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210 Parte Lt: Pasicionamientas bisicos. Una Psicologia prineipalmente social y oplicrda disefios y evaluacién de programas, estrés y bienestar social, relaciones sociales, labora- les e interpersonales, apoyos judiciales,fracaso escolar, animacién cultural, universida- des populares, xenofobia, racismo, escuelas de padres, tercera edad, prostitucién, consu- mo, propaganda y medios de comunicacién, habilidades sociales para la competencia en muchos aspectos, el acceso de multitud de jévenes ala edad laboral cuando ya no hay tra- bajo para ellos, el fuerte control de la natalidad y una lista bastante amplia de cuestiones concretas y que responden a unas formas de vida y a un nivel de desarrollo peculiares. En el apartado de conceptos y valores, traiamos a colacién algunos de los que esta ban siendo objeto de especial atencién, como los de la potenciacién de una reflexién ert tica, la desmitficacién profesional, el enfoque multiisciplinar e interprofesional de los problemas, la evaluacién mas bien negativa de ls politicas de “asistencia” social, las prio- rizaciones sectoriales insertas siempre en politcas globales, la utilidad indiscutible de para- profesionales y voluntarios, la investigacidn como forma mejor de accién social, la renta- bilidad social de los programas de intervencién c incluso la rentabilidad econdmica de los mismos a la vista de frecuentes situaciones econsmicas de crisis, la victimacién social en base a que la mayor parte de los programas que se levan a cabo no cuestionan las estrue- turas ni los sistemas, los servicios exigidos desde una filosofia de “estados de bienestar” que acaban perpetuando la indigencia y la marginaciGn de sus usuarios, ete De lareflexin a que puede dar lagar la presentacin de estas cuestione’s aportadas cabria esbozar conclusiones, sobre todo criticas, que intentaran enriquecer otros planteamientos de trabajo, Porque estén demasiado a la vista temas de bulto capaces de sugerir muchas cosas. Ensayos de programas de salud mental incapaces todavia de sustituir con ventaja ala pésima solucién de los hospitales psiquitricos, Perspectiva lamentable del valor y del sentido consu- mista que han adquirido muchos programas sociales. La perversa construcciGn politica y pro- fesional de ciudadanos permanentemente necesitados de asistencia. La accion social mai enfo- cada por su distanciamiento o por el desentendimiento 0 la ausencia de colaboracién entre profesionales y centilicos sociales. Hasta el tema religioso, en unos lugares convertido en anal- ésioo contra el dolor de todas ls injusticias y atropellos,y en otros, mucho més “desarrolla- dos”, y aun traténdlose de estados eonsitucionalmente aconfesionales,reivindicado por el pro- ‘iio poder politico como “asignatura” que se ha de aprender, examinar y pagar. Pero quizé resulte preferible que quien lee, desde el conocimiento que tenga de las realidades histdricas, econémicas, polticas y culturales de cada lado del Atlantico, pro- fundice en conclusiones. En el enfoque de lo psicosocial comunitario hay tareas de clan- destinidad, junto a procesos de descarado clientlismo poliico-profesional. El cambio social ‘adquiere distinta resonancia y se ee en clave diferente en las dstintas latitudes y he ferios. Lo mismo cabe decir de conceptos como justcia,igualdad, sentido de pertenencia, identidad 0 desarraigo. Del mismo modo el eompromiso profesional y el talante de acer- ‘camiento al pueblo para la construccién social, han de resultar, en el mejor de los easos, sélo parecidos, a pesar de igualmente convenientes. En lo metodoldgico habré que avanzar conjuntamente para que el rigor del eseripu- lo cientifco y de los avances técnicos no prescindan de profundizaciones cualitativas indis- pensables para el conocimiento de realidades tan sutiles como complejas En resumen, la Psicologia Social Comunitaria, mientras esté llamada a cultivar las, peculiaridades que le demanden las realidades diversas, necesita conocerse y encontrat puntos comunes de apoyo y de confluencia que le valgan para robustecerse mientras avan- za y, sobre todo, para no desviarse hacia la ineficacia o hacia la siempre facil perversin de criterios y conceptos hisicos, de medios y de fines. CAPITULO 15 LA COMUNIDAD COMO OBJETIVO Y SUJETO DE LA ACCION SOCIAL ‘Maritza Montero 15.1. El concepto de comunidad Todo trabajo comunitario contiene siempre una concepeisn de comunidad mas o ‘menos explicita, que rige ls rlaciones entre invesigadores 0 interventores sociales, segin elcaso, y los miemibros de la comunidad. Es decir, entre agentes externos y agentes inter- nos. Por tal razén, la definicién del concepto puede no ser fécil debido a Su cardeter plu- risémico. No obstante, la mayoria de las definiciones que se encuentran en la literatura sefialan, en parte o en su Cotalidad, la siguientes caracteristicas como tipficantes del con- ceptor: 4@) Ocupacién de un drea geogrfica especifica de un lugar que muchas veces presta, su nombre a Ja comunidad. b) Relaciones sociales habituales, frecuentes, muchas veces cara a cara c) Compartir tanto ventajas y beneficios, cuanto intereses, objetivos, necesidades y problemas, por el hecho de que sus miembros estn inmersos en particulares situa~ ciones sociales, hist6ricas, culturales y econdmicas. 