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Acto 1

El escape.

Desvelado como siempre, aturdido por el brillo de la madrugada convirtiéndose en día, una
vez más estaba ahí, envuelto en mi ensimismamiento parado contemplando la soledad,
mientras el humo me rodeaba la cara, mire sus ojos vidriosos y brillantes una vez más antes
de partir, mientras afirmaba sin disimular la falta de atención, escuche levemente esa
pregunta que ni yo mismo puedo responder; - ¿te volveré a ver?.. Respire hondo y le hice
saber mi desconocimiento con un gesto despreocupado levantando un poco los hombros y
semi-negando con la cabeza. La noche cae con violencia todos los días, el día cada vez
dura menos, como explicar que en cada minuto que pasaba arrullando entre abrazos y
besos esa pequeña estrella, sabía que al llegar el amanecer se apagaría, como todo lo que
pasa por mis ojos, como todo lo que logra sentir este cuerpo maltratado, solo era eso, un
momento y nada más, todo es tan efímero. Todo cambia minuto a minuto, sabíamos que
esto sería una vez o tal vez dos, pero desde el inicio percibí una pisca de esperanza en su
ser, deseaba que me quedara un poco más. Yo solo podía dejarle una incertidumbre en
forma de esperanza, no podía dar más, ya no me quedaba nada.

Salí por la puerta principal despidiendo todo lo que había pasado en esa noche,
nuevamente en esa noche había muerto, y una vez más, en esa mañana había nacido. Me
oculto entre las multitudes, esperando que la noche me trajera una nueva vida que
terminaría con el amanecer, en un ciclo que se venía repitiendo desde meses, siempre
procuro escapar a tiempo, antes de romper un corazón, un corazón roto no puede romper a
otro, o al menos eso intento. No tengo nada que dar ni recibir, solo me refugio en el pedazo
de vida que aún es mía, el único trozo que queda, en esos momentos intermedios, suelo
tomar un café mientras escribo el trabajo personal de mis días, el poemario que le debo a
alguien y una novela cuyo final conozco. Y así pasan mis días.

Era en esos días vacíos donde venían recuerdos de una de mis vidas pasadas, donde
idealizaba algo diferente en esto que llamamos vida, donde pasaba el tiempo imaginando
entre sueños de tranquilidad estable, donde aún hacia énfasis en los pequeños detalles
que le daban ese brillo mágico a los días. Entendí así el porqué de las cosas, esas cosas
que no entendemos hasta que pasan, velar el sueño ajeno, compartir una cama sin sexo, en
esos momentos de silencio donde las palabras sobran, entendí que para eso tenemos
brazos largos, para abrazar, se precisa hablar bajito, aunque nadie nos escuche, las
miradas también hablan y el cuerpo responde.
- ¿Desea algo más señor?

- Eehmm si… otro americano por favor. Mm no me llame señor, no soy tan viejo.

La camarera me miro de arriba abajo, sonrió levemente, y respondió con una voz un poco
más dulce que la que había usado al acercarse.

- Mmm bueno este hombre no tan viejo ¿tiene nombre?

