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Pensamiento

Social de la
É T I C A

Iglesia

Á re a de C onoc imie nto | Ra zón y Fe


Respuesta de la Iglesia a los principales desafíos sociales

TABLA DE CONTENIDOS

Esquema ........................................................................................................................... 3
Breve Descripción del Capítulo ......................................................................................... 4
Objetivos ........................................................................................................................... 4
Unidad 2: Respuesta de la iglesia a los principales desafíos sociales ................................ 5
2.1. Desafío económico. ................................................................................................. 5
2.1.1. Presentación .................................................................................................... 5
2.1.2. Desafío ético de la economía. .......................................................................... 6
2.2. Desafío Político ........................................................................................................ 8
2.2.1 Política en Democracia..................................................................................... 9
2.3. Desafío ecológico .................................................................................................. 11
2.3.1 Presentación .................................................................................................. 11
2.3.2 El hombre el rey de la creación ...................................................................... 12
2.3.3 En cuanto a la crisis en la relación entre el hombre y el medio ambiente el
Compendio advierte ..................................................................................................... 13
2.3.4 Distribución de los bienes .............................................................................. 15
2.3.5 Apostar por otro estilo de vida ...................................................................... 15
Bibliografía ...................................................................................................................... 18

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Respuesta de la Iglesia a los principales desafíos sociales

Esquema

Desafío económico y laboral

Respuesta de la Iglesia a los principales desafíos


Desafío político
sociales

Desafío ecológico

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Respuesta de la Iglesia a los principales desafíos sociales

Breve Descripción del Capítulo

La materia de Pensamiento social de la Iglesia fortalece la dimensión identitaria de

la Universidad, formando honrados ciudadanos; continuar estudiando y realizando una

praxis social que haga un contrapeso a tendencias de corrupción, desde los temas que

contribuyen a identificar los problemas sociales y adquirir una mayor conciencia moral y una

ética social y fortalecer los valores reflexionados desde los valores del Evangelio y buscar

soluciones con la participación en proyectos de acción social

Objetivos

Orientar la formación integral del estudiante Salesiano en la tarea de construir

sociedades que impulsan el desarrollo moral y ético de los profesionales que se insertan en

la Sociedad, que buscan ambientes más justos y fraternos, para transformar con su

testimonio la sociedad presente

Específicos:

1. Analizar desde los Principios del Pensamiento Social de la Iglesia los contextos sociales,

económicos, científicos y tecnológicos actuales.

2. Contribuir a la solución de los problemas sociales en los contextos eclesiales y salesianos

actuales

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Respuesta de la Iglesia a los principales desafíos sociales

Unidad 2: Respuesta de la iglesia a los principales


desafíos sociales

2.1. Desafío económico.

2.1.1. Presentación

Economía deriva del griego Oikos: casa y nomos: gobierno, ley. La definición literal
sería entonces el poner orden a la casa.

La economía es una ciencia moral, que vela por los de la casa, en el sentido familiar,
sino de la gran familia de la humanidad. Pero este criterio se pierde de vista porque como
un sistema difundo está el beneficio personal o particular y es el que mueve el progreso
económico; se hace la competencia como ley suprema del bienestar, la propiedad privada
de los medios de producción cómo un derecho absoluto, y la evasión sin límites de
obligaciones económica o de responsabilidades sociales.

La situación socio económica mundial a lo largo de la historia tiene unas brechas muy
grandes; Estos años se ha sido muy afectada para los pueblos y las familias por la pandemia,
acelerando una mayor crisis económica mundial. Si bien antes de esta crisis desatada por la
pandemia, ya había una fatigosa economía para muchos países, que se constataba en una
enorme diferencia económica entre países del primer mundo, con las del tercer y cuarto
mundo, esto se da también en las realidades locales, que enfrentan las economías
emergentes. En el mundo como establece la ONU sigue presente una realidad muy difícil
para más de 700 millones de personas que viven por debajo del umbral de pobreza.

