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Gormaz. Fortaleza (Jaime Nuño González)
refiere a una particular forma de organización admi- Como autor y protagonista de aquella etapa de re-
nistrativa originaria del siglo XI al sur del Duero, que descubrimiento de las Comunidades de Villa y Tierra,
en la realidad histórica del medioevo hispano es la creo que se pueden mantener gran parte de aquellas
última de las unidades de organización social del es- propuestas iniciales de renovación historiográfica y
pacio que se despliega en el avance conquistador algunos de sus resultados. Naturalmente ello no sig-
hacia el sur para cristalizar, por primera vez, en el nifica rechazar las nuevas aportaciones y estudios re-
ámbito de la Extremadura histórica, asumiendo he- alizados, ni desdeñar las perspectivas que han aporta-
rencias y procesos de las sociedades cristianas del do luz a cuestiones entonces no resueltas. De ahí que
norte del Duero. en esta oportunidad, vamos a trasladar un esquema
general de los procesos que concurren con la dicoto-
En la evolución de la historiografía medieval, la mía histórica, articulada entorno al gozne duriense;
conquista, ocupación y organización de los espacios aparentemente radicales en sus inicios, y que van per-
situados al sur del Duero, experimentó un replantea- diendo fuerza explicativa a la altura del reinado de Al-
miento general en su estudio, al iniciarse la década fonso X, cuando el argumento histórico de la frontera
de los años 80 del siglo XX, de la mano de un gru- ha desaparecido de su horizonte alejado al valle del
po de historiadores que trataban de actualizar viejos Guadalquivir. Como hilo conductor se proponen tres
clichés académicos a las nuevas exigencias metodo- etapas que, sucesivamente, nos trasladarán desde su
lógicas. Desde entonces la atención sobre los conce- nacimiento hasta su institucionalización.
jos de frontera ha continuado en foros especializados
aportando nuevas propuestas y sugerencias realmen- 1. LAS RAÍCES: EL FUERO DE SEPÚLVEDA.
te interesantes que, desde nuestro punto de vista, no DE LA FRONTERA DEL DUERO
ponen en cuestión el grueso de la hipótesis –la ho- A LA EXTREMADURA (893-1085)
mologación de los concejos de frontera como instru-
mentos de feudalización específicos de la frontera El río Duero, como frontera, es una realidad que
cristiana entre los siglos XI-XIII– antes bien abren empieza a tejerse a fines del siglo IX y en la primera
nuevas perspectivas y posibilidades de conocimiento mitad del siglo X. La expansión cristiana, en sus con-
de estas realidades históricas quistas y colonizaciones, va desplazándose desde los
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altos valles cantábricos, hasta las riberas del río, esta- bablemente se han ido nutriendo y renovando de
bleciendo sus primeras avanzadas en sus escarpes grupos desintegrados o expulsados por cristianos y
septentrionales frente a Al Andalus. En el año 893 Al- musulmanes.
fonso III culmina esa expansión con la temprana re-
población de Zamora, y seguramente por esas fechas En estas primeras décadas de la décima centuria,
se incorporan Toro, Simancas y Dueñas, iniciando una la dinámica expansiva y agresiva de las sociedades
cadena de plazas fortificadas que se irá extendiendo cristianas da lugar al asentamiento del poder real y
por la orilla del río en los primeros años del siglo X. condal sobre el Duero, y por otra parte, la coyuntura
Hacia oriente, en el eje de expansión de los condes crítica en la que se entroniza el califato, facilita el
castellanos, se procede también a la restauración de desbordamiento poblacional en el sur del Duero. La
algunos enclaves: Nuño Núñez repuebla Roa y Aza; protección que dispensa la línea de fortificaciones, la
Gonzalo Téllez hace lo propio en Osma y Clunia; y paz que se desprende de la falta de correrías musul-
Gonzalo Fernández incorpora Gormaz y San Esteban manas, permite organizar los territorios que lenta-
en el año 912. El foso natural del río Duero se eriza- mente van siendo ocupados. El estudio de la toponi-
ba así de una línea de fortificaciones que controlaban mia, los restos arqueológicos, y las pocas fuentes
pasos y vados al tiempo que se aseguraba protección documentales conservadas, en este mismo orden, po-
a las nuevas tierras ocupadas. A su amparo, y con la nen de manifiesto este desbordamiento de la línea
seguridad que proporcionaba la frontera militarizada, fluvial y la necesidad institucional de integrar esas
se produce la ocupación y organización de las tierras poblaciones en las estructuras de los reinos cristia-
situadas al norte de la línea fluvial. nos. Para ello, el rey y los condes castellanos repue-
blan las nuevas tierras, confiando a veces a nobles,
Más allá del río, la línea de cumbres del Sistema iglesias y monasterios la organización de las tierras y
Central señala la presencia de otra frontera, la marcas- el establecimiento de colonos; de esta forma las for-
espacios de frontera de Al-Andalus, que protegen tificaciones de la línea del Duero no son solo el guar-
otras realidades sociopolíticas que, en esos momentos, dián del reino, sino manifestación ostensible del des-
los primeros años del siglo X, tratan de reorganizarse arrollo de la sociedad cristiana y soporte de una
con la entronización del califato de Córdoba. Desde estructura militar que se sustenta en un eficaz sistema
mediados del siglo VIII esta frontera ha permanecido de articulación económica, social y política. El resul-
inalterada e involucrada por los conflictos internos tado será la implementación de estructuras de orga-
que acompañan el desarrollo de Al-Andalus; en cam- nizativas de espacios y hombres, en las que se en-
bio, los establecimientos cristianos, restaurados junto marcan los viejos y nuevos establecimientos
al Duero, no son más que una etapa y la puerta abier- aldeanos, a los que se ha dotado de referencias ad-
ta sobre la que se proyecta el dinamismo castellanole- ministrativas que hacen presente y operativa la inte-
onés, y por tanto, su estabilidad y temporalidad, esta- gración política que actuará a través de la fiscalidad,
rá determinada por la evolución interna de estas la justicia, la regulación de la vida cotidiana y la or-
sociedades cristianas. ganización militar.
De momento entre ambas líneas de frontera, se Los avances realizados más allá del río Duero, con
abre un espacio que no forma parte ni de las entida- las implicaciones citadas, resultan ser un desafío obje-
des cristianas, ni del emirato/califato de Córdoba. tivo para el poder político y militar andalusí, más si ca-
Las fuentes cristianas y musulmanas no lo reconocen be una vez iniciada la etapa de auge califal. La com-
como propio; no hay una denominación específica petencia y la amenaza política para las fronteras
para ese espacio. Hasta ese momento es solamente musulmanas, y la reorganización califal de Abd al Ra-
una tierra de paso por la que transitan los ejércitos man III, son los argumentos que sustentan las reaccio-
cristianos y musulmanes hacia los espacios de botín nes musulmanas, que pondrán en peligro estos prime-
y razzia. Y desde esta perspectiva y de forma espo- ros intentos cristianos, a su vez, prueba irrefutable de
rádica, ha sido y será hollada por las expediciones los avances colonizadores.
que en uno y otro sentido se han realizado hasta
principios del siglo X. Es un territorio situado en la En el año 938 se pone en marcha una campaña
periferia, marginal a ambos mundos, sobre el que dirigida a quebrar las fortalezas del Duero y alejar a
permanecen poblaciones desestructuradas, que pro- los cristianos de al-Andalus. El relato de Al Razi, tras-
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En los años que siguen a la batalla del
Duero de mediados del siglo X, la inver-
sión de las situaciones, paralizará estos
primeros intentos de integración de los es-
pacios durienses. Los conflictos políticos,
los enfrentamiento internos, y la vieja riva-
lidad entre Castilla y León, agitados por la
hegemonía y estabilidad andalusí, impi-
dieron la continuidad de procesos coloni-
zadores; las poblaciones establecidas al
sur del río tendrán que soportar la brutal
debelación amirida en los últimos años del
siglo X. Doce iniciales campañas realiza-
das en tan solo cinco años, tienen como
objetivo los enclaves alcanzados en la pri-
mera mitad de la centuria y que jalonaban
los avances colonizadores: las tierras del
Baños, Cuellar y Salamanca en la expedi-
ción del 977; las fortalezas de Ledesma,
Zamora y Sepúlveda en el 978-979 y de
nuevo en las aceifas del 981 y 982 sobre
Toro; Simancas, Sacramenia, y por segun-
da vez Salamanca en el 983 y un año des-
pués de nuevo los ejércitos andalusíes
convergen sobre Sepúlveda y Zamora en
García de Cortázar, F. Atlas de Historia de España, Barcelona 2005 el 984; ésta última, junto con Salamanca,
será objeto de una nueva expedición en el
986, para ser dos años después, en el 988,
mitido en el tomo V de Ibn Hayyan, que recoge el Portillo la antesala de la nueva incursión sobre Za-
parte oficial de la incursión expresa esa realidad mora y Toro. Las grande plazas del Duero oriental
emergente en los extremos del Duero, al tiempo que sufrieron la misma suerte, intensas aceifas entre el
el aparente éxito cristiano en Simancas y Alhandega, 990 y 1002: Osma, Alcubilla en el 990; Alcocero y San
permite a Ramiro II asumir la colonización de la Esteban en el 992 y ésta última junto a Clunia serán
cuenca del Tormes y a Fernán González impulsar la de nuevo capturadas en el 994.