Me pregunto sin avisar, levantando un poco la ceja izquierda y manteniendo esa sonrisa
leve, estoy seguro de que ella sabía que le hacía ver hermosa. Obviamente, más de una
docena de cliente se lo había dicho en esa misma tarde. Levante un poco la mirada
elevando ambas cejas un poco, sonreí, la mire unos segundos y guarde silencio. Tomo mi
taza vacía con elegancia e increíble equilibrio, continuo mirándome por un momento, mirada
que desvié en la última fracción de segundo. Con la misma elegancia se apartó de la mesa
con un paso seguro y lleno de gracia. Siempre soy un poco reservado, nunca doy
información de más acerca de mí, nunca es necesario, la mayoría de las personas buscan
ser escuchadas, es así como me gano el título de; “el chico misterioso” no es que quiera
hacerme el interesante, si busco encuentros con otras personas no es para compartir mis
recuerdos más bien es para tratar de olvidarlos, cuando estas perdido, cuando estas al
borde, cuando las personas saben que estas completamente jodido realmente te escuchan
en vez de solo esperar su turno para hablar, pues es eso precisamente lo que evito. Por un
momento había olvidado donde estaba y que estaba haciendo. Trate de incorporarme a mi
escritura mirando fijamente el monitor de mi laptop, pero ya era muy tarde, esos recuerdos
que venían a mi mente, recuerdos que parecían no ser míos, habían inundado toda mi
miente. No sé cuánto tiempo estuve ahí sentado sin hacer nada, con la mirada fija la
pantalla. El lugar era muy agradable, lleno de vida y mucha vegetación, una de mis
cafeterías favoritas de barranco “Bodega verde “así se llamaba, muy íntimo y relajado, el
lugar perfecto para encontrar inspiración, las mesas y sillas hacían juego con el lugar en
esa temática un poco campestre que se asemejaba a la casa de un hobbit. Aun con toda
esa agradable comodidad atmosférica, solo bastaba percibir un sonido, un olor o tal vez una
cara parecida, que me llevara a esos tiempos que por mucho había tratado tanto de olvidar,
para arruinar el día entero, con suerte sería un día, a veces podía ser la semana entera.

¿Qué fue? Pensé dentro de mí... mire a la mesa de al lado, en ella había una pareja de
jóvenes con aspecto muy jovial, parecía una de sus primeras citas, ambos no dejaban de
verse y de reír por cualquier cosa. El chico era de estatura media cabello corto y de piel
morena con facciones un poco fuertes, traía un estilo un poco playero común de esta zona
de barranco, la chica era un poco baja 1.60 cuanto mucho, de cabello largo y liso, también
llevada un estilo de playa muy relajado, hacia un ademan con su mano como dibujando lo
que hablaba, cuando de pronto movió su cabello con la mano y llego a mí Ese olor, era ese
mismo producto para peinar. Cerré los ojos y gire la cara bruscamente como tratando de
evitar que ese olor alcanzada mi nariz.

- ¿Está todo bien señor sin nombre?

La camarera había vuelto y sin darme cuenta ella ya había colocado mi café en la mesa y
me miraba con gesto curioso con una mano sostenía la azafata y la otra apoyada en su
cintura. La mire un poco perplejo y tratando de adoptar una postura normal.

- Si si, todo bien, ¿podría traerme la cuenta?

La camarera me miro un poco confundida y sin disimular su curiosidad.

- Umm claro, en un minuto.

Se apartó de la mesa deslumbrando el lugar con su elegancia, gesto que aproveche para
tomar todo mi café de un solo sorbo, ni me preocupe de lo caliente que estaba, solo quería
salir de ese lugar.

La camarera volvió con la cuenta;

- Dos americanos, serian 14 soles.

Deje un billete de 20 y le dije de forma muy apresurada – conserva el cambio.

Sentí como su mirada me persiguió hasta la salida…

Camine y camine y camine. Casi sin sentido, muchas imágenes, sonidos, olores,
sensaciones llegaban a mi mente como un torrente lluvia despiadada, dolía cada vez más,
sentía como en cada paso dejaba una parte de mí, sentía como en cada paso dejaba un
poco de mi humanidad, caminaba despacio, sin fuerzas y sin ganas, caminaba por las calles
esquivando a la gente aunque para mi eran las calles más solitarias. Todo está oscuro, los
postes me observan y el paso del tiempo me duele, sentía que pronto llegaría el final, sólo
quería estar solo, estaba dentro del laberinto sin salida. Lo siento amigos, les he fallado una
vez más, pero he notado muchas veces la vergüenza al mirar mi cara en el reflejo de los
autos que pasan a mi lado ¿Podre alcanzar a decir “lo siento”? no sé si me explico, pero
solo veo una salida, aunque realmente ya estoy muerto por dentro y estoy cansado, estoy
harto de vivir huyendo siempre del pasado, tal vez soy cobarde, sí, estoy a punto de
rendirme, ya ni siquiera lucho, pero estoy solo en un silencio que molesta aunque grite, no
hay nada que me frene dentro de mí no queda nada, tan solo soy otro cuerpo arrastrado por
el viento tropezado con violencia con el azar, no hay testigos, no hay alivio, no queda ningún
motivo.