Otro elemento que agrava la realidad económica social son los actos de corrupción
que hacen a la economía muy frágil y expuesta, que no se logra administrar mirando las
necesidades de los ciudadanos y que el gobierno debe endeudarse para atender los
requerimientos mínimos; por lo que agranda los ya desorbitados niveles de deuda pública,
así como los severos agujeros presupuestarios que derivan en déficits que agrandan la
deuda externa en términos inenarrables.

En fin, el insuficiente crecimiento de las economías emergentes, el elevado


endeudamiento público, la corrupción y la economía informal, son signos de que la
administración económica necesita cambios importantes.

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2.1.2. Desafío ético de la economía.

La orientación social de la Iglesia sobre la economía insiste en su connotación moral.


Pío XI, recuerda la relación entre la economía y la moral: “Aun cuando la economía y la
disciplina moral, cada cual, en su ámbito, tienen principios propios, a pesar de ello es
erróneo que el orden económico y el moral estén tan distanciados y ajenos entre sí, que
bajo ningún aspecto dependa aquél de éste.1

La relación entre moral y economía es necesaria e imperativa; actividad económica


y comportamiento moral se compenetran íntimamente. La necesaria distinción entre moral
y economía no comporta una separación entre los dos ámbitos, sino al contrario, una
reciprocidad importante. La actuación en el campo económico debe estar abierta a las
instancias morales: “También en la vida económico-social deben respetarse y promoverse
la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad. Porque
el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social 2 ; el fin de la
economía no está en la economía misma, sino en su destinación humana y social. 3 A la
economía, en efecto, tanto en el ámbito científico, como en el nivel práctico, no se le confía
el fin de la realización del hombre y de la buena convivencia humana, sino una tarea parcial:
la producción, la distribución y el consumo de bienes materiales y de servicios.

Para asumir un perfil moral, la actividad económica debe tener como sujetos a todos
los hombres y a todos los pueblos. Todos tienen el derecho de participar en la vida
económica y el deber de contribuir, según sus capacidades, al progreso del propio país y de
la entera familia humana.4 Si, en alguna medida, todos son responsables de todos, cada uno
tiene el deber de comprometerse en el desarrollo económico de todos:5 es un deber de
solidaridad y de justicia, pero también es la vía mejor para hacer progresar a toda la
humanidad.

Objeto de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en


términos no sólo cuantitativos, sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está
orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la que vive y trabaja.

1
Pío XI, Carta enc. Quadragesimo anno
2
Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 63
3
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2426
4
Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 65
5
Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 32

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El desarrollo, en efecto, no puede reducirse a un mero proceso de acumulación de bienes y


servicios. Al contrario, la pura acumulación, aun cuando fuese en pro del bien común, no es
una condición suficiente para la realización de la auténtica felicidad humana. En este
sentido, el PSI pone en guardia contra la insidia que esconde un tipo de desarrollo sólo
cuantitativo, ya que la “excesiva disponibilidad de toda clase de bienes materiales para
algunas categorías sociales fácilmente hace a los hombres esclavos de la ‘posesión’ y del
goce inmediato... Es la llamada civilización del ‘consumo’ o consumismo... ».6

El PSI no entra en los aspectos técnicos científicos de la economía, sino que vela y
exhorta para que la economía esté regida por principios morales y éticos. Por lo que desde
las orientaciones de la Iglesia y la racionalidad humana se abren tantos desafíos económicos
que los debemos considerar. La Iglesia promueve la caridad cristiana, la cual no es un
imperativo exigido por la ley, sino es una respuesta al Amor de Dios. Por lo que antes que se
ser un imperativo legal impuesto por los hombres, es una respuesta que la hemos aprendido
de Cristo, que de modos diversos y suavemente aconseja la práctica de dar: “Es mejor dar
que recibir", y que el Señor juzgará la caridad hecha o negada a los pobres como hecha o
negada a él en persona: "Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a
mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40).

