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INFIERNO , CIELO , PURGATORIO Y LIMBO

Capítulo VIII

¿EXISTE EL INFIERNO? A quienes no tienen limpias sus con-


ciencias, les causa terror la idea del Infierno, las penas eternas,
el fuego, los diablos, creencias religiosas que han atormentado
por bastante tiempo. Actualmente, hay mucho escepticismo e
indiferencia acerca de eso y sólo los muy ignorantes lo aceptan
aún en el mundo moderno de la actualidad.
A nivel espiritual y esotérico, no existe ningún Infierno tal co-
mo se entiende a la manera tradicional: Demonios que llevan te-
nedores y tienen rabo, calderas de agua hirviendo, fuego rojo
en llamaradas, etc, todo eso tan infantil y absurdo.
No hay tampoco ningún lugar de castigo eterno porque, en el
universo y en el cosmos, impera la Ley del Amor y la Misericor-
dia está presente; sin embargo, sí existe un lugar de aprendiza-
je y redención en el Astral, donde las condiciones de vida son
tan terribles que bien podría llamarse “Infierno”. Es el Bajo As-
tral (Subplanos número 1 y 2) Por Ley de Vibración, llegan allí los
desencarnados de moral muy baja que cometieron graves de-
litos y necesitan rectificar sus errores; pero no permanecen por
siempre sino que son sacados cuando se arrepienten, compren-
den su mal proceder y quieren regenerarse. Entonces, se les da
una nueva oportunidad y reencarnan en el plano físico; pero en
difíciles condiciones. Por muy depravado que sea un individuo,
aunque haya caído muy bajo, siempre se le concede la oportu-
nidad de redimirse y subir de nivel. No obstante, antes ha de
aprender ciertas lecciones muy útiles y necesarias para su evo-
lución, su adelanto y ascenso; por lo tanto, hacen falta esas ex-
periencias para mejorar y evolucionar. Por ello, existe la reen-
carnación que proporciona la oportunidad de redimirse.
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Las penas eternas no tienen sentido lógico ni están en armo-


nía con el concepto de un Dios misericordioso y perfecto. Cual-
quier padre de familia se horrorizaría si le mandaran castigar a
su hijo en forma cruel, violentamente y luego encerrarlo en un
cuarto oscuro lleno de cucarachas, por toda la vida. Eso no se
puede siquiera concebir. ¡Imaginen a la Divina Presencia, al Pa-
dre Celestial! Menos aún lo puede hacer.
El Maestro Jhasua nunca habló de Infiernos ni de eternos
castigos, porque siempre su enseñanza es de amor y misericor-
dia. Tales interpretaciones fueron añadidos posteriores, cuando
la sublime y sencilla enseñanza del Maestro cayó en manos de la
Otra Polaridad y se convirtió en religión ostentosa, llena de ri-
tuales, ceremonias y dogmas.
Los infiernos del Bajo Astral son “aulas” individuales y colec-
tivas de enseñanza a base de experiencias para aprender la Ley
del Amor, la Ley de Causa y Efecto: “No hagas a otro lo que no
quieras que te hagan a ti. Si causas daño a otra persona, es a ti
mismo a quien lo haces”. Por tal razón, quienes van al Bajo As-
tral se encuentran allí con su propia cosecha, han de sufrir, en
carne propia, el dolor que a otros causaron por maldad o des-
preocupación, por crueldad y odio.
Vamos a poner un ejemplo: un dictador se apodera del go-
bierno por la fuerza y llega a ser presidente, comete una serie
de delitos por represión: Manda a matar y torturar a mucha gen-
te. Cuando pasa de plano y va al Bajo Astral, sucede lo siguien-
te: Primero, se ve a sí mismo encumbrado en su silla presiden-
cial rodeado de aduladores, cómo da la orden de torturar, de
matar a sus contrarios. Luego, la escena cambia: Baja de su si-
tial, se mezcla con la multitud como uno más, es asesinado nu-
merosas veces, torturado, siente el dolor de cada una de sus víc-
timas como propio y, lo que es peor, no puede detener la masa-
cre porque da la orden de suspender la ejecución y nadie le ha-
ce caso. La escena se repite una y otra vez. ¿Por qué? Por Ley de
Justicia Universal y Ley de Mentalismo en acción, ya que ese ser

