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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 274,

n ENSAYO marzo-abril de 2018, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

La historicidad del pueblo y los límites


del populismo

María Victoria Murillo

Una definición historicista permite comprender el carácter inclusivo


del populismo latinoamericano en clave comparada y los límites
que le genera la necesidad de sostener una legitimidad electoral
mayoritaria para reclamarse como representante del pueblo. Esta
definición pone el acento en el impacto de la construcción del
concepto de soberanía popular, en la histórica debilidad de los Estados
latinoamericanos y en el efecto de los ciclos político-económicos
que producen reacciones frente a procesos de exclusión, para explicar
el carácter inclusivo tanto de las experiencias populistas clásicas
de las décadas de 1930 y 1940 como de las del nuevo milenio.

E ste trabajo argumenta que una


definición historicista del popu-
lismo permite comprender mejor las
carácter inclusivo como las deman-
das de la ciudadanía latinoamericana
a los gobiernos de este signo político
características de esa experiencia en y los límites que esas demandas ge-
América Latina en clave compara- neran para sus líderes. Al hacerlo,
da. Una definición tal ilumina tan- sugiere también que una definición
to las condiciones que construyen su historicista permite comprender el

María Victoria Murillo: obtuvo su licenciatura en Ciencia Política en la Universidad de Buenos


Aires (uba) y su maestría y doctorado en esa misma disciplina en la Universidad de Harvard. Ac-
tualmente es profesora titular de Ciencia Política y Estudios Internacionales en la Universidad de
Columbia, Nueva York. Entre sus libros están Labor Union, Partisan Coalitions and Market Reforms
in Latin America (Cambridge University Press, Nueva York, 2001; hay edición en español: Sindi-
catos, coaliciones partidarias y reformas de mercado en América Latina, Siglo xxi, Buenos Aires, 2005)
y Political Competition, Partisanship and Policymaking in Latin American Public Utilities (Cambridge
University Press, Nueva York, 2009).
Palabras claves: Estado, populismo, pueblo, soberanía popular, América Latina.
Nota: la autora agradece los comentarios de Mario Pecheny, Enrique Peruzzotti y los participan-
tes en el panel «Populismos comparados» del xiii Congreso Nacional de Ciencia Política organizado
por la Sociedad Argentina de Análisis Político (saap) en Buenos Aires, del 2 al 5 de agosto de 2017.
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María Victoria Murillo

populismo latinoamericano mejor ■■ El regreso del populismo:


que las definiciones discursivas que la experiencia latinoamericana
buscan construir amplios denomina-
Si bien América Latina ha provisto una
dores comunes para definir subtipos
extensa bibliografía sobre el populis-
de populismo. La experiencia histó-
mo, su resurgimiento en el nuevo mi-
rica es clave en la construcción de los
lenio, tanto en la región como en mu-
diferentes subtipos de la categoría po-
chas otras áreas del mundo, ha puesto
pulismo porque contribuye a iluminar
el concepto nuevamente en el foco de
las condiciones que les dan origen.
atención académica. Azuzados por ese
renovado interés, los esfuerzos más re-
En el caso latinoamericano, la cons-
cientes por encontrar una definición
trucción del concepto de soberanía
que permita la comparación empírica
popular, la histórica debilidad de los
a través de diversos casos han enfati-
Estados y el impacto de los ciclos po-
zado el carácter discursivo de aquella.
lítico-económicos son cruciales para
Contribuyendo a una amplia bibliogra-
comprender no solamente la especifi-
fía sobre el tema, el trabajo más explí-
cidad de la experiencia populista en el
cito en su pretensión comparativa (y
gobierno y su carácter incluyente, sino
no normativa) es, tal vez, el de Cas
también los desafíos que los populis-
Mudde y Cristóbal Rovira1. Ellos ofre-
mos en el gobierno deben afrontar. La
cen una definición mínima del popu-
primacía de un pueblo acostumbrado
lismo basada en categorías discursivas
a la ratificación electoral y construido
y sin contenido de políticas públicas2.
sobre demandas diversas que se uni-
fican estratégicamente tras el o la lí- 1. C. Mudde y C. Rovira: «Exclusionary versus
der significa también el riesgo de que Inclusionary Populism: Comparing Contempo-
rary Europe and Latin America» en Government
los sujetos que lo componen puedan and Opposition vol. 48 No 2, 2013; C. Mudde y
abandonar a esa dirigencia en condi- C. Rovira: A Very Short Introduction to Populism,
Oxford University Press, Oxford, 2017. Entre las
ciones adversas. En particular, la ne- múltiples definiciones discursivas con carácter
cesidad de responder a las variadas y normativo se destacan Ernesto Laclau: La razón
populista, fce, Buenos Aires, 2005; Nadia Urbina-
cambiantes demandas de ese pueblo ti: «Populism: A Challenge from Within», inédi-
construido como unidad binaria en el to, 2017; Disfigured Democracy, Harvard Univer-
sity Press, Cambridge, 2014 y «Democracy and
discurso populista (pero heterogéneo
Populism» en Constellations vol. 5 No 1, 1998; Jan-
en sus identidades, intereses y catego- Werner Muller: What Is Populism?, University of
rías de asociatividad) genera tensiones Pennsylvania Press, Filadelfia, 2016.
2. Kurt Weyland propone tempranamente una
debido a los requisitos impuestos por conceptualización comparativa de base empí-
la legitimidad electoral que sostiene a rica también basada en aspectos discursivos y
de estilo político. Sin embargo, busca aplicar
los populismos latinoamericanos en su clasificación a América Latina, mientras que
el gobierno, tras el proceso de demo- Mudde y Rovira lo hacen a todo el mundo. K.
Weyland: «Clarifying a Contested Concept: Po-
