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Cuando nos referimos a la dosis personal entendemos que se trata de un derecho que tienen las
personas en nuestro país para portar una cantidad mínima de droga para su consumo personal, sin
que ello comporte un delito y sin que se les considere delincuentes; que en principio son 20 gramos
de marihuana, 5 gramos de marihuana hachís y un gramo de cocaína, como máximo. Ahora, no se
trata de una medida de cantidad absoluta, pues alguien sorprendido con menos puede ser traficante
o una persona portando más cantidad, puede ser simplemente un consumidor precavido.
Por otra parte, cabe resaltar que la Corte Constitucional, mediante sentencia C-221 de 1994, declaró
inexequible la penalización del porte de la dosis mínima y del consumo, bajo el argumento del libre
desarrollo de la personalidad.
Aunque en 2009 se reformó el artículo 49 de la Constitución para prohibir el porte para el consumo
de sustancias psicoactivas, en 2011 la Corte Constitucional aclaró que este cambio no autoriza
penalizar el porte, reconociendo de nuevo la dosis personal. Por otro lado, la dosis de
aprovisionamiento es relativamente superior a la dosis personal fijada por la ley sin especificar las
cantidades, que no tiene como finalidad la fabricación, comercialización o el tráfico. Su propósito
es el consumo derivado de la enfermedad y responde a la adicción de quien la porta, según lo
definido por la Corte Suprema de Justicia en la sentencia 2940 de 2016.
Por consiguiente, las cargas sociales y para la salud impuestas no son inevitables: los problemas
causados por las drogas y la dependencia de estas son prevenibles y tratables. Cuando se lo
identifica tempranamente, el uso riesgoso de drogas puede ser reducido o restringido mediante
evaluaciones de la salud e intervenciones breves, antes de que los usuarios se vuelvan dependientes.
Las drogas ilegales son usadas con más frecuencia en los países de ingresos altos de las Américas,
pero las consecuencias de la dependencia de drogas para la salud como enfermedades,
discapacidades y defunciones, se sienten de manera desproporcionada en los países de ingresos
bajos y medios, donde las personas tienen menos acceso a la atención de salud. Es por ello, que los
trastornos causados por el uso de drogas son una pesada carga para los individuos y las
comunidades. El uso continuo de drogas puede causar dependencia y discapacidad además de
problemas crónicos de salud. Las consecuencias sociales del uso perjudicial o dependencia de
drogas llegan mucho más allá del usuario y afectan a sus familias y a otras relaciones personales.
Por tanto, el daño asociado al uso de sustancias psicoactivas, a corto o a largo plazo, depende de la
interacción de un conjunto de factores, tales como el tipo de sustancia y la forma de consumo, las
características personales, físicas y psicológicas, del consumidor, pero también del contexto social
en el que se produce el consumo.
muchos niños y jóvenes abandonan los estudios y pasan a formar parte de las bandas criminales,
otros se vuelven habitantes de la calle y pierden toda posibilidad de progreso y superación, el
consumo se da especialmente en las ciudades más grandes de nuestro país, como lo demuestra el “el
análisis del ciclo criminal en tráfico, fabricación o porte de estupefacientes 2008 – 2012” “El mayor
número de capturas de la Policía Nacional por el delito de tráfico de drogas se realiza en las
principales zonas metropolitanas, Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Armenia (Quindío),
Manizales (Caldas), Cartagena y Barranquilla.
https://repositorio.uniandes.edu.co/bitstream/handle/1992/24943/u619261.pdf?sequence=1}