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debe aprender y rectificar su mal proceder, lo cual sólo puede


realizarse en base a la propia experiencia.
Cada persona lleva consigo sus grabaciones mentales, bue-
nas o malas; eso es lo que sale al exterior, lo que afuera se re-
produce. Las proyecciones mentales son la causa de la conti-
nuidad de la vida en el Astral: Como cada uno ha sido, así sigue.
El Bajo Astral es un lugar de terribles condiciones ambienta-
les: No se ve la luz del sol, todo está oscuro, no hay casi agua,
hace mucho calor porque predomina el Elemento Fuego, la at-
mósfera es muy densa y está como enrarecida.
He aquí como describe el Bajo Astral un enfermo grave que
murió clínicamente y luego, regresó:
“Yo flotaba hacia abajo en un inmenso espacio oscuro y creo
que llegué al infierno por equivocación. Había mucha gente allí
reunida que gritaba, aullaba, daba alaridos, eran más de un mi-
llón. No llevaban nada encima porque estaban desnudos, los vi
desgraciados y odiosos, pedían agua pues parece que allí no ha-
bía. De vez en cuando, resaltaban llamaradas de fuego en el aire;
pero todo era negro.
Un hombre estaba allí esperando. Entonces, cuando yo lle-
gué, él se expresó así: ¡Ese no es de aquí! — Luego, se acercó al-
guien, me empujó y dijo: Tú no tienes que venir aquí abajo; de-
bes volver arriba porque no nos interesas. No te queremos aquí
— Era un sitio aterrador. Yo me asusté mucho”.

El Doctor Raymond Moody describe el caso de un joven dro-


gadicto que llevaba mala vida e intentó suicidarse. Tuvo un pa-
ro cardíaco, su cuerpo se volvió de color azul; pero sobrevivió y
contó lo siguiente: “Yo bajé a un lugar horrible que era como el
Infierno, todo tenebroso y oscuro. Allí, había unos seres aterra-
dores que me agarraban, me apretaban. Fue muy espantoso, no
lo quiero recordar en toda mi vida”.
La experiencia “infernal” de este joven se grabó en cinta mag-
netofónica; pero, cuando el doctor retrocedió la cinta del graba-

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dor para volver a oír el relato, allí no había nada: Todo se borró
de la manera más incomprensible e insospechada.
El doctor quedó asombrado y no encontró explicación algu-
na a este hecho, pues el grabador era muy seguro: No había fa-
llado en diez años ni falló tampoco después.
En estas formas mentales que se reproducen como viven-
cias, se encuentran muchas clases de expiaciones del Bajo As-
tral. Por ejemplo: el asesino es perseguido por sus víctimas sin
que le sea posible escapar, ya que él persiguió en la misma for -
ma. Luego, también muere de la misma manera muchas veces.
La repetición incesante de los hechos delictivos es allí una ca-
racterística fundamental como persistente lección.
Los que experimentaron con animales con fines científicos y
los atormentaron se encuentran rodeados de sus víctimas, oyen
sus quejidos, ven repetirse, detalle por detalle, los crueles expe-
rimentos, sumado esto a que sienten los sufrimientos. La cruel-
dad hacia cualquier forma de vida no es una buena carga para
llevar consigo al “Otro Mundo” ciertamente.
Las personas de bajas pasiones se ven obligadas a enfren-
tarse a sus hechos hasta que se dan cuenta de que deben recti-
ficar. Todo esto no sucede por castigo sino por aprendizaje o
lección que se ha de asimilar para el logro de una posible re-
dención y purificación, porque es preciso elevarse y cambiar.
Todo cuanto fue creado en el plano físico durante la vida
material, quien pasa de plano lo encuentra “Arriba”, para bien o
para mal. Resulta inevitable porque allí está esperando la pro-
pia cosecha. Si es negativa, ha de ser transmutada cuanto an-
tes. La misericordia da muchas formas de hacerlo y, para eso,
están también los Retiros de Llama Violeta.
En el Astral, se encuentran los amigos y los enemigos, ya que
el amor y el odio forman ataduras muy fuertes que persisten.
Allí, también funciona el libre albedrío, se puede escoger entre
el bien y el mal. Si alguien no ha perdonado y mantiene el odio

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en su corazón no será nada bueno lo que hará a su enemigo
cuando él desencarne. Igual que aquí hay criminales que espe-
ran a los que salen de la cárcel para hacerles maldades porque
los odian, también algo así puede suceder en los niveles astra-
les. Como es Abajo, es igualmente Arriba.
Cada persona es libre, dueña de sus actos para hacer el bien
o inclinarse hacia lo malo y perverso. La Ley de Causa y Efecto
retribuye según las obras. Para eso, está la eternidad con nume-
rosas vidas terrenas en las que se pueden pagar los errores co-
metidos por medio de compensaciones de amor. Todo ser hu-
mano ha de avanzar en la evolución y, con justicia, se le dan las
lecciones apropiadas para su adelanto. Lo que llamamos “mal”
no es sino un instrumento del bien.
Ya hemos dicho que los permanecedores en el plano pue-
den molestar a los humanos por medio de sugerencias y pro-
yecciones mentales: Atizar el odio, la violencia, los instintos bru-
tales porque así gozan y eso los satisface. De ahí proceden las
posesiones, las semiposesiones que han sido calificadas como
“locura”; pero no conviene fijar la atención en lo psíquico. Sim-
plemente, lo damos como una información y añadimos: No hay
que angustiarse por nada, ya que las posesiones y semiposesio-
nes no se dan si no hay un karma pendiente, pues las personas
que no abren la puerta a tales influencias no pueden caer en
ellas. Quien vive en armonía y luz genera tan alta rata vibratoria
que eso lo protege de semejantes intromisiones. La luz y la paz
son el poderoso escudo permanente.
Acerca del “demonio” de que hablan las Iglesias o “Satán”,
decimos que no existe en realidad. Las fuerzas del mal siempre
tienen un líder y muchos como también los tienen las fuerzas
del bien: Maestros Ascendidos, Hermanos Mayores. A los dos
bandos, se les da la misma oportunidad. Si es cierto que, en la
Tierra y como dirigente de la Otra Polaridad, está Luzbel a quien
la Iglesia ha satanizado a su manera; pero esa historia, explica-
da en el libro Interrogantes, no es como la cuentan.