cratización que se inició en las últimas pulism in the Study of Latin American Politics»
décadas del siglo xx. en Comparative Politics vol. 34 No 1, 10/2001.
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La historicidad del pueblo y los límites del populismo

Definen el populismo como «una ideo- por ello que para comprender a los
logía superficial que considera a la so- gobiernos populistas en América La-
ciedad separada entre dos campos ho- tina es conveniente enfocarse, más
mogéneos y antagónicos, ‘el pueblo que en el pragmatismo de la campa-
puro’ versus ‘la elite corrupta’, y que ña electoral, en aquellas experiencias
organiza la política como expresión que han tenido la capacidad de con-
de la voluntad general del pueblo»3, a firmar su populismo en el poder. Una
la que ellos contraponen el elitismo y definición de carácter histórico que
el pluralismo4. Es decir, el populismo ponga el acento en la economía políti-
se reconocería a partir de un discur- ca del fenómeno permite comprender
so moral que establece un antagonis- tanto estos procesos como otras expe-
mo entre el pueblo oprimido y la oli- riencias populistas fuera de Améri-
garquía opresora. En esta visión, el ca Latina. Y de este modo es posible
pueblo construye su homogeneidad entender que las experiencias no lati-
a través de un líder que le permite la noamericanas pueden ser de carácter
realización de la voluntad general al incluyente al mismo tiempo que sos-
encarnar la pretensión emancipadora tienen rasgos excluyentes en el pla-
del populismo. no económico, y especialmente en lo
que hace a definiciones de ciudada-
La definición discursiva de Mudde y nía nativistas, en algunos casos pue-
Rovira les permite obtener una cate- den incluso justificar políticas de cor-
goría sumamente amplia, que puede te xenófobo.
incluir desde Podemos en España a
Justicia y Desarrollo en Turquía y el El debate sobre la definición del po-
Partido de la Libertad en Holanda, pulismo en América Latina estuvo
pasando por el chavismo en Vene- vinculado desde sus inicios –marca-
zuela y el fujimorismo en Perú. En su dos tal vez por el trabajo de Gino Ger-
amplitud, esta conceptualización ha- mani5– a las experiencias históricas
bilita subtipos, pero no permite com- del populismo realmente existente
prender la historicidad del populismo en sus distintas expresiones. Quienes
más allá del desencanto con el esta- participaron en estos debates cons-
blishment político (que ha precedido truyeron las diferentes conceptuali-
a la emergencia de los más variados zaciones del populismo sobre la base
movimientos políticos). Asimismo, de la experiencia regional de las dé-
la promesa populista de un discur- cadas de 1930 y 1940. Estas asumen la
so puede acabarse el día de la asun-
ción del gobierno, como ocurrió con 3. C. Mudde y C. Rovira: A Very Short Introduc-
Carlos Menem en Argentina en 1989 tion to Populism, cit., p. 699.
4. Traducción del inglés de M.V. Murillo.
y con otros presidentes latinoameri- 5. G. Germani: Política y sociedad en una época en
canos durante la década de 1990. Es transición, Paidós, Buenos Aires, 1965.
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inclusión política y/o económica de gobierno y liderazgo prevaleciente en


