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PLANTEAMIENTO DE PROBLEMA:
Distintos filósofos han llegado a definir la Muerte como un punto final para la
existencia del hombre, es decir, un límite absoluto desde el punto de vista terrenal.
Como dice Heidegger M. citado por Prados (1987 pág. 178.), “El Hombre como ser del
Mundo, es Un ser para la muerte”. Este filosofo contemporáneo quiere reflejar con esto,
que la cumbre del hombre llega con la muerte; es decir, que con este problema existencial
se considera que todo lo que el hombre tiene, la muerte solo a simple vista, lo podría
arrebatar junto con su existencia aquí en el mundo, y por eso que la conciencia del hombre
lo hace sentir que es un ser para la muerte, un acontecimiento final para su vida.
Pero bien lo dice este gran Filósofo Gabriel Marcel. (2003 pág. 433) “el hombre es un
ser para la Vida”. Marcel cambia este atributo que hace Heidegger con respecto al fin del
hombre. Con estas palabras, Marcel, le ofrece al hombre una tranquilidad y una paz al
encontrarse con la muerte, aceptándola y encontrándole un sentido cuando descubre que
puede trascender después de ella, siendo esta una alerta para el ser humano. Conociendo
todo esto, el hombre constata que la muerte no es el fin, sino más bien que cuando muera
hay una Transcendencia en la que pueda descubrir, que este fenómeno de la muerte no lo
acaba todo.
Es por eso que este filósofo cristiano le muestra al hombre las esperanzas en la
transcendencia. Conjuntamente con su metafísica, la manifiesta a la desesperación del
hombre, a su miedo y terror a la muerte, que; “La muerte tiene un enlace con el Amor, la
Fe, y la Esperanza”. Gabriel Marcel (1967, pág. 185).
La existencia del hombre se hace plenamente humana a través de las relaciones con los
demás, por medio del amor, y junto con el Amor aparece la esperanza donde la Vida es
esperanza y la desesperanza es la muerte, y con esto, Gabriel Marcel Afirma. (2002, pág.
315.), “El Amor se rebela contra la muerte de la persona amada; decirle a alguien te
quiero es decirle no vas a morir”. Es decir, que aunque ese ser querido ya fallecido, se
lleva en el corazón y ese amor que surgió teniéndolo frente a frente, aumenta más con sólo
recordar todos esos momentos inolvidables que vivieron, y por eso, ese ser aunque
físicamente no esté, sigue siendo participe en la vida.