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CONTRATISTAS
La Ley de Contrataciones Públicas, establece en el artículo 73, que “En los casos de
contratación de obras, aún en casos excluidos de modalidad de selección de
contratistas, sólo podrán iniciarse siempre que exista el respectivo proyecto. (…)”.
Conforme a lo anterior, el órgano o ente debe, de manera previa, al inicio de
cualquiera de las modalidades de selección que aplique, cumplir con la elaboración
del proyecto. Cabe resaltar, que este requisito aplica de manera exclusiva al contrato
de obra, y, se fundamenta en la determinación que necesariamente debe anteceder al
desarrollo del procedimiento de selección, de las especificaciones de la obra a
ejecutar, a los efectos de que sean posteriormente integradas en el pliego respectivo.
La Ley de Contrataciones Públicas, sin embargo, contempla en el mismo artículo 73,
un supuesto en el que no es exigible para el órgano o ente, la existencia previa del
proyecto de obra. En efecto, el referido artículo 73 establece que “(…) Sólo se podrá
contratar conjuntamente el proyecto y la ejecución de una obra, cuando a ésta se
incorporen como parte fundamental equipos altamente especializados; o cuando
equipos de esa índole deban ser utilizados para ejecutar la obra”.
Se trata en estos casos, de supuestos excepcionales, y, por ende, su interpretación
debe realizarse restrictivamente con la finalidad de evitar la apertura de
procedimientos de selección sin contar con un proyecto elaborado. En aquellos
supuestos distintos a los especificados, debe presentarse el proyecto de la obra antes
de iniciar el procedimiento de selección, en caso contrario, ello podría derivar en la
nulidad del contrato.
Requisitos Previos a la modalidad de selección del ente contratante.
Previsión Presupuestaria (art. 74)
Ahora bien sobre este aspecto considerar las novedades de la Ley Constitucional
contra la Guerra Económica, en relación al Registro Único de Contratistas que
simplifica los trámites para obtener la certificación y comprobante de inscripción en
este Registro. Y las modificaciones en relación a la nueva unidad de medida UCAU
que sustituye a la UT.
Se observa del contenido de la Ley de Contrataciones Públicas, que el cumplimiento
de este requisito de inscripción en el Registro Nacional de Contratistas, opera -
únicamente- como condición indispensable para presentar ofertas en las modalidades
de selección, y no para que el órgano o ente contratante proceda al pago de las
contraprestaciones derivadas del contrato.
La Ley de Contrataciones Públicas, en el artículo 49, dispone los supuestos
exceptuados de la calificación del Registro Nacional de Contratista.
Esa norma permite afirmar que el ente contratante tiene plena libertad de regular en
el pliego los criterios de evaluación y valoración que serán considerados para la
selección de las ofertas, los cuales, como se observa, no se limitan únicamente al
precio de la oferta, sino que también pueden preverse otros “criterios” de
evaluación. En cualquier caso, esos criterios vinculan al ente contratante en la fase
de evaluación de las ofertas, de modo que no pueden emplearse criterios distintos, ni
dejarse aplicar o modificar los ya establecidos
La LCP establece que la máxima autoridad del órgano o ente contratante “debe
otorgar la adjudicación a la oferta que resulte con la primera opción, al aplicar los
criterios de evaluación y cumpla los requisitos o condiciones establecidos en el
pliego de condiciones”.
Así, en los procedimientos de selección regulados en la LCP, la regla es que el
otorgamiento de la adjudicación debe recaer sobre la oferta que resulte con la primera
opción en el informe de la Comisión de Contrataciones. Esa primera opción será
establecida según todos los criterios de evaluación establecidos en los pliegos, que no
sólo se limitan al precio de la oferta, sino también a los demás aspectos técnicos y
financieros vinculados con las necesidades del ente contratante.
Por su parte, el artículo 38 numeral 4 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de
la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal establece expresamente lo
siguiente:
“Artículo 38. El sistema de control interno que se implante en los entes y organismos
a que se refieren el artículo 9, numerales 1 al 11, de esta Ley, deberá garantizar que
antes de proceder a la adquisición de bienes servicios, o a la elaboración de otros
contratos que impliquen compromisos financieros, los responsables se aseguren del
cumplimiento de los requisitos siguientes:(…)
4. Que los precios sean justos y razonables, salvo las excepciones establecidas en
otras Leyes”.(Resaltado nuestro)”
Del contenido de la norma transcrita, se observa que no se condiciona la idoneidad
del precio de la oferta a su monto, es decir si es el más bajo; sino se exige que sea
“justo y razonable”, salvo las excepciones establecidas en “otras leyes”.
Dentro de esa referencia debe entenderse incluida, en primer lugar, la LCP, que es la
ley especial en la materia, de modo que la idoneidad del precio en los términos en los
que lo prevé la normativa de control fiscal, deberá determinarse según lo previsto en
la LCP.
La LCP no contiene disposición alguna que otorgue preeminencia al precio de la
oferta como criterio fundamental para el otorgamiento de la adjudicación; antes bien,
todas las normas que se refieren a la evaluación de las ofertas, exigen que el ente
contratante adecue su actuación a los criterios establecidos en los pliegos de
condiciones.
