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Da

Silva Mello, Walter Hugo

El trabajo docente en tiempos de pandemia,


educación remota y desigualdad educativa:
percepciones, discursos y prácticas de los y
las profesores/as de escuelas secundarias
de Florencio Varela en el año 2020

Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciado en


Sociología

Directora: Di Piero, Emilia

Da Silva Mello, W. (2021). El trabajo docente en tiempos de pandemia, educación remota y


desigualdad educativa: percepciones, discursos y prácticas de los y las profesores/as de
escuelas secundarias de Florencio Varela en el año 2020. Tesis de grado. Universidad
Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria
Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.2048/te.2048.pdf

Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA

TRABAJO FINAL

El trabajo docente en tiempos de pandemia, educación remota


y desigualdad educativa: percepciones, discursos y prácticas
de los y las profesores/as de escuelas secundarias de Florencio
Varela en el año 2020

Alumno: Walter Hugo Da Silva Mello


Legajo: 55108/4
Correo electrónico: dsmellowalter@gmail.com
Directora: Emilia Di Piero
Fecha: Mayo 2021

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Resumen

El presente trabajo se desarrolló en el marco de la pandemia desatada por la presencia

del COVID-19 en nuestro país. En este contexto, el Ministerio de Educación de la

Nación, junto con las distintas carteras educativas provinciales y la Ciudad Autónoma

de Buenos Aires, a través del Consejo Federal de Educación coordinó la

implementación de la educación remota en todos los niveles educativos. Teniendo en

cuenta esta apuesta a la implementación de una suerte de “virtualización forzosa” (Di

Piero y Miño Chiappino, 2020 A) en un contexto de desigualdad educativa, la presente

tesina se propone analizar las percepciones, discursos y prácticas de los y las

profesores/as de escuelas secundarias de la ciudad de Florencio Varela en el año 2020

en torno a su trabajo.

En primer término, el trabajo desarrolla un recorrido sociohistórico sobre los primeros

profesores del nivel secundario, deteniéndose en las luchas por el monopolio de la

enseñanza en dicho nivel y en las teorías sobre la formación de los/as docentes. En el

mismo sentido, se despliega un recorrido sociohistórico por las distintas

transformaciones que atravesaron al nivel secundario y a su cuerpo docente. Por otra

parte, se presentan estudios académicos recientes que toman como objeto de estudio a la

escuela secundaria y a sus actores, el lugar que desempeñan las TIC en la educación y el

impacto del Plan Conectar Igualdad. También se sistematizan estudios recientes sobre el

trabajo docente durante la pandemia en nuestro país. Por último, se desarrollan algunas

reflexiones a partir de un trabajo cualitativo basado en entrevistas realizadas de modo

remoto a profesores/as de escuelas secundarias de gestión estatal de la ciudad de

Florencio Varela.

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Palabras claves: Educación secundaria – Profesores/as secundarios- COVID-19-

Educación remota- TIC- Teletrabajo docente-Formación docente

3
Índice

Introducción……………………………………………………………………………...6

Metodología……………………………………………………………………………...8

Características poblacionales de Florencio Varela……………………………………....9

Estructura del trabajo Final……………………………………………………………..10

Capítulo 1: Formación docente y orígenes del nivel secundario…………………….....13

Los primeros profesores del nivel……………………………………………………....15

Los primeros institutos formadores de profesores…………………………………...…20

La lucha por el monopolio de la enseñanza secundaria………………………………...21

La formación docente y las teorías pedagógicas…………………………………….....22

Crisis y desigualdad del sistema educativo en los ´80………………………………....25

Nuevas propuestas de formación y trabajo docente en los ´80………………………...26

Reconversión docente en los ´90……………………………………………………....27

La educación secundaria con inclusión social…………………………………………30

Capítulo 2: Estudios sobre el trabajo docente en el nivel secundario………………...34

¿Profesión u oficio?.......................................................................................................43

La relación de los docentes con las TIC……………………………………………...47

Estudios recientes sobre la situación del trabajo docente durante el


ASPO………………………………………………………………………………...54

Capítulo 3: Las entrevistas…………………………………………………………..63

Percepciones, discursos y prácticas docentes……………………………………….64

El tiempo laboral extendido: la sensación de “conexión permanente”……………...65

Obstáculos en el teletrabajo docente en pandemia………………………………….67

Reconfiguraciones del trabajo docente……………………………………………..74

4
Entre el agotamiento, la improvisación y los vínculos: el trabajo docente en
pandemia……………………………………………………………………………81

Conclusiones………………………………………………………………………..85

Bibliografía…………………………………………………………........................92

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El trabajo docente en tiempos de pandemia, educación remota y desigualdad
educativa: percepciones, discursos y prácticas de los y las profesores/as de escuelas
secundarias de Florencio Varela en el año 2020

Introducción

Ante la aparición en nuestro país de los primeros casos de personas enfermas a causa de

COVID-19, el 16 de marzo del año 2020 el Ministerio de Educación de la Nación

estableció, en acuerdo con el Consejo Federal de Educación y en coordinación con

todos los organismos competentes, la Resolución 108/2020 que consistió en la

suspensión del dictado de clases presenciales en los niveles inicial, primario, secundario

en todas sus modalidades e institutos de educación superior por el tiempo de 14 días. En

sintonía con dicha resolución, la Dirección General de Cultura y Educación de la

provincia de Buenos Aires -en adelante, DGCyE-, también emitió la resolución 554/20

que suspendía las clases presenciales por el mismo plazo de tiempo. Al mismo tiempo,

se dio inicio a un Plan Nacional de educación a distancia denominado “Seguimos

Educando”. En ese sentido, ambas resoluciones coinciden en indicar que las

instituciones educativas tienen que establecer canales de comunicación que faciliten el

seguimiento de las actividades de enseñanza propuestas por las autoridades educativas

nacionales y jurisdiccionales, que estarán disponibles para su aplicación en distintos

soportes, a los efectos de acompañar la vinculación entre los equipos docentes,

estudiantes, familias y la comunidad. En tanto, desde la DGCyE de la Provincia de

Buenos Aires también se aseguró la continuidad pedagógica mediante la entrega de

cuadernillos con actividades a todos los y las estudiantes, pero particularmente a

aquellos que carecían de conectividad en sus hogares. Por otro lado, también se dio

origen al portal de educación “Continuemos estudiando”

(https://continuemosestudiando.abc.gob.ar): en este sitio se propusieron actividades por

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año y áreas disciplinarias destinadas para que los y las docentes trabajen según las

distintas áreas.

A raíz del aumento de los enfermos por COVID-19, el Aislamiento Social, Preventivo

y Obligatorio –ASPO- continuó y por ende la suspensión de las clases también. De

modo que la medida original sobre la “continuidad pedagógica” en 14 días de clases

virtuales y a distancia continúa vigente hasta el cierre del ciclo lectivo 2020, tiempo en

el que realizamos nuestro trabajo y aún no hay certezas sobre cuándo comenzarán las

clases presenciales y de qué modo se irán implementando.

De ese modo, interrumpidas las clases presenciales, las escuelas, a través de sus equipos

de directivos y de docentes, se vieron en la necesidad de implementar canales de

comunicación por fuera de la vía institucional tradicional con el fin de comunicar

normativas provenientes de DGCyE y, sobre todo, de parte de la escuela hacia la

comunidad educativa, en pos de sostener la continuidad pedagógica con los y las

estudiantes. Es así, que el uso de las TIC se convirtió en el medio preponderante para

llevar adelante las prácticas de enseñanza y bajo la cual se fueron desarrollando

distintos tipos de estrategias de vinculación.

En este marco contextual inédito en el que se desplegaron algunas investigaciones de

carácter exploratorio, el presente trabajo se propone analizar los modos en que se

produjo la reconfiguración del rol de los y las profesores/as de las escuelas secundarias

de gestión estatal de la ciudad de Florencio Varela, a partir de la clausura preventiva de

la vida pública en los establecimientos educativos a raíz de la pandemia. En ese

sentido, exploramos las percepciones, discursos y prácticas que construyeron los/as

profesores/as a partir de la apuesta a una “virtualización forzosa” (Di Piero y Miño

Chiappino, 2020 A), entre los meses de marzo y noviembre del año 2020.

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De ese modo, las preguntas que planteó esta investigación fueron: ¿cuáles fueron las

percepciones, discursos y reflexiones de las y los docentes ante la reconfiguración de su

trabajo debido al impulso de prácticas educativas virtuales en el contexto de la

cuarentena sanitaria? ¿Cómo se reconfiguraron las prácticas de trabajo docente? ¿Cómo

se desenvolvieron en el uso de las TIC, qué condicionamientos u obstáculos debieron

afrontar para sobrellevar sus tareas? ¿Qué reflexiones desarrollaron sobre los usos de las

TIC y las formas de vinculación con los alumnos y alumnas? ¿Qué estrategias

elaboraron para desarrollar sus clases?

Metodología

El trabajo se enmarcó en una investigación de tipo cualitativo. Desde dicho enfoque se

buscó, como sostiene Ruth Sautu (2003), acceder al nudo central, es decir a los

elementos claves de la realidad estudiada. En base a esto se trabajó con un muestreo no

probabilístico, a partir del uso del muestreo estratégico o intencional, con lo cual se

procedió a la selección de profesores y profesoras que estén en actividad, dando clases

virtuales a estudiantes del nivel secundario de distintos años y modalidades de escuelas

secundarias de gestión estatal de Florencio Varela en el año 2020 y que constituyan

casos significativos en relación con dicho grupo social.

A partir de la selección de una unidad de análisis conformada por profesores y

profesoras, se realizaron entrevistas virtuales en profundidad. Con la utilización de

dicha técnica se pretendió, como sostiene Miguel Valles (1999) acceder, a través de las

palabras y enfoques de los entrevistados, a la obtención de información pertinente y

profunda para nuestra investigación. En la misma línea, Ruth Sautu (2003) sostiene que

con los métodos cualitativos y sus técnicas, los agentes sociales ocupan el centro de la

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escena de investigación, al hacer foco en sus percepciones, ideas emociones e

interpretaciones.

En relación con el uso de dicha técnica metodológica, se realizaron diez entrevistas en

profundidad de manera virtual a profesores y profesoras que se desempeñen como tales

en escuelas secundarias de gestión estatal de la zona céntrica y periférica de la ciudad de

Florencio Varela en el transcurso del año 2020 y en el contexto del ASPO.

Características poblacionales de Florencio Varela

La ciudad de Florencio Varela forma parte del Área Metropolitana de Buenos Aires –

AMBA- que comprende a la Ciudad de Buenos Aires –CABA- y 24 partidos del

conurbano bonaerense. Asimismo, la ciudad forma parte del segundo cordón cercano a

CABA. Limita al norte con los partidos de Quilmes y Almirante Brown, al Sur con el

partido de La Plata, al Este con el partido de Berazategui y al Oeste con los partidos de

Presidente Perón, Almirante Brown y San Vicente. Las localidades que componen el

partido son: Bosques, Estanislao Severo Zeballos, San Juan Bautista, Gobernador Julio

A. Costa, Ingeniero Juan Allan, Villa Brown, Villa San Luis, Villa Santa Rosa, Villa

Vatteone y La Capilla.

De acuerdo al último censo de población del año 2010, la ciudad cuenta con 426.005

habitantes. Por otro lado, con respecto a NBI el mismo Censo de Población arrojó que

de un total de 113.135 hogares, están conectados a la red pública de cloacas 30.734

hogares, mientras que el resto de los hogares, 82.401, carece de dicho servicio público.

En cuanto a la cantidad de población de 3 años y más que habitan viviendas

particulares y poseen y utilizan computadora, para el mismo año 2010, de un total de

395.335 viviendas particulares, 182.407 viviendas poseen dicho recurso tecnológico,

mientras los que no poseen computadoras son 212.928 viviendas.

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Con respecto a los establecimientos educativos de nivel medio, en Florencio Varela hay

setenta y una escuelas secundarias de gestión estatal de 1° a 6° año. Cuatro pertenecen a

la modalidad técnica y una a la modalidad agraria, ambas con siete -7- años de duración.

De acuerdo al Censo Provincial de Matricula 2017 que realizó la Provincia de Buenos

Aires, la ciudad de Florencio Varela contaba hasta esa fecha con una matrícula escolar

de 112.481 estudiantes, de los cuales 77.970 correspondían a la gestión estatal y 30.875

a la secundaria de la misma gestión. Un dato a destacar es que 73.283 estudiantes

recibían algún servicio alimentario.

Con respecto al número de docentes que integran las escuelas secundarias del distrito

podemos decir que depende del tamaño del establecimiento, cursos y orientaciones que

ofrezca a la comunidad. Así, hay escuelas que tienen alrededor de 190 a 250 docentes

frente alumnos (como por ejemplo la secundaria N° 3, N°6, N°7, N°8, N°9, N°10 por

nombrar solo algunas), mientras que otras escuelas de menor tamaño, tanto en

infraestructura, cursos y orientaciones tienen una planta de 80 a 90 docentes. Otra

cuestión es que un buen número de ellos desempeñan sus cargos en más de una escuela.

Estructura del trabajo Final

En el capítulo número 1, nos introducimos en la génesis de la escuela secundaria, sobre

todo, de su cuerpo docente, es decir cómo fueron sus primeros profesores, de qué

ámbitos sociales y académicos provenían, y en la medida que la educación se fue

extendiendo, observar cuáles fueron las discusiones y conflictos que surgieron por la

legitimación de la enseñanza en el nivel secundario a medida que se iban agregando

nuevos competidores. También presentamos los enfoques teóricos que

independientemente de las distintas matrices históricas en que surgieron aún están

vigentes en la tarea pedagógica cotidiana. Por otro lado, se retoman las discusiones

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pedagógicas que se dieron durante la primavera democrática alfonsinista sobre qué

modelo de docente se debe formar en el contexto de la recuperación democrática y de

un sistema educativo a travesado por las desigualdades. También realizamos un breve

recorrido de la Ley Federal de Educación de inicios de los años 90 y su repercusión en

el trabajo docente y centros de formación. Por último analizamos la nueva Ley Nacional

de Educación del año 2006 y ponemos a consideración del lector/a algunas críticas

sobre su estructura curricular y organizacional que repercute según algunos

investigadores sobre la formación y tarea del docente secundario.

En este capítulo número 2 presentamos estudios que abordaron el trabajo docente en el

nivel secundario en nuestro país. Por una parte, recuperamos el trabajo de Felicitas

Acosta y su equipo, ya que problematizaron la complejidad de la construcción del

objeto de estudio – la escuela secundaria-. Las autoras sostienen, a partir de la

utilización del enfoque histórico comparado y sistémico, que la educación secundaria

como objeto de investigación surgió y se conformó en simultáneo con su constitución

como problema de política educativa. También presentamos un trabajo de Mariela

Arroyo y Julia Pérez Zorrilla en el recuperaron las investigaciones centradas en el

trabajo docente en la escuela secundaria durante los años 2005- 2015. Por otro lado,

sistematizamos distintas perspectivas sobre la actividad docente que ponen en discusión

si se trata de un oficio, una profesión o de trabajadores de la educación. También

introducimos investigaciones de Sebastián Benítez Larghi y su equipo para entender

cómo son los procesos de apropiación de las TIC y cómo se relacionaron los/as

docentes con ellas, a partir del Plan Conectar Igualdad. Por último, presentamos

investigaciones recientes sobre la educación remota en tiempos de pandemia: en este

eje abordamos los trabajos de Emilia Di Piero y Jéssica Miño Chiappino, tanto los

artículos que se centran en un estudio de las propuestas a nivel subnacional en contexto

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de desigualdad en dos momentos del año 2020 (2020 A y 2021) como el que analiza las

propuestas virtuales a nivel subnacional considerando los medios de acceso a las

plataformas (2020 B). En la misma línea, también presentamos un estudio de Analía

Inés Meo y Valeria Dabenigno en el que analizaron las percepciones del trabajo

remoto entre los/as docentes; y, para terminar, un estudio de Alejandra Cardini y equipo

en el que analizaron las respuestas provinciales y del Estado Nacional a partir de cinco

focos de intervención para dar continuidad a la educación en tiempos de COVID-19.

Con respecto al capítulo número 3, en él analizamos los hallazgos encontrados a partir

del trabajo de campo basado en entrevistas en profundidad realizadas a profesores/as de

escuelas del nivel secundario de gestión estatal de la ciudad de Florencio Varela entre

los meses de marzo y noviembre del año 2020.

Por último, en el cierre del trabajo final exponemos conclusiones acerca del trabajo de

campo.

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Capítulo 1: Formación docente y orígenes del nivel secundario

En este primer capítulo se aborda el contexto en el que surgió la escuela secundaria,

quiénes fueron sus primeros destinatarios y el tipo de educación que recibieron.

También se aborda la particularidad del plantel docente y la lucha por el monopolio de

la enseñanza en dicho nivel a partir de la aparición de un nuevo grupo de profesores

titulados que fueron surgiendo a medida que se fue ampliando el sistema educativo. Por

otro lado, se analiza la formación docente, sus tradiciones pedagógicas y cómo dicha

formación se fue resignificando en los distintos contextos sociohistóricos. También se

contextualizaron las discusiones que se dieron alrededor de la formación y la práctica

docente, tras la vuelta a la democracia en los años ´80. Por último, describimos algunas

de las consecuencias que provocaron en la educación secundaria en general y la

docencia en particular la Ley Federal de Educación de los años ´90 y qué implicancia

acarreó más adelante para la educación secundaria en el contexto del paradigma de “la

inclusión social” a partir de la nueva Ley Nacional de Educación del año 2006.

Según Tedesco (1970) la base de la escuela secundaria o nivel medio, fue instaurada en

1863 durante el gobierno de Mitre, mediante la creación del Colegio Nacional Buenos

Aires y sus réplicas en distintas capitales provinciales. La idea de expandir la educación

hacia las provincias se concebía en función de ampliar las bases sociales y políticas de

la élite gobernante (Tedesco, 1970).

Con el fin de acercar a las oligarquías provinciales dentro de la órbita bonaerense se las

participó de las funciones de gobierno pero no sin antes socializarlas dentro de la

cosmovisión de la élite gobernante: en función de dicha tarea, los colegios nacionales

adoptaron un currículum enciclopedista (Tedesco, 1970) y humanista (Dussel, 1997). La

estructura curricular de este enfoque incluía lengua y literatura, historia y geografía y

también disciplinas científicas, estas últimas con menor peso que las primeras. Hubo

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intentos por modernizar el currículum y diversificar la oferta de enseñanza. Uno de los

especialistas a quien se le encomendó tal misión fue el profesor francés Amadeo

Jacques, que tras su paso por el Colegio de Tucumán, fue convocado entre otros

profesores para diseñar un Plan de instrucción general y universitaria (Dussel, 1997).

Resulta interesante destacar cómo pensaba y obraba este profesor, pues más adelante se

verá cómo aún permanece vigente su prédica en los discursos de otros/as pedagogos/as

contemporáneos/as. En principio, Jacques consideró que la enseñanza sería

preparatoria para todas las dimensiones sociales y prácticas de la vida, conclusión que

lo llevó a invalidar la parcialización del conocimiento en función de tal o cual carrera.

Entre sus propuestas estuvo la idea de una educación secundaria de seis años para

aquellos estudiantes que quisieran realizar estudios universitarios, mientras que los que

optaran por especialidades profesionalizantes – minas, agrimensor, comercial, etc-

podrían seguir cursos acordes a su formación específica sin descuidar, por supuesto, la

formación humanística. Considerando esto último, el currículum estaría organizado en

asignaturas y especialidades vinculadas al desarrollo económico de cada región. Sin

embargo, la educación ligada al mundo del trabajo, a la apropiación de la destreza y al

conocimiento técnico no prosperó y el humanismo se mantuvo como única alternativa

para los jóvenes estudiantes de la élite; alternativa que se legitimó aún más, a partir de

una lectura particular del positivismo. Al respecto Inés Dussel en Currículum,

humanismo y democracia en la enseñanza media argentina 1860-1920 sostiene sobre

dicho enfoque:

“Se tomó de Spencer la pregunta "¿qué conocimiento es más valioso?", pero se la replanteó en

términos "humanitarios"; los alumnos debían ante todo ser personas completas, con el dominio

de todos los ramos. La formación integral de la que hablaba Spencer -en el fondo, más

vinculado a las presiones industrialistas y liberales que a los viejos humanistas-, se traducía a

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la argentina en una formación predominantemente intelectual. La resistencia a la

"especialización" englobaba tanto la oposición a la liberalización de las profesiones como la

incorporación del trabajo manual y de otras producciones culturales” (Dussel, 1997 p.29).

Volviendo a las propuestas de este profesor que educaba a los jóvenes de la élite, es

interesante destacar que en su rol de intelectual también teorizaba acerca de cuál

debería ser el objetivo de la enseñanza y cuál debería ser el rol del docente de su época.

