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TEXTO 1.

SÓCRATES Y LOS SOFISTAS

En el siguiente texto se nos ofrece una visión de diferentes cosas:

a) De la democracia ateniense, de su funcionamiento y de sus avatares históricos. Así es


que podemos aprovecharlo para conseguir, definitivamente, una visión del primer
sistema democrático de la historia. Y ya que nosotros vivimos también en un régimen
político que se denomina ‘democrático’, los podemos comparar:
▪ Semejanzas y diferencias.
▪ Desde el punto de vista de nuestra democracia, ¿podría ser reconocido
como democrático el régimen ateniense? Desde el punto de vista de la
Atenas del siglo V, ¿nuestra situación política merecería el calificativo de
‘democrática’?

b) De las carencias y defectos de la educación tradicional ante las nuevas condiciones


sociales que trajo el sistema democrático, y sobre todo, de la ruptura general con la
tradición que significó la democracia ateniense, una ruptura que fue vista por muchos
como el inicio de las calamidades sobre la otrora esplendorosa Atenas.

c) Del papel de los sofistas en la Atenas del siglo V. Efectivamente, son educadores y
desarrollan una educación apropiada a esos nuevos tiempos y nuevas circunstancias.
Las disciplinas principales que enseñaban ya quedan claras, ¿no? Retórica y oratoria.
A ¿qué importancia, valor, función, tienen estas disciplinas en el
contexto de la Atenas del siglo V?
A por cierto, al movimiento sofístico se le conoce como ‘la primera
ilustración’ ¿A qué se debe semejante título?

d) Además, nos ayuda el texto a responder a una cuestión anterior. Podemos saber
quiénes son los responsables de la mala fama histórica que adquieren los sofistas y de
las connotaciones negativas que asume el mismo término de ‘sofista’. Precisamente, y
debido a esto, el concepto de ‘sofista’ aparece asociado, relacionado con otros
términos, como por ejemplo ‘sofisma”.
e) También, a partir del texto, podemos profundizar en la relación, semejanzas y
diferencias de Sócrates y los sofistas, pues se deja claro que algunos rasgos comparte
aquél con éstos pero que también hay elementos diferenciadores.
f) Finalmente, nos permite profundizar en la figura de Sócrates, en su método, en su
presentación como el más ignorante de todos los hombres y por eso mismo como el
más sabio, en las razones de su juicio y condena...

COMIENZA EL TEXTO

“Desde la caída del tirano Hipias, a finales del siglo VI a.C. y hasta la conquista de Atenas por
los macedonios a finales del siglo IV, Atenas vivió dos siglos de democracia. Pericles dominó
uno de los periodos más brillantes y extensos de autogobierno de los atenienses, haciendo
posible el aumento de la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, gracias sobre
todo a la retribución que recibían por su dedicación a la política.

En aquella época cualquier ciudadano podía proponer un asunto para discutirlo en la


asamblea. De manera que cada reunión en el ágora se transformaba en un mitin y quien mejor
hablara se metía al público en el bolsillo. La democracia ateniense, con sus continuas
asambleas generales, el sorteo de cargos públicos y las frecuentes iniciativas militares,
proporcionaba de modo incesante magníficas excusas para estar de palique. De hecho, la
mayor parte de los ciudadanos no trabajaba ni realizaba actividad alguna, de no ser que
consideremos actividad productiva la de alimentar el ocio con sus pensamientos. La realidad es
que la democracia ateniense era una oligarquía en la cual los ciudadanos, es decir, los que no
eran ni mujeres, ni esclavos, ni extranjeros, nunca llegaron a ser más que una cuarta parte de
la población.

En este contexto es fácil entender cómo el triunfo personal dependía en gran medida de la
propia elocuencia y de la capacidad de argumentación. Por eso tampoco hay que ser un
sabelotodo para adivinar el trabajo de los sofistas que, por aquello de la oferta y la demanda,
estaba muy bien pagado: maestros de retórica y oratoria.(...)

