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La modernidad se convirtió en un método muy importante para la

Iglesia, puesto que insistió en el encuentro con Dios, sobre todo en la vida
religiosa, por lo que aquí influyó la cultura y el conocimiento de ciencia que
cada pensador decía, con lo cual se presentaron dos posturas, las cuales
dividieron el pensamiento, sobre todo en quienes aceptaban las reformas de la
Iglesia, y custodiaban las tradiciones, conocidos como los conservadores, y
aquellos que se revelaban y buscaban el conocimiento más trascendental,
sobre todo en lo concerniente a buscar la razón, conocidos como los liberales,
en la historia.
Hubo un pontificado muy importante, sobre todo en el ámbito de lo
doctrinal, que buscó rescatar y afianzar la estructura de la revelación, porque
trabajó incansablemente en establecer un diálogo constante y efectivo entre la
postura católica, y los pensadores, no solo filosóficos, sino de otras corrientes;
sin embargo, la Iglesia fue atacada de feroz manera, porque se le atribuían
ciertas cosas, dentro de las cuales se pueden mencionar, qué se le atribuye el
vigilar diferentes posturas de pensamiento en instituciones, sobre todo
educativas, y esto durante el pontificado de Pío X, no fue muy bien aceptado.
Muchos de los pensadores se rebelaron contra esta situación, mediante
los escritos de algunas obras liberales, las cuales buscaban emancipar al
hombre de las creencias y prejuicios religiosos, siguiendo los principios de la
ilustración, argumentando en contra de algunas de las tradiciones de la Iglesia,
cómo son la devoción a las reliquias, por poner un ejemplo; otra de las
posturas rechazadas por los liberales fue el reconocimiento de la autoridad del
Santo Padre, porque se consideraba como autoridad solo a Dios, excluyendo
toda institución humana y reconociendo como válida la Sagrada Escritura.
Una de las exigencias del pensamiento liberal fue instrumentalizar el
estudio de las Sagradas Escrituras, el experimentar a Dios, no solo
argumentarlo exegéticamente, y demostrar la falacia que representaba la
iglesia no solo como institución sino también como criterio de verdad, puesto
que la iglesia se amparaba mediante el aspecto de la infalibilidad del santo
padre en cuestiones de dogma y moral, excluyendo y anatematizando a quién
se opusiera a pensar lo mismo. La Iglesia no se quedó atrás, y mediante
documentos de índole papal, buscaron por todos los medios refutar estas
posturas, pero fue condenando.
Fue en este proceso de proteger la doctrina católica en los lugares de
formación universitaria, y en los seminarios comenzó a existir una censura,
varios de los autores considerados como modernos fueron suprimidos o
enseñanza fue limitada, y tal es el caso de Immanuel Kant, que fue excluido de
muchas de las universidades, donde su doctrina hacía mucho bien a los
estudiantes, sobre todo por ser muy reflexiva, y crítica, en el sentido más
noble

Y entonces se buscaba con esto purificar el pensamiento, para que todo


aquello que atacar a la doctrina católica fuera rechazado y considerado como
algo no válido o faltó de sentido, lo cual detonó en una dirección marcada
entre católicos conservadores y católicos liberales y esto era palpable
mediante el pensamiento, porque un católico conservador, tenía las bases bien
estructuradas, pero sin embargo era de los que buscaban una permanencia
constante de las tradiciones tridentinas, frente a otros que se declaraban
ampliamente ateos y criticaban principios doctrinales, normativos y morales.
Fue así que muchos pensadores optaron por mirar a la Iglesia con recelo
y precaución, considerándola como alguien que se opone al desarrollo
crecimiento y el esparcimiento de la idea liberal, pero a la Iglesia no le vino
muy bien está postura, y así comenzó a fraguarse una las teorías de
conspiración en contra de la doctrina y la estructura eclesiástica se comenzó a
circular una manifestación del pensamiento católico, la cual buscaba castigar a
quien no aceptará como válidas todas las posturas de la Iglesia, dando paso así
a la corriente de pensamiento, que se refiere a la fundamentación de la fe.
Cómo Francia fue la madre de este pensamiento, en cuanto que ahí
nació y se constituyó como doctrina, que muchos hasta el día de hoy siguen,
hubo grandes problemas en lo concerniente a la investigación de las sagradas
escrituras, porque muchos pensadores buscaban compararla con
experimentación científica, argumentando que esta sí puede ser comprobada
de forma natural, dando así pasó a un culto o religión naturalista, qué buscaba
manifestar como válido y sólido aquello que los sentidos podían comprobar y
excluyendo toda idea de trascendentalidad, y así borrando del mapa la
teología.
Pero también fue en ese tiempo que las historias sobre Jesús
comenzaron a tomar gran importancia, pues muchos autores pese a que otros
consideraban la religión como algo ficticio buscaron expresar la vida de Jesús
como un cuento, una novela, o un texto de investigación, sometiendo el texto a
sus propias reglas de investigación, y dando un resultado que pueda convencer
a todos aquellos que buscaban la verdad, asumiendo como válido lo que Jesús
había enseñado, pero excluyendo toda aquella postura que no se pusiera de
acuerdo con aquello que se expusiera, aquí se cruzaron hombres como
Newman.

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