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LA REPARACIÓN INTEGRAL EN LA CORTE INTERAMERICANA DE

DERECHOS HUMANOS APLICADA A LOS CASOS COLOMBIANOS

Presentado por:
Jesús Eduardo Sanabria Moyano
Código: 3000715

Universidad Militar Nueva Granada


Dirección de Posgrados
Maestría en Derecho Público Militar
Bogotá D.C. 2018
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LA REPARACIÓN INTEGRAL EN LA CORTE INTERAMERICANA DE
DERECHOS HUMANOS APLICADA A LOS CASOS COLOMBIANOS

Presentado por:
Jesús Eduardo Sanabria Moyano
Código: 3000715

Trabajo de Grado para optar por el título de Magister en Derecho Público Militar

Presentado a:
Dra. Fernanda Navas-Camargo

Universidad Militar Nueva Granada


Dirección de Posgrados
Maestría en Derecho Público Militar
Bogotá D.C. 2018

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TABLA DE CONTENIDO
RESUMEN ......................................................................................................................... 4
PALABRAS CLAVES: ...................................................................................................... 4
ABSTRACT ....................................................................................................................... 4
KEY WORDS .................................................................................................................... 5
INTRODUCCIÓN.............................................................................................................. 5
CAPITULO I
CRITERIOS DE LA CORTE INTERAMERICANA EN MATERIA DE REPARACIÓN. 8
1.1 Obligación de reparación en la Corte Interamericana de Derechos Humanos ..... 8
1.2 La víctima como sujeto de reparación................................................................ 11
1.3 Elementos para una reparación integral ............................................................ 15
1.3.1 Daño material ............................................................................................. 18
1.3.2 Daño inmaterial.......................................................................................... 21
CAPITULO II
REPARACIONES ORDENDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA EN LOS
CASOS COLOMBIANOS. ............................................................................................... 27
2.1 Casos individuales: ............................................................................................ 27
2.2 Masacres perpetradas en el Estado colombiano y su relación indemnizatoria: .. 40
CAPITULO III
IMPLICACIONES DE LOS CRITERIOS DE REPARACIÓN EN EL ESTADO
COLOMBIANO ............................................................................................................... 58
3.1 Avance normativo y jurisprudencial. ................................................................. 59
3.1.1 Ley de Justicia y Paz. ................................................................................. 59
3.1.2 Ley de Víctimas y Restitución de Tierras ................................................... 62
3.1.3 Implicaciones en las decisiones del Consejo de Estado. ............................... 64
3.2 La reparación como criterio de transformación ................................................. 71
CONCLUSIONES ............................................................................................................ 73
REFERENCIAS ............................................................................................................... 80

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RESUMEN

El artículo aborda el desarrollo de la pregunta ¿Cuál ha sido la aplicación de los criterios


de reparación integral desarrollados por la Corte IDH en los casos colombianos? Además
del objetivo de determinar la aplicación de las medidas que componen la reparación
integral como obligación convencional en los casos decididos por la Corte IDH, respecto
de Colombia. El cumplimiento de dicho objetivo se consiguió a partir de una
investigación cualitativa, básica y jurídica, que utiliza el método analítico deductivo e
inductivo, y centra su análisis -como fuente principal- en la jurisprudencia de la Corte
IDH, que permitieron la identificación de estándares en materia de reparación integral.
Obteniendo como resultado que las medidas otorgadas se dividen en indemnización,
restitución, satisfacción, rehabilitación y no repetición y su aplicación varía dependiendo,
si el caso se relaciona con la violación a los derechos humanos a una persona o a un grupo
de personas.

PALABRAS CLAVES:
Reparación integral; Corte Interamericana de Derechos Humanos; restitución;
indemnización; satisfacción; no repetición; rehabilitación.

ABSTRACT

The article addressed the development of the question, which has been the application of
the criteria of integral reparation development by the I/A Court H.R. in Colombian cases?
In addition to the objective of determine the application of the measures included in the
integral reparation as conventional obligation in the cases decided by the I/A Court H.R.,
respect Colombia. The fulfilment of the objective was obtained through the development
of qualitative, basic and juridical research, that uses analytical inductive and deductive
method, and center its study -as principal font- in the jurisprudence of I/A Court H.R.,
which allowed the identification of the standards in terms of integral reparation. Obtaining
as result, that the measures granted are divided into compensation, restitution,
satisfaction, rehabilitation and non- repetition, and its application vary depending, if the
case is related with the violation of human rights of one person or a group of persons.
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KEY WORDS
Integral reparation; Inter-American Court of Human Rights; restitution; compensation;
satisfaction; non- repetition; rehabilitation.

INTRODUCCIÓN

Cuando un Estado miembro de la Organización de los Estados Americanos decide ser


parte de la Convención Americana sobre Derechos Humanos se obliga regionalmente a
respetar y garantizar los derechos humanos reconocidos en ella, así como integrar en la
jurisdicción interna los estándares establecidos en materia de protección de derechos
humanos por los órganos del Sistema Interamericano. En caso de no cumplimiento por
parte del Estado, la persona afectada podrá acudir en primera instancia, ante la Comisión
Interamericana y luego ante la Corte Interamericana con el fin de que se declare la
responsabilidad internacional del Estado y, por tanto, solicitar una reparación conforme a
los requisitos del Derecho Internacional y los criterios desarrollados por el Sistema
Interamericano.

Es por lo anterior, que la Convención Americana sobre Derechos Humanos contiene en


su artículo 63.1 la obligación de los Estados a reparar las violaciones a los derechos
humanos cuando se declara su responsabilidad internacional por la comprobación de un
hecho ilícito, trayendo como consecuencia el deber de reparar integralmente, en la medida
de lo posible, los efectos directos e indirectos de la violación. Es de anotar, que el Estado
no puede hacer uso y/o emplear su derecho interno, para modificar, suspender o no
cumplir con su obligación internacional.

En este orden de ideas, el presente documento aborda el desarrollo de la pregunta ¿Cuál


ha sido la aplicación de los criterios de reparación integral desarrollados por la Corte IDH
en los casos colombianos? Además del objetivo de determinar la aplicación e implicación
en el ordenamiento jurídico interno de Colombia de las medidas que componen la
reparación integral como obligación convencional en los casos decididos por la Corte
IDH.

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En este sentido, para determinar las reparaciones correspondientes a violaciones de
derechos humanos se requiere evaluar factores individuales y colectivos, puesto que las
implicaciones de resarcir el daño causado son trascendentales para las consecuencias y
efectos que se puedan generar. Al respecto, es más fácil ordenar medidas que permitan
satisfacer el daño de una víctima en concreto y su núcleo familiar, que crear y otorgar las
medidas generales para un colectivo de víctimas, dónde se han presentado múltiples
violaciones a los derechos humanos. Es evidente que, en los primeros casos, las
reparaciones cuando son cumplidas por el Estado tendrán un efecto directo y favorable
sobre la víctima y será más fácil terminar sus consecuencias. Mientras tanto, en los casos
colectivos para el cumplimiento de las medidas de reparación, generalmente implica
cambios institucionales para el Estado, además de involucrar a diferentes órganos
internos, que en algunos casos deben iniciar desde la búsqueda e identificación de la
víctima hasta la creación de programas especiales para dar cumplimiento de las medidas
ordenadas, por lo cual, la trascendencia y las consecuencias de la reparación no se podrán
medir de igual forma que en un caso individual.

De todas formas, el tribunal interamericano siempre debe hacer una valoración integral
entre los hechos, las aflicciones individuales, familiares y sociales que pueden perdurar o
no en el tiempo y las víctimas directas e indirectas como sus beneficiarios, además de las
capacidades del Estado para cumplir, al momento de determinar las medidas idóneas de
reparación (Núñez & Zuluaga, 2012, p. 214).

Por otro lado, la metodología aplicada en el presente trabajo tiene como referencia el
desarrollo de una investigación jurídica y básica, debido que se tiene como finalidad
ampliar y profundizar el conocimiento de la realidad práctica, interpretativa y valorativa
que hacen los jueces de la Corte Interamericana, con el fin de ayudar a la construcción
del saber científico denominado Estándares de Reparación Integral en el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. Asimismo, será cualitativa, ya que se busca
interpretar, comprender, descomponer y destacar el objeto de estudio y relacionarlo con
la valoración a las reparaciones que son otorgadas a las víctimas en los casos del sistema
interamericano, en específico en los dieciséis casos colombianos.

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Entre tanto, los métodos base serán el analítico, el cual permitirá la comparación de lo
trabajado por la Corte Interamericana en la fase de forma y fondo. Primero desde la
deducción, tomando como fundamento los precedentes de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en materia de reparaciones, lo que ayudará a describir los
conocimientos generales y compartimentados existentes a hoy; así como el acercamiento
a conclusiones primarias – apriorísticas -.

No obstante, lo que se busca en sí a través de la inducción – método inductivo – es el


estudio en conjunto, ordenado, estratégico e interrelacionado de las aproximaciones
sistémicas hechas por la Corte Interamericana en referencia a los criterios de reparación
que es el tema y objeto de estudio de la investigación. Con el fin de establecer inferencias
lógicas como producto de una labor investigativa – método científico – que permitirá al
producto final ser un referente de consulta.

En este orden de ideas, el objetivo principal abordado en la presente investigación fue


identificar los criterios de reparación que han ordenado en favor de las víctimas en los
Casos Colombianos, para ello, primero se realizó un estudio de los criterios
jurisprudenciales que ha desarrollado la Corte Interamericana en materia de reparación,
para luego realizar una descripción de las reparaciones en los casos Colombianos y así
identificar los criterios que a nivel del Sistema Interamericano se han aplicado en las
sentencias de Colombia.

En conclusión, el presente trabajo trata de una investigación jurídica, básica y cualitativa,


que utiliza el método analítico deductivo e inductivo. Que parte de la descripción de
fuentes jurisprudenciales que hacen alusión directa los criterios de reparación integral.
Proceso metodológico que logrará dar respuesta a la pregunta problema, y además a la
consecución del objetivo general.

A manera de colofón, el presente trabajo se divide en tres acápites, el primero de ellos


describirá los criterios de reparación a través del precedente de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, el segundo, aborda las reparaciones ordenadas en los casos
Colombianos, teniendo en cuenta un recorrido histórico partiendo de la evolución de la
Corte Interamericana al conceder las medidas de reparación y de otro lado, el contexto de
las violaciones a los derechos humanos caracterizados en los casos que han llegado a
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instancia de la Corte Interamericana, y por último, se realizará un descripción del impacto
de las reparaciones en el marco jurídico interno colombiano.

CAPITULO I
CRITERIOS DE LA CORTE INTERAMERICANA EN MATERIA DE
REPARACIÓN.

1.1 Obligación de reparación en la Corte Interamericana de Derechos Humanos

El concepto de reparación como elemento de las obligaciones internacionales de los


Estados, surge en el Sistema Interamericano, a partir de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, la cual señala en su artículo 63 numeral 1:

Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en esta


Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su
derecho o libertad conculcados. Dispondrá, asimismo, si ello fuera procedente,
que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la
vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte
lesionada (OEA, 1969, art., 63.1).

La Corte Interamericana, como máximo intérprete de la Convención Americana, en


relación con esta disposición, considera que es una norma consuetudinaria que constituye
uno de los principios fundamentales del Derecho Internacional contemporáneo sobre la
responsabilidad de un Estado (Corte IDH., 2001, párr. 62; 2010, párr., 203). Lo anterior,
porque implica que todo incumplimiento de una obligación internacional atribuible a un
agente estatal y su consecuente violación a un derecho humano comporta el deber de
repararlo adecuadamente.

En este sentido, para la Corte Interamericana, al producirse un hecho ilícito imputable al


Estado surge la responsabilidad internacional de éste por violación de una norma
internacional y, con motivo de esta responsabilidad, nace para el Estado una obligación
jurídica nueva, que consiste en la obligación de reparar (Corte IDH., 1998, párr.40).

En relación con el fin que representa el otorgar una reparación, ésta consiste en
desaparecer los efectos de las violaciones que han sufrido las víctimas, y para determinar
su naturaleza y su monto dependen del daño ocasionado en la esfera material como
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inmaterial (Corte IDH., 2006, párr. 175). Por ende, la reparación a imponer debe tener un
nexo causal con los hechos del caso, las violaciones declaradas, los daños acreditados, así
como las medidas solicitadas tanto por la Comisión Interamericana como por las víctimas
o sus representantes. Por tanto, la Corte Interamericana tiene el deber de observar dicha
concurrencia de elementos para pronunciarse no solo debidamente sino conforme a
derecho (Corte IDH., 2008, párr. 110).

Para el doctrinante Héctor Faúndez, siguiendo al antiguo juez Cançado Trindade, describe
que las reparaciones por violaciones a los derechos humanos proporcionan a las víctimas
tan sólo los medios adecuados para soportar su sufrimiento (Faúndez, 2004, p. 802), ya
que las mismas no representan un punto final a lo ocurrido, sino solamente evitan que se
agraven sus consecuencias por la indiferencia del medio social, por la impunidad, o por
el olvido. Por lo tanto, las reparaciones revisten un doble significado: “a) proveer
satisfacción a las víctimas, o a sus familiares, cuyos derechos han sido violados, y b)
restablecer el orden jurídico quebrantado por dichas violaciones” (Faúndez, 2004, p. 803).

Por consiguiente, se podría afirmar que las reparaciones ordenadas por la Corte
Interamericana por violaciones a los derechos humanos buscan satisfacer dos factores:
uno individual que busca reparar el perjuicio sobre la víctima directa y a cada miembro
de su familia como víctimas indirectas; y de otro lado, el factor colectivo que afecta a la
sociedad en general y a los conjuntos que la conforman (Nash, 2009, p. 39; Corte IDH.,
2001, párr. 40).

Por lo anterior, la aplicación del precepto convencional de la obligación contenida en el


artículo 63.1 implica para el Estado, no solo el cumplimiento de otorgar una justa
indemnización para las víctimas, sino que representa el deber de reparar, incluyendo la
garantía de que los hechos y situaciones que generaron la violación no vuelvan a
presentarse (Corte IDH., 1993, párr. 46).

Por consiguiente, la Corte Interamericana en caso de que declare la responsabilidad


internacional del Estado por la violación a un derecho humano contenido en la
Convención Americana, no sólo determinará un monto de indemnización a pagar para las
víctimas, sino que, incluye la imposición de una serie de medidas concretas con el fin de
reparar las consecuencias de su acto ilícito. Es decir, que la indemnización se puede

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constituir en un elemento de la reparación que ordena la Corte Interamericana, pero no es
la única medida que el Estado responsable debe asumir para cumplir con su deber de
reparación (Corte IDH., 1993, párr. 54; 1999., párr. 32).

En efecto, la obligación del Estado de conceder el pago de una indemnización, no lo


releva de su obligación de adoptar todas las medidas indispensables para garantizar el
pleno goce y ejercicio de los derechos humanos dentro de su jurisdicción. Dichas
medidas, por ejemplo, buscan evitar la impunidad, y específicamente cumplir con su
deber de investigar y sancionar a los responsables de una violación de derechos humanos.

Se podría indicar que la indemnización corresponde a un elemento que integra la


reparación, en consecuencia, es pertinente resaltar que en un sistema de protección de los
derechos humanos, tanto las reparaciones como las indemnizaciones desempeñan un
papel de trascendental importancia; la indemnización a la víctima o a quienes le sucedan
en sus derechos, que tiene el propósito de compensar el daño causado en una proporción
económica equivalente, no puede excluir la adopción de otras medidas reparadoras, de
carácter no pecuniario, y cuya función representa que los hechos generadores de la
violación vuelvan a presentarse, además de asegurar el cumplimiento a las obligaciones
internacionales asumidas por el Estado en cuanto al respeto y garantía de los derechos
humanos.

En criterio de la Corte Interamericana, la reparación prevista en el art. 63 N° 1 de la


Convención Americana tiende a resarcir las consecuencias que el acto ilícito generó en la
víctima, o en sus familiares o allegados. Sin embargo, aunque la víctima renuncie a recibir
la indemnización que le fue otorgada, el compromiso para el Estado sigue vigente en
cuanto a la investigación los hechos, enjuiciamiento y sanción de los responsables de las
violaciones, con ello se asegura el orden jurídico de protección de derechos humanos de
los Estados parte de la Convención Americana (Corte IDH., 1998, párr. 72; 1997., párr.
95 y 97).

En virtud de lo anterior, la Corte Interamericana ha tenido diversos avances


jurisprudenciales respecto de las reparaciones inmateriales, en los cuales ha reflejado la
necesidad de no recurrir al dinero o de ver a la víctima únicamente como un bien
económico. Así pues, en palabras del juez Antônio A. Cançado Trindade señala:

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El día en que la labor de determinar reparaciones debidas a las víctimas de
violaciones de derechos humanos fundamentales se redujese exclusivamente a
una simple fijación de compensaciones en la forma de indemnizaciones, ya no
se necesitaría del conocimiento pacientemente adquirido, asimilado y
sedimentado a lo largo de años de lecturas, estudios y reflexión: para eso bastaría
una máquina calculadora. El día en que esto ocurriese, que espero que nunca
llegue, - la propia labor de un tribunal internacional de derechos humanos estaría
irremediablemente desprovista de todo sentido. La Convención Americana, por
el contrario, posibilita, y requiere, que se amplíen, y no se reduzcan, las
reparaciones, en su multiplicidad de formas. La fijación de las reparaciones debe
basarse en la consideración de la víctima como ser humano integral, y no en la
perspectiva degradada de “hombre económico” de nuestros días. (Corte IDH,
2001a, voto razonado en: párr. 37).

De lo anterior, se colige que la obligación contenida en el art. 63 N° 1 de la Convención


Americana, permite abrir un horizonte bastante amplio para que la Corte Interamericana
estudie las medidas de reparación más idóneas y adecuadas aplicables a cada caso en
específico (López, 2009), las cuales son determinadas a partir de las pretensiones que son
presentadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y los Representantes
de Víctimas, teniendo en cuenta los criterios fijados en su jurisprudencia en relación con
la naturaleza y alcance de la obligación de reparar, con el objeto de disponer las medidas
dirigidas a subsanar los daños ocasionados en las víctimas.

Por ende, las expectativas de las víctimas son también un aspecto clave en la construcción
de cualquier decisión sobre la reparación, ya que lo que es reparador no depende tanto de
la medida en sí, sino de cómo se articule con el impacto, sus necesidades o procesos. En
términos jurídicos, eso implica que, en el momento de plantear las medidas de reparación,
se debe realizar un estudio acucioso para determinar de manera precisa, los daños de
cualquier naturaleza que han sufrido las víctimas directas e indirectas, como resultado de
la violación. Precisamente, es a través de la valoración del daño que se puede llegar a
determinar la medida de reparación en el sistema interamericano. Por tanto, es un
indicador para orientar ese aspecto del litigio y para prevenir posibles efectos negativos
de medidas inadecuadas de reparación.

1.2 La víctima como sujeto de reparación

Surge entonces la necesidad de mencionar el concepto de víctima contemplado en el


Sistema Interamericano (Mejía, 2005; López, 2009; Navarrete, 2015), el cual debe

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entenderse por víctima o lesionado aquella persona sobre la cual "recaen directamente los
efectos del desconocimiento de las normas de los derechos humanos. La víctima es
entonces, aquella persona que sufre las consecuencias de la relación causal entre un hecho
dañino y sus efectos nocivos" (Acosta, 2003, p.77). En otras palabras, la víctima de una
violación de los derechos humanos es aquella que ha sufrido un daño (Henao, 1998, p.
84).

En el reglamento de la Corte Interamericana el término de víctima lo señala como "la


persona cuyos derechos han sido violados de acuerdo a la sentencia proferida por la
Corte" (Corte IDH, 2009, art. 2), lo que permite entender que antes de emitir sentencia,
la Corte Interamericana utiliza la expresión presunta víctima que significa “la persona de
la cual se alega han sido violados los derechos protegidos en la Convención o en otro
tratado del Sistema Interamericano” (Corte IDH, 2009, art. 2). En otras palabras, víctima
es aquella persona a la cual la Corte Interamericana le ha reconocido un daño o afectación
(López, 2009).

Por ello, la presunta víctima directa como indirecta, así como los posibles beneficiarios
de las medidas de reparación, adquieren un papel importante en el procedimiento ante el
Sistema Interamericano, porque a través de su representante podrán solicitar las medidas
que consideren idóneas ante la Corte IDH a través del documento denominado “Escrito
de solicitudes argumentos y pruebas” (García, 2008).

De este modo, surge el interés para de la Corte Interamericana antes de ordenar las
medidas de reparación, en contar, en lo posible con la plena identificación e
individualización de las víctimas o de la parte lesionada en cada caso. Ello implica, tener
en cuenta las víctimas presentadas por la Comisión Interamericana y los Representantes
de las víctimas. Sin embargo, en los casos relacionados con masacres, el tener el pleno
conocimiento de las víctimas beneficiarias de las medidas de reparación, adquiere mayor
complejidad, debido a la naturaleza de las violaciones. En estos casos surge la obligación
para el Estado demandado, el deber de iniciar todos los procesos necesarios, tendientes a
la identificación e individualización de la parte lesionada quienes serán los beneficiarios
de las medidas de reparación.

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Para tal efecto, el reglamento de la Corte Interamericana dispone en su artículo 35
numeral 2 la posibilidad de considerar víctima o no, a las que no se encuentran
identificadas: “Cuando se justificare que no fue posible identificar a alguna o algunas
presuntas víctimas de los hechos del caso por tratarse de casos de violaciones masivas o
colectivas, el Tribunal decidirá en su oportunidad si las considera víctimas” (Corte IDH,
2009, art. 35.2).

Un ejemplo de la aplicación de la anterior disposición se puede observar en la Sentencia


del caso Masacres de El Mozote y Lugares Aledaños, la Corte Interamericana conoce en
este caso de las violaciones ocurridas en el marco del conflicto armado de la República
de El Salvador durante la década de 1980, donde sucedieron ejecuciones colectivas a
cargo de las fuerzas militares del Estado y otros grupos de autodefensa contra la población
civil rural que se sospechaban por ser insurgentes (Corte IDH., 2012, párr.62). Durante
los días 11 y 13 de diciembre de 1981, una brigada del ejército salvadoreño con ayuda de
la fuerza aérea, realizaron masacres en siete localidades sucesivamente en la región del
Mozote (Corte IDH., 2012, párr. 128). Bajo este contexto, para los representantes de las
víctimas como para la Comisión Interamericana e incluso para la Corte Interamericana,
representaba una tarea titánica el contar con la lista definitiva de las víctimas del caso,
por tanto, la Corte consideró que se justificaba razonablemente la aplicación de la
excepción prevista en el artículo 35.2 del Reglamento con el efecto de incluir a otras
personas como víctimas aun cuando no hayan sido previamente identificadas e
individualizadas por la Corte, por la Comisión Interamericana o por los representantes
(Corte IDH., 2012, párr.310).