sectores subalternos, sean estos tra- la década de 1990 como «cesarismo
bajadores, campesinos o pobres ur- plebiscitario»9 o «democracia delega-
banos, al mismo tiempo que ponen el tiva»10, más que como populismo.
énfasis en la dimensión cultural del
populismo como una irrupción ple- Esta toma de posición en el debate
beya contra el establishment político sobre qué es el populismo en Améri-
existente6. ca Latina se adecua a una definición
historicista, que desde su origen re-
En ese contexto se encuadran los de- conocía como causales de la polari-
bates sobre los distintos momentos zación populista no solo su discur-
del populismo en América Latina in- so sino también las reacciones contra
cluyendo al clásico de los años 30 y las dimensiones de redistribución
40, los llamados «neopopulismos» de político-económica y cultural. En los
los años 90 y el populismo radical del populismos latinoamericanos, tanto
nuevo milenio7. En particular, la cla- clásicos como radicales, la inclusión
sificación de las experiencias de fines de nuevos grupos en el sistema polí-
de siglo xx ha sido muy debatida, ya tico, la expansión de sus oportunida-
que su contenido político ha sido me- des económicas y su reconocimiento
nos antielitista que en décadas pre- como agentes políticos dan origen a la
vias y han implementado políticas polarización que reconocen Mudde y
de corte neoliberal en lugar de redis- Rovira como fundamental a la expe-
tribución hacia abajo. Es por ello que riencia populista. La reacción antipo-
Maristella Svampa clasifica estos ca- pulista reconoce ese elemento, aun-
sos como populismos de «baja inten- que también hay otros sectores que
sidad», para contraponerlos a los de critican no necesariamente esos pro-
«alta intensidad», que tendrían una cesos sino los medios con los que se
característica redistributiva en lo ma-
terial y en lo simbólico de la que care- 6. Pueden encontrarse resúmenes de la biblio-
grafía sobre el populismo latinoamericano en
cen los primeros8. Sin embargo, dado Maristella Svampa: Debates latinoamericanos.
que en la experiencia histórica del po- Indianismo, desarrollo, dependencia y populismo,
Edhasa, Buenos Aires, 2016; y en Carlos de la
pulismo clásico que origina el concep-
Torre: Populist Seduction in Latin America, Ohio
to son esos procesos de redistribución State University Press, Athens, 2010.
simbólica y material los que producen 7. C. de la Torre y E. Peruzzotti (eds.): El retor-
no del pueblo. Populismo y nuevas democracias en
antagonismo social y generan la pola- América Latina, Flacso-Ecuador, Quito, 2008.
rización política que caracteriza a este 8. M. Svampa: ob. cit.
9. E. Peruzzoti: «Populismo y representación
fenómeno, nos parece que estos casos democrática» en C. de la Torre y E. Peruzzoti
requieren su clasificación bajo otra ca- (eds.): El retorno del pueblo, cit.
10. Guillermo O’Donnell: «Delegative De-
tegoría. Es por ello que coincidimos mocracy» en Journal of Democracy vol. 5 No 1,
con quienes clasifican este estilo de 1/1994.
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La historicidad del pueblo y los límites del populismo