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CIELO Y PURGATORIO. Cielo y Purgatorio existen como es-


tados de conciencia y como lugares específicos, porque cada
persona lleva consigo al “Más Allá”, su cielo y su infierno en el
sentido de que se encuentra con sus propias creaciones y ha de
enfrentar las consecuencias de sus actos. También necesita un
lugar donde poder estar más frecuentemente.
Entendido como un sitio o lugar, el Purgatorio se encuentra
situado en la Cuarta Dimensión, donde resulta posible la rege-
neración de los errores, aliviar el karma pendiente antes de vol-
ver a reencarnar. Esto se hace en los Retiros de Llama Violeta, si
así lo solicitan y desean. Hay una dispensación especial para
quienes conocen la verdad de la Llama Violeta, aceptan volun-
tariamente la purificación y quieren liberarse en parte, del exce-
sivo peso de su karma para que así puedan volver, más descan-
sados, a su nueva vida terrenal.
Algunos videntes sensitivos percibieron, en tiempos pasa-
dos, la condición de transmutación en los Retiros de Llama Vio-
leta, esa energía que envuelve a los cuerpos y asociaron tales
imágenes con el fuego del Infierno que tanto atemorizó en los
pasados siglos del oscurantismo medieval.
En los Retiros de Llama Violeta, la purificación se realiza de
una manera intensiva, por dispensación especial o “Gracia”, pa-
ra bien del desencarnado. La “Gracia” significa merecimientos
por entender y aceptar los Poderes de Transmutación, con lo
cual colaboran en la limpieza del mundo, puesto que cada de-
sencarnado luego, será un encarnado más.
Hay, en el ser humano, una tendencia natural a la superación
que la misma vida canaliza en mayores ascensos después de
haber tenido inmensas caídas. Toda bajada va seguida de una
subida porque ascender, descender, morir y renacer son etapas
necesarias. Siempre que se sube a una montaña es para descan-
sar arriba, limpiar los pulmones con aire puro y así coger nue-
vas fuerzas para bajar al valle nuevamente. La subida fortalece
de manera que, si se ha de bajar de nuevo, se puede soportar.
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Una gaviota desciende al mar en picada para alimentarse de
algún pez que nada entre las aguas; luego, se remonta de nuevo
a lo alto. Porque siempre tiene hambre, realiza esto muchas ve-
ces. El ser humano es espiritual por naturaleza, su morada na -
tural está “Arriba”, en lugares de luz; pero desciende a la Tierra
para adquirir experiencias, crecer y evolucionar.
El Cielo existe como un nivel superior de superación y avan-
ce. Allí, viven los que alcanzaron la maestría, son ya seres per-
fectos; es decir: los Maestros Ascendidos. Mejor sería decir “los
Cielos” que son los siete planos de la Quinta Dimensión. Para
lograr tal nivel, es preciso haber superado las limitaciones de la
Tierra, controlar al yo humano (personalidad) realizar el Amor
Impersonal, dar el mando al Yo Divino y acabar con toda clase
de apegos. Por supuesto, ya se han sublimado los instintos y
pasiones. Luego de esto, viene la Ascensión.
En los Cielos, igualmente continúa la vida, pero mucho más
elevada y excelsa. Ya no hay sufrimiento, apariencia de enfer-
medades ni desastres, se vive en resplandeciente cuerpo elec-
trónico que es igual al físico, pero muy bello y perfecto. Esa di-
mensión también es llamada “Planos de Luz” o “Altas Esferas”.
La Ascensión a los Cielos todo ser humano la puede lograr,
si se esfuerza lo suficiente y alcanza la superación que se preci-
sa. No constituye un privilegio propio solamente del Maestro
Jhasua o de la Amada Miriam. Es preciso que cada individuo tra-
baje por su Ascensión futura y comience por aceptarla en el
momento presente para que llegue a su tiempo, a su ritmo,
cuando él esté listo por la superación alcanzada.
Los buenos cristianos entienden el Cielo de otra manera: co-
mo un lugar paradisíaco, hermoso, feliz, donde los ángeles tocan
sus arpas, cantan y Dios los escucha embelesado en medio de
una corte de santos, de altas jerarquías. Allí, no se hace nada y
todo el disfrute es el bienestar pasivo para una serie de privile-
giados inactivos, siempre en estado de éxtasis. Se trata de una
posición de nube rosada basada en la ignorancia.