A fin de ilustrar su pensamiento, recurrimos nuevamente al libro ya citado de Inés

Dussel :

“La cultura escolar, es la libertad de cátedra. Antes que un libro de texto, el profesor debía

guiarse con libertad por un programa detallado. El profesor es como un herrero que debe abrir

las puertas de la inteligencia de los alumnos: debe buscar la llave que funciona, en una y otra

explicación. Los profesores que sólo toman recitación de los libros, no cumplen esta

función.”(Dussel, 1997 p. 23)

Como se puede apreciar, la educación secundaria, enciclopedista y humanista que se

impartía en los colegios nacionales para un determinado sector social buscaba dos

objetivos al mismo tiempo: 1- cohesionar y socializar a los grupos oligárquicos de las

provincias bajo la dirección ideológica de la élite bonaerense; 2- proveer de cuadros

medios a la administración pública y preparar para la continuidad de los estudios

universitarios a los futuros cuadros superiores y la élite política (Braslavsky, 1987).

Los primeros profesores del nivel

De acuerdo con Pinkasz (1992), desde sus inicios los Colegios Nacionales tuvieron

como profesores a graduados universitarios; había un acuerdo tácito entre los sectores

de la élite acerca de que los docentes de la escuela preparatoria para la universidad

fueran solo los egresados de las universidades. Éstos docentes pertenecían al mismo

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estrato social que sus alumnos y en función de este lugar social también se los formaba.

Pinkasz sostiene que en aquella época ser egresado de profesiones liberales como

médico o abogado implicaba su pertenencia social e ideológica a la oligarquía.

En cuanto a sus nombramientos en los cargos docentes, generalmente se los otorgaba

por decretos políticos, por lo que la estabilidad no existía o en todo caso, dependía del

grado de fidelidad a una figura o camarilla política del momento. Ser profesor no

constituía una salida laboral, todo lo contrario, ello no era más que otra etapa en la

larga carrera de honores de la función pública (Birgin, 1999). El ejemplo de profesor a

seguir era el del profesor Amadeo Jacques, intelectual que como vimos, había sido

convocado por el gobierno para reformular la educación general.

Sin embargo, no podemos pensar a la educación como un campo aislado y ahistórico,

pues se fue desarrollando de acuerdo con los requerimientos de los determinados

estadios económicos, políticos y sociales en que se encontraba la sociedad. Para fines

del siglo XIX, Argentina ya estaba integrada al mercado mundial como país exportador

de materias primas, cuestión que trajo aparejado inevitables cambios en su estructura

demográfica, social y económica. Desde lo político y lo económico, la integración de

Argentina al mercado mundial implicó la tarea de lograr la integridad territorial,

construir y legitimar un poder político de alcance nacional y buscar consenso sobre las

reglas de sucesión presidencial. Resueltas estas importantes cuestiones para la

conformación del estado nacional, el estado oligárquico logró monopolizar el uso de

la violencia física y simbólica; edificar lazos de solidaridad más amplios y robustos con

y entre los actores locales, y construir sentimientos de legitimidad compartidos entre las

distintas élites regionales acerca del valor que merece la estructura institucional del

poder político y las reglas de sucesión que regularían la elección de los gobernantes

(Botana, 1986).

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Otro de los cambios que se produjo hacia fines del siglo XIX fue que comenzaron a

arribar importantes contingentes poblacionales de origen inmigrante, en su gran mayoría

proveniente del viejo continente europeo. Tal fue así que, para 1887, habían nacido en

Argentina 204.734 habitantes, mientras que los extranjeros recién llegados sumaban

alrededor de 228.641. Por cada 100 nacidos en este país había 112 extranjeros. En

conclusión, durante el periodo de 18 años, la población argentina representó un

crecimiento total de 128%, en tanto que la población extranjera registró el aumento del

160% (Panettieri, 1965). Con la llegada de nuevos habitantes de origen extranjero, los

importantes centros urbanos como la ciudad Capital del país o ciudades prósperas por

sus puertos como Rosario o Bahía Blanca se transformaron en espacios cosmopolitas,

en los que podía observarse la manifestación de diversas improntas culturales,

ideológicas y lingüísticas y, con la aparición de las primeras crisis económicas, las

primeras manifestaciones del descontento obrero (Panettieri, 1965; Romero, 2001). En

este contexto de grandes cambios, el estado oligárquico, en su afán por establecer el

control social y homogeneizar cultural y socialmente a los sectores populares, sentó las

bases que dieron origen a la institución educativa moderna. El gobierno de la élite

liberal fue asumiendo con idas y vueltas – en un escenario de conflicto con otras

instituciones y sectores sociales que se disputaron la enseñanza (Ley 1420)-, la potestad

de erigirse como un estado educador (Alliaud, 2007), pues con sus acciones normativas

fue configurando un sistema de enseñanza uniforme para todo el país. Con ello, la clase

gobernante logró la socialización de las nuevas generaciones dentro de los límites de su

horizonte ideológico y cultural; fue principalmente de esta manera que se buscó que

los sectores dominados internalizaran e hicieran propia una visión del mundo que poco

tenía que ver con sus realidades e intereses (Alliaud, 2007). Una idea que pretende

romper con esa visión lineal postula que si bien fue cierto que los grupos oligárquicos

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crearon la escuela con el fin de disciplinar a los sectores populares, no fue menos

cierto que la escuela fue vista por esos sectores sociales subalternos como una

herramienta de ascenso para mejorar sus vidas y en consecuencia trataron sacar

provecho de su existencia (Braslavsky, 1988). Para llevar a cabo la tarea educativa, el

gobierno creó un sistema de enseñanza centralizado y de alcance nacional que se fue

materializando con la conformación de un cuerpo magisterial (Tedesco, 1970; Birgin,

1999; Alliaud, 2007), que gozó de una doble legitimación: por un lado, gracias a las

credenciales oficiales que otorgaba el Estado y por el otro, como consecuencia de lo

primero, por el reconocimiento social que implicó la labor de educar por y para la

nación. Las instituciones educativas destinadas a la preparación de docentes fueron las

Escuelas Normales que nacieron en el marco del movimiento positivista (Braslavsky,

1988). La primera institución fue la Escuela Normal de la Ciudad de Paraná, Capital de

la provincia de Entre Ríos, creada en 1871. Con la creación de estas instituciones

educativas las escuelas primarias en plena expansión se dotaron de maestras

especializadas para la enseñanza. Anterior a esas casas de estudios, la educación en las

escuelas (que por cierto eran pocas), era llevada a cabo por personas con poca o nula

preparación y en la mayoría de los casos no satisfacían las condiciones mínimas para la

función que debían desempeñar (Tedesco, 1970). La tarea magisterial se transformó en

una profesión de estado (Birgin, 1999), el/la docente (eran en su gran mayoría mujeres),

se constituyó en la voz oficial de la cultura legítima y como tal tenía el derecho y la

obligación de impartirla entre sus estudiantes.

En cuanto a sus prácticas educativas, estaban enfocadas, por un lado, en las dimensiones

morales, los hábitos y las buenas costumbres y en los valores aceptables que deberían

tener los buenos ciudadanos; mientras que por el otro lado, se hacía foco en los

conocimientos básicos de lectoescritura, historia, geografía y operaciones aritméticas;

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pero estos saberes no eran más que los conocimientos mínimos que debían alcanzar

todos los/as estudiantes tras su paso por la escuela primaria (Alliaud, 2007).

La conformación oficial de este nuevo nivel de enseñanza puso en relieve la diferencia

que hacía la élite de gobierno con cada una de estas dos instituciones educativas, es

decir las Escuelas Normales y los Colegios Nacionales. Al respecto, Tedesco (1970),

preguntándose por qué después de más de una década no se mejoraban las condiciones

salariales de las maestras (lapso de tiempo en el que no se dejó de exigirles el título

habilitante), responde:

“Si hubiere que encontrar una causa que explique el desinterés por prestigiar la carrera de

magisterio, no cabe duda que se debió a la composición social de los aspirantes a la docencia,

reclutados en mayor medida que para los colegios nacionales, en los estratos medios – bajos de

la sociedad. (…). En primer término, hay que señalar que la carrera de magisterio no era

concebida como una etapa previa a los estudios superiores.

“…existía un deseo manifiesto por parte del gobierno en el sentido de impedir que los

normalistas prosiguieran luego otros estudios en lugar de dedicarse a la enseñanza y,

complementariamente, se percibe la presión, en especial de los egresados de las escuelas

normales de profesores para ingresar en la Universidad” (Tedesco, 1970, p. 149-150)

Como puede verse, la educación se bifurcaba en término de función y jerarquía social:

una para formar a la élite y extraer de ahí sus cuadros dirigentes, mientras que la otra

moldeaba docentes capaces de llevar a delante la tarea civilizatoria hacia todos los

lugares de la patria; sin descuidar claro, que se internalizaran los valores e ideales de

la clase gobernante. De acuerdo con Pinkasz (1992), para fines de siglo XIX y

principios del siglo XX se configuraron dos circuitos dominantes: el primero formado

por el circuito bachillerato – universidad y el segundo por el circuito normal- escuela

primaria. La idea que sobrevolaba alrededor de este campo de la educación que se

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estaba organizando era que había personal con una preparación específica para la labor

docente, era el caso de los que estaban en el circuito normal- primario; mientras que en

el otro circuito, el bachillerato- universitario, estaban los profesores que carecían de

dicha preparación específica, aunque sí poseían, sin embargo, la preparación

socialmente pertinente para ocupar dicho cargo: el título y el prestigio universitario

(Pinkasz, 1992).

Los primeros institutos formadores de profesores

De acuerdo con Pinkasz, en el transcurso de las primeras décadas del Siglo XX

surgieron tres ámbitos educativos destinados a la formación de profesores

especializados para el nivel secundario, que luego se fueron diferenciando de los

antiguos profesores universitarios que, cabe recordar, constituían el modelo de docente

vigente hasta ese entonces. Estos ámbitos fueron: 1- el Profesorado en Enseñanza

Secundaria Normal y Especial surgido en 1902 en la Facultad de Humanidades y

Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata; 2- el Seminario

Pedagógico de 1904, destinado a otorgar preparación pedagógica a los graduados

universitarios que desearán desempeñarse como Profesores Secundarios para la

Enseñanza Normal y Especial. Este espacio de formación paulatinamente fue aceptando

entre sus ingresantes a los bachilleres, mientras que inversamente el graduado

universitario fue concurriendo cada vez menos al Seminario Pedagógico. Acompañando

este proceso de cambio entre sus aspirantes, el Seminario modificó su idea original y se

convirtió en Instituto Nacional de Profesorado Secundario; 3- El profesorado en

Enseñanza Secundaria Normal y Especial que se implementó en 1907 en la Facultad de

Filosofía y Letras de la Universidad Buenos Aires. Según Pinkasz (1992), con la

creación de estos espacios formativos se dio lugar a un profesor que se autodenominó

Profesor Diplomado y, en virtud de este hecho, se fue configurando un nuevo sujeto

20
social diferente a los anteriores profesores tanto en su acreditación académica, como

en orígenes su procedencia social. Con la aparición de este nuevo grupo de diplomados

se abrió el conflicto por la hegemonía del campo de la enseñanza media (Pinkasz,

1992).

La lucha por el monopolio de la enseñanza secundaria

La lucha por el monopolio de la enseñanza en el nivel medio comenzó desde el

momento en que un nuevo grupo de profesores reclamó el lugar para el cual se había

formado, pero que estaba siendo ocupado por personas que no tenían un título

profesional que los avalara. De acuerdo con Pinkasz (1992) debajo de este conflicto

ocupacional hubo un conflicto de naturaleza social, un conflicto de poder que tuvo

correlato con la aparición de la clase media, que a la vez fue formando parte cada vez

mayor de la expansión de la escuela secundaria (Pinkasz, 1992). En base a la distinción

analítica que realiza Bourdieu (2011) sobre los Estados del Capital Cultural1, Pinkasz

busca dar cuenta del origen social de este nuevo grupo social formulando una hipótesis

que la argumenta de la siguiente manera:

“Lo que está en juego es el conflicto entre dos “estados” de capital cultural diferentes. En

efecto, el diploma es un capital cultural es estado “institucionalizado” que no existía como tal y

por lo tanto no era requisito para el ejercicio legítimo de la ocupación de profesor de escuela

secundaria (…). En este modelo alcanzaba con la posesión del capital cultural en estado

“incorporado”, al que se accedía por pertenecer a la clase política argentina. En rigor, la

posesión de un tipo de capital incorporado era el requisito principal para la ocupación del

cargo de profesor secundario. En este sentido puede pensarse que el diploma universitario

funcionaba en el campo de la escuela media como un capital en estado “institucionalizado”

1 De acuerdo con Pierre Bourdieu el capital cultural puede existir bajo tres formas: en estado incorporado,
es decir como disposiciones durables del organismo; en estado objetivado, como bienes culturales
concretos y abstractos y por último en estado institucionalizado, es decir bajo la forma de títulos escolares
(Pierre Bourdieu, 2011).

21
que, a diferencia de su valor en el campo de la profesión específica para la que el titulo habilita

– medicina o derecho-, legitimaba el capital en estado “incorporado” que se consideraba

indispensable para el ejercicio de la docencia en un nivel medio de características elitistas.”

(Pinkasz, 1992 p. 67).

Como se puede ver, con la aparición de un grupo de docentes diplomados, la lucha

dentro del campo de la enseñanza giró alrededor de una nueva legitimidad que ya no

dependía del origen de clase. Por otro lado, no hay que perder de vista que

paralelamente a ese conflicto, también se debatía qué tipo de formación tendrían los/as

docentes, qué relación habría entre el conocimiento científico y la formación docente,

cómo se vincularían la didáctica y el conocimiento específico de la disciplina; en fin,

cuál sería el rol del profesor en el nuevo escenario que se estaba delineando a partir de

la estructuración del sistema y la entrada de mayor número de población estudiantil a las

aulas (Birgin, 1999). La solución fue que: los nuevos profesores en tanto productos de

los institutos serían los encargados de vulgarizar y difundir el conocimiento científico

entre sus estudiantes, mientras que la construcción y el circuito del verdadero saber

estarían fuera de los lugares de formación docente, más precisamente en las

universidades (Birgin, 1999).

La formación docente y las teorías pedagógicas

La práctica de la enseñanza, la forma de educar y de construir conocimiento responde a

determinadas tradiciones que María Cristina Davini (2010), define como

configuraciones de pensamientos y de acciones, que se construyen históricamente y que

al institucionalizarse se incorporan en las conciencias y las prácticas de los sujetos. Las

particularidades de las tradiciones son que, más allá del momento histórico en que

fueron originadas, perduran a través del tiempo en las organizaciones escolares, en el

currículum y en las prácticas cotidianas en la que se perciben y construyen los sujetos.

22
En lo que respecta al campo de la formación específica de los/as maestros/as y

profesores/as, es posible distinguir durante esa época, en el marco de la filosofía

positivista como eje referencial, dos tradiciones que desde el principio se oponen: una es

la tradición normalizadora –disciplinadora, mientras que la otra es la tradición

académica. La tradición normalizadora-disciplinadora estuvo en el origen de la

formación de los docentes normalistas que desde el último cuarto de siglo venían

desarrollando su actividad educadora y civilizadora en las escuelas primarias, está

tradición además de normalizar el comportamiento de los niños y las familias también

constituyó un mandato social que atravesó toda la lógica de formación y de trabajo

pedagógico de los/as docentes, María C. Davini (2010) sostiene que actualmente esta

tradición perdura en el discurso prescriptivo, pues indica todo lo que el docente debe

ser hacia dentro de la escuela y fuera de ella. Tan fuerte ha sido dicha tradición que de

algún modo ayudó a construir un modelo de maestra vinculado a la idea de apóstol de

la educación cuya misión social era la de convertir a los hombres en ciudadanos para

de salvarlos de la barbarie (Alliaud, 2007), esa figura de apóstol, paradójicamente

contribuyó según María C. Davini, a debilitar las propuestas de desarrollo socio

profesional y laboral de la docencia (Davini, 2010; Alliaud, 2007).

Por otro lado, la Tradición Académica se distancia de la anterior tradición en dos

cuestiones básicas: 1- considera fundamental en la formación y práctica de los docentes

que conozcan sólidamente la materia que enseñan; 2- mientras que por otro lado, se

desdeña la formación pedagógica por considerarla un obstáculo en la formación

docente. En nuestro país esta tradición se manifestó en la enseñanza universitaria que,

como vimos, hasta las primeras décadas del siglo XX tenía el monopolio de la

formación de los profesores para la enseñanza media de los Colegios Nacionales. En

tanto producto influenciado por la racionalidad positivista, actualmente esta tradición

23
sigue manteniendo que el conocimiento pedagógico es superfluo, mientras cree en la

neutralidad de la ciencia (Davini, 2010). Por otro lado, la tradición académica vuelve a

tomar preponderancia alrededor de los debates sobre determinados temas como: el

vaciamiento de contenidos en la escuela y el atraso de los saberes socialmente

significativos. Desde esos cuestionamientos formativos, y sobre todo después de que la

última dictadura militar sometiera a la escuela y a la formación docente a un férreo

control ideológico, dicha tradición fue construyendo un discurso con intenciones de

hegemonizar la formación de los/as docentes de todos los niveles, además de los de la

escuela media.

Después de mediados del siglo XX, en los años´60 en el contexto de la

transnacionalización de la economía que implicó la subordinación de los capitales

locales a empresas con casas matrices en el exterior, comenzó a difundirse y

profundizarse el paradigma desarrollista modernizante o técnico racional (O´Donnel,

1996). En ese momento histórico se encuadró la Tradición Eficientista, y consistió en

colocar al sistema educativo en general y a la formación docente en particular al

servicio del despegue económico (Birgin, 1999). En ese contexto socio histórico la

educación fue sinónimo de inversión y creación de recursos humanos (Tedesco, 1987),

o “capital humano”. Como si fuera el taller de una gran fábrica, se aplicó el enfoque

taylorista al interior del sistema educativo (Apple, 1987): el resultado fue que se obtuvo

la división técnica del trabajo escolar que consistió en diversificar el trabajo entre

planificadores, supervisores y orientadores educacionales; mientras que la función del

docente fue acotada solamente a la actividad de enseñanza (Birgin, Braslavsky,

Duschatzky, 1992). De acuerdo con María C. Davini (2010) el currículum fue

construido y pensado por sujetos ajenos al proceso de enseñanza con el objeto de

conseguir el control social. Dentro de la tecnificación de la enseñanza, el docente fue

24
considerado un técnico más y su labor consistió, de aquí en más, en llevar a la práctica y

de forma sencilla el currículum prescripto por otros sujetos ajenos al aula (Birgin,

1999). También en ese momento se dio inicio a políticas de perfeccionamiento docente

que consistieron en “bajar” a la escuela paquetes estandarizados o documentos

instructivos hechos por especialistas, paquetes que los docentes deben ejecutar (Davini,

2010). Por último, resta decir que durante la expansión de esta tradición se terminó de

consolidar la separación entre la concepción y práctica de la enseñanza, por un lado, y

del sistema de control burocrático sobre la escuela, por otro.

Crisis y desigualdad del sistema educativo en los años ´80

Entre sus legados, la dictadura dejó un sistema educativo caótico y sin mucho de valor

que ofrecer para estudiantes y profesores/as (Puiggros, 2013). Con la apertura

democrática y a poco tiempo de asumir, el gobierno de Alfonsín convocó al conjunto

de las fuerzas políticas y sociales para que debatieran a través del Congreso Pedagógico

de 1984 qué rumbo debería tomar la educación nacional.

Durante esos años, Cecilia Braslavsky (1985), en La Discriminación Educativa en

Argentina llega a la conclusión, luego de investigar el nivel primario y el secundario,

que el sistema educativo se encontraba segmentado y desarticulado. Según la Cecilia

Braslavsky, la escuela distribuye de forma socialmente desigual entre su población las

habilidades instrumentales y el conocimiento científico. De acuerdo con su

investigación, el sistema de educación formal ofrece peores condiciones para la

adquisición de dichas habilidades y conocimientos a aquellos segmentos sociales cuya

vida por fuera de la escuela están guiadas por la obligación laboral o por el

empobrecimiento de la vida familiar, ámbito en el que transcurre su socialización,

mientras que no ocurre lo mismo con aquellos segmentos sociales que por fuera de la

25
vida escolar tienen la posibilidad de seguir ampliando su universo cultural (Braslavsky,

1985).

