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Universidad Autónoma Agraria

Antonio Narro

Problema Especial: Aguas Residuales, Manejo, Uso y


Tratamiento

Por:
Dr. Luis Samaniego Moreno

Trabajo:
VOLUMENES DE AGUA TRANSPORTADOS POR MEDIO DEL CICLO
HIDROLOGICO A NIVEL MUNDIAL

Por:
Whiliam Michel Cruz Valle
INTRODUCCION

El ciclo hidrológico genera el clima de la Tierra, y es un gigantesco mecanismo de destilación de


agua dulce y constituye el aparato circulatorio de la biosfera. Los diferentes almacenes (océano,
lagos, ríos, aguas subterráneas, casquetes polares y atmósfera) contienen aproximadamente 1,386
millones de km3 de agua. Pero 97.5% de este enorme monto, alrededor de 1,351 millones de
km3, corresponde a las aguas saladas acumuladas en los océanos y solamente 2.5% es de agua
dulce, unos 34,650 millones de km3. El 68.7% de este pequeño monto se encuentra en forma de
hielo en la Antártida, el Ártico y en las montañas nevadas del mundo, aproximadamente 23,800
millones de km3. Y otro 29.9% se halla en los mantos acuíferos en forma de aguas subterráneas,
unos 10,360 millones km3. Solamente el restante 0.26% del monto total de aguas dulces (unos
490 km3) se encuentra en cuerpos de agua como lagos, presas de almacenamientos y ríos
(Shiklomanov 1999: 3).

OBJETIVO DE LA CONSULTA

 Dar a conocer la cantidad de agua evaporada de la tierra que fluye hacia la atmosfera.
 Conocer la cantidad de agua salada y dulce que existe en el mundo.
 Investigar el porcentaje de agua que existe en (océano, lagos, ríos, aguas subterráneas,
casquetes polares y atmósfera).
 Consultar cuánta agua se precipita en forma de lluvia en los océanos y la superficie
continental.
REVISION DE LITERATURA

En el ciclo hidrológico, cada año se evaporan de la Tierra y fluyen hacia la atmósfera unos
577,000 km3 de agua, 502,800 km3 provienen de los océanos y 74, 200 km3 de la
evapotranspiración de los biomas continentales. La misma cantidad de agua se precipita como
lluvia: sobre los océanos, unos 458 mil km3 y otros 119 mil km3 sobre las superficies
continentales. La diferencia entre los volúmenes que se precipitan y los que se evapo transpiran
de la superficie continental (119,000 km3 - 74,200 km3 = 44,800 km3) representan los flujos de
aguas líquidas que retornan al mar a través de los ríos de la Tierra (42,600 km3) y de las
corrientes subterráneas que descargan directamente al océano (2,200 km3) (UNEP 1992,
Shiklomanov 1999.

El océano es, con mucho, no sólo el gran almacén natural de agua de la Tierra sino que sus
enormes corrientes marinas (cientos de veces mayores que los más grandes ríos del mundo, como
el Mekong o el Amazonas), sus grandes flujos de vapor de agua hacia la atmósfera y sus
precipitaciones al propio océano y a las superficies continentales, constituyen las grandes arterias
de la circulación y distribución del agua en el sistema terrestre. La atmósfera, en cambio, no es un
gran depósito permanente de agua en la naturaleza. Se estima que el volumen de agua que
permanece de un modo constante en la atmósfera es de cerca de 12,900 km3, y sólo representan
0.001% del total de agua en la Tierra. Pero su función como regulador climático es crucial para la
existencia de la vida (Pimentel y Pimentel 1996: 157).

La temperatura de la Tierra descendería drásticamente si no existiera el vapor atmosférico. El aire


experimenta desplazamientos horizontales y verticales. La acción de ambos arrastra el vapor y
contribuye a distribuir la humedad en la atmósfera. Durante el día, la Tierra se calienta y el aire
sobre ella asciende provocando un desplazamiento del aire más frío del mar hacia los continentes,
aire que lleva la brisa marina. Durante la noche, el proceso se invierte acarreando humedad
terrestre al mar. Un proceso similar, pero a mayor escala, se opera con la humedad de las masas
continentales: se desplazan hacia el mar en la estación fría y en sentido inverso en la estación
caliente (Guerrero 1991: 54).
La distribución del agua que se precipita en los continentes en forma de lluvia (119,000 km3) se
divide en dos grandes flujos: uno de vapor de agua (74,200 km3) y otro de aguas líquidas
superficiales (42, 600 km3, si se toman en cuenta sólo las descargas de los ríos al mar). El destino
de ambos tiene profundas implicaciones en términos de las funciones y los servicios ecológicos
del agua al nivel de la crucial interacción entre ciclo del agua, vegetación y suelos, en el contexto
de los paisajes terrestres, porque plantea de inicio, una competencia por el agua entre las plantas
y el hombre (Falkenmark et al. 2000: 194 y 196).

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