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humano
LA UNIVERSIDAD POPULAS AUTONOMA DE VERACRUZ “UPAV”
LICENCIATURA EN CONTADURIA PÚBLICA
Grupo: 101
Índice.................................................................................................................................. 3
Introducción......................................................................................................................... 4
Tema II: Humanismo y debate de la modernidad................................................................5
1. La dimensión humanista de la ciencias moderna.........................................................7
1.1 El conocimiento y la plenitud humana...................................................................8
1.2 El humanismo como apropiación del mundo.........................................................9
2. El humanismo de la ilustración...................................................................................10
2.1 El progreso humanista........................................................................................11
2.2 El humanismo con universalismo........................................................................12
Tema III: Reformulaciones del humanismo del siglo XX....................................................14
1. Las guerras mundiales y la necesidad de replantear una guía ética y moral para
occidente........................................................................................................................... 15
1.1 Crisis Civilizatoria y nuevos valores....................................................................17
1.2 La reducción del humano....................................................................................18
1.3 Humanismo y tecnología.....................................................................................19
2. El humanismo y la des fundamentación de la metafísica de los derechos humanos.....21
2.1 El problema de la definición de lo humano..............................................................23
2.2 El acuerdo acerca de los humanos en el derecho internacional..........................25
2.3 La dignidad humana y el sentido de la vida........................................................26
3. Democracia: el humanismo como pluralismo................................................................28
3.1 Los nuevos ámbitos del humanismo........................................................................29
3.2 La diversidad cultural desde la perspectiva humanista............................................31
COMO CONCIBE EL HUMANISMO LA CULTURA.......................................................31
Introducción
El progreso viene del latín progressus que significa ir hacia adelante Muchos
afirman que el progreso es algo diabólico, algo perverso y que en el pasado
fuimos mejores seres humanos, que estamos tan enfrascados en el progreso que
no vemos más allá; que la tecnología reemplaza al hombre, que un trabajo antes
lo realizaban miles de manos, hoy lo realiza una máquina, que hemos llegado a
otros planetas en donde se ha invertido millones de dólares, mientras en otros
países hay una desigualdad terrible, miseria, hambre, enfermedad y subdesarrollo.
El progreso es el conjunto de valores declaradamente humanistas susceptibles de
ser cuantificados y medidos que aumentan con el transcurso del tiempo tales
como vida, salud, sustento, abundancia, paz, seguridad, libertad, igualdad de
derechos, alfabetización, conocimiento, inteligencia, felicidad u oportunidades de
disfrutar. En base a ellos, medidas del bienestar humano (excluidas las virtudes
religiosas, románticas o aristocráticas), el mundo ha hecho progresos
espectaculares y no hay motivos para pensar que no vaya a seguir siendo así.
Pero como están ausentes de los medios de comunicación y de los foros
intelectuales, casi nadie lo sabe, a pesar de estar a disposición de todos en
páginas web como 'Our World in data' o 'Human Progress', entre otras.
Distinguir el progreso está al alcance de todos, constatarlo, también. Solo requiere
la voluntad de hacerlo, abordar el futuro en positivo y huir de las mentes
destructivas. Para salir de la situación y afrontar los grandes retos de la nueva
realidad postpandemia, Extremadura necesita una acción conjunta de todas las
fuerzas políticas, sociales, económicas, culturales y ciudadanas, regida por la
razón, la ciencia, el humanismo y el progreso.
Para poder hacer del progresismo humanista una herramienta positiva en favor del
hombre se debe eliminar los dogmas que impiden el desarrollo. Que los dogmas
religiosos no limiten nuestro actuar positivo en favor del hombre, el progreso va de
la mano con el humanismo y tiene que volver a su origen la preocupación del
hombre por el hombre. Entonces es deber erradicar la miseria y el hambre en el
mundo. Las acciones positivas generan más acciones positivas. Que el hombre no
es un ser inferior, porque él siempre estará primero, luego las maquinas, que el
miedo no nos detenga, pero tampoco nos haga actuar en contra de la humanidad.
Nos veremos beneficiados si aplicamos el progreso humanista en favor del
hombre no en contra, creo que limitarnos va en contra de nuestra naturaleza
porque el hombre es un ser evolutivo, la naturaleza humana lo exige.
Objetivos:
En términos generales la Convergencia de las Culturas se propone facilitar y
estimular el dialogo entre las culturas, luchar contra la discriminación y la violencia
y llevar su propuesta a todas las latitudes.
