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ARTICULO: Juventud sin valores, un riesgo para la sociedad

En los últimos años nuestro contexto sociocultural ha experimentado cambios


significativos debidos, en gran medida, al progreso tecnológico, a las nuevas formas de
producción industrial y de consumo, a la incorporación definitiva de la mujer al mercado
laboral, a la creciente inmigración y al fenómeno de la globalización. Estos factores han
configurado un entramado social sin precedentes dentro del cual surgen novedosos
planteamientos.

La juventud ostenta un papel protagonista dentro de la sociedad española ya que


representa, aproximadamente, una cuarta parte de la población total existente que ya
supera los 43 millones. Por ello, surge la necesidad de plantearse, tanto desde la
enseñanza obligatoria como desde el núcleo familiar, si la formación en valores que se
ha ofrecido a nuestros jóvenes ha sido la más apropiada para promover la adquisición de
aquellos referentes que determinen una conducta individual y social adecuada.

El concepto de juventud contiene una gran carga de subjetivismo dado que ofrece una
amplia gama de perspectivas conceptuales. La definición más empleada es la que otorga
la condición de joven a aquellos sujetos cuya edad biológica se sitúa entre los 15 y los
29 años. Así pues, el tránsito de la niñez a la adultez, se ubica en este umbral temporal
que incluye un amplio conjunto de cambios psicológicos, sociales y físicos.

Si observamos los datos reflejados en el Sondeo sobre la Juventud Española, publicado


por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2003, vemos que los rasgos de
autodefinición establecidos por la población encuestada (jóvenes de edades
comprendidas entre los 15 y los 29 años) se distribuyen con los siguientes datos
porcentuales:
Los padres, tradicionalmente, han sido el principal referente en la transmisión de valores.
De esta manera, asumían la enseñanza de las normas psicológicas que marcan la actitud
personal y social de sus hijos. Mientras tanto, desde el sistema educativo se
complementaba este aprendizaje desde su contexto social primario ofreciendo los.
Todos estos factores propician que la tenencia de valores, por parte de la juventud, sea
insuficiente e inadecuada. El problema no es de los jóvenes, que no son más que el
resultado de una formación ética y moral paupérrima, sino de la falta de compromiso por
parte de las familias que priorizan otras actividades a la transmisión de valores.

Es de todos conocido que existen numerosas barreras que dificultan la observación de


comportamientos que denoten sinceridad, honestidad, respeto, bondad, igualdad,
generosidad, compromiso… Estas barreras vienen determinadas por una sociedad
caracterizada por una fuerte competitividad, por la necesidad de rentabilidad y por una
clara primacía de las tendencias individualistas sobre las colectivas, provocando
irremisiblemente la búsqueda del bienestar personal y, por consiguiente.

De esta manera, es preciso que se establezca un compromiso dual que integre a la familia
y a los docentes en un marco educativo de calidad, promovido por los responsables de
diseñar las políticas educativas, que propicie el desarrollo social y moral de los individuos
desde edades muy tempranas, de modo que los canales que pretendan desvirtuar la
labor educativa resulten inofensivos, promoviendo a una interferencia retroactiva que
suponga un mecanismo de defensa eficaz ante las potenciales amenazas que persigan
la descomposición de la tarea educativa realizada.

Esto es un gran problema ya que muchos de esos jóvenes suelen terminar metiéndose
en problemas muy graves con las adicciones, o hasta terminan siendo delincuentes.

En la vida todos enfrentamos problemas, la juventud, por ejemplo, tiene problemas


específicos que enfrentar a lo larga de esta, problemas que en ocasiones por falta de
responsabilidad son tomados como pretextos para justificar los comportamientos y
actitudes para con los demás.
En la actualidad la juventud se ve sometida a experiencias nuevas de las cuales deben
conocer los riesgos, evaluarlos y controlarlos. Así hay hábitos, conductas y experiencias
que tienen riesgos claros para su salud.
Uso de drogas (drogadicción) legales e ilegales:
Tabaquismo
Alcoholismo
Consumo de drogas ilegales; cocaína, heroína, opio, alucinógenos, anfetaminas,
Uso de vehículos: accidentes de tráfico.
Uno de los principales problemas en los jóvenes son el fracaso o abandono escolar, ya
que la mayoría suelen

dejar o fracasar en la escuela por su falta de valores.