Otro desafío es la reactivación de la economía en esta nueva realidad social tan


complicada como la que vivimos. exigiendo una especie de heroísmo de los que quieren
cambiar esta situación, es un desafío que se lo debe realizar en estricta justicia de todos los
actores sociales. Los deberes de la justicia han de respetarse no solamente en la distribución
de los bienes, bajo el principio del destino universal de los bienes, sino también en cuanto
afecta a las condiciones generales en que se desenvuelve la actividad humana. Porque en la
naturaleza humana está arraigada la exigencia de que, en el ejercicio de la actividad
económica, le sea posible al hombre sumir la responsabilidad de lo que hace y
perfeccionarse a sí mismo.

Otro desafío es mantener un diálogo constructivo y abierto que implique a los


diferentes actores sociales, políticos, economistas, Iglesia, que permita encontrar
estrategias que ayuden a mirar la realidad social y atender esta economía tan golpeada. La
economía, en este sentido, debe basarse en el principio de solidaridad social (GS, 70ss),

6
Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitudo rei socialis, 28:

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como dice el Papa Francisco: La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que


puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. (…) El servicio siempre
mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la
“padece” y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que
no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas (FT, n. 115).

Así, La economía debe llevar una ética social consistente, porque los dineros mal
habidos alteran la dinámica social sana, en la que como dice la sagrada escritura nos
debemos ganar el pan con el sudor de la frente, y esto nos debe poner en un proyecto social
en el que todos arrimamos el hombro para levantar económicamente al país, y a la sociedad
en general.

El recto amor al prójimo forma parte esencial de la realidad económica. La opresión


de los pobres y la riqueza tomada como un fin en sí no están solamente prohibidas por la
moral individual, sino que son cosas económicamente malas, que van contra el fin mismo
de la economía, porque este fin es un fin humano". La justicia sigue siendo uno de nuestros
grandes desafíos y pasa por promover la transformación de la realidad.

La creación de empleo, por ejemplo, es el gran desafío en lo micro, más que en lo


macro. El ciudadano de a pie no puede tomar grandes decisiones en el ámbito financiero,
pero igual si coopera con otros sí puede ser creativo en la creación de empleo. Hay que
fortalecer el tejido social, la vida comunitaria, las relaciones entre instituciones de tipo
familiar, educativas. Lo que dice un poco la FRATELLI TUTTI con relación a un concepto
antiguo, aunque parezca que lo acabamos de descubrir, que es el de amistad cívica o social.
Trabajar muy seriamente por fortalecer las relaciones de convivencia, volver a lo local,
trabajar por la cohesión ciudadana.

2.2. Desafío Político

Del griego polis: ciudad-Estado. Este término se usa en un sentido preciso y en


sentido amplio. El sentido preciso es la ciencia y el arte de gobernar la “polis”. Arte de
organizar bien la vida de los que viven una nación. En sentido amplio. connota la idea de un
conjunto articulado de medidas tendientes a la realización de un determinado objetivo.

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El Pensamiento social de la Iglesia insiste en la tesis de que la política debe servir al


bien común, y defiende la comunidad política como sujeto de derechos y deberes, para
consolidar la paz es necesario que las relaciones entre las comunidades políticas se basen
en la vedad, la justicia, la libertad y en la solidaridad. La Gaudium et spes insiste en la
necesidad de la educación cívica y política de los ciudadanos.

2.2.1 Política en Democracia.

Para muchos hoy la palabra “política” es sinónimo de deshonestidad, corrupción,


mentira, intereses personales o de grupo. Pero, más allá de los malos ejemplos de muchos
políticos, la palabra proviene del griego antiguo –polis–, que quiere decir “ciudad”. En
consecuencia “política” es la ciencia y el arte de organizar bien la vida de la ciudad, o de
buscar el bien común de todos sus habitantes, con el fin de alcanzar los objetivos que son
propios de la sociedad civil. En este sentido las decisiones políticas tienen un notable influjo
en la vida y en el desarrollo de la persona; por eso requieren un gran sentido de
responsabilidad, en cuanto su influjo es normalmente de amplia duración y posee un vasto
alcance. De ahí se deriva la necesidad de promover el crecimiento integral de la persona,
con un acento en la formación de la honestidad de los ciudadanos. Además, la necesidad
de promover estructuras sociopolíticas que faciliten este proceso. El orden político requiere
el ejercicio de los principios fundamentales que favorezcan el bien de todos, baste recordar
el principio de solidaridad, según la cual ningún grupo social debe ser excluido del bien
común, la instauración de un Estado de derecho, donde los derechos fundamentales de
todos resulten protegidos.