En particular:
a) Promover la relación entre las diferentes culturas
Mediante la organización de encuentros y ámbitos de intercambio entre las
personas de diferentes culturas. No solo con la intención de hacer conocer las
propias culturas, sus inquietudes y aspiraciones, sino también para que ese
intercambio permita un dialogo verdadero orientado hacia la búsqueda de puntos
comunes presentes en el corazón de los diferentes pueblos e individuos.
b) Denunciar y luchar contra toda forma de discriminación manifiesta o larvada
A través de campañas de distintos tipos que permitan la vigencia plena de los
derechos humanos. Por la libre circulación de los seres humanos en el planeta y
por la posibilidad de que cada uno pueda elegir el lugar y las condiciones en las
cuales quiere vivir. Para mejorar el presente y construir un futuro común.
c) Difundir sus ideas y actividades
Tomando contacto con todas las culturas en los distintos países, con la intención
de difundir y nuclear a personas y organizaciones entorno al estudio y las
actividades de la Convergencia de las Culturas.
Aspectos generales
Estos lineamientos tienen por objetivo definir un modelo de organización y
funcionamiento común en sus aspectos más generales. Convergencia de las
Culturas es una organización de carácter mundial; en este sentido sus miembros,
independientemente del lugar dónde actúan, se sienten parte de una misma
acción mundial humaniza dora que se expresa de manera diversa pero
convergente. Por lo tanto es fundamental la homogeneidad de contenidos
ideológicos en todas sus manifestaciones. Sus formas de participación son
abiertas y flexibles. Se trata de una organización de base humana en la que cada
persona se hace responsable de aquello que impulsa y construye. Las estructuras
básicas de Convergencia de las Culturas son los “equipos de base” que
desarrollan sus actividades en barrios, escuelas, universidades, lugares de
trabajo, por Internet, etc.
La reducción de lo humano
Humanismo y tecnología
En primer lugar, podemos afirmar en una visión general, que la actual crisis del
capitalismo mundial nos comprueba, categóricamente, la crisis y ruptura social
mundial y terminal de la era del neoliberalismo 1 expresada, íntegramente, en el
colapso y derrumbe de la racionalidad económica de la “superioridad de las
capacidades y virtudes del universalismo del mercado”, en el agotamiento y
quiebre de la ideología del “fin de la historia y el triunfo de la democracia
occidental” y, de manera innegable, en la actual crisis y recomposición del orden
político mundial, producido por la crisis de la hegemonía de los Estados Unidos,
expresado en las actuales disputas inter-imperialistas por la hegemonía mundial.
Pero, sobre todo, este proceso nos reveló que estamos asistiendo, no sólo a la
más grave, prolongada e inédita crisis económica del capitalismo como sistema
histórico, sino a la crisis integral del proceso humano.
En realidad, vivimos y asistimos al fin de una época y estamos ante la presencia
de una profunda bifurcación histórica –en el tiempo y en el espacio- de las
diversas formas y dilemas de coexistencia y/o supervivencia del proceso
civilizador mundial que, como señalara, en diversos momentos, el Amauta hace
más de 85 años, han puesto en riesgo global la continuidad misma de la existencia
de la civilización humana. Mariategui, en un primer momento, lo dice así:
En la crisis mundial [actual] se están jugando los destinos del mundo” 2. “Sobre la
necesidad de difundir el conocimiento de la crisis mundial…presentar al pueblo la
realidad contemporánea, explicar al pueblo que…en esta gran crisis
contemporánea no es un espectador; es un actor…a suceder a la declinante, a la
decadente, a la moribunda civilización capitalista, individualista y burguesa...Es la
crisis de las instituciones de la civilización occidental…ahora en un periodo de
crisis definitiva, de crisis total…La crisis mundial es, pues, crisis económica y crisis
política. Y es, además, sobre todo, crisis ideológica…Éste es, indudablemente, el
síntoma más grave de la crisis, es el indicio más definido y profundo de que no
está en crisis únicamente la economía de la sociedad burguesa, sino de que está
en crisis integralmente la civilización 3.
En un segundo momento y espacio, Mariátegui, en una trascendente polémica,
anticipa las características centrales de lo que, hoy día, constituye la
mundialización del capital financiero internacional y, de manera específica y lúcida,
la disputa inter-imperialista entre grandes intereses económicos y financieros del
capital corporativo transnacional por el control y la hegemonía de la economía
mundial y el mercado internacional.
Es su visión del mundo, el prisma que usa para leer cifras, a las que reduce el
sufrimiento y las necesidades humanas, como si esto pudiese ser la única forma
de explicar y entender condiciones de exclusión, pobreza y marginalidad, que
nunca ha vivido, que no conoce y con la que nunca tendrá un contacto. El teórico
usa sus trucos desde detrás de algún cómodo escritorio, ojalá en la capital, para
desechar en lugar de explicar.
