Está en la página 1de 24

1

DIRECCION DE INVESTIGACION
I CONGRESO DE INVESTIGACION
UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA (UCA)
3 de junio de 1999.

LOS INTENTOS DE DESAMORTIZACION DE LOS BIENES DE LAS

COFRADIAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX: UNA PRIMERA

INTERPRETACION.
Msc. Ligia María Peña T.
Investigadora. Instituto de Historia de Nicaragua.

INTRODUCCIÓN.-

En Centroamérica, los intentos del estado colonial español por controlar los bienes de

las cofradías para poder disponer libremente de sus fondos se intensificaron a partir de la

segunda mitad del siglo XVIII. Las regulaciones borbónicas restringieron muchos de los

beneficios que los curas recibían de los indios, especialmente respecto a los fondos de las

cofradías.

En la provincia de Nicaragua a partir de 1771, las autoridades españolas emitieron

diferentes bandos con el objetivo de controlar los fraudes que experimentaba la renta de

alcabala; ya que muchos comerciantes, en combinación con los curas, participaban en el

comercio de contrabando, bajo la justificación que los productos que comercializaban procedían

de las haciendas y tierras de las cofradías.

En los primeros años de 1800, la invasión napoleónica a España, obligó a la Corona a

sufragar cuantiosos gastos militares cuyas remesas provenían de las colonias de ultramar. En

este contexto se produjo la Consolidación de los Vales Reales, mecanismo por el cual se

confiscaron los bienes de la iglesia en toda Hispanoamérica.


2

A pesar que los fondos de cofradías no estaban contemplados en el decreto de


1
consolidación un informe enviado en 1810 al obispo Nicolás García Jerez, por el cura Rafael

de la Fuente, del curato de Nuestra Señora de la Concepción en la Villa de Rivas, reveló que

algunas cofradías habían vendido sus bienes a la Real Caja de Consolidación, tal era el caso

de la Cofradía del Santísimo Sacramento y la de Concepción de Nuestra Señora. 2

La ofensiva de comienzos del siglo contra las bases económicas de la iglesia no paró

con el decreto de Consolidación. En 1805 se promulgó una cédula real que dio inicio a la

intervención del estado en la administración y funcionamiento de las cofradías. Un balance

general de estos dos intentos del estado colonial por el control de los bienes de las cofradías

dio como resultado:

• Intensificación de las contradicciones entre las autoridades locales y los curas, ya que las de

la cédula de 1805 limitó parcialmente su acceso a los fondos de las cofradías.

• Pérdida gradual del control de los indios sobre los bienes de las cofradías.

• Progresivo deterioro en la infraestructura de los templos y en el cuido de las imágenes.

• Tendencia cada vez mayor al arrendamiento y/o venta de las cofradías .


3

El ESTADO CONTRA LAS COFRADIAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX.

No obstante las limitaciones que tuvo la puesta en vigencia de la cédula en la 1805; la

ofensiva de la Corona Española contra de los privilegios de la iglesia, continuó en las décadas

siguientes. Al calor de los acontecimientos políticos en la Metrópoli, la corriente secularizadora

que prevaleció en las Cortes de Cádiz, atacó algunos privilegios de la iglesia, suprimió el

Tribunal de la Inquisición y el fuero eclesiástico, sometió al clero a la jurisdicción de la justicia

ordinaria. Además fueron censuradas las órdenes monásticas y se procedió a la secularización

de sus bienes. La aplicación de las leyes y decretos emitidos por las Cortes de Cádiz, se

suspendió en 1814, con el retorno de Fernando VII al trono español, pero fueron puestas en

vigor en 1820, a raíz de la revolución liberal de Riego y Núñez. (Kinloch,1993:66)

El rumbo que tomaron los acontecimientos políticos en España, así como el evidente

temor de la jerarquía eclesiástica a perder sus fueros y privilegios propició la unión del alto clero

con la aristocracia criolla de la Capitanía General de Guatemala para proclamar la

independencia de España.

En consecuencia, la iglesia se las arregló para comenzar su vida independiente

formando parte del estado. En el acta de Independencia suscrita en Guatemala en 1821, el alto

clero se preocupó por conservar pura e inalterable la religión católica y garantizar el respeto a

sus ministros eclesiásticos tanto seculares como regulares, protegiendo sus propiedades. Sin

embargo, fue inevitable el rompimiento de Roma, con los nuevos gobiernos. Las diócesis

centroamericanas quedaron vacantes, no hubo más nombramiento oficial de obispos y la iglesia

como institución quedó acéfala.


4

Los acontecimientos que se desarrollaron la Independencia y la instauración de la

República Federal demostraron la posición de la Iglesia Católica al momento de la

Independencia. El Plan de Iguala, reconoció la Religión Católica excluyendo el ejercicio público

de otra religión; y conservó para el clero sus fueros y privilegios. Situación que explica la

oposición beligerante de los liberales centroamericanos frente a la continuación del sistema de

gobierno monárquico y la perpetuación de las jerarquías sociales existentes.