En consecuencia, ordenó al Estado de El Salvador que en el plazo de un año, contado a


partir de la notificación de la sentencia, presente los resultados de la identificación de las
víctimas ejecutadas; las víctimas sobrevivientes; los familiares de las víctimas ejecutadas;
y las víctimas desplazadas forzadamente, de las masacres de El Mozote y lugares
aledaños, en el marco del sistema creado por el Estado, denominado "Registro Único de
Víctimas y Familiares de Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos
durante la Masacre de El Mozote", a fin de que dichas personas puedan solicitar y recibir
las reparaciones que la Corte Interamericana ordenó en la sentencia (Corte IDH., 2012,
párr.310).

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Cabe resaltar que la Corte Interamericana ha precisado en su jurisprudencia que el titular
de la reparación de los daños materiales e inmateriales es la víctima de la violación, y que
éste derecho se trasmite por sucesión a sus herederos, quienes son considerados
beneficiarios. Asimismo, ha indicado que no sólo los herederos de una víctima pueden
ser considerados sus beneficiarios, sino también aquellas personas que, sin ser sucesores
de ésta, han sufrido alguna afectación consecuencia del hecho ilícito (Corte IDH., 1993,
párr.67).

Bajo este criterio, para otorgar reparaciones por concepto de daño material respecto de
terceros, la Corte Interamericana ha señalado que los familiares de la víctima o los
terceros, en algunas situaciones, pueden reclamar una reparación, fundándose en un
derecho propio. Siempre y cuando puedan demostrar ciertas condiciones para acceder a
la reparación, estas son: La víctima debe haber efectuado habitualmente prestaciones a
favor del tercero; la relación entre la víctima y el tercero debió ser de modo tal que permita
suponer que habría continuado en el tiempo; y debe haber tenido una necesidad
económica que por lo general era cubierta por la víctima (Corte IDH., 1998a, párr.59;
1996a, párr. 43-46; 1996b, párr.63-65; 1997a, párr. 60-61; 1998, párr. 50).

Por último, es pertinente mencionar que la solicitud de medidas de reparación por parte
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos debe hacerse en el informe de
Sometimiento del Caso ante la Corte, de igual forma, para los representantes de las
víctimas debe hacerse en el escrito de solicitudes argumentos y pruebas, momento
procesal oportuno para solicitar las respectivas medidas de reparación, de lo contrario
serán extemporáneas y no serán consideradas por la Corte Interamericana (Corte IDH.,
2012, párr.377).

A manera de colofón, la obligación de reparar para los Estados que son parte de la
Convención Americana y que han otorgado la competencia a la Corte Interamericana,
irradia deberes tanto para las víctimas como para la Comisión Interamericana y para el
Estado denunciado. Por un lado, para las víctimas y sus representantes, así como para la
Comisión Interamericana, tendrán que presentar en sus primeros escritos ante la Corte
Interamericana, la solicitud de reparación integral incluyendo las medidas que consideren
necesarias y con las cuales las víctimas sientan a satisfacción la reparación del daño
sufrido. Por otra parte, para la Corte Interamericana surge el deber de analizar e identificar
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el nexo de causalidad con los hechos del caso, las violaciones declaradas, los daños
acreditados, así como las medidas solicitadas tanto por la Comisión Interamericana como
por las víctimas o sus representantes. Y por último, para el Estado el deber de
implementarlas y aplicarlas conforme a lo ordenado en la sentencia y al seguimiento
periódico que realiza la Corte Interamericana.

Debido a lo anterior, se hace pertinente describir los elementos de la reparación integral


otorgados por la Corte Interamericana e identificar las medidas que han sido ordenadas
en cada uno de los elementos que la integran.

1.3 Elementos para una reparación integral

La Corte Interamericana cómo órgano jurisdiccional de protección de derechos humanos


que se encuentra en constate desarrollo y en permanente búsqueda de la protección más
amplia para las víctimas, ha tenido diferentes cambios en el proceso de la evolución de
las medidas de reparaciones ordenadas por la Corte Interamericana, iniciando por la
reparación otorgada como medidas de compensación (Ríos, 2005, p.8) e indemnización
dentro de los criterios de daño material e inmaterial y la obligación de investigar
(Saavedra, 2013, p.14) para que los hechos no queden en la impunidad, hasta la
implementación del estándar de reparación integral que incluye diferentes medidas
complementarias con el fin de que la reparación tenga un impacto efectivo en el
restablecimiento de los derechos humanos conculcados en las víctimas.

En cumplimiento de dicha función, ha incorporado y aplicado criterios establecidos del


derecho internacional de los derechos humanos, específicamente de las Naciones Unidas,
en la cual desde el año 2005, se aprobaron por parte de la Asamblea General los
“Principios y Directrices relativos a los derechos de las víctimas en casos de violaciones
de derechos humanos y derecho internacional humanitario”. En este sentido, según los
Principios de Naciones Unidas que buscan satisfacer la obligación de reparación, se deben
incorporar los elementos de restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y
garantías de no repetición (ONU, 2005). Los cuales los desarrolla de la siguiente forma:

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19. La restitución, siempre que sea posible, ha de devolver a la víctima a la
situación anterior a la violación manifiesta de las normas internacionales de
derechos humanos o la violación grave del derecho internacional humanitario. La
restitución comprende, según corresponda, el restablecimiento de la libertad, el
disfrute de los derechos humanos, la identidad, la vida familiar y la ciudadanía, el
regreso a su lugar de residencia, la reintegración en su empleo y la devolución de
sus bienes.
20. La indemnización ha de concederse, de forma apropiada y proporcional a la
gravedad de la violación y a las circunstancias de cada caso, por todos los
perjuicios económicamente evaluables que sean consecuencia de violaciones
manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos o de violaciones
graves del derecho internacional humanitario, tales como los siguientes: a ) El
daño físico o mental; b) La pérdida de oportunidades, en particular las de empleo,
educación y prestaciones sociales; c ) Los daños materiales y la pérdida de
ingresos, incluido el lucro cesante; d ) Los perjuicios morales; e ) Los gastos de
asistencia jurídica o de expertos, medicamentos y servicios médicos y servicios
psicológicos y sociales.
21. La rehabilitación ha de incluir la atención médica y psicológica, así como
servicios jurídicos y sociales.
22. La satisfacción ha de incluir, cuando sea pertinente y procedente, la totalidad
o parte de las medidas siguientes: a ) Medidas eficaces para conseguir que no
continúen las violaciones; b ) La verificación de los hechos y la revelación pública
y completa de la verdad, en la medida en que esa revelación no provoque más
daños o amenace la seguridad y los intereses de la víctima, de sus familiares, de
los testigos o de personas que han intervenido para ayudar a la víctima o impedir
que se produzcan nuevas violaciones; c) La búsqueda de las personas
desaparecidas, de las identidades de los niños secuestrados y de los cadáveres de
las personas asesinadas, y la ayuda para recuperarlos, identificarlos y volver a
inhumarlos según el deseo explícito o presunto de la víctima o las prácticas
culturales de su familia y comunidad; d ) Una declaración oficial o decisión
judicial que restablezca la dignidad, la reputación y los derechos de la víctima y
de las personas estrechamente vinculadas a ella; e ) Una disculpa pública que
incluya el reconocimiento de los hechos y la aceptación de responsabilidades; f )
La aplicación de sanciones judiciales o administrativas a los responsables de las
violaciones; g ) Conmemoraciones y homenajes a las víctimas; h ) La inclusión
de una exposición precisa de las violaciones ocurridas en la enseñanza de las
normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional
humanitario, así como en el material didáctico a todos los niveles. 23. Las
garantías de no repetición han de incluir, según proceda, la totalidad o parte de las
medidas siguientes, que también contribuirán a la prevención: a ) El ejercicio de
un control efectivo por las autoridades civiles sobre las fuerzas armadas y de
seguridad; b ) La garantía de que todos los procedimientos civiles y militares se
ajustan a las normas internacionales relativas a las garantías procesales, la equidad
y la imparcialidad; c ) El fortalecimiento de la independencia del poder judicial; d
) La protección de los profesionales del derecho, la salud y la asistencia sanitaria,
la información y otros sectores conexos, así como de los defensores de los
derechos humanos; e ) La educación, de modo prioritario y permanente, de todos
los sectores de la sociedad respecto de los derechos humanos y del derecho
internacional humanitario y la capacitación en esta materia de los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley, así como de las fuerzas armadas y de
seguridad; f ) La promoción de la observancia de los códigos de conducta y de las
normas éticas, en particular las normas internacionales, por los funcionarios

16
públicos, inclusive el personal de las fuerzas de seguridad, los establecimientos
penitenciarios, los medios de información, el personal de servicios médicos,
psicológicos, sociales y de las fuerzas armadas, además del personal de empresas
comerciales; g ) La promoción de mecanismos destinados a prevenir, vigilar y
resolver los conflictos sociales; h ) La revisión y reforma de las leyes que
contribuyan a las violaciones manifiestas de las normas internacionales de
derechos humanos y a las violaciones graves del derecho humanitario o las
permitan (ONU, 2005, pp. 19-23).

Estos componentes integran la restitutio in integrum que permite, según la Corte


Interamericana, la reparación de derechos que afectaron a las víctimas mediante el
restablecimiento de la situación anterior de la violación (Corte IDH, 2004 párr. 53),
encuadrando estas medidas en reparaciones a daños materiales, inmateriales y proyecto
de vida.

En cuanto al primer grupo de medidas, la Corte Interamericana estudia y ordena la


reparación de acuerdo a la pérdida de ingresos a partir de la afectación de la violación,
como la perdida de bienes patrimoniales, oportunidades laborales, los gastos incurridos
por la afectación a la integridad personal como gastos médicos y de los que se necesitaron
para ejercer la garantía de sus derechos, es decir los gastos de representación judicial, por
ende este tipo de indemnización se hace a través de compensación económica (Corte IDH,
2004 párr. 53).

En la reparación inmaterial, la Corte Interamericana es amplia y garantista, en el sentido


que cobija una serie de posibilidades que permitan reparar las afectaciones intangibles,
mediante acciones de restitución, rehabilitación (Noguera, 2010, p.103), satisfacción y no
repetición (ONU, 2005). Las medidas de restitución buscan devolverle a la víctima, en lo
posible, las condiciones anteriores a las que fue objeto de su violación. Ejemplos de este
tipo de medidas son, el reconocimiento de la ciudadanía, la libertad personal, la identidad,
el retorno al lugar de origen o a un lugar de igual o mejores condiciones y la reintegración
de su empleo.

Entre tanto, la rehabilitación tiene por objeto reducir los padecimientos físicos y
sicológicos de las víctimas, por medio de medidas dirigidas a brindar orientación,
atención médica y sicológica que permitan el restablecimiento de la integridad personal
y su calidad de vida.

17
A su turno, las medidas de satisfacción se centran en compensar las afectaciones a través
de la justicia y la verdad, ordenando la investigación y enjuiciamiento de los autores de
violaciones de derechos humanos, el conocimiento y la difusión de la verdad, la búsqueda
de los desaparecidos, la localización y entrega de los restos de los familiares muertos, el
reconocimiento público del estado, así como la presentación de disculpas públicas y
testimonios oficiales, implementar programas permanentes de derechos humanos en las
escuelas de formación de las Fuerzas Armadas (Corte IDH, 2003, párr.268).

Por su parte, con las medidas de no repetición se busca generar conciencia sobre lo
sucedido para que la memoria colectiva no olvide y no permita en el futuro, hechos
violatorios a los derechos humanos (Cárdenas & Suárez, 2014, pp. 39-40); en este campo,
se obliga a los Estados partes a adoptar medidas de carácter político, social, público,
administrativo, judicial o legislativo, tendiente a que las víctimas no vuelvan a ser objeto
de violaciones a sus derechos humanos, igualmente se ordena la realización de homenajes
y conmemoraciones a las víctimas, la creación de espacios simbólicos o monumentos
(Corte IDH, párr. 222).

Por último, un criterio tenuemente desarrollado por la Corte Interamericana es la


reparación al proyecto de vida, dónde se ha logrado identificar como un complemento
necesario en la reparación, porque busca “la realización integral de la persona afectada,
considerando su vocación, aptitudes, circunstancias, potencialidades y aspiraciones, que
le permiten fijarse razonablemente determinadas expectativas y acceder a ellas” (Corte
IDH, 1998b, párr. 147).

En virtud de lo anteriormente enunciado, se hace pertinente describir y desarrollar cada


uno de los acápites de la reparación utilizados por la Corte Interamericana en sus
decisiones, además de identificar y describir las medidas otorgadas en cada uno de ellos.

1.3.1 Daño material

La Corte Interamericana ha establecido que el daño material supone la pérdida o


detrimento de los ingresos de las víctimas, los gastos efectuados con motivo de los hechos
y las consecuencias de carácter pecuniario que tengan un nexo causal con los hechos del
18
caso (Corte IDH, 1996a, párr. 35; 2012a, párr. 319). Bajo este criterio, fragmenta la
reparación material en daño emergente, lucro cesante, el daño patrimonial al grupo
familiar y la tasación de costas y gastos del proceso (Calderón, 2013, p. 167).

Respecto a la reparación por el daño emergente, la Corte Interamericana ha señalado que


éste criterio se refiere a la afectación patrimonial derivada inmediata y directamente de
los hechos (Corte IDH, 1998b, párr.147), ha incluido diferentes tipos de erogaciones, ya
sea por la víctima o sus familiares, como consecuencia de los hechos que generaron
violación a los derechos contenidos en la Convención Americana. Dando cumplimiento
a lo anterior, la Corte Interamericana ha ordenado los pagos de los siguientes gastos
teniendo en cuenta la naturaleza de cada caso:

-Gastos realizados por los familiares de una víctima desaparecida en la búsqueda


de la misma. Por ejemplo, los gastos de investigaciones referentes a la víctima,
los gastos de transporte a hospitales, cárceles, instituciones del Estado, entre
otras;
-Gastos realizados por alguno de los familiares de la víctima por concepto de
traslados efectuados para visitar a ésta durante su encarcelamiento;
-Gastos de servicios funerarios;
-Gastos hospitalarios pasados, presentes y futuros efectuados por la víctima o
alguno de sus familiares con el fin de reponerse de las consecuencias del hecho
violatorio.
De esta forma, la Corte Interamericana ha incluido en el concepto de daño
emergente tanto los gastos psicológicos y médicos en un contexto pasado,
presente y futuro (Corte IDH, 2001b, párr. 43).

En segundo lugar, lo relacionado con el lucro cesante, según la Corte Interamericana, se


entiende como la pérdida de ingresos económicos futuros, que es posible cuantificar a
partir de ciertos indicadores mensurables y objetivos (Corte IDH, 1998b, párr.147).

En el caso de la víctima fallecida se entenderá como todos aquellos ingresos que ésta dejó
de percibir como consecuencia de la violación de sus derechos y se buscará que sean
restablecidos a sus familiares (Corte IDH, 2014, párr.319). Por otro lado, en el caso de
víctimas sobrevivientes, la Corte Interamericana ha señalado que para el cálculo de la
indemnización se debe tener en cuenta entre otros factores, el tiempo que la víctima
permaneció sin trabajar como consecuencia de las mismas violaciones. Para la
cuantificación del lucro cesante, la Corte ha tomado como base el salario que la víctima
percibía al momento en que ocurrieron los hechos y le suma los intereses corrientes hasta
la fecha de la sentencia o cesación del hecho ilícito (Corte IDH, 2014a, párr.254).

19
Aquellos casos en que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y los
representantes de la víctima no han aportado datos precisos en lo que respecta a los
ingresos que la víctima tenía al momento en que ocurrieron los hechos, o que ésta no
trabajaba, han llevado a la Corte Interamericana a utilizar el salario mínimo vigente en el
país en cuestión como punto de referencia para el cálculo del lucro cesante (Corte IDH,
1999a, párr. 58).

El cálculo del lucro cesante se ha realizado sobre la base de doce salarios al año, más las
bonificaciones anuales correspondientes de acuerdo a la legislación de cada Estado.
Asimismo, para su cálculo se toma en consideración el período que media entre la edad
que tenía la víctima al momento en que ocurrieron los hechos y el término de expectativa
de vida o esperanza de vida en el Estado en cuestión. A esa cantidad, la Corte
Interamericana le ha restado un 25% por concepto de gastos personales, y posteriormente
le ha sumado los intereses corrientes (Corte IDH, 2001, párr.81).

Como un tercer aspecto, tenemos el daño patrimonial al grupo familiar, aspecto del cual
la Corte Interamericana ha hecho uso en sentido estricto como lo hizo en el caso Catillo
Páez vs Perú, en el cual consideró que, en términos reales, existió un daño patrimonial
general ocasionado al grupo familiar por la desaparición de un miembro de ella, por
motivos imputables al Estado, lo cual generó a la familia trastornos económicos y de otra
índole que deben ser reparados. Para tal efecto cuantificó en equidad el monto de la
reparación (Corte IDH, 1998a, párr. 76). De esta forma podemos considerar que el daño
patrimonial al grupo familiar puede ser estimado como un daño independiente al lucro
cesante, pues debe razonarse como una determinación del mismo, ya sea mediante la
víctima directa de la violación o sus familiares, dependiendo el contexto.

Por último y en lo referente a las costas y gastos del proceso, éste criterio ha sido
considerado por la Corte Interamericana como un elemento del concepto de reparación,
toda vez que la actividad desplegada por las víctimas con el fin de obtener justicia, tanto
a nivel nacional como internacional, implica erogaciones que deben ser compensadas
cuando la responsabilidad internacional del Estado es declarada mediante una sentencia
condenatoria. Para determinar dichos gastos, la Corte Interamericana ha considerado los
gastos generados ante las autoridades de la jurisdicción interna, así como los generados
en el curso del proceso ante el Sistema Interamericano, teniendo en cuenta las
20
circunstancias del caso concreto y la naturaleza de la jurisdicción internacional de
protección de los derechos humanos. Esta apreciación puede ser realizada con base en el
principio de equidad y tomando en cuenta los gastos señalados por las partes, siempre
que su quantum sea razonable (Corte IDH, 1998, párr.82; 2012b, párr. 314).

1.3.2 Daño inmaterial

Por su parte, el daño inmaterial puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones
causados a las víctimas directas y a sus allegados, el menoscabo de valores muy
significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en
las condiciones de existencia de la víctima o su familia (Corte IDH, 2012b, párr. 307).
No siendo posible asignar al daño inmaterial un preciso equivalente monetario, sólo
puede, para los fines de la reparación integral a las víctimas, ser objeto de compensación,
y ello de dos maneras. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad de dinero o la
entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que la Corte Interamericana
determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad. Y, en
segundo lugar, mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos
que tengan efectos como la recuperación de la memoria de las víctimas, el
reconocimiento de su dignidad, el consuelo de sus familiares o la transmisión de un
mensaje de reprobación oficial a las violaciones de los derechos humanos de que se trata
y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que no vuelvan a ocurrir (Corte IDH,
2001 párr. 53; 2001b, párr. 84; 2002, párr.77).

En razón al pago de la suma de dinero por daño inmaterial, de acuerdo a lo señalado por
la Corte, se busca disminuir y aliviar hasta donde sea posible las secuelas en el tiempo de
dichos hechos, a sabiendas de que éstos pertenecen a un orden de realidades que elude
toda tasación monetaria precisa, más no se busca colmar en iguales proporciones el vacío
que surgió por los hechos ocurridos (Corte IDH, 2001a, pág.1).

En relación a la determinación de los beneficiarios del daño inmaterial, la Corte


Interamericana ha señalado que se presume respecto a la víctima directa cuando se trata
de violaciones al derecho a la vida o a la integridad personal porque es propio de la
naturaleza humana que toda persona sometida a agresiones y vejámenes experimente un
profundo sufrimiento moral (Corte IDH, 2001c, párr. 105).

21
De igual forma, la Corte Interamericana ha ido construyendo su jurisprudencia de manera
tal que hoy en día en los casos donde han existido violaciones al derecho a la vida no es
necesario demostrar el daño inmaterial causado a los padres, cónyuge o compañero
permanente e hijos de la víctima. Un ejemplo puede ser el caso Aloeboetoe y otros vs.
Surinam, en el cual se afirma que se puede admitir la presunción de que los padres han
sufrido moralmente por la muerte cruel de sus hijos, pues es propio de la naturaleza
humana que toda persona experimente dolor ante el suplicio de su hijo (Corte IDH, 2001,
párr. 76).

Se debe tener en cuenta que en el caso Caracazo vs Venezuela, cuando se estableció de


forma equitativa la suma monetaria por concepto de daño inmaterial, la Corte
Interamericana ordenó pagar una suma superior a las víctimas que hubiesen sido menores
de edad cuando sucedieron los hechos violatorios de derechos humanos, lo anterior por
tratarse de personas especialmente vulnerables y que debieron haber sido objeto de una
especial protección por parte del Estado y de sus agentes de seguridad, por lo que es de
presumir que los sufrimientos causados por los hechos del caso asumieron en relación
con dichos menores características de particular intensidad (Corte IDH, 2002a, párr. 102).

Asimismo, al cuantificar el daño inmaterial sufrido por los familiares de las víctimas, en
este mismo caso la Corte fijó un monto mayor a aquellos familiares que no se le habían
entregado los restos de las víctimas. Y es de acuerdo a lo anterior que la Corte
Interamericana ha generado un gran avance respecto a las compensaciones pecuniarias
por concepto de daño inmaterial, ya que en los casos de ejecuciones extrajudiciales y
desapariciones lo que también se pretende es disminuir los efectos de dolor,
intranquilidad, impotencia y frustración ante la indiferencia de los entes públicos; pues
estos muchas veces no realizan una investigación efectiva de los hechos que motivaron
la violación de derechos humanos, y mucho menos castigan a los responsables.

En cuanto a las reparaciones no pecuniarias por daño inmaterial, en la sentencia de


Aloeboetoe y otros vs Surinam, la Corte estableció que los beneficiarios que fueran
menores de edad debían tener la posibilidad de estudiar en la escuela del lugar donde
sucedieron los hechos (Corte IDH, 1993, párr. 96). De esta forma, la Corte constató que
era preciso también que se ofreciera a los niños una escuela donde pudieran recibir una

22
enseñanza adecuada y una asistencia médica básica. Como consecuencia, la Corte
Interamericana ordenó a Surinam reabrir la escuela del lugar de los hechos y dotarla de
personal docente y administrativo para que funcionara permanentemente además de
dotarlo con el fin de garantizar su operatividad. Medida que fue ordenada en otros casos
como “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) vs. Guatemala (Corte IDH, 2001)
y Trujillo Oroza vs. Bolivia (2002) donde se ordenó un centro educativo en memoria de
las víctimas de cada caso.

