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Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C.

Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V. 1 : [Cuando, pues, el Señor entendió, etc.]. La relación entre este capítulo y el anterior la
encontramos en el versículo 25 del último capítulo. La controversia entre los discípulos de Juan y los
judíos fue la forma de hacer recaer la atención pública sobre el ministerio de nuestro Señor. Se
convirtió en tema común de conversación y atrajo la atención de los principales maestros religiosos
de los judíos, esto es, los fariseos. Ya les había molestado el ministerio de Juan el Bautista y las
multitudes que lo rodearon (Juan 1:19–28). Él dijo inequívocamente a la delegación que le enviaron
que uno mayor que él estaba a punto de aparecer. Cuando los fariseos, pues, oyeron decir que
Jesús estaba de hecho bautizando a más discípulos y llamando más la atención que Juan, bien
podemos imaginar que estuvieran aún más molestos que antes. Surgiría una sensación vaga e
incómoda en sus corazones de que esta misteriosa persona que había echado del Templo a los
mercaderes y compradores de forma tan milagrosa, y que ahora estaba bautizando a tantos
discípulos, pudiera ser el Cristo. Y después vendría el sentimiento de que, si este era el Cristo, no
era el Cristo que esperaban
o deseaban. El resultado de ambos sentimientos supondría probablemente una amarga enemistad
contra nuestro Señor y la secreta determinación de despejar, a ser posible, todas las dudas
matándole.
No debemos preocuparnos de saber cómo “supo” nuestro Señor lo que habían oído los fariseos.
Posiblemente lo sabía por información de los discípulos. Sin duda algunos de ellos mantendrían la
relación con su viejo maestro, Juan el Bautista, y así sabrían lo que estaba sucediendo en Enón. Es
más probable que lo supiera por su omnisciencia como Dios. Con frecuencia se nos dice que
“conocía los pensamientos” de sus enemigos y actuaba y hablaba en consonancia con ellos. Es
bueno que todos nosotros recordemos que no se habla ni se dice nada entre los hombres, por
mucho que sea el secretismo, que Cristo no conozca.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V. 2 : [Aunque Jesús no bautizaba, etc.]. El hecho de que nuestro Señor no administrara el bautismo
con sus propias manos se menciona únicamente en los Evangelios y es digno de atención. En todo
caso, muestra que lo que hacen los ministros de Cristo por orden suya en la administración de los
sacramentos se considera ejecutado por Cristo mismo. El versículo anterior dice que “Jesús hace y
bautiza”, mientras que este dice que “no bautizaba”. Comenta Lightfoot: “Es normal, tanto en el
lenguaje de la Escritura como en otros, hablar de una cosa como si la hiciera un hombre aunque la
haga otro en su nombre. Así, se dice que la hija de Faraón “crió” a Moisés y se dice que Salomón
“construyó” el Templo y su propia casa. De la misma forma, “se llevó, pues, David la lanza y la vasija
de agua”, queriendo decir que fue Abisai por orden de David (1 Samuel 26:12).
Se habla de diversas razones para que nuestro Señor no administrara el bautismo con sus propias
manos. Lightfoot menciona cuatro: “1) No fue enviado a bautizar, sino a predicar. 2) Habría parecido
inapropiado que Cristo bautizara en su propio nombre. 3) El bautismo más apropiado para que el
Señor lo administrara no era el de agua, sino el del Espíritu Santo. 4) Evitaría todas las peleas y
discusiones entre los hombres con respecto a su bautismo que hubieran surgido si algunos hubiesen
sido bautizados por Cristo y otros únicamente por sus discípulos”.
A estas razones podemos añadir otra de considerable importancia. Nuestro Señor quiere mostrarnos
que el efecto y el beneficio del bautismo no dependen de la persona que los administra.
No cabe duda que Judas Iscariote bautizó a algunos. La intención del ministro no afecta a la validez
del sacramento.
Hay algo que parece perfectamente claro: En el cristianismo, el bautismo no es un medio de gracia
de importancia primordial, sino secundaria. El lenguaje altisonante y extravagante que utilizan
algunos teólogos con respecto al sacramento del bautismo y sus efectos es completamente
irreconciliable con el texto que tenemos delante, así como con la enseñanza general de la Escritura
(cf. Hechos 10:48; 1 Corintios 1:17).

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V. 3 : [Salió de Judea, etc.]. El contexto de los versículos anteriores parece mostrar que este cambio
de lugar tenía el propósito de eludir las conjuras de los fariseos contra nuestro Señor. Si hubiera
permanecido en Judea le habrían capturado y matado antes del tiempo señalado. Se apartó, pues, a
la provincia de Galilea, donde estaba más alejado de Jerusalén y donde su ministerio crearía menos
revuelo.
La conducta de nuestro Señor en esta ocasión nos muestra que no es obligatorio que un cristiano se
exponga a un peligro para su vida y persona cuando lo vea venir, y que no es cobardía utilizar todos
los medios a nuestro alcance para evitarlo. No debemos coquetear con el martirio o renunciar a
nuestras vidas innecesariamente. Hay un tiempo para todas las cosas: tiempo para vivir y trabajar
así
como tiempo para sufrir y morir. Se puede cuestionar si algunos de los mártires primitivos se
comportaron como hizo aquí nuestro Señor. Parece que su celo por el martirio tuvo en ocasiones un
componente fanático.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V. 4 : [Le era necesario pasar por Samaria]. Se han hecho muchos comentarios piadosos y
provechosos acerca de esta expresión. Se ha pensado que enseña que nuestro Señor fue
deliberadamente, saliéndose de su ruta, a fin de salvar el alma de la mujer samaritana. Se puede
cuestionar seriamente si esta opinión está fundamentada. No había otra forma de ir cómodamente
de
Judea a Galilea salvo pasando a través de Samaria. Probablemente, pues, la expresión no sea más
que una introducción natural a la historia de la mujer samaritana. La primera en una serie de
circunstancias que llevaron a su conversión fue el que Jesús estuviera obligado a pasar por Samaria
en su viaje a Galilea. Esto explica su encuentro con la mujer samaritana.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V. 5 : [Vino […] ciudad […] llamada Sicar]. La opinión más común es que la ciudad aquí mencionada
es la misma que Siquem o Sequem (cf. Génesis 33:18–19). Después de Jerusalén, hay pocos
lugares de Palestina que hayan estado relacionados de tal forma con la historia bíblica. Aquí, Dios se
apareció por primera vez a Abraham (Génesis 12:6). Aquí habitó Jacob tras su regreso de Padan-
aram y aquí se produjo la desdichada historia de Dina y el consiguiente asesinato de los siquemitas
(cf. Génesis 34:2, ss.). Aquí, los hermanos de José apacentaban sus rebaños cuando Jacob le envió
sin adivinar que no volvería a verle en muchos años (cf. Génesis 37:12). Cuando Israel hizo su toma
de posesión de la tierra de Canaán, esta era una de las ciudades refugio (cf. Josué 20:7–8).
Aquí reunió Josué a todas las tribus cuando se dirigió a ellas por última vez (cf. Josué 24:1). Aquí
fueron sepultados los huesos de José y de todos los patriarcas (cf. Josué 24:32; Hechos 7:16). Aquí
se produjeron los principales acontecimientos de la historia de Abimelec (cf. Jueces 9:1 ss.). Aquí se
reunió Roboam con las tribus de Israel tras la muerte de Salomón y dio la respuesta que dividió su
reino en dos (cf. 1 Reyes 12:1). Aquí habitó Jeroboam en primera instancia cuando fue coronado rey
de Israel (cf. 1 Reyes 12:25). Y finalmente, cerca de Siquem se encontraba la propia ciudad de
Samaria y los dos montes de Ebal y Gerizim, donde se recitaron solemnes bendiciones y
maldiciones tras la entrada de Israel en Canaán (cf. Josué 8:33). Es difícil imaginar un vecindario
más interesante que este. Dondequiera que mirara el ojo de un viajero cansado, encontraría algo
que le recordara la historia de Israel.
Es justo decir que uno de los últimos exploradores de Palestina (el Dr. Thomson, autor de The Land
and the Book: La tierra y el libro), duda que Sicar y Siquem sean realmente el mismo lugar.
Fundamenta su duda en el hecho de que el pozo que ahora se conoce como el pozo de Jacob se
encuentra a 3 km de las ruinas de Siquem, y que cerca de esas ruinas hay abundantes fuentes de
agua. Considera muy improbable que una mujer de Siquem caminara 3 km para extraer agua si
podía
encontrarla al lado. Piensa, pues, que es más probable que la antigua Sicar se corresponda con un
lugar cercano al pozo de Jacob llamado Ascar en la actualidad, y que Sicar y Siquem eran dos
lugares distintos.
Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V 5 Es imposible llegar a una conclusión definitiva en cuanto a esto. Si las ruinas llamadas hoy en
día las ruinas de Siquem se encuentran realmente en el lugar de la antigua Siquem; si el pozo
llamado pozo de Jacob en la actualidad es el mismo pozo mencionado en este capítulo; si la antigua
Siquem no estaba más cerca del pozo que ahora; todos son puntos acerca de los que, 1800 años
después, es imposible hablar categóricamente. En todo caso, debe recordarse que las opiniones
más eminentes están en contra de la teoría del Dr. Thomson. Más aún, es digno de atención que las
palabras de la mujer samaritana —“ni venga aquí a sacarla”— parecen implicar que tenía que
recorrer una cierta distancia hasta el pozo de Jacob para extraer agua.
[Junto […] heredad […] Jacob […] José]. Parece ser que el terreno del que se habla aquí tenía dos
partes. Una la compró Jacob a Hamor, el padre de Siquem, por cien monedas de plata ( Génesis
33:19). Parece que la otra la obtuvo conquistándola, cuando sus hijos mataron a los siquemitas por
deshonrar a Dina (Génesis 34:28 y 48:22).
Observemos atentamente que S. Juan habla aquí de Jacob y de José, y de los acontecimientos de
sus vidas, como dando por hecho la historia contenida en Génesis. Siempre es así en el Nuevo
Testamento. La teoría moderna de que las historias del Antiguo Testamento son sólo fábulas,
carentes de cualquier base real, es una mera invención infundada, sin un solo argumento respetable
que se pueda aducir a su favor

