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La calle: Una oportunidad de descubrimiento

Juan Pablo Fiesco Valencia

El objetivo del presente texto es hablar de la experiencia urbana moderna. Y el


término “moderna” es fundamental, pues sin este no se podrían captar las particularidades
que tiene la vida urbana hoy día. Aquel remite a una época especial de la historia humana,
caracterizada por la innovación constante, la velocidad y la apertura a lo diverso 1. Significa
una experiencia vital única, una experiencia que tenemos el privilegio de vivir actualmente.
Sin embargo, Baudelaire y Wolf también tuvieron este privilegio, y de ahí la belleza de sus
obras.

Ambas obras nacen del disfrute sincero de la vida urbana moderna. En ellas se capta
la diversidad, el contraste, el ritmo y la incertidumbre que caracteriza la calle, así como las
oportunidades que brinda. Por ejemplo, el anonimato. Este permite a las personas ser lo que
quieran ser, y responde a un gran impulso de salir y abandonar momentáneamente los pesos
que representa la vida íntima. Aquella es bella, sí, pero exige un papel único por parte de
las personas. Les representa compromisos, responsabilidad, buena moral. Y no les permite
jugar, lo que sí hace la vida urbana.

Sin embargo, esta no es del todo gozosa, pues la incertidumbre que la define afecta la
seguridad y toma de decisiones de los sujetos 2. Cuando salen a la calle no saben que
esperar. Se pueden encontrar con cualquier cosa, incluso con la muerte. Nada es seguro,
todos son unos potenciales asesinos. Se arriesgan entonces, y deben disfrutar ese riesgo 3.
Pues aunque pueden morir, lo más probable es que eso no pase, y que en cambio, se hallen
de frente con la diversidad humana. Esta representada en la infinidad de gentes que acoge la
calle y que diariamente la recorren, y que le imprimen un tono multicolor muy atractivo.

Pero no todos pueden captar ese tono, este únicamente lo pueden captar los artistas 4, o
así lo diría Baudelaire5. Aquel propuso disfrutar y hacer arte la vida cotidiana; sacar valor a

1
Berman, Pág. 1.
2
Mogin, Pág. 79.
3
“La ciudad del transeúnte, la ciudad por donde pasamos, traduce un deseo de exteriorización que se
expresa en una liberación, en un salirse de uno mismo, en salir de la propia casa”. Mogin, Pág. 72.
4
Aquí también es válido el flaneur.
5
“El heroísmo de la vida moderna”. Berman, Pág. 141- 147.
lo que está más acá, algo que no es fácil. Pues exige una mirada muy precisa, que a la vez
que observa lo inmediato, se concentra en cómo esto inmediato se integra a algo más
grande. Como, no sé, el ritmo propio de la ciudad, que a partir del movimiento de gentes y
vehículos, la deja ver como un organismo en perfecta armonía 6. Como sí todo funcionara
con plena coordinación, aun si las personas no son conscientes de este hecho. De ahí la
virtud del artista.

Del artista o de una artista como Wolf, porque ella lo consigue. O por lo menos eso es
lo que se percibe en sus dos referencias a Londres, al Londres imperial. En su puerto 7 se
encuentran gentes y mercancías de todo el mundo. Se dan conflictos y contradicciones por
doquier. Se deja ver la cara amable y alegre de la civilización al lado de la fea y arrugada.
Y lo mismo sucede en Oxford Street8. Allí se reúnen personas de todas las clases. Sus
productos y su accesible precio son muy atrayentes, a pesar de la descalificación de la que
son objeto por parte de ciertos estamentos.

Estos son aristocráticos y burgueses9 al mismo tiempo, y se centran en una visión


íntima y purista de la vida. No conciben el goce que representa la calle ni sus amplias
posibilidades, ven en ella más bien un riesgo a las buenas maneras. Como las cosas de
marca, la familia, la iglesia, el trabajo profesional, o la empresa. No conocen la miseria ni
la indeterminación, no disfrutan de estar allí sin hacer nada, el no creer, el no querer ser un
ejemplo. Desean una sociedad de ángeles al servicio de Dios que no venere el cuerpo. En
resumen, no pierden la aureola. Y esta debe perderse para que alguien se abra a lo común.

Pero esto tarde o temprano llega, pues el tráfico y las velocidades modernas,
necesariamente, arrojan la aureola a la calle 10. La gente la pierde sin darse cuenta y la
abandona en el barro. Y no vuelven a recogerla. Porque recogerla significaría volver a lo
rígido, a lo normado, a lo sólido, algo muy contrario a lo que es la calle. Lugar de encuentro
con lo extraño y con los extraños, donde se puede jugar con máscaras a ser quien se quiera,

6
Mogin, Pág. 71.
7
“Los muelles de Londres”. Wolf, Pág. 19-33.
8
“El oleaje de Oxford Street. Wolf Pág. 35- 46.
9
La referencia a actitudes burguesas es transversal en Mogin. Estas se caracterizan por un deseo de llevar la
vida interior a la exterioridad, y, asimismo, por acudir al espacio público con el único fin de comprar.
10
“El fango del Macadam”. Berman, Pág. 155-164
y donde la diversidad humana se deja ver en toda su amplitud. La calle es una oportunidad
de descubrimiento, y valorarla es una actitud propiamente moderna.

Al respecto de esto último, vale referenciar lo dicho en el Podcast “París en la Belle


Époque”11. En este se retrata la París de finales del siglo XIX, una ciudad en ruinas que
estaba buscando un camino de reconstrucción. Salía de una guerra y una revuelta popular,
por eso su afán de renovación, que sería totalmente moderno, y se caracterizaría por una
gran serie de innovaciones. Como por ejemplo, la luz eléctrica, la instalación de cubos de
basura o un sistema de alcantarillado subterráneo. Así se limpió la ciudad y al tiempo, se la
hizo crecer. Creció en tamaño y número de habitantes, haciendo necesaria entonces la
implementación de un sistema de transporte público. Este daría sus primeros pasos hacia el
último lustro del siglo XIX, siendo el metro inaugurado en 1900 su mayor realización.
Estos cambios harían a París “la ciudad de la luz”.

Además, también harían perder las aureolas, y motivarían a la gente a encontrarse y


conocer su ciudad. Algo también favorecido por la ampliación de ofertas de consumo y de
ocio para todos sin distinción.

Referencias
Berman, Marshall. «Baudelaire: El modernismo en la calle.» En Todo lo sólido se
desvanece en el aire, 129-173. Siglo XXI, 1988.

Mogin, Olivier. «La experiencia pública o la ciudad "puesta en escena".» En La condición


urbana. La ciudad a la hora de la mundialización, 67-97. PAIDÓS, 2006.

National Geographic España. Curiosidades de la historia - El país de la Belle Époque.


2019.

Wolf, Virginia. «Los muelles de Londres; El oleaje de Oxford Street.» En Londres, 19-46.
Lumen Narrativa, 2013.

11
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/paris-belle-epoque_14454

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