organización y el control de las poblaciones del ma-
cizo de Sepúlveda. Como había ocurrido con anterioridad, estos asal-
tos no tratan de desembocar en una nueva fase de
Mientras que en las áreas occidentales y centrales ocupación, aunque es posible la presencia esporádica
la expansión se realiza sobre tierras arcillosas y areno- de algunas guarniciones, pero lo que si es cierto que
sas, aptas para la agricultura, en la parte oriental, los quiebran los intentos de dominación política que se
altos del macizo de Sepúlveda, prolongados por las habían intentado desde principios de siglo X, agudi-
estribaciones de Somosierra, favorecen el desarrollo zando los problemas internos del mundo cristiano.
ganadero que se adapta fácilmente a la movilidad de
poblaciones habituadas a vivir en la frontera y en el Sin embargo, ni la profunda crisis que sufre el po-
conflicto. Probablemente fue en esta situación, año der real leonés en el cambio de siglo, ni estas presio-
940, cuando los condes castellanos conceden el fuero nes reiteradas de los ejércitos amiridas, van a ser ca-
original a Sepúlveda, en la línea de las concesiones paces de apagar el impulso organizador que se había
que en esos momentos se están realizando en el inte- iniciado en la época condal. Es así como debemos in-
rior del condado (Castrogeriz), y que tienden a resal- terpretar las sucesivas confirmaciones del los condes
tar el papel de los caballeros/guerreros al frente de las Garci Fernández y Sancho García y Sancho III el Ma-
poblaciones de frontera. yor de Navarra, incluidas en el preámbulo de la con-
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Sepúlveda. Vista general (Jaime Nuño González)
firmación de Alfonso VI de 1076, que reconoce quod la violencia y la inseguridad serán determinantes de
habuit in tempore antiquo... hod quod audivimus de la organización autónoma que desarrollan. Al menos,
isto foro, sicut fuit ante mi. el viraje experimentado desde fines del siglo X hasta
la segunda mitad del siglo XI implica un cambio im-
En efecto en los años siguientes a la desaparición portante respecto a los primeros contactos que se
de la dictadura amirí, el conde de Castilla Sancho anudaron en la época de Alfonso III y Ramiro II: la
García recuperaba las fortalezas del Duero, y entre ruptura con los sistemas tradicionales de ocupación
ellas algunas situadas en el Extremo del río, que aho- y organización que habían venido desarrollándose al
ra empieza a tomar esa denominación específica. Es norte del Duero.
probable que a lo largo de la primera mitad del siglo
XI se esté produciendo un restablecimiento de las Tras el fallecimiento de Fernando I y la crisis de su-
poblaciones en las tierras de frontera, especialmente cesión que se abre hasta la muerte de Sancho II, Al-
en las segovianas, en el entorno del macizo de Se- fonso VI inicia una nueva etapa con la unión de los
púlveda, que serán el hilo conductor de las concesio- reinos, pero también con el cambio de signo en las re-
nes forales condales, y de las tradiciones guerreo-ga- laciones con unos reinos de taifas que hasta entonces
naderas y religiosas de toda la zona. De nuevo las han aceptado la superioridad cristiana mediante el pa-
referencias toponímicas, cristianas y árabes, ubican go del sistema de parias. En 1075 el sistema de alian-
en el extremo del Duero la existencia de poblaciones zas y parias, tan cuidadosamente trenzado desde Fer-
situadas al margen de la reorganizaciones cristianas, nando I, y tan lucrativo para los reinos cristianos, se
que se ven empujadas a llevar una existencia donde derrumba, y aparecen en el horizonte amenazas para
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los reinos de taifas que empujan a un cambio político – El contingente poblacional que se asentaba en
basado en la conquista y ocupación de los territorios Sepúlveda gozaba ya de cierta organización, de
de Al-Andalus. tipo administrativo, que le permitió elegir de en-
tre los suyos a los más idóneos para acudir al lla-
La confirmación/concesión del Fuero de Sepúlve- mamiento regio.
da el 17 de Noviembre de 1076 por Alfonso VI es el
punto de inflexión en el que convergen toda una se- – El nuevo término naciente, otrora perteneciente al
rie de acontecimientos que ayudan a entender su espacio de Sepúlveda, tiene y goza de una precisa
contenido y su excepcionalidad frente a otras conce- delimitación y organización interna que permite
siones forales contemporáneas. Y en nuestro caso, in- señalar, como así se hace, las zonas que se encuen-
corpora dos sentidos muy claros: es por una parte el tran bajo un régimen comunal de aprovechamien-
final de la frontera como espacio abierto, sin control to de pastos y leñas entre ambas comunidades: tér-
efectivo cristiano-musulmán, definitivamente se incor- mino que quedará exento de la jurisdicción que
porado a Castilla-León, que reconoce e institucionali- sobre el mismo ejercía Sepúlveda anteriormente.
za la personalidad específica de sus habitantes; y por
otra, tras la conquista de Toledo de 1085, la apertura Ciertamente Alfonso VI se encuentra en Sepúlveda
de una nueva fase en la que se integraran la totalidad ante una comunidad organizada, madura, que se rige
de los territorios situados entre el Duero y el Sistema por un derecho consuetudinario conformado durante
Central. largos años de aislamiento. El rey no se limita solo a
confirmar la exposición oral, sino que la hizo recoger
Las normas contenidas en dicho fuero, pese a las por escrito en una carta que, suscrita por él mismo, es
dudas que despierta entre muchos historiadores, so- entregada para su roboración a los testigos –hanc car-
lamente pueden entenderse desde estas circunstan- tam mandavimus facere, et legere audivimus et conce-
cias que someramente hemos adelantado. En buena dimus–. El fuero, escrito así, siguiendo la tradición de
parte, han sido consideradas por la historiografía tra- finales del siglo XI, se convierte en un decisivo instru-
dicional como un hito histórico-jurídico que marcaría mento de poder, porque en él, como muestra el pre-
el inicio de la repoblación oficial de la zona, que se ámbulo, reside el reconocimiento de la memoria his-
generalizará a toda la Extremadura, así como el prin- tórica, y la posibilidad de mantenerla y trasladarla a la
cipio de la creación y posterior afianzamiento de nueva situación.
unos nuevos órganos de gobierno que serían, en po-
cos años, ejemplo a imitar en el resto de los espacios El fuero regula las relaciones jurídicas sobre un es-
extremaduranos. pacio geográfico integrado por un núcleo urbano y un
territorio probablemente determinado en la concesión
Pero esta no es la idea que configura la concesión, primigenia de los condes castellanos, –in tempore an-
desde nuestro punto de vista. La confirmación tiene tiquo... de suos terminos–, pero al que la confirmación
lugar en unas condiciones muy especiales, a unas po- de 1076 delimita con toda precisión. Los términos
blaciones que han ido madurando en la vida fronteri- quedaban abiertos hacia la sierra, hacia la frontera, pe-
za, y que poseen una cierta organización. Tres meses ro integraban gran parte de Riaza, Segovia y Cuellar.
antes, cuando Alfonso VI concedía al monasterio de Una adicción posterior, tal vez del mismo Alfonso VI
Santo Domingo de Silos el lugar de San Frutos, a ori- o quizás perteneciente a la confirmación de Alfonso I
llas del río Duratón, los términos del nuevo cenobio de Aragón, en cualquier caso posterior a la conquista
serían deslindados por veintiséis de los primeros re- de Toledo de 1085, ampliaba los términos al otro lado
pobladores de Sepúlveda. La presencia de dichas per- de la Sierra, completando así la concesión inicial. Es-
sonas, solicitadas por el rey a la villa a fin de que en ta última ampliación no es confirmación de situacio-
su nombre sean determinatores consignantes de la nes del pasado, sino una auténtica prueba de la mag-
nueva propiedad, nos lleva a enunciar una triple con- nanimidad real buscando, sin duda, la implicación de
sideración: los hombres de Sepúlveda en la defensa de la nueva
frontera abierta en la línea del Tajo.