logran o su sostenibilidad, sectores terminaron –con excepción de Brasil–


que suelen ser subsumidos, a su pe- en el establecimiento de repúblicas
sar, en ese antagonismo polarizador. que se reclamaban representativas de
la soberanía popular. Como señala Pe-
■■ La historicidad del carácter ruzzotti, las constituciones del siglo xix
inclusivo del populismo establecieron entonces repúblicas en
latinoamericano las que la representación popular era
declarada pero no aplicada, merced a
La definición historicista del populis- artilugios como el fraude o limitacio-
mo latinoamericano siempre ha reco- nes en el derecho al sufragio11.
nocido, como se ha mencionado an-
tes, su carácter incluyente. Y es por La construcción de comunidades na-
ello que esa definición contribuye a cionales a partir del establecimiento
iluminar las condiciones que ayudan de repúblicas donde antes había colo-
a construir ese rasgo específico del nias fue asimismo liderada por las eli-
populismo en esta región del mundo. tes blancas. La idea de nación surgió
En particular, hay tres elementos que entonces contrapuesta al nativismo,
tienen un peso importante en defi- ya que los indígenas fueron aniquila-
nir esta característica: la construcción dos, excluidos, ignorados o fundidos
histórica de la soberanía popular, la en un mito mestizo (cuando se busca-
debilidad de los Estados latinoameri- ba borrar de él a la población de origen
canos y los ciclos político-económicos africano) para la constitución de esa
que provocan una reacción frente a «comunidad imaginaria»12. El popu-
procesos de exclusión. lismo latinoamericano fue construido
sobre esa idea original de soberanía
La soberanía popular. América Latina
es, después de Estados Unidos y Hai-
11. E. Peruzzoti: «Populismo y representación
tí, la primera área de descolonización. democrática», cit.
El proceso independentista fue lidera- 12. El legado colonial de mestizaje y venta de
castas, así como la liberación de los esclavos
do por hijos de inmigrantes europeos que participaron en los ejércitos independen-
(criollos). Las elites blancas carecían de tistas de Simón Bolívar y José de San Martín,
puede también haber contribuido a una idea
soberanía política por un accidente
más laxa de la ciudadanía en términos étnicos
de nacimiento –por haber nacido en las que la que prevalecía en las colonias nortea-
colonias en lugar de la metrópolis– y mericanas. Las restricciones al sufragio tendie-
ron a definirse en las constituciones latinoame-
no por diferencias étnicas o religiosas. ricanas en términos de propiedad y educación
Aceptaban esa diferencia a cambio de más que raciales y étnicos. La legislación de
segregación racial explícita fue poco frecuente,
la protección de la Corona, pero cuan- si bien el Canal de Panamá y la zona de Limón
do esta se desvaneció, cayó también la en Costa Rica proveen excepciones. Sin embar-
go, la práctica de la discriminación racial en el
justificación colonial y se desataron los ejercicio de la ciudadanía ha sido extendida y
movimientos independentistas. Estos continúa siéndolo en muchos casos.
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popular. Es por ello que al expandir para sobrevivir con estrategias como
la ciudadanía a nuevos grupos no lo la ocupación de tierras y viviendas y
hace con un carácter de exclusión ét- el trabajo informal. La debilidad esta-
nica sino de inclusión de grupos nati- tal es también una precondición para
vos –esto ocurre de manera indirecta el cumplimiento selectivo de las le-
en el populismo clásico de concepción yes como alternativa barata de clien-
economicista, que los reconoce solo telismo político16.
en tanto campesinos, y más explícita-
mente en las experiencias andinas del La institucionalidad estatal es entonces
siglo xxi (aun reconociendo las tensio- crucial para comprender la reiteración
nes inherentes al proceso)–. Ni siquie- de los ciclos populistas en un mismo
ra la experiencia boliviana reciente país y la importancia de las anteriores
–donde la población de ascendencia experiencias históricas para dar cuen-
indígena es mayoritaria–, y que Raúl ta de la emergencia y reemergencia del
Madrid13 clasifica como «etnopopu- populismo. Las expectativas que el po-
lista», se presenta con un carácter na- pulismo genera y la debilidad estatal
tivista excluyente como el que preva- para satisfacerlas –en el marco de su
lece en otras regiones del mundo. Por agudización durante el proceso de ex-
el contrario, la construcción del pue- pansión de derechos permitido por la
blo en las experiencias del populismo democratización de las últimas déca-
clásico y radical ha expandido la ciu- das– resultan claves. Los ciclos popu-
dadanía a grupos antes marginados, listas se montan sobre las promesas de
sin establecer exclusiones legales ba- derechos incumplidos. Tales prome-
sadas en criterios étnicos. sas, que empezaron con la creación de
repúblicas independientes, avanzaron
La debilidad estatal. La debilidad de los intermitentemente frente a reacciones
Estados latinoamericanos ha sido am- conservadoras y a Estados que nunca
pliamente reconocida y sus orígenes lograron construir suficiente capaci-
históricos fueron muy estudiados14. dad fiscal para permitirse universali-
Esta histórica debilidad hizo más di- zar esos derechos de forma efectiva.
fícil el cumplimiento de las promesas
13. R. Madrid: The Rise of Ethnic Politics in Latin
populistas materializadas como dere-
America, Cambridge University Press, Nueva
chos, que por ello no siempre fueron York, 2012.
implementados. Carlos de la Torre sos- 14. Miguel Ángel Centeno: Blood and Debt: War
and Nation-State in Latin America, Penn State
tiene que esa debilidad estatal es cru- University Press, University Park, 2002.
cial para explicar el incumplimiento 15. C. de la Torre: «Populismo, ciudadanía y
Estado de derecho» en C. de la Torre y E. Pe-
de las promesas democráticas que da ruzzoti (eds.): ob. cit.
lugar a la reacción populista en el nue- 16. Alisha Holland: Forbearance as Redistri-
bution: The Politics of Informal Welfare in Latin
vo milenio15. Es la debilidad estatal, se- America, Cambridge University Press, Nueva
gún él, la que obliga a incumplir la ley York, 2017.
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La historicidad del pueblo y los límites del populismo

