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Los cruces telefónicos de Juan Mena, hombre fuerte de Cristina en la SIDE y

actual viceministro de Justicia, antes y después de que hallaran el cadáver del


fiscal.

Nisman está muerto y en su departamento sólo está encendida la luz del baño
donde está el cadáver, la computadora del cuarto de sus hijas y el televisor del
dormitorio en suite que termina justamente en el baño donde está el cuerpo, al final
de un vestidor. La TV está programada en una forma extraña: tiene un timer que
cada 15 minutos la enciende y pasado ese lapso la vuelve a apagar. Un televisor
fantasma en un departamento fantasma. Salvo por esos intervalos enloquecidos de
la TV, programada por quién sabe quién, todo es silencio. Llueve fuerte sobre
Buenos Aires y aún no pasa nada, que se sepa, en este domingo 18 de enero de
2015. Pero varios equipos de la SIDE están operativos, trabajando en la calle.
Activos como nunca antes: hay 89 espías operando en simultáneo.

¿Por qué, si no pasa nada? Quizá porque va a pasar.

Algunos se reportan desde Pinamar, otros desde el centro porteño, Constitución,


Puerto Madero -donde está el cuerpo de Nisman que aún no hallaron sus impávidos
custodios- o Devoto (aquí operó una de las 15 agentes mujeres de la SIDE que
trabajaron ese día) y desde Martínez: a este agente lo toma una antena ubicada a
una cuadra de la casa de Lagomarsino, el técnico informático que mañana lunes
dirá que ayer, sábado, le llevó un arma a Nisman porque éste se la había pedido.

Este relato tendrá al menos cuatro problemas de verosimilitud.

Uno: por qué Nisman le pediría un arma a un técnico informático.

Dos: Nisman le habría dicho que tenía miedo por la seguridad de sus hijas, pero las
chicas estaban en Europa, con su madre.

Tres: el propio Nisman tenía un arma igual a la que le dio Lagomarsino y, pese a
eso, ¿decidió pedirla a otra persona?.

Cuatro: Lagomarsino declaró que aquel sábado Nisman lo llamó primero a él, pero
fue al revés. Lagomarsino terminó en el departamento de Nisman porque él buscó
el contacto inicial y no el fiscal. No es lo mismo.

Tampoco es lo mismo saber que un espía se reportó a sus superiores todo el día
desde la esquina de su casa. Este espía no vive allí: nunca antes ni después de
ese domingo tuvo comunicaciones desde esa antena.

Sin embargo, desde que el cerrajero abrió la puerta que no estaba cerrada por
dentro (increíblemente, aún se repite esta versión falsa de los hechos que se instaló
el primer día) hubo un trabajo coordinado para imponer una idea fija: que parezca
un suicidio.

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Estuvo cerca -”lamentablemente no hay pruebas”, dijo la fiscal Viviana Fein, después
de buscar el suicidio tenazmente-, pero seis años después de que Nisman fuera
hallado muerto en su departamento de Puerto Madero con un tiro en la cabeza, lo
que la justicia investiga es un asesinato.

La hipótesis del motivo es que lo mataron por su trabajo como fiscal, cuya última y
resonante medida había sido denunciar a la ex presidenta Cristina Kirchner y a parte
de su gobierno por encubrir a los iraníes acusados de volar la AMIA. La denuncia la
presentó el miércoles 14 de enero de 2015. El domingo 18 estaba muerto.

Tras una autopsia, una junta médica y una junta criminalística que no pudieron
determinar con certeza si se trataba de un suicidio o de un homicidio -todo lo
afirmado en sentido contrario es falso-, una pericia multidisciplinaria de Gendarmería
llegó, por fin, a una conclusión terminante: fue un crimen.

Por el caso están procesados cuatro de los custodios de Nisman y Lagomarsino,


como partícipe necesario. Faltan los autores de ese crimen.

Para intentar acercarse a ese punto, la fiscalía que investiga el asesinato de Nisman
trabaja para conseguir que los 89 espías de la ex SIDE que estuvieron activos aquel
domingo en que hallaron el cuerpo del fiscal vayan a declarar como testigos. Como
adelantó Clarín en octubre pasado, 64 de ellos renunciaron al organismo en los
meses posteriores a la muerte de Nisman y hay que ir a buscarlos.