La educación tradicional de un joven en Atenas consistía sobre todo en aprender a leer y


escribir, contar, tocar la flauta y hacer deporte. Con la llegada de la democracia esta educación
debía completarse hacia los dieciocho años con la oratoria. Es decir, se enseñaba cómo triunfar
en la asamblea mediante el dominio del arte de las palabras, practicando ejercicios que iban
desde argumentar tesis contradictorias hasta improvisar un discurso sobre cualquier tema o
defender el punto de vista que determinaba el azar.

Los sofistas trabajaban en el mercado como profesionales libres en contraposición a los


filósofos tradicionales que estaban agrupados en escuelas con reglas y doctrinas precisas. Pero
éste no es el rasgo determinante que les llevaría a recibir la reprobación de los grandes
‘padres’ de la filosofía. Aristóteles lo dirá muy claro: la sofística es un arte que consiste en una
sabiduría aparente pero que, en realidad, no es sabiduría. Mientras que Platón había afirmado
algo parecido: parecen sabios pero no lo son; su saber es aparente. Sea como fuere, los
sofistas constituyeron un movimiento de pensadores que pretendía liberar a los hombres de la
ignorancia mediante el conocimiento y la palabra, otorgando la máxima confianza a la razón
sobre las leyes, las costumbres y las instituciones.(...)

Con Protágoras comienza tradicionalmente la lista de los sofistas; de él se conoce sobre todo la
frase que a continuación os glosaremos. Pero aunque mucho menos famosos son igualmente
interesantes Gorgias, Pródico, Hipias, Antifonte, Trasímaco, Critias o Licofrón. (...)

El paradigma de pensamiento que edifican los sofistas, a través de la actividad cotidiana de


crítica y debate, se refiere sobre todo al carácter convencional de las normas políticas y
morales: lo bueno, lo justo, etc, son relativos. De todo ello se deduce que uno no puede
conocer nada de una manera absoluta. Esta doctrina no aparece en ningún sitio tan bien
expresada como en el conocida frase de Protágoras, según la cual: ‘El hombre es la medida de
todas las cosas’

Con esta sentencia, el hombre se convierte en el elemento esencial de la cultura, como ser
pensante, y destrona a los dioses que habían ocupado ese lugar desde la época arcaica, o a la
propia naturaleza que parecía determinar el flujo de la vida con leyes secretas que habían
intentado descubrir los presocráticos. La vieja creencia en el origen divino de las leyes era
claramente insostenible: cada ciudad tenía las suyas y con el tiempo iban cambiando y
adaptándose a nuevas circunstancias. Tampoco era menos creíble una especie de ‘ley natural’
que causaría furor en la época medieval. Las cosas estaban cambiando a marchas forzadas y
los sofistas contribuyeron a acentuar ese descalabro.
(...)
A diferencia de los sofistas que apreciaban el dinero, Sócrates menospreciaba los garbanzos.
No le interesaban las riquezas ni se preocupaba de cobrar sus muchas clases. Su preocupación
fundamental fue el atesorar relaciones de amistad. Mucho más determinante frente a los
sofistas es su cambio de concepción sobre el trabajo que debía hacer un filósofo y la nueva
actitud respecto a la verdad; su método era contrario a hacer largos discursos. Sócrates no
disertaba nunca, siempre hacía preguntas y dejaba hablar a los demás, para después señalar
las contradicciones en que habían caído. Con su relativismo, los sofistas cuestionaron la
posibilidad de conocer la verdad y no solamente esto sino que discutieron incluso la existencia
de una verdad absoluta; Sócrates tiene la convicción de que esta clase de seguridad existe y
puede ser conocida por el hombre.

El camino que nos propone para llegar a atrapar esta certeza es largo y solamente se puede
recorrer por etapas. La verdad sólo se encuentra, con dificultades, después de numerosas
tentativas. El método socrático es una mezcla de mordacidad (ironía) y capacidad de
cuestionar las evidencias, dos cualidades que la historia del pensamiento posterior parece
haber olvidado: la ironía y la mayeútica. Los diálogos que mantenía Sócrates con sus
conciudadanos comenzaban casi siempre igual: ‘Tú, que eres tan...,¿quieres decirnos en qué
consiste...?’