Nuevas propuestas de formación y trabajo docente en los ´80

En esa década bajo los efectos de la segmentación y desarticulación de la educación en

Argentina se produjo, como en toda América Latina, una redefinición acerca del papel

del docente y de las distintas estrategias que debían darse los gobiernos para su

formación. Tal es así que, en el marco de la crisis de los sistemas educativos heredados

y del proceso de transición democrática, se inició un camino de búsqueda con el objeto

de romper la hegemonía discursiva y fáctica de los modelos tecnocráticos (Birgin,

Braslavsky y Duschatzky, 1992). Dicha búsqueda se estructuró alrededor de dos

modelos: el histórico-culturalista (también denominado pedagogía de los contenidos) y

el hermenéutico –participativo. Estos modelos incluyeron discusiones acerca de qué tipo

de formación y prácticas eran necesarias para la tarea de enseñar, qué conocimientos

relevantes deberían impartirse en las aulas y, por último, en qué lugar pedagógico

político se ubicaría el docente y cómo definiría su labor de enseñante (Davini, 2010).

Revisando ambas propuestas podemos mencionar dos cuestiones.

Por una parte, que el primero de los modelos, el histórico –cultural o crítico- social de

los contenidos, propone enseñar contenidos significativos que permitan la

transformación social. Desde este lugar el docente se asume como mediador entre el

material formativo y los alumnos. Su labor consiste en poner sobre contexto de modo

crítico los contenidos, las prácticas sociales y la enseñanza.

Por otra parte, el segundo modelo, el hermenéutico- participativo, propone modificar

las relaciones de poder en la escuela y en el aula, desnaturalizar los rituales

institucionales de la enseñanza y del trabajo docente. Este enfoque apunta a que el

26
docente revea sus prácticas escolares, aprenda a pensar por sí mismo, cuestione el

verticalismo y las formas ocultas en que aparece la discriminación a fin de combatirlas.

Reconversión docente en los ´90

Aún sin solucionar la crisis en que se encontraba el sistema educativo en general y el

nivel medio en particular, durante los años ´90 comenzaron a redefinirse las relaciones

de poder entre actores sociales en beneficio de aquellos que pregonaban la libertad de

mercado a ultranza, así se fue configurando el desmantelamiento de las funciones

interventoras del Estado para que no interfiriera en el proceso de las privatizaciones y

ajuste estructural de la economía y la redefinición de lo social. Para graficar esa década

que se embarcaba en un plan de reformas económicas y sociales que se llamó

neoliberalismo, nos parece pertinente citar a Carlos Vilas quien, en relación con este

tema, reflexiona lo siguiente:

“El paso de la gestión estatal a la privatización, o del universalismo a la focalización obedece

ante todo a una reformulación de las relaciones de poder entre actores sociales. No se reduce

el gasto social porque se focaliza la política o se hace más eficiente la gestión de recursos, sino

que se focaliza la política y se pone énfasis central en la eficiencia y en las capacidades

gerenciales porque se recorta el gasto social.” (Vilas, 1996, p.19).

En el marco de las reformas estructurales que llevó adelante el Estado Nacional

apadrinado por los acuerdos realizados con el Banco Mundial y el Fondo Monetario

Internacional, el sistema educativo se vio afectado por políticas públicas de

descentralización (Ley Federal de Educación Nº 24.195), que implicaron la

transferencia de establecimientos educativos nacionales a jurisdicciones provinciales

junto a una redefinición del rol del Estado Nacional como responsable de fijar los

lineamientos de la política educativa (artículo 5). Sin embargo, la descentralización no

27
se realizó en función de una mejora de la educación en general, sino en función de una

readecuación del gasto, así se traspasó la responsabilidad educativa hacia las provincias

y CABA, en gran medida financiadas con recursos propios que resultaron, dependiendo

de cada jurisdicción, insuficientes para afrontar salarios, capacitaciones e infraestructura

escolar para recibir la masividad de estudiantes (Feldfeber, 1995). En consecuencia, se

produjo un corrimiento de los discursos educativos democráticos participativos de los

años ´80 hacia la adopción del discurso administrativo y economicista (Davini, 2010).

Con la restauración de la tradición eficientista conjugada con propuestas de

modernización y control de calidad y de gestión, se legitimó el discurso que pregonaba

la incompetencia de la escuela y de los/as docentes (Davini, 2010).

En cuanto a la organización del sistema educativo, la ley modificó su estructura y la

ordenó del siguiente modo: a- Educación inicial, b- Educación General Básica en

adelante –EGB- con una duración de 9 años de estudios a partir de los 6 años de edad;

c- Educación Polimodal, después de la EGB y con una duración de 3 años; d-

Educación universitaria y terciaria; e- Educación de posgrado.

Para los primeros tres niveles, Flavia Terigi (2005) sostiene que la mencionada ley

educativa dejó de lado la reforma curricular para centrarse en la formulación de

Contenidos Básicos Comunes –en adelante CBC- para todos los niveles y modalidades

del sistema y, al mismo tiempo, impulsó una fuerte prescripción en la práctica docente

que por otro lado, obligó a gran parte de ellos a reciclarse como forma de seguir

desempeñándose como docentes en el sistema educativo (Feldfeber, 2000). Dicho

reciclaje se produjo como consecuencia de la propia estructuración del sistema: al

extenderse la EGB, los dos últimos años de este nuevo nivel – 8° y 9°- que

correspondían a la antigua secundaria exigieron, en tiempo de expansión escolar, más

personal docente. Ante tal situación los/as maestros/as se reconvirtieron o reciclaron en

28
profesores/as a través de cursos semi presenciales que se dictaron en universidades

públicas. La realización de estos cursos fue condición fundamental para ejercer la

docencia secundaria sin la necesidad de ser profesor/a. Actualmente estos maestros

reciclados siguen trabajando como profesores/as del nivel secundario (Pineau y Birgin,

2015). En el marco de la Ley Federal de Educación, Tedesco (2005) considera que no

hubo mejoras sustanciales en la enseñanza y el aprendizaje, ya que en general no mejoró

el rendimiento escolar de los estudiantes pese a los cambios en los contenidos; bajo la

tradición tecnocrática eficientista ninguna de las medidas que fueron tomadas como:

la medición de los resultados; la elaboración de propuestas de control de calidad y de

gestión; o, la evaluación del desempeño de los docentes alcanzaron para lograr una

escuela de calidad. Al respecto, Tedesco propuso la necesidad de centrarse en las

prácticas docentes. Por otra parte, Pineau y Birgin (2015) en relación al trabajo

docente, sostienen que durante el contexto de aplicación de la ley de reforma educativa

se los precarizó a un ritmo vertiginoso, a partir de las nuevas regulaciones y controles

sobre sus funciones.

En este contexto de achique del gasto público social, la formación docente se vio

afectada por la Ley de Transferencia del año 1992: con esta ley las provincias pasaron a

ser responsables por su sistema de formación de docentes. Esto se implementó mediante

la disposición del Consejo Federal de Cultura y Educación –en adelante CFCyE-, con

lo cual, los institutos de formación serían evaluados y acreditados según los títulos

expedidos, la reconversión de los/as docentes, las cargas horarias, la implementación de

los CBC y los diseños curriculares Jurisdiccionales adoptados en la formación inicial.

De este modo, la Nación a través del CFCyE comprometía a las provincias, y estas

últimas a sus institutos de formación docente, la gran responsabilidad de su propia

supervivencia (Misuraca y Menghini, 2010).

29
La educación secundaria con inclusión social

Después de la crisis política económica y social del año 2001 el Estado argentino

volvió a tomar entre sus manos las riendas de la intervención en distintas esferas de la

vida económica y pública en general. En materia educativa, en el año 2006, durante la

presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007), se sancionó la Ley Nacional de Educación

n°26.206 aún hoy vigente. Entre los artículos de la ley se destacan algunos que a

continuación mencionaremos. Por un lado, cabe mencionar al artículo 2 puesto que

ubica a la educación y el conocimiento como un bien público y un derecho personal y

social garantizado por el Estado. Asimismo, en su artículo 9, el estado garantiza el

financiamiento nacional de la educación con un presupuesto no menor al 6% del PBI.

Por su parte, el artículo 12 establece que el Estado Nacional conjuntamente con las

provincias y C.A.B.A son los responsables de la planificación, organización,

supervisión y financiamiento de la educacional nacional. El artículo 15 dispone que el

Sistema Educativo Nacional tenga una estructura unificada en todo el país a fin de

asegurar su ordenamiento y cohesión, la organización y articulación de los niveles y

modalidades. El artículo 16 dispone la obligatoriedad escolar en todo el país, que se

extiende desde la edad de cinco (5) años hasta la finalización del nivel de la Educación

Secundaria. Por último, el artículo 29 resulta muy importante dado que dispone que la

educación secundaria será obligatoria y constituye una unidad pedagógica y

organizativa destinada a los/as adolescentes y jóvenes que hayan cumplido con el nivel

de Educación Primaria.

Por su parte, en el año 2007 Provincia de Buenos Aires sancionó la Ley de educación

Provincial 13.688 en articulación con la Ley Nacional de Educación. De este modo, la

obligatoriedad de la escuela y el nivel medio en particular rompió definitivamente con

los mandatos sociales históricos que dieron vida a la educación secundaria de 1863,

30
como dice Emilia Di Piero (2018) “…tensiona los sentidos con que los docentes connotan a

la escuela secundaria.” (Di Piero, 2018 p. 57).

En ese contexto la formación docente también fue objeto de la política educativa, pues

en el año 2006 se creó el Instituto Nacional de Formación Docente – en adelante INFD-

con el propósito de superar la fragmentación formativa docente propia de la década de

los ’90. En ese camino, entre los puntos más destacados, se han impulsado medidas

educativas centralizadas que avanzaron sobre las antiguas competencias

jurisdiccionales. De este modo, se reglamentaron planes de estudios de postítulos, se

fijaron pautas organizativas comunes para los institutos de formación y para los

concursos docentes (Misuraca y Menghini, 2010).

Bajo el concepto de la inclusión social, la escuela secundaria verdaderamente atravesó y

atraviesa un proceso de la masificación. Amplias franjas de los sectores populares ven

por primera vez entre sus familiares algún/a integrante que cuenta con la credencial de

dicho nivel y la posibilidad de tener entre ellos también la primera generación de

universitarios/as.

Con el interrogante puesto en el proceso de enseñanza y aprendizaje Flavia Terigi

(2008), sostiene que no hay un verdadero cambio del nivel medio pues aún mantiene la

vieja estructura básica de la escuela secundaria de fines del siglo XIX. La autora

plantea que el nivel medio sigue presentando los siguientes rasgos: 1- Un currículum

fuertemente clasificado, con lo cual, los contenidos están bien delimitados entre

materias. Por otra parte, esta parcialización del conocimiento entre materias viene del

siglo XIX; lo que revela la situación anacrónica de la escuela. 2- La enseñanza aún en

el terreno de la tradición académica la realizan profesores/as especializados/as, con lo

cual, no se puede romper con la lógica de la designación de horas. 3- Otro

31
inconveniente es la organización del trabajo docente por horas/módulos de clase.

Mientras que el esquema laboral en los dos primeros niveles es el del cargo docente, en

la escuela secundaria la lógica del currículum mosaico prevaleció como estructuradora

del puesto de trabajo: los/as docentes son designados/as por horas/módulos de clase a

dictar. Esto dificulta la concentración de horas en una o dos escuelas. Estos tres

componentes conforman lo que la autora denomina el “trípode de hierro”, un patrón

organizacional que está en la base de buena parte de las críticas al nivel (Terigi, 2008).

También en relación con lo que sostiene Flavia Terigi sobre el currículum, Cecilia

Braslavsky (2001) afirmaba que la fragmentación curricular existe y se debe a que la

formación del cuerpo docente secundario está históricamente marcada por el

“isomorfismo”, efecto que parcializa el conocimiento docente y se origina cuando el

futuro profesor/a debe formarse y encasillarse en la disciplina que pretende enseñar.

Según la autora, esta concepción arraigada desde el origen de la escuela secundaria

impide que se realicen mejoras en la enseñanza; mientras que, por otro lado, alimenta

que cada profesor/a busque preservar la autonomía de su campo disciplinar evadiendo

el trabajo en grupo con otros campos disciplinares (Braslavsky, 2001).

Para concluir, a lo largo del capítulo se desarrollaron las transformaciones por las que

pasó la escuela secundaria desde su origen hasta la actualidad; las características

sociales de sus primeros profesores y alumnos, qué formación se priorizaba según el

lugar social que ocupaban los estudiantes. También abordamos la lucha por el

monopolio de la enseñanza en dicho nivel a partir de la ampliación de la educación

hacia los nuevos sectores medios en ascenso que, en apropiación de sus nuevas

credenciales, pusieron en cuestión la labor de los viejos profesores. Asimismo,

ofrecimos un recorrido sobre cómo la práctica docente está entrelazada con distintos

enfoques teóricos que, independientemente al momento de su surgimiento, siguen

32
vigentes en cuanto están institucionalizadas e incorporadas en las prácticas y la

conciencia de los sujetos (Davini, 2010). En ese sentido, hicimos un recorrido por los

debates de los años ´80 acerca de cómo debería ser la formación y la práctica docente,

reflejamos el contexto de achicamiento del estado para situar cuál fue el lugar que

ocupó la escuela y la formación de los docentes dentro de esa lógica de recorte del gasto

público social. Por último, describimos la actual situación de la educación en el

contexto de inclusión social y las criticas alrededor de la nueva Ley de Educación.

En el siguiente capítulo presentamos algunos trabajos académicos que dan cuenta de la

complejidad en la construcción del objeto de estudio –la escuela secundaria-, y cómo

fue abordada según sus distintas problemáticas. También se ofrece un recorrido sobre

las distintas concepciones acerca de si la tarea docente es una profesión o un oficio. Por

otro lado, abordamos el lugar que juegan las tecnologías de la información en el

desempeño docente, por último presentamos trabajos recientes sobre cómo impactó la

cuarentena impuesta ante la propagación del COVID-19 en el trabajo virtual docente y

las distintas estrategias que implementó el estado nacional y provincial a fin de

garantizar la continuidad educativa.

33
Capítulo 2: Estudios sobre el trabajo docente en el nivel secundario

En este capítulo presentamos estudios que abordaron el trabajo docente en el nivel

secundario en nuestro país. Por una parte, recuperamos el trabajo de Felicitas Acosta y

su equipo. Destacamos su trabajo investigativo ya que desarrollaron y analizaron la

complejidad de la construcción del objeto de estudio – la escuela secundaria-, a partir de

la utilización del enfoque histórico comparado y sistémico. También presentamos un

trabajo de Mariela Arroyo y Julia Pérez Zorrilla en el recuperaron las investigaciones

centradas en el trabajo docente en la escuela secundaria durante los años 2005- 2015.

De mano de estas autoras, hacemos un breve recorrido sobre las características que

asumió el trabajo docente. Por otro lado, ofrecemos distintas perspectivas sobre la

actividad docente para reflexionar en torno a si se trata de un oficio, una profesión o

bien de trabajadores de la educación. También introducimos investigaciones de

Sebastián Benítez Larghi y su equipo para entender cómo son los procesos de

apropiación de las TIC y cómo se relacionaron los/as docentes con ellas, a partir del

Plan Conectar Igualdad. Por último, presentamos investigaciones recientes sobre la

educación remota en tiempo de pandemia: en ese eje abordamos un trabajo de Emilia Di

Piero y Jéssica Miño Chiappino en el que realizaron un estudio de las propuestas a

nivel subnacional en contexto de desigualdad en dos momentos del año, y otro en el

que analizaron las propuestas virtuales a nivel subnacional considerando los modos de

acceso a las plataformas. También en ese eje presentamos un estudio de Analía Inés

Meo y Valeria Dabenigno en el que analizaron las percepciones del trabajo remoto

entre los/as docentes; y para terminar un estudio de Alejandra Cardini y equipo en el

que analizaron las respuestas provinciales y el Estado Nacional a partir de cinco focos

de intervención para dar continuidad a la educación en tiempos de COVID-19.

34
En “Entre la expansión y modelo institucional de la escuela secundaria: estado de la

investigación y formas de construir un objeto de estudio” Felicitas Acosta y

colaboradoras, mediante la construcción de un marco conceptual que combinó las

tradiciones del campo de la educación comparada, la perspectiva sistémica y la histórica

comparativa propusieron como hipótesis que la educación secundaria en tanto objeto de

investigación surgió y se conformó en paralelo con su constitución como problema de

política educativa. Fenómeno que, al igual que en otras sociedades occidentales

europeas, se caracterizó por compartir las mismas problemáticas en relación al par

masificación –organización de la escuela secundaria. La hipótesis que plantearon las

investigadoras en relación con dicho problema fue que a medida que:

“…el completamiento de los niveles básicos de escolarización fue presionando sobre la

expansión de la educación secundaria, ciertas características de

la organización tradicional de esta generaron dificultades para retener a todos

los estudiantes y asegurar la certificación de los estudios.” (Acosta, Fernández y Álvarez, 2015

p. 23).

Tales desajustes, ocasionados por las características organizacionales de la escuela

secundaria en combinación con una mayor concurrencia de sectores sociales a los que

años anteriores se los había postergado en sus aulas, tensionaron y obstaculizaron las

políticas de extensión que propiciaban una mayor escolarización. Considerando dicha

encrucijada expansión/organización institucional; las investigadoras historizaron sobre

las formas en que se analizó y asumió esa problemática local desde las ciencias sociales

y cómo se fue moldeando y construyendo esa problemática en tanto objeto de estudio.

En tal sentido, el trabajo de Acosta y colaboradoras considera, que las investigaciones

que tomaron como objeto de estudio a la educación secundaria en la Argentina,

estuvieron ligadas a las periodizaciones de la política educativa mientras que por otro

35
lado, soslayaron otras variables, como la variable económica, con lo cual produjeron

cierto desdibujamiento del objeto de estudio, pues se lo abordó exclusivamente en

asociación a la política y en consecuencia lo explicó únicamente desde su contexto.

Acosta y colaboradoras sostienen que el referente que inauguró está forma de abordar al

objeto de estudio Juan Carlos Tedesco, que con su hipótesis de la función política y la

incidencia de esta función en el modelo elitista – El Colegio Nacional- , configuró una

mirada y un abordaje del objeto en cuestión, que resultaron anacrónicos en el momento

de la expansión de la escolarización que atravesó la agenda de la investigación. Por otro

lado, las autoras sistematizaron y ordenaron, en base a los datos de la Reunión Nacional

de Investigadores en Educación Secundaria (RIES), las formas y métodos actuales de

producir conocimientos sobre la escuela secundaria en la Argentina. De ese modo, la

investigadoras agruparon las producciones sobre la escuela secundaria y las

diferenciaron en dos grandes tópicos de investigación: 1- escala macro o de sistema; y,

2- escala micro o institucional. Los primeros abordaron el problema expansión-modelo

institucional, a partir de observar la tensión inclusión –exclusión que generó la escuela

secundaria. A grandes rasgos, los estudios agrupados en esta dimensión consideraron

que la expansión de la escuela secundaria convive con altos niveles de repitencia y

deserción escolar. Mientras que los trabajos que se centraron en la dimensión- escala

institucional, hicieron énfasis en el análisis de las alteraciones a las formas tradicionales

de organización de la escuela secundaria como por ejemplo, los estilos de gestión; los

resultados institucionales; los aspectos estructurales; y, simbólicos que hacen a la

cultura escolar. Sobre el trabajo que presenta Acosta y sus colaboradoras, Daniel

Pinkasz (2015) sostiene que, si bien la hipótesis que correlaciona la política educativa

con la actividad de la comunidad educativa, no es nueva en materia de generación de

conocimiento, la originalidad de la hipótesis se debió a que las autoras argumentaron

36
que la tensión que se produjo alrededor del par expansión- modelo institucional fue y

sigue siendo un problema que excedió y excede a la órbita nacional, pues dicha

problemática fue y sigue siendo tema de agenda de los sistemas educativos de las

sociedades occidentales desarrolladas, hallazgo que las autoras lograron demostrar

gracias al uso del enfoque sistémico e histórico comparado.