De ahí que el fracaso de la anexión al Imperio de Iturbide en México, representó la

oportunidad ansiada por los liberales para hegemonizar el vacío de poder que se presentó al

romperse los vínculos con el Imperio Español.3 En aras de capitalizar esta situación, los

liberales centroamericanos conformaron una Asamblea Nacional Constituyente, que proclamó el

1 de julio de 1823 la independencia absoluta de Centroamérica, y restableció las leyes y

decretos emitidos por las Cortes de Cádiz, mientras se elaboraba la Constitución de la

República Federal. (Kinloch,1993: 67)

Esta situación desencadenó en Nicaragua, la inmediata oposición del obispo Nicolás

García Jerez, que se negó a prestar juramento a la Asamblea Nacional Constituyente,

argumentando que no se había decretado aún la Constitución, y que se habían establecido

leyes que atacaban directamente los sagrados cánones, la disciplina general de la iglesia y los

derechos divinos del obispado. (Zúñiga, 1996:296).

El trasfondo de los reclamos del prelado García Jerez, evidenciaba el temor a la ofensiva

anticlerical que se veía venir en contra de la iglesia. En julio de 1823, el Ayuntamiento de la

ciudad de León, decretó una serie de impuestos lesivos a los intereses de la iglesia, lo que

preocupó seriamente al obispo al grado de convocar al clero leonés a una junta general en el

Palacio Episcopal para estudiar las repercusiones de esa resolución.


5

Con el paso del tiempo, se agudizó la pugna entre las autoridades de León y la Iglesia.

En Noviembre de 1823, se produjo en la ciudad, un levantamiento armado que tenía como

objetivo deponer a la junta gubernativa encabezada precisamente por el obispo García Jerez.

Esta situación obligó a la institución eclesiástica a negociar para poder coexistir bajo el nuevo

sistema republicano. En Diciembre de ese mismo año, el dignatario juró fidelidad y lealtad a la

Constitución. (Zúñiga,1996:298).

Mientras tanto, el Congreso Constituyente reunido en la ciudad de Guatemala abocado

a la tarea de discutir el tipo de república que convenía a los intereses de los centroamericanos,

se inclinó por la posición de los liberales, que propugnaban por instaurar un gobierno federal.

Después de arduos meses de trabajo, el 22 de noviembre de 1824 fue promulgada la

Constitución de las Provincias Unidas de Centroamérica.

La Carta Magna suscrita por los liberales centroamericanos en 1824, no fue del todo

adversa a los intereses de la iglesia. Mantuvo el reconocimiento de la religión católica como

oficial, lo cual se hizo extensivo a la Constitución de 1826, que Nicaragua suscribió como

estado federado, en correspondencia al decreto emitido el dos de julio de 1823 por la Asamblea

Nacional Constituyente. (Fonseca Salgado,1992:27)

No obstante, en el seno del Congreso al abordarse el tema de las relaciones entre la

Iglesia y el Estado, se planteó una moción que afectaba directamente a los eclesiásticos, no en

materia de fe ó disciplina, sino en el terreno económico. La precaria situación financiera de la

naciente República Federal, exigía de medidas extraordinarias que contribuyeran a solventar

las demandas monetarias existentes.


6

La iniciativa de ley contra el patrimonio eclesiástico, fue presentada por un presbístero

de apellido Dávila y se discutió en la Comisión de Hacienda. La moción pedía que se decretara

por una sola vez, la contribución de un 20% sobre el valor de todas las fincas pertenecientes a

comunidades eclesiásticas, seculares y regulares, incluyendo los fondos de cofradías y

hermandades, exceptuándose las destinadas a la enseñanza y hospitales. (Townsed Ezcurra

1973: 372)

Resulta interesante destacar la habilidad con que la Comisión de Hacienda manejó el

asunto, ya que sin ánimo de parecer un ataque directo al patrimonio eclesiástico, conjugó la

necesidad apremiante de fondos de la República Federal, y la posición de los liberales respecto

a la secularización de los bienes de la iglesia.

El dictamen sostenía que los eclesiásticos dueños de fincas por el carácter de su

Ministerio, estaban exentos del trabajo que otros sectores necesitan para existir. Su vida era

cómoda y en algunos casos hasta opulenta, y al reflexionar sobre el origen y naturaleza de sus

riquezas, comparada con la del resto de ciudadanos; se notaba que no se iban a perjudicar al

exigirles el 20% solicitado por el presbítero Dávila. (Towsend E,.1973: 373)

Sobre la base de esos argumentos la comisión hacendaria solicitó se decretara por una

sola vez, una contribución de 7% sobre el valor de todas las propiedades de las comunidades

eclesiásticas, seculares y regulares; y una cantidad igual se exigiría a los fondos de cofradías,

hermandades y obras pías, con excepción de los que estaban destinados a la instrucción

pública y el mantenimiento de los hospitales. 4


7

Consecuente con sus principios, los liberales que actuaron en el escenario político de

las naciones centroamericanas entre 1824 y 1850, tenían una visión de la sociedad moderna,

secularizada, donde no había lugar para una iglesia católica como bastión de la reacción.

De ahí que en sus programas contemplaran medidas anticlericales tales como la

desaparición de las órdenes monásticas, abolición de los fueros jurídicos del clero y en

especial, terminar con la riqueza eclesiástica: el estado debía hacerse cargo de los diezmos,

propiedades, capitales y bienes de obras pías, cofradías y capellanías. Los liberales estaban

convencidos que la propiedad eclesiástica era un verdadero obstáculo al progreso, no pagaba

impuestos, e impedía la libre circulación y el desarrollo de la riqueza pública (se le conocía

como propiedad de manos muertas).