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V. 6 : [El pozo de Jacob]. No se sabe cuándo o cómo recibió este nombre. En Génesis se habla de
pozos excavados por Abraham e Isaac, pero no se dice nada acerca de Jacob. Solo sabemos lo que
leemos en el capítulo que tenemos ante nosotros.
Cerca de las ruinas de Siquem se sigue mostrando a los viajeros que visitan Palestina un pozo
llamado el pozo de Jacob comúnmente considerado uno de los más antiguos y genuinos vestigios de
la Antigüedad en la Tierra Santa. De hecho no parece haber motivos para poner en tela de juicio la
creencia común de que es el mismísimo pozo junto al que se sentó nuestro Señor y mantuvo la
conversación documentada en este capítulo. Se encuentra en buen estado de conservación y tiene
unos veintisiete metros de profundidad.
[Cansado del camino]. Esta expresión merece atención. Muestra la realidad de la naturaleza humana
de nuestro Señor. Tenía un cuerpo como el nuestro, sujeto a todas los sufrimientos de la carne y la
sangre. Muestra la infinita compasión, humildad y condescendencia de nuestro Señor cuando se hizo
carne y vino a la Tierra a vivir y morir por nuestros pecados. Aunque era rico, se hizo pobre. El que
hizo el mundo y poseía “los millares de animales en los collados” se contentaba con viajar a pie
agotado a fin de proporcionarnos la Redención eterna. Jamás leemos que Jesús viajara en un carro,
y solo se habla una vez de que montara una bestia. Proporciona a los pobres el mejor argumento
para el contentamiento. Si Cristo deseaba ser pobre, bien podemos desear someternos a la pobreza.
Los hombres no deben avergonzarse de la pobreza si no se la han acarreado por una conducta
equivocada. Es una deshonra ser un libertino inmoral. Pero no es ningún pecado ser pobre.
Finalmente, muestra a los creyentes el Salvador solidario que es Cristo. Él sabe lo que es tener un
cuerpo débil y cansado. Puede compadecerse de nuestras debilidades. Cuando nuestro trabajo nos
agota, aunque no estemos cansados de él, podemos decírselo a Jesús confiadamente y pedirle
ayuda.
Él conoce el corazón de un hombre cansado.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V 6 [Se sentó así junto al pozo]. El significado general de estas palabras es que nuestro Señor se
sentó sobre las piedras que, según la costumbre oriental, conformaban el muro o brocal que rodeaba
la boca del pozo. El significado específico de la palabra “así” de la frase es una cuestión que ha
confundido a los comentaristas de todas las épocas y que quizá no se resuelva jamás.
Algunos —como De Dieu, A. Clarke y Schleusner— piensan que “así” es un pleonasmo o un término
expletivo elegante y una redundancia en el original griego, y que a pesar de que un griego vería un
significado en él, como dando término a la frase, no se le puede atribuir un significado especial en la
traducción a otro idioma.
Otros —como Crisóstomo, Teofilacto, Eutimio, Musculus, Bengel, Glassius y Wordsworth— piensan
que “así” significa “tal como estaba”, sin un asiento acomodado, sin buscar una postura conveniente,
sin orgullo o formalidad; no en un trono, no sobre un cojín, sino simplemente sobre el terreno.
Otros —como Doddridge— piensan que “así” significa inmediatamente, y encuentran un paralelismo
en Hechos 20:11.
Otros —como Calvino, Lightfoot, Dyke, Bullinger, Beza, Parkhurst, Stier, Alford y Burgon— piensan
que “así” hace referencia al cansancio recién mencionado. Jesús, encontrándose cansado, se sentó
en el pozo igual que se hubiera sentado cualquier persona cansada. Estaba cansado y así, se sentó
en el pozo.
No me siento capacitado para resolver esta cuestión. Considero que, en general, el último significado
me parece el más probable, aunque no sea plenamente convincente. La utilización de la palabra
“así” en Hechos 7:8 tiene cierta semejanza. La palabra griega traducida allí como “así” es la misma
que esta.
Comenta Burgon acerca de esta frase “que Jacob y Moisés encontraron a sus futuras esposas junto
a un pozo de agua; y aquí vemos que Uno mayor que ellos, su antitipo divino, el Esposo, toma para
sí una esposa extranjera, la Iglesia samaritana, también junto a un pozo”.
Comenta Quesnel: “El descanso de Jesucristo es tan misterio so y está tan lleno de bondad y deseo
de hacer el bien como su cansancio. Es una cuestión de gran importancia que un hombre aprenda a
descansar sin estar ocioso y a hacer que su reposo necesario sirva a la gloria de Dios”.
[Era como la hora sexta]. ¿Qué hora del día era esta según nuestra división del tiempo? La opinión
más común es, con mucho, que la hora sexta significa aquí las doce, el momento más caluroso y
sofocante del día. Es sabido que el día judío comenzaba a las seis de la tarde. Las siete para
nosotros
era la una para ellos, y la hora sexta serían las doce para nosotros.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V 6 Comoquiera que sea, es justo y apropiado decir que algunos comentaristas como Wordsworth y
Burgon sostienen con convicción que en el Evangelio según S. Juan no se respeta la forma en que
los
judíos dividían las horas del día. Dicen que, al escribir con posterioridad a otros evangelistas y en
Asia menor, S. Juan utiliza el sistema romano o asiático de medición del tiempo y que el método
romano era como el nuestro. Dicen, pues, que cuando los discípulos siguieron a Jesús (Juan 1:39)
en la hora décima, eran las diez de la mañana; y que cuando cesó la fiebre del hijo del noble en la
hora séptima, eran las siete de la tarde (Juan 4:52). Dicen que cuando Pilato ofreció a Jesús a los
judíos el día de la crucifixión en la hora sexta (Juan 19:14), eran las seis de la mañana. Y finalmente,
dicen que cuando, en el pasaje que tenemos delante, Jesús se sentó cansado en el pozo en la hora
sexta, significa las seis de la tarde. Más aún, para respaldar esta argumentación, aducen que sería
infinitamente más lógico que una mujer viniera a sacar agua del pozo a las seis de la tarde que a las
doce del mediodía.
En Génesis se dice explícitamente que es “la hora en que salen las doncellas por agua” (Génesis
24:11).
Ciertamente, estos son argumentos habilidosos y de peso y esta cuestión ofrece sus dudas.
Comoquiera que sea, por diversas razones, me inclino a pensar que la idea común acerca de la
cuestión es la correcta y que la hora sexta significa aquí las doce del mediodía. Omito
deliberadamente la consideración de otros lugares en que Juan menciona las horas en su Evangelio.
No creo que ninguno de ellos presente dificultad alguna en la actualidad salvo la “hora sexta” en el
relato que hace S. Juan de la crucifixión. Estoy dispuesto a considerar esa dificultad en su lugar
correspondiente. Creo, pues, que la “hora sexta” del texto que estamos tratando significa las doce
por
las siguientes razones. Continuara…….

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:1 Cuando, pues, el Señor entendió que los fariseos habían oído decir: Jesús hace y bautiza más
discípulos que Juan
Joh 4:2 (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos),
Joh 4:3 salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.
Joh 4:4 Y le era necesario pasar por Samaria.
Joh 4:5 Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. (A)
Joh 4:6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era
como la hora sexta.

V6 ….por las siguientes razones.