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Las condiciones para merecer el Cielo, es decir: poder llegar


a la Quinta Dimensión, son las siguientes: Ausencia absoluta de
egoísmo, desinteresada conducta, haber desarrollado el amor
impersonal hacia toda forma de vida, el difícil logro de la Imper-
sonalidad, el desapego, corte de ataduras con toda limitación,
alto nivel de conciencia, pureza de sentimientos, de conducta y
la sublime conquista del Amor. Cuando se alcanza la maestría
de un ser de luz, ya no se reencarna más.
Acerca del Cielo y los Cielos, dice el SEÑOR OROMASIS para
aclarar su exacta ubicación: El término de Cielo es lo máximo
que el ser humano puede concebir y comprender en cuanto a
espiritualidad se refiere. Por esto, las escuelas religiosas lo aso-
cian con el más supremo lugar donde se encuentra Dios; pero,
ya saben que ésa no es la verdad. En primer lugar, el Cielo no
viene siendo lo máximo, lo más excelso ni tampoco Dios se en-
cuentra allí con exclusividad, porque la luz está en todas partes.
A nivel espiritual, se habla de “los Cielos”. Son los siete pla-
nos que forman la Quinta Dimensión. En el Primer Cielo, a partir
de ahí, están los Maestros Ascendidos; es decir: los seres que ya
superaron la Tercera Dimensión de materia densa en el plano
físico y no reencarnan más, si no quieren.
Cabe aclarar que “los Cielos” no constituyen el último esca-
lón de la evolución que hay porque aún quedan muchas dimen-
siones y planos por superar ya que, en el eterno vivir, se precisa
subir muchos niveles, porque ése ascenso nunca termina. Aca-
bar con algo y llegar al fin sería limitación.
LA ESCALA DE JACOB. En el Antiguo Testamento, la Biblia
cuenta que Jacob, cuando iba en camino hacia la casa de su tío
Labán, se durmió a la sombra de una encina y soñó algo fasci-
nante: Vio una gigantesca escalera que subía hasta el Cielo. En lo
alto, estaba Dios. Por sus peldaños, subían y bajaban numerosos
ángeles en armoniosos grupos. Interpretamos: Los que bajaban
eran personas que volvían a reencarnar y subían quienes iban
desencarnando en el cambio de dimensión llamado muerte.
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Esta escalera simboliza la evolución espiritual del ser huma-
no que asciende, una y otra vez, a un nivel más alto. Cada esca-
lón representa un estado de conciencia, de verdad, superior al
anterior. Cuando un nivel de conciencia se deja para subir a
otro, ya no puede haber retroceso alguno.
Todo ser humano tiene un nivel de comprensión, de verdad
espiritual que debe ser respetado. Es su camino para ir hacia el
Padre. Por esta razón, hay tantas religiones en el mundo, tantos
sistemas filosóficos y espirituales; aunque todos coinciden en
las verdades básicas que son la esencia fundamental.
Un conocido refrán popular expresa: “Todos los caminos con-
ducen a Roma”. Se pueden hallar ciertamente muchos caminos
para ir al mismo lugar, unos más largos, otros más cor tos, al-
gunos dan vueltas y no resulta posible llegar directamente por
ahí. Hay quienes prefieren acortar el trayecto utilizando senderi-
tos peligrosos o “atajos” que abrevian el tiempo y quienes van
por senderos escabrosos casi escondidos, llenos de espinas, de
alimañas. Siempre son más fáciles las amplias carreteras, las
autopistas rectas; pero, al final, todos llegan igualmente al lugar.
Unos tardan más tiempo; otros menos. Son también bastantes
los que se retardan, porque se detienen a contemplar la belleza
del paisaje o alguna rara maravilla que los distrae.
Hay que ser amplios, comprensivos, respetar todo nivel de
verdad en otras personas, en cualquier religión, filosofía o for -
ma de pensar sin considerarse superiores a nadie ni a nada, por-
que son muchos los niveles de verdad, los estados de con-
ciencia entre los seres humanos que pueblan la Tierra, ya que
conviven aquí seres de distintas evoluciones.
La Escala de Jacob simboliza también el proceso de pasar
de plano y luego, volver a reencarnar. Los que suben por sus
peldaños son quienes acaban de desencarnar; es decir: los di-
funtos o muertos. Los que bajan son los que han pasado un
tiempo en la vida entre vidas (Plano Astral) y luego regresan al
plano denso para volver a encarnar, después de una etapa de