Llegue como pude a casa, ni me moleste en encender la luz, solo quería olvidar y eso hice,
olvide todo, hasta quien era, yo mismo.

Acto 2

El Hueco

La muerte es parte de la vida, y el no saber cuándo pasara hace que esta tenga más
sentido, o tal vez no. ¿Qué pasaría si al morir rencarnáramos otra vez en este mismo
mundo? Si lo supiéramos tal vez nos suicidaríamos más seguido para volver a empezar
cuando las cosas no van bien. Y ¿Qué pasaría si al morir fuéramos al paraíso? Tal vez
moriríamos sin parar para ir allá. Y ¿si supiéramos que las malas acciones nos llevan al
infierno? Viviríamos con miedo y seriamos aún más manipulados y amenazados cada día.
No lo sabemos, no sabemos nada y tal vez por eso, esta vida tiene sentido, tal vez el único
sentido es el desconocimiento. El misterio nos hace vivir.

¡Despierta! Me encontraba ya en casa, casi como sonámbulo no recuerdo muy bien como
llegue aquí, al parecer me había quedado dormido en la tina. Todo estaba mal, la tina vacía
sin una gota de agua, pero no tan vacía como mi propio ser, ¿Qué paso? ¿Por qué estoy
así otra vez? Estaba perdido y una vez más, sentía que todo se había ido, ya no podía
sentir nada, ni frio ni calor, solo estaba ahí tirado en la tina, no había nada dentro de mí,
poco a poco me iba más al vacío, me dejaba llevar, todo el dolor había desaparecido y con
él, el mismo sentido de la vida, todo me era indiferente hasta el aire que respiraba, ¿es este
mi momento? Por fin mi dolor se había ido, y con el mi humanidad, espera… realmente…
¿quiero que se vaya? Si… nunca tuve el valor de ponerle fin a mi dolor siempre tuve miedo,
pero ahora todo el dolor que me mantenía con vida se había ido, si ya no siento nada, ¿sigo
existiendo? ¿Estaré muerto? ¿Será este el preámbulo de mi transcendencia? Podía
dejarme ir y ponerle fin a mi todo en este momento. Fue en ese momento cuando recordé
porque seguía vivo… por que debía continuar. Tenía que volver, tenía que traer el dolor de
vuelta, Salir de este estado zombi, debía volver a vivir, tome el primer objeto filoso que
estaba más cerca, y comencé a dibujar el camino de vuelta a casa, una y otra vez. Hasta
que después de varios cortes, ahí estaba de nuevo, la bendición del dolor, que una vez más
me recordaba que seguía con vida.

- ¿Cuándo fue que volviste a picar el anzuelo? Siempre temo llegar muy tarde algún
día, tienes que parar.

Las palabras de mi compañero de departamento sonaron como maternales reproches, al


ver el desastre en la habitación. Él era apenas 2 años menor que yo, realmente somos
amigos desde hace mucho, desde que en nuestra juventud, hacíamos agitar los cuerpos y
las almas, con la música que salía de nuestros instrumentos, eran tiempos de locura, en los
que la vida aun valía la pena vivirla. Polo, Él era de estatura media tal vez 1.70, blanco y de
cabello castaño. Con un pequeño bigote forzado al cual le rezaba a diario para que creciera.

- Bueno, al menos has salido del hueco otra vez, tienes muchos mensajes por leer,
tienes informes que terminar, tienes trabajo que hacer, sigues vivo, ahora tienes que volver
a ocuparte de tus problemas de vivo.

- Necesito un par de horas y lo hare. Respondí incorporándome un poco, como para


validar la veracidad de mis palabras.