a) Me parece muy improbable que Juan midiera el tiempo de forma distinta a los otros tres
Evangelios.
b) No está de ningún modo claro que los romanos midieran el tiempo a nuestra manera y no a la de
los judíos. Cuando Horacio, el poeta romano, se describe a sí mismo quedándose en la cama hasta
avanzada la mañana, dice: “Descanso hasta la hora cuarta”. Sin duda, debe referirse a las diez de la
mañana y no a las cuatro de la tarde. Cuando Marcial, el poeta romano, describe el día romano, dice:
“La primera y la segunda hora las dedican los clientes a asistir a las audiencias y en la tercera hora
los abogados ejercen en los tribunales”. Sin duda, no puede querer decir que los tribunales romanos
no abrían hasta las dos de la tarde. Con respecto a la costumbre de los asiáticos, no opino nada. Es
un punto dudoso.
c) Es una presuposición completamente gratuita decir que ninguna mujer iba por agua salvo por la
tarde. Sin duda, toda regla debe tener sus excepciones. El hecho de que la mujer viniera sola,
parece
indicar de por sí que vino a una hora inusual, y no al atardecer.
d) En último lugar, pero no por ello de menor importancia, parece mucho más probable que nuestro
Señor mantuviera una conversación a solas con una persona como la mujer samaritana a las doce
del mediodía que a las seis de la tarde. La conversación no fue breve. En los países orientales, el
crepúsculo es de corta duración. La noche sobreviene pronto. Y sin embargo, en la teoría que
rechazo, nuestro Señor comienza una conversación sobre las seis de la tarde y prosigue con ella
hasta que la mujer se convierte. Luego la mujer se marcha a la ciudad y cuenta a los hombres lo
sucedido y todos acuden al pozo a ver a Jesús. Sin embargo, con toda probabilidad, para este
momento ya estaría bastante oscuro y habría comenzado la noche. Y no obstante, después de esto,
nuestro Señor dice a los discípulos: “Alzad vuestros ojos y mirad los campos” (4:35).
Considero que este último argumento tiene un gran peso a la hora de llegar a una conclusión en
cuanto a este asunto. Creo que nuestro Señor alcanzó el lugar de descanso al mediodía, como era
costumbre entre los viajeros orientales, con el propósito de permanecer junto al pozo brevemente,
hasta que hubiera pasado el calor del día. La llegada de la mujer samaritana a esta hora del día le
dio mucho tiempo para conversar y para que ella regresara rápidamente a la ciudad y sus moradores
acudieran al pozo.
Debo decir que la mención de la hora sexta, si equivale a las doce, me parece particularmente
hermosa y apropiada, lo que no sucede de la misma forma si se trata de las seis de la tarde. A mi
modo de ver, el hecho de que nuestro Señor mantuviera su conversación con una persona
semejante al mediodía es particularmente apropiado y correcto. Cuando habló con Nicodemo en el
capítulo anterior, se nos dice que era de noche. Pero cuando habló con una mujer de vida impura, se
nos dice expresamente que eran las doce del mediodía. En este hecho veo un exquisito cuidado de
evitar cualquier equívoco que se perdería por completo si la hora sexta significara las seis de la
tarde. Veo aún más que esto. Veo una lección para todos los ministros y maestros del Evangelio
acerca de la manera correcta de conducirse en la obra de hacer el bien a almas como la de la mujer
samaritana.
Como su Maestro, deben tener cuidado con los momentos y las horas, especialmente si trabajan
solos. Si un hombre intenta hacer el bien a una persona como la mujer samaritana a solas y sin
testigos, debe tratar de seguir los pasos de su Maestro, tanto en lo referente al momento en que
actúa como en cuanto al mensaje que ofrece. Creo que hay un profundo significado en esa pequeña
frase: “Era como la hora sexta”.
S. Agustín piensa que la “hora sexta” tenía aquí el propósito de representar, alegóricamente, la sexta
era del mundo. Dice que la primera hora fue desde Adán hasta Noé, la segunda desde Noé hasta
Abraham, la tercera desde Abraham hasta David, la cuarta desde David hasta la cautividad
babilónica,
la quinta desde la cautividad hasta el bautismo de Juan y la sexta la época del Señor Jesús. No veo
en el texto fundamento alguno para estas cosas. Si tales interpretaciones de la Escritura son
correctas, es fácil hacer que la Biblia diga cualquier cosa.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 7 : [Vino una mujer […] sacar agua]. La escasez de agua en los climas cálidos del Este convierte
la extracción de agua del pozo más cercano en una parte importante de las ocupaciones diarias de
un hogar oriental. Gracias a otros pasajes de la Escritura, averiguamos que era una tarea de la que
se ocupaban comúnmente las mujeres (Génesis 24:11; 1 Samuel 9:11). Un pozo se convertía
naturalmente en un lugar de encuentro para las personas de un vecindario, y especialmente para los
jóvenes (Jueces 5:11). Comoquiera que sea, la sugerencia de algunos autores, como Schottgen, de
que los motivos de la mujer samaritana para acudir al pozo eran posiblemente inmorales, parece
completamente infundada. Aunque es evidente que su carácter moral era malo, no tenemos derecho
a apilar sobre ella más culpa de la que nos indican los hechos.
S. Agustín considera a esta mujer el tipo de la Iglesia gentil, “no justificada aún, pero a punto de
serlo”. Dudo que el Espíritu Santo quisiera que adoptáramos esta tesis. Es muy peligroso adoptar
semejantes interpretaciones alegóricas. Las lecciones claras de la Biblia quedan relegadas, sin
darnos cuenta, a un segundo plano.
Comenta Musculus qué maravilloso ejemplo de gracia soberana es que nuestro Señor se apartara
de los cultos sacerdotes, fariseos y escribas para hablar y conseguir la conversión de una persona
como esta mujer, en apariencia tan completamente indigna de atención. Asimismo, observa con qué
precisión nuestros más mínimos movimientos están gobernados por la providencia de Dios. Como
Rebeca y Raquel, la mujer acudió al pozo sin tener ni idea de la importancia que tendría para su
alma
la visita de aquel día.
[Jesús le dijo: Dame de beber]. Hay cuatro cosas dignas de atención en esta sencilla petición de
nuestro Señor.
a) Era un acto de misericordioso asalto espiritual a un pecador. No esperó a que la mujer le hablara,
sino que fue Él quien inició la conversación.
b) Fue un acto de maravillosa condescendencia. Aquel por quien todas las cosas han sido hechas, el
Creador de las fuentes, arroyos
y ríos, no se avergüenza de pedir un sorbo de agua de la mano de una de sus criaturas pecadoras.
c) Fue un acto lleno de sabiduría y prudencia. No impone la religión a la mujer de inmediato
reprendiéndola por sus pecados. Comienza por un tema indiferente en apariencia y, sin embargo,
que
ocupaba sin duda los pensamientos de la mujer: Le pide agua. d) Fue un acto lleno del más delicado
tacto que demostraba un perfecto conocimiento de la mente humana. Le pide un favor y se pone en
un compromiso. Ninguna otra forma de actuar, como es sabido por todos los eruditos, habría sido
mejor para conciliar los sentimientos de la mujer hacia Él y predisponerla a escuchar su enseñanza.
Aunque la petición fuera sencilla, contiene principios que merecen la máxima atención por parte de
aquellos que deseen hacer el bien a pecadores ignorantes e irreflexivos.
La idea de Eutimio —que nuestro Señor fingió tener sed a fin de iniciar la conversación— no merece
ser considerada. Cirilo piensa que nuestro Señor deseaba protestar activamente contra el
exclusivismo de los judíos pidiendo de beber a una mujer samaritana y mostrándole que
desaprobaba la costumbre de su nación.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 8 : [Sus discípulos […] ido […] comprar de comer]. Este versículo es un ejemplo de la regla
general de nuestro Señor de no obrar un milagro a fin de satisfacer sus propias necesidades. A
Aquel que podía alimentar a 5000 con unos cuantos panes y peces si lo deseaba, le placía comprar
comida como cualquier otro hombre. Es un ejemplo de su humildad. El Creador de todas las cosas,
aunque rico, se hace pobre por amor a nosotros. Esto debiera enseñar a los cristianos que no deben
ser tan espirituales como para descuidar la gestión del dinero y que deben utilizarlo razonablemente
para cubrir sus necesidades. Dios podría alimentar a sus hijos, como alimentó a Elías, por medio de
un milagro diario. Pero sabe que es mejor para nuestras almas y para poner en práctica la gracia, no
alimentarlos de esa forma, sino hacerlos pensar y utilizar medios. No hay verdadera espiritualidad en
ser descuidado con el dinero. Jesús mismo permitió que sus discípulos “compraran”.
Todo este versículo es un ejemplo de algunos de esos comentarios parentéticos, explicativos, tan
comunes en el Evangelio según S. Juan. Su objetivo es explicar el hecho de que nuestro Señor
estuviera solo en el pozo y no pidiera a alg
ún discípulo que le diera agua.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 9 : [La mujer […] dijo: ¿Cómo tú […] judío[…] samaritana?]. Esta pregunta implica que la mujer se
sorprendió de que nuestro Señor le hablara. Era un acto inesperado de condescendencia por su
parte y, como tal, llamó su atención. En cualquier caso, así se ganó un punto. Es de gran importancia
el mero hecho de conseguir que un pecador despreocupado nos escuche con tranquilidad. Pronto
mostraremos de qué forma aprovechó el Señor esta oportunidad.
Solo podemos avanzar conjeturas con respecto a cómo supo la mujer que nuestro Señor era judío.
Quizá lo supiera por el dialecto que hablaba. Algunos piensan que lo supo por la franja que
probablemente llevaba en su atuendo en conformidad con la Ley mosaica (Números 15:38–39) y que
es muy probable que los samaritanos rechazaran. No había nada en el aspecto personal de nuestro
Señor cuando anduvo como hombre sobre la Tierra que le distinguiera de cualquier otro viajero judío
que se sentara junto a un pozo. No había nada estrafalario o singular con respecto a sus
vestimentas. Se parecía a cualquier otro hombre.
Me atrevo a opinar que, en la pregunta de la samaritana se debe poner el acento en la palabra
“mujer”. No solo se sorprendía de que un judío pidiera de beber a un samaritano, sino también de
que se lo pidiera a una mujer.
[Judíos y samaritanos no se tratan entre sí]. Normalmente se considera, con toda razón, que esta
frase es un comentario explicativo de S. Juan, y no las palabras de la mujer samaritana.
Ciertamente, parece más natural interpretarlo de ese modo. La frase se leería entonces como un
paréntesis. Calvino piensa que son palabras de la mujer, pero sus argumentos no son convincentes.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V 9 Sin duda, la enemistad entre judíos y samaritanos a la que se hace referencia aquí se originó en
la separación de las diez tribus bajo Jeroboam y el establecimiento del reino de Israel. Se incrementó
considerablemente después de que los asirios llevaran cautivas a las diez tribus y por el hecho de
que
los samaritanos se mezclaran con extranjeros que el rey de Asiria envió a Samaria desde Babilonia y
otros lugares, perdiendo así su derecho a considerarse judíos puros (2 Reyes 17:1, ss.). Se agravó
aún más por la oposición de los habitantes de Samaria a la reconstrucción de Jerusalén tras el
regreso de la cautividad de Babilonia en tiempos de Esdras (Esdras 4:10, ss.). En tiempos de
nuestro Señor, parece que los judíos llegaron al extremo de considerarlos completamente
extranjeros y ajenos a la comunidad de Israel. Cuando dijeron a nuestro Señor que “[era] samaritano,
y que [tenía] demonio”, esa expresión tenía el propósito de burlarse de Él lo más agriamente posible
(Juan 8:48). En todo caso, queda claro a partir de la conversación de este capítulo que los
samaritanos, por equivocados que estuvieran en muchos puntos, no eran paganos ignorantes. Se
consideraban a sí mismos descendientes de Jacob. Tenían una especie de religión
veterotestamentaria. Esperaban la venida del
Mesías.
El amargo espíritu exclusivista de los judíos hacia todas las demás naciones al que aquí se hace
referencia, queda curiosamente confirmado por el lenguaje que utilizaban los autores paganos de
Roma en relación con los judíos. La inmensa dificultad con que aun los Apóstoles superaron este
sentimiento de exclusivismo se puede advertir tanto en Hechos como en las Epístolas (cf. Hechos
10:28; 11:2; Gálatas 2:12; 1 Tesalonicenses 5:16).
No se debe pasar por alto la absoluta ausencia de amor que había entre los hombres en los tiempos
de la estancia de nuestro Señor en la Tierra. ¡Bueno habría sido que los hombres jamás hubieran
luchado por cuestiones religiosas después de que Él abandonara este mundo! Las luchas entre la
tripulación de un barco que naufraga no son más horribles, inapropiadas e irracionales que la
mayoría de las luchas entre maestros religiosos. Un historiador podría aplicar acertadamente las
palabras de S. Juan a muchos períodos de la historia de la Iglesia y decir: “Romanistas y
protestantes no se tratan entre sí”, o “luteranos y calvinistas no se tratan entre sí”, o “calvinistas y
arminianos no se tratan entre sí”, o “episcopales y presbiterianos no se tratan entre sí”, o “los
bautistas y aquellos que bautizan niños no se tratan entre sí”, o “los hermanos Plymouth no tienen
trato con nadie que no se una a su congregación”. Estas cosas no debieran ser así. Son el
escándalo del cristianismo, el regocijo del diablo y el mayor escollo para la propagación del
Evangelio.
Las palabras griegas que se traducen como “no se tratan entre sí”, significan literalmente: “No
comparten nada con los samaritanos”. Pearce dice: “Los judíos no comían ni bebían con los
samaritanos, no bebían de la misma copa ni comían del mismo plato que ellos”. Este hecho arroja
mucha luz sobre la sorpresa de la mujer ante la petición de nuestro Señor: “Dame de beber”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 10 : [Respondió Jesús, etc.]. En este versículo, nuestro Señor pasa a aprovechar la oportunidad
que le ofrece la pregunta de la mujer. Por el momento, pasa por alto su demostración de sorpresa
ante que un judío hablara a una samaritana. Comienza por picar su curiosidad y despertarle
expectativas hablándole de algo a su alcance que denomina “agua viva”. El primer paso con un
pecador despreocupado después de haber llamado su atención es darle la impresión de que
podemos hablarle de algo ventajoso que se encuentra a su alcance. Hay cierta vaguedad en las
palabras de nuestro Señor que demuestra su consumada sabiduría. Una declaración sistemática de
la verdad doctrinal habría caído en saco roto en esta fase de los sentimientos de la mujer. El
lenguaje general y figurativo que empleó nuestro Señor estaba exactamente calculado para
despertar su imaginación y llevarla a plantear más preguntas.
[El don de Dios]. Esta expresión recibe diversas explicaciones. Algunos —como S. Agustín, Ruperto,
Jansen, Whitby y Alford— piensan que hace referencia al “Espíritu Santo”, ese don específico que el
Mesías tenía el oficio especial de impartir a los hombres con mayor abundancia que hasta entonces
(cf. Hechos 2:38; 10:45).
Otros —como Brentano, Bucero, Musculus, Calovio, Grocio y Barradius— piensan que significa “la
misericordiosa oportunidad que Dios te está dando por su bondad”. Si supieras la puerta de vida que
tienes ante ti, la utilizarías con gran gozo.
Otros —como Eutimio, Toledo, Bullinger, Walter, Hooker, Beza, Rollock, Lightfoot, Glassius, Dyke,
Hildersam y Gill— piensan que significa “Cristo mismo”, el misericordioso don de Dios a un mundo
pecaminoso. Si supieras que Dios ha entregado verdaderamente a su Hijo unigénito, según su
promesa, que ha venido a este mundo y que es Él quien te está hablando, le pedirías agua viva de
inmediato.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V 10 Algunos piensan que se refiere a “los dones de Dios, y especialmente a su don de la gracia”
que ahora se proclama y manifiesta al mundo por medio de la Venida de su Hijo a la Tierra (cf.
Romanos 5:15). Esta parece ser la interpretación de Cirilo, Lampe, Teofilacto, Zuinglio y Calvino.
En general, de estas cuatro interpretaciones, la última es la que me parece más satisfactoria. La
primera suena extraña y disonante con el tono habitual de la enseñanza de la Escritura. “Si
conocieras al Espíritu Santo, le pedirías”, es una expresión que difícilmente podríamos esperar en
este período del ministerio de nuestro Señor, cuando no se había explicado aún la misión del
Consolador. La segunda interpretación difícilmente parece más natural que la primera. Ciertamente,
la tercera interpretación está respaldada por el hecho de que se suele hablar de Cristo como el gran
don de Dios
al mundo. Si la mujer hubiera sabido alguna cosa correcta acerca del Mesías y hubiera sabido que
se
encontraba ante ella, le habría pedido agua viva. Comoquiera que sea, esta tesis tiene una fuerte
objeción en el hecho de que parece hacer repetir a nuestro Señor la misma cosa dos veces: “Si
conocieras al Cristo, y que el Cristo es quien te habla”.
La última interpretación convierte la primera oración en general (“si conocieras la gracia de Dios”) y
la segunda en particular (“si también supieras que el Salvador mismo está contigo”). Así, ambas
oraciones reciben un significado.
[Agua viva]. Tal como sucede con la expresión “el don de Dios”, esta también recibe diversas
explicaciones. Algunos —como Calovio y Chemnitio— parecen pensar que hace referencia a la
doctrina de la misericordia, el perdón, la purificación y la justificación de Dios. Otros —como
Crisóstomo, S. Agustín, Cirilo, Teofilacto, Calvino, Beza, Walter, Musculus y Ferus— piensan que se
refiere al Espíritu Santo y a la renovación y santificación.
Dudo que ninguna de estas interpretaciones sea del todo correcta. Como Bullinger y Rollock, me
inclino a considerar la expresión como una descripción figurativa de todo lo que el oficio de Cristo
otorga al alma del hombre: el perdón, la paz, la misericordia, la gracia, la justificación y la
santificación. Así como el agua limpia, purifica, refresca y aplaca la sed del cuerpo del hombre, así
son los dones de Cristo al alma. Creo que todo lo que necesita un alma pecaminosa se encuentra
comprendido deliberadamente en las palabras “agua viva”. No solo comprende “la sangre
[justificadora] de Jesucristo su Hijo [que] nos limpia de todo pecado”, sino la gracia santificadora del
Espíritu, por medio de la cual “[nos limpiamos] de toda contaminación”; no solo la paz interior que s
el resultado del perdón, sino la sensación de consuelo interior que acompaña a la renovación del
corazón.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V 10 La idea de “agua” —recordémoslo— se encuentra especialmente presente en algunas de las