Un juicio explícito y articulado sobre la democracia está contenido en la encíclica


Centesimus annus: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que
asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los
gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de
sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la
formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos
ideológicos, usurpan el poder del Estado. Una auténtica democracia es posible solamente
en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.
Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas

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concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la


“subjetividad” de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de
corresponsabilidad”7

Quienes tienen responsabilidades políticas no deben olvidar o subestimar la


dimensión moral de la representación, que consiste en el compromiso de compartir el
destino del pueblo y en buscar soluciones a los problemas sociales. En esta perspectiva, una
autoridad responsable significa también una autoridad ejercida mediante el recurso a las
virtudes que favorecen la práctica del poder con espíritu de servicio (paciencia,
modestia, moderación, caridad, generosidad); una autoridad ejercida por personas capaces
de asumir auténticamente como finalidad de su actuación el bien común y no el prestigio o
el logro de ventajas personales.

Entre las deformaciones del sistema democrático, la corrupción política es una de


las más graves porque traiciona al mismo tiempo los principios de la moral y las normas de
la justicia social; compromete el correcto funcionamiento del Estado, influyendo
negativamente en la relación entre gobernantes y gobernados; introduce una creciente
desconfianza respecto a las instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio de
los ciudadanos por la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de
las instituciones.

La corrupción distorsiona de raíz el papel de las instituciones representativas,


porque las usa como terreno de intercambio político entre peticiones clientelistas y
prestaciones de los gobernantes. De este modo, las opciones políticas favorecen los
objetivos limitados de quienes poseen los medios para influenciarlas e impiden la
realización del bien común de todos los ciudadanos.

La administración pública, a cualquier nivel —nacional, regional, municipal—, como


instrumento del Estado, tiene como finalidad servir a los ciudadanos: “El Estado, al servicio
de los ciudadanos, es el gestor de los bienes del pueblo, que debe administrar en vista del
bien común”. Esta perspectiva se opone a la burocratización excesiva, que se verifica
cuando “las instituciones, volviéndose complejas en su organización y pretendiendo
gestionar toda área a disposición, terminan por ser abatidas por el funcionalismo
impersonal, por la exagerada burocracia, por los injustos intereses privados, por el fácil y

7 IDEM

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generalizado encogerse de hombros”. El papel de quien trabaja en la administración


pública no ha de concebirse como algo impersonal y burocrático, sino como una ayuda
solícita al ciudadano, ejercitada con espíritu de servicio.

2.3. Desafío ecológico

“Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos
construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos
porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan
a todos”.8 Papa Francisco en su Encíclica Laudato sii:

2.3.1 Presentación

Según el diccionario abreviado de Pastoral “la ecología es un término creado en 1868


por E. Haeckel para designar la ciencia que estudia las relaciones existentes entre los
organismos vivos y su ambiente”. Siendo así, lo que actualmente sucede con esas relaciones
es que se han visto afectadas y hasta han llegado a una ruptura; la tesis de fondo es que un
aumento de consumo infinito no puede mantenerse en un planeta finito. Surge la necesidad
de un gran debate ecológico interdisciplinar entre todos los actores sociales, como
economistas, sociólogos, psicólogos, filósofos y teólogos sobre cuáles deben ser los valores
y las acciones urgentes que ayuden a la sociedad a sobrevivir.

En este escenario las enseñanzas del magisterio de la Iglesia se hacen importantes,


en este trabajo resaltamos algunas enseñanzas del Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia elaborado durante el pontificado Papa Juan Pablo II y la encíclica Laudato sii del Papa
Francisco, documentos a los que les remitimos para una mayor profundización.