– La ciudad de Sepúlveda, cabeza del alfoz, se en-
contraba por estas fechas los suficientemente Sepúlveda actúa como elemento identificador y
poblada. nuclearizador de todo el espacio delimitado pero es
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da fronteriza (recuérdese el papel de Sepúlveda en las
expediciones amiridas), terminaron por aceptar la su-
misión y la jerarquía organizativa del núcleo y de su
organismo rector, el concejo. De este modo, las villas
del alfoz se encuentran obligadas estatutariamente a
acudir en el fonsado, en el apellido de Sepulveda así
como a tributar, conjuntamente al rey. Las bases jurí-
dicas para una futura, férrea y ya próxima unión de la
tierra, se encuentran así establecidos.
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apartados correspondientes a la potestad real o su re-
presentación se hallan ciertamente disminuidos, tan-
to en cuanto a su acción en el ámbito del concejo, a
los casos citados, a los que probablemente pueda
añadirse la potestas populandi del merino y su ratifi-
cación posterior del señor, al menos tal y como se
manifiesta en 1086 en la donación realizada al mo-
nasterio de San Millán, como en cuanto a la materia-
lización en rentas del poder soberano que corres-
ponde al rey. En ambos casos es el concejo y sus
autoridades los que se alzan asumiendo el derecho
Fuero de Sepúlveda de la comunidad.
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Frente al vecino o futuro vecino de Sepúlveda, es- séptima parte de sus caloñas. Su ubicación, en la par-
pecialmente protegido, el fuero da un trato diferencia- te confirmatoria de Alfonso VI, abunda en la idea de
do al foráneo, al hombre de más allá del Duero, de situaciones del pasado.
Castilla –Si el vecino de Sepúlveda matare al de otro lu-
gar de Castilla, la caloña del homicidio quedará redu- La lectura atenta del fuero, en el marco del con-
cida a la octava parte, mientras que si resultare muer- texto histórico en el que aparece, refleja un situación
to el hombre de la villa el homicida forastero pagara la distinta y distante de las tierras de frontera abandona-
caloña que corresponde a su fuero–. La diferencia se das y despobladas, y de sus motivaciones colonizado-
transforma en inmunidad penal y en la tierra de Sepúl- ras. Como ya señalara J.M. Lacarra «recoge las disposi-
veda no puede ejecutarse la venganza privada de los ciones de derecho consuetudinario de la zona
delitos. Precepto que hay que ponerlo en relación con fronteriza, mostrándonos a una región al sur del
el correspondiente al –vecino que huyere de Sepúlve- Duero lugar de refugio para asesinos, ladrones y mal-
da por causa de homicidio, no será perseguido como hechores de toda especie». Su tenor, como acabamos
enemigo antes de llegar al Duero. Quien lo matare an- de ver, refleja una situación peculiar, en la que el ase-
tes pagara trescientos sueldos y quedara homicida–. sino de un castellano podía considerarse a salvo una
vez había traspasado el Duero, en la que la comuni-
Los últimos apartados del fuero se refieren a las dad de moradores estaba dispuesta a proteger a
obligaciones militares, que junto con la fidelidad quien llegaba a la ciudad con una concubina o con
son las determinantes de la confirmación real de 1076, bienes robados, y en la que el precio de la vida de un
ante los cambios que se están produciendo en los rei- extranjero era sensiblemente inferior al correspon-
nos de taifas, especialmente en Toledo. Los habitantes diente a un habitante de Sepúlveda.
de Sepúlveda pueden ir al fonsado o pagar la fonsa-
dera. Aun cuando dicha obligación parece afectar es- No son, ciertamente, disposiciones destinadas a
pecialmente a los caballeros en los casos de asedio o atraer pobladores, sino reflejo de un derecho con-
batalla campal, los dos más frecuentes, tanto caballe- suetudinario más antiguo, que alcanza su expresión
ros como simples peones deberán cumplir con su escrita en 1076, que recoge la peculiar situación de
obligación, salvo en aquellas situaciones en las que comunidades que han escapado durante largo tiem-
unos y otros puedan excusarse po a la autoridad de los poderes reales castellanos.
Alfonso VI, en las condiciones coyunturales de 1076,
Y cerrando la redacción foral, los caballeros, los tenía que reconocer la situación, pese a su declara-
guerreros, aceptan la fidelidad, renovando así los vín- ción inicial, –libre de toda coacción y por propia vo-
culos que les habían unido a los condes castellanos; lunta... atque convenit–. Oyó la declaración de sus
dicha fidelidad es entendida tanto en sentido negati- términos, le presentaron sus tradiciones jurídicas,
vo, de no elegir dentro de la libertad consagrada para pruebas y prendas, la condición de sus pobladores
el poblador, otro señor sino entre los fieles al rey, lo y sus fueros, y lo confirmó, pero a cambio, los habi-
cual supone siempre la posibilidad a los miembros de tantes de Sepúlveda, de su ciudad y de sus aldeas,
dicha comunidad, de contar con cierta libertad, dentro se reintegraban en los vínculos reales, a través del
de la cadena de jerarquías sociales del reino, bien de concejo o del señor; volvían a una situación pactual,
forma directa, o bien eligiendo otro señor entre los después de su desnaturalización en las tierras del sur
fieles al rey. del Duero.
Una última observación. Prácticamente todas las Había nacido el Concejo, que como institución, se
exigencias militares señaladas para el poblador de Se- alzaba sobre la existencia de una comunidad formada
púlveda, sea caballero o peón, se contemplan en estos por el núcleo rector ciudad / villa, y las tierras que le
últimos puntos del articulado, con una excepción, las rodeaban, como consecuencia de la necesaria solida-
correspondientes al apartado séptimo –Kinneria/Alka- ridad que la supervivencia exigía para la vida fronte-
zavias/Retrovatidas/Vigilias– servicios desconocidos y riza; había surgido en los márgenes de una sociedad
casi intraducibles para la época, que podríamos inter- feudalizada/señorializada, pero, de esta forma se rein-
pretar residuo de los establecidos en la época condal, tegraba de nuevo en ella en 1076, transformando su
donde además se incluye, fuera de todo contexto or- valor estratégico y militar en poder de organización y
ganizativo y administrativo la exigencia del quinto y la control de tierras y hombres.
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2.- EL INJERTO, LA FORMACIÓN
DE LAS COMUNIDADES DE VILLA Y TIERRA:
DE LA CONQUISTA DE TOLEDO A
LA GUERRA DE FRONTERAS (1085-1157)
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auténticas fortalezas, -ciudades-fortalezas
las denominará J.M. Lacarra- que darán
acogida a los guerreros para asumir la de-
fensa y el apoyo de Toledo, el control del
frente almorávide, y la protección del terri-
torio anexo a las ciudades. La ciudad for-
taleza del sur elimina o reduce la existen-
cia de las torres y castros precedentes, o
cuando menos los transforma en meros
elementos del poblamiento rural, y es la
imagen que se contrapone con las fortifi-
caciones del norte del Duero, símbolo de
los sistemas integración personal –tenen-
cias– que han dominado en sus paisajes
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terminó la mayor consistencia poblacional. Las difi- Y finalmente los fueros reconocían una autonomía,
cultades que planteaba la escasa población de algu- una capacidad de organización a las incipientes insti-
nas áreas, especialmente en las zonas más occidenta- tuciones –concejos– que se hará extensiva al núcleo y
les, explicarían esta falta de concreción espacial, que la tierra vinculada a aquel. Jueces, alcaldes, sayones y
contrasta con la parte oriental donde en las sucesivas justicias, autoridades del concejo se encargan de ejer-
donaciones fundacionales realizadas a la diócesis de cer las competencias delegadas por el rey en cada una
Segovia desde 1123, se define el marco jurisdiccional de las comunidades que se ha ido conformando: per-
episcopal mediante la nomina de ciudades/villas y cibir y requerir los tributos y servicios de los habitan-
sus correspondientes tierras que la componen, frente tes; administrar justicia, dentro de sus términos, con
a otras delimitaciones geográficas de la época como arreglo a las normas contenidas en la concesión foral;
por ejemplo la diócesis de Zamora en documento de percibir caloñas ; recibir fiadores o prendas por las ga-
1107. En todo caso el binomio ciudad/villa y tierra, rantías de la composición judicial, exigir servicios a los
aunque no aparezca con esta denominación por utili- moradores de la ciudad/villa y las aldeas y dirigir las
zarse como identificador el nominativo de la villa o expediciones militares contra la frontera musulmana.