promesas del Antiguo Testamento acerca de las cosas buenas por venir (cf. Isaías 12:3; 44:3;
Ezequiel
47:1, ss.; Zacarías 13:1; 14:8). El derramamiento de agua limpia se menciona específicamente como
una de las cosas que daría el Mesías (Isaías 52:15? RV 1909; Ezequiel 36:25). La mención del
“agua
viva” habría remitido de inmediato a un lector inteligente del Antiguo Testamento a la idea de los
tiempos del Mesías.
La palabra “viva”, aplicada aquí al agua, no debe forzarse demasiado. No significa necesariamente
más que agua fresca en movimiento. De ahí que se diga que los siervos de Isaac encontraron un
pozo
de aguas vivas (Génesis 26:19, cf. Números 19:17; Cantar de los Cantares 4:15). Indudablemente,
había un profundo significado en las palabras de nuestro Señor y una referencia velada al versículo
de Jeremías en el que Dios habla de sí mismo como la “fuente de agua viva” ( Jeremías 2:13). En
ualquier caso, la primera idea que debieron de transmitir estas palabras a la mujer probablemente no
fue más que esta: que Aquel que estaba sentado delante de ella tenía un agua mejor, más fresca y
valiosa que el agua del pozo. El hecho es que nuestro Señor utilizó deliberadamente una expresión
figurada y general a fin de guiar delicadamente a la mujer. Si hubiera dicho: “Él te daría gracia y
misericordia”, ella no habría estado preparada para un lenguaje tan puramente doctrinal y le habría
despertado prejuicios y desagrado.
En este versículo hay gran abundancia de profunda verdad. Es rico en principios primordiales,
encadenados de manera sumamente instructiva:
1) Cristo tiene agua viva que dar a los hombres.
2) Basta con que los hombres la pidan para que Él la dé inmediatamente.
3) Los hombres no piden debido a su ignorancia. Este versículo condena a todos los que mueren sin
haber sido perdonados. No lo han sido porque no han pedido: no han pedido a causa de lo ciegos
que estaban en cuanto a cuál era su estado. Eliminar la ceguera y la ignorancia debiera ser nuestra
primera meta al tratar con un hombre irreflexivo e inconverso.
La idea de Ambrosio, Cipriano, y Ruperto de que “agua viva” significa aquí bautismo es demasiado
escandalosa como para precisar refutación. Es solo un ejemplo de las absurdas ideas de algunos de
los Padres y sus seguidores con respecto a los sacramentos.
Comenta Bengel acerca de este versículo la disposición de nuestro Señor a extraer instrucción
espiritual de todos los objetos que le rodeaban. A los judíos que deseaban pan, les hablaba del pan
de vida (cf. Juan 6:33). Al pueblo de Jerusalén al amanecer, le habla de la luz del mundo,
posiblemente
haciendo referencia al Sol naciente (cf. Juan 8:2, 12). A la mujer que viene por agua, le habla de
agua
viva.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 11 : [La mujer le dijo, etc.]. Las palabras de la mujer, en este versículo y el siguiente, implican
sorpresa, curiosidad y quizá una leve burla. En cualquier caso, se demuestra que se ha captado su
atención. Un extraño judío le habla repentinamente del “agua viva”. ¿Qué querría decir? ¿Estaba
siendo sincero o no? Empujada por la curiosidad femenina, desea saberlo.
[Señor]. Crisóstomo piensa que el corazón de la mujer quedó tan impresionado que utilizó adrede n
término de respeto y reverencia. Comoquiera que sea, no debemos dar demasiada importancia a la
palabra. Ciertamente se traduce como “señor” en otros pasajes donde personas de inferior rango
hablan a otras de rango superior (cf. Mateo 13:27; 21:30; 27:63; Juan 4:49; 5:7; 12:21; 20:15;
Apocalipsis 7:14). Sin embargo, es difícil ver qué otra palabra podría haber utilizado la mujer al
dirigirse a un extraño sin ser descortés o grosera.
[No tienes con qué sacarla]. La expresión griega que se utiliza aquí es simplemente un sustantivo
que significa “un instrumento para sacar agua”. Se nos deja a nosotros conjeturar acerca de cuálera.
Schleusner indica, basándose en Nonnus, que debe de tratarse de un recipiente atado con una soga.
[El pozo es hondo]. Esas palabras, según el testimonio universal de los viajeros de hoy en día,
siguen siendo literalmente ciertas. El pozo tiene al menos veintisiete metros de profundidad y nadie
que no tuviera una soga, como sin duda advirtió la mujer que era el caso de nuestro Señor, podía
acceder al agua.
[¿De dónde […] agua viva?]. Naturalmente, la ignorancia de la mujer al no pensar más que en gua
material nos resulta sorprendente. Sin embargo, no es más que lo que vemos en muchos otros
casos en los Evangelios. Nicodemo no podía ver más que un significado carnal en el nuevo
nacimiento; los discípulos no podían entender que nuestro Señor tuviera que “comer” a menos que
fuera literalmente; los judíos pensaban que “el pan del cielo” era pan literal (cf. Juan 3:4; 4:33; 6:34).
El corazón natural del hombre siempre intenta atribuir un significado carnal y material a las
expresiones espirituales. De ahí que hayan surgido los mayores errores acerca de los sacramentos.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 12 : [¿Acaso eres tú mayor?]. Esta expresión demuestra la curiosidad de la mujer por saber quién
era el extranjero que tenía ante sí. También tiene un cierto regusto de burla e incredulidad.
¿Quieres decir que puedes darme mejor agua y más abundante que un pozo que abasteció al
patriarca Jacob y a todos los que le rodeaban? ¿Pretendes conocer un pozo mejor? ¿Eres tú, que
tienes el aspecto de un pobre viajero cansado, una persona tan grande que posee un pozo mejor
que el que poseyó Jacob?
[Nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo]. Observemos que la mujer se cuida de reivindicar el
parentesco con Jacob y le llama “nuestro padre” aunque, después de todo el mestizaje de los
samaritanos con las naciones paganas, no era una relación tan fácilmente demostrable. Pero es
habitual ver a las personas cerrando los ojos ante las dificultades cuando quieren demostrar una
relación o un parentesco. Los defensores de una interpretación extrema de la sucesión apostólica
rara
vez condescienden en advertir las dificultades de aseverar que los ministros ordenados
episcopalmente pueden remontar sus orígenes a los Apóstoles.
Cuando dice que “Jacob nos dio” el pozo, probablemente haya una referencia a la concesión que
hizo Jacob a su hijo José de la región cercana al pozo. De José descendía la tribu de Efraín a la que,
sin lugar a dudas, la mujer samaritana afirmaba pertenecer (Génesis 48:22).
[Del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados]. Sin duda, estas palabras tenían el propósito de
mostrar la calidad y abundancia del agua. ¿De verdad quería decir el extranjero del pozo que podía
dar un agua mejor? Bucero comenta acerca de este versículo cómo los samaritanos se enorgullecían
de su relación con Jacob y de la posesión de este pozo mientras que no hacían esfuerzo alguno en
imitar su bondad, y señala la tendencia de la superstición a hacer lo mismo. “La verdadera piedad —
dice— no consiste en tener el pozo de Jacob y la tierra de Jacob, sino el espíritu de Jacob; ni en
conservar los huesos de los santos, sino en imitar sus vidas”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 13 : [Respondió Jesús, etc.]. En este versículo y en el siguiente, nuestro Señor pasa a alimentar
los deseos de la mujer exaltando el valor del agua viva que había mencionado. Sigue absteniéndose
de hacer declaraciones específicas de verdad doctrinal: sigue ciñéndose a la expresión figurativa de
“agua”. Y, sin embargo, avanza y lleva a la mujer delicada y casi imperceptiblemente a gloriosas
cosas espirituales. Ahora, por vez primera, empieza a hablar de “vida eterna”.
[Cualquiera […] bebiere […] agua, volverá a tener sed]. Se podrá advertir que nuestro Señor no
responde directamente a las preguntas de la mujer. Se mantiene constante en un solo punto que
desea
recalcarle, esto es, la excelencia infinita de cierta “agua viva” que tiene para darle. Primero le
recuerda lo que ella bien sabía por su penosa experiencia: el agua del pozo de Jacob bien podía ser
buena y abundante, pero a pesar de eso, el que bebía de ella solo quedaba satisfecho durante unas
pocas horas. Pronto volvía a tener sed.
Sin duda había un profundo pensamiento latente en las palabras de nuestro Señor en esta frase.
Quiere que sepamos que las aguas del pozo de Jacob ejemplifican todas las cosas buenas
materiales y perecederas: no pueden satisfacer el alma; no tienen poder para llenar el corazón de
una criatura inmortal como el hombre. El que únicamente bebe de ellas volverá a tener sed, sin duda
alguna.
Algunos han pensado que estas palabras contienen una referencia tácita al apetito insaciable de la
mujer por el pecado.
Debe advertirse la similitud entre la línea argumental de nuestro Señor en este versículo y la línea
que adopta al recomendar a los judíos el pan de vida en el capítulo 6. Mostró a los judíos la
superioridad del pan de vida sobre el maná con las palabras: “Vuestros padres comieron el maná en
el desierto, y murieron” (Juan 6:49). Igualmente, en este pasaje muestra la inferioridad del agua del
pozo de Jacob en comparación con el agua viva, diciendo: “Cualquiera que bebiere de esta agua,
volverá a tener sed”. Los dos pasajes merecen una cuidadosa comparación.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 14 : [Mas el que bebiere […] no tendrá sed jamás]. Estas palabras contienen una promesa
preciosa y declaran una verdad gloriosa del Evangelio. Se prometen los beneficios de los dones de
Cristo a todo aquel que esté dispuesto a recibirlos, independientemente de quién sea. Quizá haya
sido tan malo como la mujer samaritana; pero la promesa es para él igual que para ella: “El que
bebiere […], no tendrá sed jamás”. La afirmación “no tendrá sed jamás” no significa que “no volverá a
sentir necesidad espiritual alguna”. Simplemente asevera la naturaleza permanente y duradera de
los beneficios que proporciona Cristo. El que bebe del agua viva que da Cristo, jamás perderá por
completo la pureza, limpieza y renovación del corazón que produce.
La traducción de la frase no expresa toda la intensidad del original griego. La equivalencia literal
sería: “No tendrá sed en toda la eternidad”. En el Evangelio según S. Juan, esa expresión se utiliza
frecuentemente (cf. Juan 6:51–58; 8:51; 10:28; 11:26; 14:16).
[El agua […] daré […] fuente […] vida eterna]. Para ver todo el sentido de esta frase figurada, es
preciso parafrasearla. El significado parece ser algo así: “El don de la gracia, misericordia y paz que
estoy dispuesto a dar será para el corazón de quien lo reciba una fuente inagotable de consuelo,
satisfacción y renovación espiritual que seguirá fluyendo no solo durante esta vida, sino para la vida
eterna. El que recibe mi don de agua viva tiene abierta en su alma una fuente de satisfacción
espiritual que no se secará ni en esta vida ni en la venidera, sino que manará para toda la eternidad”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 14 Observemos que todo el versículo es un sólido argumento a favor de la doctrina de la