Es el primer paso con el que desvela la ignorancia del interlocutor. Él mismo se había aplicado
esta lección a la hora de ser el primero en saber que no sabía nada. Un filósofo, pues, o un
buen estudiante de filosofía, es aquel que comienza por reconocer su ignorancia, que hay un
montón de cosas que no entiende. Esta sinceridad, justo es decirlo, no demasiado común ni
entre los filósofos ni entre los estudiantes de esta materia, se convierte en la piedra primera
del edificio del conocimiento. Y es de este modo como el maestro o el aprendiz evidencian su
sabiduría, por muy paradójico que parezca, al afirmar que no saben nada ante todos los
cebollinos que supuestamente saben algo. Saber que no se sabe es siempre mejor que pensar
que se sabe y no saber nada.

(...) Una vez que su interlocutor es consciente de su ignorancia, Sócrates comienza el trabajo
de convencerlo de lo contrario a través de pequeños ejemplos que confirmen su competencia
en un ámbito determinado. Y no es que quiera marearlo sino que intenta preparar el camino
de la verdadera sabiduría. Un convencimiento que surge del fondo de las personas y que va
creciendo con el ejercicio de la razón. Sócrates resuelve la paradoja que representa la
constatación de que lo único que se sabe es que no se sabe nada a través de seguir al detalle el
consejo que los griegos tenían grabado en piedra en el santuario de Apolo en Delfos: ‘Conócete
a ti mismo’.

Es preciso saber realmente lo que sabemos, saber efectivamente lo que nos interesa saber y
sobre todo saber positivamente lo que no sabemos, la magnitud de nuestra ignorancia. Las
respuestas hay que buscarlas en nuestro interior y es así cómo podremos superar la ignorancia
aunque no sea más que evidenciándola.(...)

Sócrates lleva a su interlocutor a una especie de callejón sin salida del que sólo se puede salir
hacia adelante. En el ‘Teeteto’, dice que hace el oficio de su madre, que era comadrona.

(...) A pesar de no haber escrito ni una sola línea, cosa que le han reconocido positivamente
generaciones de estudiantes, Sócrates determinó la historia del pensamiento hasta el punto
que la mayoría de filósofos lo considera su patrón. La acusación ante el tribunal de los
Quinientos fue la siguiente:
‘Meleto hijo de Meleto, del demo de Pithos, contra Sócrates hijo de Sofronisco, de
Alópece. Delinque Sócrates por no creer en los dioses en quienes la ciudad cree y
además por introducir nuevos demonios; finalmente delinque también corrompiendo a
los jóvenes. Pena de muerte.’

Pero estas acusaciones no constituyeron el verdadero motivo del juicio. Las envidias y rencores
que Sócrates provocó entre sus conciudadanos pueden justificar mejor este final. Sus últimas
palabras demuestran el carácter de las reacciones que debían provocar sus exhortaciones
entre sus coetáneos:

‘Pues si me matáis no encontraréis otro como yo, al que Apolo ha puesto como un
tábano que picase a un caballo de sangre pero algo perezoso, para mantener
despierta la ciudad, sin perdonar a ninguno. Vosotros podréis matarme si os dejáis
convencer por Anito, pero luego, a no ser que el dios os enviase otro que me
sustituyera, os entrará un sueño eterno, un sopor inacabable.’

Hartos de escuchar el zumbido del tábano que los dioses les habían asignado, los atenienses
decidieron aplastarlo. Condenado a beber la cicuta rechazó la huida que le habían preparado
sus amigos y pasó las últimas horas discutiendo con ellos acerca de la inmortalidad del alma y
de las ventajas de morir, según la clásica narración de Platón en el Fedón.”

M. GÜELL y J. MUÑOZ

“Sólo sé que no sé nada”

CUESTIONES: Lee el texto y subraya en amarillo las ideas principales.

1. ¿Cuál es la relación que existe entre la democracia y los sofistas?


