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Los chimpancés miran a los ojos Andrea Ferrari loqueleo Ami me rescataron los animales. Sé que asf dicho suena bastante mas aventurero de lo que fue en realidad, pero 0 no significa que sea mentira. Porque en eae tiempo yy estaba completamente perdida. Y ellos, a su manera, cestuvieron ahi para ayudarme. Si alguien esta pensando que voy a contar una histo- sa dela selva, ya mismo lo tengo que sacar de ese error. Esta historia sucede en el 2ooligica. Los animales eata- ban encerrados, claro. En cierta forma, yo también, ‘Aunque ya pasarom casi tres aos, no hay dia en que zo pience en esa época, A veces alcanza eller, ese aroma Intenso y algo nauseabunda que desprende el zoaligico. (On ride, el rugide de un leon, el chillido de los gua- ‘camayos, Yen un instante las imagenes vuelven: todo lo ‘bueno, lo malo, lo raro que pasé ai Pero a quien més recuerdo es a Nina, la chimpancé. Mi chimpaneé. Ahora quiz alguien pense que ésta ex una histo- via estilo Tarzin. No, tampoco. Aunque en ese tiempo tuna vez me dijeron que yo me estaba volviende un poco chimpance. Era una broma, suponge. Ono tanto. Quies, a fn de cuentas, de exo ae trate eata historia: de mi lado chimpancé. Alprincipio yo no tenia ganas de ir. Para nada. A esa al- tra Ievaba casi un afio viviendo en Buenos Aires y la ciudad todavia me asustaba, Sabia que no habia vuelta atrds, que tenia que acostumbrarme. No sélo a Buenos Aires sino a todo lo demas: el departamento, las noches sin suefio el dolor en el brazo, la nueva vida, Pero hasta ese momento mis intentos eran un fracaso. Fue todo idea de mi madre. Una de las tantas tardes cen que yo miraba televisign entré en Ja sala, se sent a ri lado y se puso a hablar sobre un programa especial del 2oolégico del que habia estado averiguando. Un pro- yecto interesante, dijo, para chicos como yo. Sagué por un instante la vista de Los Simpson. —~Rayados? —Nadie est poniendo rétulos, Ema. Es un programa para adolescentes con situaciones —lecosté encontrar la palabra. dificiles. Van una o dos veces por semana al zoclogico y.. gme ests escuchando? {En la pantalla, Homero se eotabs poniendo rojo. Me dlivertia bastante mis quelachatla con ani vga =i quidn nos va curar? :Elelefante? ‘Se mes el labia infevier esperd mcs seme. Era obvio que a: habia propussto moctrarse positiea & ‘cualquier precio y no discuti. Noe trata de cure, no es un tratamiento, mae bien una actividad que te puede ayudar. Ademés, Ema, algo tenes que haces. No vas al colegio, nada te intereen, no querés hablar delo que pas y. Iba decir algo de mi delgades, seguro, peo se detu- vo. Aunque en ese tiempo hablabames poco, las dos nos Jhabiamas hecho expertas en interpretar miestras res ‘pectivos silencios. El mio le dio que no se meticra por ‘ese camino, Retroeeda —¥ te gustan los animales, Los animales no van a cambiar nada —Hiubo muchas experiencias con animales en que. Creo que a mitad de la fase se dio cuenta de que ash vo thames a llegar angi Indo Tat de sels. Bae tty segura de que lo vas.adisrutar. Aap sen vayama ‘auna entrevista yves de qué se trata. No perdés nada. Me gustaban los animales, s, pero no fue por eso que aceptéla entrevista. reo que a ess altura el encierro em- pezaba a ahogarme. Necesitaba salir un poco del depar- ‘tamentoy ésa era una excusa tan buena como cualquier ‘otra. Cuando nos presentamos, una semana mas tarde, ‘noe reibis tna de los coordinadores del programa. Era untlpo lao, de unos cuarenta aio, que nos invitéasen- ‘tarnoe al otro lado de si esritorio mientras soltaba tna ‘explicacin breve de lo que hacian all, PeeSlogo, deduje ‘enseguida; en e30s tiempos los reconocia a la distancia. Asuespalda habla fotos de chicos vestides de verde, chi 0s