perpetuidad de la gracia y la consiguiente perseverancia en la fe de los creyentes. Es difícil entender
cómo la doctrina arminiana de la posibilidad que tienen los creyentes de apartarse completamente y
perderse puede reconciliarse con una interpretación natural de este versículo.
Zuinglio piensa, con gran verosimilitud, que las palabras “en él una fuente” señalan los beneficios
que la gracia, una vez recibida, hace que un hombre imparta a otros además de disfrutarlos él mismo
(cf. Juan 7:38).
Comenta Rollock acerca de este versículo: “Permítaseme expresar en pocas palabras mis
sentimientos: No encontrarás nada en el Cielo o en la Tierra con lo que estés satisfecho y que te
aporte lo que necesitas a excepción de Jesucristo, con la plenitud de la deidad que habita en Él
corporalmente”.
Dice Poole: “El que recibe el Espíritu Santo y la gracia que procede de Él, aunque esté diciendo a
diario ‘dame, dame’ y deseando continuamente mayor gracia, sin embargo, jamás carecerá
completamente de ninguna cosa buena que le sea necesaria. La semilla de Dios permanecerá en él
y
su agua será en él una fuente que le abastezca hasta llegar al Cielo”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 15 : [La mujer le dijo, etc.]. Creo que en este versículo vemos las primeras chispas de bien en el
alma de la mujer. Las palabras de nuestro Señor despiertan en su corazón un deseo de esa agua
viva
de la que le han hablado. Hace lo que nuestro Señor le ha dicho desde el principio que debía hacer.
La mujer le “pide” que le dé esa agua.
[Dame esa agua […] no tenga yo sed […], sacarla]. Los motivos por que la mujer hace esta petición
suelen explicarse de diversas formas.
Algunos —como Musculus, Calvino, Bucero, Brentano, Walter, Lightfoot, Poole y Dyke— piensan
que esta petición fue con un espíritu burlón y sarcástico, como si dijera: “¡Sí que estaría bien un agua
así, si pudiera conseguirla! Dámela si la tienes”.
Otros —como S. Agustín, Cirilo, Bullinger, Rollock, Hildersam, Jansen y Nifanius— piensan que a
petición fue solo el deseo perezoso e indolente de alguien cansado de las labores de este mundo y
que, sin embargo, no podía ver en lo que decía nuestro Señor más que las cosas de este mundo;
como la petición de los judíos: “Señor, danos siempre este pan” (Juan 6:34). Es como si dijera:
“Cualquier cosa que me ahorre las molestias de tener que venir a sacar el agua sería un gran favor”.
Como dice Bengel: “Deseaba tener esta fuente de agua viva en su propia casa”.
Otros —como Crisóstomo, Teofilacto, y Eutimio— piensan que la petición fue en realidad la oración
de un alma angustiada que se manifestó en algún débil deseo espiritual ante la mención de la vida
eterna. “¿Tienes vida eterna que proporcionar? Dámela”.
Me aventuro a pensar que ninguna de estas interpretaciones es del todo correcta. El verdadero
motivo de la petición fue probablemente la vaga sensación de un deseo que la mujer no habría
atinado a describir. Es inútil analizar y examinar demasiado meticulosamente los primeros deseos
torpes e imperfectos que surgen en las almas cuando el Espíritu comienza su obra de conversión. Es
una necedad decir que los primeros impulsos del alma hacia Dios deben estar libres de todo motivo
imperfecto y de cualquier presencia de debilidad. Los motivos de la mujer al decir: “Señor, dame esa
agua”, eran probablemente mixtos e indefinidos. El agua material le rondaba la cabeza; y, sin
embargo, probablemente tenía deseos de vida eterna. Bástenos saber que pidió y recibió, buscó y
encontró. Nuestro gran propósito debe ser persuadir a los pecadores para que acudan a Cristo y le
digan: “Dame de beber”. Si les prohibimos que pidan nada hasta que lo hagan con un espíritu
perfecto, no haremos bien alguno. Analizar los motivos específicos de los primeros anhelos de un
alma hacia Dios sería tan necio como examinar la construcción gramatical del llanto de un niño. Si
anhela lo más mínimo y dice “dame”, debemos estar agradecidos.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 16 : [Jesús […]; Ve llama […] marido […] ven]. Este versículo da comienzo a una etapa
completamente nueva en la historia de la conversión de esta mujer. A partir de este punto ya no se
menciona el “agua viva”. Se abandona por completo el lenguaje figurado. Las palabras de nuestro
Señor se vuelven directas, claras y personales. La mujer había pedido por fin “agua viva”. Nuestro
Señor pasa a dársela de inmediato.
Las razones de nuestro Señor para pedir a la mujer que llamara a su marido han recibido diversas
interpretaciones. Algunos piensan que solo quería decir que ya había hablado lo suficiente con ella,
una mujer a solas, y que antes de seguir adelante debía llamar a su marido para que fuera testigo de
la conversación y participar de los beneficios que iba a conferirle. Esta parece ser la tesis de
Crisóstomo y Teofilacto. Otros piensan, de manera mucho más verosímil a mi juicio, que la principal
finalidad de nuestro Señor al mencionar al marido de la mujer era producir en ella una convicción de
pecado y mostrarle su conocimiento divino de todas las cosas. Sabía que ella no tenía marido alguno
y lo nombró deliberadamente para remover su conciencia. Siempre conocía los pensamientos de
aquellos con quienes hablaba; y en este caso sabía cuál sería el efecto de sus palabras. Sacaría a la
luz el principal pecado de la mujer. Es como si dijera: “Me has pedido agua viva. Finalmente
expresas un deseo de ese gran don espiritual que puedo conceder. Está bien, comienzo por pedirte
que te conozcas a ti misma y tu pecaminosidad. Te mostraré que conozco tu enfermedad espiritual y
señalaré la dolencia más peligrosa de tu alma. Ve, llama a tu marido y ven acá”.
Observemos que el primer sorbo de agua viva que ofreció nuestro Señor a la samaritana fue la
convicción de pecado. Ese hecho es una lección para todos aquellos que desean beneficiar a
pecadores ignorantes y despreocupados. Lo primero que se debe enseñar a esas personas tras
haber
conseguido su atención es su propia pecaminosidad y su necesidad de un Salvador. Nadie valora al
médico hasta que siente su enfermedad.
S. Agustín piensa que, cuando nuestro Señor dijo “llama a tu marido”, quería decir: “Utiliza tu
entendimiento. No estás en tus cabales. ¡Estoy hablando según el espíritu y tú escuchas según la
carne!”. No veo sabiduría alguna en esa caprichosa idea .

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 17 : [Respondió la mujer […]: No tengo marido]. Estas palabras son una confesión veraz y
honrada, dentro de sus limitaciones. Difícilmente sería justo preguntarse si la mujer deseaba que se
supusiera que era viuda. Teofilacto y Eutimio señalan que deseaba engañar a nuestro Señor. La
forma en que nuestro Señor tomó su afirmación demuestra que seguramente ella no profesó ser
viuda, y es muy probable que su vestido mostrara que no lo era. Desde este punto de vista, la
honradez de su confesión es digna de atención. Siempre hay más esperanza para el que confiesa
honrada y francamente el pecado que para el hipócrita melifluo.
[Jesús le dijo: Bien has dicho […] marido]. Es preciso advertir el elogio que hace nuestro Señor de la
honradez en la confesión de la mujer. Nos enseña que debemos valorar lo mejor posible las palabras
de un pecador ignorante. Un médico de almas inexperto probablemente habría reprendido
everamente a la mujer por su maldad si sus palabras le hubieran llevado a sospecharla. Nuestro
Señor, por el contrario, dice: “Bien has dicho”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 18 : [Cinco maridos has tenido]. Se han dicho muchas cosas necias e inapropiadas acerca de esta
frase que no merecen tratarse siquiera. Por supuesto, es completamente improbable que la mujer
hubiera perdido a cinco maridos por fallecimiento y hubiera enviudado en cinco ocasiones. La
explicación más verosímil es que se hubiera divorciado y hubiera sido abandonada por varios
maridos. Los divorcios eran notoriamente comunes entre los judíos, y con toda probabilidad entre los
samaritanos, por las causas más banales. Comoquiera que sea, en este caso de la mujer que
tenemos delante es muy probable, a juzgar por la segunda parte de la oración, que se hubiera
divorciado justamente por adulterio.
¡S. Agustín considera a estos cinco maridos como una representación de “los cinco sentidos del
cuerpo”, que son como los cinco maridos que gobiernan el alma del hombre natural! No puedo
pensar que nuestro Señor quisiera decir nada semejante. ¡Eutimio ofrece otra interpretación
alegórica haciendo que la mujer tipifique la naturaleza humana; los cinco maridos, cinco
dispensaciones distintas; y aquel con quien vivía entonces, la Ley mosaica! Esto me parece
completamente absurdo.
Orígenes dice algo muy semejante. ¡Es bueno saber cuál era la interpretación patrística!
[El que ahora tienes no es tu marido]. Estas palabras muestran claramente que la mujer samaritana
estuvo viviendo en adulterio hasta el mismísimo día en que le habló nuestro Señor.
El perfecto conocimiento que tenía nuestro Señor del pasado de la mujer y de su vida presente es
muy llamativo. Debiera recordarnos lo familiarizado que está con cada una de las acciones de
nuestras vidas. Nada se le oculta.
[Esto has dicho con verdad]. Estas palabras contienen una bondad digna de atención. Malvada y
abandonada como se encontraba esta mujer samaritana, nuestro Señor la trata amable y
bondadosamente y elogia dos veces su confesión. “Bien has dicho; Esto has dicho con verdad”. La
amabilidad en el trato, como se da aquí, será siempre una cuestión de suma importancia al tratar con
los impíos. El escarnio y la reprensión severa, no importa cuán merecidos sean, tienden a endurecer
y cerrar los corazones y hacen que las personas echen los cerrojos. Por el contrario, la bondad gana,
ablanda, concilia y desarma los prejuicios. Un médico del alma inexperto probablemente habría
concluido su frase diciendo: “Eres una mujer malvada; y si no te arrepientes te perderás”. Todo esto
habría sido cierto, no cabe duda. ¡Pero qué diferente fue el comentario solemne y amable de nuestro
Señor: “Esto has dicho con verdad”!

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 19 : [Le dijo la mujer […] parece […] profeta]. Creo que en este versículo advertimos un gran
cambio en la mente de la mujer samaritana. Evidentemente confiesa la verdad de todo lo que
nuestro Señor acababa de decir y se dirige a Él como una persona preocupada por su alma. Es
como si dijera: “Al fin me doy cuenta de que no eres una persona común. Me has dicho algo que no
podías saber si no fueras un profeta enviado por Dios. Has expuesto pecados que no puedo negar y
has despertado en mí una preocupación espiritual que de buena gana querría aliviar. Enséñame
ahora”.
Observemos que lo primero que sorprendió a la samaritana y la hizo llamar “profeta” a Jesús fue lo
mismo que sorprendió a Natanael, esto es, el conocimiento perfecto de nuestro Señor. Quizá, a
primera vista, no parezca que llamar “profeta” a nuestro Señor sea gran cosa. Pero debe recordarse
que, aun después de su resurrección, los dos discípulos de camino a Emaús describieron a Jesús
como un “varón profeta, poderoso en obra y en palabra” (Lucas 24:19). Parece que uno de los
puntos
en los que casi toda la nación judía se encontraba en la ignorancia era en un conocimiento claro de
la
naturaleza divina del Mesías. Aun los eruditos escribas eran incapaces de explicarse cómo el Mesías
podía ser el Señor de David y al mismo tiempo su Hijo (Marcos 12:37).

