Tras el auge de la eficiencia entre 1975 y 1985, la industria
automotriz experimentó un período de estancamiento similar al que se produjo entre el Modelo T y los primeros años de la década de 1970. Desde mediados de los años 80 hasta principios de los 2000, la eficiencia automotriz alcanzó su máximo y la disminución fue leve. Este estancamiento probablemente fue el resultado de una nueva tecnología utilizada para maximizar la potencia. La incorporación de la electrónica aumentó el peso de los automóviles, ya que los extensos mazos de cables y los nuevos sistemas electrónicos resultaron ser pesados, lo que en definitiva disminuyó la eficiencia media de los vehículos. Sin embargo, a principios de la década de 2000, un nuevo tipo de automóvil prometía revolucionar la industria automotriz: los vehículos eléctricos.
Los vehículos eléctricos (EV) vienen en una variedad de
configuraciones:
- Vehículos eléctricos totalmente híbridos (FHEV)
- Vehículos eléctricos con enchufe
- Vehículos totalmente eléctricos (FEV), también conocidos
como vehículos eléctricos con baterías (BEV)
Obviamente, los vehículos que utilizan una fuente de energía
alternativa están obligados a reducir las emisiones de carbono asociadas a los automóviles de motor de combustión interna. También aumentan el promedio de millas por galón, con lo que se incrementa la eficiencia de toda la industria. El aumento de los vehículos híbridos y totalmente eléctricos en los últimos 15 años nos trajeron al mundo actual, donde algunas de las empresas automotrices más influyentes se ocupan de establecer récords de eficiencia.