudio de 2018 verificó que la exposición prolongada a la materia particulada
PM2.5 causa demencia. Un incremento de exposición de un microgramo por metro cúbico
en una década supone un incremento de un 1,3% en el diagnóstico de demencia.9

Las personas más sensibles son quienes padecen afecciones pulmonares o


cardiovasculares crónicas obstructivas, influenza (gripe) o asma, así como los
ancianos y los niños. En 41 países de Europa en 2015 fallecieron prematuramente 422
000 personas por inhalación de estas partículas, el 81 % de los 518 700 muertos por
la contaminación atmosférica ese año.10

Además las partículas constituyen un problema ambiental. Por ejemplo el hollín


puede absorber sobre su superficie irregular cantidades significativas de
sustancias tóxicas. Las partículas de este contaminante son abundantes en los gases
de escape y en los incendios. La quema de carbón origina hollín, además de SO2,
cuyo aerosol del sulfato resultante, cuando hay niebla, se combina con el hollín y
origina un «neblhumo» (smog) de consecuencias nocivas para la salud, especialmente
en individuos con problemas respiratorios.

En 2021, en una publicación conjunta en el Journal Environmental Research, las


universidades de Harvard, London College y Birmingham concluyeron que las
partículas que viajan en los gases que recalientan el planeta causan el 20% de las
muertes prematuras mundiales 2

Hay diferentes razones generales por las cuales se comprende por qué las partículas
grandes son menos preocupantes –que las pequeñas– para la salud humana. Se debe a
que:

Las partículas gruesas se sedimentan rápidamente y se reduce la exposición a ellas


por vía de inhalación.
Cuando se inhalan, las partículas gruesas se filtran de manera efectiva en la nariz
(gracias a los vellos nasales) y por la garganta. Generalmente no llegan a los
pulmones. En cambio las partículas finas, al ser inhaladas, vía los pulmones
(debido a lo cual se les denomina «respirables»), pueden adsorberse sobre las
superficies de las células y, en consecuencia, afectar la salud.
El área superficial por unidad de masa de las partículas grandes es menor que las
correspondientes a las pequeñas. Por ello, gramo a gramo su capacidad de
transportar gases adsorbidos a cualquier parte del sistema respiratorio, y allí
catalizar reacciones químicas y bioquímicas es, por lo tanto, menor.
Dispositivos como los precipitadores electrostáticos y los filtros precipitadores
de polvo (saco de tela fina a cuyo través se fuerza a pasar el aire), utilizados
para eliminar las partículas del aire, solo son eficientes para partículas
gruesas.11
Características de la corriente gaseosa
Son también muy importantes las características de la fuente gaseosa que contiene
las partículas. Para evitar problemas en los dispositivos de control se deben
conocer la temperatura y los contenidos de humedad y de gas. Comúnmente se utiliza
un saco para controlar las partículas emitidas. Sin embargo en los meses fríos la
temperatura del saco será menor que el punto de rocío de la corriente gaseosa.

En estas condiciones, dentro del saco se formará ácido clorhídrico (HCl) líquido,
que ataca la estructura del saco, cuyo resultado es que su duración sea menor. Se
debe hacer una acción correctiva para conservar el saco arriba del punto de rocío o
eliminar el HCl de la corriente de gas.12

Equipos de control de partículas


Para el control de emisiones de partículas PM10 se emplean diferentes clases de
equipos. A manera de resumen, a continuación se mencionan los métodos que se
emplean en los dispositivos destacados.

En un asentador por gravedad, el flujo de gas es más lento hacia abajo, de modo que
la fuerza gravitatoria obliga el asentamiento de las partículas, según la ley de
Stokes.
El uso de un «ciclón» (separador ciclónico) provoca que el gas gire y que las
partículas grandes se aceleren mediante un movimiento centrífugo hacia la pared
exterior, donde se recolectan, y el gas limpio fluye hacia arriba. La ley de Stokes
también controla este efecto.
Una bolsa o un filtro de tela semejantes a una aspiradora grande. La corriente de
aire se mueve a través del filtro de tela, que atrapa las partículas en un lado.
Ocasionalmente se debe agitar el filtro, a fin de limpiarlo para revertir el flujo
de aire.
En un precipitador electrostático se utiliza electricidad para atraer partículas y
efectuar su recolección. La corriente de gas pasa a través de un campo eléctrico
que carga a las partículas. Ya cargadas, a éstas las atrae una placa de carga
eléctrica opuesta, sobre la cual se recolectan. A estas placas también se les ha de
limpiar o de reemplazar periódicamente.
Un cepillo húmedo emplea una corriente de neblina que fluye en sentido contrario a
la corriente de gas. Las partículas chocan y se interceptan sobre las gotas de
agua, las cuales, por gravedad, se recolectan para su reutilización o para
desecharlas.
En general, los dispositivos mecánicos de control son de menor costo, pero tan
eficientes como los de transferencia de masa. Cada sistema de aire se debe tratar
de manera particular, lo cual requiere diseño de un dispositivo de control
específicamente para él.11

Referencias
Spiro, Thomas G.; Stigliani, William M. Química Medioambiental. 2a. edición.
Pearson Prentice Hall. Madrid. 1996, pág. 225.
Rejón, Raúl (9 de febrero de 2021). «Las partículas que viajan en los gases que
recalientan el planeta causan el 20% de las muertes prematuras mundiales».
eldiario.es.
De Nevers Noel. Ingeniería de control de la contaminación del aire. Mc Graw Hill.
México, D. F. 1998, pág. 183.
RACC-ZURICH, ed. (2019). «2». PRÁCTICA DEPORTIVA Y CALIDAD DEL AIRE EN ÁMBITOS
URBANOS. Barcelona, España. p. 6. Archivado desde el original el 2 de abril de
2019. Consultado el 2 de abril de 2019.
Damian Carrington (17 de diciembre de 2021). «Wood burners cause nearly half of
urban air pollution cancer risk – study». The Guardian (en inglés). Consultado el
13 de febrero de 2022.
Baird Colin. Química ambiental. Reverté S. A. Barcelona. 2004, pp. 116-133.
Baird Colin. Química ambiental. Reverté S. A. Barcelona, 2004, pp. 116-133.
Ayola Ibáñez, Carlos; Prieto Rubio, Manuel. Los sistemas terrestres y sus
implicaciones medioambientales. Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid, España.
2004, pp. 135-136.
Bishop, Kelly C. (1 de agosto de 2018). «Hazed and Confused: The Effect of Air
Pollution on Dementia». NBER (en inglés). Consultado el 16 de febrero de 2019.
Sánchez, Esther (29 de octubre de 2018). «La contaminación causó 38.600 muertes en
España en 2015, una subida del 23%». El País (Madrid, España). p. 26. Consultado el
5 de noviembre de 2018.
Alley Roberts y Associates, Inc. Manual de control de la calidad del aire. Tomo 1.
Mc Graw Hill. México, D. F. 2000, cap. 19.
De Nevers Noel. Ingeniería de control de la contaminación del aire. Mc Graw Hill.
México, D. F. 1998, pág. 183.

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