4) Presencia de alguna forma de organizacién, en funcién de lo anterior, que condu- ce a modos de aecién eolectiva para alcanzar algunos fines. ¢) Una identidad y un sentimiento de pertenencia en las personas que Ia integran y que contribuyen a desarrollar un sentido de comunidad. §) Carécter hist6rico y dindmico. '8) Constituir un nivel de integraciémmucho més conereto que el de otras formas colectivas tales como la clase socal, a regiGn, la denominaci6n religiosao la nacién, yala ver més amplia que un grupo primario. hn) Existencia de una cultura compartida, asi como de habilidades y recursos, deriva- dos a la vez que generadores, de esa cultura, less ‘ 212 Parte Il: Posicionamientos bisicos. Una Psicologia principalmente social y aplicada En suma, se trata de un grupo social dinamico, hist6rico y culturalmente constituido y desarrollado, preexistente a la presencia de los investigadores o de los interventores les, que comparte intereses, objetivos, necesidades y problemas, en un espacio y un tiempo determinados y que gencra colectivamente una identidad, asi como formas orga- nizativas, desatrollando y empleando recursos para lograr sus fines. Garcia y Giuliani (1992) consideran que las caracteristicas del concepto de comus dad pueden ser categorizadas en: estructurales, que incluyen los aspectos relacionados con, Jas personas que integran la comunidad y con el entorno en el cual ella existe, y funcio nales, refetidos a la interaccién entre las personas que forman la comunidad, asi como con su ambiente, y las formas que esa interaccidn adopta. A estos dos grupos agregaremos un tercero: el de direccién dc las caracteristicas, determinado por los intereses y necesidades compartidos por los miembros de la comunidad, y que les otorga sentido, Ahora bien, partir de la anterior definicién excluye, a los fines del trabajo psicosocial ~comunitario, concepeiones més amplias tales como la de la comunidad de correligiona- ios, ode la nacidn, 0 de una urbe, dentro de las cuales pueden existir, no obstante, miil- tiples comunidades propiamente dichas. 152. Comunidad y participacién “6° 8"! 8 4 La accin colectiva a que antes nos hemos referido precisa de esa eo-presencia y de Ja conciencia de compartir aspectos comunes, para lo cual es necesaria la participacién, {que como dice Martin (1988: 229), es “la que convierte en comunitaria.a la accién social” Y cs asi porque ella supone no slo actuar conjuntamente, organizadamente, sino tam: bin colaborar, en el sentido de aportar (ideas, recursos, materiales) y de comprometer- se con el sentido, direccidn y finalidad de la accién, a la vez que se obtienen beneficios a partir de los logros colectivos. ‘Al respecto, la experiencia nos ha ensefiado que la participacién para la accién comu- nitaria no es de ninguna manera un fenémeno monolitico, de todo o nada, sino que por el contrario constituye un proceso llefio de matices y de niveles, en el cual influyen tanto 1 grado de compromiso con la comunidad, cuanto las condiciones materiales de vida de cada persona, que sin embargo pueden ser superadas en lo que puedan tener de freno a la patticipacién, en la medida en que ese compromiso sea mayor 6 menor. Es posible hablar entonces de niveles de partiipacién y de compromiso que se estruc- turan y funcionan como circulos eoncénticos, euyo ntcleo lo constituye el grupo de mxi- ‘mo compromiso, dedicacién y participacién; usualmente constituido por los dirigentes o lideres de los grupos organizados de la comunidad, que dedican mucho tiempo, energia y recursos al trabajo en pro de la colectividad. Son aquellas personas presentes y activas «en las diversas tareas organizativas, ejecutivas y evaluativas que surjen en el trabajo comu- nitatio, y quienes habitualmente “dan la cara” por la comunidad, la representan, a la vez {que motivan, energizando la participacién de los otros. A este primer cfrculo sigue otro, en el cual hallamos personas que colaboran frecuentemente en tareas puntuales y asisten ‘a muchas de las reuniones y asambleas convocadas por los primeros. Un tercer cfreulo es cl de aquellos miembros de la comunidad que s6lo participan en tareas especificas, que realizan a cabalidad y con dedicacién aunque no liderizan, para luego retirarse hasta