Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En tercer lugar, l a creciente heterogeneida del tercer mundo, en donde conviven nuevos
países industrials y paise menos adelantados junto a una diversa gama intermedia de
economias, invalida las pretensiones de generalidad de las teorias globales. Una de las
razones por las que es discutible la ortodoxia actual, basada en el enfoque favorable al
mercado reside precisa mente en que se invoca como estrategia adecuada para todos los
países del Tercer Mundo. Si la creciente diversidad de los países desarrollados apuntilló
en los años setenta al enfoque de la dependencia, no hay razón para pensar que no pueda
poner también en aprietos a la nueva ortodoxia. En otros términos, es la opinión de
quien esto escribe que ya no resulta posible tener una teoria general del desarrollo, sino,
todo lo más (lo que no es poco) teorias parciales que aborden el análisis de conjuntos de
países homogéneos (por ejemplo, los de Asia oriental o los del Africa sbsahariana) o de
algunos aspectos comunes a todo el Tercer Mundo (subordinación en el comercio
internacional, estrangulamiento de deuda externa , pobreza, desigualdad,
marginación, etc.) . Pasaron pues a la historia los tiempos en que los economistas del
desarrollo pretendían construir una "gran y gloriosa meta-teoría. Sin embargo, tal
formación no es en absoluto incompatible con una segunda : que sigue siendo necesario
disponer de un enfoque sobre la economía mundial que sirva para observar, analizar y
explicar, desde una perspectiva crítica, los graves problemas del subdesarrollo en el
mundo actual y ofrecer en la medida de lo posible soluciones tranformadoras a tales
carencias.
En cuarto lugar no es sierto pese a una opinion muy extendidad que la economia
heterodoxa del desarrollo este en el claro retroceso por los embates que ha recibido
desde la presuntamente incontrovertible ortodoxia desplegada por el banco mundial.
Con todo, la economía heterodoxa del desarrollo presentada en este libro como una
alternativa viable al pensamiento convencional, no esta exenta de debilidades, pese a su
renovada, vitalidad de los últimos años. Por una parte, carecemos todavia de un
paradigma teórico capaz de otorgar una mayor hegemoneidad a las criticas al enfoque
ortodoxo, aunque se esten dando pasos de gigantes, al menos en los intentos del enfoque
de la regulación, de la macroeconomía estructuralista o del neoestructuralismo
latinoamericano por consolidarse. Por otro lado, si bien los economistas del desarrollo
que no aceptan el pensamiento dominante han hecho extraordinaios progresos para
abandonar las generalizaciones abusivas, el simplismo_ excesivo y la falta de realismo
de muchas propuestas anteriores, siguen siendo vulnerables a las criticas que les acusan
de falta de rigor y, quizá con mayor razón aún, de un marcado sesgo anglosajón
(Mehmet, 1995). En su descargo, habría que decir que tal es el caso también de muchas
otras subdisciplinas de la Economía.