En su momento lo dijo la fiscal Fein: “Cuando me puse a investigar a los espías,


me sacaron el caso”.

Aquel domingo lluvioso de enero, los espías se distribuyeron en grupos de trabajo


que respondieron mayoritariamente al entonces director de Reunión Interior de la
SIDE, Fernando Pocino, el flamante hombre fuerte dentro del organismo tras el
desplazo de Antonio Stiuso, que había ocurrido un mes atrás.

Pocino había trabajado en el Senado con Cristina Kirchner cuando la ex presidenta


integraba la comisión bicameral que seguía la investigación por la AMIA y ahora
reportaba directamente al nuevo número dos de la SIDE, Juan Martín Mena. En la
jerga interna, el segundo jefe de La Casa es conocido como Señor Ocho.

En términos de confianza política, Mena era Cristina Kirchner. Sigue siéndolo.

Si los espías en la calle reportaron a Pocino y Pocino reportó a Mena -ese domingo
tuvo 12 comunicaciones con el Señor Ocho-, ¿con quiénes habló Mena ese día?
¿Y con quiénes habló después de que Nisman fuera hallado, cuando se puso en
marcha la Operación Suicidio?

Un listado de entrecruzamientos telefónicos hecho por la Policía Federal al que


accedió Clarín muestra que aquel domingo el Señor Ocho tuvo 30
comunicaciones, que comenzaron a las 11.04 -justo cuando los custodios que
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debían cuidar a Nisman ese día se estaban encontrando en Plaza de Mayo para ir
juntos hacia Puerto Madero- y terminaron a las 21.46, cuando la madre de Nisman y
los custodios ya estaban a punto de subir con un cerrajero al piso 13 para entrar al
departamento y hallar al fiscal muerto en el baño.

Mena nació en Mar del Plata y en un par de meses va a cumplir 42 años. Llegó al
Ministerio de Justicia de la Nación de la mano del entonces viceministro Julián
Álvarez y fue enseguida un referente de Cristina en el lugar, donde ascendió
rápidamente a secretario de Política Criminal y luego a jefe de gabinete del ministro
Julio Alak.

Allí trabajó con Alejandro Slokar y se sumó a los entusiastas discípulos de Eugenio
Zaffaroni. Trabajó en la reforma del Código Procesal Penal y luego armó un estudio
de abogados con Damián Loreti (uno de los ideólogos de la Ley de Medios) y
Elizabeth Gómez Alcorta, actual ministra de las Mujeres y Género del gobierno de
Alberto Fernández.

Mena es viceministro de Justicia de la Nación y la cuña que Cristina clavó bajo la


elegida de Alberto Fernández, la ministra Marcela Losardo, que cada tanto aparece
en la lista de ministros que no funcionan.

Igual que Cristina, Mena también está procesado por la denuncia de Nisman


sobre el Pacto con Irán.

Quince de sus llamados de aquel domingo que terminaría con el hallazgo de Nisman
muerto corresponden a un equipo de la empresa Nextel, otros ocho a Personal y los
siete restantes, a Movistar.

Algunos cruces son interesantes. A las 13.45 Pocino llama al jefe del Ejército -y jefe
de la inteligencia paralela de Cristina- César Milani y hablan durante casi 7 minutos.
Veinte minutos después de esa llamada, Pocino llama a Mena tres veces.

Después del último llamado de Pocino a Mena el domingo, a las 16.16, Pocino llama
otra vez a Milani a las 17.06 y hablan durante 94 segundos.

Es necesario recordarlo: aún nadie sabía que Nisman estaba muerto.

Al mismo tiempo que sus custodios hacían todo lo posible por dilatar al máximo la
entrada al departamento de Puerto Madero, los máximos jerarcas de los servicios de
inteligencia argentinos ardían en las llamadas cruzadas.