De modo que el carácter “justo y razonable” de la oferta, si bien está vinculado al
monto de la oferta, no necesariamente exige que el ente contratante deba escoger la
oferta más baja, pues debe igualmente examinar que dicha propuesta cumpla con los
demás requerimientos exigidos para el fiel cumplimiento del contrato. No siempre la
oferta más económica satisface las necesidades del ente contratante, pues puede
suceder que una propuesta con esas características, presente condiciones técnicas y
financieras más desfavorables para el ente contratante.
Lo anterior no impide que el ente contratante pueda apreciar conforme a lo
establecido en la LOCGR, los valores económicos de la oferta, para rechazarla por
considerar que su precio no guarda un margen razonable o justo a la actividad que se
desea contratar. Lo que se quiere advertir es que la disposición consagrada en el
artículo 38, numeral 4 de la LOCGR, no impone al ente contratante la obligación de
escoger la oferta que presente el precio más económico
En esta fase, se insiste, solo podrán aplicarse los criterios establecidos en el pliego de
condiciones, en la forma que indiquen esos instrumentos jurídicos.
Las Comisiones de Contrataciones son los órganos que, dentro del ente contratante,
ejercen funciones asesoras y que fueron creados para que colaboren con éste en la
dirección, coordinación y sustanciación de los procedimientos de selección de
contratistas. Se trata de órganos colaboradores –pues simplemente coadyuvan a
llevar a término el procedimiento- que recomiendan a la máxima autoridad del órgano
o ente contratante las decisiones a tomar en los procedimientos de selección.
La Ley de Contrataciones Públicas establece que en todos los sujetos regidos por su
ámbito de aplicación “debe constituirse una o varias Comisiones de Contrataciones,
atendiendo a la cantidad y complejidad de las obras a ejecutar, la adquisición de
bienes y la prestación de servicios”. De modo que es obligatorio que cada ente
contratante cuente con al menos una Comisión de Contrataciones –sin perjuicio de
que se creen Comisiones adicionales- que ejecute su función asesora y de
sustanciación de los procedimientos de selección.
Las Comisiones de Contratación están integradas por número impar de miembros
principales, que cuentan con sus respectivos suplentes. Dichos integrantes deben ser
de calificada competencia profesional y reconocida honestidad y son “designados por
la máxima autoridad del órgano o ente contratante de forma temporal o
permanente, preferentemente entre sus empleados o funcionarios” (énfasis
añadido). Es, además, menester que su integración represente las áreas jurídica,
técnica y económico-financiera del órgano o ente contratante
Conforme a esa regulación, cada ente debe designar –por medio de su máxima
autoridad- su propia Comisión de Contrataciones, la cual debe estar integrada
preferiblemente por sujetos –indeterminados- que ejerzan funciones dentro del ente.
La finalidad es que la Comisión, con las decisiones tomadas por mayoría de sus
miembros que representan cada una de las áreas de acción del ente –financiera,
jurídica y legal- recomiende a la máxima autoridad la opción más idónea para
contratar. Resulta evidente que, de acuerdo la regulación contenida en la Ley de
Contrataciones, las comisiones de contrataciones –sea una o varias- son propias de
cada ente u órgano contratante y realizan sus funciones de sustanciación en los
procedimientos para los contratos de los órganos para las cuales funcionan.
La circunstancia de que las Comisiones de Contratación sólo pueden ejecutar sus
competencias como órganos asesores, dentro del órgano o ente contratante para el
cual fueron designados, se ratifica en la previsión –novedosa- de la Ley de
Contrataciones Públicas que establece que los miembros de la Comisión “serán
solidariamente responsables con la máxima autoridad, por las recomendaciones que
se presenten y sean aprobadas”.
Evidentemente, la interpretación de esa norma deriva en que las Comisiones de
Contratación sólo actúan como asesores para la máxima autoridad del ente que los
designó y sólo para las contrataciones de ese ente, lo que excluye la posibilidad
conforme a la cual la Comisión de un ente preste sus funciones asesoras u otro, o bien
la circunstancia de que un ente mantenga Comisiones de Contratación con otro ente
distinto al contratante.
Interpretación de los plazos de manifestación de voluntad y de ofertar
(art. 67)
Desde la primera Ley de Licitaciones del año 1990 todos los instrumentos normativos
que han regulado las contrataciones públicas venezolanas han repetido la misma
norma referente el acceso al expedienteadministrativo.
Hoy en día, esa norma, que tiene casi 30 años de inalterable vigencia, se encuentra en
el artículo 20 del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Contrataciones
Públicas, el cual establece que “Culminada la selección del contratista, los oferentes
tendrán derecho a solicitar la revisión del expediente y requerir copia certificada de
cualquier documento en el contenido. Se exceptúan de lo dispuesto en este artículo,
los documentos del expediente declarados reservados o confidenciales conforme a la
Ley que regula los procedimientos administrativos”.
En tal sentido, es necesario analizar si la referida norma es cónsona con los principios
rectores previstos en el artículo 2 de la Ley de Contrataciones Públicas, en particular
con los principios de transparencia y publicidad.