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Por lo tanto, fijos los ojos en el que inició y consumó la fe, en

Jesús. El cual, por la dicha que le esperaba, sufrió la cruz,


despreció la humillación y se ha sentado a la derecha del trono de
Dios.
Piensen en aquel que soportó tal oposición por parte de los
pecadores, y no se desalentarán.
He 12, 2 – 3

Fijemos la mirada en Jesús… fijemos la mirada en el otro

- Motivación inicial: Video con distintas miradas de niños, jóvenes, adultos, ancianos…
mezcladas con la mirada de Jesús de distintas representaciones que se han hecho el
arte sobre Él.

Hemos tenido años difíciles… como se nos señalaba en la motivación inicial de este día no
solo hemos sufrido dos años de una dura pandemia, que todavía no se va, sino que
previamente vivimos como sociedad un estallido social, producto del dolor y la impotencia de
vivir en un país injusto y desigual… nos cansamos de como los ricos se hacen cada vez más
ricos y los pobres se hacen cada vez mas pobres, y esto no es solo una visión política, sino que
es desde el corazón mismo de la sociedad, y desde el corazón mismo de los creyentes… “He
visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado
en sus sufrimientos” (Ex 3, 7), es como si el dolor de Dios por ver a su pueblo sufrir se hicier
patente hoy en nuestra sociedad herida y nos ha hecho gritar la rabia que teníamos acumulada
hace años… décadas… aunque lamentablemente algunos se han quedado en la rabia y han
convertido un reclamo en violencia y destriucción.

Pero podríamos preguntarnos ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? Es como si nuestra
mirada no estaba bien enfocada, sino que, como las viseras de los caballos de carrera, solo
podíamos mirar hacia adelante… hacia nosotros mismos… hacia lo que nos pasaba a nosotros,
quizás a nuestros cercanos, pero esta visión hacia los “otros” cercanos siempre pasaba por lo
que más me convenía o como me afectaba a mi (Había un relator argentino, llamado Fernando
Niembro, que cuando daban cualquier partido de la liga argentina su pregunta era la misma:
¿Esto cómo le afecta a Boca? Por lo que lo importante para él era si los partidos que vinieran
ayudaban o no al equipo que le gustaba). Entonces, como tal relator deportivo, nos fijábamos
solo en nuestro devenir, pero nunca “miramos” realmente lo que le pasaba a los demás… el
estallido nos abrió a esa posibilidad, de mirar al otro y que me importara lo que le pasa a los
otros y a mi sociedad… todo iba bien encaminado… pero llegó la pandemia y volvimos a
alejarnos de los demás, esta vez por miedo al contagiarnos y morir… obligatoriamente nos
tuvimos que encerrar, no nos podíamos ver amar a cara salvo por una pantalla… y empezamos
un ostracismo obligado, donde el miedo a contagiarse era gigantesco (mi mamá tiene 72 años
y ha vivido aterrorizada de contagiarse y fallecer… cerca de su casa han muerto varias
personas, jóvenes, adultos y ancianos… hace más de 2 años que no salía a la calle, que no
compartía con nadie más que con mi hermana y conmigo… ahora está sola en su casa casi sin
contacto con las personas, ni de su barrio, ni de la capilla donde participaba, ni de su trabajo, al
que jubiló). La única forma de frenar esto era no “ver” a nadie, no juntarse con nadie, no
abrazar a nadie (en Chile somos bastante afectivos… a eso hemos tenido que renunciar
también)… pero esto es curioso, porque nos encerramos, nos cubrimos la cara con mascarillas
y hemos tenido que “ver a los ojos” al los demás, porque es lo único que podemos mostrar (ya
no podemos reconocer las “caras bonitas”, sino los “ojos bonitos”). Ante esta situación
podemos preguntarnos nosotros mismos, ¿Qué vemos? ¿Cómo vemos a las personas?
¿Realmente “vemos” más allá de una mirada física o simplemente nos quedamos en las
apariencias, en las ideas preconcebidad, en nuestras aprehensiones?
Al comienzo pudimos ver un video que muestra distintas miradas, de distintas personas…
hombres y mujeres… niños y ancianos… en medio de estas miradas, podemos reconocer la
mirada del Señor… existen diversas representaciones del rostro de Jesús y de su mirada… no
vimos de que condición social eran, o de que nacionalidad, o de que condición sexual, u
orientación religiosa… solo miradas… El texto que hemos proclamado también nos invita a
ver… a tener Fijos los ojos en Jesús, a contemplar, especialmente hoy cuando recordamos la
pasión y muerte del Señor, lo que ha hecho por nosotros… miremos a Jesús… miremos los ojos
de Jesús… ¿Qué vemos? ¿Qué nos muestra Jesús con su firma de mirar?