Como en otros temas también en esté el mercado tiende a crear necesidades que
dispara mecanismos consumistas compulsivos para colocar sus productos; por lo que se
hace necesario un cambio en los estilos de vida. Muchas cosas tienen que reorientar su
rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta una conciencia de una
pertenencia a este planeta y de un futuro compartido entre todos los seres humanos. Esta

8
P Francisco, Encíclica Laudato si. Nro 14

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conciencia ambiental básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y


formas de vida. Tales estilos de vida deben estar presididos por la sobriedad, la templanza,
la autodisciplina, tanto a nivel personal como social. La cuestión ecológica debe ser
afrontada como un acto de madurez frente al medio ambiente y no únicamente debido a
los terribles presagios que alertan cambios. Ello nos recuerda la responsabilidad social de
los consumidores. «Comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico»[146]. Por eso,
hoy «el tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de cada uno de
nosotros»[147].

Sin embargo, nos abrimos a la esperanza, porque los seres humanos, capaces de
dañar el medio ambiente hasta el extremo, también pueden reaccionar, volver a optar por
el bien y ponerse manos a la obra para corregir los errores, más allá de los
condicionamientos sociales y propagandísticos que les impongan. Son capaces de mirarse
a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos
hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a
la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo
profundo de los corazones humanos. Añade el Papa Francisco, cada persona de este mundo
le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle.

Al referirse a los resultados de la ciencia y de la técnica son en sí mismos positivos y


llama a los cristianos a que lejos de pensar que las conquistas logradas por el hombre se
oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende rivalizar con el Creador, están,
por el contrario, persuadidos de que las victorias del hombre son signo de la grandeza de
Dios y consecuencia de su inefable designio. Cuanto más se acrecienta el poder del hombre,
más amplia es su responsabilidad individual y colectiva.

2.3.2 El hombre el rey de la creación

453. En su ministerio público, Jesús valora los elementos naturales; de la naturaleza


Él es no sólo su intérprete, sabio en las imágenes y en las parábolas que ama ofrecer sino
también su dominador. (Mt 14, 22-33; Mc 6, 45-52; Lc 8, 22-25; Jn 6, 16-21) El Señor pone
la naturaleza al servicio de su designio redentor. A sus discípulos les pide mirar las cosas, las

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estaciones y los hombres con la confianza de los hijos que saben que no serán abandonados
por el Padre providente.9

460. El hombre no debe olvidar que su capacidad de transformar y, en cierto


sentido, de “crear” el mundo con el propio trabajo se desarrolla siempre sobre la base de
la primera y originaria donación de las cosas por parte de Dios. No debe disponer
arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a su voluntad, como si ella no tuviese
una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede
desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar. Si el hombre interviene sobre la
naturaleza sin abusar de ella ni dañarla se puede decir que intervienen no para modificar la
naturaleza, sino para ayudarla a desarrollar en su línea, la de la creación, la querida por Dios.
Trabajando en este campo sin duda delicado, el investigador se adhiere al designio de Dios
pues ha querido que el hombre sea el rey de la creación.

2.3.3 En cuanto a la crisis en la relación entre el hombre y el medio ambiente el


Compendio advierte

461. La tendencia a la explotación “inconsiderada” de los recursos de la creación es


el resultado de un largo proceso histórico y cultural. La época moderna ha experimentado
la creciente capacidad de intervención transformadora del hombre. El aspecto de conquista
y de explotación de los recursos ha llegado a predominar y a extenderse, y amenaza hoy la
misma capacidad de acogida del medio ambiente: “el ambiente como recurso pone en
peligro el ambiente como casa”. A causa de los poderosos medios de transformación que
brinda la civilización tecnológica, a veces parece que el equilibrio hombre-ambiente ha
alcanzado un punto crítico, así nos muestran los últimos informes sobre el cambio climático,
el calentamiento global y todos los acontecimientos como incendios forestales,
desbordamientos de ríos, inundaciones, huracanes entre otros.