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 20 : [Nuestros padres adoraron, etc.]. Para ver todo el significado de este versículo debemos
recordar atentamente el estado mental de la mujer samaritana en ese momento. Considero que
habló
en un estado de angustia espiritual. Estaba alarmada ante el hecho de que sus pecados hubieran
quedado repentinamente expuestos. Por primera vez se encontraba en presencia de un profeta. Por
primera vez sintió la necesidad de la religión. Pero la vieja polémica entre los judíos y los
samaritanos surgió de inmediato en su mente. ¿Cómo podía conocer la verdad? ¿En qué debía
creer? Su propio pueblo decía que la forma en que los samaritanos adoraban a Dios era la correcta.
Los judíos decían que Jerusalén era el único lugar donde los hombres debían adorar. ¿Qué debía
hacer ella ante estas dos opiniones en conflicto? Las palabras de la mujer muestran de forma
extraordinaria la ignorancia natural de la gran mayoría de las personas inconversas cuando se las
lleva a pensar por primera vez en la religión. La primera idea del hombre es atribuir gran importancia
a la forma externa de adorar a Dios. El primer refugio de una conciencia que ha sido despertada es
ceñirse estrictamente a alguna formalidad externa y tener celo por una parte externa de la religión.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V 20 La disposición de la mujer a citar a “los padres” y sus costumbres es un ejemplo instructivo de


la disposición del hombre a convertir la costumbre y la tradición en su única regla de fe. “Nuestros
padres lo hacían así” es uno de los argumentos favoritos del hombre natural. Los comentarios de
Calvino acerca de la expresión “padres” de este versículo son de gran utilidad. Entre otras cosas
comenta: “No se debería considerar Padres más que a los hijos manifiestos de Dios”.
Cuando la mujer habló de “este monte”, indudablemente se estaba refiriendo al monte en el que
estaba edificado el templo rival de Samaria para trastorno de los judíos de Jerusalén. Se dice que
este templo fue construido en primera instancia por Sanbalat en los tiempos de Nehemías, y que su
yerno, el hijo de Joiada, a quien Nehemías “ahuyentó”, fue su primer sumo sacerdote (cf. Nehemías
13:29).
Algunos han llegado a sostener que el monte Gerizim de Samaria era el monte en que Abraham
ofreció a Isaac y que las palabras de la mujer hacen referencia a esto. La opinión más extendida es
que el lugar era el monte Moriah en Jerusalén.
Cuando la mujer dice “vosotros decís”, se está refiriendo indudablemente a toda la nación judía, de la
cual considera representante a nuestro Señor.
Musculus, Baxter, Scott y Barnes piensan que, en este versículo, la mujer deseaba desviar la
conversación de sus propios pecados a un asunto de debate público, y cambiar así de tema. En todo
caso, no estoy convencido de que esta interpretación sea correcta. Prefiero la de Brentano, que ya
he
presentado, de que estaba verdaderamente impresionada por la forma en que nuestro Señor había
expuesto su maldad e inquiría seriamente por las cosas necesarias para la salvación. La llevó a la
seriedad y preguntó cuál era la religión verdadera. Su propia nación decía una cosa. Los judíos
decían otra. ¿Cuál era la verdad? En resumen, sus palabras no eran sino una versión de las
palabras del carcelero: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 21 : [Jesús le dijo: Mujer, créeme]. La calma, gravedad y solemnidad de estas palabras son
dignas de atención: “Te digo una gran verdad a la que te pido que des crédito y creas”.
Jansen piensa que nuestro Señor utiliza la expresión de “créeme” debido a que la verdad que estaba
a punto de impartir era tan novedosa y extraña que era posible que la mujer la considerara increíble.
Comenta Stier que esta es la única vez que nuestro Señor utiliza la expresión “créeme” en los
Evangelios.
[La hora viene]. La hora, el momento del que aquí se habla, hace referencia al tiempo del Evangelio,
la hora de la dispensación cristiana.
[Ni en este monte […] adoraréis, etc.]. Nuestro Señor declara aquí que bajo el Evangelio ya no
habría más distinción de lugares, como Jerusalén. La vieja dispensación, bajo la cual los hombres
estaban obligados a ir hasta Jerusalén tres veces al año para asistir a las fiestas y adorar en el
Templo, estaba a punto de desaparecer. Todos los debates acerca de la superior santidad de
Samaria o Jerusalén tocarían a su fin. Muy pronto se fundaría una Iglesia cuyos miembros podrían
acceder al Padre en todas partes y no precisarían de cultos en el Templo o de sacerdotes, sacrificios
o altares para acercarse a Dios. Era, pues, una mera pérdida de tiempo hablar de las respectivas
reivindicaciones de Samaria o Jerusalén.
Parece muy improbable que nuestro Señor estuviera haciendo referencia en este versículo a la
profecía de Malaquías: “En todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia” (Malaquías
1:11).
En este versículo parece indicarse claramente la completa desaparición del sistema judío.
Introducir en la Iglesia cristiana lugares santos, santuarios, altares, sacerdotes, sacrificios, lujosas
vestimentas y cosas semejantes es desenterrar lo que quedó sepultado hace mucho tiempo y acudir
a as velas en pos de luz en pleno día. La teoría predilecta de los seguidores de Irving de que
deberíamos copiar en todo lo posible los cultos y el ceremonial del Templo judío parece
completamente irreconciliable con este versículo.
Dice Calvino: “Al citar a Dios el Padre en este versículo, Cristo parece contrastarle indirectamente
con los ‘padres’ que había mencionado la mujer y enseñarle que Dios será un Padre común para
todos, de forma que será adorado en general sin distinción de lugar o nación”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 22 : [Vosotros adoráis lo que no sabéis]. En este versículo, nuestro Señor condena sin titubear el
sistema religioso de los samaritanos en comparación con el de los judíos. Los samaritanos no podían
mostrar autoridad escrituraria alguna, ninguna revelación de Dios que ordenara y sancionara su
adoración. En cualquier caso, era una pura invención humana que Dios jamás había acreditado o
autorizado formalmente. No tenían garantías para creer que fuera aceptada. No tenían derecho a
sentirse seguros de que sus oraciones, alabanzas u ofrendas fueran recibidas. En resumen, todo era
incierto. Prácticamente estaban adorando a un “Dios desconocido”.
Comenta Mede que, en su pregunta acerca del lugar, la mujer samaritana pasó por alto el objeto de
la adoración: “Preguntas acerca del lugar de adoración. Pero hay una cuestión mucho más
importante en juego entre nosotros, esto es, el Ser al que se debe adorar, respecto al cual eres
ignorante”.
[Nosotros adoramos lo que sabemos]. Como contraste con el sistema religioso samaritano, nuestro
Señor declara que los judíos podían mostrar por lo menos una base divina y una autoridad
escrituraria para todo lo que hacían en su religión. Podían dar razón de la esperanza que había en
ellos. Sabían a quién acudían en sus cultos religiosos.
[La salvación viene de los judíos]. Nuestro Señor declara aquí que las promesas de un Salvador y un
Redentor pertenecen especialmente a los judíos de Jerusalén. Eran descendientes de la tribu de
Judá, y la casa y el linaje de David les pertenecía. En cualquier caso, en este punto los samaritanos
no tenían derecho alguno a reivindicar igualdad con los judíos. Aun admitiendo que los samaritanos
tuvieran derecho a denominarse israelitas, pertenecían a la tribu de Efraín, de la que en ninguna
parte se dice que procedería el Mesías. Y en realidad, los samaritanos eran de un origen tan diluido
que no tenían derecho a denominarse israelitas en absoluto.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V 22. Creo, junto con Olshausen, que el verdadero significado de “salvación” en este versículo es “el
Salvador mismo”. ¿No apunta la afirmación que se hizo a Zaqueo en el mismo sentido? “Ha venido
la
salvación a esta casa” (Lucas 19:9).
Es muy interesante la expresión “nosotros” que aparece en este versículo. Es un maravilloso, y casi
único, ejemplo de la condescendencia de nuestro Señor. Se complacía en hablar de sí mismo tal
como aparecía a los ojos de la samaritana, como un miembro de la nación judía: “Yo y todos los
otros judíos adoramos lo que sabemos”.
En este versículo se condena firmemente la necedad de suponer que se debe alabar o elogiar la
ignorancia en la religión como la madre de la devoción. Cristo quiere que los cristianos “adoren lo
que saben”.
Es muy sorprendente el testimonio que se da en este lugar de la veracidad general del sistema
religioso judío. Corruptos y malvados como eran los escribas y los fariseos, Jesús declara que la
religión judía era verdadera y escrituraria. Es una triste prueba de que una Iglesia puede mantener
un credo saludable y, sin embargo, encontrarse en el camino a la perdición.
Hildersam tiene un largo comentario acerca de las palabras “la salvación viene de los judíos” que
merece la pena leer. Considerando los tiempos en que vivía, muestra ideas singularmente claras de
los propósitos constantes de Dios en lo concerniente a la nación judía. En estas palabras ve la gran
verdad de que todas las revelaciones de Dios al hombre se han hecho a través de los judíos en
todas
las épocas.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 23 : [Mas la hora viene, y ahora es]. Estas palabras significan que los tiempos del Evangelio se
están acercando, y ciertamente ya han comenzado: “Han comenzado en la predicación del Reino de
Dios. Llegarán plenamente con mi muerte y ascensión y el establecimiento de la Iglesia del Nuevo
Testamento”.
[Los verdaderos adoradores adorarán […] espíritu […] verdad]. Nuestro Señor declara aquí a
quiénes se consideraría exclusivamente verdaderos adoradores en la futura dispensación del
Evangelio. No serían aquellos que adoraran meramente en un lugar u otro. No serían
exclusivamente judíos, ni exclusivamente gentiles, ni exclusivamente samaritanos. La parte externa
de la adoración carecería de valor alguno en comparación con el estado interno de los adoradores.
Solo se consideraría adoradores verdaderos a aquellos que adoraran en espíritu y en verdad.
Las palabras “en espíritu y en verdad” reciben diversas interpretaciones, y han corrido ríos de tinta
acerca de ellas. Creo que la explicación más sencilla es la siguiente. La palabra “espíritu” no se debe
interpretar como el Espíritu Santo, sino como la parte intelectual o mental del hombre en
contraposición a la parte carnal o material. Esta distinción se establece claramente en 1 Corintios
7:34: “Ser santa así en cuerpo como en espíritu”. “La adoración en espíritu” es adoración con el
corazón en contraposición a toda adoración formal, material y carnal que solo consiste en
ceremonias, ofrendas, sacrificios y cosas semejantes. Cuando un judío hacía una ofrenda de carne
con un corazón alejado, era una adoración según la carne. Cuando David ofreció en oración un
corazón quebrantado y contrito, fue adoración en espíritu. “Adoración en verdad” hace referencia a la
adoración a través de la única vía verdadera de acceso a Dios, sin la mediación de los sacrificios o
del sacerdocio ordenados hasta que Cristo muriera en la Cruz. Cuando se rasgara el velo y el
camino al lugar santo se hiciera manifiesto por medio de la muerte de Cristo, entonces, y solo
entonces, los hombres adorarían “en verdad”. Antes de Cristo adoraban solo por medio de tipos,
sombras, figuras y emblemas. Después de Cristo, adorarían en verdad. El espíritu se opone a la
“carne”; la verdad a la “sombra”. El “espíritu” es, en resumidas cuentas, el culto del corazón en
contraste con la adoración verbal o la devoción formal. La “verdad” es la luz plena de la dispensación
cristiana en contraste con la luz crepuscular de la Ley de Moisés.
La interpretación que me he propuesto ofrecer es sustancialmente la de Eutimio y Crisóstomo.
Carril, citado por Ford, dice: “En espíritu concierne al poder interior, en verdad a la forma externa. La
primera golpea a la hipocresía y la segunda a la idolatría”.
[El Padre tales adoradores busca que le adoren]. Esta es una frase notable. Considero que significa
que “viene la hora en que el Padre ha ordenado desde toda la eternidad que reunirá de entre el
mundo
a una congregación de adoradores verdaderos y espirituales. Aun ahora está buscando y reuniendo
a
tales adoradores”. La palabra “busca” es especial. Hay algo semejante en la frase: “El Hijo del
Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Parece mostrar la
abundante compasión del Padre y su infinita disposición para salvar almas. No “espera” meramente
a que los hombres acudan a Él. Los “busca”. También muestra la apertura de la misericordia del
Padre bajo el Evangelio. Ya no restringe su gracia a los judíos. Ahora busca y desea reunir en todas
partes creyentes verdaderos procedentes de toda nación.
Creo que la frase está especialmente destinada a invitar a la samaritana a no preocuparse por las
respectivas reivindicaciones de los sistemas judío y samaritano. ¿Deseaba ser una adoradora
espiritual? Esa era la única cuestión que merecía su atención.
Trapp observa lo siguiente: “¡Cómo debiera avivar esto la adoración espiritual en nuestros
corazones! ¡Dios busca tales adoradores!”.
Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 24 : [Dios es Espíritu]. Nuestro Señor declara aquí a la samaritana la verdadera naturaleza de