Respecto a la investigación de los hechos y la sanción a los responsables de los mismos,


la Corte ha manifestado en sus sentencias de reparaciones que los Estados tienen la
obligación de investigar seria y efectivamente los hechos objeto de violación, identificar
a todos los responsables y aplicarles la sanción correspondiente. Asimismo, ha indicado
que los Estados deben garantizar que los procesos surtan efectos y deben abstenerse a
recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y el establecimiento de excluyentes
de responsabilidad penal. En este sentido ha dictaminado:

Son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción


y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los
derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o
arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir
derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos (Corte IDH, 2004a, párr. 134).

Asimismo, y en relación a las reparaciones:

La realización de la justicia contribuye a ordenar las relaciones humanas,


teniendo una función estructurada del propio psiquismo humano: las amenazas,
el miedo y la impunidad afectan el psiquismo de los seres humanos, agravando
la situación de dolor, mientras que la verdad y la justicia ayudan al menos a
cicatrizar, con el tiempo, las heridas profundas causadas por la muerte violenta
de un familiar querido (Corte IDH, 2001a, párr. 6).

En este sentido, sólo si se esclarecen las circunstancias de la violación, el Estado habrá


proporcionado a los familiares de la víctima y a ésta cuando corresponda un recurso
efectivo, cumpliendo con su obligación general de investigar y sancionar a los
responsables y de garantizar el derecho a conocer la verdad de lo sucedido, a fin de que
éstos vuelvan a recobrar la confianza en las instituciones del Estado y en la sociedad. De
igual forma, la Corte Interamericana ha indicado que “las medidas preventivas y de no
repetición empiezan con la revelación y reconocimiento de las atrocidades del pasado.
23
La sociedad tiene el derecho a conocer la verdad en cuanto a tales crímenes con el
propósito de que tenga la capacidad de prevenirlos en el futuro” (Corte IDH, 2002b, párr.
77).

Respecto a la entrega de los restos mortales a los familiares en caso de desapariciones,


se debe tener en cuenta que:

La desaparición forzada de una persona ocasiona un profundo impacto


psicológico en sus familiares, pues al no conocer qué sucedió con aquella, se ven
impedidas de iniciar el proceso emocional para enfrentar esa muerte y poder
reacomodarse a la ausencia de la persona querida, y en consecuencia, se les
ocasiona un desequilibrio o destrucción psíquica. Además, durante este proceso,
los familiares intentan conocer la verdad de lo sucedido y cuando no se encuentra
al responsable eso también impide un proceso de elaboración y duelo. En este
tipo de situaciones, el dolor no se pierde nunca, y a pesar del transcurso del
tiempo cualquier mínima cosa que recuerde al desaparecido, o al hecho o las
circunstancias es suficiente para descargar de nuevo absolutamente todo el
sufrimiento previo (Corte IDH, 2002b, párr. 21).

Respecto a lo anterior, la Corte Interamericana también ha indicado que:

Recibir los cuerpos de sus seres queridos es de suma importancia para sus
familiares, ya que les permite sepultarlos de acuerdo a sus creencias, así como
cerrar el proceso de duelo que ha estado viviendo a lo largo de estos años.
Adicionalmente, la Corte resalta que los restos de una persona fallecida y el lugar
en el cual sean encontrados, pueden proporcionar información valiosa sobre lo
sucedido y sobre los autores de las violaciones o la institución a la que pertenecían,
particularmente tratándose de agentes estatales (Corte IDH, 2012b, párr. 266;
2012c, párr.333; 2014b, párr. 563).

A su vez, la entrega de los restos mortales es un acto de justicia, porque permite saber
dónde se encuentran los restos mortales de la víctima. Para cumplir con esta obligación,
la Corte Interamericana ha ordenado que:

El Estado efectúe una búsqueda rigurosa por la vía judicial y administrativa


pertinente, en la cual realice todos los esfuerzos para determinar, a la mayor
brevedad, el paradero de las once víctimas cuyo destino aún se desconoce, la cual
deberá realizarse de manera sistemática y contar con los recursos humanos,
técnicos y científicos adecuados e idóneos y, en caso de ser necesario, deberá
solicitarse la cooperación de otros Estados. Para las referidas diligencias se debe
establecer una estrategia de comunicación con los familiares y acordar un marco
de acción coordinada, para procurar su participación, conocimiento y presencia,
conforme a las directrices y protocolos en la materia. Si las víctimas o alguna de
ellas se encontraren fallecidas, los restos mortales deberán ser entregados a sus
familiares, previa comprobación fehaciente de identidad, a la mayor brevedad
posible y sin costo alguno para ellos. Además, el Estado deberá cubrir los gastos
fúnebres, en su caso, de común acuerdo con los familiares (Corte IDH, 2014b,
párr. 564).
24
En relación con la obligación de dictar medidas legislativas o de otro carácter necesarias
para hacer efectivos los derechos consagrados en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, la Corte Interamericana ha reiterado en varias ocasiones como
medida de reparación a los Estados la adopción de medidas legislativas o de otro carácter
tendientes a hacer efectivos los derechos consagrados en la Convención y la supresión
de normas y prácticas que conlleven la violación o restricción de las garantías previstas
en ésta (Corte IDH. 2001d, párr. 8; 2012d, párr.279).

En el caso Loayza Tamayo vs Perú, la Corte se refirió al concepto de proyecto de vida


(Corte IDH. 1998b, párr. 144-154). Allí se encontró que el Estado peruano, como
consecuencia de los hechos que originaron la violación de derechos humanos, alteró de
manera drástica la vida de la víctima, al impedirle su desarrollo personal y profesional.
En este sentido, indicó que los hechos y circunstancias por las cuales debe atravesar una
víctima de derechos humanos cambian drásticamente el curso de su vida alterando sus
planes y proyectos a los que una persona formula a la luz de las condiciones ordinarias
en que se desenvuelve su existencia, menoscabando de esta manera sus oportunidades de
desarrollo personal, en forma irreparable o muy difícilmente reparable. La Corte en este
caso sólo desarrollo conceptualmente esta idea sin darle ninguna reparación en concreto.

También se puede señalar que en algunos casos la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, ha ordenado la designación de un bien de uso público con el nombre de la o
las víctimas, ya que esto puede contribuir a generar una conciencia pública respecto de
la necesidad de evitar la repetición de hechos violentos y además genera la conservación
material de la memoria de las víctimas.

Finalmente se puede considerar que la Corte Interamericana ha ordenado en varios casos


la publicación de determinadas partes de la sentencia emitida por ésta en el Diario Oficial
y en otro diario de circulación nacional (Corte IDH. 2001b, párr.79). Asimismo, en
algunas oportunidades, ha ordenado que se hagan actos de desagravio público a la víctima
y sus familiares. Por ejemplo, en el caso Bámaca Velásquez vs Guatemala, la Corte
Interamericana indicó que el Estado guatemalteco debía realizar un acto público de
reconocimiento de su responsabilidad en relación con los hechos de ese caso y de
desagravio a las víctimas y sus familiares (Corte IDH. 2002b, párr.84; 2001b, párr. 81).
Acción que ha sido reiterativa por la Corte, e incluso cuando el Estado haya hecho un
25
reconocimiento de la responsabilidad internacional en el procedimiento, por ejemplo en
el caso Manuel Cepeda Vargas vs Colombia (Corte IDH, 2010a, párr. 223).

En cuanto a la jurisprudencia internacional, y en particular de la Corte Interamericana,


se ha establecido reiteradamente que la sentencia constituye per se una forma de
reparación (Corte IDH. 2013a, párr. 250), ya que esta simboliza el reconocimiento de las
violaciones de derechos humanos causadas a la víctima, además que tiene un carácter
vinculante y de obligatorio cumplimiento respecto del Estado declarado responsable.

A manera de conclusión, las medidas de reparación ordenadas por la Corte


Interamericana, siguen los criterios de reparación de la doctrina denominada restitutio in
integrum, la cual es de recibo por parte de las víctimas en las solicitudes de reparación y
de beneplácito por parte de la Corte Interamericana al otorgarlas. Aunque los elementos
de la reparación integral en materia de víctimas son de reciente conformación en el
escenario internacional, dichas medidas de manera parcial ya se venían otorgando por el
tribunal interamericano y en especial en casos relacionados con pueblos indígenas, niños
y desapariciones forzadas, lo que representa una evolución constante en la búsqueda más
amplia de protección al ser humano que acude ante el Sistema Interamericano.

De otro lado, después de desarrollar los criterios de reparación de la Corte Interamericana


surge el interés de abordar el estudio de las reparaciones ordenadas en los casos
colombianos para luego estudiar su impacto en la dinámica de respeto y garantía de las
reparaciones a nivel interno.

26
CAPITULO II

REPARACIONES ORDENDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA EN LOS


CASOS COLOMBIANOS.

Para describir de una forma adecuada las reparaciones ordenadas por la Corte
Interamericana en los casos colombianos sometidos a su jurisdicción, se hace necesario
dividirlos entre los que la reparación fue ordenada a un grupo específico, individualizado
y determinado, en razón a que los hechos que generaron la responsabilidad internacional
sucedieron en situaciones que afectaron a una víctima directa y a su círculo individual o
colectivo, lo que se podría denominar como casos individuales. Y de otro lado, los casos
en los que existen múltiples víctimas, además de la gravedad de las violaciones a los
derechos humanos se suscitaron en contextos complejos, donde las reparaciones fueron
generalizadas por las características propias de las condiciones de las víctimas colectivas,
a este espacio se puede denominar como casos de masacres o violaciones colectivas.

2.1 Casos individuales:

En este acápite se describirán cronológicamente los casos y las reparaciones ordenados


por la Corte Interamericana, en casos específicos, entre este grupo se detallarán las
medidas de reparación ordenadas de los casos: Caballero Delgado y Santana (1995 y
1997a); Wilson Gutiérrez Soler (2005a); Escué Zapata (2007); Valle Jaramillo y otros
(2008a); Manuel Cepeda Vargas (2010a); Richard Vélez Restrepo (2012e) y Duque
(2016).

Una situación particular que se puede identificar en cada uno de los casos, y que se
reflejan en el análisis de fondo como de las reparaciones ordenadas, se podría decir que
la Corte en cada uno de los casos, se ve enfrentada, a un análisis de violaciones a los
derechos humanos en diferentes grupos vulnerables (sindicalistas, indígenas, defensores
de derechos humanos, políticos, periodistas, personas LGBTI), lo que genera la
expectativa de identificar en las reparaciones dictaminadas, medidas especiales aplicables
a los grupos de protección en específico, lo cual, como se entrara a detallar, no sucede en
todos los casos.

27
El primer caso, Caso Caballero Delgado y Santana, los hechos objeto de análisis y de
reparación, acontecen el 8 de diciembre de 1995 (fondo) y 29 de enero de 1997
(reparaciones y costas), por la desaparición de dos miembros del movimiento 19 de abril
(Isidro Caballero Delgado y María del Carmen Santana), perpetrada por miembros del
Ejército y varios civiles que trabajaban con ellos. En este caso, la Corte IDH no estimó la
existencia de elementos suficientes para demostrar torturas y malos tratos durante la
detención de los desaparecidos (Corte IDH. 1995, párr. 3). Teniendo en cuenta los
elementos fácticos, la Corte determinó en las reparaciones, la existencia de un daño
material que debía ser ponderado para los familiares de las víctimas de la siguiente forma:

“…la que colocada al interés a una tasa nominal produzca mensualmente la suma de los
ingresos que pudiesen haber recibido de las víctimas durante la vida probable,
entendiendo el daño material como el valor presente de una renta de sus ingresos
mensuales durante el resto de la vida probable, que es inferior a la suma simple de sus
ingresos, a este resultado se suman los intereses desde la fecha de la muerte de la víctima
hasta la de la sentencia de reparación, deduciendo los gastos personales en que
probablemente la victima hubiese incurrido durante su vida probable, apreciada en una
cuarta parte de los ingresos” (Corte IDH. 1995, párr. 39).

De esta manera, para Isidro Caballero, se tuvo en cuenta el salario que hubiese obtenido
desde el 07 de febrero de 1989 hasta el término de su vida y la expectativa de vida en
Colombia, deduciendo la cuarta parte de los ingresos (25%) y agregando los intereses al
6% anual desde su desaparición hasta la presente sentencia (Corte IDH. 1995, párr. 43).
Para María del Carmen Santana por la poca información obtenida, la Corte IDH no ordenó
el pago de la indemnización, sin perjuicio de que se resolviera a nivel interno para dar
cumplimiento a la sentencia (Corte IDH. 1995, párr. 45).

Para el daño moral se concede a los familiares de los dos desaparecidos una
indemnización, sin embargo, no se argumenta ampliamente el porqué de dichos tributos
(Corte IDH. 1995, párr. 50- 50.2 a). En cuanto que las reparaciones no pecuniarias, la
Corte considera que la sentencia de fondo sobre la responsabilidad internacional del
Estado colombiano, y el reconocimiento de responsabilidad reiterado constituyen una
adecuada reparación y no procede a decretar otras medidas adicionales (Corte IDH. 1995,
párr. 16).

Ahora bien, en el caso del señor Wilson Gutiérrez Soler (Corte IDH. 2005a), el 24 de
agosto de 1994, fue privado de su libertad por el comandante de una unidad urbana de la

28
Unidad Nacional Antiextorsión y Secuestro de la Policía Nacional (UNASE), y un primo
ex oficial del Ejército, lo condujeron a un sótano a la fuerza, fue esposado y sujeto a
quemaduras, golpes y lesiones con el propósito de extraerle una confesión mediante
tortura, abriéndole proceso por el delito de extorsión (Corte IDH. 2005a, párr. 48.1- 48.4).
A nivel interno, la víctima presentó recursos tanto en la jurisdicción ordinaria como en la
jurisdicción penal militar, que no fueron estimados (Corte IDH. 2005a, párr. 48.6- 48.10).
Debido a las denuncias el señor Gutiérrez Soler y su hijo Kevin fueron amenazados
teniendo que exiliarse en Estados Unidos donde actualmente residen (Corte IDH. 2005a,
párr. 48.14). Hasta el 26 de agosto de 2002, el señor Gutiérrez Soler fue absuelto del
delito de extorsión (Corte IDH. 2005a, párr. 48.12).

En el presente caso, el daño material fue evaluado en cuanto a la pérdida de ingresos,


como se venía estableciendo en las sentencias anteriores (Corte IDH. 2005a, párr. 75-76)
pero sumando a lo anterior, como nuevo criterio, el daño patrimonial familiar atendiendo:
a) una bomba puesta en casa de los padres de la víctima, por lo cual tuvieron que salir de
Bogotá; b) el hostigamiento en la casa y en el trabajo al hermano de la víctima, igualmente
la utilización de un libro bomba; y c) el intento de secuestro a uno de los hijos del señor
Ricardo Gutiérrez Soler (Corte IDH. 2005a, párr. 77). Por lo anterior, es evidente que el
exilio, los traslados de vivienda, los cambios de trabajo, y otras manifestaciones
generaron grave inestabilidad a la familia Gutiérrez Soler desde 1994, impactando el
patrimonio familiar, considerando procedente, en equidad, ordenar al Estado el pago por
concepto de daño patrimonial familiar de US $75.000,00 (Corte IDH. 2005a, párr. 78).

En correspondencia al criterio de daño inmaterial la Corte IDH explicó la imposibilidad


de asignar un equivalente monetario preciso, sin embargo, este puede ser objeto de
compensación de dos maneras, la primera mediante dinero o entrega de bienes o servicios
en términos de equidad. Y la segunda, mediante actos u obras de repercusión públicos,
que reconozcan la dignidad de la víctima y eviten la repetición de las violaciones (Corte
IDH. 2005a, párr. 82). Así, en razón a las amenazas, hostigamientos, detenciones,
allanamientos y atentados a los diferentes miembros de la familia, la Corte estableció
pagar a favor del señor Wilson Gutiérrez Soler, a cada uno de los padres, a su hijo, a su
hermano Ricardo Gutiérrez Soler y a favor de cada uno de los demás familiares que

29
acreditaron el daño (Corte IDH. 2005a, párr. 85)1. De otro lado, se hace referencia al
proyecto de vida apreciando un daño (Corte IDH. 2005a, párr. 87-89), pero no lo
cuantifica económicamente sino mediante medidas de satisfacción y garantías de no
repetición (Corte IDH. 2005a, párr. 89).

En este sentido, como otras formas de reparación (medidas de satisfacción y garantías de


no repetición) enumera diversas obligaciones a saber: a) la Obligación del Estado de
investigar los hechos del caso, e identificar, juzgar y sancionar a los responsables (Corte
IDH. 2005a, párr. 93). Apreciándose en el presente caso la llamada “cosa juzgada
fraudulenta”, pues los juicios no han respetado las reglas del debido proceso, deberá
reabrirse los procesos, obligando al Estado a que ejerza la acción de revisión a las
providencias definitivas dictadas (Corte IDH. 2005a, párr. 98-99); b) Como medidas de
rehabilitación, un tratamiento médico y psicológico gratuito en instituciones públicas
especializadas, con cubrimiento total de los medicamentos, que en el caso de Wilson
Gutiérrez Soler y su hijo Kevin Gutiérrez, por encontrarse exiliados, deberá ser satisfecho
con la entrega de US $25.000,00 para cubrir los gastos (Corte IDH. 2005a, párr. 101-
103); c) la publicación de las partes pertinentes de la presente Sentencia al menos por una
vez, en el Diario Oficial, y en otro diario de circulación nacional (Corte IDH. 2005a, párr.
105); d) la Difusión y aplicación de la jurisprudencia del Sistema Interamericano de
Protección de Derechos Humanos sobre la jurisdicción penal militar (Corte IDH. 2005a,
párr. 108); e) la implementación de los parámetros del Manual para la investigación y
documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes (“el Protocolo de Estambul”): para así adoptar un programa de formación
dirigido a los médicos que cumplen sus funciones en centros de detención oficiales y a
los funcionarios del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, así como
a los fiscales y jueces encargados de la investigación y el juzgamiento (Corte IDH. 2005a,
párr. 110); f) el Fortalecimiento de los controles en centros de detención mediante: i)
examen físico de ingreso de los detenidos, de manera privada bajo por médicos y no en
presencia de agentes de seguridad; ii) evaluación psicológica regular de quienes custodian

1
Los familiares de las víctimas que acreditaron el daño son: Yaqueline Reyes, Luisa Fernanda Gutiérrez
Reyes, Paula Camila Gutiérrez Reyes, Leonardo Gutiérrez Rubiano, Leydi Caterin Gutiérrez Peña, Sulma
Tatiana Gutiérrez Rubiano, Ricardo Alberto Gutiérrez Rubiano y Carlos Andrés Gutiérrez Rubiano.
30
los centros carcelarios; y iii) acceso a funcionarios de organismos de control o de
protección de derechos humanos (Corte IDH. 2005a, párr. 112).

El siguiente caso, es el de Escué Zapata (Corte IDH. 2007), los hechos objeto de la
controversia se originan el 01 de febrero de 1988 cuando un informante indígena se
dirigió al Ejército Nacional de Colombia en Loma Redonda, cerca del Resguardo de
Jambaló, departamento del Cauca, e informó que en una casa de Vitoyó existían armas.
En el desarrollo de la operación, los militares se dirigieron a la residencia del señor
Germán Escué Zapata y sus familiares, ingresaron a la vivienda, registraron la misma y,
mientras le preguntaban dónde estaban las armas lo calificaban de guerrillero y lo
golpeaban. Germán Escué fue detenido y llevado por los militares hacia las montañas
donde después de haber caminado por tiempo de veinte minutos, un miembro del Ejército
se retrasó unos metros junto con Escué Zapata, a quien golpeó en el estómago con la
culata del fusil que portaba, haciendo que se doblegara. El señor Escué Zapata suplicó al
militar que no lo matara, pero el agente estatal retrocedió y le disparó varias veces
causándole la muerte. Momentos después, su cadáver fue encontrado por sus familiares
en el camino que de Vitoyó conduce a Loma Redonda (Corte IDH. 2007, párr. 34- 39).

Para la reparación del daño material se indemniza por concepto de pérdida de ingresos
durante su vida probable (Corte IDH. 2007, párr. 141-143) y por los gastos derivados de
la muerte del señor Escué Zapata (sepultura e investigación) en equidad debido a la
ausencia de comprobantes que acrediten el gasto (Corte IDH. 2007, párr. 138-140).

En el daño inmaterial, la Corte estableció la suma de US$ 50,000.00 por las violaciones
a los derechos humanos causadas al señor Germán Escué Zapata, distribuidos de la misma
forma que el daño material. En cuanto las indemnizaciones de los familiares, en las que
se ordenó por los daños inmateriales causados a partir del sufrimiento por los hechos de
la siguiente manera: US$ 25.000,00 a favor de la hija, US$ 20.000,00 para la compañera
permanente, US$ 20.000,00 para cada uno de sus padres, y US$ 5.000,00 a favor de cada
uno de sus hermanos (Corte IDH. 2007, párr. 147-158).

En relación a las otras medidas de reparación, debido al contexto de vulneraciones de los


pueblos indígenas, la Corte valora que la obligación de investigar, identificar, juzgar y
sancionar a los responsables de los hechos que generaron las violaciones del presente
31
caso, debe permitir que los resultados sean divulgados por el Estado, de manera que la
sociedad y en especial la Comunidad Indígena Páez, pueda conocer lo realmente ocurrido
(Corte IDH. 2007, párr. 166).

Como medida de reparación del pueblo indígena ordena crear un fondo de desarrollo
comunitario en memoria de Germán Escué Zapata destinando US$ 40.000,00 a un fondo
con su nombre, donde la Comunidad invertirá en obras o servicios colectivos, de acuerdo
a su decisión, usos, costumbres y tradiciones (Corte IDH. 2007, párr. 168). También
Medidas para garantizar la educación superior de Myriam Zapata Escué, donde el Estado
le otorgará una beca para realizar estudios universitarios en una universidad pública
colombiana escogida entre ella y el Estado que cubrirá los gastos (Corte IDH. 2007, párr.
170).

Asimismo, la Corte considera como otras medidas de reparación d) un tratamiento médico


y psicológico; e) la publicación de la sentencia; f) un acto público de reconocimiento de
responsabilidad: se publicará en el Diario Oficial y otro diario de amplia circulación
nacional, los párrafos 1, 5, 11 a 13, 20, 34 a 39, 41, 69, 70, 72, 78, 80, 86, 96 y 111 de la
sentencia, igualmente traducir a la lengua nasa yute los párrafos mencionados y la parte
resolutiva y publicarlos en un diario de amplia circulación en la zona del Cauca,
específicamente en la zona en la cual reside la familia del señor Germán Escué Zapata;
g) la Corte estimó el reconocimiento de responsabilidad del Estado, sin embargo deberá
realizar un acto público de reconocimiento de responsabilidad, en el Resguardo de
Jambaló, con la presencia de altas autoridades del Estado y participación de los líderes de
la Comunidad y familiares de la víctima, si así lo desean, en el idioma nasa yute y español;
h) creación de una cátedra: a respecto la Corte aceptó y tomó en cuenta las acciones que
realizó anteriores a la sentencia (Corte IDH. 2007, párr. 173- 185).

