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La identidad del maestro En el texto La cambiante funcion del profesor de Norman Goble y James Porter, se lee que “ser profesor hoy dia es ser un mediador en el encuentro entre el individuo y la masa de informa- } cidn real, conjetural y mitoldgica que continuamente le amenaza y pa- | rece rebasarle, un encuentro en el que laseleccién y el usodelos “Ys conocimientos es mucho més importante que su absorcién”’. De al- guna manera, también cree lo mismo Gonzalo Anaya Santos, cuando afirma que “el docente se inserta como mediador en el subsistema de ensefianza” y Félix Ortega, al sefialar “la funcién mediadora que rea- liza el educador entre los alumnos y la masa de informaciones a su disposicién”?, Como quien dice, si algo define o marca el ser del edu- cador es su trabajo de interaccién, su labor de puente. Hoy sabemos que “la educacin es algo mas que una mera emisién de informacidn. Hay un intercambio simbélico, comunicativo, en torno a la informa- cién marcado por determinados procesos de culturalizacién... Y el profesor ya no es un emisor, un ejecutor pasivo de conocimientos”. El concepto de mediacién nos puede ayudar a entender el rol del maestro en la perspectiva de inter-actor social. La mediacién tiene que ver con procesos, con intercambios simbdlicos, con lucha de ima- ginarios, con traduccién de mensajes. La mediacién no es mera ‘ Norman M. Goble, James F. Porter, La Cambiante funcién del Profesor. Perspectivas internacionales, Madrid, Narcea ediciones, 1980, pag. 56. 2 Véanse los articulos “El profesor ideal” de Gonzalo Anaya Santos y “La indefinicion de I3 profesin docente” de Félix Ortega, en Cuadernos de Pedagogia, Julio-Agosto, 1988, No. 161, pags. 20 y 68. ? Fernando Hernandez, Juana Marla Sancho, Para enseriar no basta con saber la asignatura, Barcelona, Editorial Laia, 1989, pag. 5. En el mismo libro se afirma que “el estudiante no es lun receptor que a manera de ‘caja negra’ ha de ir registrando informacion que luego ha “de reproducir para ser evaluado. Las interacciones son mas compiejas, los intercambios ms sutiles y cargados de diversidad, de significacién. Ensefiar no es una actividad monoiitica de ejecutivo vendedar de un producto con una sola forma de exposicion y oe lectura Aprender no es un consumo pasivo y degiutinador de informacion. Hay todo un conjunto de relaciones que van mas alla oe la transmision, de la ensefanza de Ia asignatura, que condicionan su eficacia y explican la dificultad de asumirla por parte de los alumnos” Oficio de maestro / Formar Escaneado con vamscan transmision, no es informacion escueta; ademas, es comunicacidn; produccidn, circulacién y recepcién de sentido’, La educacidn, por lo mismo, es una permanente zona de “negocia- cién”, de cambio de lugar, de tener la palabra pero también de propi- ciarla. El profesor ya no es el “sacerdote” (jerdrquico, lejano, profético, moral) que inspiraba “respeto”, buscaba la “disciplina” y basaba su conocimiento en “textos sagrados”’, tampoco puede ser el “burdcrata que ve las clases como tramite y obligacién, y sigue los programas ofi- ciales a través de los libros de texto; mas bien quiere ser un actor, otro actor, “participante”, propiciador del didlogo, capaz de fusionar el co- nocimiento y la vida; 0, si se prefiere, el educador aspira a ser un “pro- fesional” auténomo (organizado, eficiente, pedagdgicamente variado, preocupado por las relaciones), con la posibilidad de hacer consciente los limites de su propia préctica; 0, mejor atin, el maestro “desea ser un agente de cambio social en perspectiva comunicativa”. | Estoy de acuerdo con que la “profesionalizacién” es un punto de llegada, un hito o lugar de referencia para que el antiguo sentido de la “vocacidn® adquiera su justo papel, su justa medida. Nada hay més sospechoso que ese “romanticismo sacrificado”, ese “apostolado” del educador tras del cual se esconden las mayores improvisaciones o la ausencia de ciertas competencias basicas del oficio educativo. Cuando \ se afirma con facilidad que todos somos maestros, lo que se pone en cuestionamiento es el ser de la profesién; es como si para educar bastara solamente el deseo, la buena voluntad o el conocimiento de alguna asignatura. Entonces, abogar por una profesionalizacién del educador es buscar un lugar en la sociedad, un perfil, un campo de ac- cidn, un serie de diferenciaciones que son, a la vez, rasgos de identidad. Basta revisar un libro como el El arte de Enseniar de Gilbert Highet para darse cuenta de esa especie de “paternalismo educativo” aparen- temente inocente, muy puritano, casi mistico, en donde se siguen re- afirmando las cualidades del “buen maestro”: “ante todo tiene que conocer necesariamente su asignatura”... “debe gustarle e] tema”... * El concepto de mediacién y mediacién social se emplea aqui tomando como punto de partida el texto de Manuel Martin, Serrano, La mediacién social, Madrid, Editorial Akal, 1978. 