Mi habitación era un desastre, colillas de cigarrillos por todas partes, botellas vacías en el
suelo, latas de cervezas aplastadas y una botella de vino a medio acabar posada en la
mesa de noche. Usualmente era muy ordenado no al punto patológico, pero al menos
mantenía mi espacio limpio, a menos que me abandonara al vacío como en aquella últimas
dos noches, si, pasaron dos noches desde mi último encuentro con mi pasado, ese pasado
que parecía nunca querer irse. Salí de mi habitación que en ese entonces parecía más bien
la cueva de un ser salvaje y sin principios de autocuidado. Ambos nos recostamos del
balcón de la sala, mirando la ciudad de la furia, como si algo nos debiera. Autos van y
vienen en la oscura noche en las calles de barranco, cada una de ellos lleva consigo una
esperanza, un problema, un propósito, un destino, cada persona en ese auto es un
universo. Como si nos preguntáramos que será de cada uno de ellos.

- ¿Fue ella verdad?

Preguntó mientras miraba al cielo.

- Algo te la trajo de vuelta, ¿Qué fue esta vez? ¿Cómo puedes dejar que te lance al
vacío cada vez que se asoma su recuerdo? Cada vez que pasa enloqueces, desapareces,
tomas hasta perder la razón y la conciencia, ¿es esta tu forma de escapar? ¿Es así como
lidiaras con esto todo el tiempo? Nunca te vi escapar de ninguna situación de peligro
extremo, le has hecho frente a tipos dos veces más grandes que tu pierdas o ganes las
peleas, ¿qué tal el frente de fuego en Caracas aquel febrero de 2014? Eras tu quien estaba
en la primera línea de fuego gritando ¡NO RETROCEDAN! no le temías a las armas de tus
enemigos en ese momento, después de todo lo que has pasado ¿te dejas ganar por esto?
Sé que no vas a responder ninguna de estas preguntas, como siempre, solo fumaras,
miraras los autos y me pedirás que toque otra vez esa canción.

Guarde silencio tal y como Polo lo predijo.

La madrugada paso dejando en ella un rasguño que no se borraría, los días pasaron con
más tranquilidad, trate de no salir de casa si no era necesario, al menos hasta recuperar
una apariencia más humana, eliminar un poco las ojeras, cada vez es más difícil salir del
hueco mirarme al espejo solo me recuerda que estoy vacío, perdido, la pena me reconforta
mientras me alejaba cada vez más de la luz, curo mis heridas con el dolor pero estoy atado,
encadenado, prisionero de esta vida que no quiero vivir. Pero no podía seguir así ya era
momento de salir y retomar un poco el control, ocuparme de mi trabajo, cada vez que salgo
a la calle, miro a las personas con una máscara que coloco cada mañana; un fingidor, eso
soy, un vil fingidor, fingiendo ante el mundo, lo que es, disfrazando con la boca lo que los
ojos gritan, un fingidor que finge tan bien, que hasta él se cree la mentira de su ser.

Y ahí estaba yo de nuevo, caminado por las calles de Miraflores con mi laptop en mi
mochila, buscaba un lugar tranquilo y con conexión a internet, tenía una video conferencia
en 30 minutos, en esta vida trabajo como asesor externo en una empresa desarrolladora y
distribuidora de diversas líneas alimentos, mi trabajo consiste en reunirme una vez por
semana con el área de operaciones y asegurarme de que se lleven a cabo las metas de
producción y optimizar lo más posible los procesos productivos los días restantes solo
recibo, reviso y redacto los informes semanales y mensuales. No pude asistir a la reunión
pasada, ya que me encontraba en ese estado de encierro, Polo me había reportado
enfermo, gesto que agradecí, mi supervisor no se notaba muy contento según Polo.