Por otro lado, también resulta pertinente recuperar el siguiente trabajo “Un estado de

la cuestión sobre el puesto del trabajo docente en la escuela secundaria: entre las

regulaciones laborales, las condiciones de trabajo y la posibilidad de implementar

políticas educativas” de Mariela Arroyo y Julia Pérez Zorrilla. Ambas investigadoras

presentan un completo estado del arte que recorre las investigaciones llevadas a cabo

entre los años 2003- 2015 y que aportan luz sobre el trabajo docente en la escuela

secundaria. Las autoras sistematizan esas investigaciones en cuatro dimensiones de

trabajo. En primer lugar, agrupan los estudios que abordaron la carrera docente:

regulaciones normativas y estatutos Docentes. Las investigaciones aquí agrupadas

demuestran que la carrera docente se caracteriza por su verticalidad, estado que

imposibilita al docente asumir otros roles y funciones dentro de la enseñanza. Destacan

la preponderancia que adquiere la antigüedad en el ascenso jerárquico y salarial de la

carrera docente. También visualizan como consecuencia del sistema de designación

docente la problemática en la conformación de equipos de trabajos en los proyectos

institucionales, a partir de la alta rotación de la plantilla de profesores/as, por lo cual,

pertenecen poco tiempo en los establecimientos y, sobre todo, en aquellas escuelas

consideraras críticas. Las investigaciones aquí nucleadas ponen de manifiesto que es el

sistema el que incentiva a que los/as docentes que alcancen mayor puntaje eviten las

escuelas consideradas “problemáticas”; o, que permanezcan poco tiempo enseñando

en los establecimientos que están situados en contextos de vulnerabilidad social; o que

37
se encuentren en zonas periféricas, alejadas de los cascos céntricos de las ciudades. Por

otro lado, esas investigaciones también destacan el “reclutamiento débil”, es decir,

cuando el acceso a la titularidad no contempla la evaluación de contenidos o

competencias de la plantilla docente, además de que el proceso de selección de los/as

profesores/as escapa a las escuelas. En este grupo de estudios, también encontramos

investigaciones que analizan la carrera docente como una dimensión más dentro del

abordaje de una política en particular, como por ejemplo, las escuelas auto gestionadas

de la provincia de San Luis, donde la plantilla docente quedó desamparada de sus

respectivos estatutos regulatorios. Por último, están los trabajos que analizan las

reformas a los estatutos docentes durante los años ´90; las consecuencias que ocasionó

sobre el trabajo y la carrera del colectivo docente. En segundo lugar, las autoras agrupan

estudios que se centran en las condiciones de trabajo de los/as docentes de escuelas

secundarias. En esta dimensión las autoras destacan la existencia de abordajes

cuantitativos basados en fuentes secundarias como datos censales. Estas investigaciones

analizan dimensiones como por ejemplo, el perfil socio cultural del colectivo docente,

salarios, las condiciones de trabajo en relación con el cargo, problemas vinculados con

la rotación, las características del ausentismo, la sobrecarga laboral y los problemas que

involucran el puesto de trabajo. Las autoras destacan que en general esos trabajos

alcanzan conclusiones similares, como por ejemplo, que el nivel secundario sigue

siendo un ámbito laboral con predominio femenino; que en gran medida los/as docentes

provienen de hogares con capitales culturales bastantes heterogéneos en relación a otros

años; que tienen salarios bajos; que hay una importante minoría de docentes que no son

titulares en sus cargos por lo que se encuentran en situación de inestabilidad laboral; que

tres cuartos de los/as docentes trabajan en más de un establecimiento, mientras que un

40% de los/as docentes del nivel medio trabajan en más de tres escuelas y con

38
tendencias a aumentar el número de establecimientos a medida que trabajan más horas.

En relación a la cuestión laboral hay un amplio consenso académico en adjudicar a la

forma de organización y designación de horas como un obstáculo para la concentración

del trabajo en un solo establecimiento, característica que potencia la fragmentación del

trabajo docente; entre los investigadores que más trabajan esa cuestión encontramos

Emilio Tenti Fanfani y Flavia Terigi. En un tercer grupo, las autoras reúnen

investigaciones que abordan percepciones, sentidos, representaciones e identidades de

los/as profesores de educación secundaria. Según las compiladoras, tales

investigaciones constituyen un requisito fundamental a tener en cuenta, ya que no es

posible pensar acertadamente regulaciones sobre el trabajo docente o cambios

organizacionales en las instituciones en los que se encuentran enseñando sin antes saber

qué piensan y cómo se perciben a sí mismos los/as docentes del nivel. Al respecto, las

autoras dividen las investigaciones que conforman esta dimensión en tres subgrupos.

A- características subjetivas del trabajo, este grupo reúnen investigaciones que analizan

los efectos subjetivos que genera el puesto de trabajo. Por ejemplo, Emilio Tenti

Fanfani (2010), sostiene que los/as docentes manifiestan falta de objetivos claros,

tiempo escaso, inconvenientes con los estudiantes en relación con el aprendizaje y el

resquebrajamiento de la autoridad pedagógica. El autor sostiene que es necesario

modificar la formación docente pero dentro de una transformación integral donde se

incluya el cargo docente y se destierre la asignación por horas. El trabajo de Fernández

(2015), evidencia que muchos profesores llegan a la docencia por cuestiones

pragmáticas, entre las que menciona la imposibilidad para continuar otras carreras o,

por las ventajas que ofrece la docencia desde el punto de vista laboral. Las compiladoras

también destacan el trabajo de Rosana Sosa (2014), que investiga a partir de biografías

de trayectorias profesionales tanto los perfiles docentes, las condiciones de trabajo

39
como los rasgos identitarios de profesores/as de dos localidades pequeñas de la

provincia de Buenos Aires. Analiza y diferencia a profesores/as que decidieron formarse

como tales de aquellos que llegaron a la docencia después de otros recorridos. Esta

investigadora nombra con el término “Profesor taxi” a los/as docentes que, por no

concentrar todas sus horas en un solo establecimiento, se ven obligados a ir de escuela

en escuela. B- impactos de las reformas, intensificación, precarización y

desestabilización. En esta línea de trabajo observamos producciones académicas que

analizan los efectos que genera la precarización laboral sobre los/as docentes. Entre

esos trabajos encontramos las investigaciones de Feldelber y Oliveira (2006): ambas

investigadoras analizan las consecuencias que han tenido sobre el trabajo docente la

aplicación de las políticas educativas durante los últimos veinte años en América latina,

como por ejemplo, las nuevas exigencias a los/as profesores que van más allá de su

formación. Las autoras también destacaron las investigaciones de Veiravé y Núñez

(2006) y Veiravé et al. (2006), en el que analizan, mediante el enfoque biográfico

narrativo, el impacto que la reforma de los noventa, en particular el cambio al

polimodal, tuvo sobre los/as profesores/as. A raíz de ello descubrieron los sentimientos

de inseguridad y angustia que causó dicha reforma educativa entre los/as docentes ante

la posibilidad de pérdida de la estabilidad laboral. C- El tercer subgrupo trabaja sobre

las identidades y crisis de la escuela secundaria. Las autoras agrupan aquí trabajos que

analizan, desde una perspectiva macro, la reconfiguración de las identidades docentes

en el marco de los cambios sociales y la masificación de la escuela secundaria. En este

marco de análisis se observa que los/as profesores/as perciben su trabajo como

precarizado, poco valorado y devaluado por la sociedad. Dentro de la misma lógica,

otras investigaciones descubren la erosión de la identidad colectiva docente a

consecuencia de fenómenos socioculturales y políticos más amplios. Otras

40
investigaciones destacan como efecto de la formación disciplinar el trabajo individual,

producto de la fragmentación del currículum. D- investigaciones sobre el malestar

docente. En esta línea de análisis se encuentran los trabajos que indagan acerca de la

salud, el sufrimiento y malestar docente como producto de las condiciones de trabajo.

Estos analizan las dimensiones del trabajo docente y las relacionan con el “malestar y

los problemas de salud”. Se abordan las condiciones materiales de trabajo como, por

ejemplo, el estado de los edificios; el estado del mobiliario; la burocratización y

desvalorización del trabajo docente; los seguros de riesgos de trabajo y la atención a los

problema de salud física y mental.

Otras investigaciones que destacan las autoras son las que indagan los tiempos y

espacio en el trabajo docente. Las investigaciones aquí reunidas consideran que las

reformas que se produjeron en los últimos años avanzaron sobre los espacios de trabajos

compartidos dedicados a la reflexión del colectivo docente; bajo este panorama los

investigadores coinciden en que la suma de falta de esos espacios y de tiempo para

otras actividades originan factores de estrés y de desgastes entre los/as docentes.

Algunos de los trabajos que mencionan las autoras son por ejemplo, el de Barilá, Fabri

y Castillo (2008) que analizan el malestar docente y el sufrimiento del colectivo por la

dificultad de cumplir su rol ante los cambios de la escuela secundaria. Estos trabajos

resaltan las nuevas demandas vinculadas a la contención como así también la falta de

formación, déficit que deja al docente frente a situaciones ante las cuales se siente solo,

teniendo que tomar su trabajo como un emprendimiento individual. Otro estudio que

resulta interesante destacar es el que realiza Aguirre (2008) ya que aborda el malestar

docente desde el marco de la salud, a partir de la denominación síndrome de “burnout”

o “síndrome del quemado”. La autora analiza las distintas situaciones que considera de

riesgo para la salud de los/as docentes, entre las que destaca: la sobrecarga laboral, las

41
exigencias como la profesionalización, las nuevas condiciones laborales relacionadas

con lo pedagógico, principalmente en la escuela secundaria, tales como la indisciplina,

la falta de respeto, la violencia y la falta de interés por el aprendizaje por parte de los/as

estudiantes. Por último, las autoras agrupan los estudios que abordan las políticas del

nivel secundario y el puesto del trabajo docente. Estos trabajos hacen foco en la

organización del puesto del trabajo docente como producto del modelo organizacional

de la escuela secundaria tradicional y como obstáculo a la implementación de posibles

cambios. Entre las investigadoras que abordan dicha temática destacan a Flavia Terigi

quien, como ya hemos visto, describe al modelo organizacional de la escuela secundaria

“Trípode de hierro” como un verdadero obstáculo para la implementación de cambios

en la educación secundaria.

Para terminar es importante destacar que las compiladoras resaltan la importancia que

adquirió el trabajo docente en tanto objeto de estudio a partir de constituirse como

problema de investigación y como problema de política educativa. En este sentido, los

trabajos de investigación abordan el trabajo docente a partir de su relevancia en la

agenda política, aportando claridad sobre su complejidad y multidimensionalidad, al

mismo tiempo que desde la investigación se lo convierte en un problema necesario a

ser abordado. Resulta sorprendente la coincidencia de las investigaciones acerca de las

dificultades que genera la tradicional organización del puesto de trabajo, ya que fomenta

una concepción de la tarea docente restringida; incompleta e individual; estimula el

ausentismo y la rotación de personal; y constituirse en obstáculo a la hora de generar

cambios integrales en la escuela secundaria. Por otro lado, las autoras destacan que los

estudios abordados afirman que las reformas que se aplicaron en el nivel medio

incorporaron cargos y funciones sin modificar estructuralmente la organización del

puesto de trabajo docente, de modo que, además de seguir reproduciendo la

42
fragmentación del trabajo docente le sumó mayores desigualdades en relación a las

condiciones de trabajo, entrando en tensión con los derechos laborales ganados en años

anteriores. También se observa que para cambiar la estructura organizacional de la

escuela secundaria no alcanza solamente con modificar el puesto de trabajo docente sino

se altera al mismo tiempo las condiciones de trabajo, el currículum y la formación

docente.

¿Profesión u oficio?

Otros estudios que desarrollamos en este apartado son aquellos que debaten sobre el

carácter del trabajo docente es decir, la discusión sobre si se trata de una profesión o un

oficio. Al respecto, Davini (2010) sostiene que la docencia es una “semiprofesión” y

que esto se debe al hecho de que su origen está vinculado a la conformación de un

cuerpo de funcionarios públicos para trabajar en el aparato estatal con el objetivo de

realizar determinadas tareas políticas y culturales del contexto que exigía su aparición a

fines del siglo XIX. Por otro lado, también advierte que dicho carácter semiprofesional

refuerza las condiciones materiales y profesionales en el que ejerce su trabajo. En

relación con el tema de la profesionalización, Lea Fernanda Vezub (2005) considera

que hablar en estos términos olvida que la actividad docente está en buena parte

tironeada por los graves problemas sociales, culturales y económicos en que se

encuentran amplios sectores de la sociedad y que, por otro lado, su trabajo está

prescripto por el currículum y la estructura de su particular puesto de trabajo; ante las

ambigüedades que en general causa el termino profesionalización, la autora propone

retomar la vieja idea de “oficio”, pues considera que sin desconocer el rol que juegan

los conceptos y teorías sobre la fundamentación epistémica de la práctica de la

enseñanza, esta conceptualización pone en valor y recupera las dimensiones de la

43
práctica artesanal de la enseñanza. Sobre esta propuesta de cambio de mirada del

trabajo docente Lea Fernanda Vezub argumenta lo siguiente:

“La idea de “oficio” permite trabajar sobre la formación del juicio práctico del docente, sobre

la necesidad de reflexionar sobre la acción, recupera la importancia del aprendizaje

situacional, en contextos naturales, el cual se produce en el transcurso de la experiencia, en el

intercambio con los pares a lo largo de la trayectoria de desarrollo que cada sujeto recorre.”

(Vezub, 2005, p.7).

Por último, Lea Fernanda Vezub también nos explica cómo se produce la

reconfiguración de dicha práctica, qué lugar adquiere la cultura institucional y qué se

pone en juego en la misma tarea de enseñar, al respecto sostiene:

“El oficio se adquiere en la práctica y ésta se inscribe en las coordenadas institucionales de la

organización escolar en la cual se ejerce la tarea. Es en las escuelas, en culturas institucionales

específicas, donde los conocimientos de la formación inicial son puestos en juego en la

construcción de sentidos para la tarea de educar.” (Vezub, 2005, p.8).

Por otra parte, Braslavsky (1999) sostiene que, con el objetivo de mejorar la calidad de

la educación, los gobiernos buscan generar procesos de profesionalización docente ante

el diagnóstico de que hay un proceso de desprofesionalización. Sin embargo, al igual

que Davini, considera que no existe tal profesionalización ya que, si se lo considerara un

cuerpo profesional debería participar en la producción de dispositivos de mediación

entre el saber elaborado y el saber escolar. Sin embargo, por el contrario, como la

elaboración de libros de textos y el asesoramiento técnico necesarios para producir

conocimientos están en manos de otros profesionales y no de los profesores/as, no es

posible que el cuerpo docente en general asuma el lugar que toda profesión exige en la

formulación de sus saberes y prácticas. Situación que produce, parafraseando a Apple

44
(1987) la taylorización del trabajo docente, y a su vez induce, según Braslavsky, al

“desarme intelectual”.

No obstante, según sostiene Braslavsky, reprofesionalizar el trabajo docente es posible

y a la vez necesario, a partir de que los/as profesores/s tomen como punto de partida la

resignificación de su actividad con el propósito de ir sentando las bases que les

permitan adquirir competencias, habilidades o destrezas que estén en función de una

educación humanista.

Por otro lado, desde una perspectiva histórica, política y social, Silvia Andrea Vázquez

y Juan Balduzzi (2000) reconstruyen y analizan los procesos de organización y de lucha

sindical por los que atravesó la docencia en general hasta confluir, después de arduos

procesos de discusión y de reordenamiento al interior de las distintas agrupaciones, en

la actual Confederación de Trabajadores de la educación de la República Argentina (en

adelante CTERA). Los autores sostienen que la profesionalidad docente puede

rastrearse desde fines del siglo XIX con la aparición del maestro normal, el cual se

diferenció de sus colegas denominados maestros prácticos. Pero fue a partir de

mediados del siglo XX, durante el contexto del desarrollismo y por iniciativa de la

política educativa oficial, que los docentes consolidaron su status profesional y social.

De este modo, la vocación y la misión de apóstol fue, según los autores, desplazándose

paulatinamente hacia la figura del profesional, basada en la competencia técnica laboral.

De acuerdo con los autores, durante la década del ´60 del siglo pasado la mayoría de las

asociaciones de docentes tenían fuertes rasgos profesionalistas; tales entidades se

caracterizaban por tener una visión jerárquica de la sociedad que se sustentaba en la

dicotomía entre trabajo intelectual y trabajo manual, división a partir de la cual el

docente consideraba su actividad laboral superior a la de cualquier otro grupo de

trabajadores. Según Vásquez y Balduzzi sobre la base de esta concepción jerárquica

45
social se alimentó en un sector de la docencia la idea de que eran socialmente distintos a

otros trabajadores, pues no solo no se reconocían como parte de la clase trabajadora,

sino como parte de la clase media profesional y liberal; de ahí su negativa a la

sindicalización. En contraposición a este sector docente antisindical, se encontraba la

corriente de sindicalización, este espacio estaba conformado por varios sindicatos

docentes de la Capital Federal, Provincia de Buenos Aires y del interior del país; estas

entidades también consideraban al docente como un profesional, pero como un

profesional trabajador más que como un profesional liberal. En este sentido, los gremios

que estaban dentro de esa corriente sindical se asumían como organizaciones

representativas de trabajadores y en consecuencia buscaban vincularse a través de una

central de docentes única con toda la clase trabajadora en general. Según los autores, en

un contexto de aumento de las luchas sindicales obreras contra los regímenes

autoritarios, en el que además, se proscribía al peronismo; la mayoría de los gremios

docentes de todo el país enfrentaban las políticas económicas y políticas de las

dictaduras y al mismo tiempo a las distintas posiciones minoritarias que desde el interior

del colectivo docente se oponía a la unidad. Después de pelear por la dirección de sus

respectivos organismos, la corriente sindical logró alcanzar la unidad docente que

culminó en 1973 con la conformación de la CTERA, instrumento sindical para la

reafirmación de los derechos de los trabajadores de la educación (Vázquez y Balduzzi,

2000).

Hablar de profesión u oficio implica abordar las dos caras del quehacer docente, lo

formativo y lo laboral; por un lado, invita a discutir la dimensión formativa, de qué

manera el docente puede construir o participar del proceso de producción de saber,

cómo transmitirlo o ayudar a construirlo con otros; por el otro, también invita a

abordarlo como un sujeto históricamente situado que además de desenvolverse entre

46
distintas corrientes pedagógicas y de pensamientos, también se encuentra tironeado

por acontecimientos políticos económicos culturales y sociales, procesos en los que en

tanto sujeto participa de modo directo o indirecto. De modo que, además de pensar al

docente como un profesional de la educación o sujeto que se desenvuelve en el oficio de

educar, también es necesario concebirlo como un asalariado, es decir un trabajador de la

educación.

La relación de los docentes con las Tecnologías de la Información y la

Comunicación (en adelante TIC)

No agregamos nada nuevo al decir que el mundo da saltos tecnológicos cada vez

mayores, que, además de afectar los circuitos de la economía, también modifican en

cierta manera la vida individual y social de los/as sujetos. Alteran los hábitos de

producción y consumo y, al mismo tiempo, las formas de ocio y apropiación del

conocimiento. La simultaneidad de la comunicación, la navegación por ámbitos

virtuales y el sostenimiento grupal o individual a través de redes sociales cada día

desde que amanece hasta que oscurece resulta casi la norma que rige de alguna manera

la vida de gran parte de los/as individuos.

En este marco, no hay razón para que la escuela sea la excepción. Según Tedesco

(1996), el inconveniente que caracteriza a las Tecnologías de la Información y la

Comunicación – en adelante TIC- es que sus avances permanentes generan una

acumulación de conocimientos en los circuitos creados por ella de forma tal que, por

efecto del desarrollo innovador constante, aquello que no avanza a su ritmo tendrá una

existencia precaria. Justamente para no quedar fuera de dichos circuitos de

conocimiento surge la necesidad de incorporar adecuadamente la dimensión tecnológica

47
en las políticas educativas. Obviar esto puede condenar a la marginalidad a todos los

que queden fuera del dominio de los códigos que permitan manejar estos instrumentos.

Sin embargo, la adopción de las TIC requiere de un enorme y sistemático esfuerzo de

equipamiento y capacitación del personal docente, acción que generalmente se topa con

obstáculos financieros y también culturales. Juan Carlos Tedesco sostiene que para

comenzar a alcanzar resultados educativos aceptables en este nuevo contexto abierto

por la “era digital” desde el ámbito de la educación y el Estado hay que realizar la tarea

de:

“Desmistificar el secreto que rodea la utilización de estas tecnologías así como diseñar

políticas democráticas que permitan un acceso equitativo a su conocimiento y utilización es una

exigencia impostergable de toda estrategia destinada a fortalecer el rol de los docentes.”

(Tedesco, 1996, p.20).

Con el propósito de achicar la brecha digital, el Ministerio de Educación de la Nación

implementó el Plan Conectar Igualdad –en adelante PCI-, a través del Decreto N°

459/2010. El PCI constituyó una de la más importante política de inclusión educativa

de Tecnologías de la Información y la Comunicación -TIC- mediante la asignación de

una computadora personal – netbooks- a estudiantes de escuelas secundarias, de

educación especial, docentes y estudiantes de profesorados. Alrededor de los/as

docentes y estudiantes se implementaron una diversidad de cursos de formación

continua que abarcaron aspectos que tenían que ver con el uso pedagógico de las TIC

(Dussel, 2015). Por otro lado, esa política se ejecutó a través del modelo educativo 1:1

es decir, una computadora por alumno/a y docente, el objetivo fue incentivar el

aprendizaje que incluyera a la tecnología de forma permanente y en cualquier lugar. A

partir de la fuerte presencia del PCI en los distintos niveles del sistema educativo –

primario, secundario y terciario-, Dussel (2015) destaca que se creó el Programa

48
Nacional de Inclusión Digital Educativa (en adelante, PNIDE), cuyo objetivo consistió

en articular programas que actuaban por separados como: Conectar igualdad, Primaria

Digital, Aulas Rodantes y el Programa Nuestra Escuela del Ministerio de Educación de

la Nación. Entre los objetivos que se trazó el PNIDE estaban, propiciar la inclusión de

las TIC tanto en la formación docente, para el docente en servicio y en su formación

continua. Dentro de esa lógica, en la órbita de los Institutos Superiores de Formación

Docente –en adelante ISFD- se crearon Postítulos especializados en TIC destinados a

profesores del nivel secundario. También se implementaron cursos cortos con saberes

instrumentales sobre las TIC. En esos y otros cursos relacionados con la misma temática

hubo una enorme cantidad de docentes involucrados y, aunque también se produjeron

muchísimas deserciones era esperable, según Dussel, que aun sin finalizar la formación,

pudieran tener algún tipo de repercusión en la incorporación de la práctica docente.