Las experiencias populistas han sido capital» después de una década en la


momentos de expansión de derechos que el crecimiento industrial no se ha-
colectivos (e incluso individuales) que bía compartido con los trabajadores17.
estimularon las demandas, aunque Del mismo modo, el populismo radi-
no necesariamente esa expansión cal latinoamericano sucede a una dé-
fue acompañada por un aumento de cada neoliberal que resultó en un au-
la capacidad estatal que los hiciera mento de la desigualdad y erosionó
efectivos. Es decir, se montaron so- la capacidad de representación de los
bre expectativas preexistentes y las partidos políticos18.
legitimaron, pero no establecieron re-
formas impositivas y administrativas La reacción populista se caracteriza
que garantizaran su sostenibilidad por la emotividad de su promesa re-
en el largo plazo. Tal vez el sentido dentora y por un voluntarismo que
de la oportunidad explica el carácter recobra la acción política por sobre los
disruptivo del populismo incluyente, límites impuestos por la racionalidad
pero sus limitaciones administrativas de los mercados y de saberes exper-
lo condenan, muchas veces, a no poder tos. Los actos simbólicos son claves
satisfacer una universalización de en demostrar la capacidad del popu-
derechos que lo sobreviva de forma lismo para subyugar a estos poderes
efectiva. fácticos haciendo de la nacionaliza-
ción, por ejemplo, no solamente una
La reacción populista. Los populis- estrategia económica de intervención
mos latinoamericanos –en su versión estatal, sino también un símbolo de
clásica o radical– emergen como
reacción a las limitaciones de los sis-
17. Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero:
temas político-económicos que los Estudios sobre los orígenes del peronismo, Siglo xxi,
preceden, en un contexto de profun- Buenos Aires, 1971. La «ruptura populista» a
la que refiere Laclau (ob. cit.) enfatiza la equi-
das desigualdades y de gran volatili- valencia de las demandas insatisfechas y su
dad económica (y, en muchos casos, conjunción alrededor de símbolos comunes
y un líder que representa su voluntad eman-
también de inestabilidad política). La cipatoria. Esta idea también está presente en
promesa redentora del populismo la- la concepción de De la Torre del populismo
como regeneración de los ideales participati-
tinoamericano tiene una base mate-
vos incumplidos por la democracia.
rial y simbólica. El voluntarismo po- 18. Kenneth Roberts: Changing Course in Latin
lítico del populismo promete dar voz America: Party Systems in the Neoliberal Era,
Cambridge University Press, Nueva York, 2014.
y voto a los desposeídos por formas La expansión reciente del «populismo» fuera
institucionales que los excluían y/o de la región también emerge tras un aumento de
la desigualdad y en un contexto de desafec-
procesos de concentración económi- ción con los partidos políticos, pero al estar
ca y aumento de la desigualdad que basada en concepciones diferentes de la so-
beranía popular que apelan a distintas bases
erosionaron su bienestar. Recordemos electorales puede, en algunos casos, resultar
que, en Argentina, Perón «combatía al en posiciones nativistas.
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soberanía popular sobre actores ex- No estoy con esto descartando la im-
ternos que tratan de someterla. En portancia de los liderazgos ni cómo
este sentido, los rituales populistas impactan en el carácter de la expe-
que describe De la Torre iluminan la riencia populista, sino que pretendo
importancia de la emoción que causa poner el foco en el pueblo que esos di-
la agencia política, no solamente en el rigentes contribuyen a «homogenei-
líder, sino también en las masas que zar» o transformar en una «unidad»,
participan en el proceso –y que en el como argumenta Nadia Urbinati 20.
periodo anterior no habían sentido En los populismos clásicos, como el
que se les otorgara esa capacidad de peronismo o el cardenismo, la hete-
agencia–19. La reacción populista res- rogeneidad del pueblo es organiza-
ponde a una realidad material, pero da en categorías funcionales, como
incluye una dimensión no solo de trabajadores o campesinos. La diver-
reparación de la injusticia anterior, sidad organizativa que albergan los
sino de protagonismo en el proceso. populismos radicales del nuevo mile-
(Esta característica limita la capaci- nio es aún mayor e incluye categorías
dad de negociación característica del tanto económicas como no económi-
pluralismo democrático y reduce la cas. Esas identidades generan conflic-
influencia de saberes expertos en la tos dentro del movimiento populista,
toma de decisiones.) pese a la homogeneidad asumida en
la definición discursiva y a los inten-
■■ El pueblo como actor estratégico tos de la dirigencia por establecer una
contradicción principal que subsu-
En función de los tres elementos an- ma las otras demandas, como señala
tes mencionados, que son parte cons- Svampa21.
titutiva de una definición historicis-
ta del populismo latinoamericano, Por ejemplo, en el caso del Movi-
planteo aquí una conceptualización miento al Socialismo (mas), su origen
del pueblo como actor estratégico como instrumento de un movimien-
en el movimiento populista, que por to social amplio y heterogéneo ha sido
ello mismo puede imponer límites a
la sostenibilidad del populismo en el
19. C. de la Torre: Populist Seduction in Latin Ame-
poder. Es decir, si bien gran parte de rica, cit.
la bibliografía se focaliza en el líder 20. N. Urbinati: Disfigured Democracy, cit., y «Po-
pulism: A Challenge from Within», cit. La im-
y en cómo se crea su carisma a par- portancia de los liderazgos es clara en la clasifi-
tir de la relación con las masas que se cación de Svampa de los populismos radicales
de Argentina y Ecuador como de «clase media»
conforman como pueblo, yo preten- y los de Bolivia y Venezuela como «plebeyos».
do centrarme en estas últimas, que Esta clasificación coincide con el origen social
de sus líderes, que parece ligado a las políticas
son quienes eligen al líder como su
que adoptan. M. Svampa: ob. cit., p. 474.
punto focal. 21. M. Svampa: ob. cit.
173 Ensayo
La historicidad del pueblo y los límites del populismo