El "experto" vive sobre la base de una realidad fragmentada, sólo teniendo en
cuenta esa perspectiva parcial que le confiere su disciplina, respecto de la que ha
recibido una formación proveniente de otros "expertos", quienes desde sus
castillos construidos en las nubes, se reproducen dentro de sus parcelas de
conocimiento, repartiéndose publicaciones y debatiendo para ellos, cada uno
desde sus compartimientos, como si la vida se estructurara sobre la base de
estancos, en que cada especialidad no puede relacionarse con la otra, a la que
miran incluso con desprecio.
Los profesores Taylor, Walton y Young, denominan a este fenómeno el del análisis
desde el ángulo del chauvinismo enclaustrado, desde el que se aprecia la totalidad
de la sociedad en función de sus propios valores, para no adoptar una postura
crítica al margen de ellos. Estamos construyéndonos y pretendemos seguir
adelante, no sobre la base de la participación ciudadana, sino que a partir de las
lecturas de analfabetos sociales con muchos títulos universitarios, absolutamente
desconectados de lo que ocurre en el mundo. Peor si detrás de estos trabajos y
financiamiento se encuentra la burocracia y la política.
Esta reducción del ser humano a cifras para uniformarlo, cuando es pura
diversidad, puede implicar el que se adopten políticas públicas construidas desde
la ignorancia, para ser aplicadas a quienes no las necesitan.
Las encuestas y mediciones son útiles insumos y no constituyen material sagrado
para avalar cambios radicales o sostener el anquilosamiento de un modelo social.
Cada día nos sorprende con nuevos cambios. Sin embargo, ese agitado
movimiento se va revelando más y más como un proceso en extremo ambivalente
y contradictorio. La técnica, "(...) cuya misión es resolverle al hombre problemas,
se ha convertido de pronto en un nuevo y gigantesco problema”.
Estas palabras de J. Ortega y Gasset ilustran con bastante precisión el estado de
cosas en que ha devenido hoy día el complejo y multifacético ámbito de la relación
tecnología-sociedad. Hoy más que nunca se hace sentir la urgencia de pensar en
el movimiento de la técnica y la industria. Desastres ecológicos y amenazas sobre
la biosfera se suceden a un ritmo inquietante. Las tecnologías dan la posibilidad
de crear rápidamente nuevas especies animales y vegetales, así como
transformar el modo de reproducción humano. Nuevas maneras de pensar y de
ser en conjunto se elaboran en el mundo de las comunicaciones y la informática.
Los espacios del trabajo, del pensamiento y la comunicación dependen, también
de ellos, de la incesante metamorfosis de las disposiciones y dispositivos
informacionales. Por el establecimiento de conexiones siempre más numerosas en
dirección del universo no humano (la naturaleza, sus flujos, sus campos y fuerzas,
la materia como fuente de energía o soporte de acciones), la técnica es una de las
dimensiones en las que se juega el auto transformación del mundo humano.
Resulta innegable el hecho de que, independientemente de otros factores, la vida
social se encuentra influida en apreciable medida por el estado y los avatares de
la técnica y la industria. "Una parte esencial de los problemas políticos de nuestro
tiempo -afirma Pierre Levy-se juegan en el terreno de la técnica (...)" y, pudiera
agregarse, una gran parte de los proyectos científicos, tecnológicos y económicos
se acometen con intenciones políticas.
Es agobiante el acoso impuesto mediante esas alusiones, mitos y falacias que las
grandes trasnacionales y potencias desarrolladas divulgan sobre la necesidad del
cambio tecnológico permanente por motivos mercantiles que no tienen en cuenta
las necesidades reales de humanidad. Tales mensajes aluden sutil o
explícitamente a la idea de que quién no se ponga a tono con las últimas
novedades del estado del arte en la tecnología, se encontrará de forma
irremediable, amenazado, discriminado, humillado y condenado al fracaso.
Generalizan un discurso que modifica de forma sutil, imperceptible, la escala de
valores del hombre moderno; unen la necesidad de competitividad con la noble
búsqueda de algo llamado excelencia, excelencia típicamente entendida como la
consecución de calidad de un producto, cualquiera que este sea.
Semejantes mensajes son muy frecuentes hoy en empresas, escuelas y todo tipo
de locaciones y relaciones sociales. ¿Se aspira en las empresas a esto o a un tipo
de competitividad y excelencia con un sentido más amplio y abarcador que el
productivo, capaz de garantizar la mayor calidad de vida, la excelencia social y la
sustentabilidad de cada país? "Construimos nuestros edificios, remarcó una vez
Winston Churchill (a raíz de una propuesta para un nuevo edificio del parlamento),
luego nuestros edificios nos construyen a nosotros".