ciudad, está presente desde los primeros momentos Es decir gestionar la soberanía trasferida y las compe-
en los que se inicia la integración en los reinos cris- tencias económicas, sociales y jurisdiccionales que le
tianos, y los fueros como instrumento jurídico sancio- son propias.
naban esta dualidad necesaria para el cumplimiento
de los objetivos fronterizos. Como resultado de estas concesiones, la conse-
cuencia más ostensible e inmediata fue la coloniza-
La unidad de derecho de los componentes espa- ción de la Extremadura que rápidamente fue poblán-
ciales –núcleo y tierra– se hacía extensiva a los habi- dose e intensificando su densidad desde las orillas del
tantes que, en las circunstancias en las que se conce- Duero hasta el Sistema Central, desde las orillas del río
den, ofrecía unas condiciones ventajosas y atrayentes Aza hasta la cuenca del Tormes, en una gradiente que
destinadas a incrementar el establecimiento cristiano seguiría, en este orden, estas coordenadas, al abrigo y
al sur del Duero. Un derecho que contempla para protección física que dispensaban las ciudades amura-
quienes están avecindados o se establezcan, un esta- lladas, las garantías jurídicas que proporcionaban los
tuto jurídico que mejora sustancialmente las condi- fueros y las oportunidades económicas de las tierras
ciones de los viejos territorios. El acceso a la propie- fronterizas. Desde los diferentes espacios del norte del
dad de la tierra y a la explotación de las tierras Duero, serranos, castellanos, vasco–navarros, asturia-
comunes, facilidad para su trasmisión hereditaria y nos, gallegos, francos, mozárabes... fueron estable-
frágiles o inexistentes cargas patrimoniales en el ré- ciéndose en las colacciones/parroquias urbanas y en
gimen sucesorio, garantías en el derecho de propie- los nuevos pueblos y aldeas, reconstruyendo antiguos
dad, exenciones pasto, libertad de movimientos; pro- asentamientos, tomando presuras, roturando y proce-
tección jurídica personal; derechos de asilo, y diendo a la humanización del paisaje extremeño con
ventajas procesales y penales, son algunas de sus ca- sus actividades agrarias y ganaderas.
racterísticas más notables. Sobre estas iniciales venta-
jas universales se alzan nuevas posibilidades ya en- Finalmente se incorpora un nuevo elemento de
sayadas y en continuidad con las existentes en otros ruptura con el establecimiento de las organizaciones
territorios [Castrogeriz y Sepúlveda], pero, en este ca- eclesiásticas. Desde aquellos primeros intentos de pro-
so, especialmente subrayadas institucionalmente pa- longación de las instituciones protagonistas de los
ra solventar las necesaria militarización de la fronte- procesos de colonización material y espiritual del nor-
ra [concejos de frontera]; se trata de privilegios que te del Duero, a los que antes hacíamos referencia [mo-
afectan a quienes se especializan en la guerra a ca- nasterios y diócesis], la iglesia hispana esta viviendo
ballo –los caballeros villanos–. A estos es a los que los procesos de reforma gregoriana que conducen al
especialmente se les iguala a la condición jurídica de triunfo de una iglesia episcopal y parroquial. La emer-
infanzón en juicios y juramentos, con la obligación gencia del momento determinó, también en este caso
de acudir al fonsado, dos terceras partes de los caba- la restauración de antiguas sedes (Segovia, Ávila, Sala-
lleros de Ávila y la tercera parte de Salamanca; entre- manca), después de momentos iniciales de supervi-
ga del quinto del botín; penalización por el abando- sión desde otras sedes ya restauradas [Toledo, Zamo-
no del cónyuge, etc. ra]. La monarquía fue sin duda protagonista de estas
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restauraciones, y de la opción episcopal, excluyente,
en gran parte del protagonismo monacal anterior, y al
mismo tiempo impulsora también de la cohesión de
las nuevas tierras en torno a las comunidades de ciu-
dad y tierra. En este caso el precedente foral de Sepúl-
veda, no podía servir de referencia, de ahí que fuera
necesaria su institucionalización de la mano de conce-
siones patrimoniales y privilegios, que jalonados a lo
largo de todo el periodo, irán abriendo las diferencias
frente al resto de los pobladores a la retaguardia de Toledo, la Extremadura, que ade-
más, en los años siguientes a su muerte, con el con-
Sin embargo, en esta segunda etapa de generaliza- flicto abierto durante el reinado de Urraca, asume ple-
ción de los concejos de frontera, como sistema de in- no protagonismo fronterizo. Fue así como la
tegración social y política de las nuevas tierras anexio- monarquía dio prioridad a las restauraciones de ciuda-
nadas tras la conquista de Toledo, la incidencia des fortalezas, las próximas a la sierra, y sobre todo
prioritaria de la guerra de fronteras abre argumentos buscó potenciar/aumentar pobladores cualificados pa-
que aunque objeto de discusión, perfilan desde el ra la guerra de fronteras –los llamados serranos, gen-
principio algunos de los caracteres que, necesaria- tes de las antiguas fronteras habituados a ese género
mente todavía borrosos en esta época, marcaran pau- de vida– que encontramos en todas las ciudades, co-
tas determinantes de los perfiles que claramente, des- mo señala la Crónica de la Población de Ávila e todos
pués definirán a las sociedades de frontera. En los que fueron llamados serranos trabajaronse en pley-
cualquier caso sus componentes estaban ya presentes to de armas e en defender a todos los otros; antiguos
en el momento del injerto. caballeros y incluso infanzones replegados de otros
frentes que buscaban fortuna en la frontera, o bien
Este argumentario lo podemos agrupar en tres con- propietarios cuyo nivel económico les permitía adqui-
juntos de ideas: la militarización de la sociedad fron- rir y mantener un caballo y las armas específicas. Es-
teriza; la materialización de la autonomía política y tos fueron los componentes de este grupo, que inicial-
por último, derivado de los otros dos, la diferencia- mente apresuraba la incorporación de elementos, sin
ción/jerarquización interna de sus habitantes. más obstáculo que disponer de los medios necesarios
para participar en las cabalgadas y correrías concejiles
Militarización y emergencia de la caballería villana de la frontera.
Las claves de todo el proceso están determinadas Es evidente que se ofreció libertad para todos
por la pretensión de Alfonso VI de establecer poten- aquellos que quisiesen y pudiesen servir a caballo, in-
tes bases militares, especialmente en los núcleos que cluyéndose la obligación únicamente para aquellos
controlan el acceso a la cuenca del Tajo. El temor de que, poseyendo los medios necesarios, no lo hicieran.
que Toledo pudiera perderse y la situación política re- El mecanismo de atracción utilizado, el reconocimien-
sultante en la parte central de la Península sería mu- to de un estatus privilegiado, es de sobra conocido
cho más peligrosa que la conocida antes del 1085; en porque estaba ya presente en el fuero de Castrogeriz
manos almorávides se convertiría en una formidable y en el de Sepúlveda; un rango que les eleva por en-
base para lanzar nuevas incursiones sobre el norte de cima de sus convecinos. En los fueros derivados del
la cordillera central y las orillas del Duero. Era lógico primitivo de Ávila y del correspondiente a Salamanca
que, desde 1086 hasta 1130, época para la Extremadu- se les iguala a los infanzones, por lo cual la caloña
ra de primera línea en la frontera, –constitutiva de su –multa establecida por la muerte de un caballero– se
organización social del espacio, y constituyente de sus aprecia en 500 sueldos, muy superior al resto de los
sistemas de gobierno–, el poder real asegurara meca- vecinos. De la misma manera que puede conjeturarse
nismos de cohesión interna en las nuevas tierras, y de la exoneración del conjunto de tributos y servicios.
vinculación con los viejos reinos. En los últimos años
del reinado de Alfonso VI los fracasos militares, la pér- Frente a un reconocimiento privilegiado y general
dida de Valencia y la concentración de las fuerzas al- que se había realizado a todos los habitantes de Se-
morávides sobre el Tajo trasladan el foco de atención púlveda, en el resto de los concejos se produce un
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desajuste, sin duda incentivador para movilizar los re- patrimonios y fortunas, muchos de cuyos componen-
cursos en la defensa de la frontera, pero restrictivo a tes solo se explican por la participación en la milicia.
las posesión de los elementos materiales propios de la Miguel Domínguez y Blasco Sánchez, vecinos de Sa-
caballería o de los niveles económicos necesarios pa- lamanca, testaban , ante diem mortis en 1150 y 1161
ra su mantenimiento. respectivamente; entre sus mandas más significativas
se pueden citar la posesión de aldeas, heredades rús-
El resultado fue una captación abierta, libre, para ticas y urbanas, cabezas de ganado, joyas, armas, etc.
todos aquellos que en origen, por recursos o posibili- Fortunas no desdeñables, relacionadas con la presta-
dades, pudieran formar parte de las milicias concejiles. ción de servicios de su propietarios y amparadas y
Las referencias de la Crónica de la Población de Ávi- protegidas por un estatus privilegiado. Niveles de
la, las recopiladas sobre el primitivo fuero de Salaman- renta y posición social que no estaban ya al alcance
ca, la nomina de antropónimos situados en la proxi- de todos.
midad de las ciudades, y la similitud de advocaciones
parroquiales dibujan el marco de proyección de un Autonomía de los concejos,
grupo que, de forma inmediata, tomará parte activa en atonía de los tenentes reales.
la vida político-militar del reino.