El primer caso de consideración de la Corte Interamericana en materia de reparación de


las medidas reconocidas en sede interna, es en el caso Valle Jaramillo y otros (2008a). La
víctima era un conocido defensor de derechos humanos en Antioquia, quien a partir de
1996 venía denunciando sistemáticamente presuntos atropellos y violaciones de derechos
humanos por parte de grupos de las autodefensas, particularmente en el municipio de
Ituango. Como consecuencia de ello dos hombres armados irrumpieron en la oficina en
Medellín y le dispararon en varias oportunidades, lo que ocasionó la muerte
32
instantáneamente. Asimismo, en el lugar de los hechos se encontraban la señora Nelly
Valle Jaramillo y el señor Carlos Fernando Jaramillo Correa, quienes fueron amarrados y
posteriormente amenazados con armas de fuego (Corte IDH. 2008a, párr. 70).

En este caso, la Corte reconoce el rol de la jurisdicción contencioso administrativa


colombiana en cuanto a la reparación pecuniaria de violaciones de derechos humanos,
observa que el 28 de septiembre de 2007, fue aprobado un Acuerdo Conciliatorio entre
Colombia y los familiares de las víctimas, donde el Consejo de Estado desde el 2007
indica: “el resarcimiento económico no es suficiente, esto resulta ser “un momento de
comienzo de penetración de la jurisprudencia de la Corte Interamericana”. La Corte
considera que, de darse dicho desarrollo jurisprudencial en la jurisdicción contencioso
administrativa, podría llegar a complementar las otras formas de reparación disponibles
en distintas vías jurisdiccionales o de otra índole a nivel interno con el propósito de
obtener, la reparación integral de violaciones de derechos humanos (Corte IDH. 2008a,
párr. 202).

Por lo tanto, ordenó de manera adicional a lo otorgado en sede interna, como medidas de
indemnización, frente a María Nelly Valle Jaramillo el pago de US$ 30.000,00 ya que
ésta se vio obligada a presenciar la muerte violenta de su hermano, lo que generaba en
ella que fuera víctima directa a la integridad personal (Corte IDH. 2008a, párr. 208).

De igual forma, la Corte IDH ordenó al Estado por concepto de daño material respecto
del lucro cesante del señor Carlos Fernando Jaramillo Correa, la suma fijada en equidad
de US$ 30.000,00 por haber probado que, para la fecha de los hechos, trabajaba en un
depósito de madera del cual se vio forzado a exiliarse y a dejar de percibir ingresos. En
cuanto al daño emergente, ocasionado a la misma persona y a su familia por la pérdida de
bienes y propiedades la Corte consideró que no fue probado el nexo causal, por tanto, no
había merito a otorgarlo (Corte IDH. 2008a, párr. 216).

Para la reparación daño inmaterial, fue determinante la prueba de exilio del señor Carlos
Fernando Jaramillo Correa, por lo cual la Corte estimó una indemnización de US$
40.000,00, asimismo se indemnizaron en equidad US$ 10.000,00 a los familiares Gloria
Lucía Correa, Carlos Enrique Jaramillo Correa, María Lucía Jaramillo Correa y Ana

33
Carolina Jaramillo Correa, esposa e hijos de Carlos Fernando Jaramillo Correa (Corte
IDH. 2008a, párr. 223-226).

Finalmente respecto a las medidas de satisfacción y garantías de no repetición, se ordenó


continuar la investigación imparcial y exhaustiva con el fin de juzgar y sancionar a todos
los responsables materiales e intelectuales de los hechos, evitando cualquier obstáculo en
un tiempo razonable; publicar en Diario Oficial y en otro diario de amplia circulación
nacional, por una sola vez, los párrafos 2 a 4, 6, 29, 47, 70 a 78, 80 a 97, 104 a 107, 109,
110, 115, 122, 125 a 128, 130, 132, 140 a 144, 147, 160, 161, 165 a 170, 176 a 180, 184,
190, 191, 196, 197 y 200; realizar actos de recuperación de la memoria histórica de Jesús
María Valle Jaramillo como defensor de derechos humanos a saber: i) acto público de
perdón a las víctimas y sus familiares y; ii) placa conmemorativa. Por otra parte, en
medidas de rehabilitación estableció brindar asistencia médica, psicosocial a las víctimas
y sus familiares. En relación con el daño al proyecto de vida, solicitó al Estado, gestionar
una beca en Colombia para un curso y estudio en la rama, oficio y temática que las
víctimas directas e indirectas deseen estudiar. Por último, dictaminó el deber del Estado
de garantizar y facilitar el proceso de retorno a los lugares de origen a las víctimas, así
como la seguridad en caso de que Carlos Fernando Jaramillo desee regresar a Colombia
(Corte IDH. 2008a, párr. 227-239).

En el caso del senador Manuel Cepeda Vargas (Corte IDH. 2010a) los hechos datan del
09 de agosto de 1994, alrededor de las nueve de la mañana, cuando el Senador de la Unión
Patriótica Manuel Cepeda Vargas se desplazaba en su vehículo, en compañía del
conductor y de su escolta, a la altura de la avenida Américas frente al inmueble No. 74-
05 del Barrio Mandalay, fue ejecutado extrajudicialmente por varios individuos
pertenecientes al Ejército de Colombia. El Senador Cepeda Vargas era comunicador
social y líder del Partido Comunista Colombiano (en adelante “PCC”) y del partido
político Unión Patriótica (en adelante “Unión Patriótica” o “UP”). Se alegó que su
ejecución se enmarcó en un patrón sistemático de violencia contra los miembros de la UP
y del PCC y que fue perpetrada mediante la supuesta coordinación operativa entre
miembros del Ejército y grupos autodefensa, a través del llamado “plan golpe de gracia”
(Corte IDH. 2010a, párr. 2).

34
En este caso la Corte consideró la aceptación parcial de responsabilidad internacional
hecha por el Estado colombiano por las violaciones a los derechos humanos contemplados
en los artículos 4, 5, 11, 13 y 23 de la Convención respecto de la víctima directa Manuel
Cepeda Vargas. Por lo cual, ratifico que el Estado incumplió su obligación de investigar
las violaciones de derechos humanos, debido a la deficiencia de los procedimientos de
investigación que reflejaban el ocultamiento de la ejecución extrajudicial como crimen
complejo con la participación de agentes estatales y miembros de grupos paramilitares.
Y determinó que el Estado tendría que realizar las siguientes medidas: a) investigar los
hechos y antecedentes, (la existencia del “plan golpe de gracia” u otros planes dirigidos a
amedrentar y asesinar a miembros de la UP); b) determinar las personas involucradas en
la planeación y ejecución del hecho; c) remover los obstáculos para la debida
investigación, no podrán aplicar leyes de amnistía, ni el principio ne bis in idem, u otro
excluyente para excusarse de esta obligación; d) asegurar la participación en la
investigación con las debidas garantías; e) la aplicación del principio de oportunidad o
concesión no debe generar obstáculo y f) asegurar que los paramilitares extraditados
continúen cooperando con el esclarecimiento de la verdad. Los resultados de dichos
procesos deberán ser públicamente divulgados (Corte IDH. 2010a, párr. 212).

Por último, el Estado tendría el deber de garantizar la seguridad de los familiares del
Senador Cepeda Vargas, y prevenir que deban desplazarse o salir del país nuevamente
por amenazas, entre otros (Corte IDH. 2010a, párr. 214- 218).

Frente a las medidas de satisfacción, rehabilitación y garantías de no repetición, la Corte


dictaminó: a) publicar la sentencia por una sola vez, en el Diario Oficial y en otro diario
de circulación nacional, los párrafos 1 a 5, 13 a 23, 71 a 73, 85 a 87, 88, 100 a 102, 103,
114, 115, 122 a 126, 167, 175 a 177, 179, 180, 181, 194 a 196, 201, 202, 204, 209, 210,
216 a 218, 220, 223, 228, 233, 235; b) realizar un reconocimiento público de
responsabilidad internacional haciendo referencia a los hechos de la ejecución y las
violaciones; c) establecer medidas de conmemoración y homenaje a la víctima, teniendo
en cuenta la solicitud de los representantes en el sentido de realizar una publicación y
documental audiovisual sobre la vida política, periodística y rol político de Senador
Cepeda, en coordinación con sus familiares. Sin perjuicio de lo anterior, la Corte en su
momento valoró, el hecho de que el Estado haya iniciado las gestiones pertinentes para

35
que una escuela del distrito de la ciudad de Bogotá lleve el nombre del Senador. d)
Creación de la beca “Manuel Cepeda Vargas” para periodistas del semanario Voz 2,
igualmente que la atención médica y psicológica a las víctimas (Corte IDH. 2010a, párr.
220).

Otro caso que se enmarca en este espacio convencional es Caso Vélez Restrepo y
familiares (2012e) el señor Luis Gonzalo Vélez Restrepo, era un camarógrafo en el
programa nacional de noticias “Colombia 12:30” (Corte IDH. 2012e, párr. 71); el día 29
de agosto de 1996 se encontraba en el Municipio de Morelia, Departamento de Caquetá,
cubriendo los acontecimientos de una de las protestas, conocidas como “marchas
cocaleras”, contra la política gubernamental de fumigación de los cultivos de coca (Corte
IDH. 2012e, párr. 78). Ejerciendo su actividad de camarógrafo, notó que algunos de los
soldados golpeaban a los campesinos con las culatas de sus rifles, por lo que comenzó a
grabar el incidente” (Corte IDH. 2012e, párr. 80). Los militares al darse cuenta del
registro efectuado por el señor Vélez, decidieron propinarle golpes, posteriormente se le
incauto de forma ilegal su cámara y fue destruida, pero no la cinta de video, lo que
permitió que el hecho quedara grabado y se difundiera masivamente en los medios de
comunicación a partir de ese mismo día (Corte IDH. 2012e, párr. 81). A mediados de
septiembre de 1996 el señor Vélez Restrepo recibió amenazas en contra de él y su familia
(Corte IDH. 2012e, párr. 84), así que decide denunciar ante la Fiscalía para que el Estado
iniciara una investigación (Corte IDH. 2012e, párr. 88).

En este caso, la Corte reiteró la importancia del reconocimiento parcial de responsabilidad


del Estado (Corte IDH. 2012e, párr. 256), pero establece que deberán ser reparadas las
víctimas.

Por tanto, en el daño material la Corte estimó que el exilio ocasionado en la víctima
directa generó un detrimento en su labor de periodista, por consiguiente, otorgó en
equidad la suma de US$ 50,000. Por el daño emergente, si bien los representantes no
aportaron prueba que permitiera establecer los daños ocasionados en este concepto, la
Corte fijo en equidad la suma de US$ 40,000 (Corte IDH. 2012e, párr. 295-298).

Para el daño inmaterial se evaluaron los sufrimientos infringidos y el cambio en sus


condiciones de vida por el exilio a la que fueron sometidas, el daño al desarrollo

36
profesional como periodista del señor Vélez y las consecuencias de orden inmaterial o no
pecuniario que sufrieron, fijando en equidad US $ 60,000 a favor de Luis Gonzalo Vélez
Restrepo, US$ 40,000 a favor de la señora Aracelly Román Amariles, así como la
indemnización de US$ 30,000 para Mateo Vélez Román y de US$ 20,000 para Juliana
Vélez Román (Corte IDH. 2012e, párr. 299- 302).

Entre tanto, con respecto a la reparación integral, como medida de restitución, dictaminó
que el Estado debía de garantizar las condiciones para que la familia Vélez Román pueda
volver a residir en Colombia (Corte IDH. 2012e, párr. 265). En rehabilitación, ordenó la
atención integral en salud a las víctimas. Como medida de satisfacción solicitó la
publicación y difusión de la sentencia. Y en los mecanismos para garantizar la no
repetición, dictaminó la capacitación a las Fuerzas Armadas en protección a los derechos
humanos de libertad de expresión a los periodistas, además de la obligación de investigar
los hechos que generaron las violaciones e identificar, juzgar y, en su caso, sancionar a
los responsables (Corte IDH. 2012e, párr. 269).

En el Caso Duque (2016) la víctima convivio con su pareja del mismo sexo hasta su
fallecimiento el día 15 de septiembre de 2001, como consecuencia del Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). El señor J.O.J.G, pareja del señor Duque, estaba
afiliado a la Compañía de Fondos de Pensiones y Cesantías (COLFONDOS S.A.), razón
por la cual el señor Duque el 19 de marzo de 2002 solicitó se le indicaran los requisitos para
obtener la pensión de sobrevivencia de su compañero; el 3 de abril de 2002 COLFONDOS
respondió que no ostentaba la calidad de beneficiario en virtud de la ley 100 de 1993
artículo 74 que no contempla la unión entre dos personas del mismo sexo (Corte IDH. 2016,
párr. 70-75). El señor Duque interpuso acción de tutela para solicitar el reconocimiento de
la pensión de sobrevivencia, denegada por el Juzgado Décimo Civil Municipal de Bogotá,
resolución que fue impugnada por el señor Duque y confirmada en su integridad el 19 de
julio de 2002 por el Juzgado Doce Civil del Circuito de Bogotá, el 26 de agosto de 2002
el expediente de tutela fue radicado en la Corte Constitucional, pero no fue seleccionado
para su estudio y revisión (Corte IDH. 2016, párr. 77-80). Desde el 2007 la Corte
Constitucional ha reconocido jurisprudencialmente a parejas del mismo sexo los
beneficios de pensión, seguro social y derechos de propiedad. En el 2008 concluyó a
mediante sentencia C-336 que las parejas permanentes del mismo sexo que acrediten

37
dicha calidad tienen derecho a la pensión de sobrevivientes. Desde el 2010 consideró que
la muerte de uno de los miembros de la pareja del mismo sexo hubiera acaecido antes de
la notificación de la sentencia C-336 de 2008 no justificaba la negación de la pensión de
sobrevivencia al miembro supérstite (Corte IDH. 2016, párr. 80- 82).

La sentencia en favor señor Duque conceptúa o define tanto el daño material como el
inmaterial entendiendo la Corte que el primero abarca “la pérdida o detrimento de los
ingresos de las víctimas, los gastos efectuados con motivo de los hechos y las
consecuencias de carácter pecuniario”. En el caso, la Corte estima la vulneración al
derecho a la igualdad ante la ley concluyendo que el señor Duque no tuvo acceso en
condiciones de igualdad y sin discriminación a la posibilidad de reclamar una pensión de
sobrevivencia. Por otra parte, los representantes no probaron un daño emergente, en
consecuencia, no corresponde otorgar medida de reparación ya que es un daño incierto o
eventual, además el lucro cesante podrá ser declarado a nivel interno, con el
reconocimiento retroactivo de la pensión (Corte IDH. 2016, párr. 216-217).

En cuanto que el daño inmaterial “comprende tanto los sufrimientos y las aflicciones
causados a la víctima directa y a sus allegados, el menoscabo de valores muy
significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en
las condiciones de existencia de la víctima o su familia” (Corte IDH. 2005b, párr.244;
2015, párr. 412; 2016, párr. 220). Dado que no es posible asignar un equivalente
monetario preciso, la Corte IDH determina la indemnización en equidad, concluyendo
como anteriormente se citó la violación al derecho a la igualdad y no discriminación en
perjuicio de Ángel Duque al no permitírsele en igualdad la pensión de sobrevivencia
viéndose privado por más de trece años de los ingresos económicos más aún cuando le
había sido diagnosticada una enfermedad como el VIH. En atención a lo anterior se fija
la suma de USD 10.000 (Corte IDH. 2016, párr. 220-221).

En relación a las medidas de restitución: El Estado deberá tramitar la pensión de forma


prioritario en un término no mayor a 3 meses, la cual incluirá la suma equivalente a todos
los pagos y los intereses que no se percibieron; como medidas de satisfacción: La Corte
estima realizar las siguientes publicaciones: a) el resumen oficial de la presente Sentencia
elaborado por la Corte, el cual deberá ser publicado en el Diario Oficial y en un diario de

38
amplia circulación nacional de Colombia, y b) y el contenido completo de la sentencia en
un sitio web oficial del Estado durante un tiempo de un año (Corte IDH. 2016, párr. 203).

Por último, la Corte resalta y no encuentra responsable al Estado por adecuación del
derecho, ni por el derecho a la igualdad con la norma actual, ni por el derecho a la
protección judicial por inexistencia de los recursos para solicitar una pensión ni a las
garantías judiciales. Asimismo, en la capacitación de funcionarios no existe
responsabilidad. El Tribunal consideró que la emisión de la sentencia y las reparaciones
ordenadas en la misma resultan suficientes y adecuadas (Corte IDH. 2016, párr. 207).

A manera de conclusión, de los casos individuales y sus reparaciones, se evidencia la


evolución de la Corte Interamericana y del Sistema Interamericano en las medidas
otorgadas, en razón a que en el primer caso (Corte IDH, 1995), sus medidas se limitaban
a reparar un daño material y moral, además de ordenar unas medidas como la publicación
de la sentencia y el reconocimiento y solicitud de perdón, que no precisamente
desarrollaba los otros conceptos de reparación. Luego, desde el 2005 en que suceden los
demás casos individuales, se denota que las medidas otorgadas buscan satisfacer los
componentes de una reparación integral, es decir que incluyen garantías de no repetición,
satisfacción, rehabilitación, restitución e incluso la reparación al proyecto de vida (Corte
IDH. 2005 a; 2007; 2008 a; 2012e; 2016)

El desarrollo de las reparaciones ordenadas en los casos colombianos, puede evidenciar


un avance del derecho interno por cumplir los estándares internacionales en la materia, es
decir que la Corte da beneplácito a que la Jurisdicción Contencioso Administrativa y en
especial el Consejo de Estado, en medio de sus competencias, haya otorgado medidas en
sede interna conforme a los parámetros de una reparación integral, e invitó que las
distintas jurisdicciones del Estado colombiano sigan el ejemplo con el fin de garantizar
para las víctimas los estándares interamericanos de reparación (Corte IDH. 2008a).

De otro lado, a pesar de que algunos casos individuales reflejen que las violaciones que
activan la obligación convencional de reparar se enmarcan en diferentes contextos de
grupos vulnerables o sujetos de especial protección, la Corte no aplica una reparación
diferencial, quizás en el único caso que se logra identificar una medida especial es en el
de Escúe Zapata (Corte IDH. 2007) donde la Corte dictaminó reparar a la comunidad

39
indígena Páez y en especial al resguardo de Jambaló con una suma de dinero destinada a
ser invertida en obras o servicios colectivos, de acuerdo con su decisión, usos, costumbres
y tradiciones; por los demás casos, no se identifica una medida que marqué la diferencia
o amplié la baraja de acciones tendientes a reparar violaciones a los derechos humanos
de personas de especial protección.

Por último, los reconocimientos de responsabilidad, totales o parciales en instancias de la


Corte o durante el proceso ante el Sistema Interamericano, no necesariamente implican
el cumplimiento o la exoneración de la medida de reparación de satisfacción. Debido a
que la Corte le ordena al Estado ratificar el reconocimiento de la responsabilidad, a través
de la solicitud de perdón en un evento público y con la presencia de altas dignidades del
Estado como acción que garantiza la medida de satisfacción.

A continuación, se entrará a describir los casos colombianos de violaciones colectivas a


los derechos humanos para identificar las medidas de reparación ordenadas en cada uno
de ellos y luego, establecer las diferencias entre las dictaminadas para víctimas
individuales como para las víctimas colectivas.

2.2 Masacres perpetradas en el Estado colombiano y su relación indemnizatoria:

Los siguientes casos conocidos por la Corte Interamericana, se dan en el marco del
conflicto armado interno, por enfrentamientos entre grupos paramilitares, guerrillas y
fuerzas armadas del Estado, llevando consigo graves violaciones a los derechos humanos
sobre múltiples víctimas, incluso algunas determinadas, pero no individualizadas, los
cuales generan compromisos ulteriores para el Estado.

Teniendo en cuenta la relación de pluralidad de las víctimas, hechos, afectación a los


derechos y contexto de las masacres, pueden evidenciarse semejanzas en cuanto a las
reparaciones otorgadas por la Corte. Es por lo anterior que se entrará a referenciar en
conjunto las masacres conocidas por la Corte Interamericana en relación al Estado
colombiano con el fin de observar el avance normativo del daño material, daño inmaterial
y otras formas de reparación (Nash. 2009, pp. 84-89).

Así entonces, el primer caso que integra este acápite, es el de Las Palmeras (Corte IDH.
2002c, párr. 203), los hechos objeto de la responsabilidad internacional ocurrieron el 23
40
de enero de 1991 cuando el Comandante Departamental de la Policía de Putumayo ordenó
a sus miembros llevar una operación armada en la localidad de Las Palmeras, apoyados
por efectivos del Ejército (Corte IDH. 2002c, párr. 35). Ese día en la escuela rural de Las
Palmeras, detuvieron y asesinaron a dos trabajadores (Julio Milciades Cerón Gómez y
Artemio Pantoja) que reparaban un tanque séptico, así como a los hermanos William
Hamilton Cerón Rojas y Edebraes Norverto Cerón Rojas quienes estaban en un predio
siguiente, al maestro Hernán Javier Cuarán Muchavisoy que estaba por llegar a la escuela,
y a otra persona no identificada que podría ser Moisés Ojeda o Hernán Lizcano
Jacanamejoy. Asimismo, hirieron al menor Enio Quinayas Molina cuando abrieron fuego
desde un helicóptero. Posteriormente los miembros de la Policía Nacional y del Ejército
presentaron siete cadáveres como pertenecientes a subversivos muertos en un presunto
enfrentamiento (Corte IDH. 2002c, párr. 36).

A diferencia de las demás sentencias, en dicho caso, se determinó la reparación con


relación a cada derecho vulnerado de la Convención Americana, así respecto al artículo
4 se decreta la responsabilidad por la muerte de N.N./Moisés por la manifestación hecha
por el Estado. Y al no tener información, se estima en equidad la indemnización de US$
100.000,00 (Corte IDH. 2002c, párr. 45- 47).

