Está en la página 1de 4

¡Ay ya no puedo!

Base Bíblica: 1 Reyes 14:1-6

Propósito: Conocer que para el servicio del Señor no puede haber excusas ni pretextos para
servirle. A través de la vida del Profeta Ahías conoceremos las circunstancias que nos ayudarán a
servir al Señor.

Introducción: ¿Cuántas veces hemos intentado algo y al final nos damos por vencidos? Cuando
queremos iniciar una dieta, y al ser pesada llevarla decimos ¡ay ya, ya no puedo!

O cuando decidimos arreglar algo en casa que está descompuesto, pero por más que le movemos
aquí por allá, nada resulta y hasta lo dejamos peor de como estaba, diremos ¡ay ya no puedo!

Que tal la vez que decidiste orar por una hora, y llevas apenas quince minutos y sientes que tus
rodillas te duelen demasiado y que piensas que ya oraste todo y ya no salen más palabras que
decir, por lo tanto también dice ¡ay ya no puedo!

También por estas fechas, he escuchado mucho esa frase en la congregación. Algunos líderes que
fueron electos el año pasado sienten que ya no pueden con el cargo y quieren que termine éste
año para entregar el trabajo y que sea otro el que los reemplace, porque ¡ay ya no puedo!

¡ay ya no puedo! Que lo haga ahora otro

¡ay ya no puedo! Que sirvan los que no hacen nada

¡ay ya no puedo! Yo siempre he trabajado, ahora que sirvan otros

¡ay ya no puedo! Mejor que lo hagan los nuevos

¡ay ya no puedo! Nunca me apoyan los demás

¡ay ya no puedo! Tengo mucho trabajo

¡ay ya no puedo! Tengo muchos problemas

¡ay ya no puedo! No tengo dinero para hacer cosas

¡ay ya no puedo! Estoy muy cansado

En fin, podría dar más ejemplos de que muchas veces lo hemos pensado y dicho. Pero en esta
noche, quiero que veamos a través de la Palabra la vida de un hombre que a pesar de sus
condiciones, sirvió al Señor, siendo un ejemplo para nosotros que si nos mantenemos en sintonía
con Dios ¡claro que sí podremos servirle!

I.- Ahías, un hombre llamado a servir

En el primer libro de los reyes nos encontramos con la vida de un profeta llamado Ahías que vivía
en Silo (“lugar de descanso”). En ese lugar de descanso servía Ahías. Nosotros podemos tener ese
descanso en la presencia del Señor si siempre le servimos con el corazón.

Ahías significa “hermano del Señor” o “adorador”. Así que servir al Señor significa una vida que
adora al Señor.

Era un profeta, es decir alguien que anunciaba un mensaje directo de Dios a una persona, lugar y
tiempo en específico. Tú y yo ahora nosotros también servimos como profetas al anunciar su
Palabra a toda persona.

En el capítulo 11 del primer libro de Reyes encontramos un detalle sobre el ejercicio de su


ministerio “29 Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró
en el camino el profeta Ahías silonita, y éste estaba cubierto con una capa nueva; y estaban
ellos dos solos en el campo. 30 Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en
doce pedazos,” (1 Reyes 11:29-30)

Era un hombre en éste momento que lo menciona la Escritura joven o maduro en edad. Se
encontraba caminando, lo cual implica que en condiciones de salud estaba sano.

Segundo, la profecía que Dios le encargó que dijera a Jeroboam implicaba que como profeta
comprara, consiguiera o hiciera una capa (ropa o vestimenta) nueva. Aquí podemos observar que
para cumplir el llamado del servicio a Dios, debemos estar dispuestos a utilizar nuestros recursos
para cumplir su llamado.

Tercero, no sólo implica utilizar esos recursos, sino que una mentalidad en la cual no importa lo
que se tenga que hacer con esos recursos, sólo tenemos que agradar a Dios haciendo lo que él nos
manda “30 Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos”. Un
buen servidor no le dolerá dar y perder lo que tiene con tal de bendecir o dar una palabra de parte
de Dios a otros.
Pasaron muchos años para que se cumpliera la profecía dada por él a Jeroboam, pero se cumplió.
Después los años siguieron pasando y Jeroboam desobedeció a las palabras que Dios le había
hablado por medio de Ahías.

Ante tal desobediencia, la Biblia nos narra que el hijo de Jeroboam cayó muy enfermo, y mandó a
su mujer a que fuera a ver al profeta Ahías para que le dijera lo que pasaría con su hijo. (1 Reyes
14:1-3).

En el versículo 3 vemos que Jeroboam envía unos presentes para el profeta para que él los
recibiera, tal vez con una intensión mayor para que el profeta les dijera algo bueno, no lo
podemos saber, pero lo que sí vemos que siempre Dios envía provisión a sus siervos. Segundo
Ahías no se deslumbró por las cosas que recibió: panes, tortas y miel, sino que no condiciono su
corazón con aquellas bendiciones y declaró la palabra tal cómo Dios se la mandó, sin alterarla,
pues era una palabra dura en contra de la desobediencia de Jeroboam “…He aquí yo soy enviado
a ti con revelación dura” (1 reyes 14:6).

Ahora el punto central. A esta altura de su etapa de servicio a Dios, Ahías ya no era aquel hombre
maduro con fuerzas que podía moverse con facilidad. Ahora Ahías estaba viejo, cansado y muy
enfermo “Y la mujer de Jeroboam lo hizo así; y se levantó y fue a Silo, y vino a casa de Ahías. Y
Ya no podía ver Ahías, porque sus ojos se habían oscurecido a causa de su vejez” (1 Reyes 14:4).

Estaba en casa, sin fuerzas por la vejez y enfermo, pues estaba quedando ciego. Tal parece que
estando así nadie puede servir a Dios, es para decir: Señor, en ésta condición ¡ya no puedo!

Pero Ahías es un ejemplo verdadero que aun en la peor condición, no hay excusa pues si podemos
servir al Señor, ¡sí se puede!

¿Qué fue lo que permitió aun estando en esa condición servir a Dios? La respuesta lo vimos
anteriormente, pues Ahías tenía disposición para hacerlo. No cabía en el excusa alguna para no
hacerlo, siempre estuvo dispuesto.

Segundo, y es la clave del servicio: Ahías era un hombre con una constante comunicación con Dios.
Tal comunicación no se limita a tus condiciones físicas, económicas ni ocupacionales. Dios es
Espíritu, así que Él está en todo lugar y en todo momento.
Puedes estar de pie, activo con fuerzas, o cansado y enfermo en cama o sin recursos, sin embargo
Dios quiere hablar contigo y tú puedes escucharle y hablar con él y hacer lo que él te pide. La biblia
dice “Más Jehová había dicho a Ahías… así y así le responderás…” (1 Reyes 14:5).

Los profetas siempre anunciaban: Así dice Jehová… porque en primer lugar lo escucharon, y
después lo anunciaban así. Es decir, todo aquel que sirve es porque está en constante comunión
con Dios, y por ende aquel que no está en una constante comunión con Dios no está sirviendo.

¿Estas sirviendo o no? ¿Tienes comunicación con Dios o no la tienes? ¿Qué estas reflejando, una
vida en comunión o una vida que no tiene comunión?

No pongamos por excusas muchas cosas para no servir, ninguna es válida, se puede servir a Dios
estando en cualquier condición, porque el servicio es reflejo de comunión con Dios. Recuerda:

“Y no entres en juicio con tu siervo;


Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano”
Salmo 143:2

También podría gustarte