El concejo como instrumento y forma específica
Parece lógico pensar que de la misma forma, se les de reclutar y financiar milicias en la frontera, e instru-
exoneró de cualquier otro tipo de contribución fiscal. mento de integración de las poblaciones, fue el me-
La milicia, dado el tipo de guerra, solo excluía a quie- canismo que materializó el dominio cristiano. La de-
nes no pudieran contar con los medios necesarios, de nominación, con toda su carga polisémica, hace
los que se reclamaba una contribución económica, y referencia al conjunto de autoridades e instituciones
por tanto empieza a ser la prestación de ese servicio que se establecen en cada comunidad de villa y tie-
militar el elemento diferenciador entre unas poblacio- rra. Son estas autoridades las depositarias de la trans-
nes y otras. ferencia de poder realizada por la monarquía. Eran
depositarios del realengo, sustituyen el poder real,
El hecho no fue puntual. Se prolongó hasta casi eligen a sus autoridades, y éstas ejercen su poder
mediar el siglo XII, para reconducirse al cambiar las dentro de la jurisdicción que se les ha atribuido. Los
circunstancias en la segunda mitad de la centuria, pe- concejos y las comunidades tenían competencias so-
ro mientras tanto, crecía la costumbre y aumentaban bre las cuestiones internas de sus territorios y se les
los botines, como indica la Crónica de Alfonso VII. reconocían ciertas libertades e inmunidades, pero en
esta etapa constituyente, auténtica fase de transición,
«Pero aunque los musulmanes hacían grandes gue- desde la desestructurización a la integración, entre las
rras, siempre fue costumbre de los cristianos que habi- viejas fórmulas y las nuevas competencias, era nece-
taban la Transierra y en toda Extremadura reunirse sario habilitar mecanismo de adaptación, hasta el mo-
cada año frecuentemente en formaciones, que a la mento que la nueva comunidad de villa tierra se hu-
postre eran de Mil, dos mil, cinco mil o diez milcaba- biera organizado.
lleros, más o menos, e iban al territorio de los moabi-
tas y de los agarenos, efectuaban numerosas matan- Fue así como el protagonismo político inicial-
zas, capturaban muchos musulmanes, conseguían mente fue detentado por los tenentes reales y la es-
mucho botín y causaban numerosos incendios, mata- tructuras eclesiásticas próximas, deslizando elemen-
ban a muchos reyes y caudillos moabitas y de los aga- tos institucionales tradicionales del pasado, que
renos, peleando, destruían castillo y villas e infligían ataban tierras y hombres a la sociedad cristiana, em-
más daño que el que recibían (M. PÉREZ GONZÁLEZ, pañando a primera vista, la novedad de los concejos
Crónica del Emperador Alfonso VII, León 1997, pp. emergentes. Personajes como el conde Raimundo de
101-102). Borgoña, el cidiado Alvar Hannez, el conde Pedro
Ansurez ejercen sus prerrogativas como tenentes re-
Esta referencia cronística, similar a muchas otras, ales, sobre la totalidad o alguno de los concejos,
pone de manifiesto las posibilidades acumulativas eclipsando las incipientes autoridades locales; de la
que se abrían en el horizonte fronterizo para los ca- misma forma que monasterios como S. Millán de la
balleros. El resultado se tradujo en la constitución de Cogolla, Silos, Cardeña o Arlanza, y diócesis como
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Zamora, Palencia o Toledo dibujan una pendiente de
proyección política, cultural y espiritual desde el
norte o el sur del Duero que contrasta con el radical
localismo institucional que emanaba del fuero de Se-
púlveda, y previsiblemente de los nuevos fueros
concedidos. La movilidad migratoria, los primeros
procesos de organización económica, los problemas
generales que afectan en esos momentos al reino,
dan lugar al protagonismo de los tenentes reales y a
su poder incontestado para garantizar el dominio en
las nuevas tierras. La necesidad de controlar las tie-
rras fronterizas y orientar a sus pobladores en su de-
fensa, priorizaron estas primeras décadas de la Extre-
madura castellanoleonesa.
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Segovia. Alcázar (Fundación Sta. Mª la Real)
las instituciones concejiles que regían las comunida- de las dependencias al norte del Duero, en las tierras
des de villa y tierra, para aquellos que formaban par- de procedencia de la mayor parte de las poblaciones.
te de la caballería villana, puesto que estas eran la
manifestación institucional de la vida de frontera. Del mismo modo, nada hay que indique una frac-
tura entre los habitantes de la ciudad y la villa, y aque-
Mediante el control ejercido sobre los concejos, el llos que lo hicieron en la tierra, en los pueblos y alde-
dominio de los caballeros se extendía sobre toda la as, que vertebraron el paisaje. De las conjeturas
comunidad de villa y tierra, desarrollaban los conteni- posibles, y ante la carencia de referencias documenta-
dos jurisdiccionales trasferidos del realengo en los fue- les, no parece aventurado pensar que hubo una cier-
ros y hacía operativo el sistema militar de los conce- ta articulación entre los grupos que se establecieron
jos de frontera. en la villa y los que lo hicieron en las aldeas, si nos
atenemos a la similitud que indican todo un conjunto
La ciudad/villa y la tierra: señores y campesinos de datos que van desde la toponimia y antroponimia,
pasando por las advocaciones de iglesias rurales y co-
El núcleo, ciudad/villa y la tierra conocieron otro laciones urbanas, hasta los grupos gentilicios y lugares
universo social, que apenas si sale del anonimato en de procedencia de las poblaciones. Desconocemos si
esta primera etapa de generalización y formación del los establecimientos respondieron a formas más o me-
modelo, y que se han beneficiado de las condiciones nos organizadas, bajo la dirección de los tenentes re-
ventajosa, antes citadas, y también de la oportunidad ales, y si hubo asignación de lugares y términos, pero
que proporcionaba el acceso a la caballería. Lejos de lo que parece claro es que se produjo una colmata-
proponer una igualitarismo o una participación políti- ción de los espacios , al menos en la parte oriental y
ca de la que discrepamos, ello no impide considerar central de la Extremadura. En todo caso se cumplía el
que en los primeros tiempos las desigualdades no era objetivo de atraer poblaciones y crear una estructura
acusadas; en todo caso el desajuste se presentaba capaz de hacer frente al coste de la militarización exi-
cuando se compara estas situaciones con el desarrollo gida por las condiciones de la frontera. De los pocos
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Ávila. Murallas (Fundación Sta. Mª la Real)
datos que podemos extraer de las hipotéticas redac- En efecto, consolidada la colonización, controlada
ciones forales iniciales, como ya apuntábamos, sabe- la ofensiva almorávide y aplacadas las alteraciones in-
mos que se exige la comparecencia a quienes poseen ternas con la coronación de Alfonso VII, se inicio la
medios en las milicias concejiles, pero al resto de las alteración de las situaciones iniciales. Caballeros y
poblaciones su contribución se traduce en el pago de eclesiásticos, desde las instituciones que les organizan,
la fonsadera. Mientras que los caballeros participan en concejos y catedrales, sin modificar los estatus inicia-
el fonsado, el resto, los llamados peones, su participa- les, ponen en marcha el desarrollo de sus estructuras
ción se reduce a contribuir a la financiación de las ne- de poder acumulando nuevas exigencias que tratan de
cesidades militares del concejo. compensar los cambios que se están produciendo. En
estas fechas, como antes citábamos, ya encontramos
Son los únicos datos que tenemos de las diferencias una acumulación de fortunas patrimoniales en manos
que inicialmente se anudaron en unos grupos y otros, de caballeros, de la misma forma que mediante la
porque el resto de las normas forales se fijan fundamen- transferencia de una parte del patrimonio real se han
talmente en la organización interna y en los delitos que constituido las bases dominicales de las instituciones
atenten contra bienes y personas, en la línea jurídico- eclesiásticas. La reducción de las bases territoriales so-
penal establecida en 1076 en Sepúlveda. En resumen bre las que se detraen las exigencias concejiles y el
apenas diferencias funcionales, desequilibrios espacia- aumento del radio de acción de las expediciones pu-
les y orientación clara hacia las prioridades fronterizas y nitivas sobre la frontera musulmana, hacen necesario
de solidaridad interna; unos como guerreros que llevan el incremento de las contribuciones sobre quienes, en
a cabo las expediciones, otros como contribuyentes que las aldeas, o en la villa, no se hallan exentos de las
mediante el fonsado aportan recursos exigencias fiscales, como ya ha ocurrido con los ecle-
siásticos, los caballeros y sus patrimonios
Pero de la misma forma que en los dos apartados
anteriores se advierte un proceso dinámico que va Al mediar el siglo XII nos encontramos con una so-
alumbrando las sombras del debate sobre la tempora- ciedad que esta evolucionando rápidamente, al com-
lidad de la hipotética igualdad inicial, en clara simul- pás de los cambios que se están produciendo en una
taneidad, también asistimos a un cambio del paradig- frontera que determino su originalidad inicial. Mante-
ma extremeño. niendo los cuadros sociales originales atraídos por la
