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ORACIONES A LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO

ORACIÓN I

¡Santísima Virgen María, que para inspirarme confianza


habéis querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro!
Yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo
lugar; en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis
dificultades, en todas las miserias de la vida y, sobre
todo, en el trance de la muerte. Concédeme, ¡oh
amorosa Madre!, el pensamiento y la costumbre de
recurrir siempre a Vos; porque estoy cierto de que, si
soy fiel en invocaros, Vos seréis fiel en socorrerme.
Alcanzadme, pues, la gracia de acudir a Vos sin cesar
con la confianza de un hijo, a fin de que obtenga vuestro
perpetuo socorro y la perseverancia final. Bendecidme y
rogad por mí ahora y en la hora de mi muerte. Así sea.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Rogad a Jesús por mí,
y salvadme.

ORACIÓN II
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, en cuyos brazos el
mismo Niño Jesús parece buscar seguro refugio; ya que
ese mismo Dios hecho Hijo tuyo como tierna Madre lo
estrechas contra tu pecho y sujetas sus manos con tu
diestra, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús
ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo
el brazo de su irritada justicia; sé tú nuestra poderosa
Medianera y Abogada, y detenga tu maternal socorro
los castigos que hemos merecido. En especial, Madre mía, concédeme la gracia que te pido.

ORACIÓN III
Santísima y siempre pura Virgen María, Madre de Jesucristo, Reina del mundo y Señora de todo lo
creado; que a ninguno abandonas, a ninguno desprecias ni dejas desconsolado a quien recurre a Ti con
corazón humilde y puro. No me deseches por mis gravísimos e innumerables pecados, no me
abandones por mis muchas iniquidades, ni por la dureza e inmundicia de mi corazón me prives de tu
gracia y de tu amor, pues soy tu hijo. Escucha a este pecador que confía en tu misericordia y piedad:
socórreme, piadosísima Madre del Perpetuo Socorro, de tu querido Hijo, omnipotente Dios y Señor
nuestro Jesucristo, la indulgencia y la remisión de todos mis pecados y la gracia de tu amor y temor, la
salud y la castidad y el verme libre de todos los peligros de alma y cuerpo. En los últimos momentos
de mi vida, sé mi piadosa auxiliadora y libra mi alma de las eternas penas y de todo mal, así como las
almas de mis padres, familiares, amigos y bienhechores, y las de todos los fieles vivos y difuntos, con
el auxilio de Aquel que por espacio de nueve meses llevaste en tu purísimo seno y con tus manos
reclinaste en el pesebre, tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que es bendito por los siglos de los siglos.
Amén.

ORACIÓN IV
Oh Madre del Perpetuo Socorro, concédeme la gracia de que pueda siempre invocar tu bellísimo
nombre ya que él es el Socorro del que vive y Esperanza del que muere. Ah María dulcísima, María de
los pequeños y olvidados, haz que tu nombre sea de hoy en adelante el aliento de mi vida. Cada vez
que te llame, Madre mía, apresúrate a socorrerme, pues, en todas mi tentaciones, y en todas mis
necesidades propongo no dejar de invocarte diciendo y repitiendo: María, María, Madre Mía.
Oh qué consuelo, qué dulzura, qué confianza, qué ternura siente todo mi ser con sólo repetir tu nombre
y pensar en ti, Madre Mía. Bendigo y doy gracias a Dios que te ha dado para bien nuestro ese nombre
tan dulce, tan amable y bello. Mas no me contento con pronunciar tu bendito nombre, quiero
pronunciarlo con amor, quiero que el amor me recuerde que siempre debo acudir a ti, Madre del
Perpetuo Socorro.
SIGNIFICADO DE LA IMAGEN

Examina el cuadro de la derecha. Atemorizado


por la visión de dos ángeles que le muestran los
instrumentos de la Pasión, el Niño Jesús ha
corrido hacia su Madre, perdiendo casi una de
sus pequeñas sandalias en su precipitada huida.
María lo sostiene en sus brazos de manera
protectora y amorosa. Pero presta atención a sus
ojos.
Su mirada esta fija no en Jesús sino en nosotros.
¿No es este detalle un toque de genialidad?
¿Qué mejor manera de expresar el interés de
Nuestra Señora en nuestras vidas y crecimiento
espiritual?
Las pequeñas manos de Jesús también están
sujetas a las de María como una forma de
recordarnos a nosotros que, así como en la tierra
él se puso enteramente en su manos buscando
protección, así ahora en el cielo él nos confía a
cada uno de nosotros en sus tiernos y amorosos
cuidados.
Este es el mensaje principal del cuadro, un
icono bizantino, que no obstante, está repleto de
otros símbolos. He aquí algunos de ellos:

1. Iniciales en griego para "Madre de Dios"

2. Corona. Fue añadida al cuadro original por orden de la Santa Sede en 1867. Es un tributo a los
muchos milagros obrados por Nuestra Señora bajo la advocación del "Perpetuo Socorro".

3. Estrella en el velo de la Virgen. Ella es la Estrella del Mar… que trajo la luz de la luz al mundo en
tinieblas… la estrella que nos conduce al puerto seguro del Cielo.

4. Inicial griega para "San Miguel, el arcángel". Sostiene la lanza y la esponja de la Pasión de Cristo.

5. Inicial griega para "San Gabriel, el arcángel". Sostiene la cruz y los clavos.

6. La boca de María. Es pequeña para significar un recogimiento silencioso. Ella habla poco.

7. Los ojos de María. Son grandes para todos nuestros problemas. Están vueltos siempre hacia
nosotros.

8. Túnica roja. Los colores que llevaban la vírgenes en los tiempos de Cristo.

9. Iniciales griegas para "Jesucristo".

10. Las manos de Cristo. Con las palmas boca abajo y dentro de las de su madre, indican que las
gracias de la redención están bajo su custodia.
11. Fondo amarillo. Es el símbolo del cielo, donde Jesús y María están ahora entronizados. El
amarillo también brilla a través de sus ropas, mostrando así la felicidad celestial que puede traer a los
cansados corazones humanos.
12. Manto azul oscuro. Es el color que usaban la madres en Palestina. María es las dos cosas a la vez:
virgen y Madre.
13. Mano izquierda de María. Sostiene de manera posesiva a Cristo. Ella es su madre. Es una mano
consoladora para todo el que acuda a ella.
14. Sandalia caída. ¿Ha casi perdido Jesús su sandalia corriendo hacia María en busca de consuelo
ante el pensamiento de su Pasión?

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