Lo más llamativo de los llamados del domingo es la siguiente relación: el agente de


Martínez que estaba pegado a la casa de Lagomarsino reportaba al teléfono de la
flota COM terminado en 2408. COM era el nombre de los teléfonos adjudicados por
la SIDE al área de Pocino, que ese domingo, aunque estaba en Pinamar, hizo y
recibió nada menos que 87 comunicaciones telefónicas. Veinticuatro de ellas
fueron a la agente COM2408, ubicada en Villa Devoto.
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Lo curioso es que cada vez que Pocino llamó a Mena ese día -12 veces en apenas
cinco horas, desde las 11.04 hasta las 16.16-, inmediatamente llamó a su agente
COM2408 quien a su vez “movía” al agente que estaba en el barrio de
Lagomarsino.

Las comunicaciones de Mena se intensifican mucho más después de medianoche -


ya lunes 19 de enero-, cuando demasiada gente empezaba a llegar al
departamento de Nisman muerto.

El Señor Ocho habla con Oscar Parrilli -el jefe de la SIDE intervenida por Cristina un
mes atrás- a la 1.00 y a la 1.26. Más tarde, recibe una llamada de Sergio
Berni directamente desde la escena del crimen. Berni se comunica con él luego
de recibir un mensaje de Cristina Kirchner, a las 2.55. Un minuto antes, Mena
volvía a hablar con Pocino, quien desde la 1.09 hasta las 2.54 lo llamó diez veces
más.

Mena parecía estar centralizando algún tipo de estrategia porque en cuanto corta
con Berni lo llama el ministro de Justicia Julio Alak, que había corrido desde su casa
en Gonnet, en las afueras de La Plata, para abrir personalmente su ministerio en el
microcentro porteño, poco antes de las 2 de la mañana. Allí habría una reunión
crucial con Berni. Y de allí salió el primer comunicado oficial sobre la muerte de
Nisman.

En el teléfono de Alak aparecía Mena, lo que fue confirmado a Clarín por


colaboradores del ex ministro (según los registros de la Policía Federal, hay 10
contactos de Mena con Alak entre las 2.20 y las 4.07).

En el teléfono de Berni aparecía Cristina: la Presidenta habló con su secretario de


Seguridad cinco veces mientras él estaba dentro del departamento de Nisman y
otras cuatro cuando ya estaba en el Ministerio de Justicia, con Alak.

Fue entonces cuando salió el comunicado oficial, escueto, medido, que sin
embargo sugería que se había tratado de un suicidio, al afirmar que el
departamento estaba con la puerta cerrada y la llave puesta del lado de adentro, lo
cual era cierto pero engañoso.

Estaba con la llave puesta del lado de adentro, pero con la cerradura sin girar: el
cerrajero declaró que sólo empujó la llave y le dio medio giro al pestillo para entrar.
Significa que nadie podía entrar pero cualquiera pudo salir.

Mena siguió hiperconectado todo el día -durante la madrugada devolvió varias


llamadas que le había hecho Sergio Burstein, de la Asociación de Familiares de
Víctimas de la AMIA- y se comunicó varias veces con un periodista de Página
12 que al día siguiente publicó una nota afirmando sin la menor duda que la
conmocionante muerte de Nisman era un suicidio. Ni siquiera estaba terminada la
pericia de la pólvora en las manos de Nisman, que al final dio negativa.

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La idea del suicidio fue impuesta al menos seis veces en menos de 24 horas, por
diferentes vías.

A las 23.11, la secretaria de la fiscalía de Nisman, Felicitas Mas Feijoó, llamó al


custodio Niz y le preguntó qué había pasado. “Pasó lo peor, el fiscal se suicidó”,
le contestó Niz. Todavía ni habían llegado los peritos. Diez minutos antes, Niz había
recibido un llamado de su compañero, el custodio Luis Miño, quien tenía contactos
con la SIDE porque había trabajado para un grupo de seguridad privada del Exxel
Group atribuido a un grupo de espías.

Un rato después, una médica legista de la Policía Federal escribió que el hecho


estaba calificado como “Averiguación de suicidio” (cuando para la fiscal del caso
era en ese momento “Averiguación de muerte”).

El lunes a la mañana, el custodio Benítez fue apurado a decirle a la secretaria de la


fiscalía de Nisman que el fiscal muerto le había pedido un arma antes a él (aunque
en sus declaraciones judiciales cambiaría tres veces los detalles de este presunto
pedido), y enseguida un médico de la morgue llamó por teléfono a la fiscal Fein para
presuntamente decir que, según la autopsia, “no hubo participación de terceras
personas en la muerte” .

