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- Control del Congreso.

Procedimiento

El artículo 99, inciso 3°, de la Constitución Nacional y la ley 26122108 que regula la materia,

estructura un verdadero procedimiento de habilitación, tanto administrativo como legislativo,

y dado el sentido restrictivo del texto constitucional, nos encontramos allí frente una serie de

requisitos la validez y de vigencia de los mismos.

El procedimiento comienza en a la Comisión, que deberá revisar los decretos de necesidad

y urgencia, prevé en el segundo párrafo del inciso 3° del artículo 99 que "El jefe de gabinete

de Ministros personalmente y dentro de los diez días, someterá la medida a consideración de

la Comisión Bicameral Permanente, cuya composición deberá respetar la proporción de las

representaciones políticas de cada Cámara..." Sin embargo, la ley (art. 3°) prevé que estará

integrada solamente por dieciséis legisladores, ocho diputados y ocho senadores.

En el caso de que exista una falta de pronunciamiento del Congreso por parte de ambas

Cámaras, la ley de marras, en su art. 24, dispone que la aprobación del DNU por una sola de

las Cámaras sea suficiente para la validez de la norma; más aún, si ninguna de ellas se expide,

el decreto permanece vigente pues sólo será derogado si ambas lo rechazan. La aquiescencia

de una sola cámara es insuficiente para la aprobación del DNU pues ello viola abiertamente el

artículo 81 de la Constitución donde se prescribe que "Ningún proyecto de ley desechado

totalmente por una de las Cámaras podrá repetirse en las sesiones de aquel año". El texto es

suficientemente claro: para la aprobación de una ley- el DNU es una norma de sustancia

107 Ventura, Adrián: “ Los decretos de necesidad y urgencia: Un salto a la vida


aconstitucional”.RDP,

Rubinzal Culzoni, 2002-1, Pág. 192, 193

108Disponible en www. infoleg .mecon.gov.ar/ infoleg Internet/anexos/115000.../norma.htm,


consultado el día 12

de noviembre de 2011

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legislativa- se requiere el consenso expreso de las dos Cámaras, y basta el rechazo de una de

ellas para que la norma no adquiera existencia.

Si bien la norma en ningún momento establece una aprobación ficta o tácita de los decretos

de necesidad y urgencia, en la práctica ésa es la solución a la que se llega. En efecto, dado que

el decreto tendrá vigencia siempre y cuando no sea rechazado por ambas Cámaras y que no se

establece un plazo dentro del cual éstas deberán pronunciarse sobre el mismo, la prolongación
en el tiempo del silencio del Congreso implica, en la práctica, una aprobación ficta que,

precisamente, se encuentra específicamente prohibida en el artículo 82 de la CN que dispone

que "La voluntad de cada Cámara debe manifestarse expresamente; se excluye, en todos los

casos, la sanción tácita o ficta".

No obsta a esta conclusión que en el artículo 20 de la norma en cuestión se diga que

"Vencido el plazo a que hace referencia el artículo - de 10 días hábiles que tiene la Comisión

Bicameral Permanente para emitir dictamen según lo exige la Carta Magna, en su art. 99 inc.

3° - sin que la Comisión Bicameral Permanente haya elevado el correspondiente despacho, las

Cámaras se abocarán al expreso e inmediato tratamiento del decreto de que se trate, de

conformidad con lo establecido en los Art. 99 inc.3° y 82 de la Constitución Nacional".109

Ahora bien, si el Congreso, por motivos políticos o al examinar la oportunidad, mérito o

conveniencia de la medida, no comparte la decisión del Ejecutivo, su desaprobación no trae

aparejada la sanción de nulidad absoluta e insanable. Esta sanción tan sólo se produce cuado

el Ejecutivo no respete alguna de las condiciones que establece la Constitución para habilitar

el dictado de estos decretos. La diferencia son los efectos.

Si, por el contrario, el Congreso aprueba el decreto de necesidad y urgencia, esa aprobación

equivale a una homologación, pero no convierte a la medida en una ley, por lo que no quedan

saneados los vicios que pudieran afectarlo ab initio, por ejemplo, por razón de la materia que

reguló. Si el decreto de necesidad y urgencia ha invadido las zonas prohibidas por la

Constitución, una ley podrá reglar ex novo la materia, con efecto ex nunc, mas no podrá

ratificar el decreto con efecto saneatorio de tales vicios. Los tribunales, entonces, deben

declarar su nulidad con efecto retroactivo.110

X-Control judicial

109 Loñ, Félix: “Decretos de necesidad y urgencia”.LA LEY 2010-B, 826

110 Ventura, Adrián: “ Los decretos de necesidad y urgencia: Un salto a la vida


aconstitucional”.RDP, Rubinzal

Culzoni, 2002-1, Pág. 196 a 198

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El control que debe efectuar el Congreso tiene relación con el vigor de la norma, mientras que

el control judicial, con su validez frente a la Constitución. Algunos autores consideran que los

derechos de necesidad y urgencia son actos institucionales que se vinculan con la subsistencia
del Estado y, por ello, sólo admiten el control legislativo y pretenden dejarlo fuera del alcance

del control judicial.

No compartimos esta postura, porque en la medida en que producen efectos respecto de

particulares no pueden quedar substraídos del escrutinio de la justicia sobre si validez

constitucional, más aún cuando la propia Constitución, en el artículo 99, inciso 3°, estableces

condiciones de legitimidad del ejercicio de tal atribución.

Como vimos, para dictar válidamente una medida de emergencia deben respetarse ciertas

condiciones. Por eso, el control judicial debe recaer sobre todos esos aspectos. 111

En otras palabras, el control judicial de constitucionalidad no impide que el Poder Ejecutivo

dicte un DNU —lo cual importaría una intromisión en las materias reservadas a otro órgano

del Estado— sino que garantiza que éste lo haga cumpliendo lo establecido por la

Constitución.112

XI-Conclusiones

Pensamos a la luz de los requisitos y el fundamento que tiene el dictado de un DNU, no es

propicio que sea la única herramienta para instrumentar políticas económicas de cara a la

crisis, puesto que las mismas deberían ser discutidas en el poder público más representativo,

Poder Legislativo, y especialmente encargado de la redacción de las leyes como instrumento

idóneo para diagramar políticas económicas.

A la par, consideramos que las medidas políticas, ante emergencias económicas, por su

previsibilidad, deben ser discutidas previamente, y legislarse un procedimiento expedito para

tomar las medidas que permita satisfacer las necesidades sociales y evitar males mayores. Ello

sin olvidar que el Poder encargado de ello, debe ser siempre el Poder Legislativo

Por lo que consideramos confirmada la segunda hipótesis:” “Los DNU no son una

herramienta para el diseño de políticas económicas en los períodos de emergencia”

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