una r6xima oportunidad, El siguiente circulo est integrado por quienes se hacen presentes a través de donaciones, aportes materiales asi como de su benevolencia explicita hacia an tas orion Caputo 15: La comunidad como objetivo y sujeto de la aecién social 213 las acciones emprendidas por los grupos anteriores. Hay también quienes se conforman con simpatizar y aprobar el trabajo colectivo, pero que no hardn otro aporte que el de su simpatfa hacia quienes actiian y hacia Ia obra en realizaci6n. Y finalmente, se encuentran los expectadores curiosos, indiferentes a veces, pero no obstaculizadores. Todos son nece- sarios y todas esas formas de participacién que se presentan acompafiadas de gradacio- res del compromiso que van del méximo posible al minimo perceptible, son necesarias para la consecucién de los objetivos de la comunidad (en el ultimo caso, porque al menos no significa oposicién u obstaculos). Ninguna debe ser desdefiada. Todas significan un aporte. De hecho, los limites entre esos niveles de participacién no son impermeables, Continuamente se esta dando el flujo de unos a otros, de tal manera que podemos decir que un trabajo comunitario exitoso debe lograr el ensanchamiento de los tres primeros niveles a costa de los tres tltimos. FIGURA 15. Niveles de participacién y compromiso en el trabajo comunitario: 1) ndeleo de més ‘ma pavtcipaciOn y compromiso;2) participacién frecuente, alto compromiso; 3) participacion pun tual, mediano compromiso (acciones especificas) 4) participaci6n esporédiea cincipiente. Bajo ‘compromiso (donaciones, aportes materiales); 5) parliipacion tangencial, meramente aprobatoria ‘Compromiso indefinido; 6) curiosidad no obstacularizadora. No eompromiso. Es sobre esa participacién, que va desde la direcei6n de la accién hasta la mirada bene~ volente, donde se apoya el trabajo psicolégico comunitario, el cual no debe ser visto ni a través de la lente roméntica que hace de los agentes externos hadas madrinas, misioneros, “hermanas de Ia caridad”,salvadores o Iideres revolucionarios, cuyo magico toque de cien- cia y de buena voluntad transformar4, de la noche a la mafiana, ala situacién y a las gen- tes rozadas por ellos; ni con el criterio teenicista del experto que cree tener tanto las pre- jguntas cuanto las respuestas y que va a la comunidad a imponer un punto de vista, un modo de accién y sus soluciones, con prescindencia de lo que puedan sentir, ercer 0 desear quie- nes conforman la comunidad. Investigacién ¢ intervenciGn comunitarias deberfan ser parte de un mismo, Gnico proce- so, aspecto este en el cual conculérdan otros autores (Serrano-Garcia, Lépez y Rivera Med 214. Parte Il: Posicionarientos bésios. Una Psicologia principalmente social y apicnda na, 1992; Santiago, Serrano-Garcia y Perfecto, 1992; Martin, 1988), partiendo dela concep- cin de que la Psicologia Comunitaria es una Psicologia orientada al cambio social; de que ‘nella nose da una relacin sujeto-objeto, en la cual el primero es quien investiga-ntervie- ne, yel segundo quien es investigado-intervenido, sino que, planteando un cambio en el rol de os profesionales dela Psicologfa, nos hallamos comprometidos en una relacién sujeto- sujeto, ya que los miembros de Ia comunidad! son investigadores internos que partcipan jun- to con los agentes investigaciores externos como consiructoresy rectors de si propio dest no, sobre la base del modelo metodol6pico de la investigaciGn-accién participaiva (IAP). in embargo, como bien lo han sefialado Perdomo (1988) y Quintal de Freitas (en prensa), no siempre ha sido ni es asl. La primera de estas autoras advierte acerca de los peligros de convertrse en una de estas figuras: 4a) “Activista”, es decir, colaboradorfa de la comunidad cisién metodol6gica, cuya labor est marcada por k planificacién, ) “Especialista” o experto, manteniendo una separacién respecto de la comunidad, fundamentada en el hecho de considerarse el tinico poseedor del conocimiento y por tanto tinica persona capaz de decidir acerca de qué hacer y cémo hacerlo, ©) “Pueblo”, en el sentido de caer en la ilusion de que la Gnica verdad reside en la gente de la comunidad, mientras que de hecho se impone una concepeisn tedrica segtin la cual la comprensién de la realidad esta determinada a priori yen funcién de ella se realiza toda interpretacién y se formulan todas las respuestas, 4) Concientizadotia, que se artoga cl papel de iluminador, salvador de gentes apati- cas y alienadas, a las cuales aspira a movilizar, manteniendo al mismo tiempo el control externo de las mismas. ‘A su vez Quintal de Freitas describe in extenso diferentes tipos de préeticas psicol gicas en relacion con comunidades, entre las cuales encontramos desde la Psicologta tra-

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