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descanso. Para subir, hay que esforzarse conscientemente, mien-


tras que bajar resulta más fácil y rápido; pero a nivel espiritual,
más vale subir que bajar por el peligro que supone lo segundo.
Dios arriba de la escalera representa el equilibrio perfecto
entre subir y bajar, porque ambas situaciones son igualmente
necesarias para la superación evolutiva. Quien no quiere bajar
no está preparado para poder subir; así, se retarda en su evo-
lución. Son como dos turnos armoniosos de seres que están de
acuerdo sin darse cuenta y ayudan, en forma ordenada, al pro-
ceso de nacer y morir, con objeto de volver a renacer de nuevo
de manera más alta, con mejores oportunidades.
La Escala de Jacob puede ser también interpretada como el
Orden Divino que controla, en perfección, la evolución humana,
las puertas del nacimiento y de la llamada “muerte”, porque na-
da de eso se debe a la casualidad. Los habitantes del mundo ac-
túan como los obreros de una fábrica, por turnos rigurosamen-
te ordenados. Unos salen para pasar de plano y otros entran de
nuevo para proseguir su labor. Mientras este turno llega, a los
otros que esperan, se les da una nueva oportunidad. Dios arriba
significa la jerarquía de grandes inteligencias que cuidan y vigi-
lan todo el proceso con amor.
Los nacimientos y defunciones en el mundo no se deben al
azar sino que están perfectamente controlados desde “Arriba”.
Las puertas del nacimiento y de la muerte no se abren ni se cie-
rran por mecanismo incontrolado ni de cualquier manera. Re-
cuerden que, sin el Orden Divino, nada puede ser ni existir. El
aparente caos de la superpoblación del planeta, cada vez en
aumento acelerado, no es casualidad, desorden ni puede ser
controlado por las autoridades médicas desde “Abajo”, pues es-
ta situación corresponde a los de “Arriba” y está perfectamente
estudiada. Nacen más individuos cada vez porque la Tierra tie-
ne más comodidades y adelantos actualmente que en la antigüe-
dad. Esto hace posible el bienestar colectivo, la supervivencia de
mayor cantidad de personas. También hay más nacimientos que
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defunciones actualmente en el mundo y antes era al contrario,


por la siguiente razón: El atraso de la Medicina y de las condi-
ciones higiénicas que había en el planeta en pasados tiempos.
Finalmente, recordamos lo siguiente: Para nacer, hay que so-
licitarlo, pedir permiso y que les sea concedido. Igualmente, la
muerte ya está prevista a su tiempo, a su ritmo. Nadie nace ni
muere en el mundo por casualidad. Las diversas condiciones de
ambos procesos están rigurosamente estudiadas de manera
que, absolutamente, nada se debe al azar.
EL ESOTERISMO LLAMA AL CIELO DEVACHAN. ¿QUE ES EL
DEVACHAN? ¿EXISTE? El Devachán sí existe y es un estado de
conciencia. Se manifiesta como un regalo merecido para satis-
facer los grandes anhelos sinceros que, por circunstancias del
plano denso, no pudieron ser realizados en la vida física. Estos
casos especiales sólo se cumplen cuando, al pasar de plano, el
desencarnado aún mantiene el deseo de tener eso que tanto
quiso y nunca pudo alcanzar.
Como sucede con la mayoría de los deseos humanos, cuan-
do ya se satisfacen o se ven realizados dejan de existir, porque
después vienen otros; pero, para que no queden traumas fuer-
tes e innecesarios al dejar de tener lo que tanto se anheló, la
Divina Presencia proyecta el “Devachán”. Luego que ha pasado,
el ser hace conciencia y se integra a la vida normal en la Cuarta
Dimensión donde le corresponde estar.
El tiempo que dura el Devachán depende de lo fuerte que
sea el deseo. Cuanto mayor sea la intensidad del anhelo, más se
prolongará la felicidad en la experiencia personal.
Las ilusiones, esperanzas y aspiraciones personales, de no
ser cumplidas, ocasionarían cierto bloqueo mental y emocional,
innecesarios traumas, conflictos, complejos psicológicos que se
arrastrarían a posteriores encarnaciones para causar dificulta-
des. Esto lo evita la Divina Presencia cuando hay merecimientos.
Como una compensación antes de volver a nacer, da la oportu-
nidad de vivir esos anhelos felices y experimentarlos.
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Por supuesto, la maravillosa experiencia del Devachán se