A manera de ejemplo, podemos citar algunas de las medidas anticlericales ejecutadas

por los gobiernos centroamericanos: en Costa Rica, la exención del pago de diezmo por las

exportaciones de café; y la venta de ganados de cofradías y obras pías. La expropiación de las

propiedades de las órdenes religiosas, que afectó fuertemente a la orden dominica, propietaria

de algunas de las mejores haciendas de Guatemala, y la abolición de las capellanías, en el

Salvador. (Fonseca, E.1996: 153-154)

Durante el tiempo que Nicaragua formó parte de la Federación Centroamericana, y a

pesar de la anarquía que reinó en el país, los gobernantes de turno dictaron medidas

encaminadas a secularizar los bienes de las cofradías. Los escasos documentos de la época,

permiten inferir, que esta tarea recayó en las municipalidades.


8

En un informe de 1827 sobre la liquidación de los fondos de las cofradías de

La parroquia de Acoyapa,5 el cura de la localidad alertaba a la Vicaría sobre los desacuerdos

que ya existían con las autoridades municipales respecto a los fondos de cofradías. Se ponía

en evidencia el juego de intereses entre ambos poderes: la iglesia, representada en los

párrocos locales, que a toda costa querían proteger sus privilegios económicos; y la Junta

Municipal, que pugnaba por subordinar en su territorio a la autoridad eclesiástica, limitando su

papel en la administración de las cofradías de acuerdo a la cédula de 1805.

Es importante destacar en este período, es el hecho que alrededor del conflicto sobre la

secularización de los bienes de las cofradías estaba subyacente el enfrentamiento entre dos

posiciones ideológicas bien definidas: el liberalismo con su afán de modernización y

secularización de la sociedad; y el afán de la iglesia de conservar los fueros y privilegios de

herencia colonial.

Esta situación se percibe con claridad en la exposición del cura de Acoyapa, D. Pedro José

Caballero, al Vicario de la diócesis en 1827:

“el estado de abatimiento en que se ven el día de hoy los fondos piadosos de cofradías

que han servido de congrua a los curas de este beneficio trae su origen de la sacrílega

ambición de quererlos destruir para disponer de lo producido en usos profanos (...) fundado en

las perversas ideas que el filosofismo impío ha esparcido en sus papeles y libros por todas

partes...” 6

En otra parte del escrito, se señalaba que la municipalidad pretendía rebajar los

aranceles establecidos por los oficios religiosos los cuales se pagaban con el dinero de las

cofradías. A pesar que los fondos se hallaban seriamente deteriorados por los abusos de los

arrendatarios, situación que ponía en peligro las actividades religiosas y el mantenimiento de su

Ministro. 7
9

Para lograr su objetivo, las autoridades municipales apoyaban sus acciones en la

necesidad de hacer cumplir las disposiciones que ya existían para la administración de los

fondos de las cofradías y el cura demandaba que éstas no se apegaban a las resoluciones de

la cédula de 1805 y pretendía anular el papel de los curas respecto a los fondos:

“... aunque tal vez se me da aviso, como capellán de aquellos, quando se trata

de arrendar alguno, este paso es más bien un verdadero insulto, puesto que en contra

de mi legal voluntad se procede al remate en sujetos conocidos míos de conocida mala

conducta y sin aquellas fianzas que el derecho requiere en tales casos a fin de que los

tales dilapiden el principal (..).

así sucedió en el mes de abril de este presente año en que se dio en arrendamiento el

fondo de Veracruz, al teniente primero de milicias Gerónimo Enríquez, a quien sin

embargo de haberlo yo citado en oficio de diez de abril último a consulta que se me hizo,

por el alcalde constitucional Dionicio Donaire, se le dio en arrendamiento dicho fondo el

cual ya esta dilapidado (...) la misma situación se presenta con los réditos, son obligados

no se me paguen sino muy tarde que de mala manera, resultando de aquí, que este

Beneficio apenas de ya para pagar al cura...” 8

La llegada a la presidencia de la federación centroamericana del hondureño Francisco

Morazán, radicalizó la posición de los liberales centroamericanos en contra de la iglesia. Al año

siguiente el gobierno federal decretó la expulsión de las órdenes religiosas. En consecuencia,

por decreto legislativo del 8 de enero de 1830, fueron abolidas las comunidades religiosas

establecidas en Nicaragua. Las razones de esta medida se exponían en los términos

siguientes:
10

“La Asamblea Legislativa de Nicaragua, Considerando: que los institutos monásticos

son opuestos i no conformes con las bases del sistema, que ha adoptado la nación: que

no es solo estraño, sino contrario a los intereses de ésta el que habitantes hijos de ella,

estén bajo las órdenes de mandatarios de otra nación(...) quedan siempre abolidos del

Estado los establecimientos monásticos nombrados de San Francisco, Merced i

Recolección... (De la Rocha, 1874: 373-374)

Unos meses después, el Supremo Gobierno de Nicaragua, a través de un decreto

legislativo, confiscó todas las propiedades de los monasterios expulsados del país y las declaró

propiedad del Estado. La disposición significó un duro golpe para las órdenes religiosas, las

propiedades que poseían tanto urbanas como rurales fueron subastadas, aquellas fincas que

no pudieron ser vendidas se pusieron en arrendamiento, y las casas de los conventos fueron

destinadas por el Gobierno para la enseñanza pública o la beneficencia.