2. ¿Cómo califican Platón y Aristóteles el saber de los sofistas? ¿Qué crees que
significa?
3. ¿Por qué la afirmación sofista de que las normas morales y las leyes son
convencionales y por tanto relativas supuso una enorme revolución en la
explicación del origen de las normas?
4. ¿Cuáles son las diferencias entre la forma de enseñar de los sofistas y la de
Sócrates? ¿Cuál es el objetivo de una y otra enseñanza?
5. ¿Cuál fue el verdadero motivo de la condena a muerte de Sócrates? ¿Es verosímil
y comprensible que fuera ese? Justifica tu respuesta.
6. ¿Por qué se presenta a Sócrates como un tábano?
TEXTO 2: PLATÓN, CARTA VII

Este texto tiene que servirnos para varias cosas:


▪ En primer lugar para completar, ampliar y profundizar el marco histórico de la
época de Sócrates y Platón que andábamos trabajando anteriormente. El texto
nos ayudará a entender los avatares de los regímenes políticos de la Atenas de
esa época, su evolución, sus vaivenes...
▪ Además, se nos da información adicional sobre las causas del enjuiciamiento,
condena y muerte de Sócrates, una cuestión que antes abordábamos. Por lo
menos tendríamos que saber bajo qué régimen político se produce el
procesamiento y así poder ahondar en sus motivos.
▪ Tiene que servirnos además para, de una vez, dar cumplida respuesta a
cuestiones que estamos arrastrando, como la repercusión que aquella muerte
tiene en Platón.
▪ Igualmente es muy interesante, cómo Platón nos refiere algunos datos sobre sí
mismo, además de indicarnos determinados propósitos que fue adquiriendo a lo
largo de su vida, y de cambios en esos propósitos, de sus causas y motivos.
▪ Nos permite recordar la acusación que cayó sobre Sócrates y que concluyó con la
cicuta: ésta se concretaba en tres términos, impiedad, introducir nuevos dioses y
corromper a la juventud. Aristófanes, uno de los grandes comediantes de Atenas,
se había dedicado a satirizar, ridiculizándola, la figura de Sócrates en su obra ‘Las
nubes’. En ella, Aristófanes califica a Sócrates de ‘sofista’. Tengamos presente
por un momento este calificativo que recibe Sócrates de este célebre escritor de
comedias que, precisamente, no era de sus amigos más dilectos.

COMIENZA EL TEXTO

“Era yo joven y sentía lo que tantos otros de mi edad. Pensaba dedicarme a la política en
cuanto pudiera disponer de mis actos. Pero veréis cómo estaba la situación política de mi país
por aquel entonces. El régimen político existente era blanco de críticas por todos los lados, lo
que hizo que se produjera una revolución 11. Cincuenta y un ciudadanos fueron puestos al
frente del nuevo orden que se instauró: diez en el Pireo y once en la capital para que se
ocuparan del ágora y de la administración de las ciudades, y los treinta restantes asumieron el
gobierno con poderes absolutos. Algunos de ellos eran amigos o familiares míos 22, por lo que
me pidieron inmediatamente que colaborase, entendiendo que ello me convenía. Dada mi
juventud33, a nadie extrañará la reacción que tuve: pensaba que, al gobernar la ciudad,

11 Se refiere el autor, Platón por supuesto, a la revolución que derrocó el sistema democrático. Al caer la
democracia, el poder pasó sucesivamente a manos de los Cuatrocientos, los Cinco mil y los Treinta
tiranos. Concretamente Platón se refiere al acceso al gobierno de éstos últimos en el 403 que, apoyados
por Esparta, gobernaron sangrientamente Atenas durante ocho meses.
22 Se trata de Critias, uno de los tiranos más destacados, primo de su madre, y de Cármides, tío materno
del filósofo. Platón pertenecía a una de las familias más nobles de Atenas y por ello no es extraño que
contara con familiares en este gobierno que supuso una reacción aristocrática contra el régimen
democrático.
33 Platón debía de andar por los veinticinco años.
cambiarían la injusticia reinante por un orden justo, lo que hizo que siguiera cada uno de sus
actos con apasionada atención.