efectúa en la vida entre vidas; es decir: después de pasar de pla-
no. No dura todo el tiempo de la permanencia allí, sino que trans-
curre en parte de ese tiempo entre dos vidas físicas: Después
que murieron y antes que regresaron.
Todos los desencarnados no tienen esa experiencia, sino só-
lo aquellas personas buenas, correctas que han visto frustrados
sus más ardientes deseos. De esta manera, transcurren sus vi-
das sin que hayan cumplido sus sueños. Entonces, su Presencia
los premia con ese estado de felicidad que es íntimo, individual
y subjetivo, pasado el cual se liberan de sus tensiones para pro-
seguir el ritmo de su vida normalmente.
La maravilla de la experiencia tiene alguna similitud con la
creencia en el Cielo de los cristianos; pero hay muchas diver-
gencias en realidad, porque no se trata de un lugar pasivo de
bienaventuranza donde hay ángeles cantando, jerarquías celes-
tiales en embeleso. Tampoco es un lugar destinado solamente a
los buenos cristianos que cumplen con sus ritos y ceremonias,
del cual quedan excluidas las demás personas.
Cada individuo está en su propia esfera devachánica creada
por su Presencia, por la intensidad de sus deseos, de sus sue-
ños y esperanzas. Allí, todo se cumple con grandeza para bien y
felicidad. No se viven cuadros con la imaginación, sino expe-
riencias reales que no se pudieron lograr antes. Allí, todo es ac-
ción, no hay cansancio alguno, las alegrías compensan las triste-
zas, los anhelos bellos y elevados son realizados, lo cual da for-
taleza y refuerza la fe que tenga cada individuo.
Para mejor comprensión de este tema, citaremos varios ca-
sos de Devachán relatados por el autor Vicente Beltrán Anglada
en su libro la Jerarquía de los Angeles Solares.
Caso 1: Se trata de un salvaje que vivió en Africa Ecuatorial.
Debió pasar por serias dificultades para conseguir alimento,
porque su más ferviente anhelo era cazar y pescar con suma
habilidad. En su devachán, él estaba solo en la inmensa selva
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sin la compañía de otros salvajes ni de mujer alguna. Se sentía
feliz en la paz del lugar por la gran abundancia de caza y pesca
que allí había, porque podía pescar libremente sin limitaciones
y tenía el ambiente que deseaba.
Caso 2: Un pordiosero que pedía limosna por las calles y era
muy mal tratado. Cuando entraba en las tabernas, lo sacaban
de allí violentamente porque no podía pagar. Solo, sin familia,
su dicha consistía en ver a escondidas, a través de un ventanu-
co de su cuarto, como su vecina colmaba de atenciones a su
marido, le servía la comida y lo recibía al llegar.
Su Devachán era así: El, vestido elegantemente pero en for -
ma algo estrafalaria, recorría las calles de la ciudad, entraba en
bares, tabernas y lugares distinguidos donde todos lo trataban
con educación, con muchas atenciones. Luego, en su hogar, era
recibido por su esposa: una bella joven (la vecina) que le brinda-
ba su amor, sus cuidados. Esto sucedía en Londres.
Caso 3: La doncella de compañía de una dama aristocrática
soportó desprecios, una situación de marginalidad humilde a la
sombra de una encopetada señora a quien servía por ligaduras
karmáticas. Era muy refinada y exquisita, con inclinación por la
Música, las Bellas Artes. Su vida transcurrió triste y resignada-
mente en la corte francesa.
Vivió este Devachán: Convertida en una gran dama de la alta
sociedad, asistía a fiestas, reuniones y conciertos. Se veía agasa-
jada por su belleza, su gusto artístico, su posición social. Tenía
hermosos cuadros en su palacio, bailaba con gracia y agilidad,
todos la admiraban, la atendían, la colmaban de halagos y aten-
ciones, se sentía muy bien y contenta.
Caso 4: Una monja que sufrió soledad y frustración en el con-
vento donde transcurrió su juventud hasta la edad de treinta
años en que murió. Así era su Devachán: Estaba casada y vivía
feliz en su hogar, con su esposo, rodeada de sus hijos, de las pe-
queñas alegrías y labores hogareñas. Se sentía una mujer reali-
zada, dedicada a la familia, acompañada y amada.
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Caso 5: Un estudiante de la ciencia espiritual con altos idea-


les de ayuda y servicio. En su Devachán, vio el mundo feliz, lle-
no de paz, de abundancia, sin egoísmos ni maldades y gozó de
la convivencia social en un ambiente superior soñado.
Como podemos advertir, el Devachán no es igual para todos,
pues mucho depende de los íntimos anhelos no cumplidos, de
las aspiraciones no realizadas e ideales que tenga cada persona
al pasar de plano. Sobre todo, es algo que ha de ser merecido
porque, si no se tienen los méritos suficientes, no habrá ningún
Devachán. Muchas personas de vivir común no lo necesitan pa-
ra su evolución y pasan directamente al Plano Astral donde pro-
siguen su vida. Esto sucede porque no tuvieron anhelos sobre-
salientes, sino pequeños deseos en su cotidiano vivir y lo que
deseaban se cumplió en gran parte.
En realidad, el Devachán es una maravillosa compensación
que, como regalo de amor, por suficientes méritos alcanzados,
otorga la Divina Presencia a su hijo para alegrarlo y fortalecerlo.
La esfera devachámica, donde ese tiempo transcurre, permane-
ce aislada para evitar toda interferencia e intromisión. Nada que
no haya sido planificado por el Yo Divino en bien de su hijo pue-
de perturbar allí. Una vez cumplidos los anhelos a plenitud, se li-
beran ataduras de apegos y añoranzas.
De no ser por el Devachán, más vidas físicas se precisarían
para poder experimentar esos deseos y que se cumplan. Siendo
el desencarnado un ser de especiales merecimientos, su Yo Di-
vino lo premia con amor; pero, a la vez, acorta el proceso de ex-
periencias o reencarnaciones por vivir.
A ese ciclo, que es el Devachán, se refieren los relatos de las
religiones: Un hermoso lugar de paz y alegría lleno de experien-
cias felices que merecen los que se portaron bien, han sido bue-
nos y amaron al prójimo en su última vida física.
El Devachán ha sido asociado con el Cielo de la religión cris-
tiana, porque es un lugar donde transcurren sublimes experien-
cias y las personas buenas, de grandes merecimientos, viven rea-
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lidades maravillosas. Sin embargo, Cielo y Devachán no son lo