Con respecto a la relación que hubo entre el trabajo docente y el PCI resulta pertinente

para nuestro trabajo destacar algunos resultados de la siguiente investigación, “Informe

final. Flujos de conocimientos, tecnologías digitales y actores sociales en la educación

secundaria. Un análisis socio-técnico de las capas del Plan Conectar Igualdad”, a cargo

de Sebastián Benítez Larghi y Mariano Zukerfeld (2016). La investigación aborda los

impactos que se produjeron en la institución escolar a partir de la aparición del Plan

Conectar Igualdad y aporta hallazgos importantes como por ejemplo, que el PCI fue

reducido a la sinécdoque tecnológica – la netbooks-, a partir de lo cual se redujo la

política pública a su aspecto tecnológico. Los investigadores sostienen que la

sinécdoque se configuró con fuerza en aquellos sectores sociales con altos niveles de

acceso a las TIC y con mayores niveles de educación; mientras que no ocurrió lo mismo

en los sectores sociales con menores accesos a las TIC y con bajos niveles de educación,

ya que en buena medida tendieron a asociar esa política pública con programas y textos

49
escolares. Con respecto a cómo valoraron los docentes al PCI, la investigación destaca

que la calificaron como altamente positiva. La investigación también aporta datos

interesantes sobre las representaciones que tenían estos actores y sus estudiantes sobre

sus propias habilidades en el uso de las TIC; resulta interesante destacar que los

alumnos/as se percibieron y fueron percibidos por los docentes como más hábiles que

ellos en el uso de las tecnologías. Por otra parte, también la investigación indagó tanto

en estudiantes como en docentes cuáles eran los grupos de referencias tecnológicos, en

virtud de esa cuestión preguntaron a ambos actores a quiénes acudirían para pedir algún

consejo en caso de hacer alguna actividad con la computadora. En el caso de los/as

estudiantes, el estudio develo que pedirían consejos entre sus pares, ya que los

identificaban como personas más calificadas y accesibles para aclarar dudas o aprender

determinadas cuestiones informáticas; mientras que por otro lado, si bien consideraban a

los/as docentes poco hábiles en el uso de la tecnología, solo acudirían a ellos porque

resultan accesibles. Con respecto a la misma pregunta, los/as docentes declararon de

modo similar a los/as estudiantes, es decir acudirían a sus pares docentes, pero solo de

las materias afines a las TIC. Otro hallazgo del estudio, fue que alrededor de un 14% de

los/as docentes entrevistados/as declararon que recurrirían a sus estudiantes. Con

respecto a las representaciones que tienen los docentes sobre sus habilidades digitales,

la investigación trazó un perfil a partir de lo que opinaron los docentes sobre ellos

mismos y sus pares, y los estudiantes sobre sus docentes. Ambos grupos entrevistados

compartieron miradas coincidentes sobre el colectivo docente, un 35% juzgó las

habilidades docentes como malas y muy malas; mientras que solo un 15% juzgó las

habilidades docentes como buenas. Otro dato interesante que arroja la investigación

refiere a que los entrevistados docentes en general juzgan negativamente las habilidades

digitales del colectivo mientras que, sin embargo, considera muy positivas sus

50
habilidades tecnológicas. La hipótesis que plantean los investigadores respecto a ese

punto es que los/as docentes tienden a sobrevalorar sus propias habilidades respecto de

las de sus colegas. Hipótesis que se refuerza a partir de las representaciones que los/as

estudiantes tienen sobre las habilidades digitales de sus docentes. Por otro lado, esta

sobrevaloración de sus habilidades llevó a plantear otra cuestión, como por ejemplo, que

buena parte de los/as docentes no realiza capacitaciones en el uso de las TIC porque se

considera muy hábil en el uso de ellas, cuando sin embargo, sus pares y estudiantes

afirman lo contrario. Otro hallazgo a destacar de la investigación es el que refiere a las

representaciones que tienen los/as docentes sobre el uso de las netbooks en las clases.

La mitad de los/as entrevistados/as consideró que los/as estudiantes aprenden mejor en

las clases con las computadoras. Sin embargo, la investigación resalta que hubo un

importante número de alumnos/as que declararon no usarlas en las clases por

impedimento de algunas de las instituciones, o, de los/as docentes (el trabajo calculó

que fueron alrededor de un 10% los/as docentes que no usaban las netbooks, pero

declararon lo contrario por miedo a ser mal vistos) que las excluyeron del aula. En

cuanto al uso de las netbooks, la investigación registra que hubo un alto porcentaje de

docentes que hizo uso de las computadoras con fines educativos en sus hogares, dato

que resalta la importancia del PCI. Otro aspecto a destacar fue que a partir de la

incorporación de las TIC en las escuelas, se produjo un incremento del flujo

comunicacional entre docentes y estudiantes que desbordó los límites del ámbito

escolar, pues sumó otros espacios y abarcó otros tiempos no escolares antes

impensados en la escuela tradicional de la etapa industrial. Tal fue así, que más de la

mitad de los/as docentes manifestaron haberse comunicado con sus estudiantes

mediante el uso de las redes sociales. El trabajo también aporta luz sobre las

percepciones que tienen los/as estudiantes con respecto a los/as docentes en relación a la

51
aplicación del PCI y el uso de las TIC dentro del aula: tales percepciones arrojan un

abanico diverso de representaciones que estuvieron supeditadas a cómo se desarrolló y

ejecutó el PCI en las escuelas. En aquellos establecimientos escolares donde existió un

plan institucional para usar las netbooks en las aulas, los/as estudiantes hicieron una

valoración positiva del/la docente. Este hallazgo confirma una investigación previa de

Benítez Larghi, Lemus y Welschinger Lascano (2014) en la que analizan las

percepciones de estudiantes de escuelas del Gran La Plata donde se implementó el

PCI. En ese estudio, los investigadores destacan que los:

“…docentes que incorporan las netbooks y los saberes en torno a esta son apreciados y

jerarquizados como referentes en el aprendizaje” (Benítez Larghi, Lemus y Lascano, 2014).

Sin embargo, cuando el PCI por algún motivo no logró desarrollarse de forma eficaz en

otras escuelas, los/as estudiantes consideraron que tenían mayores conocimientos y

habilidades en el uso de las TIC que sus docentes.

Otro trabajo que consideramos pertinente recuperar es La construcción de habilidades

digitales estudiantiles en torno al Plan Conectar Igualdad de Sebastián Benítez Larghi

(2020). La investigación se propone comprender la naturaleza social e histórica, los

conocimientos y habilidades de los/as jóvenes recuperando la perspectiva de los propios

actores juveniles. En este contexto, sostiene que los/as jóvenes valoran positivamente

sus competencias digitales, y como no tan buenas las competencias digitales de los/as

docentes, ya que los perciben poco hábiles en el uso de las TIC. Por otro lado, el trabajo

sostiene que las habilidades digitales más valoradas por los/as estudiantes son aquellas

que están orientadas en función a cómo usar un dispositivo, cómo operar un programa o

software o acceder a determinados sitios web o aplicaciones. También se destaca que

los/as estudiantes se reconocen como autodidactas, apoyándose más que nada en la

52
búsqueda de internet y sus amigos. Entre los hallazgos encontramos que los/as jóvenes

tienen un discurso crítico sobre sus propias prácticas. La investigación también sostiene

que si bien las competencias digitales de los/as docentes no son bien valoradas por los

estudiantes, estos no desconocen los saberes y conocimientos que los/as profesores

puedan aportarles; en este sentido los/as estudiantes valoran positivamente la

capacidad que tienen los/as profesores/as para vincular las TIC con ciertos contenidos

de las materias. En este marco, la reflexión que nos proporciona la investigación es que,

lejos de pensar a las habilidades digitales de los y las jóvenes como un reflejo

espontaneo y ajeno a toda competencia y saberes de los docentes sucede todo lo

contrario:

“…los/as estudiantes demandan que desde las instituciones escolares puedan extenderse los

puentes necesarios para que los aprendizajes informales y formales puedan entrar en diálogo y

retroalimentarse. De allí la demanda estudiantil para que los/as docentes utilicen las

computadoras para transmitirles sus conocimientos y <experiencias de vida>” (Benítez

Larghi, 2020, p. 144-145).

Con la inclusión de las TIC en el ámbito educativo a partir de la implementación del

PCI, el Estado logró achicar la brecha digital. Para ello movilizó enormes recursos

económicos y humanos. En las investigaciones citadas puede apreciarse la eficacia de

la política pública educativa. Sin embargo, quizás faltó más acompañamiento a la planta

docente para que efectivamente terminara de implementarse el lazo entre el saber

sustantivo de las materias con las TIC en el aula. Ello se vio cuando los/as estudiantes

declararon que fueron pocas las veces en que usaron las computadoras en las clases o

cuando los docentes sostuvieron que no se pudieron usar las netbooks por distintas

falencias técnicas. Pero también, por la falta de mayor capacitación en aquellos sectores

que se relacionaron con las TIC tardíamente.

53
Estudios recientes sobre la situación del trabajo docente durante el ASPO

A raíz del COVID-19 se produjo una situación inédita para el sistema educativo

contemporáneo y los distintos actores que lo componen: a fin de evitar el contagio

masivo y preparar al sistema de salud público para afrontar la enfermedad, se

suspendieron las clases presenciales en todos los niveles y modalidades. A partir de ese

momento, en todas las provincias se implementaron planes de continuidad pedagógica

de forma virtual que hasta la fecha aún siguen vigentes. Este hecho novedoso

convocó la mirada de investigadoras pertenecientes a distintos subcampos de las

ciencias sociales.

Uno de estos estudios, denominado "Encuesta sobre miradas y experiencias docentes

en el nivel secundario en la CABA y provincia de Buenos Aires" (2020) es el que

realizaron Analía Meo, Valeria Dabenigno y Ada Freites Frey entre el 9/4 y el 5/5 del

2020. Su investigación se centró en el trabajo docente en el ASPO. Las autoras

analizaron las estrategias de continuidad pedagógica que se desarrollaron hasta esa

fecha de forma virtual y cómo estas estrategias en alguna medida estaban sobre exigidas

por las distintas configuraciones familiares, condiciones de vida, de trabajo y por los

desiguales conocimientos y apropiaciones en el uso de las TIC entre los/as docentes.

Entre una de las conclusiones a la que llega la investigación, se observa el

desbordamiento de tareas que abruma a la mayoría de los/as docentes, el acceso

desigual a las TIC de parte de docentes y estudiantes y las dificultades para llevar a

cabo el proceso aprendizaje entre estos últimos.

A partir del anterior trabajo exploratorio, Analía Inés Meo y Valeria Dabenigno

desarrollaron la siguiente publicación: “El teletrabajo docente durante el confinamiento

por COVID-19 en Argentina. Condiciones materiales y perspectivas sobre la carga de

54
trabajo, la responsabilidad social y la toma de decisiones” (2021). Las investigadoras

analizaron las características que asumió el trabajo docente durante el periodo de

ASPO, al que denominan “teletrabajo forzado en el hogar”, denominación surgida a

raíz de que el trabajo docente estuvo mediado por el uso exclusivo de las TIC. La

investigación, realizada sobre la base de una encuesta online a 678 docentes en el Área

Metropolitana de Buenos Aires sostiene que cuando comenzó la apuesta al periodo de

“virtualización forzosa de la educación” (Di Piero y Miño Chiappino, 2020), solo un

54% de los docentes encuestados declaraban contar con los elementos básicos, un

equipo informático y espacio aislado para el desarrollo de la actividad de teletrabajo, en

tanto un tercio de los encuestados contaban con solo uno de esos recursos, y un 13% no

contaban con ninguno. Por otro lado, el estudio revela que la mitad de los/as docentes

que tenían altas responsabilidades domésticas y cuidados en sus hogares no disponían

de computadoras y espacio propio para el desarrollo de sus actividades laborales. El

estudio también confirma que son las mujeres las que tienen mayores responsabilidades

ligadas al cuidado en el hogar. Al considerar las características de los hogares, la

investigación aporta que los docentes sin carga familiar estaban provistos de las mejores

condiciones materiales, mientras que no ocurría lo mismo donde el docente era el

sostén de familia. Otro aporte que realiza la investigación es el que refiere a la

percepción del tiempo de trabajo. Las autoras sostienen que la percepción mayoritaria

entre los/as docentes consiste en que la jornada de trabajo se extendió durante el ASPO,

en lo que respecta a los profesores del nivel secundario un 89% afirmó que su trabajo

se incrementó, ocupando más tiempo del día. En cuanto a la organización del trabajo,

más de la mitad de los docentes afirmaron que fue el equipo directivo el que tomó

decisiones claves para su organización. En cuanto al trabajo colaborativo, más de la

mitad de los docentes afirmó que se dificultó el intercambio entre colegas durante el

55
ASPO; el estudio revela que esa dificultad se dio en mayor grado en aquellas escuelas

donde el uso de las TIC era infrecuente antes del comienzo de la pandemia. En cuanto al

sostenimiento institucional de su tarea un poco más de la mitad de los docentes declaró

haber sido acompañado tecnológicamente y pedagógicamente por sus pares (54%),

otros por el equipo directivo (53%), mientras que uno de cada diez respondió que nunca

fue acompañado por la dirección o sus colegas. Otro punto interesante que aporta el

estudio refiere a que seis de cada diez docentes declaró sentirse “muy frecuentemente”

desbordados ante la exigencia del trabajo virtual. Por otro lado, la mitad de los/as

docentes afirmaron sentirse muy presionados en las escuelas para virtualizar sus

trabajos sin contar con herramientas ni capacitaciones para llevarlas a cabo. En relación

con el punto anterior, la investigación pone sobre relieve que hay una asociación entre

sentirse desbordado por la exigencia de la virtualización de las clases con el nivel de

responsabilidad en el hogar; de modo que, un 65% de docentes con altas

responsabilidades en sus hogares declararon sentirse con una fuerte carga psíquica y

mental. Por último, está carga psíquica y mental es mayor en docentes que se

desempeñan en más cantidad de escuelas.

Otra línea de investigación es la que realizaron las sociólogas Emilia Di Piero y Jéssica

Miño Chiappino en su artículo “Pandemia, desigualdad y educación en Argentina: un

estudio de las propuestas a nivel subnacional” (2020 A) en el marco de un libro que

compila la situación de distintos países de la región en torno al COVID y que fue

publicado en México. Las investigadoras analizan las propuestas de las plataformas

virtuales, las interrelaciones con las propuestas jurisdiccionales con la propuesta

elaborada a nivel nacional y las relaciones que en cada propuesta se establecen con tres

actores educativos: familias, docentes y estudiantes en los meses de abril y mayo de

2020. El estudio destaca la variación en el grado de articulación entre la propuesta

56
nacional con las de las distintas provincias; cómo se reinventa la escuela en la nueva

relación que entabla de forma virtual con las familias y a qué clase de “familia ideal” se

interpela desde las propuestas virtuales. Asimismo, analiza cómo se reconfigura el

trabajo docente en relación con la ampliación del rol tutorial y sobre todo remarca la

profundización y reconfiguración de las desigualdades en el sistema educativo. Con

respecto a las desigualdades, las autoras se centran en la dimensión social contemplando

la relación que se entabla con las familias (ligadas al uso y apropiación de las TIC para

resolver la escolaridad en contexto de educación remota) y en la dimensión territorial

considerando las desigualdades regionales vinculadas al carácter federal del sistema

educativo argentino. Las autoras concluyen que se profundizan desigualdades

preexistentes debido a, por un lado, la existencia diferencial en las trayectorias de

virtualización educativa previas a la pandemia entre provincias y, por otro lado, al tipo

de interpelación que se propone hacia un “tipo ideal” de familias.

Con respecto a la interpelación hacia las familias, la investigación agrupa e identifica

dos formas de interpelaciones: por un lado, provincias que realizan una interpelación

pedagógica, por el otro, provincias que apelan a que las familias recreen

miméticamente rutinas y hábitos escolares en sus hogares.

En lo que respecta a la Provincia de Buenos Aires, la investigación revela que la

provincia realiza una fuerte interpelación pedagógica hacia las familias brindando

informaciones e instrucciones detalladas a las familias sobre cómo deben ser los

acompañamientos de los adultos y de los hermanos/as mayores para el buen desarrollo

de las actividades escolares. Por otro lado, las autoras sostienen que pese al esfuerzo de

Nación por presentar una propuesta educativa homogénea hacia todas las jurisdicciones

mediante la provisión de cuadernillos y plataformas virtuales, las propuestas

implementadas son heterogéneas en tanto se llevó a cabo en un escenario atravesado por

57
la desigualad social y territorial. Desde el punto de vista de la desigualdad social, las

investigadoras sostienen que, al ser las familias las mediadoras en el proceso de

aprendizaje escolar, el éxito de dicha mediación estará sujeto al capital cultural, tiempo

disponible y el buen manejo de las TIC. Frente a este escenario las autoras plantean que

ambas propuestas, tanto la que hace hincapié en lo pedagógico como la que trata de

recrear el tiempo escolar con sus rutinas en la vida doméstica, apuntan a interpelar a un

tipo de familia que cuenta con acceso a bienes digitales, espacio donde desarrollar sus

actividades, tiempo para la lectura y la disposición de adultos que puedan oficiar como

acompañantes pedagógicos. Como sostienen las autoras, se dialoga con un tipo de

familia por encima de otra, profundizando desigualdades sociales, culturales y de acceso

a las TIC.

En el mismo sentido, en otra publicación en la misma línea de indagaciones “Nivel

secundario y pandemia: Un análisis de las propuestas virtuales a nivel subnacional en

claves de desigualdades” (2020 B) -artículo que forma parte del libro Aprendizajes y

prácticas educativas en las actuales condiciones de época: COVID-19 editado por la

Universidad de Córdoba-, Emilia Di Piero y Jéssica Miño Chappino analizan las

estrategias de continuidad educativa en el nivel secundario en todo el territorio nacional

y su relación con las propuestas educativas provinciales centrándose en los medios y

formas de acceso que se proponen desde las plataformas virtuales. La investigación

destaca que los medios y formas de acceso a las plataformas virtuales educativas varían

de acuerdo con cada provincia y según estas el acceso para los usuarios puede ser

público y de uso irrestricto como es el caso de la Provincia de Buenos Aires, de acceso

restringido para el caso de CABA o de acceso semipúblico. En este marco, el estudio

revela la presencia cada vez mayor del sector privado en el otorgamiento de licencias,

diseño y creación de portales educativos, permitiendo el mayor peso en la educación de

58
los procesos de mercantilización. Por otro lado, el estudio destaca que las provincias

que han desarrollado y ofrecido mejores propuestas en sus plataformas educativas

mediante la web son aquellas que contaban con trayectorias de virtualización previas a

la pandemia, un plus que facilitó la consolidación de programas sólidos y con impronta

propia, no ocurrió lo mismo en aquellas provincias donde el desarrollo de portales

educativos fue muy escaso con lo cual se vieron en la necesidad de replicar los

programas nacionales. Esto revela, según las investigadoras, tres cuestiones a tener en

cuenta: por un lado, la complejidad de regulación de parte del Ministerio de Educación

de la Nación y de la articulación con las propuestas provinciales; por otro, la incidencia

del sector privado y, por último, el peso favorable de las trayectorias de virtualización

acumuladas de modo previo a la pandemia.

En un tercer artículo, Di Piero y Miño Chiappino realizan un seguimiento de las

trayectorias de virtualización de las jurisdicciones en dos bimestres del año 2020 (abril-

mayo y noviembre- diciembre) y concluyen que es posible agrupar distintos grupos de

jurisdicciones: “algunas fortalecieron sus propuestas mientras que otras muestran cierta

continuidad con el planteo de los primeros meses, quedando capturadas en una suerte de

parálisis ante el shock inicial. Asimismo, las preocupaciones presentes en los

documentos analizados muestran un viraje desde la elaboración de contenidos centrados

en los procesos de enseñanza y de aprendizaje hacia nuevos temas en agenda ligados a

la revinculación, la evaluación y la conexión entre los ciclos 2020-2021” (2021: 54).