Dios. Debía dejar de pensar que Dios era como un hombre al que no se podía encontrar, abordar o
hablar salvo en un solo sitio, como cualquier monarca terrenal. Debía aprender a tener ideas más
elevadas, nobles y excelsas de Aquel con quien deben tratar los pecadores. Debía saber ese día que
Dios era Espíritu.
La declaración que tenemos delante es una de las afirmaciones más excelsas y categóricas acerca
de la naturaleza de Dios que se puede encontrar en toda la Biblia. ¡Que una declaración semejante
se hiciera a una persona como la mujer samaritana es un maravilloso ejemplo de la
condescendencia de
Cristo! Definir con precisión el significado completo de la expresión sobrepasa al entendimiento del
hombre. Probablemente, la idea principal es que “Dios es un ser intangible, que no habita en templos
hechos por manos humanas y que no está ausente, pues, de un lugar, como nos sucede a nosotros,
cuando se encuentra en otro”. ¡Todas estas cosas son ciertas, pero qué poco las entendemos! En su
comentario acerca de este versículo, Cornelio à Lapide resume de forma excelente las opiniones que
tenían los paganos acerca de la naturaleza de Dios.
[Los que le adoran […] espíritu […] verdad […] necesario que adoren]. Nuestro Señor llega a esta
amplia conclusión partiendo de la declaración que acaba de hacer con respecto a la naturaleza de
Dios. Si “Dios es Espíritu”, es necesario que aquellos que deseen adorarle aceptablemente lo hagan
en espíritu y en verdad. Es irrazonable suponer que pueda complacerle cualquier adoración que no
provenga del corazón o que pueda complacerle de la misma forma la adoración que se ofrece a
través de tipos y ceremonias que aquella que se ofrece a través del camino verdadero que ha
provisto y que ahora está revelando.
Jamás podremos dar la suficiente importancia al gran principio que se establece en este versículo y
en el anterior. Ante estos extraordinarios versículos, cualquier enseñanza religiosa que tienda a
despreciar la adoración del corazón y a convertir al cristianismo en un mero culto formal, o que
tienda a recuperar las sombras, ceremonias y cultos judíos e introducirlos en la adoración cristiana,
es completamente contraria a la Escritura y merecedora de reprensión.
Por supuesto, no debemos aceptar la idea de que en este versículo y en el anterior Jesús deseaba
demostrar su desprecio hacia la Ley ceremonial que Dios mismo había dado. Pero enseña
claramente
que era una dispensación imperfecta empleada a causa de la ignorancia y la debilidad del hombre,
igual que empleamos imágenes con los niños al enseñarles. De hecho, era un ayo para llevar hasta
Cristo (cf. Gálatas 3:24). Querer que los hombres regresen a ella es tan absurdo como pedir a
personas adultas que aprendan el alfabeto por medio de imágenes en un parvulario. Por otro lado,
como señala Beza, no debemos irnos al extremo de despreciar todos los mandamientos,
sacramentos y ceremonias externas de la religión. Estas cosas tienen su utilidad y valor,
independientemente de cuánto se abuse de ellas.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
V. 25 : [Le dijo la mujer: Sé que […] Mesías […] Cristo]. Este versículo es interesante. Muestra a la
mujer llevada ya al estado mental en que estaría preparada para recibir de buena gana una
revelación de Cristo. Se le había hablado del “agua viva” y había mostrado un deseo de ella. Se le
había mostrado su pecado y había sido incapaz de negarlo. Se le había mostrado la inutilidad de
apoyarse en una pertenencia formal a la Iglesia samaritana y la necesidad de adorar a Dios
espiritualmente y con el corazón. ¿Y qué puede decir ahora? Todo es cierto, lo siente: no puede
contradecirlo. ¿Pero qué puede hacer? ¿A quién puede ir? ¿Qué enseñanza puede seguir? Lo único
que puede hacer es decir que sabe que un día vendrá el Mesías y que clarificará todas las cosas. Es
evidente que desea su llegada. Se siente incómoda y no ve alivio para la confusión que se ha creado
en ella a menos que aparezca el Mesías.
La mención del Mesías en este versículo deja claro que los samaritanos no desconocían por
completo el Antiguo Testamento y que entre ellos se esperaba un Redentor de algún tipo, como
sucedía entre los judíos. La existencia de una expectación generalizada en Oriente en la época de la
Venida de nuestro Señor en la Tierra es un hecho del que aun los autores paganos han dado
testimonio.
Cuando la mujer dice que “nos declarará todas las cosas”, probablemente no debamos indagar
demasiado profundamente en su significado. Es muy probable que solo tuviera una vaga sensación
de que el Mesías eliminaría todas las dudas y mostraría todas las cosas necesarias para la
salvación.
Comenta Crisóstomo acerca de este versículo: “La mujer se mareó ante el discurso de Cristo y se
tambaleó ante lo sublime de sus afirmaciones, y en su dificultad, dijo: ‘Sé que ha de venir el Mesías’
”.
Wordsworth observa que la samaritana tenía un conocimiento más claro del oficio del Mesías que el
que mostraban por norma general los judíos. Le aguardaba como Maestro. Le aguardaba como Rey
vencedor.
Beza y A. Clark piensan que las palabras “llamado el Cristo” de este versículo son la explicación
parentética de la palabra Mesías. Ciertamente, es más bien improbable que la mujer las utilizara al
dirigirse a un judío. Sin embargo, la mayoría de los comentaristas piensa que se trata de sus
palabras.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Joh 4:8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
Joh 4:9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. (B)
Joh 4:10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le
pedirías, y él te daría agua viva.
Joh 4:11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua
viva?
Joh 4:12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y
sus ganados?
Joh 4:13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
Joh 4:14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será
en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
Joh 4:15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Joh 4:16 Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Joh 4:17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
Joh 4:18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Joh 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Joh 4:20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe
adorar.
Joh 4:21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre.
Joh 4:22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de
los judíos.
Joh 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Joh 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Joh 4:25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas
las cosas.
Joh 4:26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

V. 26 : [Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo]. Estas palabras son la declaración más completa
hecha por nuestro Señor acerca de su mesiazgo de la que han dejado constancia los autores de los
Evangelios. ¡Que una declaración tan completa se hiciera a una persona como la mujer samaritana
es uno de los ejemplos más maravillosos de la gracia y condescendencia de nuestro Señor que se
documentan en el Nuevo Testamento! Finalmente, la mujer recibía respuesta a una de sus primeras
preguntas: “¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob?”. La llegada de esa respuesta
transformó
por completo su alma. Comenta Rollock acerca de este versículo cuán dispuesto está Cristo a
revelarse al alma de un pecador. En el mismísimo momento que esta mujer expresó un deseo del
Mesías, Este se reveló de inmediato a ella: “Yo soy”.
Quesnel observa: “Es una gran equivocación suponer que no se debe impartir a las mujeres el
conocimiento de los misterios de la religión por medio de la lectura de las Escrituras, a la luz de este
ejemplo de la gran confianza que depositó Cristo en aquella mujer al manifestarse. Los maltratos a
las Escrituras y el pecado de las herejías no procedieron de la simpleza de las mujeres, sino de la
orgullosa erudición de los hombres”.
Como conclusión de este pasaje, hay varios puntos extraordinarios que jamás debieran olvidarse:
a) La misericordia de nuestro Señor es extraordinaria. Es un hecho sorprendente que alguien como
Él tratara de forma tan misericordiosa a semejante pecadora. b) La sabiduría de nuestro Señor es
extraordinaria. ¡Qué sabio fue cada uno de sus pasos al tratar con esta alma pecadora! c) La
paciencia
de nuestro Señor es extraordinaria. ¡Cómo soportó la ignorancia de la mujer y cuántas molestias se
tomó para conducirla al conocimiento! d) El poder de nuestro Señor es extraordinario. ¡Qué completa
victoria ganó finalmente! ¡Cuán todopoderosa debe ser esa gracia que pudo ablandar y convertir un
corazón tan carnal y malvado!
Jamás debemos despreciar alma alguna tras haber leído este pasaje. No puede haber nadie peor
que esta mujer. Pero Cristo no la despreció.
Jamás debemos desesperar de alma alguna tras haber leído este pasaje. Si esta mujer se convirtió,
cualquiera puede convertirse.
Por último, jamás debemos condenar la utilización de todos los medios sabios y razonables para
tratar con las almas. Hay una “sabiduría [que] es provechosa” al abordar a personas ignorantes e
impías y que debemos buscar diligentemente.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una
mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Joh 4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Joh 4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste
el Cristo?
Joh 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

V. 27 : [En esto]. Parece ser que la verdadera idea contenida en esta expresión es: “En este punto,
en este momento crítico de la conversación entre nuestro Señor y la mujer”. Se deja a nuestra
imaginación lo que la mujer podría haber dicho tras la maravillosa revelación que hizo nuestro Señor
de sí mismo. Pero justo cuando nuestro Señor dijo: “Yo soy el Mesías”, los discípulos volvieron de
adquirir alimentos y su llegada interrumpió la conversación. Es muy probable que el corazón de la
mujer estuviera demasiado desbordado y su mente demasiado emocionada como para decir algo
más en presencia de testigos, y especialmente de extraños. No dijo nada más, pues, y se retiró.
Cuando la gracia comienza a obrar, el alma se abstiene de mostrar esa obra ante extraños.
[Se maravillaron […] hablaba con una mujer]. Lo que maravilló a los discípulos no es tanto que
nuestro Señor hablara con esta mujer, sino que hablara con una mujer. Queda claro a partir de las
obras rabínicas que entre los judíos estaba difundida la opinión de que, tanto en entendimiento como
en lo relativo a la religión, las mujeres eran seres de orden inferior al hombre. Este ignorante
prejuicio probablemente había arraigado en las mentes de los discípulos y es posible que aquí se
haga referencia a él. No está claro que los discípulos supieran algo del carácter moral de la mujer.
Ruperto piensa que nuestro Señor, al conversar abiertamente con una mujer samaritana, deseaba
mostrar a los discípulos por medio de un ejemplo que el Evangelio derrumbaría el muro entre los
judíos y las demás personas, tal como enseñó a Pedro después de su ascensión por medio del
lienzo lleno de animales puros e impuros (cf. Hechos 10:11–15). Opina que el asombro de los
discípulos surgió del mismo prejuicio judío contra la relación con gentiles incircuncisos que tan
fuertemente se manifestó con posterioridad.
Lightfoot, Schottgen y Tholuck citan dichos proverbiales de autores judíos mostrando los
sentimientos judíos acerca de las mujeres. Estos son algunos ejemplos: “Necio es quien instruye a
su hija en la Ley”. “No multipliques los discursos con una mujer”. “Que nadie hable con una mujer por
la calle, ni tan siquiera con la suya propia”. Whitby también dice, citando a Buxtorf, que los rabinos
afirman que “hablar con una mujer es una de las seis cosas que hacen impuro a un discípulo”.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una
mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Joh 4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Joh 4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste
el Cristo?
Joh 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

V. 28 : [La mujer dejó su cántaro]. La palabra griega que se traduce aquí como “cántaro” es la misma
que se utiliza en el relato del milagro de Caná en Galilea (Juan 2:6). No se refiere a un vaso
pequeño, sino a un ánfora grande, como las que transportan sobre la cabeza las mujeres orientales.
Podemos entender, pues, que si la mujer deseaba regresar rápidamente a la ciudad dejara su
cántaro.
Un recipiente tan grande no se podía llevar con rapidez ni aun en el caso de que estuviera vacío.
Creo que la mentalidad de la mujer al abandonar su cántaro es clara e inequívoca. Estaba
completamente absorta en las cosas que había oído de boca de nuestro Señor. Estaba deseosa de
contarlas sin demora a sus amigos y vecinos. Pospuso, pues, su tarea de sacar agua, a cuyo fin
había
salido de su casa, como una cuestión secundaria, y se apresuró a relatar a otros lo que se le había
dicho. La frase es profundamente instructiva.
Aparte de esto, Lightfoot piensa que la mujer abandonó el cántaro por amabilidad hacia nuestro
Señor, “para que Jesús y sus discípulos tuvieran de dónde beber”.
[Fue a la ciudad]. La ciudad a la que se hace referencia es, por supuesto, Sicar.
[Dijo a los hombres]. No debemos suponer que la mujer hablara únicamente con hombres y no con
las personas de su propio sexo. Pero es probable que los hombres del lugar fueran las primeras
personas a las que vio y que las mujeres no estuvieran en la calle, sino en sus casas. Más aún, no
es improbable que la expresión tenga el propósito de mostrarnos el celo y deseo de la mujer de
propagar las buenas noticias. No dudó en hablar a los hombres, aunque sabía bien que era probable
que no se prestara atención a cosa alguna que una mujer dijera en cuanto a asuntos religiosos. Cirilo
señala en este versículo el poder de la gracia de Cristo. Comenzó por pedir a la mujer que “llamara a
su marido”. La conversación que siguió a continuación terminó con la mujer marchándose y llamando
a todos los hombres de la ciudad para que acudieran a ver a Cristo.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una
mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Joh 4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Joh 4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste
el Cristo?
Joh 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

