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de 2022
Primer domingo
de cuaresma.
Ciclo C
“¡Estaré con él
en el peligro, lo defenderé
y lo glorificaré!”
Sal. 90
Preparación Espiritual
5 Luego, llevándolo a un lugar alto, el Diablo le mostró en un instante todos los reinos de la tierra 6
y le hizo esta promesa: «Te daré todo el poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido
entregados, y yo los doy a quien quiero. 7 ¡Todo será tuyo si te postras delante de mí!» 8 Jesús le
respondió: «Dicen las Escrituras: Adorarás al Señor, tu Dios, y solo a él darás culto».
9 Después lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo
de Dios, lánzate de aquí abajo, 10 porque dicen las Escrituras: Te encomendará a sus ángeles para
que te cuiden. 11 También dicen: Te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna
piedra». 12 Jesús le respondió: «Está escrito: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios».
13 Cuando el Diablo terminó de someter a Jesús a todo tipo de pruebas, se apartó de él hasta el
momento oportuno.
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Lectura ¿Qué dice el texto?
Nos concentramos en el mensaje esencial de cada una de las tentaciones ayudándonos de una
catequesis sobre las mismas de Benedicto XVI.
"En la primera tentación el diablo propone a Jesús convertir la piedra en pan para saciar el hambre.
Jesús rechaza que el hombre vive sólo de pan: sin una respuesta al hambre de verdad, al hambre de
Dios, el hombre no se puede salvar". Esta tentación busca que Jesús oriente su filiación, su ser Hijo
de Dios, en beneficio de sí mismo y no como dependencia y donación total al Padre.
En la segunda tentación se le sugiere a Jesús que haga alianza con los poderes de este mundo (que el
evangelio considera bajo dominio de Satán) para realizar su misión. "Pero no es este el camino de
Dios: Jesús tiene muy claro que no es el poder mundano el que salva al mundo, sino el poder de la
cruz, de la humildad, del amor (cfr. vv. 5-8)."
"En la tercera tentación, el demonio propone a Jesús de tirarse del pináculo del Templo de Jerusalén
y que lo salve Dios mediante sus ángeles, de hacer algo sensacional para poner a prueba a Dios
mismo; pero la respuesta es que Dios no es un objeto al que imponer nuestras condiciones: es el
Señor de todo (cfr. vv. 9-12)". Esta tentación encierra una gran presunción pues quiere obligar a Dios
a intervenir; le estaría exigiendo al Padre que obedezca a una situación de emergencia provocada por
él. Es lo que justamente la Escritura denuncia como “tentar a Dios”, en cuanto querer poner a prueba
su poder o su fidelidad y querer que Dios esté a nuestra disposición.
El relato termina con un final abierto: "Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se
alejó de él, hasta el momento oportuno" (Lc 4,13). Para los estudiosos este “momento oportuno”
(kairós) es una referencia a Getsemaní, donde la tentación se hace más fuerte ante la proximidad real
de la pasión (Lc 22,40.46).
El denominador común de las tres tentaciones es el intento de apartar a Jesús del camino señalado
por su Padre, "es la propuesta de instrumentalización de Dios, de usarlo para los propios intereses,
para la propia gloria y el propio éxito".
Jesús, al ser puesto prueba o tentado, respondió con Fe/Fidelidad a la Palabra del Padre revelando así
su corazón de Hijo obediente. Cada No dado al tentador supone un claro Sí al Padre y a su Voluntad.
Y de este modo quedó confirmada su verdadera identidad de Hijo de Dios.
2
En síntesis, en las tres tentaciones, Jesús no se buscó a sí mismo ni su gloria ni su poder ni su fama.
Jesús no quiere nada para sí mismo salvo cumplir la Voluntad del Padre; por eso vence toda
tentación.
El evangelio nos invita a reflexionar sobre el desierto como imagen de la cuaresma que hemos
comenzado a caminar.
"En primer lugar el desierto, donde Jesús se retira, es el lugar del silencio, de la pobreza, donde el
hombre es privado de los apoyos materiales y se encuentra de frente a las preguntas fundamentales de
la existencia, es empujado a ir a lo esencial y precisamente por esto es más fácil encontrar a Dios"
(Benedicto XVI). Por tanto, busquemos en esta cuaresma momentos de soledad para orar más, para
reflexionar sobre el curso de nuestra vida, cómo estamos viviendo y si estamos conformes con
nuestra vida considerando nuestra relación con Dios, con los demás, con nosotros mismos y con la
creación.
El desierto, dónde se dan la prueba y la tentación, es también un lugar de aprendizaje para el hombre
pues allí mismo tomamos conciencia de nuestra fragilidad, de nuestra debilidad y del pecado que
anida en nuestro corazón. Y esto es bueno porque nos lleva a reconocer que necesitamos de la gracia
y la misericordia de Dios. Esto lo notó muy bien San Agustín quien al respecto decía que Dios tienta
a fin de que el hombre mismo se descubra; por tanto la tentación es una forma de interrogación y de
enseñanza que conduce al hombre al descubrimiento de su verdadero yo.
En fin, acojamos el llamado del Papa Francisco para este tiempo favorable:
“La Cuaresma nos recuerda cada año que «el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad,
no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día» (ibíd.,11). Por tanto,
pidamos a Dios la paciente constancia del agricultor (cf. St 5,7) para no desistir en hacer el bien, un
paso tras otro. Quien caiga tienda la mano al Padre, que siempre nos vuelve a levantar. Quien se
encuentre perdido, engañado por las seducciones del maligno, que no tarde en volver a Él, que «es
rico en perdón» (Is 55,7). En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la
comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración
riega, la caridad fecunda. Tenemos la certeza en la fe de que «si no desfallecemos, a su tiempo
cosecharemos» y de que, con el don de la perseverancia, alcanzaremos los bienes prometidos (cf. Hb
10,36) para nuestra salvación y la de los demás (cf. 1 Tm 4,16). Practicando el amor fraterno con
todos nos unimos a Cristo, que dio su vida por nosotros (cf. 2 Co 5,14-15), y empezamos a saborear
la alegría del Reino de los cielos, cuando Dios será «todo en todos» (1 Co 15,28)” (Mensaje para la
cuaresma 2022).
3
¿Qué le respondo al Señor que me habla
Oración
en el texto?
¿Cómo hago propias en mi vida
Gracias Jesús por tu presencia en mi desierto. ¿Cómo hago p
Gracias por ser mi compañero fiel.
las enseñanzas del texto?
Quiero abrazar mis debilidades, asumir mis fragilidades. las enseñan
Que no me apegue a lo que me aparta de Vos.
n Solo juntos podremos vencer mis tentaciones.
n
Quiero aprovechar este tiempo, regálame una verdadera conversión.
Que no me estanque en mi egoísmo ni en mi soledad.
Que sea un camino de comunión con Vos, conmigo mismo, con mis hermanos
y con la creación.
Amén
Jesús, que con tu compañía pueda transitar este camino de conversión ¿Cómo hago
las enseñ
Acción ¿A qué me comprometo
n para demostrar el cambio?
“Las tentaciones las tenemos todos. Pero si Jesús es una realidad viviente en mi vida, entonces ya no tengo miedo”,
(Madre Teresa de Calcuta).