El problema radica en que las tecnologías, como regla bastante general, son
ambiguas, ambivalentes desde el punto de vista de su significación social. Si se
considera que valor es aquello que tiene significación social, ellas constituyen un
valor. Ahora, si se parte de la compresión del valor como un concepto que, por un
lado expresa las necesidades cambiantes del hombre y, por el otro, fija la
significación social positiva de los fenómenos naturales y sociales para la
existencia y el desarrollo progresivo de la sociedad, el asunto se complica
sobremanera, principalmente por dos razones.
Primera: no existe un criterio objetivo para discriminar cuáles de las denominadas
necesidades cambiantes del hombre son superfluas y cuáles esenciales en un
momento histórico-concreto dado.
Segunda razón: la propia idea del progreso y su criterio de determinación son
bastante discutibles desde la perspectiva de los tiempos actuales. Al igual que
existen argumentos y hechos esenciales para justificar la tesis de que la sociedad
progresa, también existe una "bolsa" similar de argumentos y hechos esenciales
para fundamentar lo contrario.
Es, por tanto, en extremo difícil establecer el sentido ascendente o descendente
de la línea que resulta del enfrentamiento de las tendencias progresivas y
regresivas si se consideran estas en su interacción dinámica objetiva, esto es en
la unidad real de todos los aspectos y matices que caracterizan el complejo y
multifacético movimiento social. Quizás lo más sensato sea hablar de un progreso-
regreso de la humanidad o de un regreso-progreso o de ambas cosas a la vez.
En resumidas cuentas las interrogantes caen por su propio peso. ¿Existe
progreso en la sociedad? ¿Son la ciencia, la tecnología y la industria moderna un
valor, un anti-valor, un valor anti-valor, un antivalor valor? Al parecer las cosas del
hombre, que ama lo absoluto, lo bello y lo perfecto, están condenadas a lo relativo
y lo sublime. El propio concepto de verdad no escapa a esta realidad. Si bien es
cierto que la noción acerca de la existencia de la verdad ha orientado la búsqueda
humana durante siglos, también es cierto que las festinadas y bizantinas disputas
por su tenencia han dificultado la mejor comprensión y comunicación entre los
hombres. Del mismo modo, la idea del progreso, siendo un estímulo positivo para
la creación, también ha conducido al absurdo de creer (el hombre exhibe una
insólita capacidad para auto engañarse y creer las propias falacias que se inventa)
que toda invención o cambio realizado o en proyecto constituyen un desarrollo, sin
embargo, el asunto no para ahí.
Por ejemplo, prestar una ayuda es un fin en sí mismo digno y hace digno al sujeto
que lo asume; pero si se presta la ayuda para sobornar, se está haciendo pasar lo
que es un fin por naturaleza por un mero material, por sí mismo indiferente, del
que se usa para otro fin principal, que es el que confiere en tal caso la cualificación
a la acción, por ser lo que la guía en su realización.
Si bien se mira, no se trata de dos acepciones separadas de la dignidad, ya que
una y otra están estrechamente emparentadas a partir de su fundamento
inmediato. Basta con que nos preguntemos por lo que otorga respectivamente el
carácter digno a la persona y a sus actos.
La persona es digna, dada la capacidad que tiene de dirigirse por sí misma hacia
el bien: sin la intimidad precisa para poder dirigir sus actos (aunque de hecho no
los esté dirigiendo ahora ni siquiera sea consciente de este poder) no habría
dignidad, pero tampoco la habría si no pudiese poner en relación con el bien
aquello que decide; basta con advertir que las características morales, como la
responsabilidad o la conciencia de mérito, en las que se manifiesta su dignidad, se
desvanecerían sin los dos rasgos señalados.
La Axiología contemporánea ha señalado esta proximidad entre los dos aspectos
de la dignidad al decir que la persona es toda ella en cada uno de sus actos.
Traducido a nuestra terminología: la dignidad que poseen los actos buenos es la
misma dignidad de la persona, ya que son actos que la manifiestan en lo que es y
que refluyen sobre ella misma. La reciprocidad señalada se hace patente también
en la medida en que el fundamento inmediato de la dignidad de la persona está en
su aptitud para auto determinarse hacia el bien y el fundamento inmediato de la
dignidad de los actos buenos reside en que con ellos la persona incrementa en sí
misma el bien por el que se auto determina. Resulta, pues, que en su fundamento
ambas dimensiones de la dignidad se implican.