( De la Rocha,1874 : 374) 9

Posteriormente el ataque contra los bienes eclesiásticos se volvió hacia las cofradías.

Encontramos así, una resolución emitida el 29 de mayo de 1830, por la cual el gobierno,

comunicaba el arrendamiento de la cofradía del Rosario ubicada en Granada. 10

La disposición se hacía extensiva a todas las cofradías que existían en el país y que

durante el gobierno español habían pertenecido a los indios. Se aclaraba que una parte de los

réditos se dedicarían al culto de la imagen y la otra, pasaría al tesoro nacional para el fondo de

instrucción pública.

En el mismo orden, en 1831 el alcalde segundo de León consultaba a sus

superiores si los bienes de las cofradías debían pagar del diezmo de lo que producían

en sus haciendas. Como respuesta, La Asamblea Ordinaria del Estado de Nicaragua,

emitió un decreto el día 26 de abril cuyo artículo único decretaba:


11

”... los espresados bienes no son comprendidos en el privilejio de que gozan los

indígenas con respecto a los de su privativa pertenencia”. (De la Rocha, 1874:377)

II.

A partir de 1838, al separarse Nicaragua del pacto federal, encontramos nuevamente el

interés de las autoridades estatales por el patrimonio económico de las cofradías. El punto de

partida fue la promulgación de un decreto legislativo emitido en León el 12 de octubre cuyos

artículos demandaban que:

“Art.1º. Los fondos de cofradías que no correspondían a los conventos estinguidos,

deberan ser administrados con arreglo a la cédula de 1805...”

Art.2º. Con respecto a las cofradías arrendadas, tenga lugar esta lei, cuando se haya

cumplido el término del arrendamiento; sino es que los arrendatarios quieran

voluntariamente separarse del contrato con avenencia de los cofrades respectivos.

Art.3º. Todos los documentos que hayan salido del poder de las juntas de cofrades,

volverán a ellas, como a quien corresponde conservarlos...”(De la Rocha ,1874: 380).

El decreto despertó nuevamente el conflicto entre la iglesia y las autoridades estatales

por el control de los bienes de las cofradías. Cabe recordar que la cédula de 1805 facultaba al

estado a intervenir los fondos de esas instituciones, trasladando el control administrativo a las

municipalidades. De ahí que serán estos organismos de poder local los que se encargaran a lo

largo del siglo XIX, de ejercer todo tipo de presiones sobre los párrocos locales para exigirles el

cumplimiento de dicha disposición.


12

Por otro lado, como ya señalabamos unos párrafos atrás, durante las primeras décadas

del siglo, la iglesia como institución quedó acéfala, lo cual contribuyó a reforzar la autoridad del

párroco en los pueblos y villas de país, en ocasiones, en detrimento de la autoridad municipal.

Lo cual debe tomarse en cuenta al explicar las limitantes que tuvo el proceso de liquidación de

las cofradías en la primera mitad del SXIX. Esta situación se hizo más evidente entre 1844-

1848.

El Informe del Prefecto del Departamento Meridional, Rafael Lebrón, dirigido al Señor

Ministro del Supremo Gobierno del Estado, en 1846 resaltaba con suma claridad el grado de

legitimidad que la autoridad de los curas había alcanzado en algunas localidades. Refiriéndose

a la Isla de Ometepe afirmaba:

“... la municipalidad no cuenta con ningún fondo de propios(...) se me dio a entender que

invierten su trabajo anual en las funciones de la iglesia y fiestas a que son mui

propensos y cuyo gasto anteponen al más sagrado..... el cura es el que manda en jefe

en esta población, como sucede en todas las demás que carecen de inteligencia para

conocer sus derechos y deberes en la sociedad”. 11

Más adelante el Prefecto sugería al Ministro de Relaciones que el Poder Ejecutivo debía

utilizar la posición e influencia que gozaban los curas en los pueblos con el objetivo de facilitar

las metas políticas del Supremo Gobierno:

” por consiguiente un sacerdote virtuoso haría progresar las luces en esta población, y

este agente principal que influya también en lo político debiera ser el prototipo escogido

por el Vicario General”.12


13

Por otro lado, la necesidad constante de las elites nicaragüenses a recurrir al poder

eclesiástico con el objetivo de legitimar su autoridad frente a los subalternos, es un elemento

que a nuestro juicio, contribuyó a preservar a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, los

privilegios económicos de la Iglesia, y a preservar su esfera de influencia tanto en la sociedad,

como en el ámbito político.

