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VIII DOMENICA, Ciclo C

Ecle 27, 4-7; Sal 91, 2-3.13-16; 1 Cor 15, 51.54-58; Lc 6, 39-45
“¿Quién puede guiar a otros?”
En el Evangelio de este domingo continuamos con el Sermón de la
Montaña, en la versión de San Lucas.
Luego de las Bienaventuranzas y del mandato de amar a los enemigos
y de hacer el bien a aquellos que nos odian, el Señor parece cambiar
de tema con una pregunta que es una advertencia: “¿puede un ciego
guiar a otro ciego? ¿no caerán los dos en un pozo?” (Lc 6, 39).
Pero en realidad no cambia de tema, sino que es la continuación
perfecta de lo que hemos visto los dos domingos anteriores. Nos dan
la pauta para saber: ¿Quién es ciego y quién no es ciego para guiar a
otros?
Quién vive las enseñanzas de las Bienaventuranzas y del amor a los
enemigos, ese es aquel que no es ciego y entonces puede guiar a otros,
porque como nos dice el Evangelio, “cuando el discípulo llegue a ser
perfecto, será como su maestro” (Lc 6, 40), y, cómo llega a ser como
el maestro: cuando se sigue y vive sus enseñanzas. En cambio, son
ciegos aquellos que no pueden ver la importancia de seguir las
enseñanzas de Jesús y aquéllos que no quieren seguirlas.
Quien no intenta seguir y vivir las enseñanzas de Jesús, por más que
sepa muchas cosas, por más que sepa el catecismo de memoria, será
ciego y no podrá, realmente, guiar a otros ciegos.
Hoy, mis hermanos, pidamos la gracia de ver la importancia de las
enseñanzas de Jesús y seguirlas. Es decir, en definitiva, la gracia de
conocer cada día más a Jesús, el amor que él me tiene, y así seguirlo.
Dios los bendiga mucho…
Nuestra Señora de Lourdes,
San Martín de Porres,

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