Europa salió de los tiempos de tinieblas del Medievo gracias al Humanismo del
Renacimiento. Fue entonces cuando, recuperando los valores de la cultura
clásica, este movimiento filosófico, intelectual y cultural, reemplazó la visión
teocéntrica imperante por el antropocentrismo, esto es, por dar valor y significado
al ser humano como medida de todas las cosas, a la vez que impulsaba una
moralidad altruista y un anhelo de construir un mundo más justo para el conjunto
de la humanidad: ahí están, por ejemplo, las ideas de pensadores como Tomás
Moro y su célebre Utopía, obra en la cual plasma el sueño de una sociedad ideal,
justa y solidaria.
Este espíritu humanista, símbolo de modernidad, ha formado parte de la identidad
de la cultura europea durante cinco siglos y ha servido también para conformar los
valores esenciales de la actual Unión Europea, tal y como recordaba el filósofo
holandés Rob Riemen, articulando así un modelo sociedad progresista y solidaria
que ha sido capaz de superar la herencia de los dramáticos conflictos armados
que, en tiempos pasados, ensangrentaron al continente europeo.
No obstante, hoy en día parece que este humanismo, que representa lo mejor de
los valores que dignifican al ser humano, está siendo ignorado, incluso atacado
desde distintos ámbitos, aludiendo a él de forma despectiva como un ingenuo
«buen ismo», tal y como se ha puesto de manifiesto en temas tan candentes como
la reciente crisis migratoria y la actitud de acogida hacia las personas que llegan a
nuestra Europa soñando con construir un futuro mejor alejado de guerras y de
miserias. Estos ataques a los valores humanistas provienen tanto de los
emergentes movimientos xenófobos, racistas o abiertamente fascistas, como de
un rampante y deshumanizado neoliberalismo adorador del «Dios Dinero», todo lo
cual ofrece un panorama preocupante y peligroso, por lo que representan y por el
riesgo futuro que tras ellos se intuye. Y es que en estos tiempos los valores
humanistas, como señalaba Jorge Riechmann, se hallan «aplastados bajo la
avalancha de la basura mediática, el consumismo nihilista y la degeneración de la
democracia».
Pese a estas amenazas, los valores del Humanismo siguen vivos,
afortunadamente, en estos tiempos de crisis e incertidumbres, como lo ponen de
manifiesto la labor de multitud de oenegés que, inspiradas en el espíritu de
solidaridad, justicia y acogida, intentan paliar infinidad de dramas sociales y
personales. Es por ello que se habla de la existencia de un Pos humanismo y éste
toma diversas formas tal y como señalaba Rosi Braidotti, pues todas ellas parten
de «tradiciones emancipadoras», entre las que cita el antifascismo, los
humanismos socialistas, el feminismo, el pensamiento des colonial y los
ambientalismos.
En este contexto, es donde hay que situar la importancia creciente del Humanismo
ecológico, aquel que ve el mundo no como un lugar de saqueo y expolio, sino
como un lugar que debemos preservar y en consecuencia, el ser humano deja de
ser un dominador del medio ambiente, sino su guardián y celoso administrador
para preservarlo para las generaciones futuras. Y dentro del mismo, se hallaría
también el Eco socialismo y el Eco feminismo, concepto en el cual se englobaría,
como señala Carmen Magallón, «la tríada devaluada por la historia», esto es, la
defensa de las mujeres, a la naturaleza y a la paz, cuyos valores reivindica. Ya lo
decía Francia Márquez, líder de los derechos medioambientales en Colombia
frente a los abusos y destrozos y efectos devastadores de las industrias mineras
sobre el medio ambiente en su país al señalar que «somos parte de la naturaleza,
no sus dueños». Son en estos planteamientos, radicalmente distintos a los de la
política dominante, donde la conciencia femenina aporta una visión alternativa,
necesaria y progresista, al igual que ocurre con el Feminismo pacifista desde que
se fundase en 1915, en pleno fragor de la I Guerra Mundial, la Liga Internacional
de Mujeres por la Paz y la Libertad.
Por todo ello, más que nunca resulta necesario reivindicar un nuevo Humanismo,
en sus diversas facetas, que haga frente a los principales retos que amenazan a la
Humanidad. En esta línea, el teólogo José Ignacio González Faus manifestaba
que «una forma de trabajar por la justicia, además de incorporar el feminismo y la
ecología a este nuevo Humanismo, sería también «la lucha contra el desafuero del
consumismo». En consecuencia, necesitamos, como apuntaba Roy Scranton,
«formas nuevas de pensar sobre nuestra existencia colectiva».