Por otra parte, el estudio de Cardini, Bergamaschi, D´Alessandre, Torre y Ollivier

Educar en tiempo de pandemia. Entre el aislamiento y la distancia social (2020) analiza

la respuesta de las 24 provincias en seis focos de intervención que a continuación

enumeramos y las describimos. Los ejes son: 1- el acceso a contenidos pedagógicos: la

59
rápida intervención del gobierno nacional y las provincias proveen contenidos a través

de tecnologías digitales, sin embargo su alcance se ve limitado por la desigualdad en el

acceso a ellas, por lo que se distribuyen cuadernillos en aquellos sectores que carecen de

conectividad; 2- la ampliación de la infraestructura digital: además de portales digitales

se amplió la difusión de contenidos a través de programas de la televisión pública, Paka

Paka, Encuentro y Radio Nacional; 3- acompañamiento a docentes: se busca acompañar

y fortalecer las capacidades de los/as docentes para la continuidad educativa en tiempo

de aislamiento mediante acciones para orientar las prácticas de enseñanza a fin de

promover el desarrollo de capacidades en el uso de tecnologías digitales y para ofrecer

espacios de contención y reflexión; 4- el acompañamiento a familias y a jóvenes:

aparece la figura del adulto mediador frente a la tarea que reciben los estudiantes, esto

pone de relieve la variable referida al nivel educativo alcanzado por los padres pues se

convierte en condicionante en el apoyo escolar; 5- servicio de alimentación escolar: una

de las primeras medidas que tomaron las provincias fue el sostenimiento del servicio

escolar mediante la entrega de módulos alimentarios dos veces por mes junto con

cuadernillos de actividades; 6- modificaciones de la organización escolar: se acomodan

los requisitos a la escolaridad, se abre la inscripción a aquellos estudiantes que no

tenían vacantes, se permite la toma de materias pendientes de acreditación, y se adoptan

calificaciones nominales.

Si bien los trabajos desarrollados abarcan distintas dimensiones que trajo aparejada la

continuidad pedagógica en forma virtual, es interesante destacar que uno de los

denominadores es la situación concreta de desigualdad tanto en el acceso y apropiación

de las TIC como en el trabajo escolar que los/as estudiantes realizan en sus ámbitos

domésticos, inequidad que se profundiza entre los sectores sociales menos favorecidos.

Esta situación de desventaja afecta tanto a estudiantes como a docentes: el caso de estos

60
últimos, la desigualdad se manifiesta desde el punto de vista del conocimiento en el uso

y apropiación de las TIC para la tarea diaria de la continuidad pedagógica.

Palabras de cierre del capítulo

A lo largo de este capítulo, hemos buscado contextualizar cómo la escuela secundaria

se fue construyendo en objeto de estudio de las ciencias sociales al mismo tiempo que

se constituyó como problema de la política educativa. Para eso recuperamos el trabajo

de Felicitas Acosta y su equipo de colaboradores. También desarrollamos el trabajo de

Arroyo y Pérez Zorrilla en el que trazan un recorrido por las diversas investigaciones

académicas que abordan y analizan desde distintas dimensiones el puesto del docente de

escuela secundaria. Por otro lado, hemos problematizado el rol del trabajo docente a

partir de comprender cuánto hay de profesión y de oficio en la labor cotidiana de la

enseñanza. Hemos abordado de qué manera la política educativa fue achicando la

brecha digital a partir de la creación del Plan Conectar Igualdad: en ese sentido,

recuperamos trabajos de Benítez Larghi y Zukerfeld (2016) acerca del impacto que ha

tenido esa política educativa entre los docentes y estudiantes. Por último, presentamos

investigaciones recientes realizadas en el marco de la pandemia: los trabajos de Emilia

Di Piero y Jéssica Miño Chiappino; Alejandra Cardini y equipo; Analía Inés Meo y

Valeria Dabenigno que, desde distintas dimensiones analizan cómo se ha sostenido la

enseñanza en el contexto de pandemia y de desigualdad en el sistema educativo, las

estrategias que han adoptado el Estado Nacional y las provincias, las distintas

interpelaciones que realizan los gobiernos provinciales a las familias para lograr el

sostenimiento de la escolaridad y el trabajo docente en el marco de la educación remota.

61
En el último capítulo presentaremos un trabajo de análisis cualitativo sobre cómo los/as

profesores/as del nivel secundario de escuelas de gestión estatal localizadas en la

ciudad de Florencio Varela trabajaron bajo la modalidad virtual en el marco del ASPO.

62
Capítulo 3: Agotamiento y frustración: las entrevistas a docentes

En este último capítulo presentamos los resultados de un proceso de investigación

basado en entrevistas en profundidad que se han realizado a diez profesores/as del nivel

secundario de escuelas de gestión estatal durante el mes de noviembre del año 2020. La

pregunta que organizó el capítulo refiere a los modos cómo se configuran las

percepciones y discursos a partir de sus prácticas docentes dominadas por la modalidad

virtual en el marco de la educación remota en contexto de emergencia sanitaria.

Como se ha dicho en la introducción a este Trabajo final, a partir del ASPO que se

impuso ante la circulación del COVID-19, el Ministerio de Educación de la Nación

estableció, en acuerdo con el Consejo Federal de Educación y en coordinación con

todos los organismos competentes, la Resolución 108/2020 que consistió en la

suspensión del dictado de clases presenciales en los niveles inicial, primario, secundario

y en todas sus modalidades e institutos de educación superior por el tiempo de 14 días.

En sintonía con dicha resolución, la DGCyE también emitió la resolución 554/20 que

suspendía las clases presenciales por el mismo plazo de tiempo. Como es de público

conocimiento el ASPO continuó y las clases virtuales se desarrollaron más allá del

tiempo pensado originalmente. De acuerdo con esta situación, en este capítulo

presentamos los resultados de una exploración basada en la técnica de entrevistas en

profundidad sobre cómo los/as profesores/as del nivel secundario de escuelas de gestión

estatal de la ciudad de Florencio Varela han desarrollado sus clases bajo la modalidad

virtual en el transcurso de tiempo que va de marzo a noviembre del año 2020. Para tal

fin, hemos realizado diez entrevistas a profesores/as que están actualmente

desempeñándose como tales en distintas escuelas secundarias de la ciudad mencionada.

La elección de los/as entrevistados respondió a un muestreo estratégico o de

conveniencia (Cea D´Ancona, 2001), en el que se han tenido en cuenta los siguientes

63
criterios: 1- que los/as entrevistados/as se desempeñen como docentes en al menos una

escuela secundaria de gestión estatal de la ciudad de Florencio Varela durante el periodo

marzo-noviembre 2020; 2- que no se encuentren en uso de algún tipo de licencia médica

o por estudio que les impida estar al frente de un curso durante el tiempo de clases

virtuales; 3- que se trate de profesores que estén al frente de un curso sea titulados o

sin título.

Percepciones, discursos y prácticas docentes

Estamos de acuerdo con Arroyo y Pérez Zorrilla (2015) en que analizar y comprender la

dimensión subjetiva de la experiencia docente es de suma importancia pues nos permite

pensar qué tipo de regulaciones y cambios en materia organizacional son fundamentales

para hacer una mejor escuela secundaria y al mismo tiempo lograr que sus planteles

docentes tengan buenos desempeños en su labor educativa a partir de los actores

involucrados. Pero también hay que tener presente que analizar estas construcciones

identitarias y de sentidos de los/as profesores/as supone comprender el marco contextual

de las fuertes fragmentaciones sociales en las que estas se configuran y que a la vez son

atravesadas por dinámicas fragmentadoras (Birgin, 1999).

Todos/as nuestros/as entrevistados/as son docentes del nivel secundario que, además de

trabajar en escuelas de dicha ciudad, también viven en ella, ya sea en barrios alejados

del centro comercial o neurálgico de la ciudad. Algunos/as conviven con sus padres,

mientras que otros/as alquilan una vivienda. Todos/as son sostén de hogar y casi

todos/as, a excepción de dos entrevistadas, tienen hijos en edad escolar. La gran

mayoría son profesores recibidos en el Instituto Terciario N°54 de Florencio Varela,

otros del Instituto Terciario N° 50 de Berazategui, que también está muy cercano a la

ciudad de los entrevistados/as, mientras que una profesora egresó del Instituto Terciario

64
N°24 de Bernal y otra hizo su capacitación docente en la Universidad Tecnológica de

Avellaneda, pues su título de licenciada le impedía acceder a la estabilidad laboral, es

decir, formar parte del listado oficial y acceder a los cargos titulares. En cuanto a la

situación de revista – relación laboral- comprobamos que todos/as tienen el máximo de

horas titulares – 20 horas-. Además de ese máximo de horas, también trabajan horas

provisionales y suplentes. Con lo cual suman entre unas 30 a 34 horas semanales. Casi

todos los entrevistados/as – a excepción de dos profesoras- trabajan en más de dos

escuelas y tienen entre 6 y 9 cursos. En promedio, cada docente tiene alrededor de 200 a

250 estudiantes a cargo, repartidos entre todas las escuelas donde se desempeñan. Cabe

aclarar que, en todos los casos, a las personas entrevistadas se les ha cambiado el

nombre para mantenerlos/as en el anonimato.

El tiempo laboral extendido: la sensación de “conexión permanente”

Cuando preguntamos cómo estaba organizada la jornada laboral durante el ASPO,

observamos la alteración del tiempo laboral como producto de la virtualidad, esta

alteración también fue hallada por Analía Inés Meo y Valeria Dabenigno (2021) al

destacar la extensión de la jornada laboral que denominaron “teletrabajo en el hogar”

como producto de la apuesta a la “educación remota forzosa” (Di Piero y Miño

Chiappino, 2020 A). En ese sentido y teniendo en cuenta el marco contextual en el que

realizamos las entrevistas, fuimos obteniendo respuestas similares con respecto a cómo

percibieron la dimensión temporal los profesores entrevistados. A continuación

presentamos fragmentos de algunas entrevistas:

“Mi herramienta fundamental es el whatsApp, la compu la uso pero solo para hacer las

actividades y las reuniones con los directivos. Después estoy las 24 horas del día conectada

con los chicos, me pasa que yo no les puse horario porque, yo digo, si les pongo horario creo

que voy a tener menos respuesta. Entonces yo les digo mándenme siete días a la semana. Lo

65
que no hago es responder después de las 10 de la noche, ahí sí no respondo. Pero yo ya sé que

mandaron mensajes y entonces el otro día tipo 8, ya estoy respondiendo. Es. Es muy... Como

agotador que el trabajo que teníamos normal para mí, porque yo estoy todo el tiempo y a mí se

me hace que como fue nuevo para los alumnos, ellos tampoco están cómodos… no se les puede

pedir que ellos solamente durante por ahí los jueves de 13 a 17 hs – que es mi horario en tal

escuela- me mande mensajes, porque quizá en ese momento no tienen el celular o no tienen luz,

no tienen wi fi. Entonces es algo que escapa a todos, a los alumnos y a nosotros también. Pero

si un chico se te conectó el sábado y está haciendo el trabajo y me pregunta, yo le respondo

(…) es como que no puedo dejarlo ahí colgado porque, Digo, se sentó en ese momento, así que

cuesta más.” (Daniela, profesora de historia y geografía en dos escuelas. Antigüedad 17 años).

“Ah, no, no tengo una organización, olvidate, no, no existe, no existe una organización. Lo

intento, pero al principio lo intenté digamos, decir bueno, porque nos aconsejaban esto de

tratar de trabajar en el horario de tal curso, trabajar para tal curso. Y la verdad es que yo no le

encontraba sentido, porque por ejemplo, si yo me ponía en ese horario, o sea a escribirles por

ejemplo, por decirte algo y esos alumnos no me contestaban y tenía 80 mensajes de otros

cursos, no tenía sentido. O sea que terminé enfocándome en los alumnos que me escribían y

después e… en algún momento de la semana agarraba un curso y empezaba a tratar de

comunicarme con cada uno. Asi que el plan de manejarme solo con el correo no me resultó,

estoy gran parte del día con el cel en la mano.” (Lorena, profesora de Biología e inglés en

cinco escuelas. Antigüedad 20 años).

Cuando preguntamos cómo fue dar clase virtuales, qué sensaciones tenían al respecto

con esa modalidad y cuáles fueron los mayores esfuerzos que tuvieron que hacer,

observamos que hubo una gran coincidencia en que la actividad virtual fue muy

agotadora; hallazgo que también se verificó en la investigación de Analía Inés Meo y

Valeria Dabenigno (2021), ya que destacaron que más de la mitad de los/as docentes

habían declararon sentirse desbordados por la exigencia de virtualizar sus tareas

66
educativas; en el caso de nuestros entrevistados, podemos afirmar que, a partir de la

virtualización de sus tareas, todos/as tuvieron la percepción de que el tiempo laboral se

“perdió”, se “extendió” e invadió las otras esferas de la vida cotidiana, generando una

sensación de “conexión permanente”. Es decir, percibieron que al trabajar de forma

remota desde sus hogares, se les superpuso con las actividades domésticas y las

actividades escolares de sus hijos. Con respecto a la escolaridad de los hijos de los y las

docentes, hay que tener en cuenta que esta tarea también fue una nueva actividad que

tuvieron que asumir de manera directa en sus hogares y esto se debió, a que en el

contexto de la apuesta a la “virtualización forzosa” (Di Piero y Miño Chiappino, 2020

A), los/as docentes en tanto padres y madres, también fueron interpeladas

pedagógicamente por la cartera educativa de la Provincia de Buenos Aires (al igual que

el resto de las otras familias) para mantener la continuidad de la escolarización de los

chicos/as y los/as adolescentes, de modo que también tuvieron que destinar parte de su

tiempo a sostener la educación en el hogar.

Obstáculos en el teletrabajo docente en pandemia

Por otro lado, también vimos que aparecieron obstáculos para la realización del

“teletrabajo docente en el hogar” (Meo y Dabenigno, 2021) y esto se debió a la falta de

conectividad en sus hogares y las pocas habilidades digitales de los/as docentes en el

uso de las TIC, dato que ya fuera advertido en el trabajo de Benítez Larghi (2020). Otro

obstáculo que señalan fue la alta desconexión de los estudiantes y la presión laboral

ejercida por el equipo directivo, dato también confirmado por Analía Inés Meo y

Valeria Dabenigno (2021). Con respecto a cómo fue trabajar dando clases virtuales,

algunos/a docentes nos dijeron:

67
“Y no sé, es raro porque… Es como que se perdió el tiempo, porque supongamos, yo doy un

trabajo y por ahí el estudiante me lo devuelve tres meses después y yo le hago la devolución y

me contesta un mes después. Es como que el tema de los tiempos es extraño, eh, De hecho,

ahora que están diciendo que hay que entregar todos los trabajos, hay alumnos que están

entregando trabajos que yo di en abril y es como que yo noto muy llamativo esto de los tiempos

y también los tiempos con respecto a que a veces no sé son las 9 de la noche me llega un

mensaje y un estudiante me pone recién me levanto acá le mando la tarea. Y a veces yo me

encuentro respondiendo a ese mensaje, siendo que tendría que contestarle al otro día,

generalmente no hago eso, sí estoy haciendo algo del trabajo en ese momento no me doy

cuenta y lo contesto en el momento.” (Mirta, Profesora de Ciencias Naturales en cinco escuelas.

Antigüedad 17 años).

“Horrible. Pero por este desplazamiento en la comunicación es todo muy lento. Y ya en las

presenciales nos costaba, ¿no? Vos trabajas un tema con los chicos, por alguna razón no los

viste esa semana, la semana que viene y ya se te cortó, ya tenés que retomar, replantear, no es

lo mismo que cuando tenés dos, tres clases en la semana, acá todo el tiempo es así, todo el

tiempo volver a empezar ¿Y te acordás que dijimos? ¿Y te acordás que en el trabajo anterior

decía? ¿Y te acordás? Va, para los 4 o 5 que se comunican.” (María, profesora de Lengua y

Literatura en cinco escuelas. Antigüedad 12 años).

“¡Agobiante! al trabajo doméstico nos sumaron las clases virtuales y la pandemia. Me costó

muchos meses, me animo a decirte que hasta después de las vacaciones de invierno todo para

mí fue caos. Hasta agosto no había una jornada laboral, no paraba de contestar cosas. Mi

jornada era de 24 por 7. Hasta que dije basta, ahora basta, a la noche no miro el celular. A la

mañana siguiente contestaré los mensajes. Con respecto a las clases virtuales, no estábamos

preparados; a ver, yo doy clases virtuales en la universidad desde antes de la pandemia, pero

en el secundario no estábamos preparados, no sabíamos que hacer y cómo hacerlo. Durante

meses tuvimos resoluciones, normativas de Dirección General de Escuelas donde nos se

priorizaba el vínculo estudiante- escuela, y hace quince días nos llega la resolución con el

68
currículum prioritario, entonces hay una contradicción presente.” (Mabel, Profesora de

Comunicación Social en 5 escuelas. Antigüedad 20 años).

Cuando preguntamos sí se sentían cómodos trabajando desde sus hogares y cómo les

resultó a sus estudiantes trabajar de forma remota, obtuvimos declaraciones negativas,

tales como:

“A mí no me gusta la virtualidad que me tocó con las escuelas donde estoy porque sé que se

puede dar de mejor manera. Dando clases por Zoom, Clases virtuales por las plataformas

Meet, y demás donde vos podés más o menos tener una interacción con los chicos en vivo,

digamos. Pero en las escuelas donde estoy yo, la verdad que no está esa oportunidad, porque

los pibes por H o por B, por necesidades, por desgano, por lo que quieras que pueda llegar a

pasar o se te ocurra, no se conectan. Entonces se ve totalmente reducido a mandar trabajo por

WhatsApp. Digamos la comunicación más inmediata que hay. Lo que más me lleva tiempo a mí

es y lo que más detesto es el tema de la burocracia que nos está imponiendo en las escuelas,

que bueno, a la vez supongo que viene del Ministerio de Educación, ¿no? Eso es lo que más,

para mí, me consume, después lo demás, eh… No me disgusta, ósea, sí bien no está bueno para

mí porque podría ser mejor. Pero digamos que no, no lo padezco tanto porque al fin y al cabo

es intercambio con los chicos. Que es lo que prefiero.” (Andrea, Profesora de filosofía en nueve

escuelas. Antigüedad 6 años)

También apareció la idea de “adicción al celular” como producto de la virtualidad

permanente, convalidando aquello que plantearon Sebastián Benítez Larghi y Daniela

Ugarte (2019) acerca de que el ritmo de vida obliga a los sujetos a incorporar internet, a

través de dispositivos móviles para afrontar los nuevos desafíos del mundo del trabajo

como parte de una transformación social general de largo alcance.

“…mi vinculación con lo virtual en este momento, depende de la organización familiar…trato

de hacer el trabajo fuerte, digamos, lo que tengo, los requerimientos burocráticos o didácticos

69
a la mañana… cuando mi hija está durmiendo. Después, durante el día van llegando mensajes

o cuestiones o cosas que hacer, las voy resolviendo en el momento. No tengo. Puede ser el

mediodía, puede ser a la tarde. Hasta puede ser a la noche. No, en verdad no hay un... no, no,

eso con respecto al tiempo o en lo virtual, no existe para mí. No, porque tenemos los diferentes

canales y donde todo el tiempo está abierto… te agrego algo de índole muy, muy personal, noté

que me había generado una cierta patología con el celular. Me hace como una adicción, no

estar todo el tiempo tocándolo para ver si hay algo. Todo el tiempo pendiente del celular, todo

el tiempo con el celular encima. Cosa que yo no hacía y esto sí lo veo como una consecuencia

de este tipo de trabajo (…) Y el mayor esfuerzo es tratar de generar un espacio de vinculación

general o masiva, donde sí la gran dificultad es pensar en un otro que no tenga el acceso a

ciertas pautas que yo dispongo. Entonces pienso unas clases tan generales que a veces por ahí

son caer en una simplicidad, una simpleza, que no es lo que yo hago, espero o propongo; es lo

que sale, porque al pensar en un otro que no tiene un acompañamiento directo, bueno, sale

algo que a veces no me gusta.” (Facundo, profesor de Lengua y Literatura en cuatro escuelas.

Antigüedad 10 años).