La gran mayoría de jóvenes suelen dejar la escuela ya que suelen ser muy
irresponsables, irrespetuosos, no son honestos, etc. Las agresiones entre los propios
alumnos y las burlas y agresiones contra los profesores constituyen una de las
manifestaciones más evidentes de la falta de valores entre los adolescentes y
jóvenes. Lógicamente, estas denigrantes prácticas se producen con mayor
intensidad en la ESO, es decir, a partir de los 12 años.

El Defensor del Profesor, un servicio telefónico de auxilio del sindicato ANPE, recoge
llamadas de los docentes en las que denuncian amenazas como «si no me apruebas,
te voy a rajar» o «en la calle te espero con mis colegas». Como en el caso anterior,.

La crisis de los valores de los jóvenes dispara las alarmas

¿Qué está pasando? ¿Por qué deambulan de esta manera los que están llamados a
construir el futuro? Los padres se lamentan, tiran la toalla y, en el peor de los casos,
conceden a sus hijos cuanto piden. El problema es complejo y hay que abordar
numerosos factores y contar con múltiples actores para analizarlo y buscarle una
solución. En cualquier caso, la pregunta es inevitable: ¿Existe una crisis de valores
en los jóvenes? La respuesta, al contrario de la canción de Bob Dylan, no está en el
viento sino en la propia realidad. «Sí, hay una crisis de valores», afirma
rotundamente Juan Manuel Roca, un joven profesor universitario que, en su reciente
libro «El reino de la humildad», construye una fábula sobre «la importancia de
conceptos como la humildad, el respeto y la prudencia, y los perjuicios que originan
la avaricia y la soberbia». He aquí algunos de los aspectos que describen la situación
juvenil.

Síndrome de Peter Pan

El riesgo de la eterna adolescencia

Comportamientos contradictorios

¿Están sobreprotegidos nuestros jóvenes? ¿Corremos el riesgo de dejarles en una


permanente adolescencia y de abocarles a cometer errores? Estas y otras preguntas
surgen ante sus comportamientos y actitudes contradictorias. En efecto, psicólogos
y pedagogos coinciden en que se están adelantando ciertos comportamientos de
riesgo como el consumo de alcohol y otras drogas, así como conductas sexuales
improcedentes y hasta delictivas. Al mismo tiempo, les cuesta desplegar plena y
saludablemente su personalidad, lo que les lleva a quedarse anclados en una suerte
de «adolescencia permanente», que perturba su proceso de maduración y
condiciona su proyecto vital, según el profesor de Educación de la Complutense,
Valentín Martínez-Otero, que coincide con Juan Manuel Roca en este diagnóstico.

Conductas de riesgo

La bestia que llevamos dentro

Agresiones sexuales entre menores


Las denuncias de agresiones sexuales entre menores y a menores —las últimas a
dos niñas en Baena y Huelva— hacen saltar todas las alarmas acerca del clima en
que se educan los jóvenes. En el análisis de estos comportamientos y más allá del
debate sobre la reforma de la Ley del Menor, el psicólogo y ex presidente de la Red
Europea de Defensores del Menor, Javier Urra, asegura que vivimos en un clima
pernicioso, sin valores, donde se banaliza la sexualidad y se fomenta el hedonismo,
el nihilismo y el relativismo desde edades muy tempranas. Entiende Urra que, pese
a que en general los padres se esfuerzan en hacerlo bien, falla la educación. Los
chicos no saben dónde está el límite entre lo admisible y lo prohibido. Y es que los
padres deben transmitir criterios limpios y principios de respeto al prójimo y cultivar
la autoestima de sus hijos.