V. 29 : [Venid, ved a un hombre]. Merece particular atención el espíritu misionero de la mujer que
vemos en este versículo. Tras haber encontrado a Cristo ella misma, invita a otros a que vengan y le
conozcan. Orígenes la llama “la apóstol de los samaritanos”.
Observemos que las palabras son extremadamente sencillas. No entra en argumentación alguna.
Solamente les pide: “Venid, ved”. Después de todo, con frecuencia esta es la mejor forma de tratar a
las almas. A menudo, una invitación valiente a venir y someter a prueba al Evangelio es más eficaz
que los argumentos más elaborados como apoyo para sus doctrinas. La mayoría de los hombres no
quiere tanto que se convenza a su razón como que se despierten sus conciencias. Muchas veces, un
joven discípulo sencillo, cordial e inculto tocará corazones que quedarían impertérritos al escuchar
los argumentos más abstrusos. Este hecho es de gran ánimo para todos los creyentes que intentan
hacer el bien. No todos pueden argumentar, pero todos los creyentes pueden decir: “Ven, ve a
Cristo.
Si tan solo le miraras y le vieras, pronto creerías”.
Comenta Barradius qué ejemplo tan práctico nos proporciona la mujer de una de las últimas frases
del Apocalipsis: “El que oye, diga: Ven” (Apocalipsis 22:17). Tras haber oído, la mujer samaritana
dijo: “Venid”, y el resultado fue que muchas almas fueron y bebieron del agua de vida libremente.
Cirilo comenta la diferencia entre la conducta de la mujer y la del siervo que enterró su talento.
Ella recibió el talento de las buenas noticias del Evangelio e inmediatamente rindió un interés.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una
mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Joh 4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Joh 4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste
el Cristo?
Joh 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

V. 29 Crisóstomo señala la sabiduría de la mujer. “No dijo: Venid, creed; sino: Venid, ved: una
expresión más suave que la anterior y que les atrajo más”.
[Me ha dicho todo cuanto he hecho]. Es preciso interpretar estas palabras con ciertas matizaciones.
Por supuesto, no pueden significar que nuestro Señor dijera literalmente a la mujer “todo cuanto
había hecho en su vida”. Esto habría sido físicamente imposible en el lapso de una sola tarde. El
significado más probable es: “Me ha dicho todos mis principales pecados. Ha demostrado tener un
conocimiento perfecto de los acontecimientos más importantes de mi vida. Ha mostrado tal
conocimiento de toda mi historia que dudo que no pudiera decirme todo cuanto he hecho”.
Debemos ser comprensivos con los apasionados sentimientos de la mujer al pronunciar estas
palabras. Encontrándose bajo la influencia de estos sentimientos, utilizó un lenguaje hiperbólico y
extravagante que probablemente no habría utilizado en un estado de tranquilidad y no debemos
juzgarla, pues, demasiado estrictamente. Más aún, como comenta Poole, cabe dudar si nuestro
Señor
no habló de otras cosas en la conversación cuyo relato no fue inspirado a Juan.
Observemos que es muy probable que la mujer samaritana, al decir que “nuestro Señor le había
dicho cuanto [había] hecho”, se refiriera a la idea común de la omnisciencia del Mesías. Según
Lightfoot, los autores rabínicos aplicaban especialmente al Mesías las palabras de Isaías: “Le hará
entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos” (Isaías 11:3). Sus
palabras, pues, eran un argumento muy conocido: que nuestro Señor tenía que ser el Mesías; y se
comprendería a la perfección su finalidad al utilizarlas.
[¿No será éste el Cristo?]. Las palabras griegas del original se podrían traducir igualmente como:
“¿Es este el Cristo? ¿Será este el Cristo?”. Encontramos este tipo de frase interrogativa repetida en
trece lugares del Nuevo Testamento. En todos ellos, la interrogación se utiliza sin el “no” (v. gr.,
Mateo 7:16; 12:33; 26:22, 25; Marcos 4:21; 14:19; Lucas 6:39; Juan 7:31; 8:22; 18:35; Hechos 10:47;
2 Corintios 1:17; Santiago 3:11). En general, me inclino a pensar que habría sido mejor omitir el “no”
de la frase que tenemos delante. Eutimio adopta esta interpretación.
El valor de las preguntas cuando queremos hacer bien a las almas queda ejemplificado en este
versículo. A menudo, una pregunta pone en marcha una mente que habría quedado completamente
impávida ante una afirmación. Impulsa a la mente a ejercitarse y, por medio de una delicada
coacción, se despierta el pensamiento. Los hombres son mucho menos capaces de dormirse ante la
enseñanza
religiosa cuando se les invita a responder a una pregunta. Es un hecho instructivo y extraordinario el
gran número de preguntas que hay en el Nuevo Testamento. Si la mujer hubiera dicho: “¡Este es el
Cristo!”, podría haber suscitado prejuicios y desagrado. Al preguntar: “¿Será éste el Cristo?”, hizo
que los hombres buscaran y juzgaran por ellos mismos.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una
mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Joh 4:28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Joh 4:29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste
el Cristo?
Joh 4:30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

V. 30 : [Entonces salieron de la ciudad]. Esta frase está llena de ánimo para todos los que intentan
hacer bien a las almas. Las palabras de una sola mujer fueron el medio para levantar a toda una
ciudad y que fuera a informarse acerca de Cristo. Jamás debemos despreciar el más pequeño y
nimio de los esfuerzos. Nunca sabemos hasta dónde pueden crecer los más mínimos comienzos. La
semilla de mostaza de Sicar fue la palabra de una débil mujer: “Venid, ved”.
Debiéramos observar especialmente el ánimo que proporciona el versículo a los esfuerzos de las
mujeres. En la providencia de Dios, una mujer puede ser el medio para fundar una Iglesia. La
primera persona bautizada por Pablo en Europa no fue un hombre, sino una mujer: Lidia, la
vendedora de púrpura. Que las mujeres no supongan jamás que solo los hombres pueden hacer
este bien. También las mujeres pueden, a su manera, evangelizar tan auténtica y genuinamente
como los hombres. Toda mujer creyente que posea lengua puede hablar a otros acerca de Cristo. La
mujer samaritana era mucho menos culta que Nicodemo. Pero era mucho más valiente e hizo mayor
bien.
[Y vinieron a él]. Quizá la frase sería más literal diciendo “estaban viniendo” o “comenzaron a venir a
Él”. La conversación entre Cristo y sus discípulos que viene a continuación se produjo mientras ellos
venían, y quizá fue el ver a la multitud que se acercaba lo que impulsó a nuestro Señor a decir
algunas de las cosas que dijo.
Comenta Calvino, acerca de esta parte de la historia de la mujer, que algunos pueden considerarla
culpable, porque “mientras aún sigue siendo ignorante y teniendo un conocimiento imperfecto,
sobrepasa los límites de su fe. Mi respuesta es que se habría conducido desconsideradamente si
hubiera asumido un papel de maestra, pero cuando no desea más que apasionar a sus
conciudadanos
para que escuchen hablar a Cristo, no diremos que perdió el control o que se extralimitó. Solamente
desempeña la función de una trompeta o de una campana que invita a otros a ir a Cristo”.
El último versículo nos muestra inevitablemente que los ministros y maestros religiosos nunca
debieran considerar indigno esforzarse en una sola alma. Una conversación con una sola persona
fue el medio para que toda una ciudad fuera a escuchar a Cristo y resultó en la salvación de muchas
almas.
¡En este punto de su comentario, Cornelio à Lapide nos informa solemnemente de que el nombre de
la mujer samaritana era Fotina, que después de su conversión predicó el Evangelio en Cartago y
sufrió allí el martirio el 20 de marzo, día en que el martirologio católico romano hace mención
especial de su nombre! ¡También nos dice que su cabeza se conserva como reliquia en Roma, en la
basílica de S. Pablo, y que de hecho se le mostró allí! ¡Es bueno saber qué leyendas ridículas y
engañosas vierte la Iglesia católica romana sobre sus fieles como si fueran verdades, mientras que
al mismo tiempo les priva de la Biblia!

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
Joh 4:32 El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
Joh 4:33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de
comer?
Joh 4:34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que
acabe su obra.
Joh 4:35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí
os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Joh 4:36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que
siembra goce juntamente con el que siega.
Joh 4:37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que
siega.
Joh 4:38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y
vosotros habéis entrado en sus labores.
Joh 4:39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra
de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.
Joh 4:40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos;
y se quedó allí dos días.
Joh 4:41 Y creyeron muchos más por la palabra de él,
Joh 4:42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros
mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el
Cristo.

V. 31 : [Entre tanto]. Esta expresión significa: “Mientras los samaritanos venían de la ciudad al pozo”,
entre el momento en que la mujer se marchó y el momento en que sus compatriotas, alentados por
su testimonio, aparecieron en el pozo. Es muy probable que ya estuvieran a la vista.
[Rabí, come]. Aquí, la diferencia entre nuestro Señor y sus discípulos se manifiesta de forma
extraordinaria. Sus débiles mentes estaban preocupadas por la idea de la comida y del sustento
corporal. En cambio, su corazón estaba ocupado en la gran finalidad de su ministerio: “hacer bien a
las almas”. Es un extraordinario ejemplo de una diferencia que se puede ver a menudo entre un
creyente que recibe gran gracia y un creyente que recibe poca gracia. El último, con la mejor de sus
intenciones, frecuentemente atribuirá importancia a las cosas corporales y transitorias hacia las que
el creyente más fuerte no sentirá afinidad alguna.

Extracto del libro “Meditaciones sobre los evangelios - Juan” por J. C. Ryle

Joh 4:31 Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
Joh 4:32 El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
Joh 4:33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de
comer?
Joh 4:34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que
acabe su obra.
Joh 4:35 ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí
os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Joh 4:36 Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que
siembra goce juntamente con el que siega.
Joh 4:37 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que
siega.
Joh 4:38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y
vosotros habéis entrado en sus labores.
Joh 4:39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra
de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.
Joh 4:40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos;
y se quedó allí dos días.
Joh 4:41 Y creyeron muchos más por la palabra de él,
Joh 4:42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros
mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el
Cristo.

V. 32 : [Yo tengo una comida, etc.]. El sentido de las palabras de nuestro Señor en este versículo es
evidentemente figurado. Tenía un alimento y sustento del alma que sus discípulos desconocían.
Encontraba tal refrigerio en hacer el bien a las almas ignorantes, que en aquel momento no sentía
hambre corporal.
No hay necesidad de suponer que nuestro Señor hiciera referencia en este lugar a alguna clase de
suministro milagroso para sus necesidades corporales. Creo que sus palabras indican únicamente
que encontraba tal deleite y consuelo en hacer el bien a las almas, que le resultaba tan bueno como
la comida y la bebida. Creo que muchos de sus más santos siervos de todas las épocas podrían dar
testimonio de lo mismo. El gozo y la felicidad del éxito espiritual les ha elevado momentáneamente
por encima de todas sus necesidades corporales, ocupando el lugar de la comida y la bebida
espiritual. No veo razón para que este no fuera el caso de nuestro Señor. Tenía un cuerpo con la
misma constitución que el nuestro en todos los sentidos.
La idea de algunos autores de que estas palabras muestran que la “sed” de nuestro Señor era tan
solo fingida y simulada me parece completamente indigna de atención.
La aplicación de estas palabras que todo creyente debe esforzarse por sacar para sí mismo es
familiar para todo cristiano instruido. Tiene secretas provisiones de sustento y alimento espiritual que
el mundo desconoce. Debiéramos utilizar estas provisiones en todo tiempo, y especialmente en
tiempos de dolor y de prueba.

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