sonrientes que alimentaban a llamas ycervos. ‘A mi vieja el tipo le gust6 de inmediato.A ml, no, Bs- taba cansada de tratar con médicos y psicologas, cansa- {dade que me hicieran preguntas que no podia contestat. ‘Tave ganas de irme, Pensé en decir cualquier eas, que fen realidad no querta participar en ese programa, que habia so todo un error y levantarme en ese mismo ins- tante, erono lo hice, Me quedé sentada mientras el tipo ‘me explicaba que ahora queria conversar con mi mama ‘mlentras yo recorsia el 2oolégic junto a uno de los cul- adores, Ral, que acababa de aparccor. "Radi es uno de los més antiguos. Dei de escuchar y ba la vista al suelo. No queria {ra ninguna parte sin mi vies, pero me daba verghenza admitirio, Finalmente, tenia quince afos. Todos me e5- tahun snicando y eave woke games, emchas is ganas de Vamos, Ema? ‘Rail habia abierto la puerta. Me evante con esfuerz0 yylosegul. Me dolia un poco el estémnago, Atravesamos buena parte del parque mientras Rail ha- labs. Tenia unos cincuenta anes, poco pelo y unos cuan- tos kilos de mas. Y me trataba con un exceso de cuidado, ‘como si yo fuese un bebs oun objeto frgil. Pero almenos ‘no parecia esperar ninguna respuesta de mi parte, lo que me tranquiliz6. Se puso a contar historias sobre serpien- ‘tes que comian ratone: vives y camellos a los que por alguna razn se les torcia Ia jorcba, pero yo no conse- ‘gula concentrarme en sus palabras. El zoolgico me po- ‘nia nervicsa, Era un lugar abrumador: cl intenso olor a bosta, los gritos de los animales, el revoloteo de las aves, ‘todo me provocaba una zozcbra que iba creciendo a me- ida que avanzabamos. Un par de veces estuve a punto de decir que ya estaba bien, que habia visto lo suficiente y podiamos volver. Pero segui caminando. Alratallegamos ala zona de lox monos. En une de los ‘recintos habia cuatro o cinco animales juntos, que juga- ban y gritaban. ¥ en el de al lado estaba ella sola. Nina, tuna chimpancé de once meses de edad. Aunque, en rea- lidad, Io que yo vi fue apenas un cuerpe acurrucado, una bola de pelos que no me desperté mayor interés. ver que estén Ia vista del piblice. Ves silo por un rath ‘to, para que se vaya adaprande al lugar. Nina tiene una historia dificil, ya te la vamos a contar. Ahora acercate a miracla. ‘Acerque mi cara casi hasta pegarla al vidrio. No veia por qué me tenia que interesar esa bola de pelos nirin- guna otra eoea del zool6gico, al que no pensaba volver. Pere dae fan ol micmnento wn que Nina te incoxpord. Bea ‘muy chiguita y tenia un cuerpo delgado, de aspecto fr gil, aunque se movia con agilidad. Camind hasta no- sotros y puso una mano en el vidrio que noe separba mientras me miraba a los ojos. Directo a los ojos. A mf ime parccio que en esos ojes extranamente humano: se transparentaba algo, que esa chimpancé se sentia mal. Tan mal como yo. Por un momento me imaginé que -ea- taba a Ning, mela sabia a los hombres ycorris. Yoestia corriendo hasta excapar de abf. Cuando volvi a entrar en la ofeins, mami y ol peicile- go se callaron. Habia una expectativa en el aire queme Inquiets. En ella sobre todo, era obvio que queria deses- peradaments que alguien la ayudara a mangjar la situa- cin. O sea, a mt ‘Yo ya habia decidido no participar en ese asunto, per ro era buena peleando. Preferta decir cualquier cosa para salir del paso y después hacer lo que queria, Me senté en tuna delae sillas y desvié la vista hacia las fotos en la pared. —gle gusts Ia recorrida? —pregunts el psicélogo Se Hamaba Luis, melo habia dicho antes. También me hebia dicho que ne lo tratara de usted, que abi todos se decian por el nombze, como amigos. Pero yo séloasenti. —gEntonces te interesa el programa? Volvi aasentir. —

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