Testigos de nuestra fe y de la enseñanza recibida de Jesús
El testimonio, podemos decir que hace referencia a quien da fe de algo por la
experiencia vivida. A nivel jurídico es la Declaración que hace una persona para demostrar o asegurar la veracidad de un hecho por haber sido testigo de él . A nivel cristiano podemos decir que los testimonios son las pruebas materiales de la existencia de Dios, por ejemplo los milagros. Entonces el testimonio básico del cristianismo es Cristo, que es el Supremo Testigo, y los fieles cristianos debemos dar también testimonio de nuestra fe, comunicando al mundo la palabra y la obra de Dios en nosotros. Cuando hablamos de testimonio en seguida nos vienen a la mente algunos aspectos que nos remiten a esta palabra como son: El ejemplo de vida, la veracidad de lo que se dice y el resultado de una experiencia vivida. Pienso que lo más importante, antes que todo el conocimiento que pudiéramos tener o de todas las palabras que podamos decir, es el ejemplo de vida, que nuestras acciones hablen más que nosotros mismos. Ya lo dice la Palabra de Dios en la carta del Apóstol Santiago en el capítulo 2: "Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe?. Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso?. Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, muere solita.". Entonces pudiéramos decir que si nuestras palabras no tienen obras, no tienen ningún valor. Y es lo que nos pasa, muchas veces hacemos falsas promesas, decimos que cambiaremos tal o cual actitud o que seremos de tal o cual manera y volvemos a hacer lo mismo una y otra vez, entonces las palabras se caen por sí solas, porque se vuelven palabras vacías. Otro aspecto importante para la vivencia de este valor del testimonio es la veracidad de lo que se dice, cuando mentimos o damos un falso testimonio toda nuestra credibilidad pierde valor absoluto, y nuestras palabra se vuelven sin sentido, convirtiéndonos en alguien que no es de fiar. De ahí la importancia de ser responsables y auténticos en lo que decimos o expresamos. Muchas veces puede ser que esta veracidad nos traiga problemas porque como solemos decir “la verdad duele” y como cristianos diríamos que esto es ser profetas, que quienes nos ven, vean en nosotros un ejemplo a seguir. Seguro que si nos preguntaran si conocemos a una persona que es un ejemplo de vida, todos diríamos que sí, que conocemos a alguien y lo podemos decir por sus obras y manera de ser, no solo por sus palabras (que también son válidas), sino sobre todo por aquellas palabras que nacen de las experiencias vividas. También hablamos de testimonio cuando compartimos la experiencia de algo que hemos vivido, de algún acontecimiento importante. El otro día en una Eucaristía nos decía del sacerdote que presidía, que es muy importante que cuando recibimos alguna gracia demos testimonio de la gracia recibida; y yo pensaba que muchas veces no son solo gracias recibidas, sino también experiencias que a nosotros nos han ayudado, alguna dificultad que hemos superado y que con el hecho de compartir cómo lo hemos superado podemos ayudar a otros (y no tienen que ser grandes cosa), sino lo sencillo y cotidiano de la vida, que puede ser que en ese momento haya sido algo muy grande para nosotros, pero que con el paso del tiempo nos damos cuenta de que son solo etapas que debíamos superar. Hoy se nos hace un llamado a ser personas con una fuerte experiencia de Dios, dando testimonio de lo que somos y creemos, con nuestros sentidos palabras y acciones, que edifiquemos a otros con nuestra manera de ser y estar en el mundo. Es lo que Jesús nos enseñó en varias ocasiones cuando quería dar alguna enseñanza a sus discípulos lo educaba con sus acciones y una muy conocida por nosotros es el lavatorio de los pies, tal vez sin pensarlo en muchos momentos, con esto queda muy clara la misión de la Iglesia en el mundo: ser testimonio. "Porque les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes" (Jn 13, 15) y con esta gran enseñanza somos llamados por toda la eternidad, a hacer vida lo que con su ejemplo nos enseñó y nos dijo: “Hagan esto en memoria mía”.