Esta debilidad se manifiesta con suma claridad, en una Nota por el Supremo Gobierno

dirigida en 1846, al Vicario Capitular de la Diócesis, en la que exhortaba a las autoridades

eclesiásticas a cooperar por medio de la moral evangélica al establecimiento de la paz:

“... una de las máximas saludables de los gobiernos amantes del orden en el orbe

cristiano es la constante armonía con la autoridad eclesiástica(...) el principal

fundamento de esta inalterable obediencia al Gobierno, como U. sabe, no es solamente

político, sino también divino, puesto que esta comprendido en el decálogo que es por sí

solo bastante para conservar en subordinación a los pueblos(... )cuanto se adelantaría a

este respecto si en estas desgraciadas circunstancias en que el genio del mal derrama

por todas partes el veneno mortífero de la seducción para reproducir la guerra fratricida

que ha ensangrentado el país, los venerables señores curas como pastores y padres

respectivos de los pueblos les predicasen espresa y directamente, que no se mezclen

en facciones y se mantengan firmes en la obediencia al Supremo Gobierno, y en la paz

de que depende su felicidad(...) El Supremo Poder Ejecutivo no duda que con la

brevedad que exije el caso se dignará a expedir la correspondiente circular con tan

loable objeto...”
13
14

Por otro lado, la anarquía que imperó en el país durante esos años, ante el accionar de

las bandas armadas jefeadas por José María Valle, Bernabé Somoza, y Trinidad Gallardo entre

otros, obligó al gobierno a incrementar el número de tropas, lo que elevó el gasto en pertrechos,

comida y salarios sumiendo al país en una aguda postración económica. A pesar de las

medidas económicas dictadas por la administración del Director Supremo, José León Sandoval,

en un informe de 1846 el señor Ministro de Hacienda describía la situación caótica del erario

público:

”... por muchos sacrificios que ha hecho el gobierno para darle vitalidad al alma

agonizante del Estado, el tesoro público, por muchos sacrificios que se han exijido de

los propietarios nada ha bastado para tener cumplidamente pagados a los militares, ni a

los funcionarios de toda escala; a todos se les adeuda: se les adeuda también a los

propietarios que voluntaria ó forzosamente han prestado recursos al Gobierno...14

Así mismo, la naturaleza se ensañó con la economía de algunas zonas del país ya que

según el informe del Prefecto del Departamento Meridional, Rafael Lebrón, en 1846:
15
“...terremoto y huracán tienen a este departamento en la miseria...” Lo que propició que

muchas familias de esa región, emigraran a la vecina Costa Rica en busca de mejores

condiciones de vida.

Así mismo, la falta de recursos económicos que propiciara el desarrollo del país, limitó

los esfuerzos de las élites gobernantes nicaragüenses de estructurar un poder estatal cuya

jurisdicción abarcara todo el territorio nacional. Esta situación la reconocía el propio Director

Supremo, José León Sandoval, en mayo de 1846:

“Aún no hemos podido constituir un poder nacional que nos dé paz y estabilidad en el

interior, fuerza y respetabilidad en el exterior...” 16


15

De ahí que es muy probable que con el objetivo de solventar la situación del erario

público, las demandas económicas de las municipalidades, y contrarrestar en parte la

legitimidad que los curas locales habían adquirido en los pueblos y villas el Supremo Gobierno

se planteó nuevamente asumir el control de los fondos de las cofradías.

De ahí que el siguiente paso fue emitir el 27 de octubre de 1847, un acuerdo por el cual

Supremo Gobierno recordaba a las municipalidades que donde existieran fondos de cofradías

estos debían organizarse de acuerdo a la cédula de 1805. A continuación se exponen los

aspectos centrales de esa importante disposición:

“ El Supremo Gobierno en consideración a que por decreto lejislativo de 12 de octubre

de 1838, está prevenido que los fondos de cofradías que no correspondían a los

estinguidos conventos, sean administrados con arreglo a las cédulas de 15 de octubre

de 1805 que se refiere a las de 27 de diciembre de 1802, que estas cédulas establecen

las reglas con que las llamadas juntas de

cofrades deben obrar en la administración de dichos fondos, i que esto no obstante, hai

pueblos, en donde no existen las espresadas juntas i los fondos de cofrades, por este

motivo, se hallan en abandono en contravención a los fines con que aquellos se

establecieron, ha tenido a bien acordar:

Art.1º. Los Prefectos de los departamentos donde hayan tales fondos, bajo su más

estrecha responsabilidad, harán que desde luego se organicen las precitadas juntas de

cofrades con arreglo a la lei.

Art.2º. Los mismos Prefectos, o por su impedimento, la persona de confianza que ellos

nombren, presidirán las enunciadas juntas en cumplimiento de lo dispositivo en la

mencionada cédula de 15 de octubre de 1805. León, octubre de 1847.”( De la Rocha,

1873: 380)
16

El acuerdo legislativo reafirmaba la autoridad que tenían los prefectos sobre los fondos

de cofradías que existieran en su jurisdicción. Por medio de las llamadas juntas de cofrades,

debían ejercer un estricto control sobre los bienes y fondos, pero sin descuidar los

compromisos religiosos de las cofradías tanto con el culto a las imágenes, como del

abastecimiento ordinario de las parroquias.

El decreto del Supremo Gobierno iba acompañado de las disposiciones originales

contenidas en la cédula de 1805, con el objetivo de dotar a los Prefectos de los instrumentos

legales para hacer frente a los inevitables conflictos que se desarrollaron entre la iglesia y las

autoridades civiles locales. Al poco tiempo los problemas no se hicieron esperar.