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Salamanca (Fundación Sta. Mª la Real)
libertades y derechos de propiedad, que han facilita- brá por lo tanto conflictos como los conocidos en la
do el gran trasvase poblacional de norte a sur, ha ido Tierra de Campos. De la misma manera que el senti-
desarrollando una marcado carácter localista y territo- miento de unidad y solidaridad entre concejos se
rial, en el que emergen unas estructuras de poder, do- mantiene pese a la escisión de los reinos y la presen-
tadas de gran autonomía y residenciados en las ciuda- cia en Occidente del naciente reino de Portugal. En el
des y villas, concejos y catedrales, que orientan todos sur musulmán, desde 1147 se ha iniciado una fase de
sus recursos y esfuerzos, a la defensa militar de la reunificación política de la mano de una nueva inva-
frontera, del reino y a la salvaguarda del orden ideo- sión norteafricana: los almohades. Las inercias del pa-
lógico establecido, siendo reconocidos por un estatus sado más cercano, protagonizadas por las milicias
privilegiado. Son singulares, adaptadas a los tiempos y concejiles tantas veces citadas por la Crónica de Alfon-
las realidades geopolíticas en las que han nacido, pe- so VII el Emperador, tienden a reproducirse. Pero los
ro el injerto ha trasladado también los gérmenes que tiempos están cambiando y la complejidad de las dis-
darán lugar a su homologación con la sociedad feudal putas fronterizas cristianas y el peligro almohade se
que las ha generado. salda con una inestable política de tratados y alianzas
incompatibles con el acoso tradicional de la antigua
3. EL DESARROLLO Y CONFIGURACIÓN frontera. El cambio arroja otra novedad, las Ordenes
DEL MODELO: DE LAS FRONTERAS A LAS Militares de Calatrava y Santiago, síntesis del espíritu
COMUNIDADES DE VILLA Y TIERRA (1157-1252) de frontera de los caballeros villanos y del ideal reli-
gioso de Reforma y Cruzada. Desde su fundación,
En 1157, al sur del Duero, nace una nueva fronte- merced a las dotaciones patrimoniales realizadas por
ra. Castilla y León se separan a la muerte de Alfonso las monarquías, castellana y leonesa, las Ordenes to-
VII y utilizan como línea divisoria la delimitación ini- man posiciones en las fronteras y llanuras de la Man-
cial que establecieron los concejos de frontera; no ha- cha y de la actual Extremadura y consolidan la cons-
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titución de sus extensos dominios en el nuevo glacis transferidas en las breves y primitivas concesiones, re-
fronterizo. Hasta principios del siglo XIII calatravos y conocen y confirman explícitamente en sus ordena-
santiaguistas son protagonistas en la frontera frente al mientos, las desigualdades existentes, institucionali-
Islam, al mismo tiempo que agoniza el correspondien- zándolas.
te a las milicias concejiles de la antigua Extremadura
del Duero. Pero para llegar a este final anticipado brevemen-
te en algunos de sus rasgos, era necesario madurar al-
Finalmente, entre 1230 y 1252 otros acontecimien- gunos de los procesos puestos en pie en las décadas
tos cierran definitivamente esta fase: Fernando III reu- anteriores y obscurecidos por las agitaciones fronteri-
nifica Castilla y León, desaparece la frontera interna al zas. Especialmente dos relacionados entre si: el prime-
sur del Duero y sobre todo se despliega una de las úl- ro la territorialización del poder y/o delimitación de
timas fases de la expansión feudal cristiana sobre la los términos y diócesis, cuestión heredada del pasado
Andalucía bética. Para esas fechas el macrotopónimo y emergente como problema en las primeras décadas
Extremadura deja de ser utilizado como indicativo di- de esta fase; y el segundo, vinculado al anterior, el des-
ferenciador de un territorio de frontera, para trasladar- arrollo normativo de la vida interna de las comunida-
se, más tarde, como denominador de las tierras situa- des de villa y tierra.
das en la Transierra leonesa. El espacio al sur del
Duero, ocupado por las comunidades de Villa y Tie- Los términos/alfonces adscritos a cada una de las
rra, ha dejado de ser tierra de frontera; es Castilla-Le- ciudades y villas seguramente no fueron delimitados
ón, sin distinciones, porque para entonces el sistema en muchos casos con precisión en los fueros breves
no deja de ser sino una adaptación institucional de la fundacionales, por el propio estado de desorganiza-
sociedad feudal castellanoleonesa. Es el fin de una ción en el que se encontraban los espacios, o en otros
evolución, que como siempre se anuncia con sínto- casos por su apertura a la frontera musulmana. Espe-
mas de crisis y dificultades que saldrán a la luz en la cialmente estos últimos, los grandes concejos/ciuda-
segunda mitad del siglo XIII. des que se situaban en la avanzada fronteriza hacia el
sur, pudieron prolongar su influencia por la Transie-
Durante esta fase de casi una centuria, la coloniza- rra, al mismo tiempo que las milicias de caballeros re-
ción y ocupación territorial, a tenor de los registros alizaban sus razzias y prolongaban sus espacios de
documentales de procedencia eclesiástica, ha termina- pastoreo. Sepúlveda contaba con un espacio abierto
do definitivamente: los espacios se han colmatado con hacia el sur para buscar su implicación en la conquis-
un elevado número de aldeas ordenadas en torno a la ta de Toledo, en la confirmación de 1076; Segovia me-
ciudad/villa del concejo; la agricultura de cereales y diante sucesivas donaciones reales y otras adquisicio-
viñedos configura un paisaje humanizado, compartido nes, entre 1166-1208, había duplicado sus espacios en
de forma cada vez más hegemónica con la ganadería, la Transierra, alcanzando la línea del Tajo y rodeando
que ha terminado por ser la ocupación predominante a Madrid; Ávila veía confirmada su expansión al sur de
en los territorios meridionales serranos. Las ciudades, la Paramera, hasta los Montes de Toledo en 1181; y la
ocupadas en sus núcleos por residencias de caballeros ciudad de Salamanca se había adentrado en la penilla-
y clérigos, casas torre, catedrales e iglesias, han am- nura, al sur del Tormes en la primera mitad del siglo
pliado sus solares primitivos dando cabida a lugares XII. Con la excepción de Sepúlveda, que corresponde
de intercambio –ruas, azogues y mercados– y a su al- al siglo anterior y se ha visto relegada por el ascenso
rededor van asentándose grupos de artesanos y co- de Segovia, en los otros casos la expansión se produ-
merciantes. Los signos de su primitiva militarización se ce en estrecha alianza entre los Concejos y las Sedes
diluyen, aun cuando continúan presentes y protecto- Episcopales, y siempre contando con la protección de
res de las nuevas funciones mercantiles-artesanales. La la monarquía, y siempre buscando objetivos muy con-
cultura de las escuelas catedralicias sustituye a la ins- cretos: la ampliación de sus jurisdicciones, de sus es-
trucción militar. Y en este ambiente material, rural y pacios de poder y desde ellos la reproducción de los
urbano, cada grupo humano tiene asignado un esta- beneficios derivados de su ejercicio materializados en
tus, puede acceder según él a una función, y recibe el incremento de las bases fiscales, el control de los
como compensación una prebenda. Los fueros exten- circuitos económicos, y la ampliación de las zonas de
sos, desarrollo de los primitivos usos y costumbres en pasto en los extremos. Todos estos proyectos se inten-
una ampliación dinámica, gracias a las competencias sifican y van haciéndose presentes en el mismo corre-
97
Cuéllar. Murallas (Fundación Sta. Mª la Real)
lato temporal en el que se van generalizando las tre- tablecimientos y sobre todo la creación de bases mili-
guas cristiano-musulmanas y se confirma, por otra tarizadas –Ciudad Rodrigo y Ledesma– que, más pró-
parte, el protagonismo de otros concejo e instituciones ximas a la frontera portuguesa, defendieran los intere-
en las fronteras. Es decir, la disminución del protago- ses de la soberanía leonesa. Era la última opción de
nismo de las milicias de los concejos de la Extremadu- colonización al sur del Duero, y en ella participan gru-
ra y su alejamiento de las zonas de conflicto y razzia, pos procedentes de otras comunidades nacidas a fines
provoca la reducción de los beneficios de la guerra de del siglo XI, aunque no siempre llegarán a agotar los
fronteras/botines, promueve la búsqueda de otros re- espacios, y se buscará el establecimiento de otras ins-
cursos, y sobre todo, despierta un renovado interés tituciones y grupos (O. Militares, Nobles, Eclesiásticos)
por aplicar el ejercicio del poder transferido sobre las
tierras que han sido objeto de su influencia. A la escala del concejo de Salamanca, que veía en-
ajenadas también sus posibilidades de expansión, la
Sin duda el caso más paradigmático lo encontra- reacción no se hizo esperar, y en 1162 la ciudad se re-
mos en la penillanura salmantina desde 1157, a raíz de belaba, proclamaban su ruptura, intentaban su desna-
la separación de Castilla y León y el nacimiento, poco turalización, y hacían frente a la propuesta real en ba-
tiempo antes, del reino de Portugal. La implantación talla campal en los llanos de la Valmuza. El apoyo de
de las comunidades de villa y tierra no había conclui- las milicias abulenses no impidió la derrota y la conti-
do en aquellos espacios marginales situados al sur del nuidad de las nuevas comunidades.