5 Para enseriar no basta con saber /a Asignatura, op. cit., pag. 97. Fernando Vasquez Rodriguez Escaneado con vamScar “debe querer a los alumnos” y “debe estar dotado de intereses inte- lectuales excepcionalmente amplios y vivos”. Highet escribe, ademas, que el buen profesor debe poseer otras cualidades imprescindibles: buena memoria, fuerza de voluntad y mucha bondad*. Este tipo de descripcién del maestro, muy de la linea “romantica”, deja por fuera al educador como profesional; lo pone en el terreno del buen corazon y los dotes excepcionales. Por ningin lado se habla del maestro como “organizador de la cultura”, o del educador como “diagnosticador” o “planificador” o “interventor cultural”. En este tipo de concepcidn el profesor no investiga, no genera, no interactua; ni siquiera se lo ve a ie o se lo concibe como un “intelectual transformativo”*. Parece ser, entonces, que esos papeles tradicionales del profesor en las escuelas de América Latina como instructor, mantenedor de la disciplina, sustituto de los padres, juez, o esos otros, como persona erudita, representante de la moralidad de la clase media 0 forastero socioldgico’, estan llamados a replantearse o formularse de otra ma- nera. Por eso he hablado del maestro como mediador, es decir, como un profesional capaz de poner en relacién muchas cosas: lo privado y lo pablico, lo tebrico y lo préctico, la tradicién y la innova. Gon... Quiz4, el oficio del maestro, del profesor, “sea preparar a otros para cumplir su areté” (ser buenos en algo, ser buenos para algo; ser hébiles en su tarea, sea cual fuere). El oficio, la profesién del maestro, 6 Gilbert Higuet, E/ arte de enseriar, Barcelona, Editorial Paidés, 1982, pags. 23 a 71 7 El concepto es de Miguel A. Pereyra en su articulo “El profesionalismo al debate” en Cuadernos de Pedagogia, Julio-Agosto, 1988, No. 161, pag. 16 “Los profesores como intelectuales transformativos” en Los profesores ‘como intelectuales. Hacia una pedagogia critica del aprendizaje, 1990, pags. 171 a 178. Comenta Giroux que “un componente central de la categoria de intelectual transformativo es la necesidad de conseguir que lo pedagégico sea més politico y lo politico mas ~ pedagogico. Hacer lo pedagégico mas politico significa insertar la instruccién escolar “directamente en la esfera politica, al demostrar que dicha instruccién representa una lucha para determinar el significado y al mismo tiempo una lucha en torno a las relaciones de poder... Hacer lo politico mas pedagégico significa servirse de formas de pedagogia = que encarnen intereses pollticos de naturaleza liberadora; es decir, servirse de formas de ® pedagogia que traten a los estudiantes como sujetos criticos, hacer problematico el Conocimiento, recurrir al didlago critico y afirmativo, y apoyar Ia lucha por un mundo cualitativamente mejor para todas las personas” =3 Las categorlas 0 roles del profesor mencionados cortesponden al estudio d ~® Henry A. Giroux, je Robert J. Havighurst y colaboradores, La Sociedad y la Educacién en América Latina, Buenos Aires, Editorial Universitaria, 1973, pags. 315 a 316. Escaneado con Lamscan es ensefiar. “Y ensefiar es sefialar, mostrar, indicar la ruta”. Pero, al de- cir de Alonso Takahashi en un texto hicido y profundo, “hay que dar alos alumnos la oportunidad de transitar su propio camino y encon- trar las cosas por s{ mismos. Cada vez que entregamos a un alumno un conocimiento ya elaborado y decantado, le estamos quitando la oportunidad de descubrirlo. Lo importante es ensefiar a aprender. En ello entra en juego la memoria y también el olvido. A menudo el maestro debe olvidar lo que sabe para que el alumno lo descubra”*. 10 La cita forma parte de las palabras pronunciadas por ef profesor Alonso Takahashi en dl acto de entrega del Premio Nacional de Matematicas 1991, y publicado en la Revista de a Universidad Nacional, N° 26, Febrero de 1992, Santafé de Bogots Fompaoge Vasquez Rodriguez Escaneado con VamScar

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