Por la violación a las garantías y protección judiciales en perjuicio de los familiares de


las víctimas se establece en virtud de: a: i) la ineficiencia en los procesos llevados dentro
del procedimiento interno, y ii) las conductas de los agentes estatales que tergiversaron la
realidad haciendo pasar las vulneraciones como un ataque de un grupo armado subversivo
(Corte IDH. 2002c, párr. 53). En este caso se probó que miembros de la policía y otros
funcionarios tergiversaron las pruebas y persiguieron a los familiares de las víctimas,
debiéndose indemnizar a aquellos que no se incluyeron en ningún acápite (Corte IDH.
2002c, párr. 61). En relación a las otras formas de reparación, se consideró que el Estado
debería concluir el proceso penal, identificar los responsables y sancionarlos. Asimismo,
divulgarse el resultado del proceso (Corte IDH. 2002c, párr. 67-70). En cuanto a los restos
mortales del N.N./Moisés, ordenó identificar y ubicar a sus familiares (Corte IDH. 2002c,
párr. 72- 73) y entregar los restos cubriendo los gastos (Corte IDH. 2002c, párr. 71).

41
Como medidas de satisfacción encomendó la publicación de la sentencia en el Diario
Oficial y en un boletín de prensa de la Policía Nacional y de las Fuerzas Armadas de
Colombia, por una sola vez, la sentencia de fondo, así como la sentencia de reparaciones
y costas (Corte IDH. 2002c, párr. 74-75). Además de entregar los restos de Hernán
Lizcano Jacanamijoy a sus familiares, para una adecuada sepultura (Corte IDH. 2002c,
párr. 77).

Los siguientes casos que se enmarcan en el contexto de graves violaciones a los derechos
humanos y que cronológicamente fueron decididos por la Corte Interamericana entre el
periodo (2004- 2007), son 19 comerciantes (2004b)2, Masacre de Mapiripán (2005)3,

2
Hechos: Entre el 6 y 7 de octubre de 1987, miembros de un grupo paramilitar detuvieron a 17 comerciantes
quienes se dedicaban a actividades comerciales, estos fueron inmovilizados, por el caserío de Puerto
Araujo, requisados, asesinados, descuartizados y por último lanzados sus cuerpos a un rio (aguas del caño
“El Ermitaño”, afluente del río Magdalena, frente al sitio “Palo de Mango). Quince días después, los señores
Juan Alberto Montero Fuentes, cuñado de la presunta víctima Víctor Manuel Ayala Sánchez- y José Ferney
Fernández Díaz, fueron en búsqueda de los desaparecidos, pero en el transcurso de la búsqueda miembros
del grupo ilegal los detuvieron y cometieron las mismas violaciones que con las anteriores víctimas (Corte
IDH. 2004b, párr. 85).
3
Hechos: El 12 de julio de 1997 un centenar de miembros de las AUC aterrizaron en el aeropuerto de San
José de Guaviare en vuelos irregulares procedentes de Neclocí y Apartadó, recogidos por miembros del
Ejército, y facilitándoles el transporte de los hasta Mapiripán, al llegar el 14 de julio de 1997 los
paramilitares tomaron control del pueblo, comunicaciones y oficinas públicas, intimidando a los habitantes,
secuestrando y produciendo la muerte de otros. Desde el 15 hasta el 20 de julio de 1997, el grupo de las
AUC separaron a 27 personas que fueron torturadas y descuartizadas presuntamente por ser colaboradores
o de las FARC. Asimismo, impidieron la circulación a los habitantes de dicho municipio, y torturaron,
desmembraron, desvisceraron y degollaron aproximadamente a 49 personas arrojando sus restos al río
Guaviare, las AUC destruyeron gran parte de la evidencia física, para obstruir la recolección de la prueba.
(Corte IDH. 2005, párr. 96).
42
Masacre de Pueblo Bello (2006a)4, Masacre de Ituango (2006b)5 y Masacre de La
Rochela (2007a)6. Como exigencia general de estos casos, la Corte Interamericana estimó
que la reparación requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in
integrum), de la situación anterior a la violación y de no ser posible, deberá determinar

4
Hechos: El 14 de Enero de enero de 1990 en la noche un grupo de aproximadamente 60 hombres, de la
organización paramilitar "los tangueros" incursionaron en el corregimiento de Pueblo Bello en dos
camiones aparentemente hurtados, divididos en cuatro grupos los paramilitares saquearon algunas
viviendas, maltrataron a sus ocupantes y sacaron de sus casas a un número indeterminado de hombres, a
quienes llevaron a la plaza del pueblo, toda vez que los pobladores habían colaborado a la guerrilla con el
hurto de un ganado a Fidel Castaño . Ordenaron que las mujeres y los niños permanecer al interior de la
iglesia del corregimiento y a los hombres que salieran a la plaza, los colocaron boca abajo y con una lista
fueron amordazados y obligados a subir a los camiones. Los Camiones se dirigieron a la finca “Santa
Mónica”, sin que fueran requisados por el retén ubicado entre Pueblo Bello y San Pedro de Urabá. En la
finca fueron llevados hasta una playa del río Sinú e interrogados por Fidel Castaño Gil durante los
interrogatorios, a algunos secuestrados les cortaron las venas, las orejas, los órganos genitales o les
chuzaron los ojos, perdiendo la vida 20 personas, y quienes quedaron vivos para ese entonces fueron
interrogados el 15 de enero de 1990, siendo golpeados a patadas y puñetazos, hasta su muerte. EL 15 de
enero de 1990 familiares de los secuestrados se dirigieron a la base militar de San Pedro de Urabá donde el
Teniente Fabio Enrique Rincón Pulido les indicó que los camiones no habían pasado por el retén, los
familiares recibieron poca ayuda de las autoridades. Ocho días después de los hechos, hombres vestidos de
militar, supuestamente provenientes de la base militar de Carepa, llegaron a Pueblo Bello en helicóptero y
repartieron sobres con 50.000 pesos entre familiares de las personas desaparecidas, pero muchas de ellas
no los recibieron. Se interpusieron recursos en la jurisdicción penal militar, jurisdicción penal ordinaria,
procedimiento administrativo disciplinario y procesos contenciosos administrativos (Corte IDH. 2005, párr.
95).
5
Hechos: El 11 de junio de 1996 cerca de 22 hombres armados con fusiles y revólveres, miembros de
grupos de las autodefensas, se dirigieron en dos camionetas al municipio de Ituango, corregimiento de La
Granja. El grupo de las autodefensas pasó corta distancia de un comando de policía, sin que éstos adoptaran
medida alguna para detenerlos. Al arribar al corregimiento de La Granja las autodefensas tomaron control
e iniciaron ejecuciones selectivas, sin oposición de la fuerza pública y a la vista de los pobladores. Se
elevaron varias comunicaciones a autoridades estatales para garantizar la vida y la integridad de la
población civil sin respuesta efectiva. Entre el 22 de octubre y 12 de noviembre del 1997 las autodefensas
incursionaron en el corregimiento de Builópolis, más conocido en la región de Ituango como El Aro. La
cadena de ejecuciones selectivas tuvo la aquiescencia y apoyo de miembros de la fuerza pública. El 22 de
octubre de 1997 aproximadamente 30 hombres armados y vestidos con prendas de uso militar llegaron por
vía terrestre a la finca del señor Omar de Jesús Ortíz Carmona. Allí reunieron a todos los trabajadores y les
preguntaron acerca de la guerrilla. Seguidamente, aislaron del grupo a los señores Omar de Jesús Ortíz
Carmona y Fabio Antonio Zuleta Zabala y les propinaron varios impactos de bala que les ocasionaron la
muerte. Al salir del embarcadero en Puerto Escondido, las autodefensas asesinaron a Olcris Fail Díaz Pérez,
José Darío Martínez Pérez y a Otoniel de Jesús Tejada Jaramillo, de igual forma este grupo en su recorrido
del 23 de octubre de 1997 asesinaron al niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres, de 14 años de edad, y al
señor Alberto Correa, cuando se encontraban realizando labores de agricultura en la finca Mundo Nuevo
(Corte IDH. 2005, párr. 125).
6
Hechos: Los hechos se produjeron dentro del marco de las violaciones contra funcionarios judiciales,
dirigidos a impedir sus labores, intimidarlos, amedrentarlos, situación reconocida en sentencias del Consejo
de Estado, y aceptada por Colombia en este proceso internacional. Asimismo, el contexto hace relación al
Caso 19 Comerciantes, cuyos hechos acaecieron en octubre de 1987. El 18 de enero de 1989, en la Rochela,
quince miembros de la comisión judicial se dirigían a La Rochela, con el fin de investigar las ejecuciones
cometidas en perjuicio de 19 comerciantes (diligencia probatoria), fueron interceptados por un grupo
paramilitar de 15 hombres armados y uniformados que se identificaron e hicieron pasar como miembros
del grupo ilegal FARC. Los 15 miembros de la Comisión Judicial fueron atados, subidos a dos automóviles
y llevados al sitio denominado La Laguna, donde les empezaron a disparar. Tres personas sobrevivieron.
No se investigaron efectivamente las vulneraciones (Corte IDH. 2005, párr. 2, 81, 82 y 106).
43
medidas para garantizar el respeto de los derechos conculcados, reparar las consecuencias
y establecer, una indemnización como compensación por los daños ocasionados (Corte
IDH. 2006b, párr. 347).

En estos casos, la Corte IDH expresa frente al daño material “entendiéndose este como
aquellos ingresos dejados de percibir” (Corte IDH. 2004b, párr. 243), que debe estimarse
con base en elementos de prueba ciertos (Corte IDH. 2006a, párr. 247), sin embargo
debido a la magnitud de las vulneraciones en esta clase de hechos, se origina complejidad
al momento de determinar los daños causados a las víctimas, ya que en algunas
circunstancias no se aporta constancia de los ingresos dejados de percibir, aún más porque
no todas las víctimas han podido ser identificadas, es por lo anterior que la Corte decide
fijar este criterio de reparación en equidad y establece el pago de las indemnizaciones
correspondiente a dichas víctimas así: el 50% entre los hijos; el otro 50% al cónyuge, o
compañera permanente; de no tener hijos, ni cónyuge, la indemnización se distribuirá: el
50% a sus padres, el restante 50% repartirá entre los hermanos (Corte IDH. 2005, párr.
259).

Respecto a los acuerdos conciliatorios que se han llevado dentro el Estado colombiano la
Corte los tiene en cuenta positivamente y entra a determinar quienes ya fueron
indemnizadas dentro del derecho interno para no decretar nuevamente una reparación
económica (Corte IDH. 2006b, párr. 371- 378). La cual, según lo dispuesto en el caso
Masacre de La Rochela, esta compensación económica factor de la reparación del daño
material, debe incorporar tanto el daño emergente como el lucro cesante (Corte IDH.
2007a, párr. 245).

Ahora bien, por daño inmaterial se configura en estos casos, aquellos sufrimientos
ejercidos a la victimas que conllevan una vulneración de los derechos humanos. Al
respecto se tienen en cuenta los tratos cometidos a los 19 comerciantes con anterioridad
a su fallecimiento, toda vez que pudieron temer y prever que serían privados de su vida
de manera arbitraria y violenta, asimismo la Corte IDH recuerda que los familiares fueron
víctimas de las vulneraciones a los derechos 5, 8.1 y 25 de la Convención, en relación con
el artículo 1.1 de dicho tratado (Corte IDH. 2004b, párr. 150); en igual sentido, en el caso
de Mapiripán relaciona la indemnización por haber tenido que experimentar un gran

44
sufrimiento, angustia, terror e inseguridad (Corte IDH. 2005, párr. 288); en la masacre de
Pueblo Bello se estima frente a las víctimas, que fueron desaparecidas y privadas de la
vida, vulnerando su integridad personal, los familiares de las personas desaparecidas y
privadas de la vida, también sufrieron daños como consecuencia de la desaparición o
muerte de las mismas, por la falta de apoyo de las autoridades en la búsqueda de los
desaparecidos y el miedo a iniciar o continuar con las búsquedas de sus familiares; en el
caso de Ituango las condiciones de familiares y testigos revelan la atrocidad y barbarie de
los hechos, debido al sometimiento de las víctimas a graves torturas psicológicas en
correspondencia a los hechos de La Granja el 11 de junio de 1996 y en El Aro entre el 22
de octubre y 12 de noviembre de 1997 (Corte IDH. 2006b, párr. 385).

Paralelamente advierte que el sufrimiento ocasionado a las víctimas se extiende a los


miembros más íntimos de la familia, a aquellos que estuvieron en contacto afectivo
estrecho (Corte IDH. 2004b, párr. 249), no siendo necesario demostrar daño inmaterial
para los hijos, cónyuge o compañera, madre, padre, y hermanas y hermanos (Corte IDH.
2006a, párr. 257).

En torno a la investigación, la Corte IDH menciona que la ausencia de una investigación


completa y efectiva sobre los hechos y la impunidad parcial constituyen una fuente de
sufrimiento y angustia adicionales que repercuten en el criterio de daño inmaterial (Corte
IDH. 2006b, párr. 385).

Por último la Corte valora positivamente las indemnizaciones otorgadas a algunas


víctimas a través de la jurisdicción contenciosa administrativa, ya que evidenció cambios
realizados por el Estado colombiano con el propósito de integrar el derecho internacional
de los derechos humanos al derecho interno, no obstante se esbozan algunos errores en la
reparación interna, como en el caso de Ituango, donde únicamente se determinó el daño
inmaterial a favor de los familiares de las víctimas pero no de los daños sufridos
directamente por las personas que fueron ejecutadas, por lo cual fue necesaria fijarla en
instancia de la Corte, solicitando al Estado descontar de los pagos ya realizados en su
jurisdicción interna (Corte IDH. 2006b, párr. 389). Otro caso de los errores comunes de
la reparación en sede interna es no tener identificadas a todas las víctimas de las masacres,
las cuales resultan reconocidas en sentencia por la Corte como sucedió en Mapiripán,
Ituango y Rochela (Corte IDH. 2005, párr. 297; 2006b, párr. 250; 2007a, párr. 244-267).
45
Por último, el criterio relacionado con otras formas de reparación como las no pecuniarias
en casos relacionados con masacres ha sido constante en establecer que:

1. El Estado debe investigar los hechos que generaron las violaciones, e identificar
y sancionar a los responsables: en casos como 19 comerciantes, Masacre de
Pueblo Bello, Mapiripán y la Rochela la Corte IDH reitera el derecho a la verdad
(Corte IDH. 2004b, párr. 261; 2006a, párr. 266; 2005, párr. 297; 2007a, párr. 289)
como forma de reparación, recordando la necesidad de un plazo razonable en los
procesos internos que no conlleven a una situación de impunidad respecto de la
investigación y sanción (Corte IDH. 2004b, párr. 257), siendo inaceptables las
disposiciones de amnistía reglas de prescripción y establecimiento de excluyentes
de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los
responsables de las violaciones graves de los derechos humanos, ejecuciones y
desapariciones (Corte IDH. 2005, párr. 304).
Igualmente implica para el Estado los deberes de a) remover los obstáculos de
facto y de jure; b) utilizando los medios disponibles; y c) otorgando garantías de
seguridad adecuadas para el buen término de las investigaciones (Corte IDH.
2006b, párr. 400). En este acápite la Corte valora los proyectos y políticas públicas
creadas en el caso de la masacre de Ituango como el Proyecto de Política Pública
de Lucha Contra la Impunidad por Violaciones de los Derechos Humanos y
D.I.H.; política pública sobre desplazamiento y protección a testigos; y Plan de
acción para la población en situación de desplazamiento implementado en virtud
de la Sentencia de la Corte Constitucional T- 025 de 2004 (Corte IDH. 2006b,
párr. 401).

2. Buscar, identificar, entregar y dar sepultura a las víctimas de las masacres: Para
la efectiva identificación de las víctimas, el Estado publicará en un medio de
radiodifusión, televisión y prensa escrita, de cobertura nacional y regional en el
lugar de las violaciones (Corte IDH. 2006a, párr. 272), un anuncio informando del
requerimiento de identificación de las víctimas (Corte IDH. 2005, párr. 306);
recuperar los restos mortales toda vez que la entrega de los restos en casos de
desaparición es un acto de justicia y reparación en sí mismo (Corte IDH. 2004b,
párr. 266), y de no ser posible la entrega, deberán sepultarlos en el cementerio de
46
su ciudad de origen (Corte IDH. 2005, párr. 310), cubriendo en cualquiera de los
casos los gastos de entierro (Corte IDH. 2006a, párr. 273).

3. Erigir una placa, monumento o cualquier otro de la misma categoría en memoria


de las víctimas, en el lugar que acuerden con los familiares, para los casos de
Mapiripan y Pueblo Bello, se decretó un monumento (Corte IDH. 2005, párr. 315;
2006a, párr. 278), en el caso de Ituango una placa (Corte IDH. 2006b, párr. 408),
y en 19 comerciantes se decretaron los dos (Corte IDH. 2004b, párr. 272).

4. Realizar una disculpa pública y acto de reconocimiento de responsabilidad


internacional (Corte IDH. 2004b, párr. 273; 2006a, párr. 277; 2006b, párr. 405).

5. Otorgar tratamiento médico o psicológico adecuado a las víctimas y sus


familiares, de manera gratuita, en establecimientos estatales de acuerdo a las
necesidades particulares de cada persona, de forma consentida, para reducir los
padecimientos físicos y psíquicos consecuencia de las masacres (Corte IDH.
2004b, párr. 274; 2005, párr. 312; 2006a, párr. 274; 2006b, párr. 405; 2007a, párr.
290).

6. Publicar la sentencia en un diario oficial o de amplia circulación nacional, además


en las páginas oficiales de las entidades que se encuentran involucradas en el
incumplimiento internacional del Estado (Corte IDH. 2005, párr. 318; 2006a, párr.
279; 2006b, párr. 410).

7. Garantías estatales de seguridad para los familiares y ex habitantes que decidan


regresar (Corte IDH. 2005, párr. 313; 2006b, párr. 409). En este sentido, para el
caso de Pueblo Bello indicó que debía implementarse un programa habitacional
para los familiares que desearan regresar a Pueblo Bello toda vez que perdieron
sus bienes materiales (Corte IDH. 2006a, párr. 276), en 19 comerciantes el Estado
debía garantizar a la familia de Antonio Flórez Contreras, exiliados, que su esposa
y su hijo Alejandro, regresaran a Colombia si hubieren querido, y cubrir los gastos
del traslado, también garantizar la vida, integridad y tomar todas las medidas de

47
seguridad necesarias para todas personas que rindieron declaración ante el
Tribunal y sus familias (Corte IDH. 2004b, párr. 279- 280).

8. Crear un mecanismo oficial de seguimiento para el efectivo cumplimiento de las


reparaciones ordenadas (Corte IDH. 2005, párr. 311).

9. Crear e implementar un programa de educación en derechos humanos a los


miembros de los cuerpos armados y organismos de seguridad sobre protección de
los derechos humanos y derecho internacional humanitario respecto a los límites
a los que deben estar sometidos para garantizar los derechos humanos (Corte IDH.
2005, párr. 316- 317).

Después de cinco años, la Corte Interamericana se ve enfrentada nuevamente a un caso


considerado como de graves violaciones a los derechos humanos en el marco de un
conflicto armado, y decide el caso de la Masacre de Santo Domingo (2012f) los hechos
son cometidos el 13 de diciembre de 1998, cuando varias aeronaves sobrevolaban los
alrededores de Santo Domingo en horas de la mañana y, a las 10:02 am, la tripulación del
helicóptero de la Fuerza Aérea lanzó un dispositivo cluster sobre la calle principal de
Santo Domingo, provocando la muerte de 17 personas, de las cuales seis eran niños y
niñas, e hiriendo a otras 27 personas, entre ellas 10 niñas y niños (Corte IDH. 2012f, párr.
195). Este mismo día, la población tuvo que abandonar sus residencias y movilizarse al
corregimiento de Betoyes (Corte IDH. 2012f, párr. 75). La Corte constató que, después
del lanzamiento del dispositivo cluster, la Fuerza Área realizó ametrallamientos desde las
aeronaves contra personas que se desplazaban en la carretera en dirección opuesta al
caserío.

El regreso de varios de los pobladores a Santo Domingo, se efectuó a partir de enero de


1999. Como consecuencia de los anteriores hechos, fueron condenados tres tripulantes de
la aeronave que lanzó el dispositivo, fallo confirmado por el Tribunal Superior de Bogotá
en junio de 2011 respecto de dos de los tripulantes. La jurisdicción contencioso
administrativa también estableció la responsabilidad del Estado colombiano por los
hechos de Santo Domingo (Corte IDH. 2012f, párr. 233).

48
En este caso, frente al daño material e inmaterial, la Corte constata y aprecia que
familiares de las víctimas fallecidas fueron reparados dentro del Estado, mediante el
proceso contencioso administrativo, razón por la cual no corresponde ordenar
reparaciones pecuniarias adicionales. Sin embargo, bajo el principio de subsidiariedad de
la Corte, quienes no acudieron a la vía contencioso administrativa a nivel interno, deberá
otorgárseles y ejecutar, en un año las indemnizaciones y compensaciones pertinentes a
las dictaminadas para las víctimas identificadas de los procesos internos (Corte IDH.
2012f, párr. 334-338).

En cuanto a las medidas de satisfacción, las reparaciones se pueden ver favorables al


Estado debido a la aplicación de la ley de víctimas -Ley 1448 de 2011- donde el Gobierno
Nacional, a través del Plan Nacional para la Atención y Reparación Integral a las
Víctimas, ha instaurado medidas de reparación como: la reparación simbólica de las
víctimas, la creación del día nacional de la memoria y solidaridad con las víctimas (9 de
abril), de esta manera la Corte consideró que estas medidas cumplen a cabalidad la
obligación de restablecer la dignidad de la víctima (Corte IDH. 2012f, párr. 300-301).
Sin perjuicio de lo cual ordena al Estado la obligación de investigar (Corte IDH. 2012f,
párr. 297); realizar un acto público de reconocimiento de responsabilidad internacional y;
divulgar lo contenido tanto el resumen como la sentencia (Corte IDH. 2012f, párr. 300-
303).

Acerca de la rehabilitación, la Corte considera que, si bien se prestaron las atenciones


médicas primarias necesarias para los hechos de Santo Domingo del 13 de diciembre de
1998, no hay referencia de tratamiento prolongado en el tiempo, de acuerdo a las
particularidades concretas de cada víctima, ordenando medidas gratuitas de rehabilitación
en instituciones de salud especializadas, y tratamiento médico, psicológico o psicosocial
a las víctimas y los familiares (Corte IDH. 2012f, párr. 307-309).

El siguiente caso, es el de las Comunidades Afrodescendientes Desplazadas de la Cuenca


del Río Cacarica -Operación Génesis- (2013a) los hechos se ocasionaron dentro de la
operación militar “Génesis” en febrero de 1997, así como de incursiones de grupos
paramilitares o de las AUC realizadas simultáneamente en días cercanos, en la cuenca del
Cacarica llamada también “Operación Cacarica” (Corte IDH. 2013a, párr. 81). El 26 de
febrero de 1997, aproximadamente 60 paramilitares del bloque “Chocó” de las ACCU
49
ingresaron al caserío de Bijao, localizado en la cuenca del Cacarica, donde dispararon y
lanzaron granadas a los techos de las casas además de saquear sus hogares, luego
amenazarlos para que abandonaran la zona. En estos mismos hechos, los paramilitares
asesinaron al señor Marino López Mena (Corte IDH. 2013a, párr. 107). La Corte estudió
los hechos de desplazamiento forzado de comunidades afrodescendientes, sus
condiciones de seguridad y el retorno de las mismas a territorios del Cacarica, así como
otros hechos de desposesión y explotación de recursos naturales y de territorios de las
comunidades por parte de empresas privadas (Corte IDH. 2013a, párr. 82).

