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El vacío de poder que dejó la independencia y la

búsqueda de un nuevo estado originaron diversos


conflictos entre centralistas y federalistas,
militaristas y civilistas, liberales y conservadores y
clericales y anticlericales, que a lo largo del siglo XIX
se expresaron en frecuentes guerras civiles. Estas
guerras no fueron propiamente revoluciones pues
no significaron cambios de fondo, y se
caracterizaron por su extrema crueldad y
devastadores efectos en la economía y la sociedad
colombiana.

Tipología y etapas de desarrollo en las guerras civiles


Durante el siglo XIX, se produjeron en Colombia alrededor de setenta guerras civiles, cuartelazos, revueltas,
sublevaciones, pronunciamientos y golpes de Estado. Nueve de las guerras civiles tuvieron un carácter
verdaderamente nacional: las de los años 1812, 1840, 1851, 1854, 1860, 1876, 1885, 1895 y la guerra de los
Mil Días (1899-1902).
Las etapas en las guerras civiles: En el desarrollo de las guerras civiles
se presentan varias etapas. La primera se manifiesta como un periodo de
descontento, el cual se atribuye a causas políticas, económicas, sociales o
religiosas. Durante esta etapa políticos, intelectuales y periodistas solían
expresar mediante escritos sus críticas al orden existente. En la segunda
etapa se presenta el pronunciamiento, ya sea por parte de un caudillo
regional, con sus gamonales y peones de hacienda, o de los generales, con
sus masas conservadoras o liberales. Este pronunciamiento se difundía a nivel
regional y nacional y por lo general recibía el apoyo de las demás regiones. Se
reclutaban los campesinos de la región, quienes recibían las armas y los
entrenamientos en el mismo curso de la guerra.
Las etapas en las guerras civiles
En el desarrollo de las guerras civiles se presentan varias etapas. La primera se manifiesta como un periodo
de descontento, el cual se atribuye a causas políticas, económicas, sociales o religiosas. Durante esta etapa
políticos, intelectuales y periodistas solían expresar mediante escritos sus críticas al orden existente. En la
segunda etapa se presenta el pronunciamiento, ya sea por parte de un caudillo regional, con sus gamonales
y peones de hacienda, o de los generales, con sus masas conservadoras o liberales. Este pronunciamiento
se difundía a nivel regional y nacional y por lo general recibía el apoyo de las demás regiones. Se reclutaban
los campesinos de la región, quienes recibían las armas y los entrenamientos en el mismo curso de la guerra.
La tercera etapa es la respuesta de las fuerzas armadas gubernamentales y los planes para acabar con
la rebelión. Ante la llamada del gobierno legítimo, se pronunciaban los caudillos regionales, partidarios de las
fuerzas estatales. La cuarta etapa está relacionada con las batallas. Estas eran en realidad enfrentamientos
de "montoneras" o ejércitos de campesinos, sin entrenamiento alguno y sin seguir las normas elementales
de la guerra. No existía una estrategia militar definida ni tácticas; triunfaba el método de la sorpresa y del
aprovechamiento del descuido enemigo. La quinta etapa es la del triunfo en la guerra; el bando victorioso
establecía un nuevo orden, el cual se plasmaba generalmente en un cambio constitucional.

