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Víctor Eduardo Hernández Benavides 31/08/2021

Reseña sobre el texto: Two Cultures? The Significance of C.P. Snow de F.R.
Leavis (1962)

El texto de Leavis titulado Two Cultures? The significance of C.P. Snow, fechado en el año
de 1962, tres años después de la publicación del texto The Two Cultures de Snow, es una
respuesta crítica al mismo, a lo largo de su exposición se pueden identificar tres diferentes
momentos o si se quiere estrategias de ataque: un primer momento en el que Leavis
desacredita a Snow como científico y como literato, un segundo momento en el que se
critica el texto en sí y particularmente algunas de las afirmaciones fundamentales, y
finalmente un tercer momento en el que Leavis establece una postura más propositiva sobre
la cuestión planteada por Snow.
Leavis comienza por delatar en Snow falta de modestia y excesiva autoconfianza al
abordar los más importantes problemas de la sociedad a nombre de la literatura y la ciencia,
las dos culturas que enfáticamente se diferenciaron en el texto de Snow, y sobre las cuales,
dice Leavis, Snow es “portentosamente ignorante”. Para sustentar esto, Leavis descredita a
Snow como científico diciendo que quizá el propio Snow aprobaría las pruebas sobre
conocimiento científico básico a las que sometió a sus entrevistados literatos, pero quizá no
las que abordarían temas más complejos de ciencia. Posteriormente lo desacredita como
literato, al decir que Snow muestra completa ignorancia respecto a la literatura
argumentando que no es un buen novelista, que no sabe lo que es una novela y, lo que es
más preocupante, ni siquiera sabe que no sabe. Sus novelas, dirá Leavis, carecen de
contenido y son superficiales, sus diálogos son ineptos, sus personajes son acartonados y
representan mal a la humanidad; los temas, por otro lado, son poco interesantes y están mal
fabricados, y si bien la ciencia aparece en sus novelas ésta resulta ser una mera palabra, una
vocación solamente postulada en la que no se revela conocimiento científico (mismo que
tampoco está presente en The Two Cultures) ni las supuestas virtudes que darían crédito al
hombre de ciencia; para ello, señala Leavis, no hace falta ser científico brillante y otros lo
hubieran hecho mejor que él.
Señala Leavis que el texto de Snow, que es objeto de su crítica, le ha aportado al
autor una imagen de “autoridad intelectual” entre los propios intelectuales de la época, lo
cual radica, según el crítico literario, no en una relación de verdadera inteligencia sino de
común ceguera; pero lo que obligó a Leavis a tomar en serio el documento de Snow, al que
en principio había valorado como carente de importancia, fue su influencia en los
estudiantes de Cambridge de la época que ya comenzaban a considerarlo un clásico.
Leavis comienza la crítica al contenido de The Two Cultures delatando el uso
descuidado de los conceptos, en particular el concepto de cultura que es fundamental para
la comprensión del discurso de Snow cuya afirmación central, según Leavis, es: “there are
the two uncommunicating and mutually indifferent cultures, there is the need to bring them
together.” (Leaves, 2013: 56) Considera Leavis que el propio Snow pretende convertirse él
en el paradigma de esa necesaria unión entre las dos culturas pero resulta inconsecuente
debido a que el propio Snow, que se considera a sí mismo parte de la cultura científica,
falta a la premisa por él mismo afirmada de que dicha cultura posee una gran cantidad de
argumentos y mucho más rigurosos en un nivel conceptual superior que los argumentos de
personas provenientes de la cultura literaria, su falta consiste en mantener a lo largo de su
exposición un nivel argumentativo y de manejo conceptual sumamente deficiente.
Para Leavis el pobre manejo conceptual de Snow se revela en la facilidad con la que
identifica “Cultura literaria” e “Intelectual literario”, pues al parecer la consideración de
éste último procede de algunos círculos periodísticos como el del Sunday y el New
Statesman, a los que Snow pretende hacer pasar como la “alta cultura literaria de la época”;
Leavis señala que dicha identificación para aquellos genuinamente interesados en la
literatura no puede causar más que abierta hostilidad. Lo mismo ocurre con la identificación
entre “Cultura literaria” y “Cultura tradicional” a partir de la cual Snow se permite este tipo
de afirmaciones, a propósito de la “cultura tradicional” y su manera de percibir la
revolución industrial y científica: “the traditional culture didn't notice: or when it did
notice, didn't like what it saw.” (Snow, 1998: 23) Para Leavis ello revela que Snow es tan
ignorante en historia, como lo es en literatura.
La crítica sobre el concepto de cultura se centra posteriormente, y a propósito de la
cultura científica (ejemplo de auténtica cultura en Snow), en la noción de que cultura
significa que: “Without thinking about it, they respond alike” (Snow, 1998:10) para Leavis,
