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MITOMANIA

La mentira no nos resulta ajena, recurrimos a ella desde la


infancia e incluso siendo adultos. Un estudio realizado en la
Universidad de Massachusetts reveló que el 60% de las personas
mienten al menos una vez durante una conversación de diez
minutos, caen en lo que se conoce como “mentiras esporádicas”.
Detrás de la costumbre de mentir compulsivamente no siempre se
esconde el deseo de obtener algo o evitar un castigo, el
mitómano suele mentir sin tener un motivo válido, por
compulsión. Esa tendencia a mentir compulsivamente puede
colocarle en situaciones ridículas o llevarle a inventar
historias insostenibles. De hecho, aunque el mitómano sepa que
lo han descubierto, puede seguir mintiendo y complicar aún más
su narración.

Para el mitómano, mentir se convierte en un hábito, es su forma


de relacionarse. Esta persona no solo siente la necesidad de
mentir en las situaciones que están en su contra para evitar
las consecuencias sino también en los pequeños detalles, aunque
no gane nada con ello. Quien padece mitomanía puede sentirse
raro diciendo la verdad pero se siente cómodo mintiendo.

¿Cómo surge?
La personalidad del mentiroso compulsivo se manifiesta en la
juventud o la adultez, pero la tendencia a mentir comienza a
apreciarse desde la infancia.
La tendencia a mentir compulsivamente puede afianzarse como
resultado de los castigos recibidos en la infancia. Por eso,
una manera para evitar que las mentiras evolutivas den paso a
la mitomanía consiste en no castigar a los niños cuando dicen
pequeñas mentiras que nacen de su imaginación y/o forman parte
de su estadio evolutivo.
La mentira patológica es el resultado de la tendencia a eludir
las responsabilidades. Si los padres permiten que el niño falte
a la verdad para evitar las consecuencias de sus acciones y le
eche siempre la culpa a un amigo imaginario o al hermano más
pequeño, por ejemplo, las mentiras pueden terminar
convirtiéndose en un hábito.
Neurocientíficos de la Universidad de California del Sur
también hallaron que el cerebro de los mentirosos compulsivos
es ligeramente diferente de quienes suelen decir la verdad:
tiene hasta un 26% más de sustancia blanca en la corteza
prefrontal.

La sustancia blanca interviene en la transmisión de


información, por lo que estos investigadores consideran que un
mayor volumen implicaría una mayor capacidad cognitiva para
procesar las mentiras y manipular.

Tratamiento

El tratamiento de la mitomanía pasa por fortalecer la


autoestima, mejorar las habilidades sociales y de resolución
de conflictos y lograr que la persona se sienta satisfecha con
su realidad y consigo misma, para que no experimente
continuamente la necesidad de utilizar la mentira

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