mismo, porque los cielos son los siete planos de la Quinta Di-
mensión donde están los Maestros Ascendidos, lugar de dicha y
superación después de haber alcanzado, permanentemente, el
estado perfecto. En el Devachán, transcurre un proceso transi-
torio de realidad para compensar, fortalecer a los que experi-
mentan esa íntima realización y lo merecen. Viene siendo como
un valioso regalo y no para todas las personas.
Otra diferencia es que quienes viven las experiencias subli-
mes del Devachán no son aún seres perfectos y todavía tienen
muchos apegos, bastantes apariencias por superar. Justamente
para fortalecerse y descansar, para liberarse de tensiones y an-
helos del pasado, viven la situación devachámica con intensi-
dad, lo cual les da fuerza y coraje para proseguir en su camino
evolutivo que los llevará, mucho más tarde, a la Ascensión en
Quinta Dimensión como seres perfectos.
¿EXISTE EL LIMBO? La palabra “Limbo” es un término religio-
so utilizado para identificar ciertas situaciones de personas,
principalmente niños, que se ubican allí en forma transitoria y
en casos especiales. No compartimos la explicación religiosa,
aunque decimos que sí existe el Limbo y no está solamente pa-
ra los niños; pero, ¿que es el Limbo?
Se trata de un lugar amplio y alargado situado entre Tercera
y Cuarta Dimensión, un espacio interdimensional que se en-
cuentra al final del Séptimo Plano de la Tercera Dimensión. No
comienza inmediatamente la Cuarta, porque hay un espacio de
separación llamado “Octava”. Luego de ese amplio y alargado
espacio, empieza el Primer Plano de la Cuarta Dimensión. Para
comprender esto mejor, les ponemos el ejemplo de las siete
notas musicales: do, re, mi, fa, sol, la, si; luego, se repite otra
vez: do, re, mi, fa, sol, la, si, do, lo cual significa que, entre do y
do, por repetirse la nota al final y al comienzo, se encuentra la
Octava o pequeño espacio intermedio. A ese especial lugar de
ubicación, la Iglesia lo llama Limbo.

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CAPITULO VIII

Igualmente sucede con un vaso de agua ya que, en la parte


de arriba, los átomos se van transformando en aire. El agua se
seca sola, no desaparece sino que los átomos de la parte supe-
rior se convierten en aire; pero, entre el aire y el agua, hay un
pequeño espacio de separación que no es ni lo uno ni lo otro
sino una mezcla de ambos. Así sucede en las dimensiones muy
densas y esas son las Octavas: el espacio interdimensional que
las separa. El Limbo está entre la Tercera y la Cuarta Dimen-
sión; pero ya no existe entre la Cuarta y la Quinta, la Sexta y la
Séptima porque allí hay muy alta vibración y evolución. Tam-
bién, las Octavas separan los planos de la Tercera Dimensión
para estar mejor definidos.
¿Por qué le llaman “Limbo”? Lo califican así como un lugar
de inconciencia y pasividad donde van a parar los niños inocen-
tes; pero resulta que allí hay también ancianos, personas de
todo tipo que han sufrido traumas en sus vidas, pasan por si-
tuaciones fuertes que no pueden soportar, las cuales les produ-
cen una violenta sacudida o “shock”. De manera instantánea,
salen en sus cuerpos etéricos y van a refugiarse en el Limbo.
Casos muy frecuentes de esos se ven en las guerras y catástro-
fes de la naturaleza. Imagínense a un niño pequeño que pierde a
sus padres entre bombas, disparos e incendios; pero él queda
vivo. Esto resulta algo aterrador. ¿Dónde irá ese niño y quién lo
puede amparar? No hay más refugio que el Limbo, lugar transi-
torio de tranquilidad y paz.
Lo mismo pasa en casos de traumas fuertes después de los
cuales la gente queda inconsciente debido a golpes, maltratos,
violaciones, impactos, agresiones psicológicas, etc. Cuando algo
es tan fuerte y violento que no se puede soportar, la Misericor-
dia Divina ofrece esa oportunidad de transitoria paz y descan-
so. La Conciencia está allí utilizando el cuerpo etérico y todavía
no termina la vida física, porque las personas continúan estan-
do encarnadas. Necesitan decidir si se quedan en el Limbo o se
van de allí para volver a la situación que antes tenían y regresar
nuevamente al plano físico donde estaban.
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INFIERNO , CIELO , PURGATORIO Y LIMBO