más que representar una definición completa o satisfactoria, dicha definición revela la
naturaleza del medio cultural del que proviene Snow (Sunday, New Statesman o The
Guardian) y del cual el documento The Two Cultures es un perfecto ejemplo: inconsciencia
y falta de rigor conceptual. En opinión de Leavis, Snow no es ni siquiera consciente de lo
que está diciendo por lo que gran parte de su discurso no son más que clichés que no
somete a crítica y toma como evidentemente verdaderos. Particularmente peligroso para
Leavis es la afirmación/cliché de Snow de que los científicos “tienen el futuro en sus
huesos” [“If I were to risk a piece of shorthand, I should say that naturally they had the
future in their bones.” (Snow, 1998:10)], pues tácitamente elimina el problema que está
tratando, debido a que procede del ámbito cultural científico al que pertenece Snow, y sin
preocuparse por explicar o criticar la supuesta evidencia de dicho aserto, parte de ahí para
formular su noción de que la “cultura tradicional” se compone de “luditas naturales”,
categoría en la que Snow, afirma Leavis, sitúa a todo aquel cuya preocupación acerca del
futuro no vaya en relación a la producción, los estándares materiales de vida o el progreso
tecnológico.
Otro ejemplo de cliché lo encuentra Leavis en la afirmación de Snow: “I have
known well—that the individual condition of each of us is tragic. Each of us is alone” que
completará más adelante diciendo: “see no reason why, just because the individual
condition is tragic, so must the social condition be” (Snow, 1998: 6) Snow establece con
ello que puede haber una esperanza para la condición humana social más allá de la
condición trágica individual, esperanza otorgada por la cultura científica que por ello
pareciera tener una cierta primacía sobre la cultura literaria que, en opinión de Snow,
históricamente no se ha preocupado por la condición social del hombre. Leavis critica la
antítesis presentada por Snow entre condición humana individual y esperanza social, como
si la primera no tuviera nada que ver con la segunda, ante lo cual se pregunta: “What is the
‘social hope’ that transcends, cancels or makes indifferent the inescapable tragic condition
of each individual?” (Leavis, 2013, p. 65). En opinión de Leavis Snow pretende que se deje
de lado la vida individual por lo que denomina “la esperanza social”, en ese mismo respecto
considera que la indiferencia que Snow señala en la literatura con relación al mundo
contemporáneo, esto es la preocupación del arte por la vida y bienestar humanos, sí está
presente en la literatura inglesa moderna en casos como el de Lawrence, Conrad o Ruskin,
pero para Snow son “luditas naturales” pues su noción de bienestar no se agota solamente
en lo material, con ello Leavis llama la atención al pobre rango de satisfacciones ofrecido
por Snow para la noción de bienestar y necesidades humanas que será objeto de su próxima
crítica.
El problema que Leavis identifica al respecto es el simplismo con el que Snow trata
la cuestión del bienestar humano y de sus necesidades, lo que le llevan a hacer afirmaciones
como la siguiente: “For, with singular unanimity, in any country where they have had the
chance, the poor have walked off the land into the factories as fast as the factories could
take them.” (Snow, 1998: 26). Para Leavis la cuestión del desarrollo humano es
infinitamente más compleja que el mundo de los salarios y de la producción tecnológica
propuesto por Snow, y si bien estos factores, acepta, son importantes, no representan el
todo en relación al bienestar y las necesidades humanas. Para Leavis Snow basa su discurso
sobre el bienestar social en una noción de prosperidad (material) y de ocio disfrutados por
la clase trabajadora producto del proceso de industrialización y no se da cuenta de que ese
tipo de felicidad no necesariamente es benéfico: “that the felicity it represents cannot be
regarded by a fully human mind as a matter for happy contemplation.” (Leavis, 2013: 72)
Leavis toma como ejemplo demostrativo de esto la manera de vivir el ocio para el
trabajador de EUA, que se asemeja más a una sensación de vacuidad de la existencia: “the
energy, the triumphant technology, the productivity, the high standard of living and the life
impoverishment – the human emptiness; emptiness and boredom craving alcohol – of one
kind or another.” (Leavis, 2013: 72) Y se pregunta, entonces, si el tipo de vida moderno de
EUA representa un tipo más humano que los señalados como “no idustrializados” en el
discurso de Snow.
En la crítica más propositiva del texto Leavis señala, tomando en cuenta los rápidos
cambios que el mundo ha tenido en tiempos recientes, que considera importante tomar en
cuenta el avance científico-tecnológico, sin embargo considera que existen otras
necesidades humanas que no se agotan solamente en el tipo de prosperidad material
propuesto por Snow:

What we need, and shall continue to need not less, is something with the livingness
of the deepest vital instinct; as intelligence, a power – rooted, strong in experience, and
supremely human – of creative response to the new challenges of time; something that is
alien to either of Snow’s cultures. (p. 73)

y cuestionará con insistencia la afirmación de Snow de que el edificio científico del mundo
físico es el más bello y maravilloso resultado del trabajo colectivo de la mente humana,
oponiendo al mismo la creación del mundo humano, incluido el lenguaje:

But there is a prior human achievement of collaborative creation, a more basic work
of the mind of man (and more than the mind), one without which the triumphant erection of
the scientific edifice would not have been possible: that is, the creation of the human world,
including language. (p.74)

En ello postula la existencia de un “tercer reino”, no una tercer cultura, que no es


meramente privado o personal (como la experiencia lingüística), ni público (como la
ciencia), pero es algo en lo que los diversos puntos de vista pueden encontrarse en un
proceso colaborativo o creativo, al ser de una naturaleza crítica. La naturaleza de la
existencia de la literatura inglesa es muestra de ese proceso que señala Leavis como “tercer
reino”, pues vive en el presente, renovándose y siendo reinterpretada por individuos que
establecen una comunidad cultural de conciencia. Para Leavis por el bien de la humanidad
se debe hacer lo posible por mantener la vitalidad en el presente de la cultura transmitida.
Finalmente, Leavis señala que él está tan preocupado como Snow por la
Universidad, pero porque sea verdaderamente una universidad y no un conjunto de
departamentos especializados, convertirla en un centro de conciencia humana, percepción,
juicio, conocimiento y responsabilidad. El enemigo, afirma, es lo académico y lo
académico puede ser vencido por el juicio crítico que es a la vez creativo.

Luddites? Or, There is Only One Culture (1966)

En Luddites? Or, There is Only One Culture fechado en 1966, cuatro años después de su
respuesta crítica al texto The Two Cultures de Snow, Leavis intenta responder a algunas
críticas realizadas por periodistas y formadores de opinión a su texto, al que considera
malinterpretado.
La primer crítica de la que se ocupa es que se ha dicho que no ha hecho claro en su
documento si está de acuerdo o en contra de un alto estándar de vida material. Su respuesta
es que él señala que no sirve hacer un llamado al crecimiento en el estándar de vida
material bajo la suposición de que no necesitamos admitir otro tipo de consideración u otro
adecuado reconocimiento de la naturaleza y necesidad humana, oponiéndose simplemente a
que el avance y distribución material y tecnológico sea suficiente como la única
responsabilidad de la cultura.
Ante la posible acusación de que está en contra de que la clase trabajadora pueda
tener un mejor nivel de vida material, Leaves responde que no es así, y que si algo de
indignación moral se tiene hacia ellos sería vergüenza, preocupación y aprensión de que la
civilización contemporánea los haya desheredado y dejado atrás para “disfrutar del alto
estándar de vida material”, en lo cual, dice, no hay ninguna paradoja respecto a sus
argumentos contra Snow. Lo que sí es irónico, señala, es que en las páginas del The New
Statesman, en cuyo comité directivo solía aparecer Snow, tuviera en alguna de sus portadas
el título “The Menace of Leisure”, mientras que Lawrence, un supuesto “ludita”, en un
fragmento de sus obras honra a las máquinas y a sus inventores por darle tiempo libre, ese
tiempo libre que en las páginas del The New Statesman es una amenaza.
Para Leavis más que el hecho de que la cultura literaria sea “ludita”, se considera
“ludita” porque para Snow es “ludita” toda opinión sobre el progreso tecnológico y el
estándar de vida material que no sea tan simple como su punto de vista. Leavis acepta las
ventajas de la sociedad industrial, pero a la vez plantea la necesidad de reflexionar sobre el
impacto social que han tenido sus acelerados cambios en la relación de la vida del ser
humano con el trabajo, además de analizar la complejidad de sus consecuencias, de las
cuales la más alarmante, y que involucra a todos, sería la falta de un esfuerzo creativo en la
labor del trabajador y de un interés activo en la misma, esto es su automatización, lo que
podría conducir a un empobrecimiento de la vida: “A general impoverishment of life – that
is the threat that, ironically, accompanies the technological advance and the rising standard
of living.” (Leaves, 2013, p. 99).
El desacuerdo fundamental entre Leavis y Snow se vuelve aquí evidente en relación
a las consecuencias de la revolución industrial y el creciente avance tecnológico, para Snow
han provocado menor pobreza material y por lo tanto es un fenómeno admirable, para
Leavis provocan un empobrecimiento de la vida misma y por lo tanto es un fenómeno, al
menos, preocupante. Este empobrecimiento de la vida lo representa, en opinión de Leavis,
el propio Snow al reducir la tradición literaria o cultura literaria al medio del The New
Statesman y de hecho las condiciones culturales a las que el pertenece son las que han
hecho posible que se hable acerca de Las Dos Culturas, con ello Leavis afirma que la tesis
principal de Snow acerca de la distinción entre dos culturas es una equivocación pues hay
una sola cultura.