Tormes, ahora revalorizados por los cambios políticos.
Del olvido se pasó a la necesidad, por la amenaza de Lo mismo que le ocurrió a Salamanca, se traslada
la frontera castellana y la presión portuguesa que ce- progresivamente a otros concejos: Ávila frente al con-
rraban las posibilidades de expansión hacia el sur del cejo y diócesis de Plasencia; Segovia, enfrentada al
reino de León. En 1161 Fernando II populavit in Ex- pujante concejo de Madrid... Las amputaciones territo-
trematura Civitatem Roderici et Letesmam –Ciudad riales no siempre se saldarán de forma pacífica y or-
Rodrigo y Ledesma–, situadas sobre las rutas que des- denada, y se repetirán los pleitos y conflictos en los
de el Duero marchaban hacia el sur y el oeste. En los que la monarquía siempre terminó por decantarse por
dos casos se repiten las condiciones estratégicas de los nuevos protagonistas de la guerra fronteriza: los
sus asentamientos y el operativo foral de transferencia concejos de la Transierra, las Ordenes Militares, la Mi-
del realengo; Ciudad Rodrigo era elevada a la catego- tra de Toledo. Al final, en los primeros años del siglo
ría de civitas, al restaurarse la antigua sede episcopal XIII los recortes territoriales de los grandes concejos
de Miróbriga, Ledesma formará parte de la diócesis de frontera cierran la fase de expansión y también los
salmantina. Las condiciones forales ofertadas reabrie- movimientos por establecer con precisión los límites
ron un proceso colonizador, que con anterioridad se sobre los que se extiende su jurisdicción por la tierra.
estaba realizando lentamente desde Zamora y Sala- Ávila, Segovia, Bejar, Cuellar, Aguilafuente, Peñafiel,
manca. La monarquía leonesa trató de agilizar los es- Portillo, Sepúlveda, Fresno, llenan una larga nomina
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de acuerdos y confirmaciones que conducen al cierre aquellas breves concesiones, similares a la de Sepúl-
del mapa de las comunidades de villa y tierra al me- veda de 1076, que podíamos seguir en la reconstruc-
diar el siglo XIII. Si en muchas ocasiones el destino de ción de los primitivos fueros de Ávila y Salamanca, se
los concejos corre paralelo a la evolución de las insti- ha pasado a las redacciones extensas del siglo XIII,
tuciones eclesiásticas con las que comparten espacio con estadios intermedios como el fuero de Alba de
de poder y residencia nuclear, en los problemas por la 1141, y el de Ledesma de 1162 que, junto a las conce-
fijación de los límites y la delimitación de jurisdiccio- siones y privilegios incorporadas en este tiempo, per-
nes ocurre lo mismo. Desde mediados del siglo XII, miten seguir el proceso asistemático de acumulación
frente a las diócesis del norte del Duero, que de algu- de usos y costumbres que sanciona las relaciones so-
na forma habían participado en la colonización y tra- ciales establecidas finalmente, al sur del Duero.
tan de mantener su influencia, o frente a las nuevas
sedes restauradas al sur de la cordillera, que segrega- Los fueros establecen situaciones diferenciadas de
ban una parte de los espacios diocesanos, y por tanto quienes habitan en las aldeas respecto a quienes fija
reducían su feligresía, el ámbito de su cura pastoral de su residencia en la ciudad. Las aldeas tienen una cier-
almas y sus percepciones diezmales, las diócesis de ta personalidad jurídica pero limitada a sus pequeños
Segovia, Ávila, Salamanca y Ciudad Rodrigo, todas las términos, y en todo caso se hallan en estrecha depen-
nacidas al sur del Duero, mantendrán duras pugnas dencia de las magistraturas urbanas, encargadas de las
para llegar a la delimitación definitiva de sus diócesis. asignaciones y distribuciones de bienes a los poblado-
También por las mismas fechas, al mediar el siglo XIII, res de toda la comunidad; el concejo de la ciudad o
finalmente se consolidan los marcos espirituales, y se villa puede disponer de la enajenación de sus bienes
cierra el mapa en el que se hallaban implicadas todas y por lo tanto limita la disponibilidad de los aldeanos
las comunidades de villa y tierra. a la hora de actuar sobre sus haciendas; las aldeas res-
ponden colectivamente ante las exigencias de la ciu-
Es entonces cuando sobre el espacio del extremo dad o villa, y sus habitantes han de acudir en sus liti-
del Duero, se dibuja un conjunto de unidades, consti- gios con los habitantes de la ciudad. Si nos situamos
tuidas mediante creación o simple fortalecimiento, y en otos planos la proyección preeminente entre «ciu-
un conjunto de núcleos, vinculados entre sí por una dadanos» y «aldeanos» se materializa prácticamente en
cadena jerárquica que, a su vez, ordena el territorio en- todos los aspectos de la convivencia social: en el ám-
torno a cada uno de ellos. Este doble juego de vincu- bito fiscal, las aldeas soportan una mayor presión que
lación y ordenación espacial proporciona unos resulta- los habitantes de la ciudad; en el ejercicio de cargo
dos que podrían considerarse como una primera público dentro del concejo, los vecinos de las aldeas
clasificación social, a tenor de los rasgos que definen a tiene vedada su detentación; se exige dotes más ele-
los individuos en cada uno de los núcleos de pobla- vadas a las «ciudadanas» que a las aldeanas en el de-
ción que van surgiendo. La jerarquía de los núcleos es- recho matrimonial; también el ciudadano es superior
tá constituida por tres tipos de entidades. La ciudad al residente en las aldeas en cuanto a su capacidad
que es, a la vez, fortaleza y centro episcopal. La villa procesal, en caso de emplazamiento, testificación,
de carácter administrativo, que, al igual que la anterior, prenda o embargo; de la misma forma que reclaman
es cabeza de un concejo de villa y tierra y sede de car- sanciones mayores para los delitos cometidos por al-
gos e instituciones secundarios en la administración de deanos y penas superiores en caso de violación, o por
la diócesis, normalmente el arcedianato. Y la aldea con las ofensas contra víctimas ciudadanas.