En las reparaciones, la Corte resalta como favorable la implementación y ejecución de la


Ley de Víctimas y Restitución de Tierras en materia de reparaciones. Así como el Decreto
4635 de 2011, donde se establecen medidas de asistencia, atención, reparación integral y
de restitución de tierras a las víctimas de comunidades negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras”, contemplando que cuando se trate de comunidades afrocolombianas que
hayan sufrido daño colectivo, además de la indemnización administrativa individual,
pueden obtener indemnización colectiva y un programa de asesoría y acompañamiento
para la inversión de los recursos. Todo lo anterior apoyado en un Plan Integral de
Reparación Colectiva “PIRC”. Por lo tanto, la Corte ordenó al Estado colombiano la
obligación de garantizar el acceso a las víctimas del caso, a los programas administrativos
para acceder a las indemnizaciones contempladas en dicho marco normativo interno
(Corte IDH. 2013a, párr. 472-473).

No obstante, por concepto de daños materiales e inmateriales ocasionados al señor Marino


López Mena, otorga la cantidad de US$ 70,000.00 la cual deberá ser pagada a la señora
Palacios, compañera del señor López, así como la cantidad de US$ 35,000.00 a cada hijo
del señor López Mena, y US$ 10,000.00 a cada uno de sus hermanos (Corte IDH. 2013a,
párr. 476).

De igual modo en las reparaciones no pecuniarias se indica: a) la obligación de investigar


(Corte IDH. 2013a, párr. 436-440), b) publicar en el Diario Oficial de Colombia y en un
diario de amplia circulación nacional, por una única vez, el resumen oficial de la sentencia
y la Sentencia en su integridad, en sitio web oficial de instituciones y órganos estatales
colombianos por un año (Corte IDH. 2013a, párr. 445); c) acto público de reconocimiento
de responsabilidad, difundido en medios de comunicación y con presencia de autoridades
50
del Estado y miembros de la comunidad (Corte IDH. 2013a, párr. 446-447). En cuanto
medidas de rehabilitación, la atención medica psicológica para reducir padecimientos
psicosociales (Corte IDH. 2013a, párr. 453). Con relación a las medidas de restitución,
garantizar el derecho a la propiedad colectiva, reconociendo el arraigo con sus territorios,
al igual que asegurar las condiciones de seguridad y vida digna (Corte IDH. 2013a, párr.
458-460). Adicional deberá velar por el acceso de las víctimas a los programas internos
de reparación “programas habitacionales” y “mecanismo de restitución de tierras” (Corte
IDH. 2013a, párr. 444).

Siguiendo la línea cronológica de las reparaciones en los casos colombianos, sigue el


Caso Rodríguez Vera y otros “Desaparecidos del Palacio de Justicia” (2014) los hechos
concurren, los días 6 y 7 de noviembre de 1985 cuando el grupo guerrillero conocido
como M-19 tomó violentamente las instalaciones del Palacio de Justicia, manteniendo
como rehenes a cientos de personas entre magistrados, magistrados auxiliares, abogados,
empleados administrativos y de servicios, así como visitantes de ambas corporaciones
judiciales. Ante dicha incursión armada de la guerrilla, conocida como “la toma del
Palacio de Justicia”, la respuesta de las fuerzas de seguridad del Estado es conocida como
“la retoma del Palacio de Justicia”. Para la Corte, así como para los tribunales internos
colombianos y la Comisión de la Verdad la medida fue calificada como desproporcionada
y excesiva (Corte IDH. 2014, párr. 77). La Corte analizó la responsabilidad internacional
por las presuntas desapariciones forzadas de 12 personas que se encontraban en el Palacio
de Justicia y que habrían sobrevivido a los hechos, sin que se conozca el paradero de 11 de
ellas hasta la fecha de la sentencia. La presunta desaparición forzada seguida de ejecución
extrajudicial por parte de las fuerzas del Estado de un Magistrado Auxiliar del Consejo de
Estado; las alegadas detenciones y torturas de 4 personas, 3 de las cuales sobrevivieron a
los hechos del Palacio de Justicia, y las investigaciones desarrolladas por el Estado para
esclarecer todos estos hechos (Corte IDH. 2014, párr. 79).

En lo referido al daño material la Corte aprecia las indemnizaciones entregadas por el


Estado a través de la jurisdicción contenciosa administrativa, como es el caso de las cuatro
víctimas de quienes los familiares recibieron reparación a favor de Cristina del Pilar Guarín
Cortés; Bernardo Beltrán Hernández; Luz Mary Portela León e; Irma Franco Pineda.
Respecto de Gloria Anzola de Lanao y Lucy Amparo Oviedo Bonilla, al estar pendientes

51
los procesos de reparación directa se realizará conforme a la decisión interna (Corte IDH.
2014, párr. 570).

Para las víctimas de tortura y tratos crueles y degradantes, la Corte estima las
indemnizaciones por las afectaciones sufridas fijando US$ 10.000,00, por concepto de daño
material a favor de la señora Yolanda Santodomingo Albericci y los señores Orlando
Quijano, Eduardo Matson Ospino y José Vicente Rubiano Galvis (Corte IDH. 2014, párr.
591-599).

En la reparación de los daños inmateriales, como lo ha ordenado la Corte IDH en otros


casos sobre desaparición forzada, por la gravedad de las violaciones, los sufrimientos a las
víctimas y sus familiares, el tiempo transcurrido desde el momento de los hechos y la
impunidad en que se encuentran, fija indemnización de US$ 100.000,00 a favor de las once
víctimas de desaparición forzada, incluyendo a Carlos Horacio Urán Rojas; y Carlos
Horacio Urán Rojas, así como los familiares de las referidas víctimas ya que se han
comprobado las afectaciones a la integridad personal. Indemnizando asimismo a Norma
Constanza Esguerra Forero y Ana Rosa Castiblanco Torres, y sus familiares por las
afectaciones sufridas como consecuencia de la falta de investigación de los hechos. Y en el
caso de las víctimas de tortura y trato cruel y degradante, estima pertinente fijar, a favor de
Yolanda Santo domingo Albericci, Eduardo Matson Ospino y José Vicente Rubiano Galvis
la suma de US$ 40.000,00 para cada uno de ellos; así como US$ 30.000,00 a favor de
Orlando Quijano. A su vez, la suma de US$ 15.000,00 a favor de cada uno de sus familiares
(Corte IDH. 2014, párr. 600-606).

La Corte, en dicha sentencia, nuevamente valora el mecanismo señalado en la Ley de


Victimas, sin embargo, recalca la obligación del Estado de investigar, y sancionar a los
responsables de los hechos mediante: i) un seguimiento de líneas lógicas de investigación
para que el proceso sea conducido diligentemente, ii) abstenerse de aplicar leyes de amnistía
u otra que exima de responsabilidad, iii) utilizar recursos logísticos y científicos para
recabar pruebas y acceder a la documentación e información pertinente, iv) identificar e
individualizar a los autores de las violaciones en la jurisdicción ordinaria, asegurando el
pleno acceso y capacidad de las víctimas o sus familiares (Corte IDH. 2014, párr. 556).

52
Por tratarse de desapariciones forzadas, se hace indispensable el paradero de las víctimas
mediante una comisión de trabajo que en la mayor brevedad conozca el paradero de las
víctimas y entregue los restos con el propósito de terminar el padecimiento e incertidumbre
de los familiares (Corte IDH. 2014, párr. 563-564).

En otras medidas de reparación, la Corte IDH ordenó brindar gratuitamente en instituciones


de salud públicas especializadas un tratamiento médico y psicológico o psiquiátrico, a las
víctimas que lo soliciten, incluyendo el suministro de medicamentos conforme a evaluación
individual de cada uno. En cuanto a las medidas de satisfacción dictaminó la publicación
completa de la sentencia por un año, en sitio web oficial; así como el resumen oficial, en
el diario oficial, y en un diario de amplia circulación nacional, por una sola vez, a través de
una emisora de alta frecuencia; un documental audiovisual, sobre los hechos y víctimas del
caso cubriendo los gastos de producción, proyección y distribución del mismo, proyectado
en un canal de televisión de difusión nacional, por una sola vez (Corte IDH. 2014, párr.
582).

Luego, se encuentra el caso Yarce y otras (2016a), donde la Corte conoció de los hechos
ocurridos en el marco del conflicto armado que se presentaba en la Comuna 13 de la ciudad
de Medellín. Por tanto, el poder Ejecutivo emitió el decreto 1837 del 11 de agosto de 2002,
mediante el cual declaró un estado de conmoción interior, con el fin de controlar el orden
público en la zona y emprendió la realización de unas operaciones militares, situación que
se desencadeno en un desplazamiento interurbano (Corte IDH. 2016a, párr. 106). Además,
las acciones de grupos armados ilegales (paramilitares) que operaban en la zona y realizaron
amenazas a las víctimas, bajo la sospecha de ser pertenecientes a la guerrilla. En específico,
la Corte conoció de la situación de tres grupos familiares o víctimas directas de la situación,
las cuales se caracterizaban por ser mujeres líderes dentro de la comunidad y defensoras de
los derechos humanos: Señora Rúa y sus familiares, los cuales fueron víctimas de
desplazamiento y la destrucción de su vivienda por grupos paramilitares (Corte IDH.
2016a, párr. 107); la señora Ospina y familiares, quienes fueron víctimas de
desplazamiento, intromisión a su vivienda y posterior destrucción por grupos paramilitares
(Corte IDH. 2016a, párr. 109); señoras Naranjo, Mosquera, Yarce y sus familiares, las
cuales fueron detenidas arbitrariamente por agentes del Estado, luego fueron intimidadas
por los grupos paramilitares, desplazadas de sus viviendas y posteriormente luego de haber

53
denunciado las amenazas, la señora Yarce fue asesinada por un desconocido que le disparó
(Corte IDH. 2016a, párr. 112).

En cuanto a las reparaciones, la Corte determinó que el Estado no era responsable


internacionalmente por los hechos ocurridos a la señora Yarce, por tanto, la obligación de
investigar se centró en adoptar las medidas necesarias para continuar la investigación a fin
de individualizar, juzgar y, en su caso, sancionar a los responsables por el desplazamiento
forzado de la señora Rúa y sus familiares (Corte IDH. 2016a, párr. 334)

Como medidas de rehabilitación la Corte ordenó brindar tratamiento de salud y psicológico


a las víctimas que sufrieron violaciones a su integridad personal que así lo soliciten; como
medidas de satisfacción, ordenó publicar la Sentencia de la Corte Interamericana y su
resumen oficial y realizar un acto público de reconocimiento de responsabilidad
internacional; como garantía de no repetición, implementar un programa, curso o taller a
través de las entidades estatales correspondientes dentro de la Comuna 13, destinado a
promover e instruir sobre el trabajo de las defensoras y defensores de derechos humanos
(Corte IDH. 2016a, párr. 362- 370).

Por último, en cuanto a la reparación indemnizatoria, por daño material a los familiares de
señoras Ospina, Rúa, Mosquera y Naranjo, la suma de USD $15,000.00; a los grupos
familiares de la señora Luz Dary Ospina Bastidas y la señora Myriam Eugenia Rúa
Figueroa USD $20,000.00, como forma de reparación del detrimento de su propiedad
privada; en cuanto a la muerte de la señora Yarce, la Corte estimó razonable fijar la suma
de USD $40,000.00. Por daño inmaterial, la Corte considera que, como consecuencia de la
ilegalidad y arbitrariedad de su detención, las señoras Yarce, Mosquera y Naranjo deben
ser compensadas en equidad con un monto de USD $5,000.00; a cada una de las víctimas
de derecho de circulación y de residencia la suma de USD $5.000,00 y respecto de las
víctimas que no fueron desplazadas, pero si afectadas al derecho de familia, la suma de
USD $5.000,00 a cada una, así como de la afectación del grupo familiar de la señora Yarce,
que fueron indemnizados con la suma de USD $20,000.00 para los hijos y de USD
$15,000.00 para los hermanos de la víctima. De igual forma, por la falta de diligencia para
contrarrestar la amenaza contra la señora Yarce, ordenó pagar al Estado la suma de USD
$30,000.00 para ser repartido entre los tres hijos (Corte IDH. 2016a, párr. 362- 370).

54
En cuanto, a las costas y gastos, se ordenó pagar USD $4,841.06 al fondo de asistencia legal
de la Corte y la cantidad de USD $50,000 para los representantes de las víctimas (Corte
IDH. 2016a, párr. 362- 370).

El último caso decidido por la Corte Interamericana respecto de Colombia, es el de Vereda


la Esperanza (2017), los hechos se originaron en región del Magdalena Medio, en el
Municipio del Carmen de Viboral, en el Departamento de Antioquia. En dicha zona,
durante los años setentas, ochentas y noventas, las fuerzas militares comenzaron a
establecer lo que se denominó ‘grupos de autodefensa’ con la misma filosofía de los grupos
contraguerrilleros (Corte IDH. 2017, párr. 51-76). Uno de los grupos de autodefensa que
actuaba en la región fue denominado Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio
(“ACMM”) con el objetivo de combatir a la guerrilla. En lo que se refiere a los hechos del
caso, la Corte Interamericana consta que entre junio y diciembre de 1996 en la Vereda La
Esperanza, doce personas fueron desaparecidas, dentro de las cuales se encontraban tres
niños, y una persona fue ejecutada por miembros de las ACMM en cooperación con
integrantes de una unidad del Ejército llamada “Fuerza de Tarea Águila” (FTA) creada en
el año 1994 y asentada en la base militar de la Piñuela, en el Municipio de Cocorná. Las
víctimas de esos hechos eran supuestamente percibidas como simpatizantes o
colaboradoras de los grupos guerrilleros que actuaban en la región (Corte IDH. 2017, párr.
51-76).

En cuanto a las reparaciones, la Corte valoró el reconocimiento de responsabilidad por parte


del Estado, pero le recalcó el deber de investigar de manera amplia, sistemática y minuciosa
para determinar y, en su caso, juzgar y sancionar a todos los responsables de las
desapariciones forzadas y de la ejecución extrajudicial, además de la determinar el paradero
de las 12 víctimas de desaparición forzada que después de 20 años aún no se sabría su
paradero (Corte IDH. 2017, párr. 261).

En cuanto a las medidas de rehabilitación, se ordenó un tratamiento medico y psicológico


adecuado a las víctimas que así lo requieran, previa manifestación de voluntad. Como
medidas de satisfacción, la publicación de la sentencia, el acto de reconocimiento público
internacional, la concesión de becas universitarias para los familiares de las víctimas, la
construcción de un momento y de un museo. Por otras medidas de reparación, la Corte

55
valoró las medidas reparación colectiva propuestas por el Estado contempladas en el
Decreto 4800 de 2011 (Corte IDH. 2017, párr. 289).

Por otro lado, en relación con las medidas económicas, por daño material, la Corte ordenó
la suma de USD$ 3.000,00 por cada grupo familiar por concepto de daño emergente.
Aunque, reconoció bajo criterios objetivos y razonables la reparación otorgada en sede del
Tribunal Administrativo de Antioquia, por lo cual no emitió otra medida adicional a la
otorgada en sede interna. Excepto por las víctimas que no fueron indemnizadas en los
procesos internos, a los cuales la Corte, ordenó pagar la suma de US$ 10.000 a los
familiares de Juan Crisóstomo Cardona Quintero, Miguel Ancízar Cardona Quintero, Jaime
Alonso Mejía Quintero, Orlando de Jesús Muñoz Castaño, Javier de Jesús Giraldo Giraldo,
todos por concepto de indemnización por daño material (Corte IDH. 2017, párr.300)

Ahora bien, la reparación de daño inmaterial, la Corte valora nuevamente los esfuerzos de
compensación por este rubro otorgados en sede interna a sesenta y un familiares de nueve
víctimas directas, por sumas de US$ 35,310.10 a cada cónyuge e hijos, y de US$ 17,651.55
a cada hermano. Dichos montos fueron considerados como razonables y equitativos, por
tanto, la Corte ordenó pagar bajo estos mismos criterios a los demás familiares que no
lograron acudir o les fue negada la reparación en sede interna (Corte IDH. 2017, párr. 306-
312).

Por otro lado, la Corte nuevamente tiene especial consideración por los familiares de las
víctimas de desaparición forzada, debido a la naturaleza y gravedad de la violación y estima
pertinente fijar, en equidad, la cantidad de US$ 5.000 (cinco mil dólares de los Estados
Unidos de América) a favor de madres, padres, hijas e hijos, y cónyuges de las referidas
víctimas de desaparición forzada y ejecución; y US$ 3.000 (tres mil dólares de los Estados
Unidos de América) a favor de los hermanos y hermanas de dichas víctimas interna (Corte
IDH. 2017, párr. 306- 312).

Así mismo, por las víctimas directas de desaparición forzada, y al identificar la Corte que
ellas no fueron reparadas por daño moral en sede interna, ordena el pago de US$ 100.000,00
(cien mil dólares de los Estados Unidos de América) a favor de las doce víctimas directas
de desaparición forzada, y US$ 80.000,00 (ochenta mil dólares de los Estados Unidos de
América) a favor de Javier Giraldo Giraldo interna (Corte IDH. 2017, párr. 306- 312).

56
Por último, la Corte ordena que, si las víctimas o alguna de ellas se encontraren fallecidas,
los restos mortales deberán ser entregados a sus familiares, previa comprobación fehaciente
de identidad, a la mayor brevedad posible y sin costo alguno para ellos. Además, el Estado
deberá cubrir los gastos fúnebres, en su caso, de común acuerdo con los familiares, y
conforme a sus creencias interna (Corte IDH. 2017, párr. 306- 312).

A manera de conclusión, la evolución en las medidas de reparación otorgadas para los casos
de masivas violaciones se caracteriza por reconocer que existe un marco diferencial para la
titularidad personal de las violaciones en casos individuales y otro, cuando identifica que el
Estado tendrá el deber de reparar masivamente a numerosas víctimas, empezando porque
la Corte entiende que se presenta un exceso en los tribunales internos para garantizar la
reparación integral. Por tanto, acepta que sean planteados programas administrativos de
reparación como medida exequible para dar cumplimiento a esta obligación internacional.
Aunque manifieste que es insuficiente, porque no incluyen por su naturaleza otras medidas,
como garantizar la verdad y la justicia.

Además, se identifica que la Corte exige una legitimidad de la reparación a las víctimas en
casos de violaciones colectivas bajo estos programas de administrativos. En el sentido, a
que ellas se les debe dar el espacio para la consulta y participación, en aspectos como los
siguientes: una adopción de medidas de buena fe; el nivel de inclusión social que permiten
las medidas a otorgar; la razonabilidad y proporcionalidad de las medidas pecuniarias; el
tipo de razones que se esgrimen para hacer reparaciones por grupo familiar y no en forma
individual; los criterios de distribución entre miembros de una familia, y parámetros para
una justa distribución que tenga en cuenta la posición de las mujeres entre los miembros de
la familia (ONU. 2008; Corte IDH. 2013a, párr.470; 2016a, 326).

Por tanto, el marco normativo colombiano, así como las políticas institucionales y los
planes de reparación que han sido llevados al proceso interamericano con el fin de que la
Corte considere el marco de reparación adecuado para las víctimas de graves, masivas o
colectivas violaciones a los derechos humanos, han tenido el beneplácito de esta, además
porque identifica que los tribunales internos han aplicado un control de convencionalidad
en cuanto a las reparaciones (Corte IDH. 2017, párr.261; 2012f, párr. 143; 2011, párr. 239;
2016b, párr. 230; 2016b, párr. 163). Lo que ha permitido: 1. Que las medidas económicas
no sean tan considerablemente cuantiosas, sino que se puedan fijar por criterios de equidad
57
para las víctimas que aún no fueron reparadas en sede interna conforme a las que ya fueron
reparadas; 2. El avance normativo y las políticas institucionales que desarrollan los
estándares interamericanos en materia de reparación; y 3. El principio de
complementariedad se ve reflejado en pro de las víctimas con el fin de que la reparación
sea lo más integral posible.

Por último, en este acápite de casos colombianos se ha evidenciado la consideración


especial que hace la Corte en relación con las víctimas de desaparición forzada, es de notar
que siempre ordena unas sumas adicionales como compensación del daño moral o
inmaterial por las víctimas directas, criterio que no ha sido considerado por los tribunales
internos colombianos al momento de otorgar las medidas en sede interna.

CAPITULO III

IMPLICACIONES DE LOS CRITERIOS DE REPARACIÓN EN EL ESTADO


COLOMBIANO

El Estado de Colombia al ser un Estado parte de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos desde 1969 y su posterior ratificación en 1973, se encuentra obligado
internacionalmente al deber de adoptar las normas de derecho interno conforme a las
disposiciones contempladas en la Convención Americana, incluyendo el compromiso
para la rama judicial, al ser parte del poder público del Estado, el de realizar un control
de convencionalidad, que implica si es necesario dejar sin efectos una norma que se
encuentra contraria al objeto y fin de la Convención Americana, además de conocer y
aplicar los estándares que en materia de derechos humanos a emanado la Corte
Interamericana como intérprete último de los derechos contenidos en la Convención
(Quinche, 2009).

A partir de dicha obligación, surge entonces el denominado control de convencionalidad


(Corte IDH. 2015a, p. 4) el cual ha sido definido como aquel instrumento utilizado para
verificar que una ley, reglamento o acto del Estado, se adecúe a los principios y
obligaciones de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, así como de los
demás instrumentos interamericanos que establecen obligaciones (Bustillo, 2015), por

58
cuanto, no se limita a la Convención Americana, sino que comprende otros instrumentos
internacionales de similar naturaleza (Corte IDH. 2006c, párr. 125). Criterio que fue
mantenido y desarrollado en el voto razonado del Juez Ferrer MacGregor (Corte IDH.
2010c, párr. 6), considerando que los documentos relacionados con la Corte
Interamericana son sólo el “estándar mínimo” que deberá ser ampliado por todos y cada
uno de los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por el Estado
(Bustillo, 2015).

De igual forma, el Estado colombiano bajo el sustento del artículo 93 de la Constitución


Política, aplica dicho control de convencionalidad dentro del denominado bloque de
constitucionalidad y reconoce el deber de adecuar su derecho interno con el derecho
internacional, entendiéndose que los tratados firmados por el Estado integran el marco
normativo, además con especial relevancia los instrumentos firmados en materia de
derechos humanos y derecho internacional humanitario (Ariza & Rodríguez, 2012).