Pues bien, en poco tiempo consiguieron que el régimen anterior pareciese, con relación al que
crearon, una edad de oro. A un amigo muy querido mío, el viejo Sócrates, de quien podría
afirmar sin reparos que era el más justo de todos los hombres de su tiempo, le enviaron, junto
con otros más, a prender a un ciudadano y a conducirle por la fuerza para condenarlo a
muerte. La finalidad de esto era implicar a Sócrates, por las buenas o por las malas, en una
acción injusta. Él, por supuesto, no obedeció y prefirió exponerse a sufrir los peores castigos
antes que hacerse cómplice de algo inicuo.

A la vista de esto y de muchas otras cosas parecidas, me sentí lleno de indignación y me aparté
de las miserias de aquellos tiempos. Pero pronto cayeron aquellos treinta tiranos, así como el
orden vigente44. Nuevamente, aunque ya con menos apasionamiento, sentí deseos de
participar en la política55. Al ser aquella una época turbulenta, también este gobierno hizo
cosas reprobables. Por otro lado, no es de extrañar que cierta gente, valiéndose del río
revuelto de la revolución, aprovechara para vengarse de sus enemigos, aunque, a decir verdad,
los exiliados políticos que volvieron entonces dieron muestras de gran moderación. Pero no sé
cómo, unos hombres influyentes llevaron a mi amigo Sócrates, del que antes os hablaba, a los
tribunales, acusándole de algo tan grave como la impiedad, cosa que no le cuadraba en
absoluto. Sin embargo, entre unos y otros, procesaron y condenaron a muerte a aquél que en
su día no había consentido en participar en el arresto ilícito de un hombre que entonces estaba
desterrado por ser partidario de los que ahora gobernaban y que en ese momento sufrían
también el exilio.

Viendo esto y viendo a los que gobernaban, y conforme iba examinando las leyes y las
costumbres e iba teniendo más edad, más difícil me parecía la tarea de administrar
correctamente los asuntos públicos. Para empezar, encontraba que esa tarea era imposible si
no se contaba con amigos y colaboradores de toda confianza, lo que no resultaba fácil, pues la
ciudad ya no se regía por los usos y costumbres de nuestros antepasados, y adquirir otros
nuevos revestía enormes dificultades. Por otra parte, el derecho y la moral se hallaban tan
corrompidos y se multiplicaba tanto el número de leyes, que yo, que al principio ardía de ganas
de trabajar por el bien público, al ver aquella situación donde todo iba a la deriva, acabé
sintiendo vértigo. Ello no quiere decir que dejara de atisbar por dónde podía producirse una
mejora, especialmente en el régimen político, esperando siempre el momento oportuno para
actuar. Al final comprendí que todos los Estados se hallan hoy mal gobernados, dado que su
legislación es poco menos que incurable sin recurrir a medidas enérgicas, y ello contando con
circunstancias propicias. Entonces tuve que reconocer, dicho sea en alabanza de la filosofía,
que sólo ella puede ayudarnos a aclarar en qué consiste la justicia tanto en el orden público
como en el privado, y que las desgracias humanas no tendrán fin hasta que ocupen los cargos
públicos filósofos de verdad o hasta que, por una gracia divina, los hombres de Estado no se
conviertan en auténticos filósofos.”

44 Se produce la restauración del régimen democrático lograda por Trasíbulo y Trasilo con la ayuda de la
mayoría del pueblo ateniense.
55 Indudablemente con el restablecimiento de la democracia, Platón tenía muchas menos oportunidades
de participar en política, dada su ascendencia aristocrática.
CUESTIONES: Lee el texto y subraya en amarillo las ideas principales del texto.

1. ¿Cuáles fueron los motivos que impulsaron a Platón a dedicarse a la Filosofía?


2. ¿Qué régimen condenó a muerte a su maestro? ¿Qué opinión le merecía?
3. ¿Cuál es el diagnóstico general que hace Platón de la política, de los gobiernos de su
tiempo?
4. ¿En qué cifra sus esperanzas para poder llegar al gobierno justo?
5. Relaciona esto último con el mito de la caverna.

PARA PENSAR: ¿Por qué intentar reformar una polis corrupta? ¿Por qué ante una tarea
tan complicada no dedicarse simplemente a abandonarla y alejarse así de la corrupción y
de la degeneración?

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