En 1849, estalló un conflicto entre indios y ladinos del pueblo de Comalapa, por los

derechos de propiedad sobre los bienes de la Cofradía de Candelaria. Un análisis de los

documentos sobre el caso reflejaron, por un lado, las contradicciones entre las autoridades

civiles y la iglesia, respecto al cumplimiento de las disposiciones contenidas en el decreto de

octubre de 1847, y por otro, las tensiones sociales que provocaba la presencia de los ladinos en

los núcleos de población india.

En el caso de Comalapa, los ladinos reclamaban a las autoridades eclesiásticas que les

restituyeran los derechos sobre los bienes de la cofradía de Candelaria, ya que los indios

estaban dilapidando los fondos. Por su parte el cura del pueblo presbítero Jacinto Dumas, en

las indagatorias seguidas a solicitud de la Vicaría Eclesiástica, se inclinó a favor de los ladinos

destacando que:
17

” desde que fui destinado a este beneficio que hace largo espacio de catorce años, he

oído decir a personas viejas y de reconocida honradez, que la cofradía de Nuestra

Señora de Candelaria, fue creada por los ladinos y haciéndoles ver algunas objecciones

sobre porque no la manejaban ellos, me dijeron que el haberlos puesto bajo la

inspección de los indios fue por ayudarles en algo a la sostención del cura, porque como

eran muy pobres no podían sin ese auxilio soportar esa carga...” 17

En otra parte del escrito, el cura confirmaba la versión de los ladinos acerca de deterioro en que

se encontraban los fondos de la cofradía:

(...) así mismo me consta que los indios la deterioran y se patentiza porque cuando dice

estaba para satisfacer con desahogo las pensiones que han tenido como son: misas

mensuales, solemnes, y los otros gastos necesarios para el culto divino y la presente

para dar de lleno a estas cargas sería necesario para el culto divino gravar más y más la

cofradía y la conclusión por lo poco que ha quedado, lo más es menudencia y así por

esto, como por el mal manejo que han tenido: los préstamos que se hacen nunca los

devuelven(...) por lo cual no hay una persona capaz para que maneje con orden dicha

cofradía por cuyas razones lo considero mejor en poder de los ladinos, puesto que las

miras de ellos es asegurarlo para sostener dicho culto...” 18

El conflicto entre los ladinos e indígenas de Comalapa duró un año. En 1850 las

autoridades civiles recomendaban a la Vicaría Eclesiástica que para emitir un fallo que diera

por concluido el caso, era necesario tomar en consideración la resolución legislativa que regía

para la administración de los fondos de las cofradías.


18

Por consiguiente el fiscal recordaba a la Vicaría Eclesiástica que al Ordinario

Eclesiástico le correspondía velar porque los fondos de las cofradías fueran,

“administrados con pureza y exactitud, de suerte que se lleven los objetos piadosos de

su fundación, independientemente que la cofradía este bajo administración de ladinos ó

de los indígenas, lo demás está fuera de la esfera que alcanza su autoridad

administrativa en correspondencia a este ramo...”19

Seguidamente, insistía en el cumplimiento de las disposiciones que existían para la

administración de los fondos de sus fondos:

“ La real cédula de 15 de octubre de 1805, es la regla o norma que debe guardarse en

cuanto a las cofradías y su observancia es la única que está recomendada a los muy

Reverendos Obispos de estos dominios, principalmente después que se dio la ley de 15

de octubre de 1838 que le da vigor y fuerza de en este Estado. Por consiguiente a los

Jueces Eclesiásticos corresponde solamente hacer que la cofradía de que se trata, se

administre por su respectiva junta, sea de ladinos ó de indíjenas, en la forma en que

previene dha cédula(...) ésta según el art.9º. de la espresada cédula por lo que

corresponde a las autoridades civiles, mayormente tratándose como se trata de los

bienes en que consiste por el orijen de su fundación y cuando por el art.6º.declara que

no se entiendan espiritualizados en tiempo alguno; único caso en que pudiera competir

su conocimiento a esta jurisdicción eclesiástica”.20

Para finalizar, cabe señalar que la Vicaría Eclesiástica emitió la resolución del caso de la

cofradía de Candelaria favor de los ladinos del pueblo de Comalapa y tomando en cuenta las

observaciones de las autoridades civiles.


19

CONCLUSIONES.-

A partir de 1750, el estado español intensificó los ataques contra el patrimonio de

económico de la iglesia. Las reformas borbónicas adoptaron medidas que contribuyeron a

restringir muchos de los beneficios que los curas obtenían de los indios, especialmente

respecto a los fondos de las cofradías. La ofensiva contra las bases económicas de la iglesia,

se incrementó en los primeros años del siglo XIX, al amparo del decretó de Consolidación de

los Vales Reales. Este mecanismo le permitió a la Corona incautar una buena parte de los

bienes de la iglesia en general, y de las cofradías en particular; a pesar que éstas no estaban

incluidas en esa disposición.