una morfología muy común de agrupamiento en torno
a la iglesia parroquial. El esquema constituye, en cier- El distanciamiento entre ciudades y aldeas, entre
to modo, un símbolo de la organización social del te- ciudadanos y aldeanos, y el alejamiento de la frontera
rritorio. A través de ella, es fácil discernir la preeminen- y sus actividades, llevo a otra ruptura que saldrá a la
cia de que gozan ciudades y villas, cabezas de luz al mediar el siglo XIII. Las ciudades y las villas, se
comunidad, en relación con las aldeas de su tierra. han beneficiado de la acumulación de botines fronte-
rizos, del crecimiento general que ha experimentado
El esquema de preeminencias y jerarquías se va la economía rural y de la especial condición reconoci-
despejando y confirmando progresivamente de la ma- da como referencia nuclear. Junto a sus vecinos más
no del desarrollo normativo que se implanta, para re- cualificados en la época anterior, los caballeros, han
gir la vida interna de cada una de estas unidades. De ido surgiendo menestrales y comerciantes, privilegia-
99
misma, obstaculizando las vías que inicialmente habí-
an permitido los trasvases sociales, estableciendo nor-
mas que protegían la integridad de sus fortunas, ex-
cluyéndolas del reparto de bienes matrimoniales y
fijando la línea directa de trasmisión. Esa sería desde
entonces su forma de organización y reproducción, la
constitución de linajes. El linaje marcará las líneas de
ascendencia y procedencia, y la literatura de la época
tratará de resaltar las hazañas de las grandes familias.
Desde entonces se iniciará una nuevas fase que afec-
ta ya exclusivamente a las pugnas por la cúspide de
este conjunto de preeminencias, las luchas entre gru-
pos, bandos y linajes, que en muchos casos terminará
con la ruptura, la segregación y la patrimonialización
de una parte de la tierra de los concejos. Claramente
Fuentidueña. Vista desde el noroeste (Jaime Nuño González) en el final podemos advertir los escalones que han
conducido a esa solución:
100
talidad de una unidad de aldea. Cuan-
to más podrá restringir o abrir a otros
residentes en el conjunto de la comuni-
dad determinados espacios colectivos
del término de una aldea.
101
tes de las aldeas quedaban en un segundo plano, BIBLIOGRAFÍA
subordinados a las necesidades fronterizas. Asegura-
da y alejada la frontera, y debilitadas sus fuentes de ASENJO, M., La repoblación de las Extremaduras (X-
recursos, el dominio de las instituciones será el me- XIII) «Actas de la V Asamblea de la Sociedad espa-
dio elegido para mantener su estatus y su preeminen- ñola de estudios Medievales», Zaragoza 1991, pp.
cia social y espacial en las ciudad. Aumentando la 73-99.
presión sobre los campesinos, desarrollando una nor-
mativa, acorde con sus intereses ganaderos y urba- ASTARITA, C., Estudio sobre el concejo medieval de la
nos, y cerrando los mecanismo de proyección social Extremadura castellanoleonesa: una propuesta pa-
que pudieran empañar su poder, los caballeros, me- ra resolver la problemática, HISPANIA, 151 (1982),
diante la creación de los linajes, encontraron los me- PP. 355-413
canismos de continuidad social.
BARRIOS, A., Toponomástica e Historia. Notas sobre la
Los fueros extensos fueron la expresión legal de despoblación de la zona meridional del Duero, en
esta situación, producto de un concejo que responde la España Medieval, II. Estudios en memoria del
a los intereses de un grupo minoritario, que desde él, profesor D. S. De Moxo, Madrid 1982, pp. 115-134;
se arroga el derecho de establecer normas que forma- Estructuras Agrarias y de poder en castilla. El ejem-
lizan su hegemonía económica, social y política, tras plo de Ávila (1085-1320), Salamanca 1983-84; Re-
un doble posicionamiento que dio lugar a la fijación población de la zona meridional del Duero. Fases
de dos fronteras: una física, exterior, frente a otros de ocupación, procedencias y distribución espacial
concejos/comunidades de villa y tierra; la otra interior de los grupos repobladores, S. HISTÓRICA, H. Me-
y legal, que determina quienes forman parte del gru- dieval, III, 2 (1985) pp.33-82; Repoblación y feuda-
po privilegiado y quienes no, que fue cristalizando en lismo en las Extremaduras. En torno al feudalismo
una dialéctica de usos, costumbres y normas que des- hispánico. I Congreso de Estudios Medievales, Le-
de la frontera oligárquica y dominante se proyectaba ón 1989, pp.419-433.
hasta la frontera geográfica, sobre tierras y hombres.
BARRIOS, A. y MARTÍN EXPÓSITO, A., Demografía medie-
En paralelo el colectivo eclesiástico, en sus nive- val: modelos de poblamiento en la Extremadura
les jerárquicos superiores, obispos y cabildos, habí- castellana a mediados del siglo XIII, S. HISTÓRICA.
an consolidado también su situación hegemónica, H. Medieval, I (1983), pp. 113-148.
fragmentando entre los más eminentes, las funciones
propias del episcopado, contando con un patrimonio BISHK, CH.I., El castellano. hombre de llanura. La ex-
amplio y diversificado, controlando un sistema im- plotación ganadera en el área fronteriza de la
positivo diezmal e interviniendo en la jurisdicción y Mancha y Extremadura durante la Edad Media,
derechos concejiles, que se aseguraba su estatus pri- Homenaje a J. Vicens Vives, Barcelona. 1965, pp.
vilegiado. 201-218.
El modelo de comunidad de ciudad/villa y tierra, CARLE, M.C., Del Concejo Medieval castellanoleonés.
sustentando en la transferencia del realengo a una oli- Buenos Aires 1968.
garquía urbana, laica y eclesiástica, fue un elemento
fundamental para la integración en el sistema feudal CARRETERO y NIEVA; L., Las comunidades castellanas en
de las nuevas tierras. Nacido de la excepcionalidad de la historia y su estado actual, Segovia 1922.
la frontera del Duero en el siglo XI, su configuración
dinámica fue proyectada hacia los espacios fronterizos DE LA FUENTE, Vicente, Las comunidades de Castilla y
que le sucedieron en la progresión cristiana hacia el Aragón bajo el punto de vista geográfico. Boletín
sur, sobre la geografía de la Andalucía Bética que po- de la Sociedad Geográfica de Madrid, VIII (1880),
seía una red urbana en el momento de la conquista, pp. 193-216.
pero también irradió hacia el hacia el norte, donde la
carencia de estructuras urbanas, incorporará, como ESTEPA, C., El alfoz y las relaciones campo-ciudad en
núcleos, a villas y polas que asumirán la sustitución de Castilla y León durante los siglos XII y XIII, S. HIS-
las antiguas organizaciones espaciales. TÓRICA Historia medieval II (1984), pp. 7-26; El
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realengo y el señorío jurisdiccional concejil en Cas- MARTÍNEZ DIEZ, G., Comunidades de villa y tierra de la
tilla y León (siglos XII-XV), Concejos y Ciudades en Extremadura Castellana (estudio histórico-geográ-
la Edad Media Hispánica. II Congreso de Estudios fico), Madrid. 1983.
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GARCÍA DE CORTÁZAR JA., Organización social del espa- madura castellana medieval, Valladolid 1990.
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en los siglos VIII al XV, Barcelona 1985; La progre- MINGUEZ, JM., Feudalismo y concejos. Aproximación
sión cristiana hasta el Duero. Repoblación y orga- metodológica al análisis de las relaciones sociales
nización social del espacio en el valle del Duero en en los concejos medievales castellano-leoneses, «Es-
los siglos VIII al XII, en F. Maillo (ed.). «España. AI- tudios en memoria del Prof. S. De Moxó» II, Madrid
Andalus. Sefarad: síntesis y nuevas perspectivas». 1982, pp. 109-122
Salamanca, 1988. Pp. 23-35; Organización social
del espacio: propuestas de reflexión y análisis his- MONSALVO ANTÓN, Sistema político concejil. El ejemplo
tórico de sus unidades en la España Medieval, S. del señorío medieval de Alba de Tormes y su conce-
HISTÓRICA. Historia Medieval. VI, 1988, pp. 195- jo de villa y tierra, Salamanca 1988; Transformacio-
236; De una sociedad de frontera (El Valle del nes sociales y relaciones de poder en los concejos de
Duero en el Siglo X) a una frontera entre socieda- frontera. Siglos XI-XIII. Aldeanos, vecinos y caballe-
des (el Valle del Tajo en el siglo XII), en Las socie- ros ante las instituciones municipales, en R. PAS-
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