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Entrevista: 46 Revista de Trabajo Social
Entrevista: 46 Revista de Trabajo Social
ENTREVISTA
A
MARSHALL WOLFE
Magdalena Aguirre V.
M. Wolfe: Sí. En primer lugar, las acciones dependen del estilo de desarrollo
que se desea. Si se quiere el estilo de desarrollo existente, bueno,
él tiene sus costos. Y generalmente los grupos que obtienen las
ventajas no pagan los costos. Si se quiere otro estilo de desarrollo,
se debe programar. Es difícil plantear políticas relevantes, al me-
nos en términos generales, pero lo importante es ¿dónde están
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los agentes para aplicar dichas políticas? No quiero decir que ellos
existan, sino que son ineficaces en sus propias contradicciones.
Nidia: Sin embargo, se han hecho experiencias ... claro que muchas
veces han sido contraproducentes.
M. Wolfe- Hemos discutido mucho ese asunto, aquí en Cepal. Enrique Iglesias
(Director Ejecutivo de Cepal) es optimista al respecto. En reali-
dad, la capacidad productiva de América Latina ha crecido enorme-
mente en los últimos años; toda la estructura de la comunidad ha
cambiado, la capacidad de los gobiernos, la capacidad técnica de
planificación, etc., todo lo cual ha transformado a América Latina
en una región muy diferente a lo que era hace 20 años: ahora posee
una capacidad de realizar cosas que antes no poseía.
M. Wolfe: Antes que nada, yo distingo entre dos niveles de pobreza. La po.
breza extrema o crítica que en Latinoamérica es minoritaria, y la
pobreza relativa que es igualmente problemática. Si bien los po-
bres han mejorado ciertos aspectos esenciales como el nivel edu-
cacional, el nivel de organización familiar, la pobreza continúa
existiendo en la misma proporción.
M. Wolfe: Ahí digo que cuando los gobiernos intentan de alguna manera
elevar el nivel de consumo, tienen tres posibilidades. Una es la
orientación asistencialista que se puede adoptar; cuando ella no
funciona, hay que entrar en cierto modo, a manejarse con la fuerza
y la represión. Es la segunda posibilidad. Y la tercera, es el prés-
tamo de ayuda al esfuerzo propio, a nivel de cooperativismo, de
desarrollo de la comunidad, etc.
Nidia: ¿Tan negativas son las perspectivas para solucionar a largo plazo
el problema de la pobreza?
M. Wolfe: Así parece ... Yo pienso que para resolver el problema de la po-
breza hace falta otro tipo de sociedad. Admito, por supuesto, que
dentro del tipo de sociedades existentes se pueden hacer "algu-
nas" cosas; hay una gran diferencia entre dejar morir de hambre
a los pobres y dar servicios mínimos, pero la pobreza no se
elimina.
En el plano internacional existe un gran auge del "utopismo" en
materia de desarrollo. Me refiero a proposiciones hechas por al-
gunos grupos: unas dicen relación a un orden internacional nuevo,
de igualdad económica entre las naciones; y otras relativas a un
nuevo orden interno de los países encaminado principalmente a
la satisfacción de las necesidades humanas, a la autosuficiencia
colectiva y a la igualdad entre los seres humanos. Son utopías
concretas nacidas de la convicción de que se precisan estrategias
radicalmente distintas a las del desarrollo económico tal como se
ha dado hasta ahora. El auge del utopismo, en general, se ha origi-
nado en los países ricos, particularmente en Suecia, y el único
ejemplo relativamente convincente que muestran de una sociedad
igualitaria con otro tipo de desarrollo es China. Pero China tiene
otros cosas que no son tan agradables... ¿Conocen los trabajos
de la Fundación Bariloche? (*).
Nidia: Sí.
(0) Importante Fundación de carácter privado que funciona en San Carlos de Barí-
loche, Argentina, y cuyo fin es la creación de un centro de investigación y estudio
orientado a mejorar la calidad de vida y el desarrollo.
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M. Wolfe: (Sonriendo). Para estar preparado a esta pregunta leí "El desafío
al Servicio Social" (*). Le confieso que me sorprendió comprobar
que tenían las ideas mucho más claras de lo que yo esperaba.
En los años 60, acá en Cepal teníamos mucho más contacto con
el servicio social y mi opinión es de que era relativamente inefi-
caz. Sin embargo, hay evidencia aquí, en este libro, de que la
experiencia de los últimos años ha servido para mucho: hay con-
ciencia de los problemas reales; hay conciencia de que el servicio
social tiene que existir en tensión dentro del tipo de sociedad
que se encuentre. No tiene sentido plantearse el servicio social
como la vanguardia del cambio revolucionario. Es excesivo. Pero
tampoco puede asumir una postura conformista. Esto coloca al
servicio social en una postura muy difícil. Más difícil aún si se la
compara con otras profesiones, ya que las técnicas del servicio
social dependen, para su relevancia, del tipo de sociedad con que
trabaja. Un médico puede funcionar con sus técnicas en cualquier
sociedad, pero un trabajador social en un proceso de cambio, tiene
problemas que no puede resolver por adelantado.
Tal como Uds. lo indican en el libro, la gran mayoría de los traba-
jadores sociales tienen que buscar trabajo asalariado en institu.
ciones que tienen sus propias limitaciones, lo cual les hace ir
perdiendo realismo y visión en la capacidad de cambio. Pero lo
importante es que existen trabajadores sociales analizando estos
problemas en forma clara e inteligente. Me atrevo incluso a decir
que, probablemente, Uds. tienen las ideas más claras que la gente
de servicio social en las Naciones Unidas.