La invasión napoleónica a la Península Ibérica, abrió un espacio temporal que permitió a

los grupos liberales, implementar acciones contra el patrimonio y privilegios de la iglesia, que se

pusieron en práctica entre 1812 y 1814. En la década siguiente, al producirse la independencia

de España, la iglesia se las ingenió para conservar sus fueros y privilegios y preservar pura e

inalterable la religión católica.

En Centroamérica, el fracaso de la anexión al Imperio de Iturbide, permitió a los grupos

liberales, instaurar un gobierno federado, que abarcó a los cinco países del área. No obstante,

la Carta Magna de 1824, no fue adversa a los intereses de la iglesia. Mantuvo el reconocimiento

de la religión católica, como oficial, lo cual se hizo extensivo en la Constitución de 1826, que

suscribió Nicaragua como estado federado. Sin embargo los liberales que actuaron en el

escenario político de las naciones centroamericanas durante la primera mitad del siglo XIX,

contemplaron en sus programas medidas anticlericales tales como la desaparición de las


20

órdenes monásticas, abolición de los fueros y privilegios del clero; y terminar con las fuentes de

enriquecimiento de la iglesia.

Durante la primera mitad del siglo XIX en Nicaragua, se realizaron intentos por limitar el

poder económico de la iglesia. Durante el período federal sé decretaron leyes adversas a los

intereses económicos de la iglesia. Las órdenes religiosas fueron expulsadas del país y sus

bienes fueron incautados por el estado. Así mismo, se procedió al arrendamiento de todas las

cofradías que pertenecían a los indios, destinándose una parte de sus réditos para el culto y

la otra, pasó al estado para el fondo de instrucción pública. Por otra parte, se retomó la

obligación que tenían las cofradías de pagar el diezmo, por los productos que cosechaban en

sus tierras.

Los intentos de regulación del estado de los bienes de las cofradías a lo largo de la

primera mitad del siglo XIX no fue una tarea fácil para las clases gobernantes que se toparon,

con la oposición de los párrocos que vieron fortalecido su poder a nivel local después de la

independencia, al producirse el rompimiento de los nuevos estados con Roma.

En Nicaragua, el papel que jugó la institución eclesiástica en apoyo a la legitimidad del

poder de las clases gobernantes en las décadas posteriores a 1821, mediatizó los esfuerzos

del Estado a través de las municipalidades de liquidar los bienes de las cofradías y poder contar

con una fuente de ingresos que les permitiera solventar la asfixiante situación económica que

provocó la anarquía que imperó en el país en las décadas posteriores a la ruptura con España.
21

FUENTES PRIMARIAS.-

Archivo Diocesano de la Ciudad de León. Citado como (AHDL).

Fondos: Cofradías y Juzgado Eclesiástico.

FUENTES HEMEROGRAFICAS.-

Periódico : Rejistro Oficial. Ejemplar empastado correspondiente al año 1846-1847.

Hemeroteca del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica.

FUENTES SECUNDARIAS CITADAS.-

1. Burns, Bradford. “Patriarcas y Pueblo. El Surgimiento de Nicaragua. 1798-1850”.

Traducción y Notas por Frances Kinloch Tijerino. EN: Taller de Historia No.5. Instituto de

Historia de Nicaragua, 1993.

2. Código de la Legislación de la República de Nicaragua en Centroamérica. Comp. por

Jesús de la Rocha. – Managua: Tipografía “El Centro-Americano”, 1873.

3. Fonseca Corrales, Elizabeth. Centroamérica: Su Historia. San José, Costa Rica:

FLACSO_EDUCA, 1996.

4. Fonseca Corrales, Elizabeth. “Economía y Sociedad en Centroamérica (1540-1680). En:

Historia General de Centroamérica. Tomo II, Capítulo II.—San José: FLACSO- Programa

Costa Rica, 1994.

5. “Las Locuras de Granada”. Décimas de Fray Desiderio de la Quadra, 1824. Transcripción,

y Notas Introductorias por Frances Kinloch Tijerino. En: Revista de Historia. No.2. Instituto

de Historia de Nicaragua, 1. Número especial 1992-1993.


22

6. Memoria Con Que El Ministro de Hacienda del Supremo Gobierno del Estado de

Nicaragua Ha Dado Cuenta A La Asamblea Legislativa Del Mismo de la

Administración del Poder Ejecutivo en el Año de 1845. Y parte del de 46. San

Fernando: Imprenta Minerva, julio 1846.

7. Fonseca Salgado, Francisco. Relaciones entre la Iglesia y el Estado Nicaragüense.

Desde el punto de vista jurídico: Concordato 1861. Managua: UCA, 1992. Tésis de

Licenciatura. Facultad de Ciencias Jurídicas.

8. Solórzano, Juan Carlos. “Los años finales de la Dominación Española”. En: Historia

General de Centroamérica. T.II . 2da. Edic.- - San José, Costa Rica: Flacso- Programa

Costa Rica, 1994.

9. Townsed Ezcurra, Andrés. Las Provincias Unidas de Centroamérica.- -San José, Costa

Rica: Editorial Costa Rica, 1973.