Lo primero que podemos decir sobre Jesús es que Él mira más allá de una mera
apariencia… no mira la superficialidad, sino que ve en lo profundio del corazón de las personas:
ve la fe de aquellos hombres que llevaron a un paralítico (quizás su amigo) y, rompiendo el
techo de la casa, lo bajan con la esperanza de que Jesús hciera algo por él (cfr. Mc 2, 5); miró
con amor aquél que, queriendo heredar la vida eterna, Jesús le invita a dejarlo todo (Cfr. Mc
10, 21), aunque al final el jóven no pudiera soportar la mirada de abandono del Señor; mira
con simpatía a ese pequeño hombre que, despreciado por todos por ser cobrador de
impuestos y puesto en ridículo por subirse a un árbol, le dice que quiere estar con Él y
hospedarse en su casa, y esa sola mirada es capaz de hacerlo cambiar de vida (cfr. Lc 19, 15);
vió con misericordia a la prostituta que, arrepentida de sus pecados, llora y unge los pies de
Jesús, cuando el fariseo solo ve lo pecadora que es y la inmundicie de su pecado (Cfr. Lc 7, 44);
pero también ve con decepción a quienes, por apegarse estrictamente a las leyes y las rúbricas
desaprueban que Jesús quiera sanar a un hombre en el día sagrado (Cfr. Mc 3, 5). Incluso en la
hora de la pasión, donde el mundo ve sufriniento y derrota, la mirada de Jesús es de un
inconmensurable amor, el que es capaz de ver a las mujeres de Jerusalén que lloran por Él,
pero las anima ante el sufrimiento que se les avecina (Cfr. Lc 23, 28), mira con profundidad y
perdón a Pedro cuando lo ha negado 3 veces tal como Jesús se lo anunció (Cfr. Lc 2, 61-62),
aunque el apóstol no es capaz de comprender la profundidad de su mirada; y desde la cruz,
esa mirada que es capaz de entregar todo, incluso a su amada madre (Cfr. Jn 19, 26-27). Aquí
nos podríamos preguntar, ante la mirada de Jesús, ¿Cómo veo yo a los demás? ¿Cómo miro a
las personas a mi alrededor? ¿Qué hay en mi mirada que se asemeja a la mirada de Jesús y
que es lo que me aleja de esa forma de mirar? Porque, y seamos sinceros, nos cuesta mirar
con comprensión y misericordia al que nos ha traicionado o decepcionado, o nos cuesta mirar
con fraternidad al que piensa distinto a mi, o me cuesta mirar de igual a igual a quien se ve
“distinto” a mi o a quien vive en un lugar distinto al mío, o me cuesta ver sin prejuicios al que
me cae mal, aunque se lo merezca por sus actos o simplemente porque me cae mal “de vista”.

Hoy es viernes Santo, y la celebración de este día nos lleva a poner la mirada en Jesús
crucificado, a fijar los ojos en aquella imagen de un hombre destrozado por los azotes, clavado
de manos y pies y desnudo (aunque las imágenes de la cruz muestran a Jesús con un taparabo,
las investigaciones históricas de la época nos cuentan que a los crucificados los desnudaban
completamente), por lo que la imagen de Jesús que vemos no es triunfante, sino de completa
humillación. Y es que Jesús desea que lo vean así… Jesús se deja VER en la cruz… no le tiene
miedo a mostrarse debil y frágil, pero aún así desea atraer a todos hacia Él (Cfr. 12, 32). Fijar la
mirada en Jesús crucificado es también fijar la mirada en mi mismo, en mis propias debilidades
y heridas. Nos cuesta mostrarnos frágiles porque el mundo nos obliga a ser fuertes y
victoriosos, a que nos tiene que ir bien, estudiar una carrera rentable, ganar buen dinero,
tener lo que queramos y, si es necesario, ponerle el pie a quien se atreviese por nuestro lado, y
se burla de quienes son débiles porque simplemente “no quieren avanzar y ser mejores”
(Quizás por eso la psicología se ha convertido en una carrera rentable, porque es en ese lugar
privado donde nos sentimos seguros de mostrarnos débiles). Pero mirar fijamente a Jesús en la
cruz nos refleja quienes somos nosotros, que tenemos heridas, algunas dolorosas y que aún no
sanan, algunas que han sanado pero han dejado cicatrices, que nos atemoriza mostrarnos
desnudos, frágiles, heridos, necesitados de otros… Jesús se muestra necesitado… “Tengo Sed”
(Cfr. Jn 19, 28) y es otro el que le tiene que saciar esa sed. Entonces la cruz se convierte en un
puente donde podemos unir la vida de Jesús con mi propia vida, su mirada con mi propia
mirada, y es ahí donde podemos encontrar el alivio de quien ha sido capaz de mostrarnos que
hay una nueva forma de mirar, una nueva forma de contemplar al mundo y a las personas.

Miremos a Jesús crucificado y mirémonos a nosotros mismos y preguntémonos, ¿Cómo


me dejo ver ante los demás? ¿Cuáles son esas heridas que temo mostrar? ¿Cómo veo en la
cruz las debilidades de los otros?

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