De acuerdo a lo anterior, se entrará a relacionar la evolución en materia de reparaciones


dentro del ordenamiento jurídico colombiano y su interacción con la Corte Interamericana
a través de un control difuso y estricto de convencionalidad, con el fin de medir el impacto
de las medidas de reparación en el derecho interno.

3.1 Avance normativo y jurisprudencial.

En esta sección se relacionarán algunos ejemplos normativos y jurisprudenciales


colombianos que han sido de consideración por parte de la Corte Interamericana de
manera directa o indirecta, al momento de realizar un estudio sobre el fondo en casos
colombianos y para el otorgamiento de las medidas de reparación. Con ello se busca
evidenciar, la influencia de los estándares interamericanos en materia de reparación en el
derecho interno.

3.1.1 Ley de Justicia y Paz.

El primer ejemplo de lo anterior, es la ley 975 de 2006, la cual buscaba facilitar los
procesos de paz y la reincorporación individual y colectiva a la vida civil de los miembros

59
de grupos armados al margen de la ley, garantizando los derechos de las víctimas a la
verdad, la justicia y la reparación; asimismo regular la investigación, procesamiento,
sanción y beneficios judiciales de las personas vinculadas que hubieren decidido
desmovilizarse y contribuir decisivamente a la reconciliación nacional (Ley 975 de 2006,
art. 1 - 2).

Esta ley comprende en el artículo 8 las acciones de restitución, indemnización,


rehabilitación, satisfacción y las garantías de no repetición de las conductas (Ley 975 de
2006, art. 8); asimismo el capítulo noveno estipula los lineamientos del derecho de
reparación en las víctimas en los artículos del 42 al 55, indicando como actos de
reparación integral: i) la entrega al Estado de bienes para la reparación de las víctimas; ii)
la declaración pública que permita restablecer la dignidad de la víctima y de las personas
más vinculadas con ella; iii) el reconocimiento público, declaración pública de
arrepentimiento, solicitud de perdón dirigida a las víctimas y la promesa de no repetir
tales conductas punibles y; iv) la colaboración eficaz para la localización de personas
secuestradas o desaparecidas, la localización de los cadáveres de las víctimas y la ayuda
para identificarlos y volverlos a inhumar según las tradiciones familiares y comunitarias
(Ley 975 de 2006, art. 42 – 55).

Sin embargo, la aplicación de la ley ha sido ineficaz, opacada por las amnistías, indultos
u otros beneficios consagrados en la ley (beneficios otorgados a personas vinculadas con
grupos armados ilegales que buscan ser reinsertados a la vida civil), que originan
impunidad al evitar la investigación y juzgamiento de los responsables, generando en
consecuencia que las víctimas no sean reparadas correctamente e inaplicando los
estándares internacionales, vulnerando así los derechos de las víctimas.

En efecto la Corte Interamericana se pronunció en el caso de la Masacre de la Rochela


contra Colombia, expresado que

…para que el Estado satisfaga el deber de garantizar adecuadamente diversos


derechos protegidos en la Convención, entre ellos el derecho de acceso a la justicia
y el conocimiento y acceso a la verdad, es necesario que cumpla su deber de
investigar, juzgar y, en su caso, sancionar y reparar las graves violaciones a los
derechos humanos, observando el debido proceso y garantizando el principio de
plazo razonable, el principio del contradictorio, el principio de proporcionalidad
de la pena, los recursos efectivos y el cumplimiento de la sentencia (Corte IDH.
2007 a, párr.193).

60
Asimismo, recuerda la inadmisibilidad de las disposiciones de amnistía y el
establecimiento de excluyentes de responsabilidad, con el fin de garantizar la
investigación y sanción de los responsables para que las violaciones a los derechos
humanos no queden en la impunidad (Corte IDH. 2007 a, párr.294).

Teniendo en cuenta los incidentes anteriores y con el propósito de acoger los


pronunciamientos de la Corte en relación con la reparación integral, mediante Opinión
Consultiva de 19 de febrero de 2008, se solicitó asesoría respecto a la definición de “una
política pública de reparación que apuntara a resolver los daños causados por la violencia
paramilitar” dentro del marco de la ley de justicia y paz entre otras, la cual generó un
documento con los lineamientos principales que debe contener una política integral y del
cual se desprenden ciertos criterios que deben ser utilizados como reparación, a saber:

a) Las víctimas de violaciones a sus derechos, perpetradas en el conflicto


armado tienen derecho a una reparación adecuada al daño sufrido, entendiéndose
ésta como aquellas medidas individuales de restitución, indemnización y
rehabilitación, así como medidas de satisfacción generales y garantías de no
repetición, que tendrán como propósito, desaparecer los efectos de las violaciones
cometidas y asignar el monto del daño sea material e inmaterial, sin que esto
implique enriquecimiento o empobrecimiento para la víctima o sus familiares.
b) El Estado deberá garantizar a las víctimas de violaciones de derechos
humanos y del derecho internacional humanitario, acceso efectivo y en
condiciones de igualdad, a medidas de reparación, acordes a los estándares del
derecho internacional de los derechos humanos.
c) Al definir una política pública de reparación, deberá disponer de vías
administrativas, ágiles y de escaso costo, para el acceso a programas de
reparaciones económicas, sin perjuicio de otras formas de reparación no material,
reparaciones colectivas y programas y servicios sociales para la población
afectada durante el conflicto. Un programa de reparaciones administrativas, no
debería excluir las demás vías de acceso permitiéndoseles a las víctimas escoger
la vía que consideren más adecuada para asegurar la obtención de reparación.
d) La implementación de un programa administrativo de reparaciones para
las víctimas de ciertas violaciones, no implica asumir una responsabilidad jurídica
por los hechos reparados, sino la expresión de un compromiso político y
humanitario con las víctimas del conflicto, (el procedimiento administrativo de
reparaciones de la ley de justicia y paz, no implica un desistimiento de la acción
judicial contencioso administrativa que determinaría la responsabilidad jurídica
del Estado, así como tampoco un desistimiento del incidente de reparación).
e) La implementación del programa integral de reparaciones de la presente
ley, deberá ir acompañada por una estrategia de recuperación de bienes y activos
lícitos e ilícitos de los grupos paramilitares, para así reembolsar el costo fiscal
invertido en el programa.
f) El programa debe respetar los derechos y garantías establecidas en los
artículos 8 y 25 de la Convención Americana, estándares mínimos de respeto del
61
derecho al debido proceso. Entendiéndose que el debido proceso debe cobijar
todas las garantías que permitan alcanzar decisiones justas, no estando la
administración excluida de cumplir con este deber. Identificando como elementos:
i) la garantía de una audiencia pública de determinación de derechos; ii) el derecho
a la representación legal; iii) la notificación previa sobre la existencia del proceso;
iv) el derecho a contar con una decisión fundada; v) la publicidad de la actuación
administrativa; vi) el derecho al plazo razonable y: vii) el derecho a la revisión
judicial de las decisiones administrativas.
g) El Estado tiene la obligación de garantizar el acceso a la justicia de las
víctimas como forma de reparación.
h) Deberá generarse una estrategia de protección a los grupos expuestos a
mayor riesgo de violaciones de sus derechos humanos, como parte de la
reparación, a través de medidas individuales de restitución, indemnización y
rehabilitación y no repetición.
i) Deberán generarse espacios donde las víctimas puedan participar en las
decisiones de implementación de mecanismos y políticas de reparación, para así
exponer sus puntos de vista, e informar al Estado sobre sus necesidades
específicas.
j) Teniendo en cuenta que la mayoría de las víctimas son mujeres, deberán
contemplarse mecanismos específicos de reparación integral contra actos de
violencia y discriminación que han vivido las mujeres como parte del conflicto
armado.
k) En cuanto a grupos expuestos a mayor riesgo como pueblos indígenas y
comunidades afrodescendientes, deben tomarse en cuenta criterios reparatorios
diferenciados, que incluyan el reconocimiento y respeto a la identidad y a la
cultura, a sus territorios, y la participación de sus autoridades en las decisiones
que los afecten, reiterándose la importancia de la consulta.
l) Para la reparación de los menores, bajo el sustento de la Convención sobre
los Derechos del Niño, todas las medidas adoptadas deberán asegurar la
prevalencia del interés superior del menor, su participación y asegurar una vida
digna.
m) Criterios de reparación para las víctimas desplazadas a consecuencia del
accionar violento de los grupos armados ilegales (CIDH. 2008, pp. 3-5).

Con esta serie de recomendaciones, es claro que para la Comisión IDH, diferente a las
decisiones de la Corte IDH, emite tareas más precias en relación con las medidas que se
deben otorgar para garantizar una reparación integral, además de las condiciones y las
garantías que deben tener los procesos internos para acudir a ellas, e incluso detalla
medidas diferenciales por grupos vulnerables como mujeres, grupos indígenas,
afrodescendientes y niños. Lo cual es un avance a tener en cuenta al momento de emitir
normas, políticas y sentencias internas donde se garanticen y se decidan las medidas de
reparación de las víctimas.

3.1.2 Ley de Víctimas y Restitución de Tierras

62
El segundo ejemplo normativo, es la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras (Ley 1448
de 2011) la cual tiene como objeto establecer medidas judiciales, administrativas, sociales
y económicas, individuales y colectivas, en beneficio de las víctimas del conflicto armado
interno, dentro del marco de la justicia transicional, que posibiliten el goce efectivo de
sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación con garantía de no repetición, de modo
que se reconozca su condición de víctimas y se dignifique a través de la materialización
de sus derechos constitucionales (art. 1).

En cuanto al artículo 23, relaciona el derecho imprescriptible e inalienable a conocer la


verdad de las víctimas, sus familiares y la sociedad en general, a conocer los motivos y
circunstancias de las violaciones, y en caso de fallecimiento o desaparición, esclarecer su
paradero; garantizando el derecho y acceso a la información por parte de la víctima y sus
representantes posibilitando la materialización de sus derechos, en el marco de las normas
que establecen reserva legal e información confidencial (Ley 1448 2011, art.23).

Por su parte el artículo 24 indica que el Estado deberá adelantar una investigación efectiva
que esclarezca las violaciones, la identificación de los responsables, y su respectiva
sanción, donde las víctimas tengan acceso a las medidas de atención, asistencia y
reparación contempladas en la presente ley y otros instrumentos legales sobre la materia
(Ley 1448 2011, art.24).

Por último, el artículo 25 expone el derecho de las víctimas a ser reparadas de manera
adecuada, diferenciada, transformadora y efectiva por el daño sufrido, comprendiendo las
medidas de restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no
repetición, en sus dimensiones individual, colectiva, material, moral y simbólica.
Igualmente se reconoce el efecto reparador de las medidas de asistencia establecidas en
la presente ley, las cuales incluyen criterios de priorización, así como características y
elementos particulares que responden a las necesidades específicas de las víctimas (Ley
1448 2011, art.25).

Esta ley, ha sido un instrumento activo en los alegatos de los agentes del Estado
colombiano en las defensas ante el Sistema Interamericano, sobre todo en los últimos
cinco casos, en los que se presentan violaciones colectivas a los derechos humanos y en
el marco del conflicto armado no internacional. Por tanto, ha sido objeto de un control de

63
convencionalidad directo en sede de la Corte Interamericana, la cual ha considerado las
siguientes posiciones:

1. Reconoce los esfuerzos del Estado Colombiano en crear una serie de mecanismos
administrativos mediante esta ley para otorgar las medidas de reparación bajo
estándares interamericanos para que las víctimas del conflicto armado puedan acceder
a ellas. Incluso en las decisiones de la Corte, como se ha visto anteriormente, ordena
al Estado a incluir a las víctimas reconocidas en las sentencias a los programas de
dicha ley (Corte IDH, 2014, párr. 463 y 472; 2017, párr. 265).
2. Sin embargo, la Corte no ha tenido la oportunidad de revisar en los casos
colombianos la aplicación efectiva de los mecanismos otorgados en esta ley para
reparar a las víctimas de los casos, a lo cual, la Corte ha manifestado que el programa
de reparación en abstracto podrá ser considerado como adecuado para la reparación
integral a las víctimas (Corte IDH, 2014, párr. 463 y 472).
3. Por último, la Corte le da un mensaje directo al Estado Colombiano, en cuanto a la
integralidad de las medidas de reparación, las cuales deben garantizar todos los
elementos de la misma, por tanto, el mecanismo de reparación administrativo de esta
ley, se queda insuficiente con la necesidad de las víctimas de conocer la verdad y
recibir una justicia por lo sucedido, medida que debe ser efectiva a través de procesos
judiciales. Por lo tanto, para la Corte, aunque la ley mencione los elementos de la
reparación integral, queda claro que es insuficiente para incluir todas las medidas que
requieren la reparación integral, la cual debe ser garantizada de forma complementaria
por otras acciones judiciales que no pueden ser excluyentes. En este sentido, la Corte
se refiere directamente al artículo 20 de la ley 1448, para que la interpretación de la
misma no sea entendida como la imposibilidad de la víctima de acudir a una acción
de carácter judicial y a su vez activar el programa administrativo de reparación
contenido en la Ley 1448 de 2011 por no ser excluyentes (Corte IDH, 2017, párr. 264-
265).

3.1.3 Implicaciones en las decisiones del Consejo de Estado.

64
En virtud de los lineamientos dictaminados por la Corte Interamericana, el Consejo de
Estado como máximo órgano dentro de la jurisdicción contencioso administrativa,
encargada de dirimir los conflictos entre los particulares y el Estado, con fundamento en
el artículo 90 de la Constitución Política, que lo obliga a reparar por los daños
antijurídicos que le sean imputables; ha implementado los criterios de reparación integral
con el propósito de adecuar y en consecuencia garantizar a las víctimas dichas medidas,
como se entrará a relacionar a continuación:

La sentencia 29273 del 19 de octubre de 2007, reconoce que de conformidad con el


artículo 16 de la ley 446 de 1998, la valoración de daños en perjuicio de las personas o
las cosas, dentro de cualquier proceso que se surta ante la administración de justicia,
deberá atender a los principios de reparación integral, equidad y de actualización técnico
actuarial, indicando que el juez de reparación no puede ordenar medidas distintas a las
económicas para el restablecimiento del perjuicio económico o ''daño'', sin perjuicio de lo
anterior, si bien a nivel interno la jurisdicción contencioso administrativa está limitada a
otorgar una reparación meramente económica, esto no limita a otras entidades
internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos para efectuar un
fallo más amplio -más allá de lo económico- (Consejo de Estado. 2007).

En el año 2008 se registraron aproximadamente ocho sentencias donde el Consejo se


pronunció en favor de las víctimas de vulneraciones de derechos humanos con relación a
los criterios de compensación e indemnización ordenando pagar perjuicios morales y
materiales (Cárdenas & Suarez, 2014).

Dentro de este grupo de decisiones, la sentencia de 20 de febrero de 2008 es la más


relevante, donde se mencionó que una condena hecha por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, tiene fuerza vinculante frente al ordenamiento interno (Consejo de
Estado. 2008). De esta manera el juez de lo contencioso administrativo cuenta
herramientas e instrumentos para asegurar la reparación integral, debiendo no solo
decretar indemnizaciones monetarias sino integrar las medidas interamericanas para la
protección de los derechos humanos.

En consecuencia, deberá adoptar medidas tales como: i) la restitución o restitutio in


integrum; b) la indemnización por perjuicios materiales comprendiendo el daño

65
emergente y el lucro cesante y el daño inmaterial; iii) la rehabilitación; iv) Satisfacción
y; v) garantías de no repetición (Consejo de Estado. 2008).

Para el 2009 el Consejo de Estado reiteró en aproximadamente 11 fallos las obligaciones


de compensación, garantías de no repetición y medidas de satisfacción en favor de las
víctimas (2009 a- i).

En el 2012 el Consejo el Consejo de Estado referencia la aplicación de estándares de


reparación integral de la Corte IDH en un caso concreto de reparación directa, donde
estimó que tiene la facultad de ordenar medidas de reparación integral cuando se constata
que se generó violación de derechos humanos, aunque tales medidas no hayan sido
solicitadas por las víctimas, al respecto para la Sala: “ponderados los principios de
reparación integral por razones de violaciones a derechos humanos, con los procesales de
la no reformatio in pejus y de congruencia, es claro que estos últimos tienen que ceder
frente al primero” (2012, p.24).

Igualmente señaló que la reparación integral supone tanto el resarcimiento de los daños y
perjuicios derivados de la violación de las garantías reconocidas nacional e
internacionalmente, como el restablecimiento del statu quo, debiéndose adoptar medidas
simbólicas y conmemorativas, que restituyan el núcleo esencial del derecho o derechos
infringidos (Consejo de Estado, 2012, p.24).

Por último, los hechos de la sentencia con radicación 31326 de 06 de mayo de 2015,
igualmente de reparación directa, hacen referencia a la declaración de responsabilidad
administrativa en contra del Ministerio de Salud por los perjuicios materiales y morales
de los familiares por la muerte del señor Miguel Ángel Mejía Barajas, la cual se dio como
consecuencia de una falta o falla del servicio. En este caso se advierte la obligatoriedad
de los criterios de convencionalidad en derechos humanos, como el deber de todo juez de
realizar un examen de compatibilidad entre las disposiciones internas con los tratados
internacionales y la jurisprudencia de la Corte IDH (Consejo de Estado, 2015, p. 7). En
este sentido argumentó el Consejo de Estado que: “para garantizar el derecho a la
reparación integral, se debe ceder el fundamento procesal del principio de congruencia
ante la primacía del principio sustancial de la “restitutio in integrum”, especialmente
cuando existe una vulneración grave de derechos humanos. Por lo tanto, el resarcimiento

66
del daño se orienta a llevar a la víctima a un punto cercano al que se encontraba antes de
la ocurrencia del daño, mediante medidas simbólicas y conmemorativas, que no tiende
explícitamente a la reparación de un daño en sentido estricto, sino la restitución del núcleo
esencial del derecho o derechos infringidos (Consejo de Estado, 2015, p. 95-97).

Ahora bien, en cuanto a las medidas que conforman la reparación integral, el Consejo de
Estado emitió el “Documento ordenado mediante Acta No. 23 del 25/sep/2013 con el fin
de recopilar la línea jurisprudencial y establecer criterios unificados para la reparación de
los perjuicios inmateriales” en el cual hace un efectivo control de convencionalidad difuso
o indirecto en materia de reparaciones, con el fin de dar unas directrices al momento de
conceder las medidas de reparación pertinentes a unas situaciones específicas y para ello,
consideró como apropiadas una serie de acciones que se encuentran equiparables a las de
la Corte Interamericana, entre las más importantes y reiteradas en su jurisprudencia se
pueden identificar las siguientes:

1. Determinar que la sentencia es parte integrante de la reparación y, en


consecuencia, requiere que las copias de la decisión sean remitidas al Centro de
Memoria Histórica, para dar cumplimiento a lo consagrado en la ley 1424 de 2010,
como elemento configurador de la evidencia histórica del conflicto armado de
Colombia (Consejo de Estado, 2012; 2012a; 2013; 2014; 2014 a; 2015; 2015a).
2. Publicación de la sentencia por todos los medios de comunicación, electrónicos,
documentales, redes sociales y páginas web de las entidades demandadas por
tiempo que en promedio oscina de un (1) año (Consejo de Estado, 2012; 2012a;
2013; 2014; 2014 a; 2015; 2015a).
3. Un acto público de reconocimiento de responsabilidad, petición de disculpas y
exaltación de la memoria de las víctimas (Consejo de Estado, 2012; 2012a; 2013;
2014; 2014 a; 2015; 2015a).
4. Capacitaciones a los miembros de la Fuerza Pública (Consejo de Estado, 2012;
2012a; 2013; 2014; 2014 a; 2015; 2015a).
5. La solicitud de apertura o reapertura de investigación ante la Fiscalía General de
la Nación, Procuraduría, Contraloría, Justicia Ordinaria, Justicia Penal Militar y
Defensoría del Pueblo de los hechos que ocasionaron la responsabilidad del
Estado (Consejo de Estado, 2012; 2012a; 2013; 2014; 2014 a; 2015; 2015a).

67
6. La inclusión en el registro único de la ley de víctimas para que los familiares
accedan a los programas administrativos de reparación (Consejo de Estado, 2012;
2012a; 2013; 2014; 2014 a; 2015; 2015a).
7. Por último, el Consejo de Estado ha considerado que en caso de no ser eficaces
los recursos internos para garantizar la reparación integral, exhorta a las entidades
demandadas para que acudan ante instancias internacionales de protección de
derechos humanos como la Comisión Interamericana, Corte Interamericana y el
Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, para que se pronuncien
acerca de las sistemáticas violaciones de los derechos humanos que han sido
perpetradas por el grupos armados insurgentes durante el conflicto armado interno
(Consejo de Estado, 2011 a- l, 2012; 2012a; 2013; 2014; 2014 a; 2015; 2015a).

Esta última medida de reparación, genera cierta suspicacia y contrariedad, aún más
teniendo en cuenta que de las cincuenta y dos sentencias (60) estudiadas de la Sección
Tercera del Consejo de Estado para la presente investigación entre los periodos 2007 a
2017, diecisiete (18) incluyeran esta medida de acudir a órganos internacionales de
protección de derechos humanos para que establecieran la responsabilidad internacional
de grupos armados por las violaciones a los derechos humanos en el marco de un conflicto
armado (Salamanca, 2015, pp.97- 101).

Dicha medida, puede demostrar ciertas inconsistencias del conocimiento de los


magistrados del Consejo de Estado, sobre la naturaleza y fin de los órganos
internacionales de protección de derechos humanos, porque no es fácil de comprender
que después de haber reconocido la responsabilidad de la Nación, y de haber otorgado
una serie de medidas con el fin de reparar integralmente a las víctimas, ordene de forma
complementaria “Exhortar al Estado colombiano para que ponga en conocimiento de
órganos internacionales los hechos objeto de la decisión”, acaso ¿no podría considerase
como una incongruencia?, porque si ya se reconoció la responsabilidad en sede interna y
se reparó, ¿cuál sería entonces, el fin de someter el caso a una instancia internacional de
protección de derechos humanos?, será que se busca dar aplicación al principio de
complementariedad, con el fin de que en algún momento los órganos interamericanos de
protección de derechos humanos realicen un control de convencionalidad frente a las

68
decisiones y medidas otorgadas por el Consejo de Estado y ordenen de manera subsidiaria
otras medidas para la efectiva reparación integral.

