Está en la página 1de 1

MATATE, AMOR de Ariana Harwickz

Yo quería que todo terminara rápido o hacerlo en una situación de legítima defensa.
No es que pensara seriamente en matarlo, pero, en ese momento, con esa luz, estaba
tentada. Encima ese perro que no paraba, no paraba y dale con el ladrido y dale con el
ladrido, le ladra a las ruedas de los tractores estacionados el muy idiota, córtenle las
cuerdas vocales de una buena vez con una trincheta. Que terminara rapidito y a otra
cosa. No es que fuera a matarlo bajo esa luna, pero todo es cuestión de segundos. Y
esos segundos eran, cómo decirlo, en esos segundos me sentí cómoda con el peligro.
Una especie de comunidad erótica con una pala que había por ahí, con un rastrillo, con
el filo de una navaja oxidada que mi marido llevaba colgando del pantalón gauchesco y
que se movía como una campana. Es decir que no soy para nada una asesina. No tengo
el perfil ni me da la historia trágica para zafar con eso de actuó bajo emoción violenta.
No me violó mi abuelo ni mi tío, yo infancia tuve, pero la olvidé. No recuerdo nada
anterior a ayer cuando me tomé el buque. Los expertos van a tener trabajo conmigo.
Soy fruto de una familia normal. Demasiado normal. El abogado de la competencia se
refriega las manos. Una familia normal es lo más siniestro. Mentira. O no hay nada más
siniestro que ser fruto de una familia normal. Los demonios son de mamita, yo los críe,
los alimenté, los engordé. Te vas a casar con él, vas a terminar teniendo tres hijos,
porque uno atrae al otro como los puchos prenden uno con el fuego del siguiente. Van
a comprar esta casa o una más grande que veamos en Internet, con una verdadera
pileta con barreras equipadas con alarma de seguridad para cuando un infante caiga al
agua. Digo yo. Pido un segundo. Pregunto, mientras se zarandea detrás de mí, ¿si caigo
de rodillas y me lastimo, me parto un hueso, si aprendo a rezar, hay alguna posibilidad
de hacer girar el tiempo aunque sea en falso, o esta historia terminará con la madre
que se olvidó de conectar la alarma? Y fue ahí, después de ese pensamiento oscuro,
sino más bien realista o luminoso, que alcancé el máximo resplandor y tanteé el arma.
Hay que tener extremo cuidado con el resplandor. Cuando la mente, por más mal que
funcione, resplandece. No me burlo de él, pero está ridículo detrás de mí, la pelvis
adelante, mis ojos enfocando el toldo verde que el vecino usa para tapar sus
porquerías. Más lugar tienen, más lo llenan. Cajones, estantes, cobertizos saturados de
chucherías, habría que hacer una fogata. No estoy asumiendo que quiero cortarle la
garganta. Digo solamente que me irrita la sumisión. El perro sigue ladrando. A quién no
sé. Mi cuerpo está seco. Sequito. Secote. Echémosle la culpa al frío. Me fui de ahí sin
saber si pisaba su cabeza o estiércol. Menos mal que todo terminó rápido, muy.

También podría gustarte