462. El primado atribuido al hacer y tener más que al ser, es causa de graves formas
de alienación humana.

463. Una correcta concepción del medio ambiente, si por una parte o puede reducir
utilitariamente la naturaleza a un mero objeto de manipulación y explotación, por otra

9
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, p 242

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parte, tampoco debe absolutizarla y colocarla, en dignidad, por encima de la persona


humana. Presencia de movimientos y corrientes que promueven esto último que tampoco
es el camino que lleva al encuentro hombre-naturaleza.

464. El vínculo que une el mundo con Dios ha sido roto: esa ruptura ha acabado
desorientando también al hombre de la tierra y, más radicalmente, ha empobrecido su
misma identidad. El ser humano ha llegado a considerarse extraño al contexto ambiental
en el que vive. Debe darse un mayor relieve a la profunda conexión que existe entre ecología
ambiental y ecología humana.

466. La tutela del medio ambiente constituye un desafío para la entera humanidad;
se trata del deber común y universal, de respetar un bien colectivo, destinado a todos,
impidiendo que se puedan “utilizar impunemente” las diversas categorías de seres vivos o
inanimados, animales, plantas, elementos naturales, como mejor apetezca, según las
propias exigencias. Es una responsabilidad que debe crecer, teniendo en cuenta la
globalidad de la actual crisis ecológica y la consiguiente necesidad de afrontarla
globalmente, ya que todos los seres dependen unos de otros en el orden universal
establecido por el Creador.

468. Corresponde a cada estado, en el ámbito de cada territorio. La función de


prevenir el deterioro de la atmósfera y de la biosfera, controlando atentamente, entre otras
cosas, los efectos de los nuevos descubrimientos tecnológicos o científicos, y ofreciendo a
los propios ciudadanos la garantía de no verse expuestos a agentes contaminantes o a
residuos tóxicos. Las normas jurídicas, sin embargo, no bastan por si solas, junto a ellas
deben madurar un firme sentido de responsabilidad y un cambio efectivo en la mentalidad
y en los estilos de vida.10

470. Una economía que respete el medio ambiente no buscará únicamente el


objetivo del máximo beneficio, porque la protección ambiental no puede asegurarse sólo
en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que
los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente.
Todos los países, en particular los desarrollados, deben advertir la urgente obligación de
reconsiderar las modalidades de uso de los bienes naturales. Una particular atención
deberá atribuirse a la compleja problemática de los recursos energéticos. El uso de la

10
Ibid. P 248-249

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energía, por su vinculación con las cuestiones del desarrollo y el ambiente, exige la
responsabilidad política de los estados, de la comunidad internacional y de los agentes
económicos; estas responsabilidades deberán ser iluminadas y guiadas por la búsqueda
continua del bien común universal.

2.3.4 Distribución de los bienes

481. También en el campo de la ecología la Doctrina Social invita a tener presente


que los bienes de la tierra han sido creados por Dios para ser sabiamente usados por todos:
estos bienes deben ser equitativamente compartidos, según la justicia y la caridad. Los
actuales problemas ecológicos, de carácter planetario pueden ser afrontados eficazmente
sólo gracias a una cooperación internacional capaz de garantizar una mayor coordinación
en el uso de los recursos de la tierra.

485. El agua, por su misma naturaleza, no puede ser tratada como una simple
mercancía más entre las otras, y su uso debe ser racional y solidario. Su distribución forma
parte, tradicionalmente, de las responsabilidades de los entes públicos, porque el agua ha
sido considerada siempre como un bien público, una característica que debe mantenerse,
aún cuando la gestión fuese confiada al sector privado. El derecho al agua como todos los
derechos del hombre, se basa en la dignidad humana y no en la valoración de tipo
meramente cuantitativo, que considera al agua como un bien económico. Sin agua la vida
está amenazada.