La familia y la escuela deben trabajar juntas para que florezcan valores tales como
la verdad, la sabiduría, el estudio, el respeto, la honradez o el compañerismo
Alcohol

Beber hasta la embriaguez

Más menores en el botellón


Las encuestas sobre hábitos nocivos de los jóvenes no bajan su nivel de alarma. Las
últimas cifras de los observatorios revelan que medio millón de adolescentes se dan
atracones de alcohol cada fin de semana, la mayoría haciendo botellón, y que los
jóvenes se emborrachan cada vez más. La tozudez estadística refleja que en los
últimos diez años se ha duplicado el número de jóvenes que, por sistema, se
embriagan los fines de semana. En muchos casos, los adolescentes apenas tienen
13 años y se atiborran de mezclas de bebidas de alta graduación sin que sus padres
lo sepan. Todo ello lleva a Sanidad a recordar que la familia y su estilo educativo
son determinantes en la actitud de los jóvenes ante el alcohol y alertan de esta «es
una actitud que no debe ser aceptada, ya que en la adolescencia no existe el
consumo responsable de alcohol». Pero pocos padres aceptan el problema.

Drogas

Más conscientes de sus peligros


El riesgo y la alerta se mantienen
En este periodo de la vida los efectos de las drogas, como los del alcohol (droga
también) son devastadores, según el último informe del Observatorio Español sobre
la Droga, Y es cada vez mayor el número de jóvenes que se convencen de que las
drogas provocan serios efectos sobre la salud. Esta convicción ha llevado también a
la estabilización del consumo de tabaco y cannabis y al descenso de la cocaína,
anfetaminas y éxtasis. Pero hay un dato preocupante, un 5% de adolescentes ha
probado la cocaína. Además, mientras el consumo de alcohol es más alto en las
chicas que en los chicos, éstos prefieren las drogas ilegales en mayor intensidad.

Problemas en las aulas

A la cabeza del fracaso y abandono

Tres de cada diez alumnos no terminan

La escuela es un reflejo de la falta de valores, aunque paradójicamente sea uno de


los lugares idóneos, junto a la familia, para inculcarlos. Las consecuencias del «todo
vale» se refleja en que España es uno de los países de la Unión Europea (UE) y de
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con mayores
niveles de fracaso y abandono escolar prematuro, dos fenómenos que se confunden
pero que no son idénticos. Así, el porcentaje de alumnos que no siguen estudiando
tras el periodo obligatorio de escolarización es del 31%, el doble de la media
europea, y las cifras de fracaso son muy similares. Estos índices impiden a España
cumplir los objetivos de la Declaración de Lisboa para 2010 que fijan en un 85 por
ciento el índice de alumnos que deben conseguir el título de Secundaria
posobligatoria (Bachillerato o Formación Profesional). Parece que la recuperación
ha comenzado y las tasas de matriculados en Bachillerato y FP han subido ya por
encima del 3%, según datos de Educación.

Causas y remedios
Ley del mínimo esfuerzo

Tarea de gestores, padres y profesores

La devaluación de la cultura del esfuerzo, la escasa relación de las familias con la


escuela, el desprecio de la autoridad del profesor y la proliferación de leyes
educativas forman un conjunto de factores contrarios al éxito escolar. En el caso de
los alumnos y en relación con los valores, su esfuerzo es mínimo, porque mínima
también es la exigencia para pasar de curso. Además, los expertos atribuyen parte
de culpa del fracaso a la extensión de la obligatoriedad hasta los 16 años, lo que
hace que convivan en los centros niños con adolescentes y jóvenes (se puede
permanecer en el sistema hasta los 18 años) que no quieren seguir estudiand o y
tienen el colegio como un lugar para pasar el rato, cuando no para molestar.

Como solución, se defiende una mayor exigencia y más conexión entre la escuela y
la familia, así como intensificar los planes específicos de atención a los alumnos con
mayores necesidades, haciendo hincapié en las áreas y materias con peores
resultados.

Indisciplina y violencia

Víctimas y agresores

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