reconocido por la bibliografía22. In- del populismo boliviano del siglo xxi,
cluso análisis discursivos como el de como los mineros cooperativistas que
Francisco Panizza23 sugieren que el li- apoyaron la llegada de Evo Morales
derazgo de Evo Morales se basa en su al poder y a quienes se otorgan im-
posición de arbitraje entre las diferen- portantes espacios políticos, que se
tes enunciaciones de discursos políti- rebelaron cuando no se les permitió
co-ideológicos y que, en caso de hacer asociarse a las mineras internacio-
adjudicaciones, se arriesga a generar nales y se aprobó la sindicalización
rupturas. Sin embargo, observamos de sus trabajadores? Recordemos
que se producen conflictos incluso también que esta tensión llevó a un
con actores constitutivos del movi- conflicto que terminó en el asesinato
miento populista; así, por ejemplo, en de un viceministro del régimen po-
el conflicto por el Territorio Indígena pulista y a la muerte de tres mineros
y Parque Nacional Isiboro Sécure (tip- cooperativistas en 201626.
nis) a raíz de la construcción de una
carretera, que enfrenta al gobierno Asimismo, el antagonismo y la bi-
populista con organizaciones indíge- polaridad asumida por la definición
nas24. Por el contrario, el pragmatismo discursiva no exploran el impacto del
de la gobernabilidad lo lleva a otra in- «antipopulismo» en la conformación
tervención que, contra las prediccio- de una identidad populista más allá de
nes de la definición discursiva, reduce los esfuerzos del líder y la importancia
su antagonismo con la oligarquía eco- de la redistribución material. La iden-
nómica en lugar de agudizar la pola- tidad populista es construida también
rización. Esto ocurre cuando Morales
negocia con la elite agrícola del Orien-
22. Santiago Anria: «Social Movements, Party
te boliviano para separarla de la opo- Organization, and Populism: Insights from the
sición política y sumarla a sus bases Bolivian mas » en Latin American Politics and
Society vol. 55 No 3, 2013; M. Svampa: ob. cit.;
de apoyo25, o al menos neutralizarla. K. Roberts: ob. cit.; R. Madrid: ob. cit.
23. F. Panizza: «Fisuras entre populismo y de-
mocracia en America Latina» en C. de la Torre
Estos ejemplos sugieren que la expe- y E. Peruzzoti (eds.): ob. cit.
riencia histórica del populismo lati- 24. M. Svampa: ob. cit., p. 462.
noamericano en su complejidad no 25. Kent Eaton: «Challenges of Party Building
in the Bolivian East» en Steven Levitsky, James
es necesariamente capturada en una Loxton, Brandon Van Dyck y Jorge I. Domínguez
definición mínima que ponga el acen- (eds.): The Challenges of Party Building in Latin
America, Cambridge University Press, Nueva
to en los aspectos discursivos. Tam- York, 2016.
poco nos provee una definición tal 26. Los mineros cooperativistas también pe-
dían que se los excluyera de las regulaciones
de herramientas para comprender ambientales y se les otorgara electricidad sub-
las tensiones en el interior del movi- sidiada. Para mayor información, v. «Bolivia:
por qué los mineros ‘consentidos’ de Evo Mo-
miento populista. ¿Cómo definir la rales llegaron al extremo de matar a uno de
tensión con otro actor fundamental sus viceministros» en bbc Mundo, 26/8/2016.
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por las imágenes unificadoras de lo fue la renegociación de la deuda ex-


