Está en la página 1de 1

La Perfección del amor está en la misericordia

El Papa Francisco, en la Audiencia General del 21 de septiembre de


2016, en el contexto del Año de la Misericordia, hacía referencia al
Evangelio de la liturgia de hoy: “Sean compasivos, como su Padre es
compasivo” (Lc 6,36); y decía que “no se trata de un lema de impacto,
sino de un compromiso de vida”.
La compasión y la misericordia son las actitudes esenciales que hacen
posible y concreto el mandamiento del amor, como nos lo pide el Señor:
“Amen sus enemigos, hagan el bien a los que los odien… “. Desde esta
perspectiva San Lucas especifica que la perfección es el amor
misericordioso.
Nos preguntamos ¿qué significa para nosotros, discípulos misioneros de
Jesús, ser misericordiosos? ¿Cómo podemos hacer visible esa
misericordia de Dios en nuestra vida?
En la primera lectura, David nos lo muestra cuando perdona al rey Saúl,
respeta su vida y decide no hacerle daño, aun sabiendo que el rey tiene la
intención de matarlo.
En el Evangelio, Jesús lo explica de una forma muy clara con dos verbos:
“Perdonar” (v. 37) y “donar” (v. 38):
Perdonar: “No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán
condenados; perdonen y serán perdonados”. Jesús no pretende alterar el
curso de la justicia humana, pero nos recuerda que para tener relaciones
fraternales es necesario suspender los juicios y las condenas.
“Precisamente el perdón es el pilar que sujeta la vida de la comunidad
cristiana” (Papa Francisco).
Donar: Desde una lógica humana comprendemos que en la medida en la
cual recibimos algo lo podemos dar; también en nuestra experiencia de
fe: en la medida que recibimos los dones, las gracias de Dios, se dona al
hermano, y en la medida en la cual se dona al hermano, ¡se recibe de
Dios!.

También podría gustarte