“…Y el mayor esfuerzo sería tratar de cumplir con todo, con todo me refiero, no tanto lo de

corregir a los a los chicos. Y eso no, no me genera tanto esfuerzo porque me llega un mensaje y

trato normalmente de corregir. Eso no es problema, pero empiezan a pedir un montón de cosas

últimamente de las escuelas y sería compaginar, cumplir con esas cuestiones administrativas

que hay que cumplirlas y no descuidar el trabajo con los chicos.” (Mirta, Profesora de Ciencias

Naturales en cinco escuelas. Antigüedad 17 años)

Con respecto al uso de las TIC observamos que ningún entrevistado/a había accedido a

capacitaciones digitales, dato que también revelan en su investigación Analía Inés Meo

y Valeria Dabenigno (2021), en el cual resaltaron que la mitad de los/as docentes

habían declarado que al momento de comenzar la virtualización de sus tareas no habían

sido capacitados. Pero también, habría que pensar si esa falta de capacitación, en

70
realidad no fue más que el producto de una sobrevaloración de sus competencias

digitales, hallazgo que observaron Sebastián Benítez Larghi y Mariano Zukerfeld

(2016). En relación a las competencias o habilidades digitales docentes, hay que

agregar que si bien todos/as confirmaron haber recibido las netbook del PCI, muy pocos

declararon haberlas usado en sus clases presenciales, mientras que los que sí la

implementaron, dijeron haberla usado con el fin de presentar un Powerpoint o la

proyección de alguna película. Con respecto al uso de otras TIC, todos/as coincidieron

que, la herramienta tecnológica que más utilizaron en sus clases presenciales fue el

teléfono celular ya que lo utilizaban para compartir los archivos digitales con sus

estudiantes. Cuando preguntamos a través de que medio y qué programas se conectaban

actualmente con sus alumnos/as, muchos nos respondieron que al principio, cuando

comenzó el ASPO, utilizaban sus correos electrónicos, pero al no tener buenas

respuestas tuvieron que comprarse nuevos números para sus teléfonos celulares, a fin de

abrir más canales de comunicación y participación. Entre los programas más utilizados

observamos el uso del Classrroom, aplicaciones de celulares, y los blog, paddle y

Facebook oficiales de las escuelas, espacios virtuales a través de los cuales, los planteles

docentes tuvieron la obligación de subir sus actividades al menos dos veces por mes,

además de enviárselos personalmente a sus grupos de whatsApp y otros espacios

virtuales propios. Cuando preguntamos cómo se llevaban con el uso de las TIC, qué

habilidades tenían y a quienes consultaban para resolver dudas o aprender a usar

determinados programas, nos contestaron lo siguiente:

“Antes del Aspo no usaba nada, todo lo aprendí ahora. Un montón de herramientas, PDF,

Zoom, Classroom, no me quedó otra, las tuve que aprender a manejar y las uso

cotidianamente… y tuve que mirar tutoriales o que me expliquen, si varias veces. ” (Carmen,

Profesora de Lengua y Literatura en dos escuelas. Antigüedad 8 años).

71
“… yo no sabía pasar de Word a PDF, eso lo tuve que aprender ahora; por suerte mi hermano

se da un poco más de maña que yo y me explicó algunas cosas como por ejemplo eso mismo

de pasar a Word a PDF. Y después esto de ZOOM o MEET, nunca lo había usado. Eso sí, tuve

que usar, pero eso no me costó tanto. En las escuelas decían hay que hacer así, así o asá, y más

o menos me fue saliendo bien…” (Mirta, Profesora de Ciencias Naturales en cinco escuelas.

Antigüedad 17 años).

De estas declaraciones se desprendió que frente a la imposibilidad de concurrir a la

escuela como ámbito normal de trabajo y de consulta entre pares, sobre todo a personal

especializado en cuestión, como los Encargados de Medios, los/as profesores/as se

vieron en la necesidad de indagar de forma autodidacta o preguntar a las personas más

cercanas a sus entornos familiares y amigos cómo debían operar determinados

programas y plataformas Web.

Por otro lado, con respecto a la desigualdades en el acceso de determinados dispositivos

y conexiones a internet, merece destacarse la gran coincidencia entre todos/as los /as

entrevistados/as al declarar que muchos de sus estudiantes no contaban con un servicio

de wifi en los hogares; en su lugar, predominó el uso casi exclusivo de datos móviles,

lo que dificultó en gran medida la descarga de PDF e imágenes y/o, la posibilidad de

establecer clases a través de conferencias virtuales, dado que, además de insumirles un

fuerte gasto de dinero para las familias, las cargas les duraban poco tiempo, provocando

de esa manera grandes desconexiones de los/as estudiantes durante semanas enteras.

También destacaron disponer de pocos dispositivos electrónicos como faltas de

computadoras, pocos celulares para todos los integrantes de las familias, o

sencillamente, ningún tipo de dispositivo. Si tenemos en cuenta, que en nuestro país, el

sistema educativo se ha caracterizado por generar distintos niveles de desigualdad, que

Cecilia Braslavsky caracterizó a mediados de los ´80s con el concepto de

72
segmentación (Braslavsky, 1985) y luego post años ’90s fue reconceptualizado como

fragmentación (Kessler, 2002; Tiramonti, 2004); en este contexto actual adquiere

relevancia la hipótesis de Emilia Di Piero y Jéssica Miño Chiappino (2020) al referirse a

que durante el ASPO, las desigualdades preexistentes se acentuaron y resignificaron a

partir de la modalidad de enseñanza virtual impuesta por las iniciativas

gubernamentales. Las desigualdades se reeditaron por un lado, en la relación

problemática y deficitaria con que las familias desarrollaron la propuesta escolar

medidas por las TIC. En ese sentido, los/as profesores/as describieron desde sus

experiencias y perspectivas cómo tuvieron que desarrollar y sostener sus actividades de

enseñanza remota.

“… con los chicos de Bosques trabajamos con el Classroom. No tengo WhatsApp con ellos, y

son por ahí los más alejados, trabajamos con Classroom y en papel. Los que no tienen

conectividad imprimen trabajos y luego los directivos nos mandan las fotos de las actividades

por whatsApp; después es rarísimo, porque por ejemplo, trabajo en la 9 y en la 33, que están a

7 cuadras de diferencia entre ellas. En la 9 trabajamos con WhatsApp, por Classroom, con

mail, usan todo a la vez y en la Secundaria 33 trabajamos sólo WhatsApp y a veces, porque

muchos tienen problemas de conectividad, pero están ahí a 6 cuadras de otra escuela

¡rarisimo!” (María profesora de Lengua y Literatura en cinco escuelas. Antigüedad 12 años)

“…yo arranqué con Classroom y con mi mail y la verdad no me estaba dando muy buenos

resultados. Y cuando empecé a activar con el tema de WhatsApp empecé a tener mayor

respuesta, porque siempre hay alguien que tiene, aunque no sea del núcleo familiar, tiene

una vecina o alguien que les presta el celular y pueden acceder aunque sea una vez al día o

una vez cada dos o tres días a un número de teléfono donde vos le podés enviar un trabajo,

puede recibir. Así me pasa con muchos pibes. Eso sí como el celular por ahí no es de ellos,

cuando lo tienen te mandan las fotos cualquier día y en cualquier horario.” (Carmen Profesora

de Lengua y Literatura en dos escuelas. Antigüedad 8 años).

73
Indagando un poco más en profundidad, preguntamos cómo fue el contacto con sus

estudiantes a fin de comprender cómo lograban sostener el vínculo pedagógico; todos/as

nos respondieron que en general mandaban audios o videos de ellos – profesores/as-

explicando alguna actividad, otras veces hacían algún encuentro por videollamadas o

conferencias en diferentes plataformas, más que nada para no perder el contacto, para

animarlos/as a que no dejaran de hacer las actividades y sobre todo para que no

abandonaran la escuela, mientras que otras veces lo hacían para charlar o compartir un

rato alrededor de un tema en particular.

“Y hay cursos de esta escuela, por ejemplo, donde tenemos un 80%o de deserción digital…no

sabemos qué pasó. Con los que me conecto me hablan de otras cosas, me muestran fotos o me

cuentan que una mamá o un papá, que la están pasando mal” (Mabel, Profesora de

Comunicación Social en cinco escuelas. Antigüedad 20 años).

“Y yo…trato en general de mandar audios para que por lo menos escuchen mi voz. Pienso

que por lo menos se sienten más cercanos. Cuando se anunció este tema del aislamiento y que

fue todo un caos de organización, se armaron los grupos. Yo mandé un video donde me filmé.

Me presenté, porque había muchos que no los había conocido y ellos tampoco a mí.” (Andrea,

Profesora de filosofía en nueve escuelas. Antigüedad 6 años).

Reconfiguraciones del trabajo docente

Por otro lado, buscamos indagar cómo percibían el trabajo docente en ese contexto de

educación remota. En ese sentido, preguntamos si consideraban que, en esta situación

novedosa, su práctica docente se había visto modificada. Todos/as coincidieron en que

sí se vio modificada. Algunos sostuvieron que la modificación pasó por “pensar en el

otro”, en tratar de ponerse en su lugar de privaciones tecnológicas y por la falta de

ayuda escolar en sus casas. De modo que tuvieron que replantearse los contenidos,

estrategias y actividades que les enviaban a sus estudiantes. En este punto interesa

74
destacar los hallazgos de Emilia Di Piero y Jéssica Miño Chiappino (2020) al observar

que, en algunas provincias, como por ejemplo Catamarca y Formosa, hubo indicaciones

explícitas para que los docentes reconfiguraran sus roles hacia el rol de tutores. En el

caso de la Provincia de Buenos Aires, si bien no hubo una disposición oficial específica

en la que se reconfigurara el rol docente, por alguna razón sus actividades pedagógicas

quedaron en muchos de los casos relegadas frente a otras de orden asistencial, afectivas

o de acompañamiento según las declaraciones de nuestros entrevistados. Según los/as

docentes, eso se debió al pedido expreso de los inspectores y los equipos directivos:

“Sí, sí, sí, la verdad que sí. En algún punto modifiqué mi rol. No, no, no me siento cómoda

para nada y extraño el contacto con los chicos. Extraño esa, esa complicidad que uno puede

llegar a construir a lo largo del año. Claro, no solo los chistes aunque que eso también hace el

trabajo en el aula.” (Ana, Profesora de matemáticas en 4 escuelas. Antigüedad 11 años).

“Si totalmente, a mí me gusta lo práctico, mis materias son mucho taller, porque así es la

comunicación. Se necesita verse, interactuar, ver que hace el compañero, desde los gestos,

desde la oralidad… y virtualmente la verdad es que no puedo hacer nada de eso, tampoco

puedo formar el vínculo, con lo importante que es el vínculo, eso ya fue.” (Olga, Profesora de

Comunicación en 6 escuelas. Antigüedad 9 años).

“…para mí es positivo, para mí hace años que necesitábamos un cambio y siempre pensaba en

qué era lo que podía ocasionar que esto en lo que nosotros estábamos estancados, por ejemplo,

lo que es el uso de las TIC ¿Cómo podríamos usar para empujar esto? Nunca pensé en una

pandemia. Voy a decir la verdad. Pero me parece que hoy todos nos vimos obligados a resolver

ciertas cuestiones relacionadas con la tecnología. Y bueno, hoy yo tengo un montón de material

preparado. Que pienso seguir usando con el uso de la tecnología, por más que esté dentro del

aula.” (Lorena, profesora de Biología e inglés en cinco escuelas. Antigüedad 20 años).

75
“Sí, yo creo que modifican todo. Es otra cosa. Realmente es diferente este año... No sé, yo

pienso que dar clases es en el aula, es en contacto permanente. Es en el intercambio de ideas en

el momento y es con las miradas y con los silencios.

Cuando yo explico algo, estoy viendo con qué cara me están mirando y muchas veces esa

pregunta que no hacen. Te das cuenta por la cara o por el silencio. Eso falta. Se explicó en un

video y no sé qué pasa del otro lado. A veces viene una pregunta, a veces no, pero es en otro

momento.” (Flavia, Profesora de Matemáticas en dos escuelas. Antigüedad 13 años).

Al preguntarles cuáles fueron las exigencias que se les hicieron desde las escuelas

durante el ASPO, los/as docentes manifestaron que gran parte de ellas consistieron, por

un lado, en exigencias de trabajos burocráticos que según los/as entrevistados/as

consistieron en confeccionar planillas que dieran cuenta de los seguimientos detallados

de cada una de las trayectorias escolares de los/as estudiantes, mientras que, por el otro

lado, las exigencias consistieron en reforzar los vínculos con los/as estudiantes, a

través de los grupos de WhatsApp, y conferencias virtuales; objetivo que se persiguió

sin importar sí en esos encuentros se realizaban o no algunas actividades académicas; lo

que demuestra de alguna manera el deslizamiento o reconfiguración del rol docente

hacia el de tutor, en consonancia con los señalamientos del trabajo de Di Piero y Miño

Chiappino (2020 A):

“…nos dicen mantengamos el vínculo, mantengamos el vínculo que no les demos muchas

actividades, pero después nos mandan demasiadas tareas administrativas, nos preguntan

cuánto le dimos, quien sí, quién no …y en corto tiempo, porque por ahí si las exigieran, no se te

dicen tenes una semana hace tal cosa, pero a veces es a dos días o tres días y te encontrás

corriendo y con miedo a equivocarte, porque es información sobre los estudiantes y hay que

mirar muy bien, de no equivocarse y mandar que alguien no hizo nada y en realidad sí hizo.

Esto en eso y después también, eh, como que las escuelas piensan que uno está en una sola

¿viste? O sea, eh, por ejemplo, viste que últimamente está con esto de las reuniones por Zoom,

76
para ver cómo vamos a terminar el año y demás así que en muchas escuelas se ofenden si

alguien no está en esa reunión, porque está en otra y empiezan a decir que dentro de las 48

horas tiene que estar la constancia, una cosa como de celos. Meten presión y no suman… el

otro día en el grupo de una escuela se me ocurrió decir una frase medio dura, como que

estaríamos mejor sin los directivos.” (Mirta, Profesora de Ciencias Naturales en cinco escuelas.

Antigüedad 17 años).

“…en las cuatro escuelas me exigen mantener el vínculo, hay mucho énfasis en la cuestión

vincular, de no perder el contacto con los estudiantes y después muchas exigencias

burocráticas, yo creo, yo siento que nuestro trabajo, que ya no es de ahora, nosotros esta carga

social y asistencial la venimos trayendo hace mucho, pero yo siento que durante este año la

cuestión pedagógica y aprendizaje académico de contenidos no es una preocupación

absolutamente para nadie. Porque hay una exigencia muy fuerte, super pesado en lo

burocrático como siempre, planilla, planificación, selección, mándame el seguimiento,

mándame esto, mándame lo otro que te insume muchísimas horas y después la cuestión de las

llamadas y los trabajos, no importa, no importa si no hablas de tu materia, no importa si no

hizo la mita del trabajo, lo importante es sostenerlo, que el chico te siga hablando, que se siga

comunicando, que te siga y lo demás bueno…” (María, profesora de Lengua y Literatura en

cinco escuelas. Antigüedad 12 años).

“Hay equipos directivos donde creo que muy atinadamente lo que te pide es que te vinculas,

Que sepas donde. No digo dónde está, pero no en el sentido, en el bien textual no, sino que

sepas que les está a pasando a los pibes. Y otras escuelas, lamentablemente, que suponen que

porque mandaste dieciocho trabajos prácticos, los chicos van a aprender como si dieras

dieciocho trabajos en el aula. Tengo de ambas, de ambas clases de escuela” (Mabel, Profesora

en comunicación Social en cuatro escuelas. Antigüedad 20 años).

Al indagar si estaban al tanto de las políticas de continuidad educativa de los gobiernos

Nacional y Provincial, a partir de las distintas estrategias desplegadas (como la entrega

77
de los cuadernillos con actividades, los programas educativos en distintos programas de

la televisión pública como radio Nacional y Provincia, y medios de comunicación

alternativos, o de las universidades públicas) obtuvimos respuestas afirmativas. Sin

embargo, cuando les preguntamos si utilizaban algunos de esos recursos para desarrollar

sus clases virtuales o mantener la continuidad pedagógica con aquellos estudiantes que

no tenían ningún tipo de conexión, nos contestaron que sabían de algunos compañeros

que usaban los cuadernillos con algunos alumnos/as pero solo cuando los directivos se

los pedían. Esta omisión en el uso de materiales gratuitos distribuidos en las escuelas,

con el fin de acercar actividades secuenciadas por semanas, y pensadas para materias

troncales del ciclo básico y del ciclo superior refleja síntomas de la formación docente

signada por el “isomorfismo” (Braslavsky, 2001), deformación profesional que limita y

parcializa el trabajo entre los campos disciplinares; en ese sentido, los y las docentes

que entrevistamos demostraron con sus omisiones preservar la autonomía de su campo

profesional evitando toda interacción con otros colegas y, o, propuestas educativas

como el del portal “Seguimos educando”.

“…de los cuadernillos sí sabía, porque en las escuelas se reparten a algunas familias, pero no

los miré bien, porque me concentré más en lo que yo les daba y algunas mamás me

preguntaron si lo hacían y yo les decía , que sí, si tenían el tiempo, el momento y que los hagan,

pero si no, que primero traten de estar al día con los trabajos que les dábamos los profesores;

después en otra escuela una directora me dijo que había chicos que como no habían tenido

conectividad hicieron los cuadernillos. Creo que de matemática. Entonces le dijo a los profes

de matemática que iban a tener que corregir ese trabajo porque los chicos nunca hicieron

ninguna actividad.” (Daniela, profesora de historia y geografía en dos escuelas. Antigüedad 17

años).

“Sí, los conocía. No, no los usé. Considero que nadie mejor que nosotros conoce la realidad.

De hecho, yo no uso lo mismo en cada una de mis escuelas. Entonces cada realidad implica un

78
trabajo diferente. Así que usar algo, o sea, obviamente que si me llega material que me parece

que va, obviamente que lo uso, no fue el caso, pero por ejemplo, cuando dijeron lo de los

cuadernillos, Lo miré, me traje uno para verlo y por ejemplo, una materia que yo doy, salud y

adolescencia no estaba en el cuadernillo, era como más general el trabajo del cuadernillo.

Entonces, no.” (Lorena, profesora de Biología e inglés en cinco escuelas. Antigüedad 20 años).

“He visto lo del nivel nuestro, el secundario… de los que pasan en Encuentro, o canal 7, ví

sobre todo el de nuestra materia para ver cómo estaba orientada y demás. Me parece algo más

como se viene haciendo en las escuelas, me guste o no me guste sin hacer ningún juicio de

valor, muy parecido a lo que se da en una escuela muy tradicionalmente. Con respecto al

cuadernillo yo no lo utilicé en mis clases…por una cuestión de contenido, en ese momento no

estaba dando lo mismo. Por eso, el cuadernillo no lo voy a recomendar a los alumnos para

quelo vean.” (Facundo, profesor de Lengua y Literatura en cuatro escuelas. Antigüedad 10

años).

“No conozco los cuadernillos.”(Olga, Profesora de Comunicación en 6 escuelas. Antigüedad 9

años).

“… cuadernillos vi el primero, después como que me aboqué más a mi trabajo y a mi proyecto

y allá donde quería orientar yo la clase. Porque las actividades son de uno. Uno sabe tiene la

experiencia del aula y sabe qué es lo que puede llegar a orientar y atrapar al alumno, más que

agarrar unas actividades prescriptiva que están hechas para un modelo de alumno que no está

adaptado a la situación, aun al contexto que uno ya sabe que tiene su propio alumno… entre

estar leyendo un montón de material que pueda adaptar o elegir el camino que más o menos ya

tengo orientado, preferí seguir el mío. También miro los programas de vez en cuando, el de

Paka Paka y encuentro en Canal 7 y me parecen súper positivos…Pero…no sé si a un alumno

tanta información que les brindan de golpe lo pueda asimilar correctamente.” (Carmen,

Profesora de Lengua y Literatura en dos escuelas. Antigüedad 8 años)

79
Cuando preguntamos cuáles fueron las razones por las que no usaron los cuadernillos,

no los tenían en consideración para el desarrollo de sus clases virtuales o para entablar

una comunicación más dinámica con aquellos estudiantes que no lograban conectarse

con fluidez, quizás por carecer de internet, las respuestas fueron que tales cuadernillos

no respetaban los diseños curriculares de sus respectivas disciplinas, lo que confirma de

alguna manera el “isomorfismo”, como producto de su formación disciplinar. Otros

adujeron que el no uso se debía a la estandarización de las actividades para los mismos

años sin tener en cuenta las diferentes realidades socioeconómicas y de aprendizaje de

los y las estudiantes de las escuelas del distrito.

“Los cuadernillos estaban pensados para los que no tenían conectividad. No tenían ninguna

relación con los contenidos que yo estoy trabajando, por otro lado, proponen situaciones

problemáticas que por ahí se podrían trabajar en el aula y nos podría llevar dos horas de clase

hasta que la trabajábamos entre todos y lo vamos elaborando. Pensar a un estudiante solo en

su casa sin tener compañeros o conversar con un profe que lo oriente es realmente irracional,

muy descabellado, muy alejado también de la realidad. Por eso no los trabajo.” (Flavia,

Profesora de Matemáticas en dos escuelas. Antigüedad 13 años).

“Poca cosa tiene de mi materia que a mí me sirva. No lo sé” (Andrea, Profesora de filosofía en

nueve escuelas. Antigüedad 6 años).

“Se comentaba en los grupos de profes que los chicos estaban recibiendo unos cuadernillos y…

Pero bueno, no, la verdad es que no estaba muy interiorizada del porqué de la selección, por

ejemplo, de los temas del cuadernillo que no coinciden con los diseños curriculares. No en ese

sentido no estaba muy informada. Pero como no coincide con los contenidos que yo trabajo y

del diseño no los uso.” (Mirta, Profesora de Ciencias Naturales en cinco escuelas. Antigüedad

17 años).