2.3.5 Apostar por otro estilo de vida

La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en


nuevos hábitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria de objetos o
placeres no bastan para darle sentido y gozo al corazón humano, pero no se sienten capaces
de renunciar a lo que el mercado les ofrece. En los países que deberían producir los mayores
cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un
espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente,
pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el
desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo.

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La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy


centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos
ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los «mitos» de la modernidad basados en
la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo,
mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el
interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el
espiritual con Dios. La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el
Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo. Por otra parte,
hay educadores capaces de replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica,
de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el
cuidado basado en la compasión.

Sin embargo, esta educación, llamada a crear una «ciudadanía ecológica», a veces
se limita a informar y no logra desarrollar hábitos. La existencia de leyes y normas no es
suficiente a largo plazo para limitar los malos comportamientos, aun cuando exista un
control efectivo. Para que la norma jurídica produzca efectos importantes y duraderos, es
necesario que la mayor parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de
motivaciones adecuadas, y que reaccione desde una transformación personal. Sólo a partir
del cultivo de sólidas virtudes es posible la donación de sí en un compromiso ecológico. Si
una persona, aunque la propia economía le permita consumir y gastar más, habitualmente
se abriga un poco en lugar de encender la calefacción, se supone que ha incorporado
convicciones y sentimientos favorables al cuidado del ambiente. Es muy noble asumir el
deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la
educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La educación en la
responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una
incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material
plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que
razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar
transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles,
apagar las luces innecesarias. Todo esto es parte de una generosa y digna creatividad, que
muestra lo mejor del ser humano. El hecho de reutilizar algo en lugar de desecharlo
rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto de amor que exprese
nuestra propia dignidad.

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No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones
derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda
constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a
difundirse, a veces invisiblemente. Además, el desarrollo de estos comportamientos nos
devuelve el sentimiento de la propia dignidad, nos lleva a una mayor profundidad vital, nos
permite experimentar que vale la pena pasar por este mundo.

Los ámbitos educativos son diversos: la escuela, la familia, los medios de


comunicación, la catequesis, etc. Una buena educación escolar en la temprana edad coloca
semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida. Pero quiero destacar la
importancia central de la familia, porque «es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede
ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está
expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano.
Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la
vida»[149]. En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como
por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema
local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la formación
integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí,
de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir
«gracias » como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar
la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños
gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto
a lo que nos rodea.

A la política y a las diversas asociaciones les compete un esfuerzo de concientización


de la población. También a la Iglesia. Todas las comunidades cristianas tienen un rol
importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros seminarios y
casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la
contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del
ambiente. Dado que es mucho lo que está en juego, así como se necesitan instituciones
dotadas de poder para sancionar los ataques al medio ambiente, también necesitamos
controlarnos y educarnos unos a otros.

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En este contexto, «no debe descuidarse la relación que hay entre una adecuada
educación estética y la preservación de un ambiente sano»[150]. Prestar atención a la
belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende
a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en
objeto de uso y abuso inescrupuloso. Al mismo tiempo, si se quiere conseguir cambios
profundos, hay que tener presente que los paradigmas de pensamiento realmente influyen
en los comportamientos. La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no
procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y
la relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista
que se transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del
mercado.

Bibliografía
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• Cart. Enc. RERUM NOVARUM, 15-5-1891

Pío XI

• Cart. Enc. QUADRAGESIMO ANNO, 15-5-1931.

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• LA EVANGELIZACIÓN EN EL PRESENTE Y EN EL FUTURO DE AMÉRICA LATINA
(DOCUMENTOS DE PUEBLA) – III Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, 1979
• NUEVA EVANGELIZACIÓN, PROMOCIÓN HUMANA, CULTURA CRISTIANA
(DOCUMENTOS DE SANTO DOMINGO) - IV Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano – 1992
• DOCUMENTO CONCLUSIVO - V conferencia General del Episcopado
Latinoamericano-2007
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• En camino hacia el Reino de Dios. Quito, Imprenta Don Bosco, 1996
• Cartas pastorales, declaraciones, mensajes, exhortaciones. 3 vols.
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