Leavis procede a discutir la afirmación de un líder de opinión de The Guardian


quien afirma que “la ciencia es un medio para un fin”. Para Snow, según Leavis, ese fin no
es otro que elevar el estándar de vida, y responde que ello puede ser correcto, pero ese
elevado estándar de vida no necesariamente acota el concepto de “fin humano”, y la
cuestión acerca de la naturaleza y necesidad humana no es un asunto tan fácil de abordar
como Snow supone: “Mankind, for instance, has a need to feel life significant; a hunger for
significance (…)” (Leaves, 2013: 104) Por ello es que plantear como “fin” el elevar el
estándar de vida en términos materiales expresa una peligrosa e inadecuada noción o
criterio absoluto de prosperidad humana.
En busca de una respuesta más adecuada para esta noción de fines humanos Leavis
señala que sería útil tomar en consideración lo que la tradición cultural ha transmitido:

(…) when human ends require to be pondered in relation to the pressing problems
and opportunities with which our civilization faces us, one’s thinking should not be blind to
the insights given in cultural tradition – on the contrary, it should be informed with the
knowledge of basic human need that is transmitted by that. (p. 105)

y sustituye la noción de “cultura tradicional” de Snow por la noción de “tradición cultural”,


pues opina que el concepto de Snow remite a un pasado estático, para Leavis la “tradición
cultural” es solamente una, que está viva en el presente y es insustituible.
Con esta noción de “tradición cultural” como una tradición viva en el presente,
Leavis se ve en la necesidad de clarificar su noción del “tercer reino” que había establecido
en su crítica a Snow, y ante la observación de que éste parecía ser un reino puramente
espiritual, Leavis aclara que no se refiere a un reino sin ciencia, sino a la comprensión de
que la ciencia o el progreso material no lo es todo:
(…) there is an intrinsic human nature, with needs and latent potentialities the most
brilliant scientist may very well be blank about, and the technologically directed planner
may ignore – with (it doesnt need arguing) disastrous consequences. (p. 107)
aceptando que evidentemente este mundo de significancias y valores tiene que considerar
las condiciones materiales y económicas.
Leavis considera que el cambio tecnológico ha tenido fuertes consecuencias
culturales y que su lógica implícita conlleva la simplificación y reducción de los criterios de
los bienes y necesidades humanas, generando concepciones desastrosamente falsas e
inadecuadas acerca de los fines que la ciencia debería perseguir. Esta lógica se manifiesta
con clara evidencia en la masificación y la estandarización del mundo contemporáneo,
pero, dice Leavis, señalar eso no es ser un “ludita”. Significa afrontar la verdad de que:

(…) in an age of revolutionary and constantly advancing technology, the sustained


collaborative devotion of directed energy and directing intelligence that is science needs to
be accompanied by another, and quite different, devotion of purpose and energy, another
sustained collaborative effort of creative intelligence. (p. 108)

De aquí surge su preocupación por la Universidad pues en fomentar esto radica su


responsabilidad. Leavis ve en la universidad el foco de conciencia y responsabilidad, una
entidad garante de la actuación real de la función crítica que es a la vez creativa y señala
que no hay que confundir esto con creer que él considera que la critica literaria podrá salvar
a la humanidad, sino que es importante tener una función critica y ello se relaciona con lo
que denominó la tradición literaria viva en el presente, que nos haga conscientes de la
naturaleza y necesidades humanas desde una perspectiva integral.

To think that to have a vital contemporary performance of the critical function


matters is to think that creative literature matters; and it matters because to have a living
literature, a literary tradition that lives in the present – and nothing lives unless it goes on
being creative, is to have, as an informing spirit in civilization, an informed, charged and
authoritative awareness of inner human nature and human need. (p. 110)

El esfuerzo universitario, en opinión de Leavis, debe estar dirigido a ser un centro


de consciencia para la comunidad, cuya función sea el reestablecimiento de un público
efectivamente educado, crítico y creativo.
Referencias Bibliográficas.
Leavis, F.R. (2013). Two Cultures? The Significance of C.P. Snow. Cambridge University
Press.
Snow, C.P. (1998). The Two Cultures. Cambridge University Press

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