Esto fue desmentido categóricamente a la mañana siguiente en un documento


oficial firmado por su jefe directo, Roberto Godoy, decano del Cuerpo Médico
Forense.

El otro elemento fue el comunicado oficial que, según aseguraron a Clarín fuentes


directas que estuvieron aquella noche en el Ministerio, fue redactado en persona por
el propio ministro Alak, aunque consensuando cada palabra con Mena y Berni antes
del OK final y personal de Cristina.

“Alak se hizo cargo porque sabe escribir corto y directo… fue periodista y redactor
de la agencia Télam”, amplió la fuente.

Ahora la Operación Suicidio parece de regreso: la ministra Sabina Frederic encargó


un “análisis de los protocolos” de Gendarmería para ver si sus pericias son
confiables -un análisis únicamente destinado a revisar una sola pericia, la de la
muerte de Nisman- y el presidente Fernández acaba de iniciar el nuevo año
declarando que ahora -después de seis años y sin ninguna prueba nueva que
apuntale su giro- cree que Nisman se suicidó.
Difícil de explicar: no hubo huellas de Nisman en el arma ni del arma en Nisman, y la
pistola de un suicida que se dispara a la derecha de la cabeza y con la mano
derecha termina en el otro extremo del baño, debajo del hombro izquierdo del
cuerpo, en la diagonal inversa a la posición en que las leyes elementales de la Física
indican que debió ser hallada.

Además de sostener durante años que él se inclinaba a pensar que a Nisman lo


habían matado, el Presidente participó bajo el diluvio de la marcha de fiscales que

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un mes después del hecho pidió justicia por su muerte. ¿Quién pediría justicia por
un suicidio? 

En tanto, el teléfono y otros equipos de Lagomarsino y los custodios de Nisman -


como las computadoras- siguen sin poder ser revisados, seis años después. La
defensa de Lagomarsino apeló la medida una y otra vez hasta que llegó a la Corte.
Allí la Corte debe decir “sí” -y entonces los equipos debe abrirlos el juez Ercolini- o
“no”, y los equipos debe revisarlos el fiscal Taiano. Pero la Corte no dice nada y
los equipos no se revisan.

Es difícil entender que la justicia de las chicanas infinitas siempre encuentre un lugar
de privilegio en el sitial de las desventuras argentinas crónicas.

También es increíble que hasta ahora nunca hayan ido a declarar como testigos
ni Mena, ni Pocino, ni Milani, protagonistas centrales de aquel domingo de
llamadas frenéticas con un cadáver aún sin hallar.

Hay algo más: el sábado 17 a la noche, Lagomarsino va con el arma al


departamento de Nisman, la deja y regresa a su casa de Martínez a las 21.04. A las
21.18, el celular de Nisman responde el último whatsapp y luego deja de contestar
mensajes. Veintitrés minutos después de eso, Pocino, desde Pinamar, llama a
Mena a su casa de Villa Urquiza y hablan casi 10 minutos (575 segundos).

Juan Martín Mena fue contactado por Clarín para conocer su versión de los hechos,
pero el viceministro de Justicia declinó amablemente ser entrevistado para esta nota.

La sexta idea de que Nisman se había suicidado la dio la propia Cristina Kirchner en
un escrito que subió a su Facebook cerca de las nueve de la noche del lunes 19,
sólo 23 horas después de que hallaran a Nisman muerto.

“¿Qué fue lo que llevó a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la
vida?”, escribió allí la Presidenta, siguiendo a rajatabla una estrategia que había
comenzado apenas se supo que Nisman estaba en su baño y con un arma. Los
nuevos cruces de llamadas en la causa permiten suponer que el mismo Mena
estaba con ella, ayudando a instalar la temprana hipótesis del suicidio.

Cuando el agente Pocino vuelve a llamar a Mena esa noche, a las 21.52, la antena
que toma al equipo Nextel del Señor Ocho está ubicada en Avenida del Libertador
780, Vicente López.

Es la antena que corresponde a la Quinta Presidencial de Olivos.

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