Las guerras civiles de dimensión nacional


Primera guerra civil:
Sucedió en 1812 y enfrentó a federalistas y
centralistas. Se produjo por la intención del Precursor
Antonio Nariño de anexar algunas ciudades de las
provincias de Tunja y Socorro al estado de
Cundinamarca, así como los cantones de Tibaná, Garzón,
Gagua, Purificación y Mariquita. La reacción del
Congreso de las Provincias Unidas y la desobediencia de
algunas de las tropas del mismo Nariño l evaron en 1812
a la firma del tratado de Santa Rosa de Viterbo, por el
cual Cundinamarca devolvió las provincias de Sogamoso
y Tunja y se dejó a Villa de Leiva en libertad de decidir
su destino. Posteriormente, el Congreso, presidido por
Camilo Torres, rompió el tratado y reanudó la guerra.
Tras las batallas de Ventaquemada y San Victorino, se
firmó la paz y se optó por la unidad nacional, necesaria
para enfrentar la Reconquista española.
La guerra de los Supremos:
1839-1842
Fue una de las guerras civiles más cruentas de la historia nacional. Esta confrontación conocida como la
guerra de los Supremos, surgió por la ley que ordenaba la supresión de los conventos menores. La noticia
de esta ley ocasionó incendios, tumultos y protestas en las gentes de Pasto, en donde se suprimían los
conventos de San Francisco, San Agustín, Santo Domingo y la Merced.
La rebelión fue iniciada por el padre Francisco Villota, superior de la Congregación de San Felipe Neri, quien
fue nombrado jefe por las masas para encabezar una guerra llamada “santa” y de “los conventillos de
Pasto”. Esta medida fue aprovechada por caudillos del sur como José María Obando para demostrar su
oposición al gobierno mediante la sublevación militar. La guerra pronto se expandió a las provincias de
Antioquia, Panamá, Boyacá ya la costa Atlántica y produjo el estancamiento de la economía, la desolación de
los campos y epidemias. La Constitución de 1843 fue su consecuencia directa y en ella se plasmaron algunos
planteamientos de los revolucionarios.
La guerra civil de 1851:
Fue encabezada por un sector del partido Conservador, que se opuso a las reformas liberales del presidente
José Hilario López. En ella se manifestaron los intereses de los esclavistas contra la ley de la abolición de la
esclavitud, e involucró a liberales y conservadores, proteccionistas y librecambistas y unitarios y federalistas.
Se destaca la participación del escritor Julio Arboleda, quien encabezó las huestes conservadoras del Cauca.
También se manifestaron los conservadores de Antioquia, Tunja, Pamplona, Pasto, Cundinamarca, Neiva y
Mariquita. Los combates más importantes fueron favorables al gobierno liberal. Las fuerzas conservadoras
fracasaron por la falta de unidad, de estrategias y de recursos.

La guerra civil de 1854:


Se produjo para combatir la dictadura del general José María Melo, quien instauró una dictadura militar el 14
de abril de 1854. Melo se apoyó en las sociedades de artesanos, quienes esperaban obtener medidas
proteccionistas para su industria. El gobierno legítimo, con la participación de ex presidentes y ciudadanos
principales, se organizó en Ibagué y desde allí inició su lucha. Con las tropas nacionales al mando del general
Tomás Herrera y posteriormente del vicepresidente Obaldía, alcanzó el triunfo. El dictador fue depuesto en
diciembre de 1854 y sustituido por J osé Domingo Obaldía. Para terminar el período fue elegido el Manuel María
Mallarino, quien gobernó entre 1855 y 1857. Melo fue desterrado a Costa Rica y acabó fusilado en México.
La guerra civil de 1860:
Tiene los rasgos de una guerra civil caudillista, ya que fue iniciada por el general Tomás Cipriano de Mosquera
por su descontento con el gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez. Se inició en 1859 con el pretexto
de combatir medidas de gobierno consideradas opuestas al federalismo. Involucró a los estados de Cauca,
Santander y Bolívar y posteriormente se extendió por todo el país. Las fuerzas revolucionarias estaban al
mando del general Mosquera, mientras que las del gobierno eran comandadas por los generales Joaquín Posada
Gutiérrez y Joaquín París.
Con el apoyo de los revolucionarios de los principales estados sublevados, los ejércitos de Mosquera se tomaron
Bogotá el 18 de julio de 1861. La guerra civil continúo en Santander, Antioquia y Cauca y finalizó con las derrotas
de los ejércitos del gobierno en las batallas de Los Árboles y Tulcán. A instancias de los radicales federalistas,
el general Mosquera convocó la Convención de Rionegro, la cual, después de intensos debates, proclamó la
Constitución de 1863, que organizó la federación de los Estados Unidos de Colombia.
La guerra civil de 1876:
Se originó por el descontento de los conservadores con el anticlericalismo de los radicales y sus medidas
educativas. La revolución se inició en el estado del Cauca y se extendió a Antioquia y Tolima. Algunos de los
dirigentes conservadores involucrados fueron Leonardo Canal, Manuel Briceño, Manuel Casabianca, Sergio
Arboleda y Marceliano Vélez. Las tropas liberales estuvieron al mando de los generales Julián Trujillo, Santos
Acosta y Sergio Camargo.
El acuerdo de Manizales significó el triunfo del gobierno radical del presidente Aquileo Parra y de las fuerzas
del gobierno, comandadas por el general Julián Trujillo. Sin embargo, terminada la contienda, se produjo la división
entre radicales liberales e independientes, circunstancia que aprovechó Rafael Núñez, liberal independiente,
para impulsar el movimiento de la Regeneración y cambiar la situación política de finales del siglo XIX.

