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Por Pablo Esteban
En su acepción más directa “innovar” significa introducir una novedad. Pero para introducir una novedad se
requiere creatividad y para cultivarla es necesaria cierta cuota de rebeldía. Cuando la ciencia se desmarca de
los cánones, se corre de las tradiciones y asume riesgos, las posibilidades de transformar la realidad se
vuelven menos utópicas. Porque cuando los cerebros trabajan en equipo, el conocimiento comienza –por fin–
Gustavo San Juan cultiva esta perspectiva y asegura que “la comodidad perturba el ejercicio científico que
verdaderamente modifica la realidad”. Es arquitecto, investigador adjunto del Conicet y además, dirige el
Instituto de Investigaciones y Políticas del Ambiente Construido (IIPAC, UNLP) y el Laboratorio de Modelos y
Diseño Ambiental. Aquí, narra cómo funcionan los sistemas diseñados por su equipo, explica por qué es
importante la producción científica cuando se aplica a los problemas cotidianos de las personas y colma de
sentido el concepto de innovación a partir de sus propias experiencias con los sectores más desfavorecidos
de la sociedad.
–Analizamos la ciudad (los sectores residenciales, la salud, el transporte, etc.) en relación al consumo de
energía y su impacto ambiental. El Instituto se creó en 1985 y desde 2012 soy el director. Por otra parte, en
2003 se conformó el Laboratorio. Mientras el primero se basa en generar información básica, el segundo se
enfoca en los desarrollos aplicados. Trabajamos a partir de una premisa central: el aprovechamiento de la
–Con el cambio de siglo y la situación que afrontaba el país decidieron concentrar los esfuerzos en los
reflotamos una línea de investigación que pretendía colaborar con los sectores de escasos recursos. Al poco
tiempo, desde el Laboratorio comenzamos a desarrollar sistemas solares orientados a cubrir necesidades
básicas que se vinculan ni más ni menos con el acceso al agua caliente. En muchos casos, aparatos como los
calefones son tan caros que se vuelven imposibles de adquirir. Entonces, junto a los barrios, desarrollamos
los colectores solares para generar agua caliente. Luego, seguimos con el diseño de calefactores de aire para
las viviendas. En la actualidad, la línea es mucho más amplia porque trabajamos en temáticas como la
–Las ideas surgen en el seno de la universidad. De modo que el propio producto se realiza en laboratorio y en
campo casi al mismo tiempo. Desde aquí, hay una cuestión muy interesante a tener en cuenta: la aceptación
social. Si las personas no lo ven útil no lo incorporan. Hay una anécdota que ilustra esta cuestión.
–Cuénteme…
–Una vez brindaba un curso en un barrio para enseñar a los vecinos cómo utilizar los calefones solares. De
modo que les comentaba que su eficiencia es incomparable con los ejemplares que vende el mercado pero
que, sin embargo, se pueden construir en tan solo una mañana con herramientas muy corrientes. Les
explicaba que nuestro equipo, en condiciones normales de invierno, es capaz de brindar 80 litros de agua
caliente a 40° C. Y uno de los vecinos me interrumpe y señala: “Gustavo, nos estás diciendo que nosotros
podemos contar con 160 litros a 20° C por día en pleno invierno, no hables más. Si nosotros jamás tuvimos
agua caliente”.
–El sistema de transferencia tecnológica que desarrollamos se basa en cursos de campo que realizamos en el
barrio en que se van a colocar o bien en la universidad. Durante algunas horas, nosotros les explicamos a los
vecinos todos los conceptos físicos involucrados a partir de la exhibición de experiencias. En una segunda
etapa, les transmitimos un video que tiene unos 10 minutos de duración y, por último, les brindamos un
manual de autoconstrucción, que elaboramos nosotros. Y luego nos vamos. Es sorprendente el modo en que
–Es un sistema elemental que funciona con un puñadito de criterios. Uno es el efecto invernadero: nosotros
producimos una caja (de metal, de madera, etc.) y una cubierta transparente (nylon, vidrio o policarbonato).
Cuando el sol la atraviesa, se calienta el aire conservado al interior de la caja. Las radiaciones de onda corta
aumentan la temperatura del recipiente y se generan radiaciones infrarrojas de onda larga que quedan
atrapadas.
–Algo similar a lo que ocurre cuando, sobre todo en verano, las personas dejan el auto al sol.
–Exacto. Por otro lado, se requiere de un elemento que comunique el agua para que llegue a destino. De
modo que pensamos en la manguera que las personas utilizan para regar que, como es negra, también
concentra las radiaciones solares. Como los materiales en la ferretería son muy caros, desde el laboratorio
diseñamos las matrices para producir los insumos directamente. La idea es armar un sistema
semiindustrializado. Seguimos la política del sistema científico y universitario que implica no quedarse con las
regalías del producto. En efecto, todo lo que hacemos está en internet, en el repositorio institucional.
Cualquier persona que lo desee puede acceder a la información y construirlo por su cuenta.
–¿Y cómo se colocan? Hay casas que no tienen la estructura suficiente para construir un colector en
altura.
–Sí, por ello muchas veces las personas los colocan en el piso y los conectan a una canilla. Es la condición
–Cualquier sistema solar del mundo funciona cuando hay sol. En efecto, se produce energía durante el día
que es almacenada en recipientes con ciertas características térmicas que garantizan la conservación de la
temperatura. Además, la pendiente del colector la graduamos de acuerdo a la estación en que nos
encontramos, ya que en invierno como señalas las radiaciones llegan de modo distinto.
–Por último, ya que usted lleva muchos años en la producción de artefactos y diseña mecanismos
cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas, ¿cómo definiría el concepto de
“innovación”?
–Innovar tiene que ver con cuestionar la realidad social. Existe innovación cuando utilizamos materiales que
no son habituales en sistemas que uno diseña. A veces, se vincula más a una cuestión organizacional. Es
decir, pensar en cómo las personas se organizan para adoptar tal o cual sistema. Otras veces se relaciona
partir de un proceso muy simple de autoconstrucción. Innovar es utilizar algo que ya existía y encontrarle una
utilidad original.
de trabajar en equipos interdisciplinarios. Es mucho más simple estar en el laboratorio, sentarse en la misma
silla de siempre y generar papers. La comodidad perturba el ejercicio científico que verdaderamente modifica
la realidad. Para ser innovador hay que desatender un poco los cánones, desapegarse de la tradición y de las
formas habituales de investigar. En la vida hay que tomar ciertos riesgos. Ya es tiempo de quebrar el