De igual forma, en un fallo de tutela de la Sección Quinta del Consejo de Estado cuando
decidió el amparo al debido proceso del Ministerio de Defensa en el caso de la Masacre
de Bojayá, en aquella oportunidad y en lo referente a la medida ordenada de instar al
demandado a llevar el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos con el fin
de buscar la responsabilidad internacional del grupo armado FARC sobre las violaciones
a los derechos humanos, señaló:

La corporación precisó que, en el procedimiento contencioso regional, el Estado


no está legitimado para tramitar una petición individual porque esta posibilidad
está reservada para las personas, los grupos de personas y las entidades no
gubernamentales debidamente reconocidas. Agregó que el Sistema
Interamericano no tiene competencia para adelantar procesos contra los grupos
armados legales y que no puede ir directamente ante la Corte porque es necesario
acudir primero ante la Comisión Interamericana, como organismo competente
para llevar el caso ante el tribunal internacional (Consejo de Estado. 2016 p.1).

Lo anterior, afirma el desconocimiento del Consejo de Estado sobre los ámbitos de


competencia y funcionamiento de los órganos regionales de protección de los derechos
humanos, en razón a que, un Estado si puede ser considerado como parte activa ante la
Comisión Interamericana a través del mecanismo de petición interestatal (CADH, Art.
44); claro está, que a su vez sería la parte demanda o el legitimado por pasiva. Debido a
que los Estados Partes de la Convención Americana son los que se encuentran bajo las
obligaciones del tratado interamericano. Por lo cual, carece de sentido la justificación del
Consejo de Estado al afirmar que sólo las personas, grupo de personas y entidades no
gubernamentales se encuentran legitimadas por activa para interponer peticiones
individuales. Además, es incorrecto afirmar que la Comisión IDH no podrá conocer de
hechos cometidos por particulares como son los grupos armados, cuando la competencia
de los órganos del sistema interamericano les permite analizar la posible violación de un
derecho humano a la luz del cumplimiento de las obligaciones del Estado de respeto,
garantía y adecuación sin distinguir necesariamente el sujeto activo que cometió la
violación (González & Sanabria, 2013).

Sin embargo, en sentencias más recientes, el Consejo de Estado a través de la Sección


Tercera, ha moderado el ordenar este tipo de medidas, en el sentido que ya no solicita o

69
exhorta al Estado colombiano a poner en conocimiento de los órganos internacionales las
violaciones a los derechos humanos objeto de las decisiones internas, sino que solicita
que sean enviadas las copias de las sentencias con el fin de ser incluidas en los diferentes
informes:

(10) : (i) del Relator Especial para las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o
arbitrarias de las Naciones Unidas que elabore actualmente los informes de
Colombia, para que se incorpore la información que comprende esta providencia;
(ii) a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
para que en su informe del país tenga en cuenta esta decisión judicial; (iii) a la
Fiscalía de la Corte Penal Internacional para que conozca y tome en cuenta en sus
informes del país esta decisión judicial; y, (iv) a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos para que en su próximo informe tenga en cuenta esta sentencia
(Consejo de Estado, 2016a, p.60).

Esta medida, a todas luces es más razonable en el lenguaje jurídico, porque no


compromete acudir a dichos órganos de manera directa con los mecanismos que activan
los procesos contenciosos de las diferentes instancias internacionales, sino que implica
poner en conocimientos a través de la remisión de la sentencia, lo que podría generar en
el órgano receptor dos escenarios posibles, por un lado, de utilizarlo para relatar la
situación generalizada de violaciones a los derechos humanos en un informe periódico de
país (Reglamentos ONU, CPI, OEA), como un contexto que narre los diferentes
escenarios del cumplimiento o no de las obligaciones internacionales; y de otro lado,
podría convertirse en un insumo para activar los mecanismos de oficio de los diferentes
órganos internacionales con el fin de declarar la responsabilidad internacional del Estado
como en el caso del Sistema Universal y Regional de Derechos Humanos, o la
responsabilidad individual ante la Corte Penal Internacional.

Lo anterior, requiere una investigación adicional para identificar el impacto de la remisión


de las decisiones del Consejo de Estado a los órganos internacionales. Un tema que
requiere ser estudiado con mayor profundidad, por los escenarios que se plantean, los
cuales se deben medir a partir del seguimiento y la trazabilidad de las decisiones
internacionales y su relación con las decisiones internas.

Por último, es menester resaltar que el Consejo de Estado, en los casos relacionados con
los actores del conflicto armado como generadores de las violaciones a los derechos
humanos, evita solicitar al Estado colombiano el someter el caso objeto de la decisión en
70
conocimiento de instancias internacionales de protección de derechos humanos, con el
fin de que dichos grupos puedan ser responsables internacionales. Para ello, el
cumplimiento de dicha obligación, lo deja en sede interna, ordenando al Gobierno
Nacional y el Congreso a crear y activar los mecanismos que permitan garantizar a las
víctimas, la verdad y la justicia como elementos indispensables de la reparación integral:

QUINTO: EXHORTAR al Gobierno Nacional y al Congreso de la República


para que, en el marco de las respectivas competencias, dispongan la
implementación de instrumentos procesales y sustantivos para que las víctimas
puedan acceder a la declaratoria de responsabilidad de las FARC como
organización y se garantice, consecuentemente, el derecho a la reparación integral
(Consejo de Estado, 2018, p.60).

De lo anterior, se deduce que el Consejo de Estado ha tenido una dinámica positiva por
incorporar los estándares interamericanos en materia de reparación integral al derecho
interno, claro está, en la medida que sus competencias lo permiten, incluso el Consejo de
Estado ordena al poder judicial adelantar las investigaciones independientes, serias e
imparciales con el fin de garantizar la verdad y la justicia como componente necesario
para garantizar la reparación integral. De igual forma, ha sido muy activo concediendo
otras medidas, más allá de las compensatorias por daño material e inmaterial porque ha
utilizado los componentes de satisfacción, rehabilitación, restitución y no repetición como
criterios orientadores en su ejercicio jurisdiccional en materia de reparaciones.

3.2 La reparación como criterio de transformación

Como se puede observar, la Corte Interamericana ha contemplado diferentes mecanismos,


para que el Estado realice un proceso de reconciliación con las víctimas y a la vez, les
permita a éstas volver al goce y disfrute de sus derechos humanos mediante una
reparación correctiva. Sin embargo, desde la doctrina nacional, por la experiencia de las
víctimas en el marco de un conflicto armado de carácter interno, se ha considerado
contemplar en los elementos de una reparación, el facto de transformación.

Lo anterior, tiene sustento en la idea de que una restitutio in integrum, busca devolver a
las víctimas la situación anterior a la ocurrencia de la violación de los derechos humanos,
parece apropiada en Estados que relativamente no tenían exclusión social, con gobiernos
71
democráticos y que después de la dictadura o del conflicto, donde se generaron las
violaciones a los derechos humanos, las desigualdades sociales no eran extremas, en
dicho evento, la reparación como retroceso a su situación anterior se convirtió en una
reparación viable para continuar con el normal desarrollo de la sociedad, ejemplo Chile,
Argentina y Uruguay (Uprimny & Saffon, 2009).

A contrario sensu, cuando los factores de las violaciones a los derechos humanos se
derivan de un conflicto interno cuyas causas naturales son la desigualdad, la falta de
oportunidades, la exclusión social y, además las víctimas son personas de escasos
recursos, marginados o discriminados la restituto in integrum como se encuentra
actualmente es inapropiada, porque de nada sirve la reparación como restitución al estado
anterior si la víctima vivía en iguales o peores circunstancias.

La anterior afirmación, genera el dilema si las reparaciones que se conceden para corregir
el daño efectuado sirven o contribuyen para superar estructuralmente una sociedad injusta
golpeada por la violencia, la desigualdad y el olvido estatal, es por esta razón, que la
propuesta que se presenta es la reparación como factor de transformación.

El término de la reparación transformadora, es una propuesta que se fortalece desde la


doctrina y tiene su sustento en la justicia distributiva, la cual busca que la reparación
integral no sea solamente el cumplimiento de una serie de medidas encaminadas
estabilizar o menguar los efectos de la situación que se originó a partir de la de violación
de los derechos humanos, sino que se constituya como mecanismo transformador de la
sociedad, en especial en disminuir las diferencias sociales generadoras de conflicto
(Uprimny & Saffon, 2009).

El objetivo máximo de una reparación con vocación de transformar es garantizar la no


repetición de las situaciones que facilitaron las violaciones a los derechos humanos,
encontrando en la justicia social, la oportunidad para que las víctimas puedan desarrollar
un proyecto de vida digno, acorde al tejido social, protegiéndolas de la re victimización
y evitando nuevos factores de conflicto (Rousset, 2011).

En este orden de ideas, la reparación deja de ser un mecanismo simplemente jurídico de


responsabilidad atribuible al Estado para convertirse en una obligación de carácter
político, social y económico, que se debe afrontar no solo para la restitución de las
72
víctimas directas sino para la sociedad que se encuentra dentro del margen de
vulnerabilidad. Para lograr estos fines, se requiere una conciencia amplia en el término
de reparar integralmente a las víctimas, incluir la transformación significa desarrollar
políticas con carácter de justicia social distributiva y no meramente correctiva que
contribuyan una sociedad más equitativa e incluyente.

Por último, la labor de aplicar una reparación transformadora implica ampliar el análisis
del contexto donde surge la violación, identificar los patrones y conductas sistemáticas
para poder implementar con diferentes medidas de carácter político, jurídico,
administrativo, legislativo, social y económico las garantías necesarias para que la
sociedad vulnerable y el Estado, encuentren caminos viables para el desarrollo no solo en
materia de respeto y protección de los derechos humanos sino en soluciones pacíficas,
viables y duraderas que pongan fin a cualquier conflicto.

CONCLUSIONES

La estructura generalizada de las reparaciones ante la Corte Interamericana, aplicada para


los Estados Partes de la Convención Americana y que han conferido el reconocimiento
de competencia al órgano judicial interamericano, se ha desarrollado y fundamentado en
criterios de daño material, daño inmaterial y otras formas de reparación, adaptando la
restitutio integrum con sus elementos como la fórmula ideal para reparar efectivamente
a las víctimas de violaciones a los derechos humanos y a sus familiares.

La Corte Interamericana para ordenar las medidas de reparación en cada caso tendrá en
cuenta los factores que causaron las violaciones y los efectos que han generado en el
pasado, que siguen generando en el presente y qué de no ser atendidos, seguirán
generando en el futuro. En este sentido, al momento de fijar las reparaciones y el posible
alcance que puedan efectuar, los jueces hacen una interpretación integral de los hechos
que causaron la violación, el dolor y sus consecuencias materiales e inmateriales en el
tiempo.

Es evidente que no es tarea fácil afrontar una reparación integral por violaciones a los
derechos humanos o crímenes atroces, pues esta, no siempre será satisfactoria o bien

73
recibida por la víctima, debido que los efectos de una violación son muy difíciles de
cuantificar o de cualificar y depende de un examen exhaustivo en el daño sufrido a cada
víctima lo que da la posibilidad de determinar una reparación integral.

Por otro lado, la obligación de reparar integralmente a las víctimas por violación de
derechos humanos para el Estado debe tener una importancia igual o superior a las
obligaciones convencionales de respetar, garantizar y adecuar dichos derechos, toda vez
que, la interpretación evolutiva del derecho internacional implica, la obligación de reparar
bajo los estándares emanados por los órganos de protección de derechos humanos, deben
ser una materia a incorporar al interior de los ordenamientos jurídicos internos, lo cual
permitiría para los Estados no resultar condenados en sede internacional, bajo elementos
que pueden ser otorgados en instancias internas.

Ahora bien, aplicado a los casos colombianos se ha identificado que el criterio de


reparación del daño material debe estimarse con base a elementos de prueba ciertos, sin
perjuicio de lo anterior, se ha reparado en equidad en casos de las masacres u otros, debido
a la complejidad para determinar los daños materiales causados, esto con el propósito de
salvaguardar los derechos de las víctimas y de sus familiares.

Asimismo, para otorgar una reparación bajo el criterio de daño material, se debe abarcar
tanto la pérdida de los ingresos dejados de percibir a la que llaman “vida probable”, como
los gastos derivados de la violación, entre estos, las investigaciones judiciales y
administrativas, búsqueda de los cuerpos y sepultura y la compensación del daño al
patrimonio familiar.

Paralelamente en relación con el daño inmaterial, se ha identificado que éste comprende


tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a la víctima directa y a sus allegados, el
menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones, de
carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o su familia, no
logrando asignar un equivalente monetario preciso, pero puede ser objeto de
compensación de dos maneras, la primera mediante el pago de dinero o entrega de bienes
o servicios en términos de equidad; y segundo, mediante actos u obras de alcance o
repercusión públicos, que reconozcan la dignidad de la víctima y de esta forma evitar la
repetición de las violaciones de derechos humanos. Lo anterior sin que sea necesario
74
requerir pruebas ciertas, toda vez que, conforme al contexto, es posible determinar el
daño, como se evidenció en las Masacres de Ituango, 19 comerciantes y Mapiripán, donde
la magnitud de las violaciones, ocasionó gran sufrimiento, angustia, terror e inseguridad.

Lo anterior implica, una responsabilidad para el Estado en materia de identificación de


los beneficiarios de las medidas de reparación, en razón a que la Corte Interamericana
reitera que el sufrimiento ocasionado a la víctima se extiende a los miembros más íntimos
de la familia, en especial aquellos que estuvieron en contacto afectivo estrecho con la
víctima, no siendo necesario demostrar daño inmaterial para los hijos, cónyuge o
compañera, madre, padre, o hermanas y hermanos, lo que ha generado que en casos como
Mapiripán, 19 Comerciantes, Pueblo Bello, Santo Domingo, Comunidades
afrodescendientes de la cuenca del Río Cacarica, la Corte Interamericana, ordene la
identificación de las víctimas así como la de sus familiares que no fueron conocidas en el
proceso interamericano, y les otorgue la reparación ordenada en la sentencia.

Por otro lado, en materia de medidas ordenadas por la Corte Interamericana, tanto en los
casos Colombianos como en los demás Estados partes, se ha identificado una serie de
medidas que podrían denominarse genéricas, en razón a que son ordenadas en la mayoría
de los casos, estás son: i) investigar los hechos del caso, e identificar, juzgar y sancionar
a los responsables; ii) como medida de rehabilitación, brindar gratuitamente en
instituciones de salud públicas especializadas un tratamiento médico y psicológico o
psiquiátrico, a las víctimas que lo soliciten, incluyendo el suministro de medicamentos
conforme a evaluación individual de cada uno; iii) publicar las partes pertinentes de la
sentencia dictada por la Corte; iv) educar en derechos humanos a los cuerpos armados y
organismos de seguridad, demás agentes estatales y la sociedad en general; v) difundir y
aplicar la jurisprudencia del Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos
sobre la jurisdicción penal militar y demás jurisdicciones del derecho interno; vi) buscar
e identificar a las víctimas en los casos que debido a la magnitud de las violaciones sea
complejo determinar la identidad de cada una de ellas, asimismo recuperar los restos y
entregarlos a sus familiares cubriendo todos los gastos que se generen por ello; vii) crear
un mecanismo oficial de seguimiento del cumplimiento de las reparaciones ordenadas;
viii) garantizar la seguridad de los familiares y ex habitantes que como consecuencia de
las violaciones hayan tenido que salir del lugar de los hechos y decidan regresar xix)
75
realizar un disculpa pública o cualquier otra como reconocimiento de responsabilidad
internacional; instaurar medidas de conmemoración y homenaje a las víctimas como
monumentos o placas que rememoren los hechos de vulneraciones ocurridas.

De otro lado, es pertinente resaltar que la Corte Interamericana valora los reconocimientos
de responsabilidad, así como las reparaciones otorgadas en sede interna por parte del
Estado colombiano, un ejemplo de lo anterior puede evidenciarse en el caso de las
masacres de Ituango que aprueba los acuerdos conciliatorios entre Colombia y los
familiares de las víctimas, además valora los proyectos de políticas públicas como el de
la lucha contra la impunidad por violaciones de los Derechos Humanos y D.I.H.; política
pública sobre desplazamiento y protección a testigos; y Plan de acción para la población
en situación de desplazamiento implementado en virtud de la Sentencia de la Corte
Constitucional T- 025 de 2004 (Corte IDH. 2006b, pár. 401).

De igual forma, reconoce la Corte Interamericana el avance en materia de reparaciones


(otorgamiento de indemnizaciones) en la jurisdicción de lo contencioso administrativo y
la normatividad creada con el propósito de reparar a las víctimas de violaciones de
derechos humanos, que se evidencia la evolución tenida por el Estado frente a la
integración en materia de estándares de reparación integral del sistema interamericano al
derecho interno, hechos que refleja de manera directa los impactos de las decisiones de
la Corte Interamericana en el sistema jurídico de protección de derechos humanos
colombiano.

Ejemplo de lo anterior, es el control de convencionalidad directo que hace la Corte


Interamericana en el caso Valle Jaramillo y otros, donde hace un reconocimiento especial
al Consejo de Estado, por incorporar en sus decisiones a través del mecanismo de la
acción de reparación directa, algunas medidas que van más allá de la mera indemnización
por el daño ocasionado, denominándolo como el “comienzo de penetración de la
jurisprudencia de la Corte Interamericana”. Además de precisar que dicho desarrollo
jurisprudencial en la jurisdicción contencioso administrativa colombiana, podría llegar a
ser complementado con otras formas de reparación disponibles en distintas vías
jurisdiccionales o de otra índole a nivel interno, con el propósito de obtener la reparación
integral a las violaciones de derechos humanos.

76
Invitación que genera un conflicto en el derecho interno colombiano, debido a que las
medidas de reparación que puede otorgar el Consejo de Estado no pueden igualar a las
otorgadas por la Corte Interamericana, en razón a la organización de los poderes públicos
del Estado colombiano, además de los criterios de responsabilidad y los conflictos que se
crean a partir de ello, así como el marco normativo de protección. Sin embargo, es
evidente que, en materia de reapariciones, ha sido de recibo por parte del Consejo de
Estado la reparación integral y en el ámbito de sus competencias, ha otorgado medidas de
reparación siguiendo los lineamientos de la Corte Interamericana.

Por otro lado, los criterios de reparación establecidos en la jurisprudencia de la Corte


Interamericana han permitido avances fundamentales en el marco normativo de los
Estados, en especial el colombiano, porque para atender a estos compromisos
internacionales ha tomado iniciativas de avanzada en materia de reparación de víctimas
del conflicto armado, las cuales han sido reconocidas por la Corte Interamericana como
en el caso de las comunidades afrodescendientes desplazadas de la cuenca del río Cacarica
resalta la implementación y ejecución de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras en
materia de reparaciones y el Decreto 4635 de 2011, donde se establecen medidas de
asistencia, atención, reparación integral y de restitución de tierras a las víctimas de
comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palanqueras, las cuales podrán obtener
tanto la indemnización administrativa individual como colectiva y un programa de
asesoría y acompañamiento para la inversión de los recursos.

Asimismo, en el caso Duque se evidencia que la Corte Interamericana constata que si bien
existe una vulneración a los derechos humanos a la igualdad y protección judicial del
señor Duque, el Estado no se encuentra responsable internacionalmente por incumplir su
deber convencional de adecuación, porque al momento de proferir la sentencia, Colombia
ya contaba con el ordenamiento jurídico acorde a los estándares interamericanos, por
ende, la Corte Interamericana solo ordenó reparar conforme a la legislación interna
solicitando activar los mecanismos y recursos disponibles.

De lo anterior y a criterio de quien escribe estas líneas, se puede identificar que el Sistema
Interamericano de protección carece de los elementos necesarios para determinar
probatoriamente la calidad de víctima y la determinación de los daños sufridos por ella,
con el fin de lograr identificar de manera correcta las medidas de reparación adecuadas y
77
efectivas para resarcir las violaciones a los derechos humanos. Dicha tarea, se queda en
una carga probatoria compartida entre los representantes de las víctimas y el Estado, con
lo que logren acreditar y dejando la tarea para que la Corte IDH, ordene las medidas de
reparación en equidad, lo cual no es lo ideal para un asunto que involucra la protección
de los derechos humanos y que requiere una justicia material para las víctimas, que no
fue recibida en sede interna. Por tanto, sería indispensable fortalecer el marco probatorio
del proceso ante los órganos del Sistema Interamericano, ya sea con la posibilidad de
ordenar y practicar pruebas de oficio dentro del Estado denunciado, o con la creación de
un órgano interamericano especializado para la recolección y evaluación de las mismas.

De igual forma, esta falencia se evidencia desde la misma determinación,


individualización e identificación de las víctimas que van a ser reparadas en sede de la
Corte IDH, lo que conlleva a replantearse el termino reglamentario de víctima, porque no
solo es aquella persona a la cual le han sido violados sus derechos de acuerdo a la
sentencia proferida por la Corte IDH, sino que se extiende a todas aquellas que personas
que sin ser mencionadas o llevadas al proceso del Sistema Interamericano, puedan
acreditar ser víctimas en sede interna para solicitar las reparaciones otorgadas en la
sentencia de la Corte IDH.

Por otro lado, a manera propositiva desde la investigación- académica, sería ideal hacer
un seguimiento multidisciplinario de las sentencias de la Corte IDH, para identificar la
efectividad de las medidas que componen la reparación integral directamente en las
víctimas que fueron beneficiarias de las medidas otorgadas. Dicho estudio permitiría
contrastar de forma aplicada si el fin de una reparación es efectivamente devolver a la
víctima a la situación anterior del hecho que le genero la violación del derecho humano,
o si será necesario, replantear el término y la aplicación por una reparación con enfoque
transformador, en especial en aquellas situaciones donde la víctima se encuentra en
condiciones de situación vulnerable, donde devolverlas a dicho escenario no debe ser una
opción acorde al objeto y fin de la reparación integral.

En estos contextos, la reparación integral como se encuentra concebida actualmente,


puede ser ineficaz cuando busca reparar violaciones de derechos humanos que se originan
al interior de Estados de inestabilidad social ocasionados por la exclusión y la desigualdad
o incluso dentro del conflicto armado interno. En otras palabras, lo que se desearía con la

78
reparación integral es que tenga una vocación colectiva y transformadora de la sociedad,
que busque la real y efectiva garantía de no repetición, para que no se generen factores
que faciliten la creación de nuevos contextos de violaciones a los derechos humanos.

Por tanto, los retos en materia de reparación de víctimas, en especial para el caso
colombiano donde el número de víctimas es increíblemente alto, si solo se cuentan las
ocasionadas en el marco del conflicto armado interno, porque de contarse las víctimas en
general de violaciones de derechos humanos seria verdaderamente impactante; el Estado
debe crear políticas macro que garantice la no repetición, no solo con combatir la
impunidad, sino que permitan identificar y prevenir las violaciones a los derechos
humanos, con planes sociales que permitan la creación de oportunidades e integración de
grupos vulnerables al resto de la sociedad. Porque de nada sirve otorgar reparaciones
integrales de forma individual con efectos cíclicos de revictimización.

79
REFERENCIAS

ACOSTA ALVARADO, Paola Andrea. (2003). La persona ante la Corte Interamericana


de Derechos Humanos. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.
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