La guerra civil de 1885:


Fue promovida por el liberalismo radical para derrocar al gobierno del doctor Rafael Núñez y el movimiento de
la Regeneración. Los radicales estaban comandados por los generales Gabriel Vargas Santos, Ricardo Gaitán
Obeso y Daniel Hernández, y los conservadores por los generales Marceliano Vélez, Leonardo Canal, Manuel
Briceño, Rafael Reyes y otros. Estos últimos contaban además con el apoyo de los liberales independientes.
La guerra se generalizó en los estados de Boyacá, Santander, Antioquia, Cauca, Panamá, Tolima, Cundinamarca
y en la costa Atlántica. En la batalla de la Humareda, el 17 de junio de 1885, el ejército radical fue derrotado
por completo, sufriendo un elevadísimo número de muertos, la mayoría perteneciente a la nueva generación
de radicales. Tras el triunfo, el gobierno de Núñez dio paso a la aprobación y sanción de la Constitución de 1886,
que estructuró en forma definitiva la República de Colombia con un régimen político centralizado.

“El general Rafael Reyes”, fotografía de Julio Racines. Rafael Reyes (1849-1921), fue un militar colombiano
adherido al partido conservador que ocupo la presidencia del país entre 1904 y 1909.

La guerra civil de 1895:


Se produjo por la inconformidad del liberalismo con el control y censura de la prensa y con otras medidas
autoritarias del gobierno de Miguel Antonio Caro. La guerra se generalizó en los departamentos de Boyacá,
Cundinamarca, Santander, Tolima, Cauca, Panamá y en la costa Atlántica. El jefe liberal fue el general Santos
Acosta, y el caudillo conservador, el general Rafael Reyes. En el sitio de La Tribuna (Cundinamarca), las fuerzas
revolucionarias, comandadas por el general Siervo Sarmiento, fueron derrotadas por el general Reyes. Sin
embargo, el combate decisivo fue el de Enciso, en Santander, favorable al gobierno y con el cual acabó la
guerra.
Arco triunfal de la batalla de Enciso en la Calle Real de Bogotá. Fotografía de Henry Duperly, 1895.

La guerra civil de los Mil Días


Fue la última guerra civil del siglo XIX, pues se desarrolló entre 1899 y 1902. Se originó por las divergencias
entre el partido Liberal y la hegemonía conservadora de la Regeneración. Los rebeldes radicales buscaban la
reforma fundamental de la Constitución de 1886, ya que la consideraban monárquica y excesivamente
centralista.
El grupo liberal autonomista inició la guerra contra los conservadores el 18 de octubre de 1899. Las fuerzas
revolucionarias fueron dirigidas por el general Gabriel Vargas Santos y entre sus principales jefes sobresalieron
los generales Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera. Los jefes militares de las fuerzas del gobierno de
Sanclemente y Marroquín fueron los generales Próspero Pinzón, Ramón González Valencia, Pedro Nel Ospina,
Manuel Casablanca y otros. Los revolucionarios recibieron la ayuda de tropas extranjeras provenientes de
Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
El ejército conservador en vísperas de la batalla de Palonegro. Fotografía de Quintilio Gavassa, 1901. Colección
Casa de la Cultura, Pamplona.
La guerra tuvo como principal escenario el departamento de Santander, pero se extendió por toda la República.
La batalla principal fue la de Palonegro, que duró quince días consecutivos (entre el 11 y el 26 de mayo de
1900), involucró 8.000 soldados liberales y 18.000 del gobierno, y produjo 2.000 muertos y heridos en las
fuerzas revolucionarias y 1.600 bajas en las fuerzas gubernamentales. Este fue el combate más sangriento
de la historia nacional y significó el triunfo de las fuerzas conservadoras, comandadas por el general Próspero
Pinzón. Después de Palonegro, la contienda continuó como una guerra de guerrillas y se extendió por la costa
Atlántica y Panamá.
Para lograr la paz y restablecer el orden, el presidente José Manuel Marroquín firmó con los revolucionarios
los tratados de Neerlandia (24 de octubre de 1902), Wisconsin (21 de noviembre de 1902) y Chinácota, con
los cuales concedió la amnistía y amplias garantías a los revolucionarios. La guerra civil más larga y cruenta de
la historia de Colombia terminó oficialmente el 1 de junio de 1903. Sus consecuencias más graves fueron la
ruina de la economía nacional y la separación de Panamá.

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