sus adversarios, que la definen como terna en el caso argentino.
«chusma». Como toda otra identidad,
la populista se construye y el antago- Es por ello que el populismo no solo
nismo de sus adversarios es crucial en entra en tensión con la democracia por
este proceso. Si el populismo define a su reticencia a aceptar el pluralismo y
toda oposición como «oligarquía co- las opiniones diferentes, como seña-
rrupta» o como actores que juegan a su la Jan-Werner Muller28, o por la tenta-
favor (cuando estos no forman parte ción de concentrar el poder en el Eje-
de la elite), su oposición reacciona con cutivo y de deslegitimar a los partidos
igual virulencia y, al hacerlo, define del establishment, como argumentan
los contornos del pueblo «populista». Steven Levitsky y James Loxton 29,
sino por el costo de seguir sus pro-
La definición historicista, a diferencia pias reglas y la necesidad de conten-
de la discursiva, se enfoca en estas dos tar a una opinión publica volátil. La
tensiones –la diversidad del sujeto po- heterogeneidad del pueblo realmente
pulista y la necesidad del antagonis- existente y las diferencias intertempo-
mo para constituirse como tal– para rales en la opinión de los sujetos que
comprender los límites de la expe- lo componen generan límites propios
riencia histórica del populismo y su a la experiencia populista. Si es nece-
compleja relación con la democracia sario suspender las elecciones, como
en América Latina. La legitimidad ocurrió en Venezuela, la experiencia
de los populismos contemporáneos deja de ser populista. Cuando la reac-
en la región –tras los procesos de de- ción contra la injusticia pasada es des-
mocratización– ha sido electoral. Los plazada por el malestar con el presen-
líderes populistas se reconocen en el te, los populismos en el poder llegan a
apoyo mayoritario del electorado –un sus límites y deben prestar atención
electorado que ellos, en general, han a sus votantes, del mismo modo que
buscado expandir–. Sin embargo, la los otros partidos políticos, o ignorar-
pérdida de apoyo electoral erosiona los en nombre de una voluntad gene-
su legitimidad, incluso cuando esta se ral que ellos no comprenden, con lo
origina en ciclos económicos que es- que se transforman en dictaduras.
tán fuera del control de los gobernan- Los mismos ciudadanos que cons-
tes, como argumentan Daniela Cam- truyeron el movimiento populista
pello y César Zucco27. En realidad,
estos ciclos desnudan la fragilidad del 27. D. Campello y C. Zucco: «Presidential Suc-
cess and the World Economy» en Journal of Po-
voluntarismo político implícito en el litics vol. 78 No 2, 4/2016.
populismo y su incapacidad para do- 28. J.-W. Muller: ob. cit.
29. S. Levitsky y J. Loxton: «Populism and
mesticar los mercados internaciona- Competitive Authoritarianism in the Andes»
les pese a acciones «heroicas», como en Democratization vol. 20 No 1, 2013.
175 Ensayo
La historicidad del pueblo y los límites del populismo

generan límites para su experiencia Segundo, una definición historicista


en el poder por la necesidad de los di- no solo nos permite comprender la
rigentes de responder a sus demandas recurrencia de los ciclos populistas y
para sostener mayorías electorales que el hecho de que estos sean más pre-
confirmen su carácter de representan- dominantes en ciertos países de la
tes del pueblo. Es decir, su discurso región –donde el imaginario popu-
debe acompañarse de resultados que lista se mantiene latente–, sino que
los ayuden a mantener la legitimidad también ilumina tres elementos cla-
electoral para evitar que se erosione ves para comprender tal experiencia
su pretensión de representar al pueblo. en América Latina. Estos son la cons-
trucción histórica de la soberanía
■■ Conclusión popular desde la independencia, la
debilidad que ha caracterizado a los
El argumento presentado por este ar- Estados de la región desde el siglo xix
tículo sostiene el valor de una defini- y los periodos de exclusión político-
ción historicista para comprender el económica agudizados por múltiples
populismo latinoamericano en clave desigualdades y por la gran volatili-
comparada, así como las condiciones dad a la que está expuesta la región.
que le dan origen y los límites que él Finalmente, esta conceptualización
mismo se genera en el contexto de las historicista ilumina la importancia
democracias de la región. Primero, de la legitimación electoral para el
una definición discursiva del popu- populismo latinoamericano del si-
lismo no nos permite entender la ló- glo xxi. Es la necesidad de responder
gica de la emergencia y las tensiones a las demandas de un electorado he-
inherentes al populismo latinoame- terogéneo y cambiante en sus preo-
ricano del mismo modo en que pue- cupaciones básicas lo que establece
de hacerlo una conceptualización de límites a cualquier idea de pueblo
base histórica que explore su econo- como unidad y genera la necesidad
mía política. La amplitud de estas de- de producir resultados que sosten-
finiciones no permite comprender la gan mayorías electorales para justi-
complejidad del fenómeno populista ficar la representación de ese pueblo
en América Latina y sus distinciones que se arrogan los líderes populistas.
respecto a las experiencias de otros Si las mayorías se desgastan, los líde-
lugares del mundo, donde es mayor res se arriesgan a que sus ropajes po-
la diversidad de categorías en cuanto pulistas sean expuestos como inexis-
a la conceptualización de la sobera- tentes no por la inocencia de un niño,
nía popular. sino por los procesos electorales.

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