80
“Los cuadernillos los vi al principio. Pero no los trabajo. Cuando habían llegado algunos

alumnos se lo habían llevado y la verdad que con respecto a nuestra área no me gustaron para

nada, porque no tenía nada que ver la actividad del cuadernillo y lo que estaban planteando

ahí con el diseño curricular, que la misma provincia te baja. El tipo de actividades que tenían y

los temas no me parecían. Y después los recursos de las páginas, y eso no. La verdad no los

miré.” (María, profesora de Lengua y Literatura en cinco escuelas. Antigüedad 12 años).

En ese sentido, resulta interesante considerar estas afirmaciones que muestran la

distancia entre la propuesta de políticas educativas y la apropiación de esas políticas por

parte de los principales actores implicados.

Entre el agotamiento, la improvisación y los vínculos: el trabajo docente en

pandemia

Al pedirles a los/as docentes que definieran su trabajo en pandemia en una sola palabra,

observamos que todos/a habían manifestado una valoración negativa de su desempeño

durante el contexto de aislamiento. Entre las palabras que habían usado escuchamos las

siguientes: “Agotador”, “mediocre”, “caótico”, “improvisado”, “forzado”,

“desmotivante”, “técnico”, “amor”. Cuando les pedimos que justifiquen la elección de

tales palabras, las argumentaciones refirieron a la fuerte presión a la que se vieron

sometidos/as, el incesante ritmo de trabajo frente a la computadora y el celular; la

incomodidad de trabajar de forma remota, el alto grado de improvisación de sus clases.

Por último, en un segundo grupo minoritario también estuvieron aquellas palabras que

sirvieron de “refugio vocacional” y actuaron a modo de base emotiva frente a la

complejidad que generaron las clases virtuales para muchos/as de los/as docentes y sus

estudiantes. Tales palabras fueron: “amor”, “vocación”. A continuación, desarrollamos

los términos y justificaciones esgrimidas por los y las docentes:

81
“Agotador. Y principalmente por los directivos, por las presiones de los directivos,

principalmente por eso, no tanto por preparar las tareas para los chicos, eso de a poco se fue

haciendo, pero fue agotador toda la presión eso es la verdad, fue bastante agotador, parece

que para todos porque conversando con los compañeros, así por privado ¡no! Surge esto de

decir cuándo llega diciembre, como que es la primera frase que decimos; estamos todos con

ganas de cerrar esto y ver que el año que viene sea mejor.” (Mirta, Profesora de Ciencias

Naturales en cinco escuelas. Antigüedad 17 años).

“Caótico… me parece como que nadie sabe bien hacia dónde quiere ir, y en ese caos, nos van

arrastrando, nos van llevando al llenado de papeleo. Me parece que estamos todos en ese

círculo, porque también veo que a los directivos les están exigiendo el doble. Nos estamos

olvidando que el objetivo es el alumno y no el papeleo. No lo administrativo, no lo

burocrático.” (Carmen, Profesora de Lengua y Literatura en dos escuelas. Antigüedad 8 años).

“Pobre, porque siento que yo tengo más para hacer en el aula y que de esta manera no sé si

tengo la capacidad o no la estoy explotando adecuadamente, a la vez siento que todo el tema

de lo psicológico me jugó en contra por el miedo, por la angustia del primer momento; pero

siento eso, que es pobre porque podría haber hecho más.” (Andrea, Profesora de filosofía en

nueve escuelas. Antigüedad 6 años).

“Forzado, siento que un montón de situaciones y de cosas salen muy a presión, muy forzadas,

muy forzado que no encaja nada. Y después muy frustrante en un montón de cosas. Sí, una

sensación de frustración; después con los resultados, y por ahí estar buscando todo el tiempo

herramientas y no encontrarle la vuelta del todo…” (María, profesora de Lengua y Literatura

en cinco escuelas. Antigüedad 12 años).

“Improvisado, el que diga que no improvisó, miente. Y no estoy hablando de improvisación en

el sentido académico…en el sentido de voy a dar lo que se me cruce por la cabeza.

Improvisación en el sentido de yo tenía pensado este año esto. Y la pucha el año me llevó para

82
cualquier otro lado, menos para lo que yo tenía pensado. Improvisación en ese sentido.”

(Mabel, Profesora de Comunicación Social en 5 escuelas. Antigüedad 20 años).

“Y agotador, pero igual rescato algunas cosas, rescato muchas cosas positivas y otras

también negativas. Positivas el contacto directo, yo sentí que estuve más cercana con padres,

con madres. Uno cuando va a dar las clases presenciales no habla tanto con los padres. Pero

este año sí. Hasta de quinto año me hablaban las mamás… Yo sentí como que hubo un vínculo

más cercano. Y lo negativo fue la conectividad, la cantidad de chicos que no tenían

conectividad, que no tenían celular o computadora, se quedaban totalmente afuera o por

ahí…” (Daniela, profesora de historia y geografía en dos escuelas. Antigüedad 17 años).

“Amor es la palabra que me viene a la mente. Si no tuviera el amor que tengo por esta

profesión. Hubiera sido muy difícil. Porque me la paso haciendo de psicóloga de todo un poco.

Bueno. Sí, me parece que esa sería la palabra.” (Lorena, profesora de Biología e Inglés en

cinco escuelas. Antigüedad 20 años).

“…un técnico, aunque no me guste, creo que eso es la docencia, sé es esto y es un concepto de

otro autor, no lo digo yo, obviamente. La vida se ha complejizado y nuestra tarea es compleja”

(Facundo, profesor de Lengua y Literatura en cuatro escuelas. Antigüedad 10 años).

“mediocre, queda feo y horrible, pero siento eso. Siento que no tengo nada que ver a lo que soy

yo dando clases. Sí…rescato y valoro las cosas que aprendieron los chicos. Lo rescato, pero no

es lo que yo obviamente quisiera, lo que hay es muy pobre. Pero bueno, también entiendo la

situación y entiendo que los chicos no pueden hacer más de lo que hacen...” (Olga, Profesora

de Comunicación en 6 escuelas. Antigüedad 9 años).

“Desmotivante, así es el trabajo como profesora.” (Flavia, Profesora de Matemáticas en dos

escuelas. Antigüedad 13 años).

A lo largo de este capítulo pudimos apreciar que a partir de la aparición del COVID-19

y la adopción del ASPO en todo el territorio nacional, la educación que se desarrollaba

83
en su “ámbito natural”, el aula, fue redireccionada y ejecutada forzosamente bajo la

forma remota. Bajo la nueva modalidad de enseñanza virtual y desde sus hogares, los y

las docentes desarrollaron el “teletrabajo” durante gran parte del día y de la noche. Esta

modalidad de trabajo, más la presión laboral de parte de los equipos directivos y la

sensación de estar conectado durante gran parte del día, provocó una fuerte sobrecarga

psíquica y mental. Por otro lado, la implementación de la modalidad virtual trajo para

nuestros entrevistados la inconformidad con su propio trabajo como docentes; todos

declararon percibir que su función como profesores y profesoras fue alterada o

reconfigurada hacia cuestiones que atendían lo afectivo; también declararon sentirse

“insatisfechos con sus clases”, ya que fueron en gran medida “improvisadas” y

“forzadas”; otro aspecto que desarrolló la educación virtual fue que reveló la falta de

conocimientos de parte de estos docentes entrevistados en el uso de las TIC con fines

pedagógicos.

84
Conclusiones

Cuando realizamos las entrevistas a los y las profesores y profesoras del nivel

secundario, el panorama en el ámbito educativo no parecía despejarse, la presencialidad

aún estaba vedada y la norma educativa pasaba casi exclusivamente por la apuesta a la

“virtualización forzosa” (Di Piero y Miño Chiappino, 2020 A). En este contexto,

nuestros entrevistados/as tuvieron que realizar el “Teletrabajo docente en el hogar”

(Meo y Dabenigno, 2021), con distintos grados de inconvenientes y obstáculos para

llevar a cabo sus actividades de enseñanza. Uno de estos inconvenientes fue la

percepción de atravesar una extensa jornada de trabajo causada, por un lado, por la

conexión intermitente con sus estudiantes durante gran parte del día, la noche y también

los fines de semana; por el otro, por los requerimientos de los trabajos administrativos y

reuniones virtuales con los directivos; además, a esto hay que sumarle la exigencia de

concurrir a las escuelas, al menos una vez por mes, para el reparto de los módulos

alimentarios a las familias de los/as estudiantes (en todas las escuelas donde tuvieran al

menos un curso). A ello se adiciona la invasión de ese tiempo laboral en las otras

esferas de la vida social e íntima, sobre todo si tenemos en cuenta los casos en que el/la

docente en tanto madre/padre también fue interpelado, como todas las familias de la

provincia de Buenos Aires, por el estado para que mediase en la implementación de las

propuestas escolares de sus hijos; y por último, por la falta de espacio y equipamiento

óptimo para llevar acabo el trabajo de forma cómoda y eficaz (Meo y Dabenigno, 2021).

También hay que tener en cuenta que la percepción de la extensión de la jornada laboral

se debió a la falta de regulación del tiempo de atención a los/as alumnos/as; de acuerdo

con nuestros entrevistados/as, cuando comenzó la virtualización forzosa, el trabajo fue

“caótico”, los mensajes y las llamadas de los estudiantes llegaban a cualquier hora. Y, si

bien hubo intentos de mimetizar la virtualidad con el tiempo de la presencialidad, es

85
decir, de que los/as estudiantes se conectaran a sus materias en los días y horarios que

les correspondían según la grilla semanal, no hubo manera de ordenar la organización

temporal, ya que los/as estudiantes “aprovechaban” para conectarse cuando tenían

disponibles ya sea un dispositivo, alguna señal de wifi abierta o cuando habían cargado

datos a los celulares. Como consecuencia de esta imposibilidad de organizar la semana

laboral, la mayoría de los/as docentes entrevistados/as, experimentaron la percepción de

estar trabajando durante gran parte de la jornada. La combinación de los inconvenientes

mencionados provocaron, según las declaraciones de los/as docentes entrevistados, una

fuerte carga psíquica y mental, hallazgo que también encontraron Analía Inés Meo y

Valeria Dabenigno (2021) al analizar las características del “Teletrabajo docente en el

hogar”.

En ese marco excepcional no podemos obviar que la educación remota se ejecutó en el

contexto de desigualdad educativa, conceptualizada ya durante los años ´80s con el

término segmentación educativa (Braslavsky, 1985) en referencia a que el acceso a los

saberes escolares socialmente significativos se producía y distribuía de manera

socialmente diferenciada entre distintos segmentos sociales; por otro lado, tras los años

´90s y los estragos que causó el paradigma neoliberal en todas las esferas de la

sociedad, se la conceptualizó con el término de fragmentación educativa (Kessler,

2002; Tiramonti, 2004) debido a que, en una sociedad cada vez más fragmentada, el

sistema educativo se caracterizó por reproducir nuevas desigualdades: siguiendo los

aportes de Emilia Di Piero (2018), la noción de fragmentación hace referencia a mundos

distantes, incomparables e imposibles de ordenar jerárquicamente entre sí. En este

contexto, las desigualdades preexistentes se reeditan y resignifican por la acción

gubernamental, que implementó la educación remota en un proceso de “domesticación

de la propuesta escolar” o “escolarización de la vida doméstica” (Di Piero y Miño

86
Chiappino, 2020 A) que sigue produciendo y recreando las desigualdades educativas

clásicas, a partir de la distancia entre la propuesta escolar y el capital cultural de las

familias, a los que se agregan las desigualdades que ocasiona la brecha digital

profundizadas en contexto pandémico.

En este contexto signado por la desigualdad educativa, resulta interesante destacar los

discursos y estrategias que desarrollaron nuestros entrevistados/as durante la educación

en forma remota: manifestaron que la enseñanza estaba relegada a un segundo plano,

tal es así, que desde el punto de vista del aprendizaje, las actividades pedagógicas

propuestas durante el ciclo lectivo fueron pensadas, según nuestros entrevistados/as,

para que resultaran sencillas de resolver. En palabras de los y las docentes, se trató casi

de una “excusa” para no perder el contacto con los/as estudiantes; pero también señalan

que tales decisiones fueron el resultado de las evaluaciones que consideraban las

situaciones socio económicas de sus alumnos/as. De acuerdo con los entrevistados/as,

la falta de conectividad y de apoyo escolar en los hogares de los y las estudiantes serían

impedimentos para que se pudieran realizar las actividades que les enviaban. Esto nos

dio la pauta de que los/as entrevistados/as fueron conscientes de las distancias entre las

trayectorias educativas y culturales de las familias en la cuales se apoyaban sus

estudiantes y la propuesta escolar.

“Entonces pienso unas clases tan generales que a veces por ahí son caer en una simplicidad,

una simpleza, que no es lo que yo hago, espero o propongo; es lo que sale, porque al pensar en

un otro que no tiene un acompañamiento directo, bueno, sale algo que a veces no me gusta.”

(Facundo, profesor de Lengua y Literatura en cuatro escuelas. Antigüedad 10 años).

En cuanto a la manera en que se desarrolló la apuesta a la “virtualización forzosa” (Di

Piero y Miño Chiappino, 2020 A) o el “Teletrabajo forzoso en el hogar” (Meo y

Dabenigno, 2021), otras percepciones que aportaron nuestros entrevistados fueron

87
aquellas que asociaron el trabajo docente con una actividad “des-motivante”,

“agotadora”, “caótica” e “improvisada”.

“Improvisado, el que diga que no improvisó, miente.” (Mabel, Profesora de Comunicación

Social en 5 escuelas. Antigüedad 20 años).

“mediocre, queda feo y horrible, pero siento eso. Siento que no tengo nada que ver a lo que

soy yo dando clases.” (Mabel, Profesora de Comunicación Social en 5 escuelas. Antigüedad 20

años).

Quizás tales declaraciones se deban a que de modo previo al ASPO no usaban a las TIC

para el desarrollo de las clases presenciales, dato que confirma lo hallado en trabajos

anteriores (Benítez Larghi y Zukerfeld, 2016; Meo y Dabenigno, 2021), de modo que,

en el marco de la “virtualización forzosa”, algunos/as docentes aprendieron a usarlas ya

sea de forma autodidacta, con ayuda de familiares, o bien con la ayuda de algún colega.

A partir de las declaraciones de los/as entrevistados/as, observamos que la escasa

apropiación en el uso de las TIC tuvo como denominador común las trayectorias

tecnológicas similares, entre las que predominó el también escaso uso de las TIC en su

cotidianidad laboral prepandémica. Otro punto que hay que contemplar es que, por

razones de desigualdad en el acceso a internet y a las TIC, el acto de enseñanza pasó

casi exclusivamente por el uso del WhatsApp y, en menor medida, por el Classroom, lo

que cercenó de alguna manera otras posibilidades de una interacción virtual más

enriquecedora entre docentes y estudiantes:

“… yo no sabía pasar de Word a PDF, eso lo tuve que aprender ahora; por suerte mi

hermano se da un poco más de maña que yo y me explicó algunas cosas…” (Mirta, Profesora

de Ciencias Naturales en cinco escuelas. Antigüedad 17 años).

88
Por otro lado, en referencia a los discursos que emergieron en relación a qué pensaban

de su trabajo en este contexto particular, encontramos que hubo una gran coincidencia

en destacar que su tarea como educadores había quedado en un segundo plano. El

argumento central que esgrimieron sobre esta consideración fue que los equipos

directivos de las escuelas les indicaron que lo fundamental de su actividad como

profesores/as debía consistir fundamentalmente en mantener el vínculo afectivo con sus

estudiantes. Esta orientación de los directivos expresada a través de reuniones virtuales

buscó la reconfiguración del trabajo docente hacia el rol de tutores (Di Piero y

Miño Chiappino, 2020 A). En el caso de nuestros/as entrevistados/as, estas sugerencias

se produjeron de modo indirecto (a diferencia de otras provincias que lo expresaron

directamente en comunicados y plataformas oficiales, como Catamarca y Formosa,

como se indica en el mencionado artículo):

“…en las cuatro escuelas me exigen mantener el vínculo, hay mucho énfasis en la cuestión

vincular, de no perder el contacto con los estudiantes…” (María, profesora de Lengua y

Literatura en cinco escuelas. Antigüedad 12 años).

En ese sentido, los/as docentes también destacaron la presión laboral que ejercieron los

equipos directivos al reclamarles continuamente el seguimiento detallado de las

trayectorias académicas de los y las estudiantes; la organización de actos escolares, a

partir de la confección de videos para compartir a través de los grupos de WhatsApp; la

asistencia a las jornadas obligatorias de capacitación de modo virtual; las planillas

evaluativas; las reuniones virtuales de articulación entre docentes secundarios y

primarios; la colaboración con el servicio alimentario.

En cuanto al trabajo pedagógico, también fue posible observar que, en el momento en

que pensaron y organizaron las actividades para sus cursos, hubo una fuerte acción

individual como producto del isomorfismo (Braslavsky y Birgin, 1992), efecto propio

89
de las respectivas áreas disciplinarias, a raíz de lo cual se dejó de lado el uso de los

cuadernillos elaborados en el marco del Plan Nacional “Seguimos Educando” y

distribuidos en todas las escuelas del distrito de Florencio Varela. Por otra parte, los/as

profesores/as reflexionaron y construyeron discursos que hicieron foco sobre el carácter

“improvisado” que tuvieron sus clases virtuales durante buena parte del año y lo difícil

que les fue buscar y poner en práctica nuevas estrategias que les permitieran transmitir

el currículum prioritario exigido por los equipos directivos.

Otro punto para destacar refiere a que, pese a las dificultades en el uso de las TIC, los y

las entrevistados/as percibieron de manera positiva y enriquecedora los

aprendizajes que tuvieron que realizar forzosamente ya sea de forma individual o

acompañada/o por algún familiar en el manejo de determinadas herramientas,

programas, y paquetes tecnológicos.

Cabe tener en cuenta que, pese a que no constituye el tema de nuestro trabajo, los

discursos de las personas entrevistadas están atravesados por la fragmentación del

puesto de trabajo docente de escuela secundaria, como consecuencia de la fuerte

rotación que hicieron los/as docentes por los distintos establecimientos en los que se

desempeñaban (rasgo de este nivel que está en vinculación con el “trípode de hierro” al

que refiere Flavia Terigi y que ya hemos desarrollado); en ese sentido, solamente dos de

nuestras entrevistadas han dicho que trabajaban en dos escuelas, mientras que el resto

declaró que estaba trabajando en entre cinco y seis establecimientos educativos del nivel

medio. Si bien nuestro trabajo no permite generalizar dado que partimos de un muestreo

intencional (es decir no probabilístico), estamos de acuerdo con las investigaciones

académicas reunidas por Arroyo y Zorrilla (2015), en las que se plantea que una de las

variables que explica la fragmentación del trabajo del docente del nivel secundario se

debe a la organización de la escuela secundaria y a la designación de los/as

90
profesores/as bajo el formato de horas frente al aula y no en cargos, como sí ocurre en

el nivel primario (Terigi, 2008; Tenti Fanfani, 2010; Fernández, 2015; Sosa, 2014).

En conclusión, la exploración cualitativa realizada en el nuestro trabajo final de tesina

permitió analizar las percepciones de desenvolvimiento “caótico” por parte de los/as

docentes del nivel secundario durante el ASPO en Florencio Varela, así como sus

percepciones negativas sobre la educación remota forzosa, percepciones en parte

atribuidas a las pocas habilidades digitales y la agotadora sensación de “conexión

permanente”, a lo que se sumó la presión de parte de los equipos directivos. Creemos

que, a los fines de lograr un mejor desenvolvimiento del trabajo docente en el nivel

secundario, es imprescindible (tanto en contexto de pandemia como fuera de este

contexto), una mejor capacitación digital en la que se contemplen sus trayectorias en el

uso de las TIC. Por otra parte, también es imprescindible ir hacia una mayor inclusión

digital entre los y las estudiantes y docentes brindando, además de conexiones de WIFI,

dispositivos y capacitaciones para dar lugar a una verdadera apropiación de las TIC que

apunten a atenuar y trabajar sobre las desigualdades de acceso y usos. En ese marco,

cabe subrayar las reflexiones de la mayoría de los/as entrevistados/as en relación con

sus percepciones sobre el carácter improvisado y poco planificado del proceso de

implementación de clases virtuales. Por último, creemos que una mejor

complementación de los saberes curriculares específicos de cada área con los distintos

usos pedagógicos que puedan hacerse de las TIC podría redundar en el enriquecimiento

de los procesos de enseñanza y aprendizaje y, al mismo tiempo, aportar a un mejor

espacio de diálogo entre docentes secundarios y estudiantes.

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Última consulta: 17/11/2020

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