10. Zuñiga, Edgar. Historia Eclesiástica de Nicaragua.—2da. Edición- Managua: Hispamer,

1996.
23

NOTAS Y CITAS
1
El capítulo 14 de la Real Instrucción decía: ”se exceptúan de las reglas anteriores las cofradías que sean
puramente de indios, pues no se han de enajenar sus bienes y propiedades, ni hacerse con ellos la menor
novedad”. En: Historia de los pueblos indígenas de México. De la Costa a la Sierra. Las huastecas:1750-1900.
A su vez tomado de: Solano Francisco. (Comp). Cedulario de Tierras(1497-1820). México:UNAM,1984. p.520.
2
AHDL. Fondo Cofradías. Exp.1810.
3
Después de la Independencia, la iglesia desempeñó un rol importante en la organización de la vida cotidiana
de los pueblos centroamericanos. En el caso de Nicaragua el papel de la iglesia en la organización de la
sociedad fue más fuerte, las élites tanto conservadoras como liberales(debido a su fragilidad política),
mantuvieron relaciones armoniosas y de mutua colaboración con la Iglesia Católica, lo cual no sucedió en los
demás Estado centroamericanos. En las constituciones políticas promovidas por ambos partidos, el catolicismo
gozaba de privilegios como religión oficial del Estado y los clérigos ocupaban puestos de importancia en los
gobiernos de ambos signos ideológicos”.(Bradford Burns. Patriarcas y Pueblo. El Surgimiento de Nicaragua.
1798-1850. Trad. Y Notas de Frances Kinloch. En: Talleres de Historia,No.5. Instituto de Historia de Nicaragua,
1993. p.12)
4
El texto completo de la moción quedó de la siguiente manera:”1º. Se exigirá por una sola vez la contribución
de siete por ciento sobre el valor líquido de todas las fincas pertenecientes a comunidades eclesiásticas,
seculares y regulares, e igual cantidad se exigirá en los mismos términos de los fondos correspondientes a
cofradías, hermandades y obras pías, con excepción, solamente, de aquellos que estén destinados a la
instrucción pública y al sostenimiento de los hospitales.2º.El Gobierno excitará el celo de los Prelados
eclesiásticos a fin de por su parte concurran facilitando los auxilios propios de sus facultades y de que los
Intendentes puedan necesitar para que sin perder momento, y con la actividad que exigen las circunstancias se
lleve a cabo en todas las Provincias Unidas la contribución decretada en el artículo precedente.3º. Con igual
mira dispondrá el gobierno se forme la correspondiente instrucción sobre las reglas que deberán observarse en
todo lo que concierne a la fijación de la cuota que debe exigirse por cada posesión de las que resulten
afectadas a la contribución, y la que corresponda a las cofradías y hermandades de cualesquiera clase, para
que obteniendo la aprobación de la Asamblea surta sin demora los efectos correspondientes”. En: (Towsend E.,
1973:374)
5
AHDL. Cofradías. Exp. 1827.
6
ibid
7
ibid.
8
ibid.
9
El texto íntegro del decreto puede consultarse en: Código de la Legislación de la República de Nicaragua en
Centroamérica. Comp. Por el Lic. Jesús de la Rocha.—Managua: Imprenta de “El Centroamericano”, 1873. pp .
373-374.
10
“Resolución Lejislativa de 29 de mayo de 1830, mandando que se dé en arrendamiento la cofradía del
Rosario de Granada. Consecuente al reclamo que hicieron los cofrades de la hermandad del Rosario de esta
ciudad, tuvo a bien pasarlo a la comisión de Justicia i Negocios Eclesiástico, quien espuso lo que sigue: La
comisión de justicia i negocios eclesiásticos, consecuente con la nota del Gobierno i documento que acompaña
sobre la cofradía del Rosario los ha examinado con detención por : por ella se deduce que la enunciada
cofradía aunque ha sido gobernada por los frailes guardianes del Convento de San Francisco, no perteneció a
los bienes de los monasterios; por lo tanto la comisión es de sentir: que dicha cofradía se ponga en
arrendamiento por la mejor postura, asegurando con fiadores, i que sus réditos después de dejar lo necesario
para el culto de la imajén se introduzca el resto en el tesoro nacional de los fondos del convento para la
enseñanza pública de cuya ejecución deberá cuidar el gobierno. Esto mismo debe observarse en todas las
cofradías que hai en el Estado, i que en el antiguo Gobierno Español llamaron de indios”. ( De la Rocha, 1873:
379).
11
Registro Oficial, No.80. 12 de septiembre de 1846.” Informe del Prefecto del Departamento Meridional al
Señor Ministro de Relaciones del Supremo Gobierno del Estado. Rivas, 14 de julio de 1846”.
12
Ibid.
13
Registro Oficial. León, Sábado 10 de Enero de 1846. No.51.
14
Memoria con que el Ministro de Hacienda del Supremo Gobierno del Estado de Nicaragua, ha dado cuenta a
la Asamblea Legislativa del mismo de la Administración Económica del Poder Ejecutivo en el año de 1845. Y
parte del de 46. San Fernando: Imprenta Minerva, julio 1846. P.2
15
Informe del prefecto ... ibid.
16
Registro Oficial, No.67. 2 de mayo de 1846.”Discurso del Supremo Director José León Sandoval”.
17
AHDL. Cofradías. Exp. 1849-1850.
18
Ibid.
19
Ibid.
20
Ibid.

También podría gustarte