El día pasó igual de rápido como se espera de un día ocupado donde solo estaba mirando a
mis interlocutores en una reunión donde debía participar lo más posible, pensaba que
aportando ideas y alimentando la reunión podrían perdonar mi consecutiva inasistencia.
Camine desde Miraflores por el malecón con sentido a barranco, me dirigía a casa, pero no
quería tomar un taxi o un autobús, esta vez preferí caminar y dejarme llevar por la vista del
mar que se difuminaba ante mis ojos con la majestuosa caída del sol ante el horizonte, el
cielo pintaba colores hermosos en un gran pliego de matices, que inspiraban a hacer algo al
respecto, una foto no sería suficiente, nada le haría justicia. Sentí mi teléfono vibrar en mi
bolsillo derecho, mire hacia el cielo dejando notar mi agobio, pensé que se trataba de mi
supervisor, como que me molestaría ya que mi horario laboral ya había terminado por
mucho, cuando saque el teléfono de mi bolsillo para mi sorpresa se trataba de Finn me
apresure a buscar mis auriculares, sabía que la llamada duraría al menos un par de horas,
Finn es uno de mis grandes amigos de mi juventud hace unos 4 años que se fue a vivir a
(indonesia) junto a su hermano Anders, usualmente hacemos llamadas cada una o dos
semanas para ponernos al día. Me apresure a contestar la llamada mientras colocaba mis
auriculares, y logre escuchar su grave voz algo animada y despreocupada a la vez:

- ¿Alo? ¿Él bebe? (apodo intimo entre los miembros del circulo de los
malaventurados)

Sonreí en silencio por unos segundos y respondí:

- …..Él bebe……

- Jajaaaa ¿Cómo esta ese bebe? Ya era hora de ponernos al día ¿no lo crees?

- Si ya lo creo, ha pasado tiempo…. Y… han pasado cosas, ya sabes.

- Me lo imagino… algo me dice que por poco no podrías contestar la llamada, estaría
hablando con polo y el llorando me daría la noticia. Dime, ¿qué ha pasado esta vez? Mas lo
de mismo? Ha sido ella ¿no es así?

- Bueno... si más o menos... es tonto, sonara estúpido pero cada vez es más difícil,
pensé que con el tiempo iría olvidando y simplemente podría seguir mi camino como ya ha
pasado antes. Pero no.

- Estas traumatizado. Tal vez esta vez tome más tiempo. Procura mantenerte vivió
hasta que pase ¿sí?

- Bueno es lo que intento... pero es complicado, siento que puedo controlarlo pero
cuando llega… no hay nada que hacer, simplemente me voy, me dejo llevar, frio, cálido,
incomodo, me desligo completamente de mí mismo, me pierdo, me lanzo al olvido… ya no
sé cómo lidiar con eso sin hacerme daño.

- Entiendo… lamento decirte esto pero esto tardara un poco en sanar, ya sabes que
camine por ese camino hace un tiempo, también fue difícil, pero obviamente somos
personas diferentes, sentimos las cosas de diferente forma, los momentos, las vivencias,
esas cosas nos forjan y nos hace abordar el problema de diferente forma. Pero sabes que
debemos seguir, nosotros más que nadie, debemos seguir, no podemos dejarnos. lo sabes,
¿no?

- Lo se… ahora me siento tan estúpido, en el pasado juraba que estas cosas eran
tonterías, que nunca me moriría por algo así, jeje… ahora mírame… Somos tan ignorantes
tildar de débiles a los que pasan por algo así, sin siquiera tener idea de lo que se siente,
¿cuantas almas podríamos haber lastimar de esa forma? Haciéndoles sentir que su causa
es tonta, ahora que estoy en sus zapatos, me siento como un idiota.

- Bueno tampoco debes ser tan duro contigo mismo, no hay forma de saber que se
siente algo que no has vivido, hay cosas que simplemente debes vivir para llegar a entender
en todo su significado profundo, ya es cosa tuya aprender de eso o tropezarte otra vez con
la misma piedra.

- Que masoquistas somos… volvemos a caer en la trampa una y otra vez.

- Jajá realmente ¿hay algo que podamos hacer al respecto?

- Que complicado es todo, ¿no crees? ¿Qué hacemos? ¿A dónde nos vamos?

- No hay a donde ir, no hay nada que hacer lamentablemente…

Con esa frase término nuestra larga conversación, suficientemente larga como para que me
permitiera llegar a casa.

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