No se trata de un lugar solitario, tenebroso ni lleno de nubes


o brumas sino que hay allí otras personas que pasean, se reú-
nen, conversan. Para que esto se pueda entender mejor, po-
nemos el ejemplo de Florentino, personaje de un cuento narra-
do en el video “El Hombre que enterró su Cadáver” y escrito en
este libro. Por ser un alcohólico consumado sin redención, Flo-
rentino, en una riesgosa operación quirúrgica, fue a parar al Lim-
bo vestido con su bata azul de enfermo y caminaba por un am-
plio pasillo de luminosidad especial.
Florentino observó como, desde unas puertas laterales cer-
canas que estaban semiabiertas, salían estrepitosos ruidos y
vio como unos feos personajes medio tenebrosos y fiesteros lo
invitaba a entrar; pero él no hizo caso. Luego, se dio cuenta de
que, al frente, estaban dos individuos bien vestidos que pare-
cían como ejecutivos y le salían al paso, le hablaban, lo invita-
ban a ir con ellos. Florentino tuvo que decidir entre ir o no con
los ejecutivos; pero decidió quedarse para dejar de ser un bo-
rrachito y dar ejemplo. Al instante, regresó al plano físico donde
médicos y enfermeras lo daban por muerto.
El ejemplo del video es muy interesante para la comprensión
del Limbo; aunque, con el fin de mayor claridad, no se han pues-
to allí personas que caminan y conversan entre sí. Se trata de un
espacio alargado y amplio, similar a un largo pasillo. Quienes allí
se ubican son personas que viven en el plano físico, no han
muerto, pues no hay desencarnados.
A la derecha, se ven tres puertas y a la izquierda cuatro, lo
cual hemos simplificado en el video. Las puertas 1 y 2 represen-
tan el Bajo Astral, por lo cual se oyen sonidos ruidosos y se ven
a tenebrosos seres asomándose para invitar a Florentino. La
puerta tres, que más llama su atención, corresponde al Subpla-
no 3 del Plano Astral, donde van a parar desencarnados comu-
nes porque allí la vida continúa igual. Las puertas que están a la
izquierda: 4, 5, 6 y 7, corresponden a desencarnados más ade-
lantados. Ninguna puerta tiene manilla, porque la invitación la

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CAPITULO VIII

hacen desde adentro. Cada persona que está en el Limbo se en-


cuentra ubicada cerca de la puerta más apropiada para su evo-
lución y de allí viene la invitación mayor, por la puerta entrea-
bierta, gente que lo llama.
Sucede así por motivos de aprendizaje y libre albedrío, ya
que quienes están en el Limbo todos traumatizados y descon-
trolados deben decidir qué hacer por sí mismos, si morir o se-
guir viviendo. Sus Divinas Presencias les dan esa oportunidad
como aprendizaje y adelanto. Cuando toman la decisión de pa-
sar la puerta para entrar, entonces, desencar nan; pero, si recha-
zan y deciden quedarse, regresan al cuerpo físico en las mismas
situaciones que antes estaban. Muchas son las personas que
recuerdan la experiencia, se fortalecen, aprenden la lección y
quieren mejorar sus vidas.
Otro ejemplo lo tenemos en el video “Doroty y Ben” que se
pasa como instrucción en las charlas de la Enseñanza Ray Sol.
Ben permaneció largos años en vida vegetativa; pero, de pronto,
inesperadamente, vuelve a la normalidad como un resucitado
que encuentra todo muy diferente y se extraña, mira a su alre-
dedor. Su caso es karmático ya que, al Limbo, van también per-
sonas que tienen karmas por saldar, de mayor o menor grave-
dad. Así sucede igualmente con otro tipo de enfermedades co-
mo la catalepsia. Para todo ser humano desamparado, desubi-
cado, desprotegido que sufre de pronto un trauma fuerte, está
ese refugio transitorio de paz que se llama Limbo.
¿Hasta cuándo permanecen allí? Generalmente, poco tiem-
po, exceptuando los casos karmáticos; pero deben tomar la de-
cisión, por ellos mismos, de pasar la puerta, volar a la nada o
quedarse allí y regresar a la vida física. En ello, está el propio
aprendizaje. La niña Doroty del video era invitada por otros ni-
ños frecuentemente a volar a la nada; pero Ben la convenció de
no hacerlo. Con su muerte violenta, debido al esfuerzo de co-
municación, él compensó y saldó la deuda pendiente, de tipo
karmático que le faltaba; por lo tanto, quedó libre.

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